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#006

El sonido del tono de su teléfono hizo que despertara de su ensoñación, sacándole así quejas mañaneras. En la pantalla logró visualizar la llamada entrante de un número desconocido, así que luego de volver a quejarse decidió responder.

—¿Hola?

—Buenos días, señor Shim. Llamamos para notificarle que el paciente Yang Jungwon ya no se encuentra en nuestra localidad.

Eso pareció despertar más al australiano quien se levantó de golpe antes la sola mención del menor. —¿Ya no está? ¿Qué quiere decir?

—Revisamos las cámaras de seguridad y al parecer el paciente se escapó al rededor de la media noche.— informó la enfermera. —Contamos con un buen sistema de seguridad, pero encontramos una ventana rota en su sala. Lo más probable es que se haya escabullido por ahí.

¿Escabullirse? ¿Romper una ventana? ¿Acaso era un completo idiota? ¿En qué diablos estaba pensando?.

—¡Voy para allá!— avisó antes de lavarse lo más rápido posible y salir de su hogar.

—Como ya les había indicado anteriormente, la presentación se pospondrá hasta el próximo Lunes y tendrán que realizarlo en parejas o grupos pequeños.— en ese preciso instante, el timbre se hizo escuchar anunciando así el final de la última clase del día. —Pónganse de acuerdo entre ustedes. Se evaluarán sus conocimientos y compromiso, así como también su material de apoyo y comportamiento. La nota será más alta de lo que creen.

Todos en el salón de clases comenzaron a salir, incluido también el maestro. Segundos después permanecían en la sala únicamente dos personas. Un pelirosa guardándo sus útiles sin apuro alguno, y un azabache perdido en el mundo de los sueños.

Cuando Sunoo terminó de ordenar todo volteó hacia su compañero de asiento quién había estado durmiendo casi toda la clase final. No es que no hubiera dormido nada en casa o sufriera de insomnio, simplemente se le hacía aburrida la clase de Historia y las siestas sobre la dura madera de su mesa eran de cierta manera demasiado cómodas.

Sunoo soltó un suspiro cansado y usó su dedo anular para tocar el hombro del menor. —Ni-ki...— llamó, y como por arte de magia, Ni-ki abrió los ojos. Frunció el ceño confundido, pero al voltear y no ver nadie más que ellos supo que las clases ya habían terminado. Se levantó junto con sus cosas y se dirigió a la puerta. A punto de salir, Sunoo lo jaló de la muñeca deteniendo su paso.

—Tenemos una presentación juntos. Puedes ir a mi casa para que veam-

—No quiero trabajar contigo.— dijo con un tono frío y tosco, ese mismo tono usado por su padre. —Buscaré otro compañero.

—¡Vamos, Ni-ki! ¡No me hagas esto!— chilló el mayor y Lee sabía que se vendría una gran escena. —¡Han pasado tres semanas desde lo de Yeonjun! ¡¿Cuánto tiempo más actuarás así conmigo?!— comenzó a jalar ahora sus mangas y el costado de su camisa para llamar su atención.

Ni-ki suspiró y se dió la vuelta para encararlo. —Hasta que tú te decidas entre si vas a ser mi amigo— le vió con ojos llenos de rabia. Estaba cansado de toda la situación en general, y la forma de actuar de Sunoo no debería ser una molestia. Pero lamentablemente sí lo era. —...o si vas a ser una molestia en mi vida.

Sunoo estaba demasiado desesperado para que las cosas vuelvan a ser como antes, pero aún así logró notar un poco de Lee Heeseung en el comportamiento de su mejor amigo. Es como si se hubiera rendido ante su idea de ser diferente a él y hubiera decidido simplemente seguir el ejemplo de su malhumorado progenitor. Algo que Ni-ki prometió hacer nunca.

—¡Soy tu mejor amigo!

—¡No! ¡No te comportas como tal! ¡Un día me das esperanzas, me dices que me ayudarás a encontrarlo, me apoyas como nadie más! ¡Y-y luego... luego me dices que me dé por vencido! ¡Que todo esto es en vano!... ¡No pudiste siquiera consolarme como yo lo hice contigo!

—¡¿Como puedes decir eso?! ¡No tienes idea de cuánto yo deseé poder hacerlo pero simplemente no pude!— lágrimas de amargura se deslizaron por sus mejillas. —¡Tu no tienes ni una idea de cuánto me estoy obligando a apoyarte con lo de tu mamá aún cuando no estoy de acuerdo con que pierdas el tiempo buscando a alguien posiblemente muerto!

