#003
—¿Crees que deberíamos ver a Yeonjun?— preguntó Sunoo una vez su maestro abandonó el salón de clases. Ni-ki y el eran compañeros de asiento, por lo que no hizo falta hablar tan alto para que el contrario lo escuchara.
—Sinceramente no creo que sea buena idea...— respondió Lee. Conocía bien a Yeonjun a pesar de sus diferencias de edad y aunque sabía que era como un padre para el, no podía evitar sentirse algo intimidado por hablar de algo que nunca antes había sido su principal tema de conversación.
—Ni-ki, ¿acaso crees que tu mamá caerá del cielo o algo parecido? ¡Si quieres encontrarlo debes hacer algo!
—¡Lo sé pero...— el menor pasó las manos por su cara. Estaba frustrado. —Es solo que... Yeonjun hyung da miedo.
—¿Miedo? ¿Le tienes miedo a Yeonjun?—
—No esa clase de miedo... si le pregunto algo y el se da cuenta de lo que sé, se lo dirá a papá y a el sí que le tengo miedo.— dijo sincero.
Ni-ki y Heeseung realmente nunca hablaban de verdad. El mayor solamente le dirigía la palabra cuando se trataba de temas de su empresa, LHS.
También solía hablarle cuando su maestra lo suspendía de clases por "iniciar peleas" (como los demás solían llamarle a su forma de defender a Sunoo de sus abusadores) y no necesariamente por el tiempo perdido en irlo a recoger a la sala de detenciones (ya que no hacía eso), más bien, enviaba a alguien a buscar a Ni-ki y cuando este regresaba a casa tenía que luchar contra la furia de su padre por no ser lo suficientemente maduro a su edad.
—Lo convenceremos de que no diga nada.— trató de tranqulizar el pelirosa acariciando su mano. —Yeonjun es un buen chico. Tu y yo sabemos que no haría nada que podría llegar a lastimarte.—
—Pero me ha ocultado esto por años...
—Bueno, sí. Pero si lo piensas mejor, este no es un tema que a el le incumbe. Si, es el mejor amigo de tu padre y trabaja para el, pero aún así no tiene nada que ver con su vida privada. Tal vez el sepa más que nosotros, pero no todos los hechos.
Ni-ki se quedó callado pensando en las palabras de su amigo. —¿De verdad crees que sea buena idea?— preguntó luego de suspirar.
—Estoy seguro de que es nuestro único método por ahora.
Ni-ki terminó accediendo aún dudoso. De todas maneras no podría ser tan malo, ¿verdad?.
—The damnest fuck! ¿Por qué trajiste tantas cajas? ¡No recuerdo que tuvieras tantas cosas.!— se quejó el pequeño rubio, Lee Felix.
—Eso es porque nunca lo visitabas y preferías quedarte en tu casa jugando videojuegos.— habló ahora Christopher Bang quien levantaba una de las pesadas cajas que el camión de mudanza había dejado minutos atrás. Ambos amigos ayudaban al australiano menor a decorar su nuevo departamento. Aunque a uno de ellos no le importaba del todo, el otro se podría decir que se esforzaba más quejándose que ayudando en sí.
—¡Debería estar haciendo eso en este preciso momento en lugar de cargar cajas del mismo peso que Jake!
—¡Oye!— se quejó el aludido quien estaba ahogándose en el gran número de cajas rodeándole en el centro de la sala.
—Nada de ¡oye!. ¡Oye tú y déjame descansar cinco minutos!
—¡Acabas de descansar! ¡No te quejes!
—¡Agradece que te estoy ayudando, mocoso!
—No has ayudado tanto que digamos. Chan ha hecho todo el trabajo y no se queja.
El mencionado entró a la habitación y soltó una de las cajas estrepitosamente antes de suspirar y posar sus brazos sobre su cintura.
—Fuck, Chris! ¡En esa caja está mi colección de tazas!
—¿Y por qué mierda traerías tazas a otro país cuando puedes comprar otras completamente nuevas?
