#027
⇦ 𝐓𝐇𝐑𝐎𝐖𝐁𝐀𝐂𝐊
—¿Q-qué es lo que quieres? ¿Esto?— mostró el chupete de bebé que tenía a un lado, viendo cómo el pequeño Riki de dos semanas no dejaba de llorar escandalosamente.
—Mira.— sacudió un conejito de peluche frente a él, sin embargo, Riki seguía llorando aún sin abrir sus ojos.
—Santo Dios... ¿qué hago?— pasó sus manos frustrado sobre su rostro, soltando un suspiro.
—¡Heeseung! ¡Haz que ese mocoso tuyo se calle ya!— escuchó a su madre decir.
Obviamente el pequeño era quién peor la estaba pasando después de su separación con Jake. Por alguna razón no quería beber la leche especial hecha para hijos de donceles, y tampoco se veía interesado en algún juguete, luz, sonido o lo que sea que lo distrajera. Había intentado mecerlo cientos de veces pero el bebé sólo lloraba más.
Estaba claro lo que quería.
Quería a su mamá.
Heeseung se removió en su cama y tomó el retrato a su lado. —Riki, mira... es Jake.— su hijo siguió llorando, claramente no entendiendo lo que decía.
—Es papi, bebé, tu otro padre...
Riki tenía la cara roja y su carita estaba empapada. Heeseung limpió sus lágrimas con muchísimo cuidado y delicadeza, levantó a su hijo y lo cargó en sus brazos. Acción que desesperó más al pequeño.
Heeseung escuchó unos golpecitos en su puerta, sintiendo el temor apoderarse de su cuerpo.
—¿S-sí?
El chico temía que fuera su madre la que estuviera al otro lado de su puerta, así que acomodó mejor a Riki en sus brazos de manera que pudiera protegerlo.
—Heeseung, soy yo.— escuchó la voz de una mujer. Esta pertenecía a la señora Huh, la mucama de su casa.
Lee abrió la puerta de su habitación y miró a la mujer, esta le sonreía con cariño. —¿Puedo pasar?
Heeseung asintió un tanto desconcertado. —Claro.— se hizo a un lado y cerró la puerta una vez la mujer había entrado. —¿Pasa algo?
La señora señaló al niño con una tímida sonrisa.
Heeseung también sonrió apenado. —Lo siento, no puedo calmarlo.
—¿Necesitas ayuda con eso?
—¿Podría? S-sí no es mucha molestia...
La señora sonrió una vez más y tomó a Riki en sus brazos.
—Para empezar... esta es la manera correcta de cargarlo. Asegúrate de proteger su cabeza y espalda. Deja que sus piernas se flexionen y se apoyen en tu brazo.— Heeseung miró con atención, notando cómo Riki ya no se movía escandalosamente pero aún no paraba de llorar.
—Aún sigue llorando...
—Seguramente tiene hambre. ¿Le has dado de comer?
Suspiró. —Intenté.— alcanzó su biberón y se lo pasó a ella. —Pero no lo toma.
Ella examinó la botella con atención y dirigió su vista al escritorio de tareas de Heeseung, dónde había una lata de leche junto a otras más selladas.
Ella suspiró. —¿Esa es la leche que le das?
Heeseung asintió. —Está hecha para hijos de donceles. Ya sabe... por lo de la leche materna...
La señora Huh rió. —Claro que lo sé. Pero no es muy
recomendable que se la des. Es decir... generalmente los bebés no tienen problemas para tomarla, pero si tu hijo la rechaza desde el primer momento, debe ser porque contiene una sustancia que el aborrece.
Heeseung cerró sus ojos frustrado.
—¿Entonces que puede tomar? Se morirá de hambre...
—Prueba con la leche para bebés de seis meses. Busca una que contenga nutrientes.
—¿P-pero no es eso peligroso...?
Ella sonrió enternecida por su nerviosismo.
—¿Prefieres verlo morir de hambre?
El negó. —Entonces iré a buscarla, y hablaré con su doctor sobre lo que pasa. ¿Puede cuidarlo hasta que regrese? Por favor...