El pecho de Kim subió y bajó debido a su respiración acelerada. Ni-ki le vió sin expresión alguna. Una parte de el se lo esperaba, pero otra intentó tanto confiar en el pelirosa y sus años de amistad. Pero todo terminó en una decepción más en su vida. Ya ni siquiera le sorprendía.

—Sunwoo.— el aludido se tensó ante el llamado. —Se que esto no tiene nada que ver contigo, y sé que no puedo obligarte a que me ayudes si tu realmente no quieres hacerlo.— su voz ahora era tranquila, como si minutos atrás no estuviera gritando como histérico. —Pero yo de verdad deseé que lo hicieras... yo de verdad creí en tí.

Y es que ya estaba cansado. Aunque no quisiera admitirlo, Sunoo tenía razón. Su madre podría estar muerto en este momento y nadie podía devolverle todo su tiempo perdido. Así que era mejor dejarse de juegos y parar ahora. Estaba listo para tirar la toalla. —No me vuelvas a buscar a menos que sea porque cambiaste tu forma de pensar.

Ni-ki salió del salón y ni siquiera se molestó en voltear ante los llamados de Sunoo. Bajó hasta la primera planta de la escuela y estaba a punto de salir del local hasta que sintió un líquido desplazarse sin cuidado sobre sus mejillas. No se había dado cuenta que estaba llorando.

Se limpió las lágrimas con sus mangas lo mejor que pudo, pero estas seguían bajando como cascadas. —Mierda, si mi abuela me ve así me va a matar.— dijo entre sollozos. Retrocedió unos pasos antes de dirigirse al baño más cercano.

Estaba a punto de entrar cuándo de pronto escuchó el sonido de lo que parecía ser un golpe. Se quedó estático en su lugar y pensó en escapar lo más rápido de ahí, pero los gritos ahogados de alguien dentro de los baños le hizo encender todas las alarmas en su cabeza.

«Sunoo» fué lo único que su mente pensó, y eso fue más que suficiente para motivarlo a entrar.

Se encontró con el mismo grupo que molestaba a Sunoo, sin embargo, la victima esta vez no era él. Uno de los matones pateaba al débil chico en el estómago, y otros dos trataban de bajarle los pantalones a la fuerza. El chico gritaba con desespero por ayuda, pero se notaba claramente cansado y sin ganas de luchar.

—¡Hey!.— gritó Ni-ki llamando la atención de todos ellos. El "jefe" del grupo sonrió y dejó de golpear al chico. Luego se dirigió donde Ni-ki con las manos metidas en los bolsillos.

—Hey, ¿todo bien? Parece como si hubieras llorado.— dijo con una sonrisa burlona. Ni-ki le dirigió una mirada asesina y apretó la mandíbula.

—¿Qué.crees.que.haces?— dijo entre dientes.

El contrario rió. —¿Yo? nada... solo me estoy divirtiendo. Este payaso me debía dinero, yo sólo le estaba dando una lección.

Ni-ki enarcó una ceja. —¿Qué necesidad hay de golpearlo? ¿Acaso no conoces otros métodos de socialización?

La sonrisa del más bajo desapareció y un destello de odio cruzó por sus ojos. —No, prefiero hacerlo así. Pero si quieres... puedo parar con él...— se volteó para ver al chico quién parecía no poder detener la sangre saliendo de su boca. Luego volvió a dirigir su mirada a Lee. —... y puedo seguir contigo.

Ni-ki pudo divisar al afectado en el suelo y logró escuchar un débil "no lo hagas" salir de sus labios. Intentó levantarse pero el dolor no se lo permitió haciendo que cayera de nuevo al piso.

Ni-ki vió el dolor y sufrimiento en sus ojos y gestos. Sintió de nuevo ese horrible sentimiento de ver a alguien sufrir por idiotas como el que tenía enfrente. No era su obligación, pero volvió a sentir la necesidad de proteger a alguien.

—Adelante, hazlo.— dijo dando un paso más cerca. —Muéstrame que tan fuerte puedes golpear.— retó con una sonrisa que pareció fastidiar al contrario.

—Te voy a matar, Lee.— dijo entre dientes antes de levantar su puño y estrellarlo sobre la cara de Ni-ki. El sonido fue realmente fuerte y la marca que dejó no desaparecería en semanas, sin embargo, eso no pareció afectar del todo a Ni-ki, pues cuando se recuperó tomó al chico del cuello de su camiseta y lo estrelló contra la pared sin piedad.

Los ojos de Ni-ki se oscurecieron y estuvo a punto de comenzar a golpearlo cuando sintió a unos brazos tomarlo por detrás.

