Bautismo oscuro
Sombrío ambiente, viento con hedor a muerte, fuego y ceniza, rugidos de bestias y orcos, eso llegó a ser Angbang y lo que se extendió por los dóminos de Melkor, y futura heredad a Sauron pero, antes que de él fuera le pertenecía a un Vala, entidad apenas inferior en escala al vano concepto que tenemos de la suma deidad pero, que a diferencia de sus hermanos y su padre este era malvado pues anhelaba hundir a Arda, el universo y la existencia misma en oscuridad y caos, arrasar con los Elfos, los Enanos, los Hombres y los Medianos. Podría decirse que aún después de su letargo, no sólo Angbang, sino de alguna manera también Mordor siempre estuvieron bajo su control; hordas de Uruk hai, Orcos, Trasgos, Trolls, Gigantes, todo de tipo de demonios, bestias del inframundo que se arrastran en la penumbra, hijas de Ungoliant, incluso el mismo Ancalagon oscuro junto a los temidos Dragones de la Tierra Media, todos marchando y alistándose para el combate, pero ninguna más importante que su más destacado discípulo y lugarteniente Sauron. Y hoy era el día en que él se convertiría en una sola entidad con lo que Melkor representaba, su inicio como segundo al mando y como nigromante, pero para ello el señor oscuro primero debía darle su primera gran lección, y parte de aquello era hacerlo añicos en vida para que al renacer se volviera lo que más anhelaba, una poderosa, indomable, incontrolable y maléfica fuerza de destrucción.
Entre tanto: Miaron caminaba tranquilamente hacia los aposentos de su maestro, Morgoth. Pues le dieron la orden de presentarse a su llamado, algo que tal vez en su momento no le extrañó demasiado, pero nunca se olvidaría de lo que en esa fecha le habría de ocurrir pues sellado con sangre estaría hasta el día de su eterno letargo. Rubios eran sus largos bucles y dorado el brillo de esos ojos amarillos. A diferencia de su nuevo amo... Él se consideraba más neutral y estoico, y estricto si se habla de su trabajo, tal vez fue la principal razón por la que el señor oscuro se interesó en él para incluirlo en sus filas... Al llegar a la entrada de la habitación tranquilamente tocó la puerta.
-Mi Lord... ¿Me habéis llamado? – Su voz pese a ser tranquila, pausada y relajante, también podía mostrarse firme, y en ocasiones sólo con una mirada, ni siquiera necesitaba alzar la voz para doblegaros el alma.
Melkor se encontraba sentado en un trono de acero negro frente a una hoguera, mirando con una sonrisa malévola como el cráneo de uno de sus orcos ardía hasta consumirse en cenizas, le había fallado en traer la cabeza de uno de sus principales enemigos, se le veía tan atento que casi parecía anhelar meter su mano en esas llamas y aplastar como un cascarón vacío los huesos que poco a poco se volvían negros, más ese momento fue interrumpido por la voz de su lugarteniente.
- Adelante... -Dijo con voz profunda y firme mientras se levantaba de su trono, dirigiéndose hasta la mesa de la habitación y al círculo de magia que decoraba su torre, al verlo entrar supo que no había nadie más adecuado para el ofrecimiento que le daría él, con su mirada fija en aquella figura Melkor lo invitó a entrar y acercarse hasta donde él estaba. – Veo que vinisteis antes de lo esperado...¿ Mairon, estás listo?
-Por supuesto, mi señor...- respondió sosegada y estoicamente mientras se adentraba en los aposentos, cerrando la puerta. Aparentemente todo parecía ser normal, incluso más calmado de lo usual... Viniendo de alguien como Melekor. -¿De qué se trata el tema que desea discutir? -inquirió, dirigiéndose a la mesa, justo en frente de dónde su maestro estaba.
Sin decir nada Melkor mostró sobre la mesa un sello, así como un libro negro y sobre ella marcas de alquimia, magia y nigromancia surgieron en un brillo color carmesí, un olor a muerte empezó a llenar la habitación y la sensación de terror absoluto recorría incluso la piel de los más aguerridos orcos incluso en las profundidades de la tierra negra
- Como sabéis, os recluté porque vi en vos cualidades... y no hablo de vuestro poder, sino de otras cosas, atributos superiores a una magia única y poderosa...Hoy es el día en que os incorporaréis a mis filas como mi Lugarteniente, un nigromante...
En un principio al rubio eso lo alegró... Aunque si tal vez alguien le hubiese informado del precio a pagar, se lo hubiese pensado un poco mejor antes de tomar finalmente la decisión de partir con él...
-¿Enserio?... -cubrió su boca, cubriendo la sonrisa de sus labios. Su dicha era genuina, aunque el peso de esa bruma oscura pronto terminó por abrumarlo por completo, borrando la sonrisa antes dibujada, la consternación fue expresada en su rostro...Pero si estaba allí era por algo y para este punto sabía que ya no había vuelta atrás... Y pese al miedo que le infundía, tuvo la voluntad suficiente como para no quebrarse y mantener la atención puesta en él.