Ella asintió.
La señora Huh fue de muchísima ayuda para Heeseung.
Cuándo al principio le resultaba difícil calmar a Riki, ella mágicamente lograba hacerlo dejar de llorar. Y lo que había dicho sobre su leche, fue la salvación para el pequeño.
Heeseung creyó que luego de esto podía empezar a valerse por sí mismo y cuidar bien de su hijo. Lo que era toda una farsa ya que cuándo menos lo esperó, habían comenzado sus estudios universitarios.
No le quedó de otra que dejar a su hijo bajo el cuidado de la señora Huh ya que, de ninguna manera, dejaría que su madre se hiciera cargo de él.
Mientras Heeseung estudiaba, Riki aprendió a hacer muchas cosas junto a la señora Huh. Aprendió a caminar, a hablar e incluso era bueno bailando.
La verdad es que Heeseung le debía su vida entera a ella. No quería imaginar cómo estaría Riki ahora si ella nunca le hubiera ayudado.
Cuándo Riki tenía cuatro años y Heeseung estaba cerca de graduarse, la señora Huh enfermó gravemente. Había dejado de cuidar a Riki por esto, así que Heeseung se aseguró de ingresar a su hijo en una guardería para que no se sintiera tan sólo.
Lamentablemente, mientras Heeseung compraba algunas cosas para su hijo para recompensar su tiempo perdido, había recibido la triste noticia de que la señora Huh se encontraba en un estado de riesgo en el hospital, y que lo más probable era que no podría sobrevivir.
Llegó al hospital con el corazón hecho trizas. Esa mujer había sido cómo una madre para él y hasta para Riki. Había sido una de sus salvaciones. Había sido la persona con el corazón más puro que había conocido... después de Jake. Y ahora... se había ido. Tal cómo su padre.
—Heeseung-ie... s-sé que ya no puedo hacer nada. Pero... aún tengo un último deseo, que me gustaría que cumplieras por mí.— pidió con voz entrecortada.
Heeseung estaba llorando fuertemente, pero aún así asintió frenéticamente con la cabeza, tomando la mano de la señora.
—Mi hija... Yunjin, tiene diez años. Se quedará sola. No tiene a nadie más que yo, y no quiero que crezca en un orfanato... — suspiró. —Te agradecería mucho... si te hicieras cargo de ella. No hablo de... criarla. P-pero, ¿quién pagará su escuela si yo ya no estoy más?
—Me haré cargo, no se preocupe.— aseguró. —Su escuela, sus clases de canto, todo... me aseguraré de pagarlo. Y la traeré a casa, se lo prometo.
Ella sonrió débilmente cerrando sus ojos.
—Cuando crezca... haz que tome mi lugar y trabaje para tí. Déjala pagarte todo lo que te debemos.
Pero Heeseung negó con sus ojos llorosos.
—Yo soy quién quedó en deuda con usted. Lo que hizo por mí y mi hijo... estoy eternamente agradecido por eso.
Heeseung notó cómo las líneas en el monitor cardíaco se hacían cada vez más rectas. Sabía lo que eso significaba, pero la señora Huh estaba luchando un poco más.
—También... q-quiero que hagas otra cosa por mí.— pidió, realizando un gran esfuerzo por hablar.
—¿Qué es?
—Asegúrate... de buscar al papá del niño.— sus ojos apenas se abrieron, para conectar su mirada con la de un sorprendido Heeseung.
—¿Q-qué-
—Tú... mereces... algo mejor.
Y antes de que Heeseung pudiera responder algo, antes de que pudiera incluso pensar bien en sus palabras..., el chillido del monitor que anunciaba que se había ido se hizo sonar.
Heeseung lloró más fuerte y apretó su mano con fuerza. Se levantó de su lugar y besó su cabeza con cariño, cómo despedida.
No sabía si sería capaz de cumplir con su último deseo, pero si se encargaría de cumplir el primero.