Claro, nunca pueden faltar los lamebotas del rey. pensó Ni-ki mientras rodaba los ojos.

Volteó para combatir a los otros dos estudiantes quienes parecían nada más que principiantes a comparación con las habilidades de Ni-ki para hacerlos quejarse del dolor.

—¡Cuidado!— escuchó la voz proveniente del chico tirado. Ni-ki volteó a tiempo para encarar a su primer objetivo y logró esquivar el puñetazo que tenía planeado darle. Lo hizo dos, tres, incluso cuatro veces más hasta que logró encerrar al tipo en el baño por un corto tiempo. Aprovechó para dirigirse donde el lastimado y lo levantó con sumo cuidado antes de prácticamente escapar de las garras del agresor quien segundos después ya los estaba siguiendo por detrás.

Mientras "corrían" Ni-ki sentía que a ese paso los iban a alcanzar pronto, por lo que tomó al chico en sus brazos al estilo recién casada y se sorprendió por lo ligero que era.

Corrió lo más rápido que sus piernas se lo permitieron sin mirar atrás en ningún momento, y cuando sintió que había corrido lo suficiente como para perder de vista a los matones, soltó un suspiro cansado y no pudo evitar soltar al chico en sus brazos, quien ahora estaba < de nuevo > en el suelo.

—Auch..— se quejó.

—Lo siento.— dijo un exhausto Ni-ki. —¿Crees que los perdimos? honestamente no los escuché seguirnos desde que salimos de la escuela pero siempre he dicho que es mejor prevenir.

El contrario sonrió tímidamente y asintió. —Sí, ellos... nos dejaron de seguir desde que salimos de la escuela.— luego de levantarse se rascó el brazo incómodamente. No sabía como seguir con la conversación sin sonar nervioso o frágil.

Ni-ki asintió. —Bien. ¿Cómo te llamas?— la pregunta lo hizo levantar la vista del suelo. —Yo soy Ni-ki. Bueno... en realidad me llamo Riki, pero prefiero que me digan Ni-ki. Suena más genial.— rió y logró contagiar al más bajo.

—Sí yo... he oído de tí.

—¿De verdad?.— asintió como respuesta. —Wow, la verdad pensaba que era invisible en la escuela y que nadie me notaba.

—¿Qué? Eres literalmente Lee Ni-ki... ¿Lo sabes, no?

—¿Qué tiene de bueno ser yo?— dijo suspirando.

—Que eres tú.— respondió el más bajo. Ni-ki le miró confundido. —Eres increíble por solo ser tú mismo. Eres buen estudiante, no molestas a nadie, eres atractivo e incluso defiendes a personas cómo yo. Eres como esos chicos de Wattpad.

—¿De dónde?

El contrario suspiró y negó con la cabeza. —Lo que quiero decir es que eres popular por quién eres, no por tu familia, si es eso lo que piensas.

Ni-ki no supo que decir. La verdad es que la razón por la que nunca se acercó a alguien más que Sunoo fue porque tenía miedo de que las personas solo quisieran estar cerca de el por su reputación y al final del día, se alejaran de él porque era igual de interesante que una roca.

—Gracias.— dijo con sinceridad.

—Gracias a tí.— respondió el chico mostrando una bonita sonrisa de agradecimiento acompañado con un tímido hoyuelo que no había salido hasta ahora. —No lo dije antes... p-pero soy Jungwon.

Ni-ki asintió. —¿Donde vives, Jungwon?

Estaba exhausto. Había ido al hospital y justo como le habían avisado, no encontró a Jungwon ahí. Intentó reportar el caso de extravío con la policía, pero no logró conseguir nada debido a que era extremadamente sospechoso que alguien que no tenía ningún tipo de conexión con el desaparecido lo estuviera buscando con tanto desespero.

Entró a su edificio y luego fué al restaurante dentro de este para comer algo. No había tomado el desayuno y ya era la hora del almuerzo, fácilmente pudo haberse desmayado en su intensa búsqueda de Yang pero por suerte consiguió las fuerzas suficientes de quién sabe dónde.

Al terminar de pagar se dirigió al elevador dónde no había nadie más que dos chicos en uniforme, y fácilmente podría haberlos ignorado si no fuera porque reconoció a uno de ellos.

—¡¿Tú?!— preguntó exaltado. Los chicos lo vieron con sorpresa, pero cuándo el más bajo de ellos también lo reconoció cambió su expresión por una preocupada.

—H-hola...

