10
«¿Qué te hacía cuestionar tu fe en la humanidad? ¿Qué era lo que precisamente te llenaba más de dudas con respecto a nosotros, como sociedad en general?».
Bueno, voy yo primero, con este extraño monólogo interno. Para empezar, yo cada vez vivía más convencido que no tenía ni una mínima gota de fe para la humanidad misma. Y las personas me lo restregaban con orgullo, para colmo, no haciendo nada para contradecirme o demostrar lo contrario para sí mismos; y no lo digo como si ellos tuvieran la obligación de comportarse "perfectos" ante mí, o fingir ser alguien que no son, de hecho, probablemente no sabes a que clase de personas me refiero, a que seres humanos con sistema de valores y educación estoy hablando..
—¿Vas quedarte ahí viéndome, eh? —escupió endeble con una expresión agria, la amargura de su voz perforando mis divagaciones—. Hijo de puta...
No pude evitar gesticular una sonrisa socarrona.
—Sí —afirmé. El odio flameante en sus orbes creció por mi respuesta, yo solo me felicité internamente con deleite por todo el sufrimiento que le había hecho pasar a esta basura de ser vivo—, no voy a negar que verte sin un ojo y atado en el suelo retorciendote como un cerdo, no se me hace placentero de contemplar —siseo.
—¡Cuida lo que estás diciendo o...!
—¿O qué? —le interrumpí importandome una mierda el viejo gordo y estirado que aún creía que tenía poder—. ¿Crees que aún sigues teniendo poder en el mercado, Hugo? —hurgo en su reciente herida, en el que su ego tan inflado no le permite admitir—. Se te olvida, que tu querido hermanito fue quien te destronó y que ahora, para tu muy mala suerte, no eres nadie; ni siquiera una sombra, un rastro o... lo que sea —le recordé con desdén.
—Ya verás cuando salga de aquí, mocoso —alegó con la mandíbula apretada, y enarqué una ceja airado por su arranque—. Me encargaré que ningún maldito rastro quedé de ti ¡Ninguno! —amenazó ya fuera de sí, sus iris negras brillan cinismo, deseo por cumplir todas y cada unas de las cosas que decía o por siquiera, acercarse a ello—. ¡Te torturaré hasta matarte! —gritó con el rostro ya colorado, existía la posibilidad de que si fuera en el pasado, probablemente no le hubiera dicho tales un insultos... Pero él ya no es nadie.
—Y podría importarme menos eso —Ruedo los ojos con aburrimiento.
—¡Te arrepentirás de lo que dices! —agrega furioso, sus ojos casi saliendo de sus cuencas por la abominable rabia esta vez—. ¡Soy Hugo Bacheli!
—¿Bacheli? —señalo como un mal chiste—. ¿Puedes seguir creyendo que aún ellos te consideren uno? —le hice ver, un deje de satisfacción me recorrió cuando se descompuso en el acto, quedándose sin aliento estupefacto.
—¡Soy un Bacheli! —se aferró como un cobarde, al tedioso apellido que ahora no podría representarlo a él, protegerlo, darle su dichoso poder o al menos, darle un valor a su miserable ser.
Por eso me limpiaba el culo con sus amenazas, tanto en el pasado como ahora, porque si yo le tuviera miedo desde antes, en primer lugar no estaría aquí, él ya no era más el jefe o el hermano del jefe, su mera existencia se resumía en "Hugo" con el podrido apellido de la familia Bacheli, familia de sangre la cual lo abandonó por su propia incompetencia y arrogancia.
«Ni la misma cloaca de donde viene lo quiere».
—Cosechas lo que siembras Hugo, ningún ser humano puede ser salvado cuando su propia sangre es quien lo lanza al fuego voluntariamente —canturreo dando pasos a su alrededor, manteniendo una sana distancia del esperpento de basura humana.
