𖤐 : Te extraño
2025.
Sidney, Australia.
—¡Lee Danielle, baja de ahí en este mismo instante!
—¡Mami muy pequeño!— se burló y movió sus piernas de adelante hacia atrás dándole un toque inocente a la acción.
Cómo si esa linda y monstruosa niña de cinco años no estuviera encima del refrigerador en este preciso momento.
—¿Qué rayos te sucede, niña? ¡¿Y cómo te subiste ahí?!
Danielle trazó con uno de sus dedos el camino invisible que la llevó hasta dónde se encontraba actualmente. Jake soltó un suspiro. Cada vez se parecía más a su hermano.
—Dije que bajaras de ahí.
—Ya no sé cómo bajarme— rió eufóricamente, pero la verdad es que se encontraba cagada de miedo.
—Y yo no sé cómo subir hasta allá. ¿Ves la importancia de obedecerme y no treparte en lugares peligrosos? Ahora vivirás ahí para siempre y ya no podrás dormir más conmigo.
—¡No! ¡Mami!— la niña intentó bajarse pero le dió mucho miedo ya que sus pies no lograban tocar siquiera la isla a un lado —¡No quiero vivir aquí!
—Debiste pensarlo mejor antes, bonita— Jake dejó salir una risa.
La verdad es que le gustaba tanto bromear con Danielle. Era cómo competir contra una versión mini y femenina de él, y más si era por el amor de Heeseung.
—¡Por favooooor~!— estiró sus brazos en dirección a su madre, sus grandes ojos aguándose y un puchero apareciendo en sus labios —Perdón, no lo volveré a hacer. Promesa.
—Eres de hacer muchas promesas, ¿no?
Finalmente decidió terminar con las bromas y tomó una silla para subirse hasta la altura de la isla de la cocina. Se puso de rodillas sobre esta y estiró sus brazos cómo invitación hacia su hija. Danielle no lo dudó mucho y se lanzó sobre Jake, escondiendo su cabecita en la curvatura de su cuello casi al instante.
—Papi también promete mucho.
Jake sonrió con pesar y acarició el cabello de su pequeña.
Danielle amaba mucho a Riki y a Jake, pero sin duda era mucho más allegada a su padre, aunque este últimamente no pueda pasar mucho tiempo con ella debido a su empresa y clubes en Corea.
Desde que era muy pequeña se hizo muy, muy, muuuuy cercana a Heeseung, siguiéndolo a todos lados, preguntando por él cada que podía y hasta llorando desconsoladamente cuándo se percataba de que su padre no estaba en casa, porque usualmente tardaba mucho en regresar.
—Papi te prometió estar en el cumpleaños de tu Lolli, ¿verdad?
Lolli era la muñeca favorita de Danielle, regalado por nada más y nada menos que el magnífico ser de su padre.
—Ujum.— ella asintió. —Pero no vendrá hoy.
Jake se alejó un poco para ver mejor a su hija. Sonrió al notar el clarísimo parecido que tenía con los ojos de Heeseung. Lindos ojitos de bambi.
—Pero seguro te llamará, y si no lo hace... entonces te deberá una fiesta de té en tu casita de muñecas, ¿okay?
—Ya me debe veintiséis fiestas de té.— volvió a pucherear.
Jake aclaró incómodo su garganta y se bajó del lugar con Danielle aún en sus brazos. Además de ser muy parecida físicamente a Heeseung, era igual de astuta, manipuladora y rencorosa.
—Papá no puede estar todo el tiempo con nosotros, ¿entiendes?— le explicó suavemente —Está ocupado trabajando duro y haciendo dinero. ¿Te gusta esta bonita casa, verdad?
Jake la vió asentir. Sabía cuánto le gustaba a Danielle esa casa por lo enorme y espaciosa que era. Para ella este era cómo un castillo.
—Gracias a papá y su trabajo la tenemos. Estoy seguro de que mi bebé entiende por qué papá no puede jugar con ella todo el tiempo, eres muy inteligente.
Danielle jugó con sus manos sin poder verle a la cara y rodeó con sus pequeños brazos el cuello de Jake. A este se le hundió el corazón al escucharla llorar.
Amaba mucho, muchísimo a su padre, y lo extrañaba.
Jake se dirigió a la sala mientras mecía el pequeño cuerpo de su hija. Se sentó en el sillón y sacó su celular, iniciando un facetime con alguien y rogando por todos los cielos a que le contestara.
