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#010

El día de Heeseung iba realmente como la mierda.

Desde que se despertó no hizo nada más que quejarse de todo lo que lo rodeaba y maldecir a cualquiera que tuviera en frente.

Sus empleados estaban más que acostumbrados a su increíble mal genio, pero hoy era de esos días dónde no soportaba ni el más mínimo de los errores y descargaba toda su frustración mediante gritos.

Descubrió que uno de sus mejores empleados—al que le tenía casi la misma confianza que a Yeonjun— había estándole robando dinero todo este tiempo, y cuándo se dió cuenta de eso experimentó su más grande dolor de cabeza, el cuál era diez veces peor que cualquiera que sufrió con anterioridad en la universidad.

Tenía muy claro lo que necesitaba ahora:
1. Estar solo.
2. Embriagarse.
3. Posiblemente dormir lo que resta del día.

Pero definitivamente no se esperaba para nada entrar a su oficina y encontrarse con la figura de su esposa sentada en la mesa de su escritorio cómo si este le perteneciera.

Traía puesto un vestido corto de color negro que se ajustaba a su figura apenas siendo sostenido por unas finas tiritas reemplazando las mangas. Sus piernas estaban cruzadas y sus brazos sosteniendo su mismo cuerpo en el escritorio de Lee, sabiendo muy bien lo que hace.

—¿Qué haces aquí?— dijo para nada sorprendido de su visita, pero definitivamente incómodo con ella.

—No necesito programar una cita para hablar con mi esposo.— respondió con simpleza. Heeseung pasó por su lado y se sentó en su silla frente al escritorio viendo como Hyerin se volteaba para verle de frente.

—Sabes que no me gusta que vengas sin avisar.— le reprochó con suavidad. Estaba en su límite pero sabía que no ganaría nada gritándole a la pelinegra.

—Mañana me iré a Italia.— dijo ignorando lo anterior dicho. Heeseung le vió esperando a que siguiera hablando pero al notar que no había nada más que decir dejó salir un "¿Y?" de sus labios. —¿Cómo que "¿Y?"?renegó. —¡Mañana-me-iré-a-Italia!

Heeseung desató bruscamente su corbata pero no se la quitó del todo. Frunció el ceño y vió expectante a la pelinegra. —Si, ya te escuché, mis oídos funcionan perfectamente bien. ¿Que quieres que haga? ¿No viajas todo el tiempo?

—Exactamente, y cada vez que viajo se esparcen los rumores de que mi querido marido Lee Heeseung me es infiel con cualquier perra más joven que yo.— alegó ella, sin embargo, no había ninguna pizca de celos en su voz. —Siempre hay fotos de tí y una chica rondando en las redes sociales y mis seguidores piensan que soy una estúpida por no haberme separado aún de tí.

—No me digas que crees en esas cosas.— soltó Heeseung con una sonrisa sarcástica. Bien, definitivamente hoy no era el mejor día para soportar a su esposa. —Tú sabes bien que por más que odie este matrimonio jamás sería capaz de hacerte eso a tí.— dijo sincero.

—Pues eso no es lo que la prensa cree, y yo no quiero arruinar mi imagen de esta manera, así que ni se te ocurra verte con alguien mientras yo no esté aquí, ¿me oíste?— Heeseung apretó la mandíbula y dirigió su vista hacia el ventanal a su lado como respuesta.

Segundos después Hyerin se levantó y rodeó el escritorio con cautela antes de jalar levemente la corbata del más alto para tener su rostro frente al suyo y dejar un casto beso sobre sus labios. Luego se alejó con una sonrisa de boca cerrada.

—Un solo artículo hablando negativamente sobre nuestra relación mientras no estoy y serás hombre muerto, Lee Heeseung.— dijo antes de irse.

Heeseung soltó un suspiro.
Bien, ahora tenía clarísimo que era el hombre más desafortunado del mundo.

Y como si las cosas no fueran lo suficientemente mal ya, minutos después Yeonjun ingresó a la oficina con una rapidez que le hubiera sorprendido a Heeseung si no fuera porque odiaba demasiado que entraran a su lugar de trabajo.