Heeseung iba caminando por las calles tomando la pequeña manita de su hijo de cuatro años.
—Aprovecharé estos momentos contigo, porque probablemente luego ya no lo pueda hacer. Crecerás y harás preguntas que no podré contestarte.
—¿Qué clase de preguntas?— para su edad, Ni-ki podía hablar bastante bien y conocía una infinidad de palabras sofisticadas, que claramente a veces no sabía cómo emplear.
Heeseung sonrió y paró su andar. Se puso de cuclillas frente a su hijo y acarició su mejilla.
—Esta clase de preguntas.
Para cortar la conversación, Heeseung besó la mejilla de su hijo, quién soltó un chillido y le vió con el ceño fruncido.
—¡Papá! Dijiste que ya no me tratarías cómo un bebé...
—¿Yo dije eso?— se hizo el desentendido. —¿Cuándo?
—¡Sí, lo dijiste! Dijiste : "está bien, dejaré de tratarte cómo un bebé si te comes los vegetales." ¡Y sí lo hice!
Heeseung recordó esa vez. Riki odiaba que lo consintiera, por lo que Heeseung usó eso a su favor e hizo que comiera y hasta que hiciera sus tareas de preescolar.
—Mmm... no lo recuerdo.— fingió. —¿Yo dije eso? ¿Entonces no te puedo besar?
Riki negó con un puchero en sus labios. —No-oh, papá no puede besarme aquí.— señaló su mejilla, pero en el momento exacto en que alejó su mano sintió los labios de su padre nuevamente sobre esta, dejando un sonoro beso. —¡Papá!
Heeseung rió. —Lo siento. ¿Qué hay de aquí?— señaló su frente y Riki volvió a negar, por lo que Heeseung volvió a besarlo.
—¡Papá! ¡Eres un traidor!— se quejó, pero también rió y alzó su cabeza hacia atrás al sentir a su papá hacerle cosquillas en la barriguita. Heeseung aprovechó tener el cuello de su hijo a su disposición así que se acercó a la zona para dejar un corto piquito. —¡Papá!
Heeseung rió más fuerte y tomó a Riki en sus brazos. Acarició suavemente su frente para hacer que ese feo ceño fruncido desapareciera y le vió con cariño.
—Puedes pedirme cualquier cosa que quieras, pero nunca que te deje de ver cómo un bebé.— dijo con suavidad. —Eres mi pequeño bebé y siempre lo serás.
Ni-ki hizo un puchero. —Pero papá, yo quiero ser grande, cómo tú. Quiero ser fuerte y guapo. Quiero ser bueno trabajando cómo tú.
Heeseung sonrió poquito y abrazó a su hijo. Cerró sus ojos, repitiéndose constantemente que lo que decía no era cierto. Porque lo sabía. Sabía que en cuánto creciera, todo esto acabaría. Era un niño, y nadie sabe lo que dice a esa edad. Todo era falso.
—Y yo quiero tú vivas feliz, con o sin mí.— dijo contra su oído.
—Papá.— le llamó y Heeseung se separó para verle con curiosidad. —Eres mi mejor amigo, claro que siempre estaré feliz a tu lado.
Y el mundo se detuvo para Heeseung. Podía ver la linda sonrisa de Riki luego de decir eso. Podía ver esos pequeños ojitos mirarle con adoración y entonces se preguntaba, ¿cómo podía darse por vencido cuándo tiene una sonrisa que proteger?
—Y estaré más feliz si me llevas al McDonald's.— sonrió inocentemente.
Heeseung rió. —¿Así que por eso era todo esto? Wah, eres un chantajista igual que papá.
Riki rió. —Quiero nuggets y papitas. También una cajita feliz con mi juguete y un helado de vainilla. Por favor.
Sonrió. —Todo lo que el bebé de papá desee.— besó nuevamente su mejilla.
ACTUALIDAD
—¿Estás bien?— preguntó preocupado.
Heeseung había estado viendo a un punto fijo en el suelo desde hacía diez minutos mientras rodeaba con sus manos el vaso de agua ofrecido por Jake.