Para suerte de ambos, Heeseung respondió. Jake lo miró con su típico traje formal y apuesto rostro.
Heeseung miró la pantalla de su esposo y no necesitó visualizar más que la espalda de su pequeña para entender la situación. Ella lo extrañaba.
—Knock knock.— le llamó.
Danielle limpió sus lágrimas y rápidamente volteó hacia la pantalla a sus espaldas, siendo recibida por el sonriente rostro de su padre, quien al parecer dejó absolutamente todo de lado con tal de consolar a su hija.
—Papi.
—Bebé. ¿Estás bien?
Ella asintió. —¿Tardarás mucho?
La sonrisa de Heeseung tambaleó un poco —N-no, princesa. Te prometo que volveré pronto.
—Siempre dices eso...— se adueñó del teléfono al tomarlo entre sus manos y acomodarse mejor en las piernas de Jake.
—Dani, ya hablamos de esto — le regañó suavemente.
—P-pero papá...
—Estaré pronto contigo, ¿de acuerdo?— Heeseung le dedicó una hermosa sonrisa reconfortante a su niña.
A Danielle le gustaba mucho cuándo su padre le sonreía así. La sonrisas de su padre lograba curar cualquier herida o mal sentimiento que la agobiaba.
—Eres el tesoro de papá, no lo olvides.
Danielle asintió —Te amo, papi. Vuelve pronto.
Heeseung sonrió aún más. Escuchar un 'te amo' de su hija era lo que necesitaba para motivarse a terminar rápido su trabajo y regresar cuánto antes a Australia.
—Te amo mucho más, princesa — le mandó una especie de beso volador —Cuida a mami y Nini mientras yo no estoy, ¿de acuerdo?
—¡Lo haré!
Jake rió ante la tierna imagen que podía apreciar en este momento. Realmente esperaba que Heeseung regresara pronto. Quería apreciar lo aún más tiernos que eran los dos al jugar o dormir juntos.
Heeseung examinaba con mucho cuidado y atención el peluche de Mickey Mouse que tenía entre sus manos. El cuarto de Danielle estaba repleto de peluches y muñecas de todo tipo. Eran tantos que ahora ya no tenía idea de qué más regalarle.
Suspiró y metió el peluche al carrito. Se sentía muy, muy culpable por no darle tanta atención a su hija, esa que juró cuidar con su vida cuándo aún vivían en Corea.
Ahora sentía que ningún regalo que le llevara sería suficiente. Nada podía compensar el tiempo perdido.
Sacó su celular y marcó el número de Jake. Estaba desesperado por escuchar su voz y la de su niña. Quería hacerlo antes de regresar a su lado. Siempre lo hacía porque no sabía que esperar de los viajes en avión.
—¿Jake?
Escuchó una especie de sonido entrecortado al otro lado de la línea, cómo si el teléfono acabara de golpearse contra algo. Entonces, escuchó la voz de su amado.
—¿Amor?— Heeseung sonrió. —¿Por qué llamas? ¿Sucedió algo?
Heeseung escuchó la somnolienta voz de Jake y entonces cayó en cuenta de que era de medianoche en Australia. Dos horas por delante de Corea.
Joder, cómo odiaba la diferencia horaria.
—Jakey... l-lo siento, olvidé que estabas durmiendo. Te llamaré luego-
—¿Extrañas a Danielle, no?
El mayor suspiró. Jake lo conocía demasiado bien.
—¿Está durmiendo contigo?
—Con Ni-ki— aclaró. —Se sentía... sola.
El corazón de Heeseung se rompió en miles de pedacitos luego de escuchar esas palabras. Había hecho sentir mal a su niña otra vez.
—En unas horas sale mi vuelo. Estoy... comprando algunas cosas para ella— le contó.
—¿Y qué hay de mí?
Heeseung sonrió. —También llevo algo para tí.
—No es nada pervertido... ¿cierto?
El mayor rió con fuerza. —Si consideras los peperos algo pervertido, entonces sí.
—Nuestro primer beso fue con una de esas cosas. Tú mismo sabes lo peligroso que es— también rió.
—¿Eso significa... que cuando llegue jugaremos al pepero?— indagó mediante susurros, asegurándose de que nadie más escuchara su conversación.
—Adiós, Lee. Ten un buen viaje.
Heeseunr rió una vez más antes de despedirse de su esposo. —Adiós, amor, aún no le digas a Danielle que volveré. Deja que sea una sorpresa.
