#038
Ni-ki aguantaba la respiración.
Sentía cómo si en el primer momento en el que abriera la boca, la sorpresa de su padre se echaría a perder y entonces lo enviaría a un orfanato.
Jake los miraba de reojo. Tanto Heeseung cómo Ni-ki estaban callados y eso era muy, muy extraño.
—¿Qué pasó? ¿Se murió el payaso?— trató de hacerlos reír.
Ni-ki cerró sus ojos aguatando las ganas de soltar una carcajada que terminaría en un "nos mudaremos de casa y papá te regalará una perrita de raza golden retriever."
Heeseung siguió sin decir nada y entonces Jake supo que algo definitivamente pasaba con esos dos. Cruzó sus brazos a la altura de su pecho y frunció el ceño.
—¿Ya no me quieren?
—¡No es eso!— respondieron ambos Lee's al instante.
—Yo te amo mucho, mamá.— dijo Riki.
—Yo te amo más, mamá.— dijo Heeseung.
—No es cierto, yo lo amo más.
—Mientras tú ni siquiera pensabas en nacer yo lo amaba el triple que tú.
—Pues yo lo amo hasta la luna y de regreso.
—Pues yo lo amo más de lo que él ama a la luna.
—Yo lo amo más de lo que él te ama a tí.
Heeseung pegó un frenazo y se bajó del auto. Llegó hasta la puerta trasera y la abrió mirando fijamente a su hijo.
—Bájate del auto.— le exigió.
—No.— lo retó Ni-ki con una sonrisa en su rostro.
—Niño miado, retráctate.
—Hee.— le regañó Jake. —Deja de comportarte cómo un nene de cinco años.
—¡Pero lo oíste! Dijo que te ama más de lo que tú me amas a mí.— habló con un pequeño puchero. —Dile que no es cierto.
—Los amo mucho a los dos por igual, déjense ya de estupideces.— advirtió.
Heeseung volvió a entrar al auto y miró a su hijo por el espejo retrovisor, posteriormente le sacó la lengua, cosa que no pasó desapercibido por Jake.
—Deja a Riki en paz.
Heeseung se hizo el ofendido y fingió molestarse con Jake. El menor suspiró y decidió cambiar de tema.
—¿Adónde vamos, por cierto? Creí que volveríamos a casa.
Heeseung habló antes de que su hijo lo hiciera.
—¡V-vamos a... comprar ropa para Rogelio!
—¿Comprar ropa para Rogelio?— frunció el ceño. —Podemos simplemente hacer ropa para él-
—Deja de cuestionar todo.— le interrumpió. —Mi cerdo tiene que lucir elegante cómo nosotros.
—Yo traigo puesta la misma ropa que hace dos días.— dijo Riki.
Heeseung le dirigió una mala mirada. Se suponía que debía ayudarle, no hablar de su mala higiene.
Jake volteó hacia el asiento trasero y reprendió a Riki con la mirada.
—No seas sucio. Báñate todos los días, niño.
—Pero si el perfume puede tapar el mal olor.— hizo un pequeño puchero.
Jake no podía creer lo mucho que se parecía a Heeseung. ¿Por qué tenía que tener la misma costumbre de victimizarse con ese puchero cómo si el fuera el verdadero culpable? Tan manipuladores.
—Eso es asqueroso en todos los sentidos. Tienes quince, no cinco. No repitas ropa y bañate todos los días, y no digas que lo haces para ahorrar agua porque esa ya me la sé.
Ni-ki asintió rendido. —Está bien, mamá.
Jake también asintió, agradecido de que su hijo no fuera terco y regresó la mirada a su pareja, quién parecía ajeno a la discusión de padre e hijo que había a sus espaldas.
—Entonces... ¿iremos a una tienda de mascotas o algo así?
—Ya lo verás.— sonrió Heeseung. —Ya lo verás.
—Esto no es una tienda de mascotas.
