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Capitulo tres: Concéntrate en lo importante

Tras una noche de sueños inquietantes, Norberto se despertó con la sensación de que algo había cambiado. Sus aventuras se habían vuelto cada vez más intensa, y aunque no recordaba todos los detalles al abrir los ojos, las emociones persistían.

Esa mañana, mientras se vestía con el uniforme escolar, su mente estaba en otro lugar. Las imágenes de la batalla con Samantha y Ceniza, y la preocupación por Rihanna, lo acompañaban como desagradables cicatrices que sanaban horrible. Desintoxicándose de su turbulento viaje parecía ya un esfuerzo que no valía la pena, se hallaba sumergido en un mar de dudas y recelo. La reciente "alevosía" de Natalia, quien había optado por salvar a Diana en lugar de apoyarlo en un momento crítico, había dejado una impresión profunda en su percepción de la lealtad y la amistad. Aunque entendía la importancia de rescatarla, el dolor de sentirse abandonado en un instante de necesidad aguda lo atormentaba, sembrando semillas de la desconfianza hacia la Natu. Elegir a la numel sobre él en ese momento tan concreto lo hacía cuestionar no solo su relación con ella, sino también su propio lugar dentro de su círculo de amigos.

Tumbado en su cama, mirando de manera fija el techo, se perdía como debatía sus pensamientos y repasaba los eventos de la noche anterior. ¿Había hecho lo correcto al intentar salvar a Samantha, la Pokémon de su adversario? ¿Había sido justo el sacrificio que estaba dispuesto a hacer? La decisión de Natalia no solo lo había dejado vulnerable en el mundo pokémon, sino que también había fracturado la confianza implícita que había depositado en su amistad. ¿Cómo podía confiar en alguien que, cuando llegaba el momento decisivo, elegía dejarlo a su suerte?

La traición que sentía era como un veneno, corroyendo con lentitud la confianza que había depositado. ¿Cómo podía ella abandonarlo en un momento de tan desesperada necesidad? La pregunta resonaba en su mente, cada vez más difícil de ignorar. La lealtad hacia sus amigos había sido siempre su brújula moral, pero en esta ocasión, se sentía perdido. un valor que el protagonista siempre había sostenido con gran estima, ahora parecía un ideal lejano, casi inalcanzable. aunque quizás no malintencionada, lo obligaba a reevaluar todo lo que creía sobre la solidaridad y el compromiso mutuo; ahora se veía empañada por la suspicacia y el escepticismo.

La experiencia, donde las batallas y las alianzas se sentían tan reales, le había enseñado una lección amarga sobre la fragilidad de la confianza. Mientras se preparaba para enfrentar al colegio, Norberto se prometió a sí mismo que sería más cauteloso en el futuro. La cautela, aunque dolorosa como paranoica, serviría como un recordatorio de que, en el campo de batalla de la subsistencia, no todas las decisiones son blancas o negras. Esta nueva capa de martirio lo obligaba a cuestionar no solo las acciones de los demás, sino también las suyas propias, en su continua búsqueda de lo que en verdad significa ser un amigo leal; sabía que las heridas del corazón tardarían en sanar.

Mientras desayunaba, decidido a no dejar que este conflicto interno lo definiera. Sabía que el mundo pokémon era si, con sus reglas y realidades únicas, a veces exigía decisiones difíciles; Aunque herido, se prometió a sí mismo que usaría esta experiencia para fortalecer. Con la luz del día filtrándose por la ventana de la cocina, iluminando un calendario marcando un día en específico con un corazón, llevando consigo el peso de su desilusión. No se trataba de estar siempre de acuerdo o de estar ciego, sino de comprender, perdonar y crecer juntos, incluso cuando las decisiones fueran dolorosas. Con esta nueva comprensión, el protagonista se sintió listo para enfrentar cualquier desafío, en este mundo o en el otro, con una perspectiva renovada, tal vez para bien o, todo lo contrario.

En una mañana que prometía ser como cualquier otra, Norberto caminaba hacia la escuela con la mente aún enredada en los recientes eventos tanto del mundo real como los acontecimientos ocurridos por Axel. Los eventos ocurridos durante el incendio forestal en Sinnoh, aunque entendida, había dejado una huella profunda en su percepción de lo que es correcto o prudente, haciendo que cada paso le pesara un poco más. Sumido en sus pensamientos, no esperaba que el destino tuviera preparada una sorpresa para él ese día.