Lentamente ante la luz de la hoguera Melkor se acercó hasta el herrero, tomando gentilmente su mentón y mirando fijamente esos ojos dorados y profundos, sus rostros se acercaban lentamente como si quisiera besarlo, aspirando el aroma de los últimos destellos todavía existentes de la inocencia representada por la juventud y la primavera, que si bien en él quedaba increíble, para el Vala de la oscuridad era repulsivo, repentinamente y como si nada de esto hubiera pasado soltó su cara y se alejó.
- Desvístete... -Dijo sin más, mientras alistaba los enormes ventanales de su torre, pues necesitaba que todo estuviera perfectamente cordinado para el ritual donde sin que su alumno sospechara demasiado, destrozaría cada trozo de su cuerpo para reforjarlo, en la forma del más poderoso nigromante en la historia de Arda.
-Ah...-Por un instante, contemplando su propio reflejo en el abismo negro de los ojos de Melkor. Instintivamente quiso apartarse, aunque logró dominarse a sí mismo. Se preguntó si acaso lo estaba examinado o evaluando de alguna manera como cuando lo hizo la primera ocasión que lo conoció y cuando creyó que sus labios se entrelazarían, este lo soltó...Cosa qué este muy en sus adentros agradeció, pues aquello le había incomodado muchísimo... Pero no más de la orden que le dio. -Como ordene... -Agachó entonces la cabeza. Aunque sorprendido, sabía que no podía negarse o cuestionarlo, si se lo pedía debía ser por algo. Dedujo que podría ser parte de una especie de ritual o algo parecido ... Pero en realidad era más que eso, era peor... En absoluto silencio se despojó de cada una de sus prendas. Procediendo a doblarlas y colocarlas en un sitio que no estorbase.
El primero de los caídos parecía disfrutar como su subordinado obedecía sin queja alguna, ni siquiera se preguntó o cuestionó para que le pedía hacer esto, sólo lo hacía sin más y ese tipo de obediencia, lealtad era lo que buscaba si quería acabar con sus hermanos y con la era del Hombre. Sin decir palabra alguna se colocó casi como si fuese un fantasma tras la figura de aquél hombre desnudado, tomando sus hombros con suavidad y acariciando su piel, parecía admirar su belleza, contemplando como si pronto fuera a desaparecer de este mundo, acercó su rostro al cuello del agraciado joven, aspirando ese aroma a miedo y duda, algo que, si bien le gustaba oler en sus víctimas, también le causaba risa. En un movimiento rápido colocó dos grilletes en sus manos que soldados a cadenas fueron jalados hasta levantar sus brazos en el aíre e incluso, dejarlo colgando a pocos centímetros del suelo. - Comencemos...
Mairon se estremeció de repente cuando su amo de tras él se posó, ni siquiera le dio tiempo de pestañear. Tan sólo ...Exhalar. Su incomodidad aumentó cuando este lo tocó, no emitió al principio sonido o queja alguna, pero todo cambió cuando escuchó el chasquido de las cadenas y como rápidamente se vio colgado de lo alto por dos grilletes... Fue entonces cuando de sorpresa gritó... ¿Tortura? ¿Otra clase de evaluación para tratar de medir la capacidad de su resistencia mental? Y pese a ser testigo de los horrores que le hacía al resto de sus súbditos, rara vez el sufrió daño físico... Si se le pudiese llamar daño a... Bueno, comparado a lo que le hacía a los demás uno que otro golpe en la cara para corregirlo no eran absolutamente nada. Y al verse en estado movía los brazos para inconsciente buscar liberarse o romperlas, aunque sabía que era absolutamente imposible. Levantó entonces la mirada bastante asustada a los ojos de su maestro
-¿Qué es esto?