—Se llama colección por algo.— Los mayores rodaron los ojos a la vez que soltaban otro sonoro suspiro. Jake al notar el cansancio de sus amigos dejó de acomodar su colección de pelotas de béisbol para levantarse y aclarar su garganta. —Bien... ustedes ganan. Vayamos a comer algo y luego volvamos.
Felix, quien estaba recostado en el sofá revisando sus redes sociales, saltó en un movimiento rápido y se dirigió a la puerta de entrada donde tuvieron que dejar sus zapatos por orden de Shim. —Thank you, God!!— gritó mientras se ponía sus zapatos torpemente —Me muero de hambre.
—De todas maneras esta era la última caja.— dice Chan saliendo de la habitación de Jake. —Comamos sushi.
—Tu invitas.— dijeron ambos menores al mismo tiempo antes de mirarse sorprendidos y chocar sus manos como tenían acostumbrado hacer cada vez que musitaban exactamente lo mismo al mismo tiempo.
—Odio cuando hacen eso.— Bang les regaló una mala mirada antes de rocoger su abrigo y dirigirse al par que lo esperaban en la entrada.
Los tres amigos ya se encontraban en el local de sushi hablando en su idioma natal y comiendo como si no hubiera mañana. Jake reía ante las ocurrencias de sus amigos y aunque por fuera se mostraba igual de divertido que ellos, por dentro su mente y corazón se sentían realmente cálidos. Esas personas que estuvieron para el en los peores momentos y que se atrevía a decir que salvaron su vida lo habían seguido hasta otro país al darse cuenta que volvería al lugar donde anteriormente fue lastimado, incluso cuando los tres ya no eran más unos adolescentes.
Por más que peleara con Felix, sabía que este era un amor y que se preocupaba realmente por el. Sabía que si supiera como es Heeseung o donde trabaja no lo pensaría dos veces para ir a romperle la cara e insultarle hasta los ancestros. Sabía bien que nunca en su vida encontraría a alguien como el.
Y por otro lado, tener a Chan en su vida lo hacía sentirse seguro. Sabía que no importa que edad tuviera o cual era su estado de ánimo actual, Bang siempre lo haría sentir mejor y que lo protegería incluso si no lo necesitaba. Le gustaba tener a alguien así. Amaba saber que tenía a los mejores amigos del mundo.
—Jake.— llamó el rubio sacándolo de sus pensamientos. Jake emitió un sonido indicándole que lo estaba escuchando. —Sabes que yo no quiero hablar sobre esto... p-pero es inevitable...
Shim dirigió ahora la mirada a la comida frente a el y tomó sus chopsticks para fingir desinterés aún cuando sabía de que hablarían. O mejor dicho, de quién.
—¿Que harás si alguna vez te encuentras con el...? ya sabes... p-puede pasar cualquier día y si no estamos contigo podrías estar en peligro... pero si lo estamos tampoco ayudará mucho ya que nunca nos has dejado ver sus fotos y prácticamente no sabemos nada de el por lo que será imposible saber como se ve. Solo sé que lo odio y que desearía que esté doscientos metros bajo tierra y juro que lo estará si lo ves por ahí aunq-
—Felix.— le interrumpió Chan mientras Jake aún seguía concentrado en el sushi. Odiaba como su cuerpo aún reaccionaba nervioso cada vez que hablaban de él.
—Sorry. Damn, i hate him so much.— dijo Lix con sus ojos al borde del llanto. Ni siquiera lo conocía, pero sabía que cualquiera que se atreviera a hacerle daño a sus amigos tenía su odio asegurado.
—No lo sé.— respondió Jake luego de unos minutos de incómodo silencio. —Si algún día llego a verlo después de tantos años... no sé cómo reaccionaré. Honestamente, ni siquiera sé si lo reconoceré.— dijo eso con un tono serio, uno que solo usaba cuando hablaba de Lee Heeseung. —Pero una cosa si es segura...
Yo también lo odio.