Danielle miraba fijamente la gran pantalla en la sala. En una de las videollamadas de su mamá junto al tío Sunghoon, este le había recomendado ver Barbie Life in the Dreamhouse, y aunque al principio se le hizo extraño la recomendación, al final se convirtió en su programa favorito del momento.
—¡Mamiiii!— gritó escandalosamente, notando cómo el envase de yogurt de fresa entre sus piernas se había vaciado.
Pronto Jake llegó hasta dónde su pequeña estaba creyendo que algo realmente le había pasado. Era muy paranoico cuándo Heeseung no estaba en casa, lo cuál era la mayor parte del tiempo.
—¿Sí, bebé? ¿Estás bien? ¿Te golpeaste?— comenzó a revisar a la niña y suspiró aliviado al no notar ningún rasguño.
—Mi personaje favorita es Raquelle — dijo emocionada —Tiene actitud, quiero ser cómo ella.
Jake casi blanquea sus ojos al escuchar lo que decía su hija. Debía imaginarse que no se trataba de nada serio.
—Es un poco egoísta, ¿no crees?— intentó hacerla razonar, aunque en realidad pocas veces había visto la serie. —Te pareces más a Chelsea.
—Chelsea es aún más egoísta.— respondió ella con un puchero en sus labios. Bien, tenía un punto.
—Pero Raquelle quiere toda la atención para ella sola. ¿No te parece algo injusto para los demás?
—Eso es porque todos aman a Barbie y nadie quiere a Raquelle. Cómo nadie la apoya, entonces ella debe esforzarse más que Barbie, ¡por eso lo hace!— se paró sobre el sofá.
Jake estuvo a punto de regañarla y pedirle que se siente de nuevo pero entonces siguió hablando.
—¿No serían diferente las cosas si todas las niñas del programa tuvieran su oportunidad de brillar? ¡Todo se trata sobre Barbie! ¡Summer es valiente, Midge es inteligente, Nikki tiene el mismo nombre que mi hermano, Skipper tiene estilo, Chelsea es astuta, Stacie tiene energías, Teresa es divertida y Raquelle es independiente! ¿Por qué nadie se da cuenta de eso?
Jake parpadeó varias veces viendo a su hija hablar cómo una política. ¿En serio tenía tanto sentido de la justicia? Los demás niños de su edad por lo general ignorarían todo eso y simplemente simpearían a Barbie.
—Dani...— sonrió y palmeó el sofá para indicarle que se sentara de nuevo. Su hija obedeció. —Es sólo un tonto programa. Además... la serie se trata de eso. Barbie es la protagonista y los demás personajes secundarios.
—Entonces... ¿nadie me querrá si soy sólo un personaje secundario?— ladeó su cabeza curiosa.
Jake suspiró de nueva cuenta —Eso no aplica para la vida real, Dani. En tu vida tú eres la protagonista y yo un personaje secundario, pero aún así me quieres ¿no?— ella asintió. —No es necesario esforzarte tanto por brillar. Si lo haces... nadie te tomará en serio y se burlarán de tí cómo lo hacen con Raquelle. Sólo sé tú misma. Eres más que suficiente para ganarte el corazón del público.
—¿Entonces si no me esfuerzo tanto... puedo llegar a agradarle a las personas?
Jake sonrió enternecido y atrajo a su hija para abrazarla con amor. No podía creer lo tierna que podía llegar a ser.
En un movimiento rápido tomó a su hija entre sus brazos y comenzó a dejar besos por toda su carita. La apretó fuerte contra su cuerpo sacándole un pequeño quejido a su hija, y finalmente se separó.
—Ya eres la personita más linda de este mundo, mi amor. No te preocupes por agradarle a los demás, sólo sé tú misma.
Danielle sonrió y se bajó del regazo de Jake, no sin antes depositar un beso sobre su mejilla. Planeaba recuperar su lugar en el sofá, pero entonces, el timbre de la casa sonó.
—¡Es papá!— gritó emocionada mientras salía corriendo en dirección a la entrada.
Genial, la sorpresa se jodió.
—¡Dani, ya te he dicho que no vayas tú sóla, podría ser... — y al llegar se encontró con la imagen de su amado y muy apuesto esposo sonriendo en grande mientras sostenía su equipaje con una de sus manos.
—... peligroso.
Jake admiró el traje formal de Lee, y cómo ahora este se ajustaba mucho más a su fornido cuerpo. Su cabello lacio se mantenía hacia arriba dándole vista entera su frente haciéndole ver tan apuesto.