—¡No te atrevas a volver a insultarme! —ordenó, como si se tratara de uno de sus hombres, aunque ya no tiene a nadie dispuesto acatar sus demandas —¡¿Me oíste?!
Las clases transcurrían normal y uno que otros susurros a mis espaldas, pero ese detalle ya no importaba. Melissa se dedicó a dibujar pequeños círculos con el lápiz y escribir anotaciones igual que yo para nuestra próxima evaluación, Justin, por su parte; ignoró toda la clase y jugo con su celular disimuladamente. Los amigos de Justin se mensajeaban con las chicas mientras compartían sonrisitas comprometedoras. Nada fuera de lo común por el día de hoy.
Cuando la tortuosa clase terminó y salí como alma que lleva el diablo, procurando ser invisible. Mi destino es la cafetería con Melissa, nosotras como de costumbre nos sentamos y ella me contó lo fastidiosa que es la novia de su hermano, de como quería ponerle un cierre a su boca para que dejara de hablar estupideces; yo comencé a reír despreocupadamente de su desgracia.
—¡De verdad, está completamente loca! —exclamó, de nuevo—. No puedo creer que sean amigas —se explaya indignada.
—No te creo... ¿Cómo es posible que se lleve bien con la víbora de Camille? —comento con interés dejando mi celular a un lado—. Nadie se lleva bien con tu prima —aclaré con sinceridad.
Camille solo tenía unos pocos "amigos" dentro del instituto, o más bien los que dejaban que ella se acercara sin sentirse amenazados y esos son Sabrina, Maximiliano, Leslie, Tom y Emma. Aunque esta última se lleva bien con todo el mundo, y lo sé perfectamente porque es mi ex amiga; una chica alegre, amable y sociable con quiénes las rodean.
—No lo sé, por eso te digo que ella es una serpiente al igual que Camille. —asegura.
—¿Por qué lo crees? —La observé perpleja y Melissa se encogió de hombros—. Loreley aún no te ha hecho nada —Los hombros de la castaña se tensaron un poco, casi imperceptible—, ¿O si? —Arrugué el entrecejo no siendo consciente de ello. Melissa estos días se notaba visiblemente ansiosa, cuando le pregunté, me decía que es por los exámenes. No le creía del todo, pero no podía obligarla a que me contara sus preocupaciones.
—No —negó sonriente, creyendo sonar suave—, pero ya sabes, entre serpientes se entienden... —agregó despectiva, a lo que yo la miré, enmudecida.
De repente, un ruido sordo cerca de mí se hizo presente, esfumando la conversación anterior. Tanto Melissa cómo yo nos sorprendimos, pero supimos mantener la calma.
—¿De que están hablando, chicas? —Una voz masculina nos hizo voltear a su dirección, persona la cual al parecer estaba sentándose a mi lado.
—Muchas cosas —respondo viendo mis uñas, pintadas de azul marino.
—No me digas —contestó, sarcástico, poniendo los ojos en blanco—. Que generosa respuesta de tu parte, Arcoíris.
—Podría ser peor —bromeó, con una sonrisa ladina.
Escucho a Melissa bufar y yo me encojo de hombros en silencio, el innombrable decide continuar sacando conversación y yo permanezco tranquila.
—Algunas veces odio la comida de la cafetería, aunque hoy fueron misericordiosos y ampliaron el menú con este nuevo platillo —comenta revolviendo su ensalada—. ¿Aún sigues odiando la remolacha, Arcoíris?
Yo asiento y él sonríe fijando su mirada en mi plato, que es un desastre, en un rincón del plato aparte la remolacha que tanto detesto del resto de comida. ¿Y qué puedo decirles? Soy muy quisquillosa con los alimentos.
—Se nota —dijo y yo enarqué una ceja—. Quitaste todos los pedazos de remolacha de tu ensalada.