-Lo que tanto deseasteis, aquello que en todo el tiempo bajo mi servicio anhelasteis – Habló con tranquilidad el amo, al tiempo que desplegaba un menos de un segundo todo el peso de su aura oscura, y más que oscuridad la penumbra, una ausencia total de luz y que sin embargo había ciertos atisbos del misterioso brillo en esos ojos tan negros como lo puede ser la noche más oscura y aquellos largos cabellos, tan lizos, tan sedosos como los hilos de seda. Y esa sonrisa socarrona que dejó a entrever unos dientes semejantes al marfil. Contradictoria era la imagen del más bello de los valar, y a quien usualmente suele retratársele pese a su encanto y belleza como el ente más horrible e increíblemente brutal como lo son sus obras. Y a diferencia de Mairon que solía gustar de traer mayormente las ocasiones el pelo recogido o en trenzas, su maestro optaba por tenerlo suelto. Y en ese instante titubeó, puesto que aquello simplemente... el despliego de todo su poder, toda su presencia acabó por estallarlo, y aunque gritó, no fue exactamente aquellos horrores que alcanzó a figurar en su entendimiento y la manera que Morgoth le quería hacer entender algo que de un todavía joven Mairon le era, no desconocido, pero ajeno a su naturaleza, o creído todo el tiempo ajeno. NO. El estruendoso berrido no se lo acabó sino arrancando, una lanza de oscuridad que el vala invocó y sin miramiento alguno, le atravesó un costado. Cosa que trajo al maia de vuelta a la horrorosa realidad, justo debajo de la última costilla, Melkor no se la arrancó al instante, sino que iría desapareciendo gradualmente de la misma manera los efectos que este impregnó en la lanza como principal el calor semejante al hierro fundido conforme avanzase el proceso. Entonces el rubio no se rompió, no tanto al nivel que aparentemente deseaba su señor, de hecho, ni siquiera era el comienzo, podría decirse que quien conoce verdaderamente a Gothaur, el cruel ni siquiera sería el intento de resquebrajarlo un poquito, no podría siquiera ser algo así ser considerado una tortura viniendo de personas así, aunque en aquellos momentos al menos para infortunio de Mairon, su señor se mostró esta vez con el tan brutal como siempre supo en el fondo que era, o creía que era. - Creedme, querido. Daros la muerte no es mi objetivo, pero el dolor es inevitable para poder avanzar. -Esto al bello rubio le aterró, sin embargo, fue la risa seca de su maestro que le consternó - Tranquilizaos, mi pequeño... En verdad os digo que esto os acabará gustando...– Más pálido que la muerte misma su discípulo se quedó, pues no lo entendió, o al menos no asimiló bien a la hora en que con un beso en los labios oficialmente el suplicio y su maestro inició, luego de que con una garra afiladísima le desgarrase parte del tronco, llevándose consigo pedazos del tejido dérmico y muscular en menor medida. Específicamente la izquierda, mientras que teniéndolo encadenado e inmovilizado, la diestra... digamos que la mano derecha la usó nuevamente para sostenerle el mentón y forzarlo a abrir los párpados, elevar la vista y mirarlo de frente a la cara, bastante ...doloroso si agregamos que la zurda le clavó el filo justo en los testículos... atravesando parte de los tejidos, lo cual provocase otra serie de aún más elevados y desgarradores aullidos, y culminarlo con entrelazar los labios.
Y cuando este por fin lo soltó, imaginaos el tamaño de las lágrimas de Sauron, reacciones naturales verdaderamente si tomamos en cuenta las partes específicas y lo doloroso que puede ser tan sólo un pateo o golpe, imaginaos ahora como se retorcía y contorsionó de forma violenta y casi desesperada, sabiendo muy en sus adentros que le sería completamente inútil. Puede que por eso ni siquiera se haya molestado en pedir clemencia y misericordia, tan sólo aferrarse a que toda esta sesión acabase, intentaba pensar en él mismo, figurar cosas agradables y no pudo evitar venírsele a la mente sus comienzos en la forja. El sonido del chasquido del acero cuando su señor se desproveía de la cota, parte de la indumentaria y armadura. Quedando en un atuendo más ligero y dejando ver expuesto el pecho, de la misma forma en que el que se mantuviera todo el tiempo consiente y volviese a abrir los ojos le ordenó, por más que a uno le costase evitar el siquiera parpadear, contempló con horror el brillo en la hoja de una gran espada que curiosamente Melkor tenía como más que sólo decoración, pues se asemejaba muchísimo a una de las primeras armas que Mairon forjó.
-Mi señor... - como una súplica, un lamento fue el tono de su voz. Uno apagado, como una llama a punto de la extinción, pues la abominación más grande de Melkor no fue la rebeldía, sino un pecado aún peor, el que aquellos sabios de los tiempos antiguos bautizaron como ...la invención.