« Sï, definitivamente es peligroso » pensó Jake.
—¡Papiiii! — Danielle estiró sus brazos buscando que su papá la levantara, cosa que este hizo al instante.
—Mi amoooor— comenzó a dejar besitos por su mejilla derecha ocasionando pequeños sonidos que hacían a Jake sonreír.
—E-estaba viendo Barbie y-y ¡aprendí a contar hasta treinta! También... ¡también fuí al acuario y habían muchos peces! Te hice dibujos y eh, um... ¿qué más, mami?
Heeseung soltó una carcajada y se adentró más a su hogar todavía cargando a Danielle. Jake cerró las puertas y tomó la maleta del mayor.
—Tranquila, pequeña, habrá suficiente tiempo para que me cuentes todo lo que hiciste.
Danielle sonrió con timidez y rodeó el cuello de su papá con su brazos mientras escondía su cabeza en la curvatura de su cuello. Heeseung pegó más su cabeza a su pequeño cuerpo y con su mano libre acarició su suave cabello.
—Te extrañé mucho — susurró ella contra su oído.
Heeseung respiró profundo antes de contestarle
—Yo te extraño todos los días.
Jake sintió cómo su corazón se rompía ante lo que veía y escuchaba. Ambos eran muy parecidos. Ambos tenían esa forma de amar tan pura y leal, y eso los hacía tan compatibles.
Y es por eso que era tan duro cuándo debían separarse. Ni siquiera con él dolía así.
Danielle finalmente se separó y una vez sus pies tocaron el suelo comenzó a caminar con prisa jalando la mano de su papá.
—¡Vamos a jugar!
Heeseung la siguió con una sonrisa y Jake quedó nuevamente sólo, pero no de mala manera. Amaba cuándo Heeseung y Danielle estaban juntos, sentía una paz inexplicable en su corazón cuándo su familia estaba unida.
Subió las escaleras que llevaban a las habitaciones para dejar el equipaje del mayor en la que compartía con él. Una vez puso el objeto sobre la cama, la abrió y comenzó a sacar todas sus prendas con calma. Hacía eso cada vez que él regresaba. De cierta manera lo ayudaba a relajarse y llenaba un poco el vacío que sentía en su corazón por los meses que pasaba afuera.
Olfateó una de sus camisetas sin vergüenza alguna, y no pudo encontrar una razón completamente lógica del por qué sus ojos se cristalizaron al sentir su colonia, el olor que pertenecía a su esposo.
Al parecer Danielle no era la única que echaba de menos a Heeseung.
—¿Tan pronto te irás?— un Jake recién despierto y aún con pijamas apareció a sus espaldas una vez había encendido la luz de la entrada.
Heeseung volteó y se encontró a su esposo de brazos cruzados, con el ceño levemente fruncido y con el cabello algo desordenado. También pudo notar sus ojos algo cristalizados.
—Y-yeonjun llamó... dijeron que necesitan-
—Danielle te necesita — lo interrumpió. —Y yo también. ¿Por qué debemos ser nosotros quiénes deben sacrificarse y no tu trabajo?
Heeseung volvió a sentirse mal.
—Necesito trabajar, amor, sin él yo no-... yo no podría tener nada de esto.
Jake soltó una risa falsa —Qué curioso, eso mismo fue lo que le dije a Danielle cuándo ella lloraba por tí.
Heeseung recordó a su pequeña, de la que se separó y dejó durmiendo en la cama, y quién despertaría al día siguiente buscándolo por todas partes. Quién lloraría nuevamente al darse cuenta que él se había ido.
Seguía siendo de madrugada. No habían pasado ni siquiera veinticuatro horas desde que el había llegado y ahora se tenía que ir.
—Dile que volveré pronto— dijo una vez más, sabiendo que esas palabras no se las creía ni él mismo.
—¿Cuántos meses son un 'pronto', Heeseung?— preguntó con la voz entrecortada.
Heeseung se acercó lentamente hasta donde estaba su pareja, dejó un largo beso sobre su frente y posteriormente la juntó contra la suya.
—Lo siento, de verdad, lo siento mucho.— dijo en voz baja y con los ojos cerrados.
No fué hasta cuándo el mayor salió por las puertas de su hogar con el mismo equipaje de siempre en su mano, que Jake se permitió a sí mismo llorar.
2025.
Seúl, Corea del Sur.
Habían pasado muchas cosas en los últimos días.