Heeseung estacionó el auto frente al patio de su nueva casa y miró de reojo a Jake. No parecía decepcionado pero tampoco sorprendido. Tal vez aún no sabía lo que realmente quería decirle Heeseung con esto.
—Es nuestra casa.— aclaró Heeseung.
—Lo sé— respondió. —¿Se la mostrarás a Riki...?
—Yo ya la ví.— dijo el menor. —Estamos aquí porque-
—Entremos mejor.— se apresuró a decir Heeseung.
Los tres salieron del vehículo y se dirigieron al interior del lugar. Heeseung abrió la puerta con facilidad, sin usar una llave o algo por el estilo, lo que le indicó al australiano que ya había alguien adentro.
Estuvo a punto de preguntar de quién se trataba pero lo siguiente que vió le hizo detener toda acción que tuviera planeada, incluida su respiración.
Todos los muebles de su apartamento estaban acomodados dentro de la casa de sus sueños. Eran sus mismas cosas, las mismas que tenía en su hogar antes de internarse en el hospital. ¿Ellos habían llevado todo hasta ahí? ¿Planeaban vivir en esa casa de ahora en adelante?
—Hyung...— susurró admirando todo.
Su televisión no estaba ahí, ni tampoco era la misma que estaba antes. En cambio ahora eran reemplazadas por una pantalla mucho más grande que abarcaba la mayor parte del espacio de la pared a su derecha. Heeseung probablemente disfrutaba más de ver televisión en una pantalla así de enorme, o tal vez era Riki quién la pidió para sus noches de videojuegos junto a Lix.
Los sofás junto a las mesitas y lámparas eran lo que más se destacaba de esa parte de la sala, además de que todo estaba decorado con algunas plantas dándole un ambiente más natural y hogareño.
Volteó a ver feliz a Heeseung, y se lanzó sobre sus brazos llenándole la cara de besitos. Estaba alegre y eso se notaba a kilómetros.
Heeseung acarició la cabeza de Jake con cariño. Con la mirada le señaló en dirección a la cocina, haciendo que Jake se apartara de él para dirigirse a esa zona no sin antes admirar los libreros repletos de libros e historias en el pasillo que separaba ambos lugares junto un sofá solitario que probablemente usaría cuándo leyera sin disturbios.
La cocina se vió mucho más llena que la anterior vez que la había visto, ya que antes sólo podía admirar el desayunador y las tres sillas alrededor de este, pero ahora había un refrigerador grande, una estufa muy moderna, un horno pegado a una de las paredes junto a muchas gavetas de madera y muchos otros artefactos cómo una tostadora, una máquina de hielo, muchos utensilios, etc.
El lugar era grande, y Jake no pudo ubicar el desayunador en el mismo lugar que estaba antes, ya ahora era reemplazado por una gran isla en medio que posiblemente les serviría más cuando cocinaran. No tuvo tiempo para decepcionarse al notar esto, ya que rápidamente encontró el desayunador cómo una frontera entre la cocina y el, ahora nuevo, comedor.
Se adentró aún más al lugar y admiró la mesa que sería más útil para una familia de seis integrantes y no de tres, pero entonces recordó a sus amigos que pasaban la mayoría del tiempo invadiendo su espacio en lugar de permanecer en sus propios hogares.
A Jake le sorprendió lo grande y espaciosa que era la casa cuándo habían cosas adentro, ya que cómo el arquitecto profesional tanto de interiores cómo de exteriores que era, por lo general solía sentirse todo más pequeño una vez las cosas ocupaban su propio lugar. Pero la primera vez que había llegado sentía que todo estaba vacío, y aunque había sido todo tal y cómo le había dicho a Heeseung que lo quería, por alguna razón el hecho de tener cosas nuevas en ese entonces le hacía sentir una sensación de soledad, y le recordaba la triste realidad en la que vivía en aquel momento.
—No llores, aún no ves la parte de arriba.— dijo Heeseung a su lado.
