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12

—¿Y bien? —se dirigio a mí, yo me crucé de brazos despavorida, mi fuerte negativa tenía un gran motivo—. ¿No vas a subirte? —inquirió, yo le puse mala cara a él, a lo que el aludido se carcajeo—. Me hieres Iris, ya te he llevado antes en mi auto, solo que ahora es un medio de transporte diferente —sugiere acercándose a mí, dejando a esa cosa tras de él.

—Jeremy —llame su nombre con cólera—, jamás me montaré en esa... Cosa —termino de decir con una mueca, apunto con mi dedo la moto, aborrecía el solo hecho de pensar en subirme en ella—. No quiero sufrir un susto de muerte por tercera vez, por favor —súplico, siendo un poquito dramática.

—No le digas cosa a Jessica. —reclamó ignorando lo último que mencione y puse los ojos en blanco al escuchar eso.

—No puedo creer que le digas Jessica a una moto, tienes serios problemas —confieso fingiendo seriedad para molestarlo.

Jeremy abrió la boca como un pez fuera del agua y alzó una ceja indignado, adentrado en su papel Drama Queen, yo no pude evitar soltar una pequeña risa cruzando los brazos.

No quería subirme en una moto, odiaba las motos. Entiendo que Jeremy insista pensando que es un miedo común en personas que no se hayan subido a una, él no sabía el porqué de mi negativa, ni se imaginaba que la triste realidad es que me causaban pánico, desde que Christian casi muere esa vez cuando decidió participar en una carrera ilegal, si yo hubiera accedido a subirme y estado con él... No quiero ni pensar en el trauma aún peor que tendría con las motos.

—No me subiré a la moto.

—Si quieres puedo llevarte a casa. —dijo Justin acercándose a nosotros.

—¿Tú? —me volteó a verlo sobre mis propios talones—. ¿No se supone que debes llevar a tu novia a casa?

Justin se llevó sus manos a los bolsillos de su pantalón, incómodo por mi comentario sarcástico.

—Sabrina tiene su propio auto para irse a casa, no me necesita. —se excusó.

—Perfecto —contesto ceñuda—. El punto es que no quiero a una novia histérica tratando de arrancarme el pelo —replico.

—Ella no haría eso, sabe que somos amigos desde la infancia. No tiene porqué limitarme en compartir con mis amigos de toda la vida, además tenemos un mutuo acuerdo los dos.

«Amigos». La palabra amigos por algún motivo pesa en mi consciencia, como un cuchillo que perfora mi parte lógica.

—Sí, sí, ya entendimos bomboncito —lo interrumpe con una melodiosa voz, que a mí parecer es más chillona que otra cosa. Y este se recuesta de Jessica, expectante.

—¿Bomboncito? —Justin arruga su cara en respuesta.

—Llamaré a Mike. —me atrevo a decir en voz alta y saco mi teléfono, estaba dispuesta a llamarlo. Dios, ¿por qué no tengo un auto propio?

«Porque tú misma te negaste a uno por culpa de Helena» me recrimina mi consciencia.

—¿No puedes solo subirte en Jessica? —vuelve agregar Jeremy.

—Oh, por favor, Jeremy, ya hablamos de esto, no voy a subirme en esa cosa —Mi boca se tuerce en desagrado—. Es un "no" rotundo, ¿bien?

—Sabrina no es problema. —hace hincapié en ello, Justin me mira como un cachorro bajo la lluvia y yo lo ignoro, si acepto que me lleve a mi hogar tendré muchos problemas a futuro por culpa de su novia.

Otra opción sería irme en el transporte, pero ya lo había perdido por quedarme charlando con Melissa, lo peor es que deje que esta se fuera porque no tenía conocimiento de que terminaría así, un gran descuido mío, y como la mayoría tiene auto no se preocupan por estas cosas. Los taxis tampoco son viables, me da ansiedad convivir con extraños, en especial en un auto. Suspiré cansada, esta conversación no va a ningún lado y para rematar mis opciones eran estas dos.

—Chico gato, tu novia la peliteñida esta peor que el sombrerero de Alicia en el país de las maravillas, arderá en celos si se entera que llevaste a Iris a su casa —interviene burlón—. Querrá matarlos a los dos, ¿en serio eso no te parece un problema?

Me reí sin querer, paso de ser bomboncito a chico gato. Jeremy tiene buena imaginación para crearle apodos a la gente.