Tal cómo el mayor lo predijo, su hija se levantó al día siguiente y rompió a llorar en cuánto notó que su padre se había ido de nuevo. Jake le explicó las mismas cosas de siempre para intentar calmarla y hasta pasó la tarde junto a su pequeña viendo esa serie de Barbie que tanto le gustaba.
Sorprendentemente, una semana después Heeseung había llegado. Danielle se alegró pero Jake no lo hizo, al menos no del todo. Durante todo ese tiempo el australiano no le había dirigido la palabra por mensajes o llamadas debido a que aún se encontraba molesto por jugar así con los sentimientos de su hija.
Heeseung sabía esto, así que una vez había caído la noche y Danielle ya se encontraba durmiendo intentó hacer las paces con su esposo pero este se negó por completo a escucharlo. No tuvo más opción que aceptarlo y esperar a que el día siguiente llegara.
Y cuándo llegó, las cosas no mejoraron.
Heeseung había olvidado lo que era tener una discusión fuerte con Jake.
Hablaron sobre el futuro de Ni-ki, y el cómo eso podría ser su única salvación para dejar de viajar. Heeseung le contó sobre sus planes. Le había dicho a su esposo que considerara la idea de dejar que su hijo mayor administrara Dark Moon, el mismo club que lo tenía tan ocupado y entonces la familia volvería a Corea, dónde no tendrían por qué permanecer separados.
Pero Jake se negó rotundamente.
A sus ojos, esa decisión estaba completamente mal. Seguía viendo a Ni-ki cómo su pequeño al que debía proteger, no le importaba que este no se dedicara a nada aún en sus veinte años de edad. Además, no quería que Heeseung lo forzara a hacerse cargo del negocio familiar tal cómo su madre hizo con él. Ni-ki estaba interesado en otras cosas y Jake quería apoyarlo en eso.
Por otro lado estaba su pequeña. Ella no podía comunicarse en coreano, y Jake habría considerado antes la idea de introducírselo cómo su primera lengua si tan solo hubiera sabido que había aunque sea una minúscula posibilidad de que regresaran a Asia.
Es decir... ¿por qué le enseñaría a ella coreano si en prescolar todos los niños y maestros hablaban en inglés?
A Jake le parecía una completa absurda y estupida idea.
Y se lo había dejado claro, pero no contó con que el mayor explotaría frente a él y le mostrara que estaba igual de frustrado. Decidieron calmarse y hablaron de eso unos días después. Llegaron a la conclusión de que Riki aún no era lo suficientemente maduro para hacerse cargo de un club así por lo que descartaron por completo la idea.
Claro que no contaban con que Ni-ki había escuchado su pelea y se había ilusionado con la idea de heredar el club. Un día llegó a la oficina que su padre tenía en casa y se ofreció directamente para tomar su puesto pero este le contó lo que habían decidido él y Jake.
Ni-ki se enojó muchísimo. Prácticamente explotó.
Llegaron a un acuerdo y Heeseung compró una marca de ropa para Ni-ki, una que estaba a punto de desaparecer por problemas monetarios. Ni-ki se volvió no sólo el dueño de la marca, también se hizo cargo de la administración que esta necesitaría (aunque claramente contaba con ayuda) y hasta se volvió la imagen principal de su marca, mostrando por fin su gran talento cómo modelo.
Jake se había molestado aún más con Heeseung por eso y este al principio dudó mucho en si sería buena idea, pero al final Riki le demostró cuánto lo subestimó.
Cómo Ni-ki ahora debía hacerse cargo de "GIVEN" (cómo había llamado a su marca), debía regresar a su país natal luego de cinco años y por ende toda la familia terminó haciéndolo de igual manera, aunque ahora ya no vivían juntos.
Su pequeño dumpling oficialmente se había independizado, y compró una enorme casa que Danielle amaba visitar, de hecho.
Heeseung, Jake y su hija vivían aparte, aunque sus hogares no quedaban realmente lejos del otro, por lo que solían verse seguido cuándo ni Heeseung ni Riki trabajaban.
Se podría decir que al final Heeseung sí tenía razón y la mejor solución para el problema era regresar a Corea, dónde ahora pasaban más tiempo juntos y hasta se habían reencontrado con todos sus amigos, incluido su hermano y su cuñado.
Danielle finalmente conoció en persona a su padrino, también a su tío Joshua y a los mejores amigos de sus papás, Felix, Chris, Yeonjun y Soobin.
