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EN EL PRESENTE.
¿Qué es ser feliz?
Habían momentos en la vida llenos de felicidad, uno en los que, no importa que pasara, te sentías invencible, poderoso y con vigor. Pequeños instantes en los cuales sentías que podías conquistar la raza humana si quisieras.
Para mí eso es la máxima felicidad, una que es tan fugaz, qué como llega se va, tan rápido como un cometa, tan veloz que solo queda el sentimiento indescriptible de aquel vacío, ansiando más esa dulce droga llamada "felicidad". Mis ojos se perdieron en algún punto de mi habitación, al igual que mi voluntad, divago sin encontrarle sentido a mi patética existencia sumergida en obscuridad. Al sentir ardor en mi estómago, me percato que no he comido en todo el día, ya que cada vez que me da un ataque de estos, me volvía espantosa, como un zombi viviente, por eso no salía de la habitación hasta calmar o esfumar mis crueles pensamientos que son un tanto engañosos.
Si tenía un defecto es este, pienso demasiado y podía pasar horas sumida en mis pensamientos más profundos, tanto así que mi realidad perdía sentido y color. Mi propia psique es perjudicial para mí, a tal punto que solo me come viva o me entierra en ese inexplorado mar de sentimientos negativos que me matan en vida. Es como una muerte, triste, dolorosa y solitaria, porque prefería resolverlo por mí misma a que Helena me llevara de nuevo al psicólogo y siquiera echándome en cara todos mis errores.
Tengo algunos medicamentos para esto, pero no los tomo, la última vez que lo hice mi paz mental se vino abajo al dejarlos, porque por tanta presión, tanto que sentir, que me consumió por ende, me estaba matando. Es como si con existir, solo sufría. Al principio, con el tiempo lo sobrelleve, me recomendaron hacer lo que me gusta, no ver cosas relacionadas a esos temas y evitar actividades que me ocasionaran fuertes emociones que me perturbaran.
Se podría decir que estoy mejor en el presente, solo que no puedo evitar estos ataques, no eran tan recurrentes, pero con solo escuchar algo relacionado a eso me dan náuseas y unas terribles ganas de destrozar todo lo que me encontrara en el lugar, incluyéndome.
De tanto llorar mis ojos ardían como el mismísimo infierno, así como yo me sentía por dentro, con un fuego vivo que incinera de irá, y al mismo tiempo con una interminable aflicción. En mis mejillas estaban los rastros invisibles de lágrimas secas, mi ropa hecha un fiasco y por supuesto, una parte de mis hermosas piernas, mis muslos para ser mas precisa, dolían por las cortadas, también mi suéter favorito estaba manchado de sangre, nada grave la verdad, por suerte el olor característico de la sangre era mínimo y se podía dispersar con solo aplicar perfume o limpiar bien.
Medite por un segundo si era probable que se preocuparan por mí, y me llamaran, no podía asegurarlo con certeza, mis padres son confusos, en específico Helena. Y además, no tenía ni puta idea de donde paro mi celular, supuse que en medio de mi ataque lo lance en alguna parte de la habitación. Muy posible, Melissa me escribiría más tarde, y mis padres quizás ya que no estaban en casa, así que debería buscarlo en un rato.
Pero con las ganas de desaparecer que tenía, dudaba que tuviera ánimos de buscar el maldito celular. El tiempo debido a las vacaciones es mucho para mí, para algunos es un sueño, pero no para mí, esto solo era una tortura. Tener que estar sola en casa, sin hacer nada, perdida en mis pensamientos es lo peor, pero creo que es soportable. Hay veces peores.
Al levantarme de mi cama fui consciente de nuevo del dolor en mis muslos por las cortadas, ardía, no podía negarlo, tenía que desinfectar las heridas lo antes posible, ya que una pequeña parte de mí temía que descubrieran las cortadas, aunque no creía que eso sucediera, debido a que mi familia no me presta mucha atención y no me rodeaba de tantas personas como en el pasado. Entre pasos tambaleantes revisé mi habitación en busca de mi celular primero, enhorabuena lo encontré en una esquina al lado de un montón de ropa tirada y objetos.
Lo tomé a regañadientes por el dolor incesante, incluso hasta mi cuerpo pesaba. Si me vieran dirían que parecía una indigente, y mis padres con certeza, serían capaces de mandarme a un psiquiátrico sin remordimiento alguno. Mi hermana Arce, por suerte, se encontraba con sus amigas del instituto, aparte, si estuviera aquí dudo mucho de que entrara a mi habitación sin mi permiso, había una regla curiosa en mi hogar, esa es la privacidad, se la toman muy a pecho mis padres.
Nadie podía interrumpir en las habitaciones y hurgar tus cosas, eso era una falta de respeto según Helena y si lo hicieran, sea Arce, mi padre o yo, se ganaban un montón de gritos de su parte o que te aventara objetos, definitivamente, eso era una regla muy importante en casa que mantener. De hecho, ella misma no se permitía hacer tal cosa tampoco. Así que siempre tocaban antes de entrar, en mi caso tocaban varias veces, y si no respondía, podían abrir la puerta a verificar que estaba bien y listo, eso era todo.