—¡Carajo! ¿Es que nadie respeta mi privacidad en este lugar?— alegó, pero antes de que pudiera seguir quejándose Choi puso una mano frente a su cara frenando cualquier palabra.

—Es... Ri...ki...— dijo con falta de aire.

Los ojos de Heeseung se expandieron ante la sola mención de su hijo y se levantó abruptamente de su lugar. —¿Qué? ¿Qué pasó con Riki?

—Soobin llamó... dijo que lo llevaron a emergencias... no podía respirar y su cara estaba inflamada...— Yeonjun notó el pánico recorrer los ojos de Lee y fue testigo de su rapidez al actuar, encaminándose directamente a las puertas de la habitación.

Choi lo siguió de cerca y una vez ambos estuvieron en el elevador, Heeseung tomó su celular y marcó el número de su madre. Pasaron unos segundos antes de que la mujer respondiera.

—Heeseungie~ ¿Todo bien?— respondió en un tono meloso.

—Mamá. ¿Qué pasó con Riki?— la cortó.

¿Riki?— dijo la mujer casi ofendida. Cómo si le molestara el hecho de que su nieto fuera la única razón por la que Heeseung le hablara por voluntad propia. —Ah... no lo sé, no lo he visto en todo el día. ¿Por qué? ¿Pasó algo?

Heeseung apretó su mandíbula y las venas en su cuello se hicieron notar. Se supone que ella debía cuidar de Riki mientras el trabajaba, ese era el trato. Ella debía saber siempre dónde está, qué hace y con quién está. Pero una parte de él siempre ha sentido el desprecio de su madre hacia su hijo, y sabe que, por muy cruel que suene, realmente no le importaría si algún día le pasara algo terrible a Riki.

—Llamaron del hospital.— fue lo único que dijo antes de colgar y dejarla con la palabra en la boca.

Guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y acarició el puente de su nariz con los ojos cerrados mientras soltaba un largo suspiro. Comenzó a arreglar nuevamente su corbata, y antes de que ambos pudieran salir del ascensor, Yeonjun soltó lo que tanto había estado ocultando hasta ahora.—Jake estaba con él.

Y entonces Heeseung quedó estático en su lugar, sintiendo su cuerpo ser completamente invadido por la sorpresa y la desesperación.

Existían muchísimas personas en Seúl.

Existían tantos lugares y a la vez tan pocas probabilidades de que él y su hijo se conocieran.

Así que, ¿cómo carajos lo hicieron?.

—¿Dónde está Riki?

A Jake le encantaría decir que esa voz ya no tiene ningún efecto en él.

Pero sería un jodido mentiroso porque en este preciso momento se encontraba con unas terribles ganas de llorar y arrodillarse frente a Heeseung arrepintiéndose de todos sus errores. Como si eso no fuera lo suficientemente humillante.

Sus ojos expresaban la sorpresa y el pánico que sentía en ese momento siendo incapaz de pronunciar una sola palabra. Felix detuvo las caricias y se alejó un poco de Jake pero uno de sus brazos aún rodeaba sus hombros, demostrándole al otro Lee que si le tocaba un pelo a Jake lo mataría sin importar que estuvieran en un hospital.

Sin embargo a Heeseung ni siquiera le importaba.

Sus ojos no demostraban ninguna emoción, cosa que confundió a Jake porque incluso para él, quien lo odiaba a muerte, fue una completa sorpresa reencontrarse.

Heeseung le miraba con un semblante serio y eso hizo sentir tan pequeño a Jake. Se notaba que había interrumpido algo importante pues traía puesto un traje azul oscuro a la medida que probablemente usaba en su trabajo.

Entonces recordó las veces en que Heeseung le decía en secundaria que nunca usaría un traje formal porque "se le veían mal" y porque "están apartados exclusivamente para el día de nuestra graduación y boda".

Patético.

Jake no pudo más y apartó la mirada sintiéndo náuseas por la tensión del momento.

Y entonces fue Jungwon quién decidió romper el silencio. —Ah... no lo sé... los doctores se lo llevaron a una sala de emergencia pero nos dijeron que esperáramos... aquí.— dijo con voz temblorosa y una nerviosa sonrisa.

