La mujer que solía ser mi madre está haciendo una maratón de lectura. Le contaron por ahí que la cuarentena es un momento perfecto para leer esos libros para los que nunca tuvimos tiempo. Desempolvó cuatro tomos clásicos de nuestra biblioteca y ahora está miroteando un poco de cada uno para escoger cuál será el ganador del día. Le pregunto una tontería y me pide que no interrumpa su momento "Edgar Allan Poe". Yo solo me quedo mirándola, asustada como carpincho encandilado por las luces de un auto.
Nota mental: Preguntarle a mi psicóloga si la estúpida necesidad de ponerle nombre a los momentos puede ser hereditaria.
Finalmente, me sumo a la maratón en un silencio casi sepulcral, para no arruinar momentos con nombres de autores famosos. Escojo "El túnel" que me llamaba de forma insistente desde hacía ya mucho tiempo.