« Eres mi mejor amigo, claro que siempre estaré feliz a tu lado. »
Aún podía escuchar la chillona voz de Riki diciendo eso. Aún recordaba esos valiosos momentos a su lado, antes de que se volviera un padre terrible.
—Sí.— respondió simple, sin mirarle.
—¿Quieres descansar? Debes estar muy agotado...— se sentó a su lado en el sofá de su apartamento y acarició levemente la espalda contraria.
—Ya debería volver a casa.— se levantó de su lugar.
—Quédate a dormir.— dijo seguro de sus palabras. Heeseung le miró sorprendido. —Conmigo.
En otras circunstancias Heeseung habría aceptado con gusto, porque joder, era Jake Shim quién le ofrecía dormir con él. El mismo Jake Shim que lo traía loco desde secundaria. No había forma de que quisiera negarse. Pero en este preciso momento se sentía tan fuera de sí mismo. Se sentía que era una especie de muerto vivo, sin ganas de nada, sin querer sentir nada, sin querer a nadie a su lado...
—No puedo hacer eso. ¿No te incomodaría?
—B-bueno... quizás algo. Pero quiero que duermas seguro hoy.— despegó su mirada de sus dedos jugando nerviosamente y levantó la vista para ver a Heeseung con los ojos más puros y sinceros de cachorrito que alguna vez había visto. —Déjame protegerte por hoy.
El corazón de Heeseung dió un brinco.
Dios, Jake... no me des falsas esperanzas.
El australiano había llevado al mayor a su habitación, sin recordar que esta era su segunda ocasión en el lugar. Heeseung sonrió al recordar las cosas que pasaron aquí hace un tiempo.
Jake diciendo que con el cabello rubio haría olvidarlo de su esposa.
Jake pidiéndole que le cante Saoko.
Jake llamándolo abuelo oso.
Jake diciéndole "Te amo."
Antes de que pudiera recostarse en la cama, el menor se acercó a él y lo despojó de su saco con una rapidez increíble.
—¿Q-qué haces?
Jake fingió inocencia. —Estoy quitándote la ropa que estorba. No piensas dormir con todo un traje de oficina, ¿verdad?
—¿Me quitarás los pantalones también?
Jake golpeó levemente su hombro. —Hablo en serio. Dormirás más cómodo en pijamas.
—Dormiré más cómodo si me abrazas.
Jake suspiró y siguió con el procedimiento de desvestirlo, esta vez desabotonando su camisa.
—Sí te abrazaré.
—También quiero que me cantes. Tienes una bonita voz.
—Okey.
—También quiero que me acaricies el cabello, dormiré en un segundo si haces es-
—Está bien, Hee, haré todo lo que quieras pero quítate la ropa rápido para que te pongas tu pijama.
Heeseung hizo caso cómo un niño pequeño y se apresuró a desvestirse hasta quedarse solamente en bóxers y su camiseta blanca.
—Jakey~ me llamaste Hee, cómo en los viejos tiempos.
Jake rodó sus ojos con una sonrisa. —Esa fue mi misma reacción cuándo me llamaste Jaeyun el día que nos reencontramos.
—Ese día me estaba cagando de la emoción por verte de nuevo, pero estoy seguro de que me veía cómo un idiota amargado.
—Me sorprendió esa nueva versión de tí.— confesó, fingiendo que no tenía a un Heeseung en ropa interior frente a él. —Nunca imaginé que pudieras ser así de serio...
—Es porque nunca lo fuí contigo.— respondió, soltando un bostezo y frotando sus ojos tiernamente. —Normalmente era así con todos, pero incluso ahora no puedo comportarme así contigo para nada...
Jake se dió la vuelta hasta su armario y sacó un buzo gris que seguramente le quedaría pequeño a Heeseung. Se lo pasó viendo cómo el contrario batallaba por no dormirse. Debajo de sus lindos ojitos había un rastro visible de lágrimas secas.
—Acuéstate ya hyung, podemos seguir hablando mañana.
—¿Estarás para mí mañana?