«Él odia la zanahoria» recordé y miré su plato, no encontrando nada apartado de eso, al parecer ya podía comerlo. Cuando era niño solía tirarme trozos de zanahoria para molestarme, otras veces hacía intercambios con Jake, él se comería el calabacín que tanto odia y el otro cumpliría su parte de comerse las zanahorias.
—Y tú la zanahoria, pero ahora lo comes; por lo que veo —me atrevo a decir y este vuelve a sonreír entre sorprendido y ¿complacido? Ni idea.
—Lo recuerdas.
Suspiré rememorando recuerdos de la infancia, fueron muchas ocasiones las que presencié su odio por la zanahoria. Y también otras cosas cabe recalcar.
—Yo odio el brócoli —Melissa hace una expresión de asco—. Tiene un sabor tan… raro.
Un ruido metálico nos hace voltear a la derecha a los tres.
—Con permiso, chicos —interviene Bruce, sentándose también en la mesa, en el otro extremo.
—Igual, con permiso —anuncia Jake, quien se sienta al lado de Melissa.
Veo a Drake acercarse también con su bandeja de comida, una sonrisa no abandona su rostro, sus ojos brillan y sé porque se encuentra tan feliz. A diferencia de todos los chicos, él y yo teníamos una amistad muy especial. Lástima que hasta él no fue la excepción de mi distanciamiento.
—Falto yo —Decide sentarse cerca de donde estoy, pero con una gran distancia considerable, para no incomodar. Por un instante, me congelo y empiezo a ver a mi alrededor, las personas aún no se han percatado de que los chicos se sentaron en mi mesa, después de tantos meses, dejé que se me acerquen sin ser repelente. Es un avance.
—¿Te gusta Amara? —interroga Drake, con una mirada inquisitiva a Jake.
—¿A mí? ¿Gustarme? —Su expresión desconcertada fue suficiente para que los chicos lo siguieran molestando.
—Creí que te gustaba —aclara el castaño—. Aunque con esa mirada de mata pasiones que tienes, dudo que puedas gustarle a Amara.
—Amara es mi compañera de química. ¿Cómo puede gustarme si apenas hemos cruzado palabras? —plantea y ellos quedan enmudecidos—. Además, para su información, hay muchas chicas que le encantan una mirada fuerte e intelectual, ¿bien? —añadió lleno de convicción, no le agrado para nada las palabras de Drake.
—¿Quién? ¿Anabelle? —bromea Drake y Bruce le propina un golpe, provocando que se queje—. ¡Oye!
Yo contengo la risa igual que los demás, aunque a Jake esto no le hace mucha gracia porque fulmina con la mirada a Drake, quien continúa su papel de comediante.
—¿Lo ves? Tengo razón.
—Ya no comiencen —pide mi mejor amiga, conteniendo lo mejor posible la risa.
—Entonces... ¿Quién te gusta? —pregunta Bruce, con una sonrisa pícara, interesado en el pelinegro.
—¿Por qué asumen que me gusta alguien? —Su entrecejo se hunde.
Yo también tenía la misma duda.
—Vamos, Jake, tienes desde hace un mes que te la pasas como un jodido idiota pegado al celular, no le vas a sonreír a la pantalla de tu móvil por nada, ¿o sí? —suelta con ironía, Justin.
—Exacto —reafirma otro.
Se cruza de brazos, ceñudo ante la interrogación de ellos.
—No me gusta nadie, dejen de interrogarme —expuso, pero su expresión repleta de dudas y con un atisbo de nervios me hace creer todo lo contrario.
«Hay gato encerrado».
—Olvídelo, hombre. Nuestro Jakie no hablará bajo presión —lo defiende—. ¿Cómo les fue en los exámenes? —cambia de tema.
Divisé como varios realizan una mueca y hasta yo porto la misma mueca de desagrado e incomodidad.
—Como la mierda, por suerte estudié la noche anterior —hablé por fin y cada uno de ellos me observa asombrado, excepto Justin, de que rompiera mi silencio, ya que creyeron que los seguiría ignorando.