-¿Os gusta? – Simplemente se burló, mientras continuaba desvistiéndose... Paseándose tranquilamente por la habitación, incluso una efímera sonrisa a su discípulo regaló, para después simplemente proseguir –Si tanto la queréis al final os la regalo, es sólo un simple juguete para entretener a los niños... Incluso cualquier hombre, el más estúpido con medio cerebro podría crear algo mejor, lo digo enserio. Pero vos, Mairon... Hablo demasiado de vos, porque bajo mi merced estáis como todos ahora. – Podría decirse que sólo con aquél al que llamaron "el cruel" sería de los pocos en absolutamente toda la población mundial con el que se detendría a hablar de temas todavía más complejos o hasta reflexionar sobre asuntos filosóficos o más espirituales, pues consideró que tenía mayor intelecto, sino para entenderlas del todo, al menos para darse la pizca de una idea del vasto universo de posibilidades, y también porque vio en él algo diferente que de alguna manera le recordó a él. Y cogió entonces su látigo, uno bastante clásico para comenzar, de nueve colas con punta de hierro, cuyos filos eran cuatro apuntando a distintas direcciones, ligero ciertamente, pero no menos letal, específicamente diseñado para torturar y no para la guerra, el de batalla solía ser otro modelo. Se acercó pues, lentamente a él y palpó la herida de desgarre en el tronco, metiendo el dedo en parte del músculo sólo para causarle algo más de estremecimiento –Vos... querido alumno estáis destinado a.... Trascender. Y vaya lo haréis... Alegraos, que es vuestro día... - hizo una pausa – Quince azotes solamente, no deseo mataros. Los contaréis vos... Así que tratad de no perder la cuenta ni titubear demasiado – bromeó - Sólo por esta ocasión vuestro tormento acabará rápido. Pero no significa que no os vaya a doler... Creedme, os va gustar, incluso seréis vos el que me implore que lo haga seguido. Y eso, querido, para ambos será muy divertido...
Comenzando así lo que podría representar la antesala del suplicio, cuyo protocolo llegaría a perfeccionarse mucho después. He ahí cuando el primer latigazo fue lanzado, nueve colas a la vez le desgarraron la espalda. Que, si bien sólo una de ellas ya es un tormento para los menos experimentados en el mundo del dolor, tratad de imaginad las puntas, nueve, todas impactando al unísono la espalda y arrancándoos algo más que la voz y el alma, y mientras Gothaur se retorcía, titubeaba, arqueaba la columna, pese a la debilidad, tener parte del tejido muscular y nervioso expuesto, y como sentir como contantemente son arrancados a pedazos... Hay cosas que ni los amantes o los dementes más acérrimos a experimentar con este tipo de brutalidad podrían soportar. Melkor sin embargo sólo reía secamente, pues hasta los más listos caen en sus trampas.
–Vamos, que ya dije que si no los contáis puede que no lo tome en cuenta... - mencionó, bastante divertido con la situación.
Y con cuerdas casi afónicas, entre sollozos, de lesiones físicas más que otra cosa el rubio empezó. En total fueron veinticinco, debido a que tal y como Morgoth lo anunció, lo haría muy rápido, y que, si titubeaba o se atreviese a perder la cuenta, le podría terminar yendo mucho peor, pues podría decirse que apenas tiempo suficiente para recuperar el aliento, y este intentaba jadear, respirar, el tan sólo contraer y expandir la caja toraxica fue un pesar. De no ser por los entrenamientos o la natural resistencia y nivel de regeneración de su propia raza, cualquiera hubiese muerto con apenas más o menos azotes si tomamos en cuenta también en manos de quien se encuentra. No supo verdaderamente como sentirse cuando la cuenta terminó y el señor oscuro como había prometido, pese a la jugarreta que le hizo, la promesa le cumplió y sintiendo durante el proceso como el calor de la lanza incrementó, hasta que finalizados los azotes casi por completo desapareció, no se desangró por el calor que desprendió, lo que favoreció al menos que cauterizase rápido y no muriese por causa de una grave hemorragia. Las cadenas que lo suspendían de igual modo se desvanecieron, aunque el cuerpo debilitado de Mairon cayó al suelo por su propio peso. Intentó pese a todo ponerse de pie, primero a gatas, sosteniéndose con las manos para buscar erguirse, si él había dicho que ya el tormento terminó, lo más usual era que le dejase marchar y aún con toda la dificultad vestirse y marcharse de ahí, como solía hacerlo con él en lecciones previas, aunque el peso de la suela de Melkor al pisotearle la cabeza, como si quisiera hundírsela en el suelo, le hizo saber que al menos no podría irse tan rápido de ahí.
–Bueno, ya basta de bromas, ahora toca la parte donde el que se divierte sois vos... - Dijo, tratando de contener aquellas carcajadas que de vez en cuando soltaba. No obstante, le quitó al menos el yugo del peso que depositó encima al recargar parte de su masa corporal sobre su cabeza. Permaneció unos pequeños instantes evaluando el deplorable estado físico en el que lo dejó. –Sauron, os veis del carajo... - Y no mentía, he ahí lo aterrador, el maestro de la mentira, el rey de la muerte y los abismos de la locura no le engañó. Y un suspiro el primero de los señores oscuros soltó. En cuanto a su discípulo, bueno... Estaba más ocupado pensando en su propio dolor o intentando recuperar la estabilidad mental luego de tremenda paliza que le dio. Impredecibles hasta para Mairon a veces eran los designios de su señor, caótico como no hay dos.
Tan sólo escuchó el sonido de los pasos alejarse y atisbar de soslayo aquella imponente figura darle media vuelta y alejarse en dirección a una de las esquinas, cercanas a su privado lecho, donde se hallaba una mesa. Lugar predispuesto para sus bebidas y algunos alimentos específicos que a veces pedía.