Jake rió. —Estamos en mi casa.
Heeseung también rió. —Cierto.
Tiempo después el mayor finalmente se metió a la cama, siendo arropado delicadamente por Jake, quién acarició su cabello y su nariz con la propia en un tierno beso esquimal. Heeseung notó que Jake se iba a ir así que lo tomó rápidamente del brazo.
—Iré a tomar agua.— rió y se safó del agarre. —Ya vuelvo.
—Vuelve rápido, ¿sí?
Jake sonrió enternecido. Heeseung era toda una masita.
—Volveré antes de que te des cuenta.
—Bueno.
Salió de la habitación y bajó las escaleras con dirección a su cocina. Tomó un vaso y lo llenó de agua, posteriormente tomándola con la vista fija en el piso.
Sintiéndose terrible.
Dios... ¿cómo no lo había notado antes?
¿Por qué fué tan idiota en el pasado y nunca se dió cuenta que Heeseung tenía una tormenta con la que luchar mientras al mismo tiempo hacía el esfuerzo por ser un buen novio y padre?
Las imágenes de un Heeseung desangrándose en el piso de su casa inundó sus pensamientos. Imaginando todos los golpes que recibió. Todas las veces que le hicieron daño, todas las veces que lo torturaron. Todas las veces que le hicieron sentir inservible, cómo si amar a alguien y formar una familia era algo incorrecto, cómo si estar con Jake fuera algo incorrecto.
Ahora lo imaginaba a punto de rendirse. Queriendo atentar contra su propia vida porque la realidad en la que vivía era demasiado para él. Lo imaginaba escribiendo todas esas cartas mientras lloraba incesantemente. Escribiendo cuánto odia a su madre. Cuánto odia su vida. Cuánto se odia a sí mismo.
Y es ahí cuándo se pregunta, ¿hubo algo que pude haber hecho para protegerte?
Sin darse cuenta, las lágrimas habían comenzado a deslizarse por sus mejillas. Sintiéndose tan horrible. La peor persona del mundo.
Dejó el vaso a un lado y se agachó hasta quedar sentado en el suelo y esconder su cabeza entre sus piernas dobladas, llorando con más intensidad.
No quería llorar frente a Heeseung. Quería ser su soporte, quería... ser la persona en la que Heeseung se apoye de ahora en adelante. Quería ser fuerte para él. Irónico, porque si esa hubiera sido su mentalidad hace unos dieciséis años atrás, las cosas serían muy diferentes.
—Lo siento, l-lo siento tanto... mi amor...— dijo entre pequeños sollozos.
Saber la verdad lo estaba matando. Por más que analizaba la situación, el seguía siendo el culpable. Ya ni siquiera podía recordar su propio dolor de joven y todas las veces que lloró por culpa de Heeseung. Ni las terapias, ni las noches de consuelo junto a Chan y Felix, ni las veces que maldijo a su ex pareja viendo sus fotos.
No.
Nada.
En su mente ahora sólo estaba el único pensamiento de que, si hubiera sido aunque sea un poco más considerado y un poco menos idiota, tal vez ahora Heeseung no padecería de ninguna enfermedad. Tampoco Riki tendría que vivir con padres separados y en esa espantosa casa. Y hasta él mismo, tendría mejor vida. Tal vez habrían vivido una hermosa vida juntos, cómo familia, cómo siempre debió ser.
Desearía tener una segunda oportunidad. Una oportunidad más para demostrar que esta vez estaría totalmente dispuesto a salvar su relación. Demostrar que no importaba qué, él cuidaría de Heeseung y lo apoyaría en cada momento, en cada aliento perdido.
Y Jake no lo sabía en ese preciso momento, pero esa segunda oportunidad estaba más cerca de lo que creía.
El verdadero infierno estaba por comenzar.
por cierto, ¿prefieren que haya jayhoon o sunjay en esta historia? lo dejó en sus manos, el ship más comentado se hará realidad jej
feliz segundo aniversario enha <3
Rin. (gracias por leer)
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