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#044

¡AVISO!
especial wonki.

*esto pasa al mismo tiempo que
el capítulo anterior pero desde el
punto de vista de jungwon y ni-ki.

Jungwon yacía sentado en la banca para esperar al bus. Acababa de terminar su hora de clase y debía regresar cuánto antes a su casa para alimentar a su abuela y luego volver a viajar para cubrir sus horas de trabajo en una tienda de conveniencia.

Una vida tan pesada para un simple chico de dieciséis años, pero honestamente no podía pedir más. Al menos ya no tendría que soportar los golpes de su padre y los sollozos de su madre.

Su celular vibró indicándole que había recibido un mensaje, lo sacó y revisó lo que decía, sin saber realmente cómo sentirse al leer el mensaje.

"Soonie dijo que cubriría tu puesto hoy.
Necesito vacaciones el fin de semana 😆."

Suspiró y envió una respuesta a su compañera de trabajo. Al parecer volverían a cambiar su hora de entrada con tal de hacerlo trabajar los fines de semana. A pesar de las horas extras que trabajaría y el poco tiempo que tendría para descansar y hacer tareas, no tenía mucho problema con cubrir horas que no le pertenecían porque, otra vez, no podía pedir más.

Visualizó el bus a lo lejos, así que se levantó de su asiento y acomodó su mochila para prepararse, pero entonces, un auto se detuvo frente a él. Habría entrado en pánico de no ser porque sabía bien a quién pertenecía ese Audi.

—¿Tienes libre?— preguntó Ni-ki con una sonrisa.

—No, Ni-ki, y mi bus pronto pasará.— escapó de su mirada porque sabía que el menor volvería a salirse con la suya.

—Si estoy aquí es porque pienso llevarte a casa.

Jungwon entonces le miró con el ceño levemente fruncido. Claro que prefería mil veces irse con él, pero no podía seguir haciendo este tipo de cosas si lo que quería era detener sus sentimientos por Ni-ki.

Porque lo que menos necesitaba en ese momento era una decepción amorosa.

—Está bien.— terminó aceptando e ingresó al asiento trasero junto al menor.

—¿Quieres... ir a mi casa?— preguntó tímidamente. —Aún no conoces a mi tío y... Rogelio te extraña.

Jungwon enarcó una ceja divertido. —¿Me extraña Rogelio o tú?

—R-rogelio.— se golpeó mentalmente por tartamudear y alejó su mirada del mayor, sin embargo, su mano se movió sola para tomar la contraria, algo que acostumbraba hacer muy seguido pero ahora se sentía diferente.

—Antes debo ir a mi casa y ver a mi abuela.— dijo Jungwon luego de unos segundos de puro silencio.

Ni-ki asintió entendiendo. —Iré contigo.

—No tienes que hacerlo... no tardaré mucho, y no quiero molestart-

Ni-ki se acercó rápidamente hasta que ambos chicos chocaran sus narices teniendo sus rostros a tan sólo centímetros del otro. Jungwon se sorprendió por la acción y pensó en alejarse por instinto, pero entonces escuchó la voz de Lee contra sus labios.

—Creí que ya había dicho cuánto odio que digas eso.— dijo con frialdad.

Jungwon no sabía cómo reaccionar. Sentía que estaba viendo una versión diferente del menor, una más atrevida y una que le ponía demasiado nervioso. Era cómo ver el reflejo de su padre, Lee Heeseung.

A veces y la mayor parte del tiempo era muy Jake, tierno y agradable, pero otras veces podía llegar a ser igual que su padre. Y Jungwon nunca imaginó que podía llegar a enamorarse de ambas personalidades.

—¿D-decir qué?— preguntó apartando la mirada.

—Que molestas.— aclaró mientras se iba alejando poco a poco. —O que eres un estorbo en mi vida.

Jungwon se acomodó mejor en el asiento y fijó su vista en el camino, importándole poco tener a un molesto Lee Riki a su lado.

—Y yo creí que haberte dicho que verme fijamente a los ojos me pone nervioso.— dijo con leve molestia en su voz. —Deberías dejar de hacer eso.

—¿El qué? ¿Esto?— por mera curiosidad el mayor volteó sólo para ver cómo Ni-ki se acercaba peligrosamente de nuevo hasta dejarlo acorralado contra la puerta del auto. Lee sonrió con superioridad al ver la reacción de Yang.

—Aléjate, Lee.— exigió Jungwon y el menor le hizo caso rápidamente, aún sonriendo.

—Lo que digas, Wonnie.

—Abuela...— llamó entrando a la casa, notando cómo su abuela la había dejado abierta nuevamente.