—A mí me fue bien, supongo —responde segundos después de mí.
—A ti siempre te va excelente, Jake —le refuta Bruce, quién rueda los ojos entre un suspiro—. Por eso no lo dudo.
El susodicho ensancha una sonrisa por el comentario.
—Siempre.
—Yo no tengo idea —anuncia el imbécil, jugando con la comida con una cuchara.
—Estoy en la misma posición que tú —concuerda Melissa con él.
—¿Y tú Bruce? —pregunta Jake.
—¿Ustedes qué creen?
No supimos qué contestar, digamos que no le teníamos muchas esperanzas a Bruce, pero, nadie quería hacérselo saber.
—Honestamente… Mal —dijo inseguro Justin, confesando lo que todos pensamos. No es secreto que Bruce es un desastre en los estudios.
Él tuerce la boca, aún sin borrar su alegría.
—Agatha tiene buenas piernas —solo se limita a responder con insinuación y yo suelto un jadeo ahogado, entendiendo el doble sentido de eso.
«¿Qué carajos…?».
—Lo hiciste con la profesora —concluye Melissa, boquiabierta con su confesión—. Y ella de seguro dijo que te subiría las calificaciones… —finaliza con indignación.
—Más bien, la materia entera —saca a relucir Drake—. Eso explica porque miraba a nuestra dirección, en realidad era a ti —balbucea como una gran revelación.
—Era eso, a cambio de solucionar un gran problema en su vida —apunta este, con descaro.
—A cambio de resolverle un gran problema sexual querrás decir —lo corrige Jake, asqueado—. Hermano, esto se puede considerar un delito, ¿lo sabes? —inquiere a este, a lo que Bruce se encoge de hombros.
—En mi perspectiva es muy cuestionable —murmura Melissa.
—Estuve con ella para darle lo que quiso y ella a mí —simplifico sin querer darle importancia.
—Y darle colágeno —señala Justin, sarcástico—. Que vieja tan oportunista.
—¿Y cómo podría negarme? Ella prometió darme buenas calificaciones, a cambio yo solo tenía que ayudarle. No es una mala propuesta —se defiende restándole importancia otra vez, lo cual no parecía convencernos.
Entonces, escucho un par de risas conocidas que se ganan mi atención, a pesar de aquello, no me atrevo a mirarles, aún me niego a volver y arreglar las cosas entre ellas y yo.
—¿Bruce? —musita una voz suave, pero clara—. ¿T-tú que...? —se interrumpe a sí misma al ver a Justin, quién no entiende nada y a los demás.
—¿Qué hacen aquí? —interviene Danna preocupada y los veo tragar grueso.
«Sí, es mi culpa que actúen así» pensé con un pinchazo de culpa en mi cabeza, solo podía rezar porque se fueran y no siguieran actuando extraño.
—¿Y por qué no podemos estar aquí? —le devuelve la pregunta, Justin, contrariado con la situación.
Esta vez opté por alzar la vista, ansiosa, Abigail y Danna se encuentran juntas, como siempre, solo faltaba Emma y… quizá yo, para estar completas. Ambas cargan con un semblante entre confundidas y nerviosas, solo rezo porque sepan crear una respuesta creíble para el imbécil y se vayan.
—Creí que estarían en su mesa.
Un estruendo llama la atención de todos, cortando la conversación de golpe. Dixon Campbell siendo abofeteado por Emma. Escucho gritos de sorpresa y yo soy parte de ellos, también observé cómo las chicas se van de nuestro lado para ir donde Emma, quien está sola armando un alboroto a Campbell.
—¡Me dijiste que terminarías con ella! —gritó acercándose a él, enojada—. ¡Me mentiste! —Agarra su brazo con fuerza, impidiéndole que huya de ahí—. ¡Maldito mentiroso!