El menor volteó a verlo divertido, notando cómo ahora sólo estaban los dos. Ni siquiera se dió cuenta de que Ni-ki no había entrado a la cocina junto a él.
Jake recordó la anterior vez que le había dicho eso mismo y sonrió con un hermoso sonrojo en sus mejillas. Amaba mucho a Heeseung.
—No estoy llorando, estoy muy feliz y ansioso por ver nuestra habitación.— dijo con una sonrisa.
Heeseung tomó su mano y besó con lentitud y cariño sus nudillos. Jaló del brazo de su amado y atrajo por completo su cuerpo hasta hacerlo chocar con el propio. Jake miró inocente a Heeseung, y este tenía tenía todo el brillo de las estrellas en sus ojos. Ambos se miraban con amor. Estaban enamorados.
—Te amo.— susurró Heeseung.
—Yo también te amo.— respondió Jaeyun. —Eres tan... lindo. Dios, ¿qué diablos hice en mi vida pasada para tener a alguien cómo tú ahora mismo?
Heeseung sonrió avergonzado. Quiso halagar a Jake de igual manera pero el menor siguió hablando.
—Eres literalmente un ángel. Nunca paras de sorprenderme y ahora que estamos así yo... me doy cuenta de nuevo de lo mucho que te amo y de lo enamorado que estoy de tí.— Jake apretó ligeramente el agarre en sus manos. —Eres mi vida entera.
Heeseung sintió su corazón later con fuerza. Tener a Jake así, en sus brazos, viéndole tan lindo con ese par de ojos que lo tenían embobado, diciéndole esas palabras y con ese hermoso sonrojo adornando sus mejillas... era perfecto.
Este momento era perfecto.
Ambos se fueron acercando al otro lentamente, cómo si de una película romántica o un drama se tratase. Los ojos de ambos se cerraron una vez sintieron sus labios fundirse en el otro. Era suave y lento, no llevaban ninguna prisa, solamente querían demostrarse cuánto amor se tenían, y cuánto más amor serían capaces de darse en el futuro, en esa misma casa.
—También eres mi vida entera.— declaró el mayor en voz baja una vez sus labios se habían separado.
Heeseung se apartó levemente de Jake para dirigir ahora sus labios en dirección a sus mejillas, las cuáles había deseado besar desde que habían optado un color carmesí debido a la emoción de su pareja.
Jake rió por el tierno gesto y se separó por completo del mayor dando por terminado el momento de caricias.
—Vamos.— dijo emocionado.
Heeseung asintió y sin soltar su mano, caminó a su lado hasta subir las escaleras y llegar a la segunda planta, dónde sabía que se encontraba su hijo cuidando de la perrita en su habitación.
—¿Listo?— preguntó. Jake asintió frenéticamente.
Abrió la puerta de la habitación, dando vista a lo que sería el lugar dónde pasarían juntos de ahora en adelante. Jake visualizó las fotos en la pared, y su corazón se removió contento al notar la nueva fotografía.
Era una foto del cielo nocturno y en la parte de abajo se puede notar algunos edificios que rápidamente ubicó cómo los edificios que estaban al frente del anterior lugar al que vivía. Entonces lo supo. Fue esa misma noche en la que tuvieron su cita en la terraza.
La fotografía traía un mensaje en la parte inferior de la polaroid. Este estaba escrito con tinta negra y traía un corazón hecho a mano consigo. El mensaje decía:
"Vivo por tí ♡".
En serio, ¿qué había hecho para merecer a alguien tan lindo y detallista cómo Heeseung? Jake no recordaba haber hecho más que respirar y existir.
Siguió recorriendo el lugar y notó ahora la gran cama frente a la pared de las fotografías. No era la que tenía antes, esta era mucho más grande y suave. También visualizó la pantalla frente a la cama, y las cortinas sobre la pared del centro que en realidad se trataba de un cristal. Sonrió al notar cómo Heeseung había recordado lo mucho que odiaba que el sol lo despertara por las mañanas.