Supongo, esa es la mínima excepción que mi madre solo hizo conmigo, pero si yo decía que mi estado es bueno y quería estar sola, ellos sin pelea se irían, sin rechistar. Sí, muy mal por parte de mis padres, pero así son ellos, en especial Helena, se enfadaba si alguien le llevaba la contraria y más si era mi padre. Mi madre tenía mal temperamento, eso no hacía falta mencionarlo. Al prender mi celular, gracias a Dios no tenía ninguna grieta, divise montones de notificaciones tanto de Instagram como de Twitter, y en cuanto a Snapchat, debido a que casi nunca respondía los mensajes, ya nadie me escribe demasiado como antes, excepto una persona, y esa es Melissa.
Es cuestión de lógica, debía primero desinfectarme las cortadas, algo en mí me decía para revisar mi Instagram; que, por cierto, es una cuenta falsa, mis redes sociales están en su totalidad inactivas o sin usar, más bien en abandono. Al entrar, me encuentro con la sorpresa de que mi primera publicación en cargar es la de ese idiota, no, imbécil. Imbécil es la mejor manera de describir a ese sujeto, ¿Lo odiaba? Creo que eso esnmás claro que el agua. Además, que pensar en él, era como recordar, y eso es revivir en mi carne y huesos, mi vida hace unos años, también lo detestaba, porque me hacía la vida un lío cuando vivía aquí. Pero aun así sonreía.
Las fotos no son nada relevantes según yo, aunque claro, estaba bastante cambiado. A quien engaño chicas, con mirarlo te mojabas las bragas. Le di a "leer más" en la descripción, lo leí atenta para conocer el contexto, todo iba bien, hasta. Me había etiquetado ¡Me había etiquetado! Desde luego, etiquetó mi cuenta personal, que como mencioné, ya no uso. Pero me etiquetó el muy imbécil, así que él requería mi atención. ¿Eh? Pero había otra cosa, iba a mudarse, eso mencionaba en el escrito. ¿A dónde? Pues es evidente, al parecer venía de vuelta. La ansiedad llegó a mí unos segundos después de asimilarlo, no estoy para nada contenta con ello, es estúpido porque no podía hacer nada.
Tener que verlo de nuevo, convivir con él. Es un dolor de cabeza el imaginarlo, ¿y si ahora estudia en el mismo instituto que yo? Es muy probable, Justin Moore pertenecía a una familia del mismo condado y con el círculo social similar que yo, por alguna razón termina siguiéndome a todos lados. Es muy molesto. Pero más que eso, él no sabía nada de mi vida actual. ¿Qué pasa si me ve así? ¿Qué pensara? ¿Y si le dicen cosas sobre mí? Me da ansiedad todo esto. Camino hasta mi cama y me tumbé de nuevo, importando un carajo las cortadas. Sé que eso... quedó en el pasado, y puede que las noticias hayan llegado a él, pero no lo sabía de verdad; entre mi familia y mi ex novio, trataron de encubrir todo, pero al final, los rumores siempre se esparcen como pólvora.
Es casi un hecho, que solo hay rumores difusos y los que lo saben no pueden hablar al respecto. Cierro mis ojos ofuscada, soy un tormento sin mejorías en el interior. En lo más profundo de mi corazón, me imaginé como sería si él hubiera estado aquí en la ciudad, cursando el instituto conmigo, y sin darme cuenta, ya los recuerdos de mis amigos, familia, de todos mis seres queridos en general me envolvieron.
Justin, Drake, Jake, Bruce, Abigail, Danna, Emma, Arce, Anne, Isabella y a... Sam. A quién menos quería recordar «Sam». Es como el filo de un cuchillo atravesándome la consciencia, más doloroso que el cortante mal emocional que sentía sobre mi piel, que desgarraba dejando solo pesadumbre. Lo recuerdo, recordaba a exactitud como transcurrió la última vez que la vi.
»Mi cuerpo se retorcía por el dolor causado, no aguantaba, en ese mismo instante creía que iba morirme, pero, aun así; yo solo pensaba en alejarte de ese hombre.
Él se acercó a ti y sin culpa alguna te golpeó la mejilla con fuerza, tu cuerpo cayó al suelo sin resistencia, tu contextura tan delgada a raíz del maltrato, que apenas podías defenderte, pero sabiendo con perfección tu enorme desventaja, no percibía la angustia en tus ojos. Lo único que podía es mirarte sufrir, sin lograr moverme.
Y así, tus ojos se encontraron con los míos, no dejaste de mirarme y yo a ti tampoco. Estaba aterrada, y eso solo había comenzado, lo intuí. Intente detenerlo, pero no podía moverme, mi cuerpo no respondía a mis demandas.
