𖤐 : Our Baby Danielle
El momento había llegado.
El bendito momento había llegado y Heeseung no se sentía para nada listo.
—Señor Lee, si no mantiene la calma le juro por lo que más quiera que le daré una cachetada.— dijo una de las enfermeras.
Heeseung quería gritarle « maldita insensible, ¿no ves que mi segundo bebé está a punto de nacer, vieja tonta? » pero prefirió contenerse, mantener la calma y contar hasta el número infinito mientras daba vueltas en su lugar.
—El proceso de cesárea tarda un poco así que le recomiendo abandonar el lugar si así lo desea, descansar un poco y luego nosotros le llamaremos-
—Está completamente demente si cree que me iré de aquí.— respondió con una sonrisa para nada amable.
Tenía ganas de pedirle a la mujer que dejara de fastidiarlo de una vez y fuera a buscar a algún paciente que atender o yo que sé; pero otra vez, prefirió contenerse.
Terminó tomando asiento en una de las sillas en la sala de espera y sacó su celular para matar el tiempo. Tenía una notificación de su calendario avisándole que hoy era la fecha en la que se tenía programado el nacimiento de su pequeña. También tenía distintos mensajes de felicitación de parte de Yeonjun, Felix, Chan, Joshua, Jeonghan y Sunghoon, quién hasta se había ofrecido cómo padrino para Danielle.
Suspiró. Todavía no los abriría porque sentía que de cierta manera sería de mala suerte, y además prefería mantenerse alejado de todo y todos hasta que regresara a casa con sus tres tesoros.
—Papá, te traje esto— apareció Ni-ki con un vaso de café en sus manos y un refresco para él mismo.
Heeseung lo tomó y agradeció a su hijo, haciendo un espacio para él a su lado. Tomó un sorbo de su café y dejó el vaso en su mano izquierda, posteriormente rodeó los hombros del menor con su otro brazo y lo atrajo de espaldas a su cuerpo.
—Se acerca tú cumpleaños— le recordó contra su oído.
Ni-ki sonrió —No puedo creer que ahora celebremos dos cumpleaños en diciembre, y además de navidad. Nos esperan muchos regalos.
Heeseung soltó una risa e imaginó lo que sería su próxima noche navideña. Sería su primer navidad cómo familia, la primera navidad de Jake junto a Riki, la primera navidad de Danielle, la primera navidad de Heeseung y Jake cómo casados, y por supuesto, su primera navidad junto a las personas que amaba.
Recordó amargamente sus últimas navidades. Cuándo Ni-ki no salía de su habitación porque no quería pasar la noche junto a ellas (y no lo juzgaba). Cuándo él mismo ponía la tonta excusa de que debía trabajar con tal de no cenar junto a su madre y Lim, y mucho menos darles regalos que claramente no merecían. De todas maneras, sabía bien que la ex-actriz pasaba su hermosa noche familiar en la cama de alguien más.
Pero ahora... con la sola idea de pasar las fiestas junto a su verdadera familia, con los que sí amaba de verdad... Dios, Heeseung sentía que podría llorar en cualquier momento.
—Haz una lista— le dijo a su hijo y este le vió con confusión —Haz una lista de todas las cosas que quieras y luego me la das. Haré de papá noel.
Ni-ki sonrió feliz y se separó de su padre para sacar su celular y comenzar a apuntar todo lo que quería en la aplicación de notas. Heeseung acarició su cabello con cariño.
—Pero tampoco te pases. Aún recuerdo el alien que me pediste cuándo tenías cuatro.
—¡Y aún no me lo das!
Ambos comenzaron a reír. Las mejillas de Ni-ki se tiñeron de rosa debido al frío del lugar y el cómo la calefacción empeoraba el ambiente, recordándole al mayor las lindas mejillas de su pequeño esposo al reír.
Rezaba porque todo este proceso terminara cuánto antes y finalmente pudiera besar las mejillas de Jake y sus labios mientras la agradecía miles de veces y le recordaba cuánto lo amaba.
O mejor dicho, cuánto los amaba.
Horas.
Había esperado HORAS para esto, pero finalmente había sucedido.
¿Por qué tanto tiempo? No estaba seguro, pero no le importaba. No cuándo tenía en sus brazos a la personita que tanto había deseado recibir.