Al doblar la esquina hacia la calle principal que llevaba a la escuela, se topó, por casualidad, con la hija de la directora. Elizabeth, una chica que había conocido desde la primaria, se había convertido en la líder del periódico escolar y era conocida por su inteligencia aguda y su espíritu indomable. A pesar de que sus caminos se habían separado durante la secundaria, esta vez habían comenzado a reconectar, encontrando terreno común cuando se volvieron a reunir en el bachillerato.

—¡Norberto! —Exclamó, con una sonrisa que iluminaba su rostro. —Justo estaba pensando en ti. ¿Cómo has estado?

La pregunta, aunque simple, resonó en Norberto con una profundidad inesperada. La preocupación genuina en los ojos de su compañera lo tomó por sorpresa, ofreciéndole un destello de calidez en medio de sus recientes turbulentas emocionales.

—He estado... bien, supongo —Respondió, intentando sonar más convincente de lo que se sentía. —Últimamente, he tenido mucho en qué pensar.

Con su característica perspicacia, notó la vacilación en su voz. —Parece que hay más en tu mente que solo las próximas pruebas. ¿Quieres hablar de ello? A veces, compartir lo que nos preocupa ayuda a aligerar la carga.

Dudó un momento. La idea de abrirse sobre sus experiencias en el mundo pokémon y sobre la reciente "traición" de Natalia lo hacía sentir vulnerable. Sin embargo, algo en la sinceridad de su amiga íntima lo impulsó a compartir. En un banco del parque cercano, comenzó a relatarle sobre el complejo mundo de los sueños donde se convertía en un Riolu, sobre las batallas, las alianzas, y, en última instancia, sobre el dilema de lealtad que enfrentaba.

Elizabeth escuchaba con atención, asimilando cada palabra con una empatía que Norberto rara vez había encontrado en otros. Cuando terminó, ella se tomó un momento antes de responder.

—Norberto, lo que describes es extraordinario y, sin duda, desafiante. Pero recuerda, las decisiones que tomamos bajo presión, especialmente en situaciones que desafían nuestra comprensión de la realidad, no siempre reflejan nuestras verdaderas intenciones. Tal vez Natalia también esté luchando con sus propias dudas y decisiones.

Las palabras de Elizabeth, sabias y reconfortantes, ofrecieron a Norberto una perspectiva diferente. Aunque los escrúpulos hacia Natalia aún lo atormentaban, comenzó a considerar la posibilidad de que las circunstancias y los errores compartidos podrían, en última instancia, nos obligaban a tomar decisiones cuestionables.

—Gracias, Elizabeth —Dijo, sintiéndose agradecido. —Tal vez necesito darle a Natalia, y a mí mismo, la oportunidad de aclararlo.

Ese casual encuentro no solo había ofrecido a Norberto un oído comprensivo, sino también la claridad que tanto necesitaba. Con una nueva perspectiva y una sensación de alivio, reanudó su camino hacia la escuela; Ambos colegas se despidieron, sus caminos se dividieron en caminos opuestos yendo uno hacia la oficina de la directora y el otro a su primera materia.

En la clase de cálculo, mientras el profesor desglosaba teoremas y fórmulas complejas en el pizarrón, Armando luchaba por mantener los ojos abiertos, tan aburrido que cada tic del reloj parecía burlarse de su impaciencia para él, las ecuaciones se mezclaban en una maraña indescifrable de números y letras, tan cautivante como ver pintura secarse. Mientras bostezaba los números se volvían un torbellino de aburrimiento en una danza monótona de símbolos sin sentido. En contraste, Norberto se inclinaba hacia adelante, absorto en cada palabra. La belleza inherente de la matemática, la elegancia de resolver problemas y descubrir patrones ocultos en el caos numérico, absorbía cada palabra con fascinación. Las ecuaciones le hablaban, revelando patrones y soluciones a problemas que veía reflejados en su vida y sus sueños. Mientras Armando soñaba despierto con estar en cualquier otro lugar. Norberto, por otro lado, estaba al borde de su asiento, absorbido la lección. se deleitaba en la aventura intelectual que se desplegaba ante él, cada nuevo concepto una pieza del rompecabezas que estaba ansioso por descifrar, se sumergía más profundo en el mundo del cálculo, viendo en cada problema una aventura, un desafío a resolver que lo acercaba un paso más a comprender el universo que lo rodeaba. Cada ecuación revelaba un nuevo misterio para resolver, cada problema era un desafío que lo llamaba. La clase de cálculo era una apasionante exploración del orden oculto del universo, un contraste marcado con el tedio insoportable que el amante de los arácnidos sentía.