—Pero...

—Intenta conquistarla cuando no tengas novia, eso no da buenas impresiones de ti y como su amigo, sin duda quita muchos puntos de presentación. —Sonrió socarrón, me ahogue con mi saliva al escuchar tal barbaridad. Mi corazón dio un vuelco sutil y toso llamando la atención de los dos, quiénes se acercan un poco preocupados, a lo cual yo pongo mi palma enfrente de ellos en señal de que estoy bien y que no vengan, cuando logro hablar lo desmiento.

—Por dios, Jeremy, deja decir cosas inútiles, él solo es un amigo —Alcancé a sostener su brazo avergonzada, ahora resulta que él piensa que Justin me pretende, ridículo—. ¿Qué? —Me observa incrédulo y yo me siento incómoda, miro la moto y después a él, no me queda de otra que darle cara a mis miedos.

Y así terminé en la maldita moto, montada. Quería agarrar a Jeremy, pero él me dijo que no porque es peligroso, pero, joder; el miedo me inunda, me veía bastante estúpida ahora y Justin solo se dedica a vernos a los dos tranquilo.

—Mucha suerte en el camino. Hasta mañana, Arcoíris. —dijo por último hasta perderle de vista.

En el camino no pude pensar debido al pánico, el viento golpeando mi cara y mi melena siendo despeinada por eso, incluso quedarme en una posición fija mientras Jeremy maniobra la motocicleta como si un experto fuera me causó más conmoción.

—¿Te encuentras bien? —preguntó y palmeó mis mejillas.

—Como la mierda.

—Vamos, no fue tan malo, Christian solía llevarte en moto. —Me dió un leve codazo, alegre de cumplir su cometido.

«De ahí el motivo que le tenga fobia a las motos».

—No porque sea nuevo en motocicleta signifique que vaya a ser malo como en el auto la primera vez —continuó afirmando—. Hay una fiesta esta noche. ¿Quieres venir? Te irás y vendrás conmigo, en auto por supuesto.

—No. —respondí sin dudar.

—¿Desde cuándo eres una vieja menopausica?

—Es que como ya sabes no socializo con casi nadie del instituto. Odio estar rodeado de gente tan hipócrita. —declaro con un sabor amargo en la boca, la mayoría son tan falsos allí.

—Iris...

—No.

—Jamás vas a mejorar si sigues aislada del mundo, no estás sola, ¿sabes? Tienes muchas personas que te aman y quieren verte sonreír, ser feliz y sobretodo sanar tus heridas.

—¿Cómo quiénes? —Reí afligida, mentiría si dijera que no me siento sola, las personas que verdaderamente necesité a mi lado no estuvieron allí; mis padres me duelen muchísimo, solo que ya son así y no se puede cambiar.

—¿Yo no cuento? ¿Melissa no cuenta?

—Solo ustedes dos. —murmuro, pero él hizo caso omiso.

—¿Tu hermana no cuenta? Ese chico, su nombre es Justin, ¿no? Parecía preocuparse sinceramente por ti. ¿Acaso él no cuenta? —comenta con vehemencia, seguro de ello.

—Él no...

—Le gustas —afirma y siento mi corazón volcarse—, apostaría todo mi maldito dinero y la fortuna de mi familia porque ese chico está enamorado de ti.

—No lo está.

—Oh, créeme que sí, sabes que nunca me equivoco en estos temas. —asevera.

—Te equivocaste con Emma —señalo consternada—. Él no eligió a Emma.

—Dije que él la ama, no que iba a dejar a su novia trofeo por Emma, hay veces en las que incluso para una persona, el amor no le es suficiente para dejar una vida de lujos y reputación. Prefiere una vida con una novia ignorante a sus alrededores y que encaje en los estándares de sus padres, que la chica que ama porque es muy común, el día en que termine con Fiorella, que dudo que eso suceda, sería el fin de sus privilegios.

—Si la amara dejaría Fiorella. —refuto.

—Tú misma lo sabes, el sacrificio que conlleva nacer en una familia de alta alcurnia, nada es perfecto aunque lo parezca. —dijo sin signo de dudas y es cierto, muchas veces los privilegios implican bastante sacrificios detrás.

—Incluso así, a Justin no le gusto por dios —aseguro acongojada y este me mira divertido por la situación—. ¡Tiene novia!