—¡Pero miren nada más! ¡Mi querido casi-hijo y su novio han venido a visitarme!— anunció ruidosamente Yeonjun a la vez que dejaba su bolígrafo en algún lugar de su escritorio. Se levantó para abrazar al par de amigos olvidándose por completo de su trabajo.
—No soy su novio.— dijo Sunoo con una incómoda sonrisa.
—Pero algún día lo serás.— Yeonjun apoyó sus brazos en el escritorio y recargó su cuerpo en él. —En fin, ¿que los trae por aquí?
Ambos chicos se vieron nerviosos a lo que Choi levantó una ceja. Esperó unos largos segundos antes de aclarar su garganta y volver a preguntar.
—Ni-ki, sabes que puedes venir aquí cuando quieras, prácticamente todo este lugar te pertenece.— bromeó el mayor tratando de aligerar el ambiente repentinamente tenso. —Pero... estoy algo ocupado con, ya sabes, el trabajo...— suspiró. —Tu papá me dejó extra trabajo hoy, al parecer está de muy mal humor y si no lo termino a tiempo probablemente me recalque todos mis mil y un defectos y honestamente no tengo ánimos para soportar su temperamento de mierda así que si no es mucho pedir... ¿podrías, no sé, decirme rápido en qué te puedo ayudar?
Ni-ki rió ante la extensa forma de correrlo. —Hyung, yo... uhm, bueno, verás... no sé... como... d-decirlo.— Ni-ki se sentó en uno de los sofás al sentir sus piernas temblar. La leve mención del mal humor de su padre fue suficiente para que su valentía se atorara en algún lugar de su cuerpo y sus intenciones de conocer a su madre retrocedieran todo el camino recorrido.
—Hey, ¿todo bien?— Yeonjun se acercó hasta su lugar y acarició su cabello. —Sabes que puedes decirme lo que sea.
—Es que y-yo...
—Ni-ki sabe que Hyerin no es su mamá.— habló Sunoo llamando la atención del par. Ni-ki sentía náuseas y ganas de llorar. Todas sus emociones se mezclaron repentinamente haciendo que deseara que un genio se le aparecira en medio de la oficina e hiciera que la tierra se lo trague.
—¿Ah?— Yeonjun fingió inocencia.
—Y-yo...— el menor cerró los ojos. —El doctor Choi Soobin dijo que mi mamá es un chico. Hyerin no es mi mamá.
Yeonjun se quedó en silencio unos segundos antes de soltar una risa escandalosa haciendo que Ni-ki abriera los ojos para ver su reacción que no esperaba para nada. Las carcajadas de Yeonjun eran tan altas que llegaron a molestar a Ni-ki. Fue iluso al pensar que Yeonjun sería diferente a su padre.
Yeonjun comenzó a secar las lágrimas que escapaban de sus ojos al reír tanto mientras su otra mano se posaba en su estómago. Ni-ki dirigió su mirada a un punto muerto de la sala y no pudo evitar apretar sus puños y mandíbula.
—Y-yo... Ni-ki lo siento... ¿que t-tu qué?— apenas pudo formular.
—Lo que oíste. Mi mamá es un chico.
Yeonjun apretó sus labios para no reír de nuevo y se dirigió a su escritorio. —Ni-ki, lamento decir esto, pero yo conozco más a tu padre que tú. Se que suena mal, pero es la verdad. Heeseung y tu no pasan tiempo juntos, y aunque desearía que no fuera así, las cosas son de esta forma.— comentó a la vez que jugaba nerviosamente con su corbata.
—¿Entonces por qué Hyerin me odia tanto?— se atrevió a preguntar lo que hasta ahora nunca había compartido con alguien. —Si ella es mi verdadera mamá, ¿por qué no se siente así?
Por fin la mirada burlona de Yeonjun había desaparecido y fue reemplazado por un semblante preocupado y con dudas. —¿Ella... te odia?
Ni-ki soltó una risa sarcástica. —No hay nadie en mi familia que me ame de verdad. De hecho... no hay nadie en el mundo que lo haga.