Norberto y Armando se encontraban sentados en el aula, esperando la llegada de la profesora de literatura. La clase de matemáticas acababa de terminar, y el contraste entre sus intereses nunca había sido tan evidente. El protagonista aún emocionado por la reciente clase de cálculo, no podía dejar de hablar sobre lo fascinante que encontraba los números y las ecuaciones.

—De verdad, Armando, el cálculo es impresionante. ¿Te das cuenta de cómo todo en el universo puede explicarse mediante de ecuaciones? Es como descifrar el lenguaje de la naturaleza ¿No te parece increíble cómo los números pueden explicar casi todo a nuestro alrededor? —Comenzó, su voz llena de una pasión apenas contenida.

Menos entusiasta, se encogió de hombros. —Supongo que sí, pero a veces siento que estoy atrapado en una telaraña de ecuaciones sin salida., intentaba seguir la conversación, aunque su mente estaba en otra parte.

Río ante la analogía. —Es justamente esa telaraña la que hace interesante al cálculo. Cada problema es como un desafío, una pequeña araña que tienes que atrapar.

—Ah, sí, claro... como una araña tejiendo su red, supongo. Todo es cuestión de perspectiva y.... patrones, ¿no es así? —Dijo, intentando vincular su pasión por las arañas con el tema.

Norberto asintió, emocionado por encontrar un terreno común. —¡Exactamente! Piénsalo, cada red es una obra maestra de precisión y matemáticas. La manera en que una araña calcula la distancia entre los hilos...

Armando miró hacia la ventana, pensativo. —Hablando de arañas, sabías que algunas especies utilizan proporciones matemáticas para tejer sus telarañas con una precisión asombrosa. Es como si ellas también entendieran de cálculo.

Asintió, impresionado. —Exactamente, eso es lo fascinante. Los números y las ecuaciones están en la naturaleza, en el arte, en todo.

Esbozó una sonrisa, aliviado de poder hablar de arañas, aunque fuera tan breve el momento. —Sí, pero a diferencia del cálculo, las arañas nunca me han hecho querer dormir en clase.

Hubo una pausa, y Armando parecía buscar las palabras adecuadas. —A propósito de encontrar cosas... —Comenzó, pero se detuvo, mirando hacia la puerta como esperando que la profesora entrara en cualquier momento.

Norberto notó su duda. —¿Ocurre algo más, Armando? Pareces como si tuvieras algo en la punta de la lengua, algo más que decir.

—En serio, no sé cómo te puede gustar tanto el cálculo, Norberto —Comentó, haciendo una mueca. —A mí me parece más complicado que tejer una telaraña en un día ventoso.

Sonrió ante la comparación. —Es fascinante, Armando. Los números y las ecuaciones... es como descifrar los secretos más profundos del universo. Cada problema resuelto es como encontrar el camino a través de una red intrincada, sabiendo exactamente en qué hilo tirar.

Suspiró, no convencido por la materia expuesta. —Supongo que cada quien con su telaraña. Yo prefiero las arañas reales. Son criaturas increíbles, sabes. Sus patrones, su manera de cazar... hay tanto cálculo en su naturaleza, pero es instintivo, no algo que tengas que sentarte a resolver en un papel.

—Eso es justamente lo hermoso del cálculo, te da una pequeña ventana hacia ese instinto natural de los patrones y las relaciones. Es como descubrir la estructura de una telaraña sin tener que ser una araña —Replicó Norberto, entusiasmado.