-Venid... - ordenó el de la zaina y frondosa melena. Al tiempo en que cogía una de las copas, que bien podrían contener alguna clase de bebida alcohólica o no, hipocrás una versión mucho más fuerte, adicionada con algo más espeso y único que la tradicional sangre de toro, como la bebida predilecta, hasta en eso mejor que nadie el Maia le conoció. Volviendo al punto, obviamente que Sauron obedeció, más cuando intentó ponerse de pie, el vala con una misteriosa mano, presencia mejor dicho manifestación de su aura maligna del tobillo lo jaló y al suelo sin mucha fuerza lo desplomó. –Arrastráos... - Que imitase a los reptiles le ordenó, pues con sólo la fuerza del vientre venir a él le permitió, ni siquiera usar las extremidades. Tan sólo el tronco, dejando consigo un rastro de sangre. Y cuando llegó, esa inusual muestra de piedad o misericordia aún más lo turbó, pues bastante cercano fue en la vida del primero de los caídos, cuando este flexionó las rodillas, como queriéndose poner a nivel suyo y ofrecerle la posibilidad de comer de cualquiera de aquellos exóticos frutos, los cuales pasaron por un interesante proceso culinario de cristalización mezclando diferentes sustancias con endulzantes naturales, dando una ilusión de parecer verdaderas joyas y diamantes; Manzanas, granadas, varias clases de frutos rojos que crecen en el bosque, pero Mairon prefirió los higos. Esperando realmente no ser víctima de alguna clase de envenenamiento, prefirió seguir las instrucciones de su señor, en realidad el fruto era de un sabor... Interesante al haber pasado a asemejarse a los cristales o piedras preciosas, bastante dulce... Agradable, Morgoth le permitió coger todos cuanto quisiera, iba a necesitar energía para lo demás, sólo para no morir o desmayarse... lo necesitó consiente, de buena gana hasta le ofreció del hipocrás que él solía beber, esto lo había hecho en más de una ocasión, por lo cual en cualquier otra situación no sería algo de sorprender para con quienes les da otorga un trato preferencial, pero en una situación tal y como era esta tortura le dio bastante que pensar y mientras daba otro mordisco y la fruta crujía como los huesos de una presa al romperse bajo la presión de los colmillos y la mandíbula de un depredador... el Maia todavía reflexionó. Pero cuando el zaino lo ordenó, paró;
-No más... - Decretó. Para ese instante el rubio estaba casi queriéndose embriagar con el vino especiado y aromático, puesto que Melkor con una adictiva sustancia mezcla de extracto de cantárida y otra combinación de sustancias adictivas vueltas una poción en ese mismo cáliz mezcló. Mairon parecía querer tener toda la intención de embriagarse si pudiese por una simple copa, pero acabó atragantándose por lo abrupta que fue la orden y haber respirado al momento de tragar, por lo cual si carraspeó un poco...
Y pese a que, si nuevamente en una trampa lo condujo y este cayó, siendo sinceros nada en realidad contuvo esa pócima para dañarlo, o sumergirlo en una espiral de agonía, la horrible verdad es que provocaban a quién lo ingiere todo lo contrario, peculiar invención suya la del señor oscuro, un veneno, de los más peligrosos pues era dulce capaz de sumergir en el más grande de los placeres, pero que igual mata de todos modos a la víctima si se excede. Una muerte agónica, que os pudre en vida, pero creyéndoos en la gloria.
