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#017

Era el último día viviendo en la casa de su padre durante esa semana, así que tenía que conseguir algo para su investigación o tendría que esperar otros largos siete días para hacer un movimiento. Ni-ki se preguntaba que debería hacer.

Con Jake las cosas eran muchísimo más fáciles, pues el australiano respondía todas sus dudas incluso si esto le hacía desatar recuerdos dolorosos del pasado. Sin embargo, su padre Heeseung era una historia totalmente diferente.

No podía solo ir y preguntarle « Hey, ¿por qué terminaste con el amor de tu vida y te quedaste conmigo como si fuera una carga? » , aunque no descartaba del todo esta idea.

Había pasado toda la lluviosa tarde del Domingo pensando en un plan para hacer que su padre le confiese cosas sin necesidad de que sospeche volver a juntarlos.

Y claro, ¿qué mejor idea que su especialidad?

El acohol.

Ni-ki quería reírse a carcajadas cada vez que recordaba su "maléfico" plan de emborrachar a su padre y escuchar todos sus pecados.

Actualmente eran las diez de la noche y Ni-ki, con su pijama de un azul obscuro, se encontraba en la sala de su casa esperando a su padre. Por suerte su abuela había ido a una de sus citas raras y no volvería hasta el día siguiente.

Por lo general Heeseung llegaba a casa pasada la medianoche, pero Ni-ki le había llamado diciendo que lo necesitaba en casa con urgencia. Y debe admitir que sintió bonito cuando su padre le dijo que llegaría de inmediato.

La puerta de su casa se abrió dejando ver a un Lee Heeseung cansado y preocupado hasta las patas, buscando a su hijo hasta debajo de la alfombra. Cuando localizó al menor no dudó en arroparlo en un abrazo que descolocó por completo a Ni-ki.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Dónde está mamá?

Ni-ki no respondió y solo se dedicó a corresponder incómodamente el abrazo de su padre.

—Sí... todo está bien, solo...

—¿Qué pasa?— preguntó, esta vez sentándose a su lado y recuperando el aliento.

—Papá.— le llamó. —Quiero ser como tú cuando sea grande.

Heeseung le vió sin entender. —¿Ah?

No digas eso, Riki.
Ni siquiera yo me quiero como soy.

—Q-quiero decir... quiero trabajar como tú. Quiero... aprenderme todas las bebidas que distribuyes y quiero ser útil para tu empresa... de todas maneras será mía luego ¿no?.

Heeseung sonrió. —¿Que estás tramando? Nunca te has interesado en mi trabajo.

Ni-ki se levantó escandalosamente. —¿¡Yo!? ¿¡Lee Riki!? ¿¡El heredero del palacio importador de alcohol más grande de Corea!? Yo nací para hacer esto.— palmeó su pecho con orgullo.

Heeseung soltó una carcajada. Cuando Riki se comportaba así, tan infantil y dramático le recordaba a Jake.

Asintió. —Bien... después de esta semana irás conmigo al trabajo si eso quieres.

—¡No!— gritó. Su padre enarcó una ceja. —E-es decir... ¿podemos ahora? Estoy impaciente.

Heeseung soltó un suspiro. —No es necesario eso de aprenderte todos los nombres de las bebidas... ni siquiera yo las sé reconocer todas y mi padre tampoco lo hizo.— le explicó. —Tu paladar es lo único que debes entrenar. No puedes ser un distribuidor de alcohol si tu tolerancia es un asco.

—¡Bien! ¡Veamos cuánta tolerancia tengo!

—Riki, tienes quince años, no vas a engañar a nadie.

—¿Tu a que edad probaste el alcohol por primera vez?— preguntó con curiosidad y con todas las intenciones de salirse con la suya.

Heeseung le vió entrecerrando sus ojos. —Bien. Tú ganas.

Se levantó del sofá y le hizo una señal a su hijo para que lo acompañara a la parte baja de su casa, donde nadie más que el podía entrar y con cuánta razón.

Ni-ki vió fascinado el lugar. Si bien muchas veces vió el trabajo de su padre como algo de lo que avegonzarse, ya que le parecía nada más que un borracho sobrevalorado, tenía que admitir que hasta el trabajo más asqueroso del mundo tenía su lado artístico, si es que eso tenía algún sentido.

El ático tenía las mismas vibras de esas series de la antigua Inglaterra. Lejos de verse aburrido, todo se veía tan elegante y hogareño. Habían estantes en cada lado de las paredes y todas estas estaban repletas de distintos vinos ordenados por año y marca. Posiblemente solo de decoración.

Heeseung sacó una caja de debajo de una mesa y al abrirla tomó entre sus manos dos botellas de soju comunes. Ni-ki tragó duro.

—No beberás mucho. Solo debes probarlo, ¿okay?