Jake comenzó a enseñarle un poco de coreano a su niña, aunque sea sólo cosas básicas porque no quería que fuera demasiado pesado para ella. Por suerte ella era muy inteligente y pronto aprendió cómo saludar y cómo referirse a las personas a su al rededor, aunque a veces lloraba de frustración porque las palabras era muy largas o costosas para ella.
Todo parecía ir relativamente bien, hasta que llegó lo que sería el próximo dolor de cabeza para la familia:
La escuela.
—Danielle, ya te dije que todo estará bien, mi amor. No hay nada qué temer.— susurró Jake a su niña, la cuál cargaba en sus brazos debido a que esta no quería bajar y tocar el suelo.
—No quiero iiiiiir.— lloriqueó contra su hombro. Jake estaba seguro que para este momento se encontraba más que empapado.
—Hee, dile algo— pidió el australiano.
El mayor le hizo caso y posó una de sus manos sobre la cabeza de su hija, comenzó a dejarle suaves caricias para calmarla y buscó su mirada.
—Hey~ yogurtcito, no llores, bebé, es normal. A nadie le gusta ir a la escuela, ¿sabes? Mami y yo solíamos odiarlo también.
Heeseung sabía que su comportamiento no se debía a específicamente ir a la escuela, ya que su hija solía amar ir al prescolar mientras estaban en Australia. Ella estaba llorando porque adaptarse no era nada fácil. Había dejado atrás a sus amigos, a sus maestros y niñeras con las que se había encariñado y además ahora debía interactuar con niños que no hablaban su mismo idioma.
Ellos no habían sido estupidos e ingresaron a su hija en una escuela bilingüe, para que se sintiera más en confianza y además aprendiera coreano. Pero aún así no era lo mismo. Ser nuevo, cambiarte de escuela, mudarte de país, adaptarte a una nueva cultura y un idioma que no conoces no es para nada lindo.
—Q-quiero volver a casa— dijo entre sollozos —No quiero estar aquí. Quiero que volvamos a Australia.
Heeseung y Jake se vieron con lástima y el mayor de ambos soltó un suspiro.
—¿Sabes por qué eres la princesa de papá?— preguntó con suavidad.
Danielle lo miró, sorbió su nariz y negó con su cabeza. —No lo sé...
Heeseung sonrió —Porque eres muy valiente, la persona más valiente y fuerte que conozco. ¿Qué fue eso que dijiste el otro día? "El miedo es para los estupidos"?
Danielle sonrió y se alejó del hombro de su mamá.
—¡Sí, el miedo es para los estupidos!— repitió.
Jake cerró sus ojos y suspiró. Heeseung tenía una muy peculiar forma de criar a sus hijos.
—Exacto, bebé. Tú no quieres ser una estupida, ¿verdad?
Danielle negó rápidamente —¡No!
—Bien, entonces hazme sentir orgulloso y demuéstrale a esta escuela que ella es la estupida. ¡Tú puedes contra ella!
La niña hizo un movimiento afirmativo con su cabeza y se removió entre los brazos de Jake para bajar. Una vez sus pies tocaron el suelo, volteó a ver a sus padres con inseguridad, quiénes le sonrieron transmitiéndole un poco de confianza.
Se sujetó fuerte de la mano de Jake mientras veía el salón frente a ella. Varios niños estaban corriendo por el lugar y jugaban animadamente entre ellos mientras esperaban a que su profesora llegara. Habían también varios padres afuera de esta quiénes los vigilaban desde lejos.
Pronto una pelota con la que sus compañeros jugaban llegó a la altura de sus pies. Vió el objeto con temor y timidez, sin saber bien cómo reaccionar. Su padre le dijo suavemente que se las devolviera y estuvo a punto de hacerlo hasta que una niña corrió a su lugar y se agachó frente a ella para tomar el objeto entre sus manos.
Danielle la miró con curiosidad y esta le mostró una sonrisa cerrada.
—¡Haerin! ¡Ven aquí!— llamaron desde el aula.
Haerin le dedicó una última mirada amable antes de correr hasta llegar al lugar de su mamá. Danielle sonrió y se soltó bruscamente de Jake para seguir a la niña, totalmente emocionada.
Heeseung y Jake se vieron sorprendidos entre sí.
¿Qué acababa de pasar?
—¿N-no acaba de pedirnos que volvamos a Australia?— preguntó el mayor incrédulo, sin despegar la vista de su hija. Dios, hasta había tartamudeado.
Jake soltó una risa —Igual de intensa desde el primer día cómo el papá.
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