—Sabrina es una rubia oxigenada, superficial y sus padres cagan plata gracias a el lavado de dólares y tráfico de drogas. Uno más del montón de políticos corruptos —expone con crudeza, sin tacto—. ¿Piensas que ella ama al bomboncito? La respuesta es no, lo único que ama esa chica es su nueva vida de rica, el poder y estatus que le da el dinero y que en cuánto termine el instituto podrá operarse las tetas —acopla y lo veo perpleja por tales descripciones sobre ella, las cuáles no sabría decir si son ciertas o no, lo único es que es verdad que los padres de Sabrina parecían estar en su mayor auge en influencias. Están bien posicionados actualmente.

—Tú no lo sabes. ¿Y si en serio se aman? —No terminé de decir aquello cuando Jeremy explotó en carcajadas, la vergüenza me embargó porque sabía que es estúpido, Justin no podía "querer" y mucho menos amar a Sabrina. Él nunca se toma casi nada en serio y tampoco creo que ella sea la excepción a la regla.

—Allí no hay amor.

—Son pareja. —determino insegura.

—Si Sabrina estuviera tan enamorada no le sería infiel, al igual que Justin a ella —suelta la lengua de repente, como quién es conocedor cercano de toda esa relación—. Son la diversión del otro.

—¿Qué carajo? —reacciono impactada por ello.

—Le es infiel —saca a relucir como si nada—. Y no te hagas la sorprendida, todos sabíamos que esto pasaría, incluso apostaste con los chicos y, bueno, yo también —confiesa hilarante.

«Tiene razón. Es ridículo pensar que tiene sentimientos especiales por él, y a sí mismo, Justin por ella. Los dos son un caso perdido».

—Aún si es de esa manera, yo no le gusto; apenas y nos llevamos medianamente bien porque compartimos las mismas amistades. —explico reticente y Jeremy se parte riéndose a carcajadas otra vez, una reacción que me desconcertó.

«Bien, siento que estoy viviendo en un universo paralelo».

—Tenía tiempo sin reírme así —expresó limpiándose las lágrimas en sus ojos debido a la risa—. No creí que fueras tan densa.

—No soy densa. —contradigo irritada.

—Lo eres. Eso no va entrar en discusión, Iris  —decretó sonriente—. Siento que lidio con un chico —Soltó un suspiro sonoro casi actuado y masajea sus sienes—. Comprendo que no me creas y está bien, es válido; sé que eres una buena chica y que aunque no te agrade Sabrina no mirarás al bomboncito de otra forma mientras esté con ella.

—Te lo dije, no me gusta. —digo por enésima vez. Él no parecía creerme para nada.

—Repite eso en el futuro cuando el bomboncito te conquiste —Me escucha quejarme entre dientes pero no le presta mucha atención—. Algún día no muy lejano te tendrá, no puedo asegurar estar en el momento exacto para verlo, pero será así —sentenció convencido de ello.

«Cómo te odio algunas veces, Jeremy» emerge uno de mis pensamientos intrusivos, lo cual a este le doy la razón.

—Nadie puede garantizarlo, el futuro es incierto. —rebatí sin querer darle más interés de lo normal y él se encogió de hombros sonriente como una flor en plena primavera.

—Concuerdo, entonces no te importa apostar, ¿verdad?

«¿Qué?».

—¿A-apostar?

—Sí —dijo entusiasmado y asintió poniéndose el casco mientras yo tragaba grueso—. Si estás tan segura de que no hay nada entre ustedes, no tendrás nada que perder.

—Es ridículo. —replico ofendida.

—Bueno, no sabía que existe algo entre ustedes. —Se subió en Jessica, la moto.

—¡Claro que no! —insistí de nuevo, irritada. Él se muestra divertidisímo con mi reacción—. De acuerdo, hagamos la maldita apuesta. ¿Qué se apostará entonces, señor San Valentín? —pregunto un poco reacia, pero al final ya no había vuelta atrás.

—Ven esta noche y te lo diré —Hago un amago para hablar pero Jeremy me cortó—. Estaré aquí a las once y media —enunció y arrancó su moto sin dejarme posibilidad de responder.

—¡Idiota! —grito pese a que esta lejos y no escucharía, pero daba igual.