Armando estaba a punto de responder cuando algo pareció detenerlo. Jugaba con las palabras en su mente, como si estuviera a punto de cambiar de tema a algo por completo distinto, algo personal que quería compartir. Sin embargo, la llegada de la profesora de literatura interrumpió el momento.

—Quizás tengas razón, Norberto. Pero, aun así, prefiero dejar los números para las arañas y sus telarañas —Dijo Armando, cerrando el tema, aunque la curiosidad y el titubeo aún bailaban en sus ojos. —Oye, Norberto, hay algo de lo que he estado queriendo hablar... sobre las... —Comenzó, pero vaciló, buscando las palabras correctas y la valentía para continuar.

Lo miró con curiosidad, notando su reticencia. —¿Todo bien, Armando? Si es algo sobre arañas, ya sabes que estoy dispuesto a escuchar.

—No, no es eso bueno también, aunque tal vez. Es algo diferente. Pero, olvídalo, ya será para otra ocasión —Comentó Armando con rapidez, desviando la mirada justo cuando la profesora de literatura entraba en el aula.

Norberto, aunque intrigado por lo que quería decirle, decidió no presionar. Sabía que, cuando Armando estuviera listo, le compartiría lo que tenía en mente. Por ahora, se conformaba con haber encontrado un amigo con quien podría no compartir todas las pasiones, pero sí respetarlas y apreciarlas. Notando el cambio sutil en la actitud de su amigo, sintió la necesidad de preguntarle qué era lo que quería decir. Pero la clase comenzó, y el momento se desvaneció, dejando a Norberto con la sensación de que Armando tenía algo más profundo que compartir, algo que iba más allá de su desdén por el cálculo o su amor por las arañas. La conversación se detuvo un momento. Armando parecía tener algo más en mente, jugueteando nerviosamente con el lápiz.

La clase de literatura comenzó con un aire de expectación, la profesora anunciando que explorarían las obras maestras de la literatura clásica, lo cual de inmediato capturó la atención de Norberto. Él siempre había encontrado fascinante cómo las palabras podían tejer realidades tan complejas y emotivas, casi como un hechizo que daba vida a mundos y personajes.

—Hoy, nos sumergiremos en las profundidades de "Don Quijote de la Mancha" de Cervantes, una obra que nos desafía a cuestionar nuestra percepción de la realidad y la locura —Explicó la profesora, con un brillo de entusiasmo en sus ojos.

Norberto asentía, absorbido por la discusión, tomando notas con frenesí y participando con mucha iniciativa. La lectura era para él otra forma de entender el mundo, tan fascinante como los números y las ecuaciones. Cada historia, cada poema, era una ventana a nuevas ideas y emociones. Las metáforas, la ironía y el simbolismo de la obra lo llevaban a reflexionar sobre la naturaleza de la aventura y la búsqueda personal, temas que resonaban profundamente en él.

Mientras tanto, Armando se encontraba sentado en su silla, su mente vagaba lejos. Inspirado por la mención inicial de realidades y percepciones, comenzó a imaginar un reino gobernado por arañas inteligentes, una sociedad tejida en complejas redes de intrigas y estrategias. En su cabeza, se desarrollaba una historia épica donde las arañas, con su conocimiento innato de la geometría y la arquitectura, construían ciudades en los árboles, cada hilo de su sociedad con tanto cuidado planeado como las telarañas que tejían. Su mente, tejía una trama donde arañas de proporciones míticas libraban batallas, construían reinos en vastas redes y emprendían viajes llenos de peligros para descubrir los secretos del universo arácnido.

Aunque la clase avanzaba, discutiendo temas de honor, realidad versus ilusión y la eterna lucha del individuo contra molinos de viento, Armando se sumergía más en su fantasía arácnida. Las palabras de la profesora se mezclaban en su mente, transformándose en diálogos entre los personajes de su historia, donde las arañas filosofaban sobre la naturaleza de la existencia y la percepción. Tan eso era así que en cierto punto habían dejado de leer dicha lectura por cambiar a otro tema distinto.

Para Norberto, la clase era una ventana a nuevos mundos y entendimientos, una confirmación de su amor por los clásicos. Cada comentario sobre los personajes literarios y sus dilemas morales era un estímulo que alimentaba su curiosidad y su deseo de aprender más. Veía en las complejidades de los personajes y sus historias una rica fuente de conocimiento y entendimiento humano.