El menor asintió y tomó uno de los vasitos que su padre le entregó. Ambos se sentaron en un sillón y el mayor comenzó a servirle la bebida a su hijo. Una vez llenó los dos vasos, le indicó a Ni-ki que tomara el suyo y brindara junto a él.

Heeseung no esperó a que su hijo tomara y simplemente bebió todo el contenido como si de agua se tratase. Por el contrario, Ni-ki se tomó su tiempo y fue bebiendo el líquido de a poco hasta que sintió su garganta arder ante el sabor.

Terminó escupiendo todo sobre sus pantalones.

Heeseung rió. —Hey, ¿todo bien?

Ni-ki también rió. —¡Es horrible!

—Claro que lo es. Si quieres beber algo rico tenemos sodas en el refrigerador.

El menor negó. Necesitaba demostrarle a su padre que iba en serio.

—Dame más.

El mayor volvió a servirle a su hijo y esperó a que este se lo tomara por completo sin ningún inconveniente para servirse más a el mismo.

Heeseung siguió sirviendo otros tres shots más a su hijo hasta que supo que había sido suficientemente para su primera vez. Además, mañana tendría que vivir con Jake e ir a la escuela, por lo que embriagar a su hijo a altas horas de la noche no era la mejor idea.

—Bien, Riki. Es mucho por hoy.— se levantó del asiento y se quitó su saco. En lo que volteó para sacudir el polvo de su traje, el menor tomó la botella casi vacía entre sus manos y se tomó de un tirón el resto del contenido. Heeseung, al escuchar eso, volteó nuevamente y se estiró para alcanzar la botella, ahora vacía.

Riki rió con las mejillas enrojecidas.

Heeseung le vió con clara preocupación. —¡Riki! ¿Estás bien?

El menor volvió a reír escandalosamente y se levantó en una rapidez increíble para alcanzar el resto de las botellas en la caja. Como pudo abrió una de las botellas y salió corriendo cuando notó a su padre persiguiéndole por detrás.

—¡Riki! ¡Ven acá!

El menor no le hizo caso y simplemente se dedicó a correr más rápido al rededor del lugar mientras tomaba directamente de la botella y reía como un maniático.

Heeseung estaba asustado. Es como si su hijo de un momento a otro se hubiera convertido en una especie de bebé payaso adicto sin control de sus acciones. ¡Ni siquiera habían sido más de cinco shots cuando había comenzado a comportarse así!

Ni-ki tomó una de las botellas vacías y se la lanzó a su padre para tratar de quitárselo de encima. Heeseung paró en seco y la botella se rompió en pedacitos en el suelo. Riki volvió a reír.

Dios, estaba demente.

—¡Papá adivina qué! ¡Soy gay!— gritó desde la parte de arriba de uno de los libreros.

¿Que cómo había llegado ahí? Heeseung no tenía idea.

Ni siquiera le tomó importancia a lo que dijo. De todas maneras sabía que lo homosexual venía de familia.

—¡Lee Riki! ¡Bájate de ahí ahora mismo!

—¡Nop!— sacudió sus pies una vez se sentó en la madera del mueble, tomando el resto de la segunda botella.

Heeseung jaló sus cabellos frustrado y con sus largos brazos intentó jalar a su hijo por las patas. Ni-ki intensificó su agarre en el mueble y tiró nuevamente la botella para alejar a su padre.

El sonido del vidrio rompiéndose logró distraer a Heeseung lo suficiente para que Riki saltara de un librero al otro, con sus habilidades de ninja que Heeseung recién conocía que tenía.

—¡Saokooo papi saokooo!— gritó desde arriba.

—¿Qué?— Dios, ahora si Heeseung podía aceptar que Jake y Ni-ki eran iguales a la hora de tomar, y lamentablemente, le había tocado soportar a ambos.

—¡Riki! ¡Hablo en serio! ¡Ba-ja-de-ahí!— repitió, a punto de perder la paciencia.

—Okay~ — respondió simple el menor antes de lanzarse hacia su padre quien lo atrapó entre sus brazos. Una vez lo tuvo a salvo, Heeseung soltó un suspiro de alivio, que fue reemplazado por un grito de sorpresa al sentir un líquido bajar por su hombro hasta su cadera y luego el resto de su cuerpo.

Ni-ki le había vomitado encima.

Claro, si se pegó tremenda carrera de obstáculos mientras bebía una botella de soju.

Heeseung dejó que su hijo vaciara su estómago sobre el mientras le acariciaba la espalda. —Déjalo salir... no te preocupes por el traje caro de papá...— le "consoló" —...papá está aquí.— otra arcada de Ni-ki fue su respuesta.

Por si se lo preguntan despertó con un dolor infernal de cabeza y estómago, y de hecho, no habría despertado si no fuera porque el odioso brillo del exterior comenzó a molestarle la vista.