—No, Ni-ki, no digas eso.— Yeonjun se apresuró a negar. —Tu papá te ama, más de lo que piensas. Así como también lo hace Hyerin, tu abuela y tu tío Hyunjun. Yo también lo hago y Sunoo igual. Estás rodeado de personas que te aman.
—¡No es cierto!— gritó el menor entre la frustración y tristeza, aunque en este momento lo que más se podía percibir era su enojo. —¡Yo sé que la única persona que me ama de verdad es quien me dió la vida, y Hyerin...!— se calmó un momento antes de decir lo que sabía de su madrastra. Por más que la mujer fuera una bruja, a el no le correspondía ser quien dijera eso. —... ¡y-y Hyerin no es esa persona!
—¿Que te hace creer eso?
—No creas que soy idiota, ella tiene 25 años y yo 15, no hay manera de que ella me haya tenido a los 10.— dijo con obviedad. La verdad es que ellos también le habían mentido sobre la verdadera edad de la mujer y creció creyendo que era de la misma edad de su padre. Eso pareció dejar sin palabras a Yeonjun pues solo le miraba con la boca semi-abierta. —Lo único para lo que vine aquí es para que lo confirmaras y... no sé... ¿sacarte información?. Pero la verdad es que dudo que sepas algo que me haría muy feliz y no me lo hayas dicho solo por caprichos de mi padre.— intentó chantajearlo con sus palabras, cosa que logró por un momento hasta que Yeonjun negó con la cabeza.
—Lo siento.— fué todo lo que dijo.
—¿Qué?
—Lo siento, pero si alguien te lo dirá... ese no seré yo.— Yeonjun soltó un suspiro y volteó hacia el gran ventanal a un lado de la oficina que dejaba una hermosa vista de la ciudad que ahora estaba de noche. —Yo también estaba confundido.
Ni-ki intentó entenderlo, de verdad lo intentó, pero sabía que si estuviera en su lugar el no hubiera reaccionado igual. Si él supiera algo que la otra persona necesita saber o si el tuviera la única respuesta que podría salvar a una persona... el ni siquiera lo dudaría antes de decírselo.
¿Acaso nadie se daba cuenta de lo mucho que necesitaba una respuesta?
—Si no tienen nada más que decir pueden irse.— dijo Yeonjun levantándose de su asiento. —No le diré a tu padre lo que sabes, si es que eso te preocupa. Pero te pediré una única cosa.— suspiró. —Sigue fingiendo que Hyerin es tu madre. Es la única opción que tienes.— el tono serio en el que se lo dijo hizo sentir a Ni-ki que era más una advertencia u orden que debía obedecer sin importar qué.
Pero el ya no quiere seguir esta vida, el ya no quiere quedarse callado y hacer lo que los demás quieren. El ya no quiere que le escondan secretos y fingir que no sabe nada. El ya no quiere ser el único al que parece molestarle aparentar ser una familia feliz frente a las cámaras cuando detrás de ellas todo parece tan roto y muerto. Tan incorrecto.
—No.— dijo también levantándose de su lugar. —No haré nada que sé que me lastimará.— la seguridad en su voz dejó en claro que estaba hablando completamente en serio. —Y si no hay nadie que realmente piense en mis sentimientos... entonces al menos me tendré a mi mismo.— su mirada cayó brevemente en Sunoo y luego regresó a la del mayor. —Lo encontraré.— dijo finalmente. —Con o sin tu ayuda.—
Y sin nada más que decir, salió del lugar con su cuerpo ardiendo en llamas.
Ni siquiera se molestó en disculparse con las personas con las que chocaba en su camino al ascensor, o en voltear hacia su amigo quien lo seguía desde atrás gritando su nombre. Solo quería desaparecer y nunca más volver a saber nada de nadie. Quería estar solo y no volver a despertar.
—¡Ni-ki! ¡Alto!— escuchó la voz de Sunoo a sus espaldas aún cuando ya no se encontraban en la empresa y había comenzado a caminar por las frías calles de Seúl.