—¡¿Cuándo te dije que la dejaría?! —espeta apartándola, como si su tacto le quemara—. ¡Estás loca Emma Claire! —Logra zafarse de su agarre y ella le golpea el pecho, al mismo tiempo que Danna sostiene su brazo para evitar que siga humillándose, por alguien tan asqueroso como él.
—¡Mentiroso, mentiroso, mentiroso! —vociferó entre lágrimas, sus ojos chispean irá y dolor—. ¡Eres un cobarde de mierda! ¡Maldito mentiroso!
—No, tú eres la estúpida —declara con cinismo, lo que consigue impactar a todos, lo sé por sus caras, nadie se esperó que él dijera lo siguiente—: ¿Dejar a mi perfecta novia por ti? Ni en mis peores pesadillas sucedería eso, Claire, ella representa mucho más que mi amor por ti.
—No puede ser —murmuramos Melissa y yo impactadas.
Un escalofrío recorre mi espalda y volteo mi cara encontrando a Drake hecho furia, por reacción automática sostengo sus manos, impidiendo que se mueva, siendo inútil, ya que pasa de mí y se levanta en dirección a Campbell. Fue tan rápido que no le dio tiempo a los chicos de detenerlo, Drake golpeó la mejilla de él con fuerza, tirándolo al suelo, este escupe sangre y furioso se vuelve hacia él con intenciones de golpearlo. Terminando en una pelea a puño limpio. Emma y las chicas gritando, Justin y Bruce en busca de separarlos con dificultad, mientras que Jake junto con otros fueron a llamar a los profesores.
Los profesores llegan, y entre gritos e insultos pueden separarlos a los dos, por fin.
Emma está frotando sus brazos, con los ojos llorosos y quiero ir a consolarla, después recuerdo que no estoy en posición de hacer aquello. No después de abandonarla como una egoísta. Y siendo temerosa, solo mantengo distancia con Melissa de ellos, hasta que decido separarme de mi mejor amiga para contemplar el desenlace final entre Emma y Drake.
La morena corre al pasillo, antes de saber que irá a la oficina del director, Drake no duda en ir tras ella. Yo camino y entro a una de las aulas, siendo espectadora de su discusión.
—¡Lo hice por ti! —dijo sumergido en desesperación—. ¡¿Es que no puedes entenderlo, Emma?! ¡Yo…!
—¡Escúchame bien, Drake! —lo interrumpe encolerizada, su cuerpo temblaba de rabia y dolor, en el fondo tal vez solo quería llorar—. ¡Nunca, pero nunca! ¡Te pedí que hicieras esto! —expone con su voz quebrándose—. ¿Acaso tienes idea de lo que hiciste? ¡Lo golpeaste! —le echa en cara, su rostro deformado por una mezcla de emociones hirviendo encontradas.
—¡Es lo mínimo que se merece! —protesta con la voz casi desgarrada—. ¡Y lo sabes!
Ella queda pasmada ante sus palabras, su labio inferior tiembla y agacha la cabeza, la tristeza que emana su persona es pesada. Una nube gris densa eclipsa su persona como si se hubiera tragado su brillo qué poseía por completo apenas en la mañana.
—No, Drake. Tal vez es mi culpa, yo… —se corta a sí misma, ella se queda en silencio unos segundos. Unas lágrimas descienden por sus mejillas, arruinando su maquillaje, y es así cuando limpia sus lágrimas negando con la cabeza en un aparente estado de trance—. No vuelvas a hablarme, Drake. Por favor, tampoco me busques más, ¿sí?
—Emma, no, por favor, es de lógica que estés enojada, pero…
—No lo hagas —ordena con tristeza—. Es suficiente por hoy, Drake. Quiero estar sola y pensar, ¿Entiendes? Y tú no me ayudas —le vuelve a pedir, luciendo perdida en sus pensamientos—. Tú… no lo haces en absoluto.