Ni-ki no mentía cuándo decía lo intimidante que puede llegar a ser su padre.— pensó.

Una enfermera llegó al lado del más alto y tocó su hombro para llamar su atención. Heeseung volteó y le miró de mala gana. —El joven Lee fue trasladado a la sala de internación. Venga.— le dijo.

Heeseung giró sobre sus zapatos para ir al lugar indicado, pero el pecoso que acompañaba a Jake se levantó abruptamente de su lugar llamando así su atención.

—¿Qué? ¡Esto es injusto! ¿Por qué el si puede verlo y nosotros no?— alegó Felix.

—¿Porque el es su padre...?— respondió la enfermera con obviedad. Heeseung sonrió ladinamente y Jake sentía que iba a colapsar en esa silla.

Ambos salieron de la vista de los demás una vez se dirigieron a la sala dónde Ni-ki descansaba. Jake soltó un suspiro y Felix parecía estar a punto de golpear a alguien.

Oh, y cuánto deseaba que ese alguien fuera Lee Heeseung.

—Quiero vomitar.— dijo Jake levantándose y alejándose del lugar.

—Perdón por no decirtelo antes. Es que... y-yo no tenía idea de que el se iría con Jake...— dijo un apenado Yeonjun.

Heeseung suspiró. —No te preocupes... creo que lo entiendo.— respondió con los brazos cruzados sobre su pecho. —Sólo no vuelvas a ocultarme algo así o mi hijo correrá este tipo de peligros. ¿Entendiste?— Yeonjun asintió con la mirada gacha incapaz de ver al menor a los ojos.

El teléfono de Lee resonó en el lugar y al darse cuenta de quién se trataba cerró sus ojos con frustración. —Lo que faltaba.— murmuró antes de contestar y llevarse el aparato a su oído. —Sí, el está bien, mamá, no te preocupes. No es nada grave.— respondió desganado. —Ahora mismo está durmiendo pero cuándo despierte lo llevaré a casa. Bien. Adiós.

Y en el preciso momento en el que la llamada terminó, una silueta se posicionó detrás de él.

—¿Llevártelo? ¿Estás loco? Los doctores dijeron que no puede irse hasta que su respiración vuelva a la normalidad.— dijo la voz a sus espaldas.

Heeseung tuvo que hacer un gran esfuerzo para ocultar su nerviosismo. Se dió la vuelta para encarar a Jake quién lo veía con un semblante claramente molesto.

—Se irá una vez despierte.— dijo con seriedad. —En casa tiene toda la atención médica que necesita, no tiene por qué estar aquí. Ya está decidido.

Jake soltó una risa seca. —¿Decidido por quién? ¿Por tí? ¿Seguirás tomando decisiones por Ni-ki y por mi? ¿No crees que ya hiciste suficiente?— dijo cabreado.

Heeseung caminó hacia él con pasos lentos y con la mirada fija en sus ojos. Una vez estuvo frente a él, la diferencia de altura hizo tambalear un poco a Jake pero no se dejó intimidar.

—Quince años bajo mi cuidado y nunca pasó algo así.— dijo mediante susurros. —Dos semanas contigo y termina aquí. Dime Jake, ¿en serio crees que soy yo quién ya hizo suficiente?

Y Jake supo que había perdido en cuánto apartó la mirada avergonzado y no pudo refutar lo que dijo.

Porque era cierto ¿no?, no llevaba ni un mes viendo a Ni-ki y ya había hecho que el menor sufriera de esta manera. ¿Quién le podía asegurar que en el futuro no pasaría algo peor?

Odiaba admitirlo, pero Heeseung tenía razón. El tenía más experiencia cuidando a Ni-ki y eso le sacaba de casillas.

Porque era tan malditamente injusto.
Heeseung no merece tener la dicha de criar a alguien como Ni-ki.
No merece siquiera hacerse llamar su padre.

Heeseung negó con la cabeza y estaba listo para volver a su lugar cuando escuchó a Jake hablar de nueva cuenta.