Había un gran armario que ambos compartirían. Jake notó una clara diferencia entre las ropas de ambos. Por un lado estaba la ropa formal que Heeseung utilizaba para su trabajo y luego estaba la ropa colorida y simple que Jake utilizaba en casa; y por otro lado totalmente diferente estaba la ropa cómoda y casual de Heeseung que probablemente usa cuándo no trabaja o está en casa, y luego estaba la ropa cara y a la moda que usaba Jake cuándo salía de casa. Eran tan diferentes que le resultaba tierno.
—Oh... creo que Ni-ki nos llama.— anunció Heeseung con una sonrisa. —Ven.
Jake no escuchó la voz de su hijo pero supuso que Heeseung sí lo hizo, por lo que sólo se dejó llevar. Rápidamente salieron de la habitación y se dirigieron a la de Riki, la cuál estaba a un lado de la suya.
Heeseung tocó la puerta, pero dejó que Jake entrara primero, lo cuál le resultó extraño al menor hasta que vió cómo la puerta se abría por completo y una cachorra se le acercaba a paso rápido hasta hacerlo caer por el impacto.
—¡ES UN... PERRITOOO!— gritó emocionado acariciando al animal.
—Una.— corrigió Lix, quién hasta ahora no había notado que estaba también en la casa.
—¡UNA LINDA CACHORRITAAAA!— se murió de ternura y tomó el pequeño cuerpo de la cachorra entre sus brazos. —Tan preciosa...
—Es de tu raza favorita.— dijo Chan. —Heeseung la consiguió.
—Por supuesto que fué él...— susurró a punto de lloriquear cómo un niño abriendo regalos en navidad.
—¿Qué te parece?— preguntó Heeseung cerca de su oído mientras se posicionaba detrás suyo y rodeaba su cintura con sus brazos.
—Te amo...— respondió. —Ya deja de ser perfecto, por favor.
Heeseung rió y besó el lóbulo de su oreja.
—Ponle un nombre.— le dijo.
—Layla.— dijo decidido.
El mayor también acarició el cabello de la cachorra, sonriendo al escuchar el tierno nombre.
—He pensado en ese nombre desde siempre.— admitió apenado.
—Haces que "Rogelio" suene cómo nombre de narco.— ambos rieron.
—Jakey...— llamó su pecoso y ahora también pelinegro amigo. —También te compramos esto.— el mayor mostró un pequeño pastel de frutas y crema.
Jake se levantó del suelo con la ayuda de Heeseung y fue hasta dónde sus dos amigos abrazándolos con fuerza. Felix sentía que en cualquier momento iba a llorar. No podía creer que estuvo cerca de perderlo.
—Mamá, dí "aaah".— dijo Riki llevando un pedazo de pastel hacia su boca. Jake primero negó con su cabeza pero luego aceptó el pastel gustoso.
Heeseung sonrió por la ternura que le causaban las dos personas más importantes en su vida.
Los adoraba tanto.
—No puedo creer que en serio vayamos a vivir aquí.— a este punto Jake no podía parar de sonreír.
El menor acababa de terminar de ducharse. Secó su cabello con una toalla y luego lo sacudió con un movimiento de cabeza cómo si de un cachorro se tratase.
Heeseung se levantó de la cama y abrazó el pequeño cuerpo de su amado con sus brazos. Shim sentía que su corazón explotaría en cualquier momento. Tener a Heeseung así de cerca era algo de lo que nunca podía llegar a acostumbrarse porque era demasiado hermoso.
—Es hora de acostarse.— le susurró. —Mañana te llevaré desde temprano a un lugar que te encantará.
Jake se alejó para ver mejor el rostro del mayor.
—¿Piensas matarme de un ataque al corazón?
Heeseung rió y buscó los labios de su pareja. Jake le brindó gustoso un beso dónde ambos lo interrumpian con pequeñas risitas para luego volver a besarse.