Se reincorporó en su cama con el ceño levemente fruncido y levantó su sábana al sentir que no llevaba nada puesto. Por suerte si portaba calzoncillos pero ver su torso desnudo le confundió aún más.

Batalló con el dolor un rato más hasta que unos toques en la puerta le hicieron quedarse quieto.

—Pequeño Lee, su padre me ha pedido dejarle unas píldoras para la resaca y... ¿sopa de pollo?.— anunció Yunjin, una de las trabajadoras de su casa.

—¿Eh?— fue lo único que alcanzó a decir, pues por alguna razón su garganta se sentía rasposa.

—¿Puedo pasar a dejárselo?

—Ah... s-sí.— se aseguró de taparse totalmente con sus sábanas.

Yunjin entró y dejó una bandeja en la mesita al lado de su cama. —También me pidió que le avisara que no asistirá a clases el día de hoy debido a su... estado.— rió —Y sobre su campamento de basketball, su instructor acordó que, en caso de que se sienta mejor, mañana podrá acompañarlos.

Todo esto le resultaba abrumador a Ni-ki. Su cerebro no estaba acostumbrado a trabajar tan temprano (aunque ya fueran pasadas las dos de la tarde) y cada palabra que salía de la boca de Yunjin parecía más confusa que la anterior.

¿Campamento de basketball? Hablaba de Jake, ¿cierto? ¿Jake había acordado con que fuera mañana a su casa?

Genial, su plan de sacarle información había sido un fracaso total y, para rematar, pasaría un día menos junto a su madre.

Ni-ki asintió entendiendo y luego de que la mayor abandonara su habitación se dispuso a hacer lo que su padre había dicho.

Se encontraba escribiendo tan concentradamente en su computadora cuando alguien, con una cabellera gris muy peculiar, abrió la puerta de su oficina, claramente sin haber tocado antes.

Heeseung frunció el ceño. Los únicos que hacían eso era su esposa, quien aún seguía en Italia, y Yeonjun, quien siempre entraba como alma que lleva el diablo. Sin embargo, esta cierta persona entró con tranquilidad, como si el fuera el verdadero dueño del lugar.

—Lee Heeseung.— le llamó, y Heeseung, como el hombre menos gobernado que es, levantó la mirada casi al instante haciendo a un lado su laptop. —¿Me podrías explicar que se supone que significa este mensaje?

Se acercó hasta su escritorio y la mostró la pantalla de su celular.

Heeseung rascó su nuca desviando la mirada.

—¿A qué te referías con algo?— entrecerró sus ojos.

—Pues... Riki enfermó. No es nada grave, no te preocupes.

—Claro que debo preocuparme, ¿qué es lo que tiene?— apoyó sus manos en el escritorio, dándole la sensación a Heeseung de que quién tenía el control ahí era él.

—No es nada... en serio... se va a mejorar.— murmuró cabizbajo, como si estuviera siendo regañado.

—Lee Heeseung.— el contrario le vió nuevamente. —Deja de ocultarme cosas, por el amor de Cristo, ¡se supone que ambos estamos cuidando de el ahora!

—¡Es que me vas a regañar!— le respondió cerrando sus ojos para fingir que Jake no estaba ahí. —Das miedo cuándo te enojas...

Jake soltó una risa sin gracia. —¡Si te estoy insistiendo es porque me preocupa mi hijo!— cruzó sus brazos y soltó un suspiro haciendo que el contrario abra los ojos. —Vamos, dime qué pasa.

—¿Prometes que no te enojarás?

Jake reprimió una sonrisa. —Uhm, lo prometo.

—Le di a Riki de tomar y terminó con una resaca terrible.— dijo cerrando los ojos nuevamente esperando el grito o la cachetada por parte del más bajo.

Jake abrió la boca para decir algo pero volvió a cerrarla al recordar su promesa. Arrugó el entrecejo y llegó al lado de Heeseung. El mayor estaba temblando cual gelatina en su lugar.

—¿¡Cómo diablos pasó eso!? ¿¡Por qué le das de tomar a un niño de quince años!? ¿¡Eres idiota!?— gritó en susurros para evitar armar un escándalo en la oficina del mayor.

—¡No fue mi culpa!— se defendió. —Osea sí pero... ¡El tenía curiosidad por el sabor así que le di un poco pero me distraje unos segundos y se bebió una botella entera! ¡Luego se subió a cada mueble que veía y reía como un cínico! ¡Fué espantoso! ¡Como vivir en una película de miedo!

Jake solo respiró profundo y contó hasta diez para no asesinar al mayor ahí mismo.

—Te voy a ahorcar, Lee Heeseung.

—¿Premio o castigo?

Ambos quedaron en un silencio incómodo. Uno porque de verdad tenía ganas de ahorcarlo con sus propias manos pero no estaba listo para ir a la cárcel aún y el otro porque simplemente sentía miedo por lo que pasaba por la mente del contrario.