Unas cuántas lágrimas bajaron por su rostro que pasaban desapercibidas gracias a la mascarilla que llevaba puesta por higiene. Estaba cubierta de sangre, lo sabía, y lloraba mucho más que él, también lo sabía. Pero estaba feliz. Estaba más que feliz por el hecho de sostener a su pequeño mundo en sus brazos, sabiendo que nació sana, que pudo hacerlo.
Sus ojos viajaron a un lado, dónde su pareja se situaba aún sobre la camilla. Su cuerpo bajo estaba anestesiado y aún debía permanecer más tiempo ahí, pero también se notaba feliz. Mordía su labio inferior reprimiendo las ganas de llorar aunque sabía que su esposo ya lo estaba haciendo.
Cuándo la tuvo en sus brazos sintió de nuevo esa sensación inexplicable en su corazón. Estaba feliz, agradecido, enamorado de su pequeña... tal cómo pasó con Riki cuándo nació. Era una sensación demasiado hermosa que no podía evitar llorar.
Heeseung rió un poco al notar un pequeño mechón de cabello sobre su pequeña cabecita. Era castaño, ondulado y rebelde, tal cómo el de su mami.
—¿Recuerdas que decías que éramos la familia de ositos?— trató de hacerlo recordar en susurros, haciéndolo sonreír con debilidad.
Claro que se saltaría la parte en la que Jaeyun le había otorgado el puesto de abuelo oso porque estaba tan metido en el rollo de que Song Kang era el verdadero papá oso.
—Creo... que ya encontramos a nuestra ricitos.
Esta vez Jake no pudo contener sus lágrimas. Lloró bajito ante la comparación, viendo frente a él la hermosa imagen de su amado esposo cargando a su princesa, a su ricitos.
Los doctores tomaron a la bebé para limpiarla y Heeseung aprovechó el poco tiempo que le quedaba en la sala para besar el cabello del australiano con amor. Susurró suaves « gracias » contra su oído durante tanto tiempo se le permitiera, hasta cuándo le indicaron que de igual manera debía limpiarse y abandonar el lugar.
Una vez regresó a la sala de espera, un emocionado Ni-ki llegó a su lado, pidiéndole información, detalles y noticias con tan sólo la mirada. Heeseung sonrió grande y abrazó a su hijo con fuerza.
Ni-ki suspiró aliviado sabiendo que su hermana ya había nacido. Se permitió disfrutar del abrazo y esperar a que seles avisara cuándo podían ir a ver a la bebé en la incubadora.
También estaba preocupado por su mamá, ya que según le había explicado su padre ahora seguía la parte en la que cerrarían su abertura y honestamente el tan sólo pensar cuánto debía soportar su cuerpo [aunque estuviera anestesiado] hacía que su corazón se apretujara contra su pecho.
El momento llegó mucho más rápido de lo que creyeron. Ni-ki miró con emoción a través del vidrio que los separaba de la sala dónde su pequeña hermana estaba descansando. Ni siquiera se percató de que había tanteado con su dedo sobre el vidrio simulando que estaba tocando sus mejillas.
Sus ojos se cristalizaron al verla, tan pequeñita y bonita. No podía creer que todo esto estuviera pasando. El que tendría una hermanita que cuidar, con la cuál jugar, a quién enseñar y que tendría que proteger por sobre todo. Por quién estaría dispuesto hasta dar su vida si era necesario.
La amaba, la atesoraba y la quería más que a nada.
Era su prioridad ahora. Su felicidad ahora sería su mayor responsabilidad, hacerla reír y alejar a cualquiera que quisiera hacerle daño.
No dejaría que nada le pase. Se aseguraría de que Lee Danielle tenga la infancia que él no pudo tener.
Eso era un hecho.
algunos días después
—Espero que no estén haciendo un desastre en la cocina — dijo el australiano desde el sofá, sosteniendo entre sus brazos a una pequeña Danielle de apenas veinte días.
—¡Tenemos todo bajo control!— gritó Riki, viendo cómo su padre abría el horno ante el olor a quemado que se había esparcido por el lugar —O bueno, eso creo — dijo bajito lo último.
—Adiós pollo al horno— dijo su padre con lástima, sacando la bandeja con algo más parecido a un carbón gigante que un pollo.