Jake fue arrojado lentamente sobre la cama a la vez que él atraía más cerca al mayor con sus brazos al rededor de su cuello.
—Gracias.— susurró. —Gracias por todo.
—No agradezcas.— le dedicó una hermosa sonrisa.
—Estoy muy feliz de volver a tenerte.
—Y yo igual.
Jake fue trazando una línea invisible con su dedo sobre el rostro del más alto, acariciando cada detalle cómo si fuera lo más hermoso que hubiera visto, y es que sí lo era. Empezando por sus grandes y hermosos ojos, su nariz respingada, sus lunares, y luego estaban sus delgados y rosados labios. Todo el era perfecto.
—Dulces sueños.— dijo el mayor en voz baja y dulce. Llevó sus labios hasta el cuello de su pareja y dejó un sonoro beso.
Esa noche durmieron plácidamente entre los brazos del otro.
Jake alimentaba a Layla y acariciaba su sedoso pelaje con cariño. Despertarse por la mañana y ver a un Heeseung a su lado durmiendo plácidamente, luego bajar para preparar el desayuno para su familia y al terminar pasar tiempo junto a su nueva mascota... es por mucho lo mejor que ha pasado en la vida de Jake.
—Eres tan bonita...— acarició una vez más a la cachorra y posteriormente se levantó de su lugar.
Sentía curiosidad por el lugar al que iría junto a Heeseung. El mayor había estado misterioso durante esa mañana y no había salido de la habitación durante un buen rato. Había considerado subir y ver qué pasaba con él, pero cuándo lo intentó le gritó que sólo "se estaba poniendo lindo para él."
Jake sonrió al recordar sus palabras. Si supiera que hasta con una bolsa de basura puesta se vería radiante.
Heeseung bajó las escaleras sosteniendo una pequeña maleta en una de sus manos. Jake entonces le miró interesado. ¿Ahora qué tramaba?
—Cero preguntas y sube al auto.— dijo pasando a un lado suyo dejándolo con las palabras en la boca.
Se dió la vuelta ofendido. —¿Te das cuenta de que me estás secuestrando?
—Cero preguntas dije.— volvió a repetir abriendo la puerta principal de la casa esperando a que el menor saliera sin cuestionar cada cosa que hacía.
—Iremos largo, ¿no es así?— preguntó mientras caminaba fuera de la casa con los brazos cruzados sobre su pecho. —¿Qué hay de Riki?
—Es Domingo. Sunghoon no entrena hoy así que vendrá a cuidarlo y se quedará a dormir en la habitación sobrante.
—Espera, espera.— se detuvo cerca del auto y volteó nuevamente. —¿Ya te hiciste cercano a Sunghoon de nuevo? Awww...— comenzó a molestarlo y pinchó una de sus mejillas intentando avergonzarlo, cosa que no logró al recibir sólo un levantamiento de hombros por parte del más alto.
—Segundo, ¿cómo que dormir? ¿Pasaremos la noche afuera entonces?— sus ojitos se abrieron de par en par.
Heeseung suspiró y pasó por su lado nuevamente. Abrió la puerta trasera para dejar la maleta en uno de los asientos ignorando a Jake por completo. El menor le dió una suave palmada en el trasero al notar que no recibiría respuestas.
—Es por eso que no me gusta que hagas preguntas, siempre arruinas mis sorpresas.— finalmente respondió el mayor una vez se había reincorporado. —¿No puedes mantener esa linda y bonita boca tuya cerrada por un rato? Te lo agradecería mucho.
Jake sonrió irónicamente y posteriormente se acercó hasta tener que pararse de puntas para darle un piquito.
—Bien que te gusta mi bocota.— sonrió.
—Por más que me gusten tus besos, debemos irnos ya si lo que quieres es regresar pronto y jugar con Layla.