Por otro lado, se deleitaba en su fantasía arácnida, dibujando escenas de heroísmo y aventura que rivalizaban con cualquier épica clásica mencionada por la profesora. era un trampolín inadvertido hacia su propia creatividad, un recordatorio de que incluso en las discusiones más académicas, podía encontrar inspiración para sus propias historias fantásticas. Para él, la clase de literatura se convirtió en el escenario perfecto para dar rienda suelta a su imaginación, creando un mundo donde las arañas eran las protagonistas indiscutibles de su propia historia épica.

—...y así, la poesía nos conecta con el mundo de una forma que va más allá de la vista; nos permite sentir la esencia misma de la naturaleza —Concluyó la profesora, cerrando el libro de actividades. —Y no olviden de hacer el ensayo de la lectura de esta clase para mañana.

La clase terminó tan rápido como comenzó, dejando a Norberto con un sentimiento de asombro y una sed de explorar más poesía por su cuenta. Mientras tanto, Armando salió de su ensueño, un poco decepcionado de regresar a la realidad del aula, pero contento con la aventura que había vivido en su mente.

Ambos, a su manera, estaban cautivados, aunque por muy diferentes razones. Aunque experimentaron la clase de literatura de maneras distintas, los dos encontraron en ella una fuente de inspiración y emoción. Mientras Norberto se sumergía en el análisis literario, Armando navegaba por los mares de su imaginación, demostrando que la literatura tiene el poder único de cautivar y estimular la mente de infinitas maneras.

Los que habían sido compañeros en la última parte de la clase para la actividad, el amante de la lectura había hecho todo porque se dio cuenta que su amigo estaba en las nubes. En el momento que el amante de las arañas reaccionó iniciaron una conversación rápida sobre este último hablando de sus aventuras en su mundo imaginario y el otro tratando de recordarle lo que acababan de realizar hace veinte minutos, una cosa llevo a otra y el introvertido le entro la curiosidad de cómo podía vociferar sin esfuerzo alguno.

Norberto jugueteó con un lápiz entre sus dedos, clara su inquietud. —Es solo que... Bueno, a veces me pregunto si hay una fórmula, ya sabes, para entender a las personas. Como tú, por ejemplo, que te desenvuelves bien en cualquier platica mientras que para mí es solo un laberinto más en la red de la vida.

Armando sonrió, apreciando la sinceridad de Norberto. —Las personas son más complicadas que cualquier ecuación, eso es seguro. Pero eso no significa que no podamos intentar entenderlas, ¿no crees?

Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió y la profesora de biología entró en el aula, cortando su conversación. Lanzó una mirada a Armando, una mezcla de alivio y frustración en sus ojos, como si lamentara la oportunidad perdida de compartir algo más personal.

Se quedó pensando en lo que Norberto había intentado decir, curioso sobre los pensamientos no expresados de su amigo. A pesar de sus diferencias, había algo en esa conversación inacabada que los había acercado un poco más.

La clase de biología de ese día prometía ser especial para Armando, quien había anticipado con entusiasmo el tema anunciado con prevención por la profesora: los arácnidos. Su fascinación por estos seres se entrelazaba con perfección con su amor por todo lo relacionado con arañas, tejidos y patrones intrincados. En contraste, Norberto, cuyos intereses se inclinaban más hacia el mundo de los números y las ecuaciones matemáticas, no compartía el mismo entusiasmo.

—Hoy vamos a sumergirnos en el extraordinario mundo de los arácnidos —comenzó la profesora, desencadenando una chispa de alegría en los ojos de Armando. —Criaturas que han sobrevivido y evolucionado durante millones de años —Anunció, mientras proyectaba imágenes de diferentes especies de arañas en la pantalla.

A medida que la clase avanzaba, explicaba las características únicas que definían a las arañas: su anatomía exclusiva, sus métodos de caza y su importancia en el equilibrio ecológico. Mientras describía la increíble resistencia y utilidad de la seda, Armando se inclinaba hacia adelante, absorto en cada palabra, imaginando las posibilidades y maravillándose ante la ingeniería natural de estas criaturas.