Finalmente se detuvo para esperarle aún sin voltear. Sunoo llegó a su lado respirando pesadamente y fingiendo cansancio. —¿Por qué siempre haces eso? ¡Ya te dije que tengo piernas cortas!
—Eso no es mi problema.
—Ouch.— dijo un indignado Kim. Ni-ki siguió caminando ahora con un Sunoo siguiéndole cerca. —Así que... ¿qué haremos ahora?
—Buscar otra alternativa.
—¿Bromeas? Yeonjun era la última alternativa.
—¿Y que sugieres que haga entonces?
Sunoo suspiró antes de decir lo último que Ni-ki quería oír. —Tal vez... darte por vencido.
Ni-ki soltó otra risa sarcástica. —De verdad creí que podrías cambiar por mi.— aceleró su paso haciendo que Sunoo tuviera que hacer de nuevo un esfuerzo por seguirlo de cerca.
—¡Lo hice! ¡Ni-ki yo te-
Entonces un auto se estacionó a su lado interrumpiendo sus palabras y deteniendo el andar del menor. —Suban.— dijo quien conducía. Sunoo se alivió al saber que era Yeonjun pero Ni-ki no sintió precisamente lo mismo y solo atinó a seguir caminando pero esta vez Yeonjun fue más rápido y posicionó el auto frente a él casi atropellandole. —Dije que suban.— ordenó seriamente.
Ni-ki suspiró y se subió al asiento de copiloto mientras Sunoo optó por sentarse en los asientos traseros.
—No quiero ir a mi casa.— dijo Lee viendo la ventana.
—¿A donde irás entonces?
—A la mía.— dijo Sunoo y Yeonjun solo le vió por el retrovisor antes de regresar su mirada a la autopista.
Llegaron a las afueras de unos apartamentos en medio de la ciudad, lugar donde vivía Sunoo. Ambos chicos bajaron del auto y se dirigieron al lugar. Sunoo se despidió del mayor y le agradeció con una reverencia mientras que Ni-ki ni siquiera se molestó en voltear y se dispuso a entrar al lugar como si fuera su propio hogar.
Yeonjun suspiró ante el comportamiento del menor y estuvo a punto de emprender de nuevo su viaje cuando una silueta llamó su atención. Una muy conocida de hecho.
Tres hombres pasaron al lado de su auto y Yeonjun ni siquiera se molestó en disimular su mirada gracias al vidrio polarizado de la ventana.
Todo pasó en cámara lenta. Sentía que todos los años que pasaron habían sido simples segundos sin importancia al visualizar su característica sonrisa, la forma en que acomoda su cabello hacia atrás con sus delicados dedos, el sonido de su risa, los conocidos giggles que su amigo tanto mencionaba, y su distintiva aura encantadora que dejaba embobado a cualquiera.
Si así se sentía él luego de verlo en años, no quería saber como se sentiría su mejor amigo.
El hecho de que Shim Jaeyun viviera en el mismo edificio que el mejor amigo de Ni-ki era lo que menos le preocupaba en este momento, mucho menos el hecho de que existía la gran probabilidad de que allá adentro se encontraran y el deseo del pequeño Lee milagrosamente se haga realidad. No, eso ni siquiera pasó por su mente.
Rápidamente sacó su teléfono y torpemente buscó el contacto de su amigo. Al hablar muchas veces por temas del trabajo fué fácil encontrarlo en la lista de sus llamadas más recientes y se dió cuenta que tenía llamadas perdidas suyas de hacía 30 minutos antes, probablemente cuando aún hablaba con Ni-ki.
Presionó el botón de llamar y empezó a tocar ansiosamente el volante frente a el esperando a que Lee contestara. Escuchó su voz al otro lado de la línea y suspiró aliviado.
—¡Vaya! hasta que finalmente se te da por responder mis llamadas. ¿Ya terminaste de hacer lo que sea que hacías en tu claramente no-hora libre? Porque si es así ¡ponte a trabajar de una maldi-
—Regresó.— le interrumpió Yeonjun al borde del colapso.
—¿Qué?.
—El regresó. Está aquí.
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