—¿Qué hacemos ahora?— dijo Riki entrando en pánico.
Heeseung lo pensó unos segundos antes de abrir sus ojos cómo si se le acabara de prender el foco.
—¿Qué tal si hacemos ramen? El agua es lo único que no se me quema.
—¡No! ¡Mamá nos matará!
—¡De todas maneras ya estamos muertos!
—¡Usemos a Rogelio!
El aludido soltó un oink desde su lugar en el pasillo y salió corriendo lo más lejos del par.
Heeseung le miró con severidad, tomando un cuchillo de una de las gavetas. —¿Por qué no mejor te usamos a tí?
Ni-ki intentó escapar pero Jake lo detuvo al pararse en el umbral viendo a los dos con seriedad.
—¡Él lo hizo!— dijeron al unísono señalándose el uno al otro.
Jake no dijo nada y se adentró a la cocina a paso lento. Por suerte había dejado a la bebé descansando en su cuna lo más lejos posible de la cocina o ya se habría intoxicado por el terrible olor a humo.
El australiano miró el pollo quemado, las cáscaras de los huevos en la sartén y las yemas en la isla de la cocina, la exagerada cantidad de trastes sucios en el lavabo y cómo las puertas del refrigerador estaban abiertas y de adentro el cartón de leche se escurría hasta acabar en el suelo.
Cerró sus ojos intentando mantener la calma. Contó hasta diez y pensó en qué decir antes de tomar la escoba y darles a los dos unos buenos putazos, pero entonces, su hermosa y preciada Layla apareció en la escena con un tazón de salsa en la cabeza ensuciando su suave cabello.
Jake tenía ganas de llorar, divorciarse, abortar a un mocoso de dieciséis años y de paso pegarse un tiro.
—Limpien — dijo con dificultad en su voz, apretando los puños a cada lado de sus piernas —Limpien todo este maldito desastre y bañen a Layla antes de que los descuartice en este mismo instante.
Y no tuvo que repetirlo. Pronto ambos Lee's se movilizaron más rápido que mulas en celo y comenzaron a deshacerse de todo el desastre.
Jake estaba claramente molesto con ellos. Rara vez se ponía así, pero es que ambos sabían bien cuánto amaba él la limpieza y cuánto odiaba que las cosas se desperdiciaran, especialmente la comida.
Soltó un gran suspiro, casi tan grande cómo sus ganas de tirarse por la ventana, y llegó a la sala para ver a su hija dormir plácidamente sobre su cuna.
—Más vale que tú no seas cómo ellos en el futuro, yogurtcito— susurró con una pequeña sonrisa —O te juro que lloraré.
Decidió dejar a la nena descansar y aprovechar para tomar una breve ducha. Se "alistó" para la noche, aunque su conjunto consistía más que nada en cómodas pijamas navideñas y unas pantuflas.
Ya no estaba en edad ni condiciones para vestirse elegante, déjenlo.
Bajó de nuevo encontrándose con una Danielle aún dormida y a un Riki secando el cabello de Layla en el baño. Se dirigió a la cocina, viendo a su esposo de espalda lavando los trastes. Suspiró y rodeó su cintura con sus brazos, haciendo que al mayor se le pusieran los pelos de punta sin saber si su esposo seguía molesto o no.
—Lamento arruinar la cena — admitió apenado, sintiendo su aliento contra su piel —Era nuestra primera navidad y ya la arruiné por completo...
Jake hizo un puchero ante lo que escuchaba y descansó su frente contra el cuello de su esposo.
—No arruinaste nada. O sea sí, echaste a perder la cena y no te dejaré a entrar a la cocina nunca más en la vida, pero no creas que arruinaste nuestra navidad o algo así. No puedes ser bueno en todo, ¿sabes?
—Pero yo quiero serlo... por tí.
Jaeyun hizo que el mayor soltara el plato que sostenía en sus manos y lo volteó. Heeseung se quitó los guantes de hule y se recargó sobre la isla, viendo a su esposo con grandes ojos arrepentidos y avergonzados.
—Lo sé y te lo agradezco... amo mucho eso de tí, de hecho. Pero también sé cuánto odias cocinar, así que no te sobreesfuerces tanto sólo por mí. De todas maneras no he tenido una buena cena de navidad desde los catorce o quince ¿sabes? Por más que me invitaran, nunca lo celebré con Chris y Felix. Puedo conformarme con lo que sea realmente.