—Ni-ki se quedará aquí, y no se irá hasta que le den de alta.— dijo con suavidad y seguridad a la vez. Heeseung sabía que lo estaba haciendo porque en términos de frialdad Jake no era bueno, pero cuándo se trataba de calidez se veía tan estúpido a su lado. —Y cuándo despierte yo seré el primero en verlo.— sentenció antes de voltear y desaparecer por los pasillos.

Heeseung se quedó quieto en su lugar con los labios levemente abiertos.

Queriendo decir algo.
Queriendo tener la última palabra.
Pero no pudo.

A Heeseung le parecía una completa estupidez eso de "la debilidad del ser humano es otro ser humano", pero ese hermoso australiano siempre es capaz de hacerlo sentir de la misma manera que él mismo hace sentir a los demás. Lo hace enojar tanto, pero a la vez logra hacerlo sentir como el completo idiota adolescente enamoradizo que fue hace años.

Heeseung siempre quiere tener la razón. Siempre quiere que las cosas se hagan a su manera, esté o no en lo correcto. Pero él sabe bien que Jake tiene todo el derecho de decidir lo mejor para su hijo, porque después de todo era su hijo. El de ambos.

Yeonjun, quién había sido un espectador de todo esto, silbó desde su lugar. —Tantos años y sigues siendo dominado.— se burló con una sonrisa pícara.

Heeseung apretó la mandíbula. —Cállate.

Tal cómo Jake había dicho fue el primero en ingresar a la sala de Ni-ki, quién acababa de despertar. Jake sonrió al notar los ojitos adormilados de su hijo haciéndolo ver mil veces más tierno de lo normal, aunque la razón no era la mejor.

—Hola...— susurró sentándose a su lado y acariciando sus negra cabellera. —¿Cómo te sientes?

Ni-ki ajustó su vista borrosa y se sentó en su camilla, quejándose cuándo notó la bomba de infusión conectada en su mano izquierda. —Bien... pero sentía mucha comezón y mi garganta ardía. No podía respirar.— suspiró. Su voz sonando más ronca de lo normal. —Debí dejar que Felix se comiera esos camarones.

—Lo siento.— dijo Jake. Sus ojos llorosos ante la culpa. —Y-yo no tenía idea de que tú... no sabía, lo juro...

—¡No es tu culpa!— Ni-ki se apresuró a negar viendo como su progenitor limpiaba sus lágrimas con la manga de su suéter. —Yo tampoco sabía... ¿okay? no había forma de saberlo.

Jake negó. —Pero era mi responsabilidad cuidarte...

—¡Y lo has hecho! Siendo sincero nunca me había sentido así de feliz hasta que te conocí.— dijo con sinceridad. —Esto ni siquiera fue tu culpa, no te sientas así ¿de acuerdo?.

Jake asintió con un puchero y se acercó a su hijo para abrazarlo. No creía para nada las palabras de Ni-ki, pero aún así apreciaba su esfuerzo por hacerle sentir menos culpable.

Heeseung veía todo desde el marco de la puerta. Su corazón latiendo sin control al apreciar la imagen frente a él.

Nunca pensó que el momento en que Jake y Riki se conocieran llegaría, pero ahora que tiene la dicha de verlo con sus propios ojos, la forma en que Riki lo sostiene cómo si lo conociera de toda la vida, la sonrisa en sus labios al limpiar las lágrimas en las mejillas de Jake. Para Heeseung esa era la vista más hermosa que alguna vez ha tenido la oportunidad de apreciar.

Se tambaleó ligeramente en su lugar rozando con su hombro el marco de la puerta. Se recompuso y arregló su saco de cierta manera "profesional". Entonces aclaró su garganta para hacer notar su presencia.

Jake y Ni-ki voltearon a su dirección, y el menor de ellos cambió su anterior expresión por una de completa pánico en una rápidez increíble. Los ojos de Ni-ki se abrieron ante la sorpresa. Ver a su padre ahí era la última cosa que se esperaba.

—¿P-papá?— dijo entrecortado. —¿Qué haces aquí?

Heeseung posicionó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y se acercó al par. Ni-ki le vió con temor en sus ojos esperando lo peor. Un golpe, gritos o lo que sea... pero no. Lo único en el rostro de Heeseung era una frígida mirada y una línea recta en sus labios.