—¿Sabían que algunas arañas pueden ajustar la composición química de su seda en función de sus necesidades? —Explicaba la profesora, provocando en Armando un asombro aún mayor.

Mientras tanto, Norberto intentaba encontrar algo, cualquier cosa, que captara su interés. Jugaba con su bolígrafo, miraba el reloj y bostezaba con discreción, preguntándose cuánto faltaría para que la clase llegara a su fin. La biología, en general, le parecía fascinante, pero los arácnidos le resultaban menos atractivos y, en cierta medida, repelentes.

Armando, por otro lado, aprovechaba cada oportunidad para hacer preguntas y profundizar en temas como el comportamiento social de algunas especies o las técnicas de camuflaje empleadas por otras. Su entusiasmo era tan evidente que incluso la profesora le agradeció su participación y curiosidad.

—Realmente, los arácnidos son maestros del disfraz y la estrategia —Comentó Armando, visiblemente emocionado.

Por fin, la clase terminó. Mientras los estudiantes comenzaban a salir del aula, Armando se acercó a la profesora para agradecerle y hacerle una última pregunta. Norberto, aliviado, esperaba a su amigo, preguntándose cómo algo que lo aburría tanto podía fascinar a alguien de esa manera.

—Increíble clase, ¿verdad? —Elogio el amante de las arañas, uniéndose a su amigo una vez fuera del aula.

—Sí, claro... increíble —respondió Norberto con un tono que no escondía su aburrimiento.

Armando rio, consciente de las diferencias en sus intereses. —Bueno, quizás la próxima clase sobre el universo te resulte más emocionante.

Norberto sonrió, agradeciendo la comprensión de su amigo. A pesar de sus diferencias, ambos sabían que estas variaciones en sus pasiones solo añadían profundidad a su amistad, permitiéndoles explorar y aprender del mundo desde perspectivas únicas.

Mientras compartían el almuerzo en la animada cafetería, Norberto y Armando debatían sobre qué actividad extraescolar elegir, cuando una presencia grata se unió a ellos, trayendo consigo una energía renovada.

—¿De qué discuten con tanto fervor? —Preguntó Elizabeth, colocando su bandeja junto a la de ellos.

—Estamos en un dilema sobre qué club extraescolar unirnos juntos. Armando quiere el club de ciencias ambientales, y yo estoy inclinado por la astronomía —explicó Norberto, esperando una intervención milagrosa que resolviera su disputa.

—Y ninguno quiere ceder, ¿eh? —Dijo la chica con una astuta sonrisa. —Bueno, ¿han considerado el club de periodismo?

Norberto y Armando intercambiaron miradas sorprendidas, ambos intrigados por la propuesta inesperada.

—¿El club de periodismo? Pero ninguno de nosotros ha mostrado un interés particular en eso antes —respondió Armando, curioso.

Elizabeth asintió, entusiasmada con la idea. —Exactamente, sería algo nuevo para los tres. Además, el periodismo nos ofrece la oportunidad de explorar una amplia gama de temas, incluidos los ambientales y los astronómicos. Podríamos escribir artículos sobre los últimos descubrimientos en el espacio o investigar cómo la tecnología ayuda a proteger el medio ambiente. Sería una forma creativa de combinar nuestros intereses.

Norberto consideró la idea, vislumbrando las posibilidades. —Eso suena bastante interesante. Podríamos incluso tener nuestra propia columna donde discutamos temas de ciencia desde diferentes perspectivas.

—Y sería una plataforma para concienciar sobre la importancia de la sostenibilidad ambiental y la maravilla del universo. Me gusta la idea de influir y educar a través de la escritura —Agregó Armando, su entusiasmo creciendo ante la idea de hacer una diferencia.

Elizabeth sonrió, satisfecha al ver que su sugerencia había encendido una chispa de interés. —Además, trabajar juntos en el club de periodismo fortalecerá nuestra amistad y nos enseñará valiosas habilidades de investigación y comunicación. Y quién sabe, ¡tal vez descubramos una pasión oculta por el periodismo!

Convencidos por la propuesta de Elizabeth. Norberto y Armando acordaron unirse al club de periodismo. La perspectiva de aventurarse en un nuevo territorio juntos, combinando sus pasiones de una manera creativa y productiva, les brindaba una emoción compartida que iba más allá de sus intereses individuales.

