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°24

....El silbido del viento trajo consigo una calma efímera. Interrumpida violentamente con el traqueteo de cientos de pasos y voces furiosas que decidieron asaltar la guarida de los "Izsarr" con un salvajismo imperturbable.

Decenas y decenas de aventureros aguerridos entraron en tropel en las antiguas ruinas cavernosas. Ignorando las runas grabadas en las paredes que tililaban con una luz decadente.

El grupo de Wolgrank fue el último en entrar. Pues eran los más sensatos y experimentados.

El líder de los lobos desterrados tomó un último trago de su cantimplora, y deslizo su hacha de batalla con un sutil movimiento. Uriek y Gulltank se posicionaron a sus costados. Cada uno sosteniendo un arma letal.

La punta de una lanza y el mortal balancear del filo de dos hachas custodiaron a su líder. Mientras el ruido de la batalla más adelante resonaba en las paredes.

Los primeros cuerpos con los que se toparon fueron de un joven aventurero aguijoneado con una lluvia de dardos. Los pinchos medio clavados en su piel segregaban una repulsiva sustancia verde, y la mirada perdida del muchacho revelaba que había muerto en cuestión de segundos en retortijones agonicos.

Un pelotón de goblins machados a pisotones yacia más adelante, con las cervatanas rotas y dagas a medio desenvainar. Era obvio que habían sido los autores de la muerte del muchacho, y que al ver imposible el recargar a tiempo para darle muerte a los demás miembros de la acometida principal. Murieron aplastados por la horda aventurera sin siquiera poder sostener bien sus armas.

A Wolgrank le dio un escalofrío reconocer semejante primera defensa, y se volvió a sus hombres haciendoles señales para que estuvieran atentos.

La guarida de los goblins se dividía en distintos caminos oscuros que descendian en confusos pasadizos posiblemente llenos de trampas y goblins asesinos. Por lo que, encendiendo una antorcha de mano, lanzó la primera estela fogosa de luz al interior del pasillo más cercano. Manchas de sangre y cuerpos tanto de aventureros agonizantes como los destrozados restos de goblins patéticos yacian en el corredor. Más adelante, la mirada furiosa de un goblin de extremidades flacuchentas y desnutridas, abotargado con una gran panza. Sostenía una cervatana mientras de sus labios brotaba saliva corrosiva.

Uriek le dio de lleno al monstruo justo en la panza, y esta reventó con un hedor insoportable que se esparció por todo el pasillo hasta ellos.

El guerrero de asalto se tapo la nariz y la boca con un pañuelo imbuido en alcohol para heridas, y camino hasta el cadáver goblin para recuperar su arma. De paso, comprobó que la antorcha de su líder siguiera encendida, y le hizo señas a los suyos.

-Es obvio que este maldito nido es más extenso de lo que se creía..Maurice, Moka. Saquen a los moribundos y encargense de que no mueran por el veneno..apiadense de los que no tengan salvación-.
Ordenó Wolgrank.
-El resto conmigo. No nos separaremos-.

-Wolgrank...-.
Gulltank batallo un poco para internarse en aquellos pasillos reducidos. No quitándole el ojo de encima a los heridos.
-Solo hay flechas y dardos...-.

-...Esos desgraciados Izsarr, son más listos de lo que crei. Mira que usar proyectiles venenosos en lugares así de cerrados. Los pobres desgraciados que se lanzaron en bandada al comienzo de este asalto ya deben estar casi todos muertos..-.
Wolgrank desengancho su mochila de medicamentos y remedios, y se los paso a Moka. Cada lobo desterrado tenía una igual.
-Tres mochilas preparadas por el viejo Masías..usenlas bien, si ven que esos malditos pervertidos se aglomeran en la entrada, matenlos a distancia y no dejen que los atrapen vivos. Protengan especialmente a las mujeres. Moka..estos son peores que tus antiguos amos-.

-Lo dudo mucho Wolgrank-.
La guerrera salvaje escupió al suelo y removió la tierra con sus dedos para crear lodo. Luego unto el lodo en las heridas de los chicos semi inconscientes con un poco de aquel unguento mezclado con la sabia que tanto le gustaba mascar.

Maurice la ayudo a rebajar las toxinas, y con cuidado sacaron a todos los aventureros envenenados.
Aquel pasillo estaba repleto de cadáveres goblins, y casi podían contarse la media centena de pieles verdes masacrados.

Toparse de frente con una pared ofensiva semejante era una sentencia de muerte. Por lo que aquellos muchachos tuvieron una pelea infernal antes de caer.

.......

Con dos guerreros menos. Wolgrank se interno cuidadosamente por los pasillos y pasajes semi derrumbados acabando rápidamente con todas las patrullas de goblins que se amotinaban en las madrigueras de donde se escuchaba el llanto de las jóvenes aventureras raptadas durante el asalto.

Los lobos desterrados se abrieron paso entre los bloques repulsivos de goblins armados con dagas y palos con astillas venenosas. Wolgrank y Gulltank descargaron brutales hachazos que partieron la tierra y esparcieron sangre y entrañas en las paredes. Habían clavado algunas antorchas en el suelo para asegurar zonas iluminadas, y batallaban contra las enmarañadas huestes que salían por montones de escondrijos.