—Jaeyun.— llamó, teniendo así la atención de Jake sobre él. —Necesito hablar con Riki. Déjanos solos un momento.— Jake suspiró al ver que Heeseung no despegaba su mirada de la del menor, posiblemente reprendiéndole en silencio.

Jake volteó hacia el menor y tomó su mano. —Hey... estarás bien.— susurró acariciando la mejilla de su hijo con su mano libre. —¿Okay?— Le dedicó una linda sonrisa.

Ni-ki le vió dudoso, no queriendo soltar su mano en ningún momento. Sin embargo, terminó accediendo con un asentimiento de cabeza. Jake volvió a sonreír y se levantó de su silla. Se alejó de los Lee y los vió una última vez desde la entrada.

Siempre soñó con esto.

Cuándo estaba embarazado cuidó tan bien de su bebé, esperando a tenerlo en sus brazos con el amor de su vida abrazándolos por detrás. Imaginó tantas veces el sonido de sus risas mezclándose, convirtiéndose en uno sólo. En su familia.

Siempre deseó verlos crecer juntos. Después de todo, Heeseung aún era menor de edad cuándo se convirtió en padre, y es por eso que a su "yo" joven le emocionaba mucho la idea de ver a Ni-ki crecer y quizás hacerse más alto que ambos, y a la vez ser testigo de cómo Heeseung se convertía en un hombre maduro.

Sin embargo, no era así como lo quería.

Esto no se sentía para nada bien.

Ni-ki creció, pero no tuvo la oportunidad de verlo hacerlo. Heeseung cambió, pero no para bien.

Esta no era su familia.
Todo se sentía tan roto y lamentable.
Tan incorrecto.

Jake finalmente salió del lugar. Dejándo a su hijo con el hombre que alguna vez amó, pero que ahora odia con todo su ser.

Heeseung se sentó sobre la silla al lado de la camilla, justo dónde Jake se había sentado antes. Se quedó sin decir nada, pero en ningún momento apartó su mirada de la de su hijo.

Ni-ki comenzó a jugar nervioso con sus manos y esperó a que su padre hablara primero.

Con el pasar de los segundos Ni-ki empezó a sentir que el aire le ahogaba (si es que eso tiene algún sentido), por lo que decidió iniciar la conversación.
—Lo siento, papá.

Heeseung quería preguntarle por qué.

¿Por qué se disculpaba?

¿Que había hecho mal?

Sin embargo el nunca diría eso. Tenía que hacerle entender a Ni-ki que verse con Jake estaba mal. Era algo que no podía dejar que pasara.

—Es bueno que sepas que lo que hiciste estuvo mal, Riki.— ante lo dicho, Ni-ki levantó su cabeza y sintió su pecho hundirse en decepción. Esa no era para nada la respuesta que esperaba. —¿Salir con unos extraños después de la escuela sin siquiera avisarle a mi madre, Riki? ¿Es en serio? ¿En que diablos crees que estabas pensando?

La voz de Heeseung sonaba más dura de lo normal, como si hubiera una razón en especial detrás de todo eso y quizás... eso era justo lo que pasaba.

—No eres un ser independiente. Aún tienes quince años, Riki, no puedes hacer simplemente lo que te plazca.— siguió recriminando. Ni-ki sintió su corazón doler ante cada palabra, y no era precisamente por lo dicho, sino más bien por el simple hecho de ser despreciado por su padre una vez más. —Llevas mucho tiempo saliendo con ellos, ¿cierto?. ¿Cuándo carajos tenías planeado decírmelo?

Y entonces Ni-ki no pudo más.

—¡¿Y tú?! ¿Qué hay de tí?— gritó con frustración. —¿Cuándo tenías planeado decirme que Jake es realmente mi madre y que todo este tiempo he vivido engañado por esta estúpida familia?

Y esa fue la primera vez que Lee Riki enfrentaba a su padre. Heeseung no se lo esperaba para nada, por lo que no pudo seguir con su aspecto frío y dominante, siendo ahora este reemplazado por la sorpresa.