—¡Wonnie!— respondió desde la cocina.

Jungwon rápidamente caminó hasta encontrarse ella parada frente al horno sosteniendo entre sus manos una masa que estaba a punto de meter. Se alarmó y cerró el horno con algo de fuerza, listo para reprender a su abuela.

—Te estás recuperando de tu cirugía... ¿qué crees que haces?— preguntó frunciendo su ceño. La mayor sonrió al encontrarlo más tierno que intimidante.

—¿Cómo quieres que me recupere si me quedo en cama todo el día? ¡Necesito caminar, ser libre!

Jungwon suspiró y la miró con seriedad. —¡No estás en prisión! y... hablo en serio. Debiste esperarme... iba a cocinar para tí.

El menor abrió nuevamente el horno y tomó el plato entre sus manos para ayudarla a ingresar la masa sin necesidad de que se tenga que agachar. Ella sonrió orgullosa y acarició su mejilla con cariño al ver lo caballeroso que era su nieto.

—¡Estoy bien! quién necesita comer eres tú, estás muy flaco.— contestó. —Además, es tu cumpleaños. Lo menos que esta vieja puede hacer por tí es hacerte un pastel.

Jungwon hizo una mueca y posó su mano sobre la de su abuela para acariciarla con suavidad.

—No tienes que hacer nada por mí. Es sólo un tonto día más, no tiene nada de importancia.

—Estamos hablando del día en que naciste, ¡debería ser feriado nacional!

Jungwon suspiró e iba a responderle a su abuela pero pronto vió a Ni-ki entrar a su casa. La mayor se sorprendió por ver a otro chico con el uniforme de Jungwon. Tuvo que replantearse si ese era otro de sus nietos o no, porque por un momento olvidó todo y ese chico apareció de la nada.

—Abuela... él es Ni-ki.— lo presentó y Ni-ki le sonrió en grande. —Es un compañero y... mi amigo.

—¡¿QUÉ?!— las palomas que se habían asomado por el exterior de la puerta de su casa salieron volando del susto que provocó el grito de la mayor.

Ni-ki soltó una carcajada, rodeó los hombros de Jungwon y lo pegó a su cuerpo mientras lo agitaba. —¡Así es! ¡Soy amigo de Jungwon!

—¿Amigo?— preguntó todavía sorprendida. —¿Y cuándo sucedió esto? ¿Por qué no me lo habías contado?— miró con algo de molestia a su nieto.

Jungwon suspiró de nuevo. —Si te lo había contado, sólo que no lo recuerdas. Él es el hijo de Jake, quién me trajo aquí.

La señora entonces vió con sorpresa al menor de los tres y tomó sus manos con fuerza. A Ni-ki le pareció tierna la forma en que lo veía, cómo si estuviera agradecida pero de forma un poco exagerada a su parecer. Entonces, se agachó hasta que sus rodillas tocaran el suelo e hizo una reverencia de agradecimiento.

—Tú eres quién protegió a mi niño tantas veces y lo salvó del idiota de mi hijo... ¡Qué tú y tu familia sean bendecidos para siempre por la Diosa Oveja!

—¡Abuela, tus caderas!— gritó Jungwon mientras intentaba levantarla. —¡Se van a romper de nuevo!

Ni-ki sonrió aún más por la escena y tomó fuerte los brazos de la señora para levantarla con cuidado. Ahora veía de dónde había sacado Jungwon sus creencias por la "Diosa Oveja".

—Porfavor, acepta esta ofrenda cómo acto de mi agradecimiento.— la señora empujó a Jungwon por la cintura haciendo que este cayera sobre el pecho de Ni-ki, quién tuvo tomarlo entre sus brazos para que no cayera.

Sus miradas se conectaron, sus rostros estaban muy cerca y los colores subieron hasta las mejillas de ambos en especial de Jungwon, quién volteó hacia su abuela buscando alguna explicación.

—¡Y-yo no soy una ofrenda!

—Tú no, niño. Quiero que le des las empanadas que están detrás de él.— Jungwon entonces miró por encima del hombro de Ni-ki y vió que a sus espaldas habían unas empanadas envueltas, probablemente recién hechas.

El mayor de los chicos se separó y tomó las empanadas para pasárselas a Ni-ki aún sintiéndose apenado. Ni-ki aceptó contento el regalo y le dió las gracias a la abuela de Jungwon.

Bien, por lo menos ya se había ganado a su abuela y había conseguido unas buenas empanadas.

Una vez llegaron a su casa, Jungwon admiró con detenimiento cada parte del lugar que a su parecer le parecía mil veces más hogareño que las anteriores casas del menor.