—Bien, supongamos... que no le diste a un niño una botella de soju...— las cuales en realidad fueron dos, pero Jake no tenía por qué saberlo. —... ¿dónde está mi hijo ahora?

—En mi casa. No irá a la escuela hoy.

Jake asintió. —Genial, no hay forma de que pueda verlo.

—¿Por qué?

—Porque te recuerdo que nunca puse un pie dentro de tu castillo. Nunca me dejaste ir.

Heeseung hizo una mueca. —Si... es mejor que no vayas.

Jake se decepcionó ante lo dicho. No importa cuantos años pasaran, Heeseung nunca le tendría la confianza suficiente para invitarlo a su casa.

—Prometo que Riki irá contigo mañana... y lo siento... por ser un terrible padre y emborrachar a mi hijo. ¡P-pero no fue mi intención! Fue la primera vez que me sentí como un verdadero padre para Riki, debiste ver como me decía que quería ser como yo... aunque se que no lo decía en serio... es decir, ¿quién quiere ser como yo? No tengo nada más que mis clubes y soy un asco de persona, ni siquiera puedo pasar tiempo con mi hijo sin sentirme tan inútil y vivo todo el día pensando en tí y en como todo hubiera sido diferente si tan solo hubiera sido más hombre en el pasado y no decirte todo lo que te dije ese día y arrebatarte a Riki cuando eso no era lo que yo quería y yo ¡NI SIQUIERA SE POR QUÉ TE ESTOY DICIENDO TODO ESTO SI SE SUPONE QUE ME ODIAS Y NADA VA A CAMBIAR ESO!

Otro silencio.

El pecho del mayor subía y bajaba mientras trataba de recuperar el aliento ante todo lo que confesó. Ni siquiera sabe por qué lo hizo. No sabe por qué de repente sintió la necesidad de decirle a Jake la verdad.

—¿Qué?— fue lo único que pudo contesta el menor, totalmente aturdido ante las repentinas confesiones.

—Olvida lo que dije.— pasó sus manos por su rostro. —Debe ser porque tomé en el almuerzo.

—¿A qué te refieres con que eso no era lo que querías?— preguntó buscando la mirada del más alto con desesperación.

—Nada, Jake. Te dije que lo olvidaras.— esta vez pegó su cabeza sobre el frío material de su escritorio y dejó salir un suspiro. —Ya no tiene caso.— murmuró.

Entonces Jake estiró su mano para alcanzar la cabellera negra del más alto. Heeseung de inmediato sintió su cuerpo calmarse.

—¿Qué es tan difícil de decir?— preguntó suavemente. —¿Qué es eso que tanto ocultas? ¿Por qué no puedes solo decirlo?

Heeseung soltó una risa seca. —¿Eso cambiará algo acaso?

—Cambiará muchas cosas, más de las que crees.

Heeseung tomó la muñeca de Jake con la intención de alejarla de su cabellera, pero al tener a esa pequeña parte del australiano bajo su control no pudo resistirse ante sus propios deseos y lo jaló hacia él, consiguiendo que el menor cayera sobre su cuerpo y sus rostros quedaran a escasos centímetros del otro.

Jake intentó alejarse, pero el agarre era demasiado fuerte y Heeseung no tenía planes de dejarlo ir.

—Dolió... mucho.— empezó diciendo. —Pero duele aún más el hecho que me odies.— le vió con la mirada cristalizada. —Que ambos me odien.

Una parte de su subconsciente se moría por gritarle que se lo merecía, ¿pero era realmente así?

Heeseung seguía intentando decir más y Jake lo esperaba, pero nada más logró salir de su garganta. Jake suspiró y descansó su cabeza sobre el pecho marcado del mayor, sabiendo muy bien que no debería hacer eso. Heeseung era un hombre casado.

—Dime por lo menos... que lo que dijiste ese día era mentira.— pidió entre susurros. —Dime que cuando dijiste que ya no te gustaba... que ya no me amabas... dime que fue mentira todo eso y prometo creerte.

Heeseung tragó el nudo de su garganta y subió sus manos hasta la cintura del menor, atrayéndolo más a sí mismo, porque de ninguna manera quería soltarlo. No ahora.

—Fue mentira.— respondió, y escuchó un sollozo salir de los labios de su ex pareja. —Nunca dejé de amarte... p-pero el miedo fue más grande que mi amor por ti en ese entonces, o quizás fue el mismo amor que sentía por ambos lo que me hizo hacer lo que hice.

Y es que, en realidad, tenía toda la razón.

Heeseung no lo sabía, pero había tomado la decisión correcta.

🌷; uy ahora si se viene puro heejake agarrense los calzones

muchas gracias por leer 🫶🏻
Rin.

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