—¿Qué-

—¡No trates de mentirme! ¡Por favor no lo hagas!— pidió el menor, a punto de levantarse de esa camilla con el fin de pararse frente a su padre y demostrarle que ya no podía seguir soportando el dolor. —Jake me lo dijo. Él es quien realmente me dió a luz, no Hyerin. Y hablando de ella... también sé que no puede tener hijos contigo y que su matrimonio no es más que una tonta alianza de la que no pudiste negarte.

Heeseung nunca escuchó a alguien hablarle de esa manera. Nunca nadie se atrevió a echarle en cara todas sus mentiras y engaños, y el hecho de que Ni-ki sea el primero en hacerlo hace que todo sea mil veces más frustrante.

—¿Por qué ocultarlo?— preguntó Ni-ki casi rogando. Necesitaba una respuesta. —¿Por qué? ¿Qué fue lo que pasó?

No.

No podía hacerlo.
No podía dejar que Ni-ki supiera eso.
Jamás se lo perdonaría.

Se levantó abruptamente de su silla, con una imagen muy diferente al inigualable Lee Heeseung que todos conocían. Sentía que todo se había puesto en su contra de nueva cuenta. Sentía que no tenía escape.

Mentir, huir, confundir y herir serían siempre su única alternativa. Lo único que podía hacer.

—Lo siento.— fue lo único que pudo decir, sin siquiera poder mirar a su hijo a los ojos. Vaciló unos segundos antes de salir de la habitación. Dejando a Ni-ki sólo, confundido y herido una vez más.

Al salir de la habitación se encontró con la no muy agradable imagen del rubio pecoso abrazando a Jake cómo si de lo más precioso se tratara (y es que lo era). Jake apoyaba su cabeza sobre el hombro del desconocido < para Heeseung > y enrollaba sus brazos al rededor de la cintura contraria.

Heeseung tuvo que hacer un gran esfuerzo por no ir hacia su dirección y sacar su lado posesivo, pues no sería más que una escena demasiado vergonzosa para él y para su ex-pareja quién parecía disfrutar del cariño otorgado.

Apartó la mirada bruscamente y en cambio se dirigió hacia el asiento de Yeonjun.

—Quédate cuidando de Riki hasta que le den de alta, ¿oíste?. Convence a Soobin para que te puedas quedar aquí esta noche o algo así, y mañana llevas a Riki a casa. Cuida de él, no dejes que nada más le pase, ¿de acuerdo?. — Yeonjun asintió tratando de guardar toda la información. —Me llamas cuándo esté en casa.

Una vez terminó de dar sus instrucciones salió del hospital con mucha prisa.

Necesitaba alcohol.

—¿Hola?— Jungwon entró a la sala de internación, dónde Ni-ki se encontraba llorando sin control. Al notarlo, Jungwon se acercó a él rápidamente y lo abrazó por sobre la camilla. —¿Q-qué pasó? ¿Todo bien? ¿Qué ocurrió?

Ni-ki no dijo nada, sólo dejó salir unos sollozos desgarradores para el corazón de Jungwon.

—Hey~.— le llamó con dulzura. —Eres fuerte, lo sabes ¿no?. Eres la persona más fuerte que conozco.— se alejó un poco para poder ver su rostro, el cuál se encontraba sonrojado por el llanto. —Pero hasta la persona más fuerte puede sentirse débil en cualquier momento y eso está completamente bien.
— limpió con sus pulgares las pequeñas lágrimas que se deslizaban por las mejillas del menor.

—Ya no quiero sentirme así.— dijo con la garganta doliéndole. —Ya no quiero sufrir, Jungwon.

—Y te prometo que ya no lo harás.— aseguró. —Todo esto se detendrá pronto, ¿sabes por qué?— Ni-ki negó. —Porque gracias a tí dejé de sentir dolor. Gracias a tí el infierno en el que vivo se ha hecho tolerable. Así que yo haré lo mismo contigo. — sus ojos buscaron con desespero los del contrario, su pecho estrujándose cuándo notó lo cristalizados que estaban.

—Eres mi héroe, Ni-ki.

🌷; Heeseung de este fic te quiero patear y abrazar al mismo tiempo.

Gracias por el apoyo <3 de verdad no pensé que alguien leería esta historia JAJAJAJA pero gracias por darle una oportunidad ^^.

Rin.

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