Era más que obvia la razón. Aquí vivían los tres cómo familia, junto a una cachorra y un cerdito. Antes Ni-ki tenía que vivir en la tenebrosa mansión de su padre por una semana y luego ir al apartamento de Jake, que por más cómodo que fuera seguía sintiéndose vacío porque rara vez estaban los tres juntos.

Ahora era diferente. Aunque no veía a Heeseung y Jake en la casa, tenía la seguridad de que todo aquí era más cómodo y tranquilo. El hogar que Ni-ki siempre mereció.

—Ni-ki- oh...— un hombre llegó a la sala y notó al par de amigos frente a la puerta. Se acercó a Jungwon y le extendió su mano. —Soy Joshua, un placer.— se presentó con una linda sonrisa.

—Soy Jungwon.— se inclinó levemente con algo de nervios. Joshua rió y miró a su sobrino esperando alguna explicación.

—Ah... Jungwon, el es mi tío. Es hermano de Jake, puedes decirle Shua.— Jungwon asintió entendiendo. —Tío, él es Jungwon, es mi amigo.

Luego de presentarse, el mayor los guió al comedor dónde ya había llegado la comida que anteriormente había ordenado Jake. Cómo Joshua se sentía incómodo de comer sólo, había esperado a su sobrino para almorzar juntos. Además, la comida era mucha para dos personas, así que fué un alivio que el amigo de Ni-ki les hiciera compañía.

—¡Layla!— llamó el menor mientras lavaba sus manos en la cocina. Jungwon, enarcó una de sus cejas confundido hasta que vió cómo una linda cachorra llegó a su lado casi al instante.

Soltó un sonido de sorpresa y rápidamente se agachó para acariciar el pelaje de la cachorra. Ni-ki sonrió y sacudió sus manos para secarse naturalmente.

—Papá se la regaló a Jake cuándo regresó del hospital.

—Es muy bonita.— abrazó a la cachorra con cariño y rió cómo un niño pequeño al sentir la suavidad de su pelo.

—Se lleva bien con Rogelio, aunque al principio este le tenía miedo.— rió. —Creyó que lo haría chuleta mientras dormíamos.

Ambos comenzaron a reír y en cuánto la cachorra se alejó, Jungwon se levantó para también lavar sus manos antes de comer. Finalmente se sentaron en la mesa y empezaron a comer mientras le hacían preguntas a Joshua. Jungwon podía ver un poco de parecido entre ambos hermanos en su forma de ser. Ambos irradiaban ese sentimiento de tranquilidad y confianza. Era fácil sentirse cómodo a su lado.

Al terminar de comer ambos menores se dirigieron a la habitación de Ni-ki. Jungwon volvió a admirar su al rededor con detenimiento y sonrió inconscientemente al ver cómo el menor tenía decorado el lugar.

—No puedo creer que he estado en cada una de tus habitaciones.— murmuró con una sonrisa. —La gigantesca, la cómoda... y la bonita.

Ni-ki sonrió en respuesta y se recostó sobre su cama. —¿Cuál te gusta más?

—Definitivamente esta.

Ni-ki se levantó de su lugar y cerró las cortinas de su habitación, luego tomó el control y encendió las luces en forma de estrellas sobre el techo. Jungwon miró embelesado la imagen sobre él, sus ojos comenzaron a brillar aún más que las estrellas y Ni-ki juró que nunca antes había visto algo más hermoso.

Jungwon estaba sonriendo gracias a él, y honestamente nada se sentía mejor que eso.

—Tienes la habitación perfecta.— dijo Yang alejando la vista del techo. Volteó para ver a Ni-ki quién ya tenía la vista fija en él.

—Contigo aquí es aún más perfecta.

Jungwon entonces dejó de sonreír y agachó su cabeza sintiéndose tímido una vez más. Recordó las palabras de Sunoo en Busan y la vez que Ni-ki accidentalmente le había dicho que le gustaba mediante una videollamada. Estaba ilusionándose aunque no debía. Ni-ki no lo decía en serio. Nadie podía llegar a quererlo realmente.

—Puedes recostarte si quieres.— ofreció el menor. —Iré... por unos snacks.

—¿Más comida?— preguntó el mayor mientras se recostaba sobre la cama de Lee.

Ni-ki rió. —Tú abuela tiene razón, necesitas comer más.

Jungwon entonces sintió su corazón detenerse.
¿Qué tanto habrá escuchado? No quería que se enterara de que hoy era su cumpleaños.

—Ya vuelvo.— anunció antes de salir.