—Así que sí te digo que lo único que hay para cenar son unos buenos paquetes de ramen... ¿estarás de acuerdo?
Jake rió —De todas maneras no podré comerlo— le recordó.
El mayor también rió —Es cierto...
Jaeyun se puso de puntitas y dejó un casto beso sobre los labios de su mayor, posteriormente le sonrió reconfortante, cómo sólo él podía hacerlo transmitiéndole seguridad a Heeseung.
—Yo seguiré con los que faltan. Tú ve a cambiarte, hyung— lo movió a un lado y tomó los guantes.
Heeseung normalmente se habría negado y se ofrecería para hacer el trabajo, pero la verdad era que ya se había cansado y deseaba acabar con eso cuánto antes.
Salió de la cocina y subió las escaleras en dirección a su habitación, no sin antes echar una mirada a su pequeña hija en el salón.
Padre e hijo se alistaron de igual manera con pijamas y bajaron casi al mismo tiempo. Notaron que Danielle ya estaba despierta y que ahora también portaba un tierno mameluco navideño consiguiendo que su padre y su hermano lloraran brillitos.
Heeseung tomó a la bebé en sus brazos, sosteniéndola con tanta delicadeza y sonriéndole con cuánto amor fuera posible.
Riki vió que también las mascotas estaban vestidas, o algo así. Layla portaba un tierno listón rojo sobre su cabeza mientras que Rogelio portaba un elegante corbatín al rededor de su cuello y Ddongsik traía puestos unos pequeños calcetines blancos, aunque Riki estaba seguro de que no le durarían nada al gatito ese.
En medio de tanto, el timbre de la casa sonó haciendo que el australiano frunciera el ceño. Se dirigió a la entrada y por medio de una pantalla que transmitía lo que grababan las cámaras de seguridad logró visualizar a una señorita esperando a ser atendida.
Se volteó hacia Heeseung y preguntó —¿La conoces?
Heeseung llegó a su lado y luego de revisar la pantalla sonrió. Se agachó cómo podía y presionó uno de los botones a la vez que hablaba.
—Pueden pasar— dijo mediante el intercomunicador.
Posteriormente tomó el pequeño control a un lado, abrió las puertas de la mansión y por medio del control les dió entrada a lo lejos. Pronto un auto apareció en el gran patio y muchas personas comenzaron a bajar de él.
Jaeyun comenzó a entrar en pánico, pero cada vez que volteaba hacia su marido este le veía con una pequeña sonrisa. Esa misma sonrisa que ponía cada vez que tenía algo preparado para él.
Jake lo entendió bien cuándo estas mismas personas entraron a su hogar sosteniendo varias bandejas y encaminándose en dirección al comedor. Heeseung los guió y comenzaron a dejar todas las bandejas sobre la extensa mesa. Cuándo por fin terminaron, levantaron las tapaderas mostrando así diferentes tipos de comida. Jake abrió su boca sorprendido viendo frente a él lo que parecía ser el paraíso de comida navideña.
Habían distintos platillos de todo tipo, cerdo, pastas, pizzas, mariscos (con los que tendría mucho cuidado con Riki) y hasta galletas de jengibre. Jaeyun visualizó todo con atención y no pudo evitar envidiar tanto a Riki y Heeseung, quiénes sí podrían comer todo lo que quisieran.
Cuándo menos lo esperó las demás personas habían desaparecido y sólo se encontraban él y su familia en el comedor. Hizo un pequeño puchero y vió al mayor con molestia fingida.
—¿Y qué hay de mí?— preguntó señalando la comida con su cabeza.
Heeseung soltó una risa —Caldo y gelatina para tí, mi vida.
Jaeyun sólo pudo entrecerrar los ojos y regresar su vista al comedor —Gracias de todas maneras. Espero que disfruten de su deliciosa cena sin mí...
Heeseung volvió a reír con fuerza y golpeó levemente su hombro con el propio. Jake lo miró por cortos segundos antes de mirar ahora a su hija e inclinarse para dejar un corto beso sobre su cabecita. Heeseung también le miró expectante por un beso que Jaeyun no tardó en darle en los labios.