Entre a mi hogar a regañadientes, el ambiente tan solitario, frío y gris me recibió, podía hablar tanto como quisiera y lo único que se podría escuchar es el eco de mi voz por toda la mansión, incluso León odiaba estar en esta clase de mansión solo y eso que los gatos suelen ser independientes.

Lancé mi mochila en el sofá de la gran sala con hastío y proseguí a entrar en la cocina, busque mi comida guardada en la campana y me la llevé a mi habitación para comer cómoda. Mi hermana no está, puesto que Arce salía casi siempre desde que tuvo una edad apta para estar sin supervisión, aún así mi madre la monitorea por su seguridad todos los días, yo tambien me incluía en eso.

(...)

(12:45 AM)

Detesto a Sabrina por lo arrogante y soberbia que es, no porque sea su novia. Admito que es una grata noticia considerando que Justin ama su soltería y que sus ex novias duraban siempre menos de un mes, cuando se fue escuché que siguió su vida de libertinaje y relaciones pasajeras, ya de ahí no llegue a saber más de su vida.

«También porque no me interesaba». Pero quién menos se me pasó por la cabeza para que él formalizara una relación fue Sabrina; aunque pensándolo bien, su relación tiene fecha de expiración dado que es Justin. Es seguro que le haya advertido desde el inicio su intención de mantener un noviazgo breve y ella acepto. Sin embargo, no comprendía su odio hacia mí

—¿Te crees mucho porque eres hija de un empresario? —reclama—. Me das asco; solo mírate, te escondes como una sucia alimaña rastrera de campo y te victimizas fingiendo lágrimas de cocodrilo para causar lástima en los demás, ¿acaso no tienes suficiente atención en casa? Das pena —se mofó de mí altiva, su cabellera rubia se pegaba en su piel húmeda por la llovizna de hace rato, a diferencia de su mirada agresiva, yo me mantenía inexpresiva.

—¿Es todo lo que tienes por decir? —le suelto y observo mis uñas pintadas de un tono celeste—. Es que no dispongo tanto tiempo para ver tu patético desahogo, de que te proyectes a ti misma de la patética vida que desearías tener, no eres como yo —recalco osada, quite un mechón cobrizo pegado a mi mejilla sonrojada—. Y nunca lo serás.

—Ni en mis peores pesadillas desearía ser tú.

—Tu actitud no parece decir lo contrario. —aseguro y me rió en su cara, Sabrina le ofende y realiza un ademán de querer abofetear mi rostro, pero en eso Bruce viene corriendo con su casco bajo el brazo.

—¡Hey! —exclama y capta la atención de la peliteñida—. ¿Qué hacen aquí? No es un lugar en el que puedan estar apartadas, es peligroso —nos recuerda a ambas.

«Sé lo peligroso que son las carreras ilegales» pienso para mí misma.

—Hablar —contesta a secas, iracunda—. Hablar con esta zorra —Me señala crispada, Bruce me ojea impactado y yo solo me cruzo de brazos sin interés.

—Te dije por milésima vez que no tengo nada que ver con Justin ni contigo, así que ya déjame en paz, no tengo tiempo para ti —Suspiré en lamento por seguirle la corriente a Jeremy de venir a este lugar de mierda con gente buena para nada, excepto algunos de nosotros.

—¡Maldita mentirosa! —gritó férrea, quiso golpearme pero más no llego alcanzar, Bruce se posicionó enfrente de ella como un muro de concreto, sostuvo sus brazos y la movió como un costal de papas para apartarla de mí.

—¡Sabrina, detente! —exclamó enojado, no es para menos.

«Está loca».

—¡Te vuelvo a ver con él y lo vas a lamentar! ¡Lo vas lamentar, maldita zorra! ¡Zorra! —gritó queriendo sacarse a Bruce de encima, quien no tenía más remedio que sostenerla inmovilizando su cuerpo para evitar que arremetiera contra mí.

«Genial, increíble, solo estas situaciones me pasan a mí». ¿Cómo es que ella enloqueció a este punto? Pues bueno, esto se debe a él. El imbécil. Con el transcurso de los minutos Bruce logró sacarla fuera de mi vista, lejos de mi presencia para calmar a la fiera, yo me rasque la nuca apenada por tener que ser parte del espectáculo de Sabrina y que Bruce haya pasado por la necesidad de intervenir, dado la magnitud de su ataque de celos, ira o lo que sea que le pegó a esa mujer, me dio vergüenza volver donde los chicos. Me quedé como una completa estúpida mirando la nada, dudosa de que hacer y parada sin moverme, no obstante una mano tocó mi hombro y me sobresalte.