Shim finalmente acató las órdenes y se subió al asiento de copiloto. No tenía idea de si estaba vestido para la ocasión. Había decidido usar una chaqueta de mezclilla y demás ropa informal, pero el mayor a su lado portaba una camisa negra de botones arremangada hasta los codos que le hacía ver muy sexy a su parecer. No sabía si el lugar al que irían ameritaba ese tipo de ropa o esa era simplemente la manera de vestir del mayor cuándo no usaba trajes.
El viaje comenzó, por lo que Jake se apresuró para conectar su teléfono al bluetooth y poner su playlist de viajes que definitivamente no había hecho la noche anterior al enterarse de que saldrían a un lugar que le encantaría.
—¿Aún seguirás trabajando para mí?— preguntó el mayor luego de unos minutos de silencio.
La pregunta tomó por sorpresa al más bajo, quién extrañado apretó sus labios antes de responder.
—¿No quieres que lo haga?
Heeseung sonrió. —Me encanta que seas mi asistente, pero una parte de mí se siente mal al verte amarrado a mí aún cuándo eres así de talentoso para la arquitectura. No deberías desperdiciar tus habilidades en una empresa cómo la mía.
Jake lo entendió, pero la verdad es que no estaba seguro de si la empresa por la que originalmente había regresado a Corea lo aceptaría de nuevo. Después de todo, había rechazado su oferta al último minuto con tal de trabajar para Heeseung.
—Tienes razón, pero... ¿crees que alguien me querrá ahora?— su voz sonó preocupada. —Incluso en LHS hubieron personas hablando sobre nuestra relación a nuestras espaldas, ¿no crees que los demás ya perdieron el interés en mí luego de que se enteraran de que soy gay y doncel? Dios, no podría soportar tanta humillación.
—Si hacen eso entonces conocerán la otra cara de la moneda.— respondió Heeseung pero Jake le miró confundido incitándolo a ser más claro. —Les daré una golpiza.
—Es mejor mantenernos alejados de los problemas legales por ahora.— bromeó Jake sacándole una sonrisa a su acompañante. —Lix también me habló del lugar en el que trabaja el otro día, pero la verdad es que no estoy seguro de si debería solicitar una entrevista...
—Independientemente de lo que hagas y decidas, quiero que recuerdes que yo estoy aquí para tí.— le dió una rápida mirada antes de regresar su vista al camino. —No necesitas la validación de nadie más que la tuya.
Shim sonrió desde su asiento sintiéndose un poco mejor con respecto al tema. Le asustaba lo que las personas pensaban de su familia ahora. No quería imaginar lo mal que lo ha de pasar Riki en la escuela ahora que todos saben que es hijo de dos hombres. Y además, puede que los demás hasta crean que Ni-ki también es un doncel y lo desprecien y rechacen ahora por eso, ya que él sabe muy bien lo que se siente vivirlo.
Heeseung tampoco lo tenía fácil. En el tiempo que trabajó para él alcanzó a escuchar a muchos de sus propios empleados hablar de lo asqueados que se sentían al enterarse de a que su jefe le iban más los hombres. Muchos otros incluso hicieron bromas que sobrepasaban los límites y hubieron quiénes renunciaron porque no lo soportaban.
A Heeseung realmente no le importaba eso. Después de todo, quiénes trabajan para él y le hacían ganar dinero eran ellos. Sin sus empleos, estaban prácticamente acabados.
Parecía que les resultaba fácil olvidar cuál era su verdadero lugar.
—¿Que harás con eso, por cierto?— desvió el tema buscando respuestas de lo que llevaba rondando su mente desde hace un tiempo. —¿Red Moon ya no se construirá?
Le resultaba realmente molesto cómo los planes del mayor se vieron interrumpidos por culpa de personas que arruinaron su propiedad y ahora fingían que nada pasó.
—Tengo planeado algo mejor.— respondió decidido. —Cerraré Honey Moon y Full Moon...
Jake otra vez le miró sorprendido. ¿Pensaba deshacerse de sus clubes? ¿Estaba oyendo bien?