Ahora bien, el señor oscuro retoma su papel, abandonando la máscara de piedad y sorprendiéndolo con un balde de agua salada y caliente que colgaba bajo un mecanismo oculto del techo... Aquello si bien hizo que su alumno nuevamente más alaridos lanzase, pues el calor y la sal en las heridas si duele, era de esperarse algo así, una tortura clásica. Como un juego de niños, aunque si bien esto era con el fin de al menos acelerar la cauterización y regeneración pues aparte de la sal marina, con caléndulas doradas, muérdago, manzanilla y otras plantas atribuidas a la medicina previamente hirvió. No significaba que no le provocaría incluso en ello muchísimo dolor. La expresión del alumno fue más de fastidio que la de un verdadero sufrimiento, la de Melkor fue la misma, humor. Muy inmaduro, como los juegos de dos niños, unos crueles, pero infantes todavía para Mairon esas bromas le parecieron y la gesticulación articulada no ocultó su verdadero sentir, algo que su maestro la verdad notó, pero demasiada importancia no le dio y prosiguió;
-¿Lo veis? No moriréis hoy. Ya, relajaos un poco, os falta eso a veces... Divertiros. Ahora sólo os quiero de rodillas. – el de menor rango estuvo consiente en todo momento de que no podría negarse, por muy fastidiosa, incómoda, dolorosa o tediosa que le fuera la situación, simplemente dejó escapar un profundo suspiro de resignación. Tan sólo esperando un golpe, atesto, estocada o cualquier cosa que pasase por la mente de Melkor si de hacer inmaduras jugarretas se trataban, lo siguiente si bien llegó a serle de fastidio no le sorprendió, ser quemado con fuego, aunque apenas rozado con la punta de las flamas, pero no olvidéis hermanos míos que no es lo mismo cuando hay partes del cuerpo que ya ni siquiera hay piel que os proteja y tener los nervios y parte de los tendones expuestos. Aquello Gothaur lo entendió, era usual eso si se trataba de curar algunas heridas, o si se deseaba acelerar la cicatrización y prevenir infecciones, eso no significase que no se estuviera quejando o reaccionase por el natural instinto de conservación y aversión al dolor extremo al que se le sometió. Una cosa es la mente y otra es el cuerpo y este no siempre es capaz de acatar perfectamente las órdenes del cerebro, y sucumbir a los desastrosos efectos de la desesperación, pero hablar de aquello será explicado después, no ahora. ¿Lo último? O lo que pareció ser el final, ser rociado por el mismo vino aromático en el cuerpo, resaltando no sólo la variación en la sustancia, sino la específica cantidad de alcohol de mayor concentración, pues no es lo mismo lo que degustan aquellos que son inmortales, que no os sorprenda el saber realmente el motivo de esta acción, y el placer no lo es, al menos no del todo.
Sauron en ese punto, aún entre lágrimas amargas llego a morderse la propia lengua de dolor, pues el gritar tanto le terminaría hacer sangrar la garganta, ya irritada de más por la bebida que ingirió.
Lo peor ya había pasado, o al menos eso pareció por un momento ser seguro, quizá a esa esperanza, el último vestigio era a lo que se estaba aferrando en sus adentros la mente de Gothaur, torturas peores si presenció, pero en él no, nunca para él. Y cuando otra maldita vez su señor le ordenó mantener los ojos abiertos, puesto que este los cerraba por instantes... Se encuentra de frente con algo, si bien que en otra clase de situación ver a alguien desnudo no le provocaría ninguna clase de... reacción. Independientemente del género que fuese, algo que incluso le sería natural, bueno muy natural si cosa de todos los días es presenciar torturas, muertes, castigos brutales, disecciones de cuerpos o el clásico de los empalamientos afuera de la torre, mismos que servían de alimento de toda bestia asociada a la rapiña. Pero el miembro erecto de su señor, y lo que aquello indicaba, simplemente por dentro sin siquiera haber empezado ya a romperlo internamente comenzó;
-¿Qué os ocurre ahora? ¿No habíais jurado lealtad y estar dispuesto a absolutamente lo que sea por el poder? – Escuchar aquello de la propia boca de su amo lo hizo sentir todavía peor. – Os lo dejo a vuestro criterio.... Quince segundos.... – Y en menos de nueve tuvo al propio Sauron haciendo exactamente lo que quería que hiciera desde el comienzo sin siquiera chistar, pese al desagrado inicial y lo desagradablemente humillante que representaba aquello, aunque era más por miedo mismo al despliegue de la ira y las consecuencias de lo que pasaba con cualquiera que le había fallado, que en realidad mera ambición... Algo que por lo menos a Melkor le plació bastante, ni siquiera tuvo la necesidad de forzarlo, él simplemente tomó la iniciativa y la decisión. La burla, aún en medio del placer no lo ocultó, se estaba mofando descaradamente...
Y sin embargo, había veces que hasta sumergido en aquellos carnales placeres hasta parecía qué, al elevar el mentón al cielo, como quien desafía orgulloso sintiéndose capaz de aplacar, tragarse hasta la luz misma, incluso la del sol, se embriagaba y en sus propios deleites parecía que titubeaba, y exasperado parecía que respiraba, hasta incluso hubo un punto donde dejó de querer dejarle de jalar los bucles. No obstante, había cosas que incluso el mismo sabía mejor postergar y no permitir hasta el final, o al menos por esta vez no.
Fue de esta manera que de un empujón. Lo alejó, debido a la forma y su fuerza natural pudo realmente hacer caer o derribar sin demasiado esfuerzo a quien todos llamaron "el cruel", aunque ni el mismo sabría que este tendría incluso mayor probabilidad de alcanzar mayor renombre que el mismísimo Bauglir. –¡Suficiente! - la única naturaleza predecible de Melkor pudiese ser esa, la volubilidad, pues de la nada como si le asquease o le despreciase lo aparto. Una orden, dos palabras pronunciadas por el señor oscuro pasó a darle completamente la espalda. – Venid aquí... - Bueno, está ocasión al menos si le dio permiso de reincorporarse y no tener tanta necesidad humillarse, en realidad ya consiguió lo que quiso... O comprobó el precio que este resultó verdaderamente tener. En fin... Nunca se cansaría de parecerle de risa que al menos ver como la figura de Mairon, podría infundir tanto temor y escuchar que siquiera la pronunciación de su nombre, o alguno de los títulos infundiese un aire tan lúgubre para absolutamente todos, menos él. Aún en el largo encierro, oculto en el abismo de su propia soledad, bañado sólo por recuerdos y buscando quebrantar con furia las cadenas que lo ataron, y emerger de nuevo de la bruma y las sombras...