—Me asustaste. —recrimino con las pulsaciones del corazón aceleradas.

—Lo siento, no creí que...

—No tienes porque disculparte. —le corto estoica, en el fondo sentí un pinchazo y mi boca tenía un sabor amargo indescriptible. Sus disculpas no servían para nada.

—Igual, lo siento mucho.

—Lo que sea que haya hecho tu "novia" no es tu culpa, es la de ella, tú no me montaste tal escenita de celos —puntualizo—. Solo te agradecería que me evitaras tal situación otra vez, Sabrina quería golpearme.

—Perdón —Su rostro se contrajo con genuina vergüenza, culpa y otro sentimiento que no supe descifrar—, no volverá a pasar. Déjame compensártelo —ofrece con un destello de desesperación en su mirada.

—¿Compensarlo? Estás demente, lo mejor sería que de ahora en adelante no te acerques a mí, Sabrina cree y está convencida que entre nosotros hay algo que obviamente no existe, si te preocupas en serio por mí, sabrías que alejarte por la salud mental de tu novia y la mía es lo óptimo.

—¿Prefieres que deje de hablarte por Sabrina? —cuestionó gélido, su voz salió rasposa, con una emoción de cólera contenida—. ¿Eso quieres?

—No eres tonto Justin, tú entiendes porque digo esto.

—No, no lo hago —contesta en desacuerdo—. ¿Por qué debo dejar de hablarte por ella? Ella es mi novia no mi madre, no voy a dejar de hablarle a las personas que quiero porque le den ataques de celos o ira de la nada —sisea en contra de ello.

—¡Tu novia intento golpearme! —expuse incrédula. ¿Por qué él seguía con esto? ¿por qué insistía en hablarme cuando siquiera y apenas podemos llevarnos bien?

—¡Ya te dije que iba compensártelo! ¡Lo arreglaré! —se defendió siendo inútil, no quería nada de esto en absoluto—. Tú eres... no mereces esto, ¿bien? Estoy apenado contigo y sobretodo no quiero perderte a cambio de tener una relación estable con ella, no cometiste ningún error.

—Ve arreglar las cosas con ella, no conmigo. —casi le imploro.

Él no puede corregir o borrar las acciones de Sabrina, no son su culpa, pero por algún motivo me enferma que me inste a olvidarlo y convivir en un espacio con él donde su novia siempre crea que tengamos algo. Odio que me acusen, odio que creen malditos rumores sobre mí, odio a las personas como Sabrina, como Chester y como... como él.

Apreté la manga de mi chaqueta con deseos de gritar a todo pulmón exasperada, el imbécil me extorsiona con la mirada en descontento con nuestro desacuerdo mutuo, yo tomo la decisión de irme de allí sin verlo porque comprendía que no llegaríamos jamás a un punto medio o por lo justo, un trato civilizado de paz. Habían un montón de adolescentes bebiendo, drogándose y otros pocos intimando, Jeremy tenía una cerveza en su mano mientras charla con una morena curvilínea y alta, no me noto por suerte, deseé acercarme por un instante pero me acobarde porque él se sentía bien y yo le echaría perder la noche con mis problemas.

Si en un punto tenía razón la perra de Sabrina es que soy un asco de persona, traigo desgracias a los pocos que me aman y me estiman. No por nada me escondo de la sociedad. Me siento mal conmigo misma.

—¿Quieres una cerveza? —Me ofreció Jake con una sonrisa ladina, apestaba a marihuana, aunque él no consumía—. Se me va congelar la mano si no la tomas —bromea y yo me apresuro a agarrarla.

Jake se sienta en la acera y yo hago lo mismo. No estamos tan alejados del resto, solo lo suficiente para tener privacidad suponía.

—Te iba a decir que no, pero me dio lástima que se congelara tu mano. —Sonrío. El drástico cambio de conversación con otra persona apacigua mi irritación interna en gran medida.

—Vaya, gracias por la consideración. —Ríe con animosidad.

Después de eso se plantó un silencio tranquilo, relajante, podía escuchar las conversaciones de las personas desde acá, la música y a los adolescentes drogados dando saltos de falsa alegría gracias a la cocaína y otros por el consumo de alucinógenos.