Un ambiente denso se formó entre los dos. Emma fue la primera en irse del lugar, dejando a Drake solo, no fue mucho para que este entrara al aula donde estoy, y sin darse cuenta de mi tristeza, golpeó el escritorio con rabia y tristeza a la vez.
—¡Maldición! —gritó ofuscado.
Su cuerpo tembló y escucho como un suspiro bochornoso abandona sus labios, sé que quiere llorar, pero no va permitírselo, es muy terco y un tanto orgulloso, eso no quita que le mata por dentro la actitud de Emma. Está devastado.
—A Emma no le gusto —comenta y sus palabras me toman desprevenida, ya sabe que me encuentro aquí—. Estoy cansado de esperar.
—Drake...
—Lo siento, no debí hablarte —se apresura a decir—, sé que querías alejarte de todos y que respetemos tu espacio personal, pero yo no supe a quién decírselo, yo...
—Olvídalo, Drake. Ignora esa petición estúpida —le interrumpo. Alcé mi vista encontrándome con su expresión decaída, el brillo en su mirada se extinguió, lo veo tan... Apagado, que duele—. En el pasado tenía miedo y en la actualidad lo sigo albergando, pero, ya no es como antes, me alejé porque no me sentía dispuesta de enfrentar la realidad en el instituto y seguir arrastrando mis problemas a ustedes. El escape de mí misma y las personas fue aislarme de todo —confieso con sinceridad, él se merecía esta explicación y otras personas también.
Drake fue mi apoyo, ahora yo debo ayudarle y hacerle entender que nada de esto es su culpa, bueno, en parte. No justifico su actuar con Campbell y tampoco el que haya desperdiciado este tiempo detrás de Emma, pero a veces, eso es en lo que nos convierte el amor; en tontos, pero también en humanos, dispuestos aprender de nuestros errores en el proceso.
Y a diferencia del amor, el desamor nos destruye, vuelve cenizas lo que alguna vez fue, pero, nos hace resurgir de nuevo; y esta vez, como un fénix. Ambas etapas marcan un antes y un después en la vida.
—Lo siento por no estar para ti esos días que más me necesitaste, yo… hice todo mal.
—No tengo nada que perdonarte. —Niega con la cabeza y realiza un intento de sonrisa, en vano.
—La verdad sí —refuté, avergonzada de mis acciones pasadas—, me alejé sin más, te lastimé, y eso no es lo que hacen los amigos —expongo con honestidad.
—Tú solo pediste tiempo para ti, no estaba mal que quisieras eso, cada quién sana a su manera, puede que haya dolido al inicio... Pero al final, quiero que sepas que en mi corazón siempre estuviste perdonada, no hiciste nada malo —cuestiona en un susurro—. Me lastimó verte así y en su momento, el distanciamiento de mi amiga, pero llegué a la conclusión que necesitabas eso —explica y una lágrima solitaria desciende por mi mejilla. Cómo dolía verlo, hablarle, y que continúe creyendo en mí, incluso cuando yo no—. Nadie tiene derecho a juzgarte. Nadie, Iris.
—Lo sé —murmuro, conteniendo mi malestar—. El punto es que no es tan fácil.
—Nunca —interrumpe—. Tu fortaleza es una de tus mayores virtudes, jamás te rindas contigo misma —aconseja y al parecer a ambos, se nos escapan una que otras lágrimas.
—Emma esta ciega, tenía todo lo que quiere en un chico enfrente suyo —argumento sin pensar, siendo sincera—. Creí que con el tiempo podría verte con otros ojos, no la culpo pero es duro de ver que ambos no son correspondidos —añado, a lo que él ríe amargo.
La vida obra de formas muy irónicas, él la ama pero ella no y ella ama a Campbell, pero este último preferirá siempre a Fiorella sin jamás darle prioridad en su vida en ningún aspecto, más que como una amante.
—Si no me corresponde de la misma forma, no hay nada que se pueda hacer —plantea, inexpresivo—. Yo debía irme al ser consciente de que no conseguiría algo más allá de su simpatía y amistad.