—Y crearé dos nuevos lugares aquí en Seúl. Volveré a empezar Red Moon, ya no será el... ya sabes, club "erotico" cómo lo llamábamos nosotros, ahora pienso hacerlo más grande que Honey Moon y podrán llegar músicos a presentarse.
A Jake le emocionó la idea. Sentía que los planes de Heeseung serían incluso más exitosos que los lugares que tenía actualmente.
—Y por otro lado... quién tomará el lugar de Red Moon ahora será Dark Moon. Cómo el nombre lo dice, será más oscuro y...
—Erótico.— volvió a completar haciendo reír al mayor. —Ese lugar le encantará a Lix.
Ambso rieron sabiendo bien que eso era cierto. El viaje no duró mucho ya que el mayor detuvo su auto al llegar al aeropuerto de Seúl. Jake estaba a punto de renegarle a Heeseung de que de ninguna manera saldría del país sin haber empacado y dejando a su hijo sólo en casa, pero nuevamente el mayor no lo dejó hablar.
—Te prometo que no iremos a otro país.— aclaró.
—Pero aún no puedo decirte más. Vamos.
Jake suspiró rindiéndose y decidió confiar ciegamente en Heeseung. Una vez entraron se dió cuenta de que el mayor ya tenía todo previsto, pues sacó los boletos de avión que había comprado con anterioridad y notó que quedaba poco tiempo para el primer vuelo a...
—¿Jeju?— preguntó viendo el boleto con atención.
Heeseung asintió. —¿Has ido ahí alguna vez?
Jake negó rápidamente. Aunque había vivido en Corea durante algunos años, nunca había ido realmente a otros lugares además de Seúl y ese día que recogieron a Riki en Busan.
—Pues hoy es tu día de suerte.
—¿Iremos a una playa?— su voz salió entre preocupada y emocionada. Nunca había ido a un lugar así, y menos con Heeseung.
—Sé que dijiste que te gustaría ir al Caribe... pero quería llevarte a una playa pronto, aunque realmente ni siquiera se comparen.— sonrió apenado. —No estamos en el mejor momento ahora cómo para tomarnos el lujo de ir a otro continente, ¿verdad?
Shim asintió sabiendo que eso era cierto. Para empezar él acababa de salir de un hospital y aún no tenía 100% extraída la droga. Se suponía que debía "descansar" pero no tenía realmente ganas de hacerlo. No cuándo se acababa de mudar a la casa de sus sueños y había recibido a una cachorra.
Por otro lado Heeseung estaba más que ocupado con su trabajo y los planes para sus futuros clubes. Tenía que reconstruir Red Moon y demoler sus bares actuales y al mismo tiempo vender sus ubicaciones.
Y luego estaba Riki, quién no podía seguir faltando a la escuela por tantas cosas que habían pasado últimamente. Además, un viaje fuera del país requería de mucho tiempo y preparación. No podía hacerse tan a la ligera aunque el dinero no sea realmente una preocupación para Lee.
—Prometo que en el futuro iremos a dónde tu quieras.— dijo el mayor tomando su mano y posando sus labios sobre esta para dejar un beso.
—No es necesario hacer tanto...— sonrió. —Podemos simplemente quedarnos en casa. No me importa dónde estemos, yo quiero estar contigo.
—Pero yo quiero ver cómo el sol ilumina más tu piel.— hizo un pequeño puchero.
Jake se volteó y comenzó a caminar llevando la maleta de Lee.
—Ni creas que vamos a tener sexo en la arena.
Heeseung rió y llegó a su lado rápidamente. Rodeó sus hombros con uno de sus brazos y acercó sus labios hasta su oído.
—En la arena no.— susurró coqueto.
—Ni en la arena ni en ningún otro lugar.— se apresuró a aclarar. Era muy temprano para sonrojarse.
Heeseung carcajeó no tan fuerte y besó la mejilla de su acompañante.
—Ya veremos, bebé. Ya veremos.
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