Una vez estuvo afuera, se dispuso a sacar su celular y llamar el número de Nicholas, quién se suponía era trabajador de su padre pero se había vuelto algo así cómo el chofer personal de Ni-ki.

—¿Nicho?— se alejó de la habitación y fue bajando de las escaleras para evitar que Yang escuchara su conversación. —¿Puedes hacerme un favor?

Layla fue hacia su dirección al verlo así que se agachó un poco para acariciarla con cariño. Esperó a la respuesta del contrario para volver a hablar.

—Necesito que compres un pastel.

Durante todos sus años de trabajo para LHS, nunca le habían pedido algo así antes.

Compró a la rápida un pastel de fresas y mientras la repostera escribía el mensaje que Ni-ki quería en él, salió corriendo a la tienda más cercana que viera con tal de comprar un regalo digno para un chico de dieciséis años.

Consiguió lo que parecía ser una cámara instantánea y luego de preguntarle al cajero si esa compra valía la pena, se dispuso a pagar mientras le enviaba un mensaje a su jefe avisándole de los gastos. Luego del incidente de Hyun, Heeseung se había vuelto muy paranoico con las cuentas.

Regresó a la pastelería dónde el pastel ya estaba terminado, mostró la factura y salió del lugar en dirección al auto de Heeseung, todo a la velocidad de la luz. Una vez estuvo dentro se permitió recuperar el aliento antes de comenzar a conducir.

Ese tal Yang Jungwon era muy afortunado por tener a Ni-ki de amigo.

Ni-ki prendió las velas sobre el pastel y rogó a todos los cielos que no fuera tan manos de mantequilla cómo su padre y terminara botando el pastel al suelo.

Joshua había descubierto el plan de Ni-ki por sorprender a Yang, así que le ayudó envolviendo el regalo para ahorrar tiempo y usó los listones que sobraron para ponérselos a Layla y Rogelio.

Ni-ki entonces subió las escaleras y Joshua abrió la puerta por él. Entró a su habitación cantando feliz cumpleaños y Jungwon se reincorporó en su lugar viéndole con sorpresa.

—HAPPY BIRTHDAY TO YOUUUUUU!— canturreó el menor llegando a su lado y cerrando sus ojos de forma exagerada mientras llegaba a notas altamente agudas.

Una vez terminó de cantar miró a Yang con una gran sonrisa cuadrada en su rostro y este le seguía viendo sorprendido.

—¿Qué... es esto?

—¡Es tu cumpleaños! ¡Pide un deseo!

—Ni-ki...

—Pide un deseo, Jungwon.— trató de darle confianza con su mirada. —No pienses en nada más.

Jungwon miró fijamente sus ojos, buscando algún indicio de malas intenciones cómo siempre lo hizo desde el principio, buscando algo que le impidiera dar todo de sí hacia Ni-ki, una sola excusa y se alejaría de él.

Pero no. No encontró nada más que sinceridad.

Sus intenciones eran puras y lo fueron desde el principio.

Suspiró y cerró sus ojos. Contó hasta tres en su cabeza sacando de su mente a su padre, a su madre, a los chicos que lo golpeaban en la escuela. Sacó de su mente todo lo malo, todo lo que lo atormentaba. Imaginó un mundo dónde no fuera doncel y los demás lo querían. Dónde no era el chico que todos odiaban y pisoteaban, y simplemente era Yang Jungwon.

Deseo...

Deseo que seas tú.

Deseo que me hagas aún más feliz.

Deseo... alcanzar la máxima felicidad a tu lado. Que me hagas olvidarme de todo lo malo.

Deseo que este momento dure para siempre.

Sopló las velas y meneó levemente su cabeza para apagar las más alejadas. Abrió sus ojos y sonrió al ver la expresión en el rostro contrario. No tenía idea de cuál de todos sus deseos se cumpliría, pero si de algo estaba seguro, eso era de que todos tenían que ver con Ni-ki.

Joshua por su lado puso el regalo sobre la espalda de Layla y lo aseguró con otro listón. La cachorra llegó hasta los dos adolescentes y Jungwon entonces formó una "o" con sus labios.

—Puedes abrirlo ahora si quieres.— dijo el menor.

Jungwon se agachó hasta tomar el regalo y le dirigió una mirada a Riki antes de abrirlo y sonreír de nueva cuenta al ver la cámara. Ni-ki no sabía qué era, pero agradecía mucho que la elección de Nicholas hiciera sonreír a su mayor.

—Muchas gracias, Ni-ki.— hizo que el menor dejara el pastel sobre la mesita a un lado de la cama y lo abrazó con fuerza. Lee al principio se sorprendió por la acción pero luego terminó correspondiéndole.