—¡Chicos! Tengo una idea genial. ¿Qué les parece si vamos a ver el salón del club de periodismo ahora mismo? —Propuso Elizabeth, sus ojos brillando con entusiasmo.

Armando, capturado por tal entusiasmo, pero aún indeciso, frunció el ceño por tal sorpresa. —Suena interesante, Liz, pero, ¿ahora? ¿No deberíamos planearlo para otro día? No sé mucho sobre periodismo, podría quedar en ridículo. — un poco indeciso, no pudo resistirse a la idea

Norberto, por su parte, frunció el ceño, clara su preocupado. —Me encantaría, Elizabeth, pero el receso ya casi termina. No suelo faltar a clase...

Se acercó a su compañero que conocía de toda la vida, colocando una mano sobre su hombro en un gesto de complicidad. —Vamos, Norberto, será solo esta vez. Además, ¿cuándo fue la última vez que hicimos algo impulsivo juntos? Te prometo que valdrá la pena. Es una oportunidad perfecta para explorar algo nuevo, todos juntos.

Armando asintió, apoyando la nueva propuesta. —Además, podemos aprender algo nuevo. Quién sabe, a lo mejor descubrimos una nueva pasión. Y con Elizabeth guiándonos, estoy seguro de que no nos meteremos en problemas.

Miró a sus amigos, viendo la genuina emoción en sus rostros y sintiendo cómo la energía de Elizabeth empezaba a contagiarlo. Tras un momento de duda, su preocupación dio paso a la curiosidad y la aventura.

—Está bien, vamos —Dijo finalmente con una sonrisa resignada pero emocionada. —Pero si llegamos tarde a la siguiente clase, la culpa es tuya, Elizabeth.

Elizabeth rio, encantada con su victoria. —¡Trato hecho! Y no se preocupen, chicos. Haremos que valga la pena. Además, es una oportunidad para hacer algo diferente y romper la rutina. ¡Vamos!

Los tres amigos se dirigieron al salón del club de periodismo, listos para descubrir lo que les deparaba esa pequeña aventura. A pesar de las reservas iniciales de Norberto, la promesa de explorar algo nuevo y la compañía de sus amigos lo convencieron de que algunas veces, vale la pena tomar pequeños riesgos para hacer descubrimientos inesperados.

Elizabeth avanzaba con un paso ligero y entusiasta, liderando el grupo. Su emoción era palpable, y cada tanto se giraba para asegurarse de que sus amigos la seguían, compartiendo detalles sobre las actividades del club y sus miembros con una sonrisa que no desaparecía de su rostro.

Armando, por su parte, mantenía una actitud más reservada. Aunque su paso era constante, sus expectativas se mantenían en equilibrio entre la intriga y la indiferencia. Escuchaba las explicaciones de la líder, asintiendo de vez en cuando, pero en su mente, se preguntaba qué tan diferente sería este club de otras actividades extraescolares que había visto. A pesar de ello, la posibilidad de descubrir algo nuevo y quizás encontrar una historia interesante sobre la naturaleza o los arácnidos mantenía viva su curiosidad.

Norberto caminaba junto a ellos, con una mezcla de preocupación y cautela marcando su paso. La idea de saltarse la clase no dejaba de molestarle, temiendo las posibles repercusiones. Además, la perspectiva de interactuar con un nuevo grupo de personas agitaba su ansiedad. Aunque valoraba la compañía de sus dos camaradas, la idea de salir de su zona de confort y enfrentarse a lo desconocido lo hacía dudar de su decisión de acompañarlos.

—Va a estar bien, Norberto —Dijo Elizabeth, notando su tensión. —Es solo una visita rápida, y te prometo que la gente del club es amigable. Vas a ver, tal vez encuentres algo que te apasione —Aceleró el paso, su entusiasmo creciendo con cada paso que daban hacia la puerta.

Norberto asintió, intentando absorber algo de la confianza de su amiga. A pesar de sus temores, no podía negar que parte de él estaba asustado por lo que podrían descubrir en ese sitio. A medida que se acercaban al salón, el trío pudo escuchar el murmullo de voces y el sonido de máquinas de escribir y computadoras trabajando.