Justo cuándo pensó en separarse, una cabellera con mechitas apareció entre los dos cuerpos haciendo reír a Jake. Besó también las mejillas de su pequeño dumpling y se permitió apretujarlas con cariño, aunque le sacó un pequeño quejido a Riki.
La familia se sentó a comer. Danielle regresó a los brazos de Jake para que Heeseung comiera tranquilo, aunque el hijo mayor era toda una historia diferente, pues se la pasaba de un lado a otro probando un poco de todo. Empezando primero con los postres y luego atacando todo lo demás.
Jaeyun por otro lado tomaba tranquilamente de su sopa y de los deliciosos jugos naturales que el restaurante había preparado para él, repitiéndose constantemente a sí mismo que pronto acabaría con ese sufrimiento.
Al terminar de comer, la familia guardó las sobras (a clara petición de Jake) y se dirigieron al gran salón dónde comenzarían con la parte favorita de Ni-ki.
Los regalos.
—¡Sí lo conseguiste!— dijo emocionado Riki sacándo de la caja lo que parecía ser un bolso de quién sabe qué marca.
Jake llevaba viendo ya varias prendas que el menor le había pedido a su padre y este le había comprado. No entendía mucho pero al parecer su hijo se estaba volviendo muy fanatico de la moda.
Heeseung rió —¿No soy el mejor?
—¡Lo eres!— mostró su característica sonrisa cuadrada haciendo que sus padres también sonrieran —Gracias, pa.
Heeseung acarició el cabello de su hijo y esta vez fue el turno de Riki de abrir el regalo de su mamá, aunque el menor seguía diciendo que el mejor regalo que pudo haberle dado era la pequeña niña sobre sus brazos.
El regalo de Jake venía en una gran bolsa de compras que el menor no tardó en abrir, encontrándose con un sketchbook parecido a los que él usaba en su momento cómo arquitecto y dos enormes estuches de pinturas, uno con una variedad de colores policromáticos y el otro de colores monocromáticos.
Sus labios y sus ojos se expandieron en grandes "O" ante la sorpresa. Leyó la marca de los sets una y otra vez.
"Faber—Castell."
—Para un niño cómo tú que lo tiene todo, es realmente difícil encontrar algo qué regalarte— dijo su mamá soltando una risita —Sé que estás interesado en muchas cosas ahora... pero sería una gran pena que descuidaras tu afición por el arte.
Ni-ki se levantó de su lugar en el suelo y abrazó a Jake teniendo cuidado con su hermana. Susurró seguidos gracias contra su oído, cerró sus ojos y dejó un beso sobre la mejilla de Shim, haciendo que la sonrisa en los labios contrarios desapareciera y ahora fuera el turno del australiano de parecer sorprendido.
Al separarse ambos rieron pero el momento fue interrumpido por el mayor, quién arrastró una caja más por el suelo hasta hacer que llegara a su regazo.
—Aún falta el regalo de la pequeña Danielle — canturreó emocionado, aunque el sabía mejor que nadie el contenido dentro.
Jake acomodó mejor a la niña de modo que viera lo que su padre hacía, aunque realmente dudaba que lo hiciera. Heeseung jaló del listón y pronto la envoltura del regalo cayó al suelo, mostrando una canasta que contenía distintas cosas de ositos. Desde tres tiernos trajes de los "escandolosos" (uno de panda, uno de polar y uno de pardo obvio), hasta pequeños peluches, biberones o cremas con diseños de ositos. Heeseung quería creer que a su hija le gustó.
Días antes también les había llegado algunos regalos que Yeonjun y Soobin habían enviado para la bebé, más que todo ropa. Sunghoon también había hecho de las suyas y le había enviado a la niña una increíble cantidad de peluches, pero sin duda el que más le había gustado hasta ahora era el peluche de conejito gris que su tío Joshua le había obsequiado.
Aunque aún faltaban los regalos de Lix y Chan, ellos por supuesto que no se quedarían atrás.
Heeseung acarició uno de los pequeños pies de su pequeña con su dedo, acariciando la suave tela de su calcetín. La vió con amor, e hizo exactamente lo mismo con su hijo y con su pareja.
Era su primera navidad cómo familia.
La primera de muchas.
por si no saben cuál es el regalo que jake le dió a riki es más o menos esto:
gracias por leer 💗
Rin.
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