Pasados los minutos ambos yacían sentados sobre la cama de nuevo, sin Layla, Rogelio o Joshua espiándolos desde la puerta. Sólo eran ellos dos.

Ni-ki le extendió unos palillos y atrajo de nuevo a sí el pastel, de modo que ambos pudieran comenzar a disfrutar del postre.

—Es el mejor cumpleaños que he tenido.— dijo Yang con un leve sonrojo en sus mejillas que pasaba desapercibido por la oscuridad en la habitación.

Dirigió su vista a las estrellas sobre él mientras masticaba. Ahora entendía por qué a Jake le encantaban las estrellas, aunque realmente nada superaría a las auténticas.

—Me alegra escuchar eso.— Jungwon volteó para ver a Ni-ki pero entonces un poco de lustre acabó sobre su rostro.

—¡Ya! ¡Ni-ki!— se quejó, pero hizo lo mismo con el menor y rió al ver la nariz contraria llena de dulce.

Pronto ambos chicos comenzaron una guerra de lustre importándoles poco que ensuciaran sus uniformes o las sábanas de la cama. Eran sólo ellos dos divirtiéndose con el sonido de sus risas resonando por todo el lugar.

Ni-ki amaba provocar esas sonrisas en Jungwon. Se estaba divirtiendo, estaba olvidando todo lo demás. Los ojos del mayor se cerraban mientras reía y de su mejilla aparecía un profundo hoyuelo, haciéndole ver mil veces más hermoso de lo acostumbrado a los ojos de Ni-ki.

Alejó lo que restaba del pastel mientras el mayor caía rendido sobre la cama, su sonrisa sin querer desaparecer ni por un momento de su rostro. Ni-ki también cayó a su lado mientras trataba de regular su respiración. Volteó su rostro para ver a Yang y estiró su brazo para quitar el lustre de sus labios. Jungwon siguió sus movimientos con su mirada sintiendo su corazón latir con fuerza.

Ni-ki le sonrió y alejó su mano, pero su expresión cambió a una sorprendida cuando el mayor hizo lo mismo con él y pasó su pulgar delicadamente por sus labios.

Aprovechó la cercanía que tenían para acercarse aún más lentamente, cómo si de un drama se tratase. Sus respiraciones se mezclaban y ambos sentían cómo si sus corazones estuvieran a punto de estallar debido a tantas emociones. Ni-ki buscó alguna señal en los ojos del mayor que le dijera que se detuviera, algo que lo hiciera alejarse e inventarse una excusa barata que Jungwon sea cómo sea compraría. Pero no había nada, y fue eso lo que lo motivó a cerrar sus ojos y acortar la poca distancia que quedaba entre ellos hasta hacer que sus labios se rozaran por un momento.

Se quedaron así, esperando a que el otro se alejara, pero ninguno lo hizo. Ni-ki entonces hizo una leve presión sobre los labios contrarios y la mente de Jungwon hizo click.

Está besándome.

Intentó seguir el lento ritmo del menor, quién aún estaba inseguro de lo que estaba haciendo, pero entonces ambos se alejaron un poco para verse a los ojos. Ni-ki vió que Jungwon no parecía querer apartarse, así que el tampoco lo haría. Volvió a acercar sus labios para besar a Jungwon lenta e inexpertamente, aunque de cierta forma algo tierna.
Yang no se quedó atrás e hizo lo mismo, sintiendo sus mejillas arder y aún más al escuchar el sonido de los besos.

Ni-ki subió una de sus manos para tomar la mejilla contraria y acariciarla con su pulgar, mientras meneaba levemente su cabeza con tal de tener mejor ángulo para profundizar el beso.

No tenía ni idea de cómo besar ni de cualquier mierda romántica de la que tenía cero interés, pero se dejó llevar por sus emociones del momento y por lo que había sentido por su mayor todo este tiempo.

Se fueron alejando lentamente mientras abrían sus ojos y entonces soltaron unas risitas tímidas. Jungwon no quería hablar de eso ahora, aunque una parte de él le gritaba que lo hiciera. Volvió a pegar su cuerpo al del menor pero esta vez para abrazarlo en esa posición y esconder su cabeza en su pecho. Ni-ki estaba más que perdido así que sólo atinó a arropar el pequeño cuerpo con sus brazos sin querer estropear el momento.

Ninguno decía nada, pero no les resultaba incómodo. Ambos tenían muchas cosas que pensar y procesar, pero ambos tenían un solo pensamiento en común.

Ni-ki...

Jungwon...

>  Eres mi primer beso.

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