—¡Ya, Jungwon! ¿En qué estabas pensando cuándo escapaste? ¿Estás loco? ¡Te estuve buscando toda la mañana!— siguió gritando con frustración. El chico que acompañaba a Yang se interpuso entre ellos y la diferencia de altura intimidó un poco a Jake, pero no lo demostró.

—¿Quién es usted? ¿Por qué le grita a Jungwon?

—¡A tí qué cuernos te importa! ¿No ves que estaba herido? debía quedarse en el hospital para que lo trataran. ¡Pero míralo! ¡Se ve incluso peor!— dijo señalando las visibles heridas en su rostro. —¿Qué te pasó? ¿Te volvieron a golpear?

—¡No!— se apresuró en negar. —¡Y-yo... me caí de mi bicicleta! ¡Se lo juro!

—No trates de mentirme, es imposible que hayas acabado así por una caída.

—¡Es verdad! ¡Pregúntele a Ni-ki!

Ni-ki le vió con una mirada confundida, pero al ver como los ojos de Jungwon prácticamente suplicaban por ayuda supo que tenía que interferir una vez más.

—Sí, yo... yo lo ayudaba a andar en bici-

—¿Qué?— preguntó un incrédulo Jake. —¿Qué fué lo que dijiste?

Ni-ki ladeó su cabeza. —Que yo lo ayudé a andar en bicicleta.

—No. Antes de eso.— Jake se acercó con pasos lentos al par y Ni-ki, asustado, tomó la mano de Jungwon detrás de el. —¿Cómo lo llamaste?— preguntó ahora a Jungwon.

Yang también estaba confundido pero aún así respondió. —¿Ni-ki?

Algo dentro de la cabeza de Jake hizo click y volteó de nuevo al más alto. Ni-ki apretó su agarre en Jungwon. —¿N-ni-ki?— preguntó con los ojos muy abiertos.

El pelinegro asintió. —Sí, así me llamo... ¿Por qué?

Jake parpadeó un par de veces para luego retroceder y soltar una risa incómoda. —Nada, sólo... te llamas igual a alguien que conozco.— Jake le sonrió y algo dentro de Ni-ki se removió con fuerza.

No le gustaba del todo su nombre real, así que no entendía por qué lo haría... pero lo haría.

—En realidad yo... me llamo Lee Ri-...— y justo en ese instante las puertas del elevador se abrieron avisando así que habían llegado a su destino. Al de ambos.

Ni-ki suspiró decepcionado < sin saber por qué > y se volteó hacia Jungwon para despedirse de él.

—¿Riki?— preguntó Jake, ahora con la voz rota y con sus ojos a punto de soltar mares lágrimas. Ni-ki se volteó y al ver como el desconocido extrañamente conocido lo miraba con un último brillo de esperanza supo que el también tendría una última oportunidad.

Asintió. —¿Cómo lo sabes?

Una lágrima se deslizó por la mejilla de Shim, quién la limpió casi de inmediato. —"Porque así se llama alguien que conozco".— dijo seguro. — Por favor dime que eres tú...

Ni-ki sintió su corazón estrujarse, y dejándose llevar completamente por sus impulsos soltó su mano entrelazada con Jungwon < quién estaba más que sorprendido y confundido pero evitando que las puertas se cerraran de nuevo > y buscó alguna señal que le dijera que sus sospechas eran ciertas, algo que le avisara que quién tenía frente a el era...

—¿Shin o Shim?— preguntó sacándole una risita a Jake. —¿Cuál es tu nombre?

—Jake. Jake Shim— dijo por fin. —Solía llamar Ni-ki a mi hijo porque...

—...suena más genial.— dijeron al unísono para luego reír.

Ni-ki no lo soportó más y prácticamente se abalanzó sobre el mayor y lo envolvió con sus brazos. No estaba del todo seguro si era él, pero por ahora disfrutaría de su calor y luego lo averiguaría.

Jake correspondió y se permitió sentirse seguro en los brazos del desconocido. Algo dentro de él se sintió cálido por primera vez en quince años.

Jungwon carraspeó. —Perdón por interrumpirlos pero... creo que allá abajo hay personas que quieren subir.

Jake y Ni-ki se separaron y rieron algo incómodos. Caminaron fuera del ascensor y se detuvieron en medio del pasillo. —Necesitamos hablar.— dijo Jake, Ni-ki asintió pero luego recordó algo importante.

—Y-yo tengo que...— dijo señalando a Jungwon.

—No te preocupes, vivo aquí cerca. Soy su vecino.— respondió Jungwon con una sonrisa débil pero sincera.

—No, también necesito hablar contigo.— mencionó Shim. —Vengan, los dos.

¿Team Sunki o Team Won-ki?
—Rin.🥟

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