«Sam, Sam, Sam ¡Sam!» No importa cuánto tratara de llamarte desesperada, ningún sonido salía de mis labios. Me eché la culpa por estar muy débil. Mientras seguías impávida, con la mirada fija en mí, como si me transmitieras que tú estarías bien.
«No, no, no, no, no». Lo peor, es que tú ya sabias lo que iba hacerte, porque soportabas ese infierno todos los putos días de tu vida, rendida a la situación sin ganas de luchar, estabas resignada a dejarlo abusar de ti.
«¡No la toques!» Logré mover mi cuerpo un poco, de mis labios emergió el espeso líquido de la sangre. Un hilo de sangre descendió de mis labios partidos. Vi como él te golpeo con irá y después te jalaba de tu larga melena oscura con violencia, tú solo te mantuviste inmóvil, para hacer lo que quisiera contigo, lo estabas soportando a duras penas. En ese momento yo deseé morir. Mis párpados me traicionaron, se cerraron lentamente y antes de darme cuenta, mi espíritu que luchaba por mantenerse despierto, no pudo más y desistió. Esa fue la última vez que te vi.
Siendo abusada por ese hombre.«
Mis ojos se nublaron de lágrimas, algunas descendieron sin previo aviso, y no hice nada para detenerlo, "Esta bien llorar" me hablo a mí misma. Me engaño con la cruel idea de que las cosas iban a mejorar, mientras que una parte desganada de mí me decía que no valía nada los esfuerzos que estaba haciendo, que solo eso solo aplazaba las cosas. ¿Soy yo la culpable de aquello? No, no lo era, pero es tortuoso el saber que no pude hacer nada al respecto, y como una pesadilla, esto me persiguiera en la realidad, tenía miedo. Estaba muy asustada.
Mis allegados, conocidos, los que se enteraban me miran con lástima, en aquel tiempo ese diminuto gesto solo me hacía sentir sucia, algunos buscaban justicia como yo y otros, tan solo insinuaban que quizá yo estuve de ofrecida y por eso me sucedió. ¿Esto es algo que le puede pasar a cualquiera? Pues no debería, esto no debería pasarle a nadie ¡A nadie! Pensé dolida. Cansada de escuchar las típicas palabras de lástima o el "Al menos estás viva, hay otros que lamentablemente no pueden vivir para contarlo".
Joder, solo tenía quince años y me preguntaba "¿Por qué me paso esto a mí?" Porque de todos en este planeta, en el momento que yo menos creía, ¿tenía que pasarme eso? El saber que Sam vivió así ¿En qué clase de infierno creció? Yo reí con amargura, es tan doloroso, motivo por el cual me sentía tan patética, a comparación de mi dolor el de Sam debió ser terrible, insoportable, de solo imaginármelo, no podía descansar en paz.
No pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos, sollozaba, de nuevo. A este paso solo iba a ser una llorona, lo juro, quise ser fuerte, pero me es imposible, puede que sea débil, endeble como dijo mi madre una vez. Estaba abatida, desganada. Temía si él lo sabía, me mirara mal, con lástima o asqueado, yo deseaba que me vieran por quien soy yo, no por solo un hecho o rumor con intención perjudicar, extrañaba a Sam quien nunca vería otra vez, a mis amigas, esos días de instituto en los cuales me preocupaba por los exámenes y asignaturas. «¡Joder!» pienso con furia en mi cabeza, tras un llanto reprimido y ahogado de frustración. No quería pensar en eso, pero no podía evitarlo y es que, en solo segundos, minutos y pocas horas, mi vida cambio por completo.
Soy la sombra de lo que era ayer, ni una minúscula migaja de esa chica risueña, alegre, llena de expectativas en su futuro pese a los altibajos. Rezo para un futuro mejor, porque dejara de sufrir, y así vivir con libertad, sin recordar nada de mis crueles heridas. La triste realidad, con seguridad nunca iba a devolverme mi ignorancia, como consecuencia, anhelaba un sueño imposible de una vida sin preocupaciones, todo eso antes de que me convirtiera en el desastre que soy ahora. Si mi vida fuera como antes...
Donde el cielo se hallaba repleto de colores vivos y felicidad, donde yo era una chica normal, da igual tuviera problemas con mi inestable familia o amigos, era feliz, y mucho. Entonces, lo pienso con un nudo en la garganta ¿Es muy anormal añorar, imaginar una vida distinta a esta? Bueno, no, la pregunta correcta sería... ¿Es normal para empezar? En conclusión, no lo puedo pensar mucho, la respuesta es obvia, yo no era para nada normal, no desde aquello. Por eso quería serlo, esperaba que mi vida, pudiera cambiar de alguna forma, tenía la esperanza de poder contar mi experiencia sin llorar en el intento ¿Era tan difícil de entender? Puede que sí, pero era mi egoísta deseo recuperar eso que nunca tendría tal vez.
O por lo menos desearía habitar en un mundo, donde el dolor de cada persona no fuera minimizado, menospreciado por otros, aunque sea, uno en el cual no pasaran estas cosas. Si así fuera, puede que ella ni yo hubiéramos vivido nada de esto.
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