-Ven... Venid a mi...- de reojo, apenas y le miró y parte de ese perfil de aquellos perfectos y esculpidos rasgos afilados, cubiertos bajo esos cabellos tan largos, aunque semejante en todo a los hilos más delgados del lino más brillante y a la vez más oscuros, o tal vez la lana negra y peinada, pero abundante y de una frondosidad, y cómo aún bajo esa tenue iluminación radiante. El rubio tan sólo contempló de primera mano, a su vez que se levantaba la siniestra hermosura de su faz y más que asustarlo, o turbarle el alma, enfurecerle en gran manera por aquella humillación, hubo algo en esa aura oscura, algo que desde su primer encuentro cuando este lo visitó por primera vez en la forja, esa presencia, ese porte, ese rostro y esa voz, tan relajante, tan calmada y sosegada, y si embargo ciertamente atemorizante, y todo aquello no menos atractivo. Extraño para algo que comúnmente se le asoció como el caído y el más caótico, un ser meramente maligno y salvaje, pues Melkor fue llamado en la rebelión de los Ainur, pues en aquellos lenguajes aún más antiguos "El rebelde" significó. Atrayente en sus discursos y por un momento sin aliento aquél antes de llamarse Gothaur, como fue antes y como fue ahora sin aliento se quedó, pues más pálido que la muerte se volvió aquella vez que con una interesante conversación y discursos ideológicos lo convenció y estocó algo más que su corazón. -¿Qué os pasa? – El Vala entonces algo impacientado inquirió. A lo que Sauron simplemente titubeó, debido a sus heridas incluso tambaleó y se quejó, no se debilitó demasiado pues los ingredientes de aquél brebaje así como la combinación de frutos afrodisiacos y los energéticos del dulce no lo dejaron flaquear, el señor del odio simplemente se pasó del largo y se dirigió a su cama forrada en sábanas de cuero, sentado, exponiendo algo más que la esculpida musculatura y la larga melena que le caía por debajo de la cintura, cubriéndole esos anchos hombros, fuertes brazos. Se lo acomodó, sin más, pues tenerlo suelto le estorbaba la mirada... y en un principio cruzaba las fuertes piernas, luego reclinándose un poco más, como si quisiera acomodarse las abrió. -Tranquilizaos, que vuestro tormento por hoy terminó... - Esto el cruel, no le creyó, pero igualmente obedeció. Pues sonriente, Melekor le daba con dos dedos gestos de invitación. Mairon a su figura, ya a sus pies se arrodilló, como era usual, pero este le ordenó reincorporarse, incluso le ayudó y con la mano izquierda, esa misma que en garras afiladas transformó, su rostro acarició, mientras que la diestra, una mano los dedos con los caireles dorados de un extrañado Mairon jugueteó, pues atrayéndolo a sí, otro beso como al principio en los labios le robó. Al principio fue sólo uno, luego otro más, seguidos numerosos más, largor y profundos, mientras tocaba su espalda y de vez en cuando enterraba las uñas en sus heridas de desgarre para provocarle dolor, lo suficiente, pero no demasiado.
-Mi señor... - Sauron tan sólo, un tanto sorprendido suspiró. Pues todo aquello, mofa o no, era ese abismo negro en los ojos de Bauglir el que de alguna forma u otra le cautivó, mientras la mano le tocaba los costados y la espalda, y puede que también las caderas o el músculo que yace debajo de estas. La garra lo acariciaba, áspera, pero sorprendentemente amable... Sentía como le daba de vez en cuando lamidas a su rostro, cerraba los ojos cuando parecía que deseaba probar sus párpados, aun que eran más sus lágrimas, pero su estremecimiento fue mayor cuando este mordisqueándole el lóbulo de la oreja y hablándole en apariencia cariñosa, tan sólo le dijo que sólo lo disfrutase. Y cuando quiso darse cuenta su amo ya le estimulaba delicadamente el miembro, lamía su cuello y degustaba el hipocrás derramado previamente sobre su cuerpo, mezclado con la sangre y sus heridas. En un principio le ordenó posarse encima de Melkor, pero luego este sosteniéndolo y entrelazando una pierna con la suya consiguió quedar arriba. Mairon se turbó, confundido, al tiempo en que miró esa expresión tan peculiar enmarcada por ese pelo ¿Lo siguiente que ocurrió? Es difícil precisarlo, pues muy ocupado yacía Sauron, pese a la orden de abrir los ojos, arqueando la columna, retorciéndose desesperado y soltando uno que otro suspiro o quejido, que no necesariamente eran de dolor genuino, o al menos no del todo, una interesante mezcla de ambos.