—Asumo que discutiste con Justin. ¿Estoy en lo cierto?

—No es novedad.

—No me refiero a ese tipo de discusiones entre ustedes —le dio un trago a su cerveza y saco su celular del bolsillo—. Hablo de una verdadera discusión.

—Lo de hace un rato fue... un desacuerdo, nada en particular. —comento.

—Te escuché gritarle que Sabrina quería golpearte.

—¿Nos espiaste? —Entrecerre los ojos desconfiada. A este grado ya estoy embarrada en tanta mierda que no me afecta mucho un puto rumor más del montón, Sabrina es una maldita hija de perra.

«Si él nos escucho, es posible que otros más también».

—Si espiar significa haber escuchado tu grito enfurecida cuando fui a buscar a Bruce, pues sí, te estuve espiando —ironizo y se aclaro la garganta—. Tienes suerte de que aquí la mayoría esten borrachos, drogados o pendientes en otros asuntos.

—Sabrina se va a encargar de despotricar mentiras sobre lo de esta noche. —Exhalé sonoro, por el frío clima a raíz de la llovizna

—¡Les traje cervezas! —Su voz estridente nos asustó a los dos.

—Joder Drake, vuelves a venir por atrás otra vez y juro que te castro. —le advirtió al aludido, quien abrió la boca indignado por la reacción de Jake.

—Son unos malagradecidos —se quejó—. Aparte de traerles cervezas y acompañarlos me tratan de esta forma, que crueles y viles son —dramatiza y se lleva las cervezas al pecho, como si fuera su mano.

Yo niego divertida de su pésima actuación, me levanto y le arrebató la cerveza, Jake me copia la acción.

—Ni un gracias ustedes, que maleducados. —alarga la última palabra fingiendo seguir ofendido.

Jake y yo nos miramos entendiendo perfectamente lo que quiere decir el otro, lo cual ocasiona que nos riamos ambos de Drake.

—¿Han visto a Bruce? —preguntó dejando atrás su dramatismo, la atmósfera cambio de un sopetón, activando mi modo supervivencia de golpe—. La última vez que lo vi fue a buscarte —Fijó su vista en mí, en busca de respuestas.

Jake y yo intercambiamos de nuevo miradas indiscretas, el castaño pareció percibir eso y agregó lo siguiente.

—Tiene que ver con Sabrina, ¿no? Ella te llamó para...

—¿Lo sabías y no le avisaste a Justin? —le interrumpió disgustado por reservarse el suceso.

—Ella quiso "charlar" en privado conmigo —enfaticé y tomé un trago de cerveza—. No tuve de otra y...

—Esto podía haberse evitado si le hubieras avisado a Justin —le reclama a Drake, este tuerce la boca en contestación—. Tú sabías que algo como esto era probable que ocurriera.

—No es su responsabilidad, e iba a suceder tarde o temprano —digo mientras voy poniendo mi culo en el frío pavimento porque no había más donde sentarse, por lo menos aquí.

—Exacto, esto terminaría pasando, Jake —Se sentó en la fría acera como yo, movió la botella de cerveza por la mitad—. Sabrina tiene algo en contra de Iris, pero parece más allá que por su relación con Justin.

—Y si no es por eso, ¿por qué más sería? —argumento, muy interesada en lo que tenía por decir.

—No aprendes, ¿verdad? —comenta sarcástico Jake, de pie con una mirada retadora, ignorando mi pregunta.

«Genial, ahora estos dos van a discutir y yo seguiré con dudas sobre lo que dijo Drake».

—¿Aprender qué?

—Que guardarte todo y no avisar a tiempo puede traer consecuencias irreversibles como la última vez, si no fueras tan despistado nos ahorrarías líos. —se afana en reñirlo.

—Ya basta, traer recuerdos del pasado por esta estupidez no ayuda. —alego tajante, sin intención de continuar verlos discutir.

—¿Estupidez? Bruce llegó en el momento por suerte, porque sino...

—Cierren el pico que ahí vienen. —interrumpe Drake, los tres miramos al frente enseguida.

Justin esta a un lado de Bruce y al otro se encuentra Sabrina, ambos en extremos diferentes, separados por Bruce que está en el medio como un límite de espacio entre ellos.

«Eso sí que esta tenso».

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