—Tardaste demasiado.
—Sí, más de lo que creí —concuerda conmigo—. El amor me cegó —afirma—. Le di un lugar a Emma en mi vida que no le corresponde y ella no pidió.
Asiento sin más que agregar al respecto y al rato, él se va, quedando yo sola en el aula. Exhalo sonora, y decido irme yo también; al salir de ahí en el pasillo veo a Justin, quien está cruzado de brazos y cabizbaja, al oír sonidos de pisadas se pone erguido y sonríe al verme, al parecer me buscaba, ¿Por qué? No tenía ni la menor idea. Pero lo averiguaría.
—¿Puedo acompañarte? —pregunta y yo pestañeo repetidas veces, confundida. ¿Desde cuándo él me pide permiso para algo?—. Quiero hablar contigo sobre, no sé. ¿Cómo es que los Koalas son los animales más inútiles e innecesarios del mundo? Tal vez, ¿te importaría? —inquiere con tranquilidad, mientras yo me acerco.
¿Considera que los Koalas son innecesarios en el mundo? ¿Y por qué? Si son bonitos, aunque no sé mucho sobre ellos, puede ser que más tarde investigue más sobre los Koalas.
—Bueno, yo... —me corto a mí misma y me lo pienso, hasta que accedo—. No me importa, eso sí, mi tiempo es oro y te costará, ¿vale? —Miro la hora de mi móvil, por suerte aún no nos toca volver a clases.
El imbécil ríe entre dientes y yo sin percatarme, también lo hago. Convivir así se siente agradable, pero extraño. Es nostálgico.
—Vale, Arcoíris —cede sin protestas, y yo alcé una ceja ante su repentina cooperación—. ¿Qué es lo que quieres?
—Quiero capuchino y un brownie —pido viéndolo de reojo, en espera de su reacción.
—¿Algo más? ¿Solo eso? —se cerciora.
—Sin marihuana —demando con desconfianza y este se carcajea.
—Que aburrida eres —se queja entre risas—. Le quitas lo divertido a la vida y yo que quería rememorar viejos tiempos.
—Ah no, ni se te ocurra —le amenacé, horrorizada. Jamás podría olvidar como consumí droga por primera vez, por un estúpido brownie.
Al día siguiente pase tanta vergüenza por las burlas de Bruce, que juré no volver a tomar "brownies" en alguna fiesta. Mi inocencia de ese entonces apestaba.
✿..* ☆: *: ☆꧁νĮ♡𝔩𝑒Ŧ𝔞꧂☆: *:. ☆ *..✿
AHHHHHHH, ¡Ya somos 3k lecturas! ¡¿Pueden creerlo?! Recuerdo cuando recién estaba comenzando y decía "Vamos a ver qué tan lejos llego" ¡Y superé mis expectativas!
Sé que tal vez no es mucho para otros, pero sí para mí; honestamente no me tenía tanta fe y hasta admito, que incluso, tuve un bloqueo escritor muy fuerte porque creía que a mi escritura le faltaba un montón por mejorar, ya que si se dieron cuenta, baje algunos capítulos para editar (Después los volví a subir, pero ya con más edición). Lo que quiero decir con esto, es que de a poco fui valorando mi trabajo, mi esfuerzo y dedicación, con eso me atreví a editar, corregir, estudiar y tomar en cuenta consejos de otros escritores, para poder ofrecer algo bueno, no mediocre.
En el camino y también en el principio, me apoyaron personas que nunca olvidaré, estuvieron ahí cuando las necesite y me instaron a no abandonar mi obra.
Gracias chicas, por todo XxItsChiquixX ,
Yosscontilde o las menciono porque no encontré sus users).
En fin, de aquí en adelante se viene lo bueno de la historia. Próxima actualización este Martes, si no es antes, jajajaja :)
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