Y así fue en un principio y así debía de hacerse, pues primero era el tormento y luego el placer o tal vez una interesante mezcla de aquello en el ritual.
Y ahí yacía ahora a quién conocieron como el cruel, embriagado por el vino de los mórbidos deleites, sentado y haciendo movimientos de vaiven encima del regazo de su señor, Melekor, a su vez que este o bien tocaba aquella parte íntima que hacía evidente una muestra de agrado y genuina excitación con su mano, y con la garra el filo de las uñas por uno de los pectorales pasaba, con la yema el torso acariciaba, de vez en cuando le robaba besos o simplemente degustaba con la lengua su manjar, a su vez que el mia , confundido, no más que... Era una extraña mescolanza de sensaciones, tan sólo entre jadeos titubeaba clemencia, sin saber realmente por qué, pues una parte de él no deseaba que aquél momento ni aquellas caricias se detuviesen, sino que involuntariamente se movía más rápido y con más frecuencia...




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Notas de autor;
- Agradecimientos especiales a mi amigo "Dan." por sus sabios consejos en esta pendejada fujoshi sadomasoqusita.. Gracias amigo, por lo sbaio que eres
-El nombre real de Sauron es Mairon, que significa "el admirable", Sauron es un título "El aborrecible" y Gothaur "El cruel"
-Melkor/Melkor : El rebelde. Otro título suyo es "el primero de los señores oscuros", también se le conoce como Bauglir y el más popular "Morgoth", el enemigo de la tierra media
-El proceso de cristalización de frutos es muy común en mi país.
-Todos los frutos mencionados son afrodisíacos,en especial los higos que se comió Sauron.
-Cantarida. Se le conoce como el afrodisíaco maldito, capaz de inducirte al suicidio por excitación sexual. Hago referencias a cierto evento del siglo XVIII en Marsella sobre el suicidio colectivo de unas personas drogadas con eso. Referencias también de los biografos de Sade..
-La combinación de esas hierbas en la solución de agua hirviendo además de la sales tanto aromáticas como normales si ayudan a frenar el proceso de cicatrización y prevenir gangrena. (Lo aromático fue más lujo, pero lo de las caléndulas doradas que menciono igual se usan, si sirven)
-El calor igual (Melkor usó agua hirviendo, tanto para infringir más dolor y sufrimiento como acelerar el proceso de regeneración y prevenir infecciones)
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-El hipócrás también (con un mayor nivel de alcohol. Otra cura con dolor. Teniendo en cuenta que el dolor si era genuino, porque si notan es el modelo de látigo romano que si te arrancaba los músculos y todo eso. Le arrancó tejidos musculares y digamos que el estado en qué dejó a Sauron pues si fue horrible y las unidades de dolor extremas con los cortes y lo que le hizo. Cuando estaba "gimiendo" por los azotes, el ser atravesado por la lanza y todavía Melkor la calienta. Pues si son unidades de dolor muy altas y pudo morir por desangramiento o un paro cardíaco a causa del exceso de los niveles adrenalina.
-la cura con fuego. También clásico antiguo, pero muy doloroso, el uso de fuego.
-el uso de DROGAS (la cantaridia creo que si ya es droga y una versión primitiva que le dió de un cocktail)
**Que quede claro, lo del bautismo oscuro es más una alegoría al abuso, a ese patrón que pasa ... Podría decirse Sauron fue violado (?)
Para los más fanáticos fans del señor de los anillos (en el silmarillion y el legendarium canónicamente Melkor es bisexual (creo que si violó a Arien canonicamente,no me acuerdo bien, también al padre de Hurin y lo sedujo Lady Tinuviel y se menciona explícitamente "Lujuria" y cuyo mayor pecado es la lujuria. Sauron, bueno, es el segundo hombre (mejor dicho varón/macho de su raza) más codiciado de la tierra media después de Melkor. Y si se insinuaba una relacion homosexual entre esos dos desde antes en el silmarillion. Y también así mérito como lo dice el escritor"La maldad de Sauron era apenas infieor a la de Melkor porque toda su vida la vivió en función de él (su grado de subordinación). Además se muestra esa admiración insana de enfermedad mental de Sauron por Melkor, su maestro.
Espero y lo disfruten
Datos adicionales: Agradezco a mi amigo Erwin el cirujano y a mi Sifú de artes marciales, del que pido asesistencia para escenas de tortura (ya que ambos estudiaron medicina y uno si es cirujano)
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