Dardos salían disparados en la oscuridad, y los lobos desterrados luchaban sufriendo los efectos de los misteriosos venenos y drogas alucinógenas. Con pulcritud bebían todo tipo de antídotos mientras sorteaban los golpes goblins en cada combate, y poco a poco, rescataban a las muchachas capturadas por esas perversas criaturas.

En total, cinco de seis chicas fueron recuperadas, y el grupo de guerreros se vieron obligados a retroceder por donde vinieron pues el techo cavernoso se vino abajo aplastando a una aventurera cuyo destrozado cuerpo era abusado por un grupo de pieles verdes desnutridos que murieron bajo el peso de las rocas desesperados por reproducirse.

A Valderius se le revolvió el estómago, y con prisas, cargo a una de las muchachas para llevarla a la salida. Quería ver a Moka, y asegurarse de que estaba bien.

Algunas de esas aventureras inconscientes ya habían sido violadas en el pequeño lapso de su captura. Y, aunque cedadas, sufrirían pesadillas cada que la oscuridad se carnicera sobre ellas.

Gulltank se aseguró de tapar bien los cuerpos maltratados de las chicas, y Wolgrank junto a Warperin sellaban más
pasajes goblins para evitar ser perseguidos durante su salida al exterior.

A su llegada al primer pasillo donde se internaron, más cuerpos mutilados de goblins los recibieron.
Moka limpiaba sus machetes mientras Maurice cosía un corte profundo en su abdomen. Un goblin horripilante de buen tamaño yacia tendido en las afueras de la cueva mientras sus entrañas se esparcian en un charco de sangre. Algunos goblins habian tratado de atacar a los lobos desterrados que curaban a los aventureros heridos, pero no se esperaron semejante resistencia.

-Vencieron a un caudillo goblin-.
Wolgrank les aplaudió mientras depositaba con cuidado el cuerpo bien tapado de una chica gato de cabello rojo. La joven respiraba pesadamente, atrapada en una pesadilla imbuida por las drogas en su torrente sanguíneo y el abuso relámpago que había sufrido.

Moka se le quedó mirando un buen tiempo, recabando en las palabras que su líder le había dicho.

Se apiadó de las chicas, y tuvo especial cuidado en tratar sus cuerpos.
Mientras las chicas eran curadas física pero no psicologicamente. El resto de lobos desterrados volvieron a la guardia goblin.

Detrás de ellos. Al fin los mercenarios de las tres familias se decidieron a entrar, pues se habían ocupado en montar pequeños campamentos mientras el resto de aventureros de menor gama sufrian las mayores bajas.

De todos los jóvenes que entraron ahí. Muy pocos conseguian salir por sus propios méritos. Quedando el resto atrapados en una pesadilla subterránea de túneles repletos de seres piel verde de ansias retorcidas.

Los lobos desterrados se sumergieron en la oscuridad. Y esparcieron muerte a cada goblin que se atreviera a atacarlos.

Llegados a un punto. Wolgrank se percató de unas venas de luz extraña que pulsaban en las paredes y parecían llegar a un túnel maltrecho donde apenas y se podía entrar.

Gulltank era el único que no cabía en semejante espacio, y compartió su inquietud con sus compañeros. Pero su líder lo tranquilizo y le encargo una gran tarea.

El panzudo berserker tenía que cuidar aquella entrada, mientras sus hermanos de batalla se internaban ahí para explorar cualquier sitio oculto y descubrir que había ahí dentro.

Las guías runicas eran demasiado llamativas como para ignorarlas. Y Wolgrank adivino encontrar algo grande en aquel túnel.

Decidido. Fue el primero en entrar. Seguido de sus lobos desterrados mientras Gulltank gruñia molesto por lo testarudo de su líder y lo imprudente de sus compañeros.

-Maldición....¿Eh?-.
El berserker glotón levantó sus hachas y se tenso, listo para recibir a quien quiera que anduviese cerca.

Ruidos extraños resonaron en el pasillo a su derecha. Y una multitud parecía acercarse rápidamente a él.
Apretó los dientes, y con gran furia, se preparo para defender su posición como lo había prometido.

...................

La neblina se negaba a acercarse al nido goblin de los Hojas malditas.
Tenía miedo pues percibía a quien había sido capaz de lastimarla.

Boarkh se percató de esto, y se burló de la elemental patética que tenía como apoyo. Igneon había ido a destruir el sello en el nido de los Izsarr. Y a ellos les tocaba lo más fácil.

El jabalí monstruoso se preparo, y olisqueo el terreno para buscar alguna entrada. Localizo un socavon que conectaba con las cavernosas tierras de los goblins. Y escarvo la tierra.

-Te tengo...-.
Susurró una cazadora mientras relamia sus labios. Vangraff estaba junto a ella, y ambos observaban al monstruo mientras esperaban el mejor momento para atacar.
-¿Ese es el cerdito que mato a los novatos?-.


"Yilara".

[ Aguja cazadora ].

-Así es..tengo tantas ganas de freirlo-.
Vangraff desengancho un par de ballestas, y miro de reojo a la neblina viviente que se alejaba.
-¿El niño?-.

-Haciendo lo que le pediste-.

-Excelente-.

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