Armando observaba todo con una expresión pensativa. La idea de unirse a una actividad extraescolar no le había cruzado la mente seriamente hasta ese momento, pero la posibilidad de escribir sobre temas que le interesaban comenzaba a parecerle atractiva.

Al llegar a la puerta del salón, Elizabeth se detuvo y se giró hacia sus amigos, con una sonrisa que prometía aventuras inolvidables y alocados descubrimientos. Norberto tomó una respiración profunda, preparándose para lo desconocido, mientras que Armando solo se encogió de hombros, listo para lo que viniera.

Juntos, cruzaron el umbral del salón del club de periodismo, adentrándose en un desconcertante viaje de no retorno, historias por contar y, quizás, el inicio de una nueva pasión.

—Aquí vamos, chicos. ¡Esto va a ser genial! —Exclamó Elizabeth, abriendo la puerta con un gesto teatral.

Con pasos medidos, se detuvieron frente a la entrada. La emoción burbujeaba en la coordinadora de todo este espectáculo, cuya sonrisa era tan amplia que parecía iluminar el pasillo. El amante de las arañas mostraba una expresión de curiosidad contenida, su interés por lo inaudito equilibrando su habitual reserva. El racional en cambio, con una mueca de preocupación apenas disimulada, trataba de calmar los nervios que le provocaba la idea de faltar a clase y la perspectiva de conocer gente nueva.

El salón del club de periodismo era un espacio vibrante y lleno de creatividad, reflejo de las mentes inquietas y apasionadas que lo habitan. Al ingresar, lo primero que le saltó a la vista es una gran pizarra que domina una de las paredes, repleta de notas adhesivas de colores, dibujos y esquemas que representan las ideas para futuras ediciones del periódico escolar. Cada nota pegada es un fragmento de la unión y el esfuerzo colectivo del club, desde reportajes investigativos hasta columnas de opinión y reseñas culturales.

Las mesas dispuestas en el centro del salón estaban agrupadas en pequeñas islas, cada una dedicada a una sección diferente del periódico. Computadoras portátiles, cámaras fotográficas y grabadoras digitales se encuentran sobre las mesas, herramientas esenciales para la creación de contenido. El aire está cargado de energía, con miembros del club discutiendo con mucho ímpetu, tecleando con rapidez o concentrados editando material visual y escrito.

Una estantería repleta de libros, periódicos y revistas se localizaba en un rincón, sirviendo tanto de fuente de inspiración como de recurso para la investigación. Títulos sobre periodismo, escritura creativa, fotografía y ética periodística convivían con ediciones pasadas, testimonio del legado y la historia del club. Las paredes están decoradas con fotografías impactantes y portadas memorables, cada una contando una historia de triunfos, desafíos y momentos significativos de las antiguas glorias del grupo. Un pequeño sofá y algunas sillas cómodas brindaban un rincón acogedor para la lectura y la reflexión, invitando a los miembros a tomar un respiro o a sumergirse en la lectura.

La iluminación era cálida y acogedora, creando un ambiente que fomentaba la concentración y la creatividad. Más que un simple espacio físico; es el corazón de un colectivo que busca dar voz a las historias de su comunidad, un sitio donde la curiosidad, el compromiso y la pasión por contar la verdad de los hechos se unían para dar vida a esta actividad extraescolar.

Con Elizabeth al frente, como la líder indiscutible del periódico escolar, ella guio a Norberto y Armando sobre el umbral del animado salón del club de periodismo. Con su posición de liderazgo, tenía una presencia que comandaba el respeto y la admiración del resto, lo que facilitó una cálida bienvenida para sus amigos.

—¡Equipo, quiero que conozcan a Norberto y Armando! —Exclamó Elizabeth, su voz llena de orgullo. —Están pensando en unirse a nosotros, y estoy segura de que traerán buenas nuevas.

La respuesta de los miembros fue en extremo positiva, con varios de ellos acercándose para saludar. Carla y Javier, aunque no eran editores como creían en un inicio, desempeñaban roles igual de cruciales dentro del equipo. Carla estaba a cargo del diseño gráfico, dando vida a las historias con visuales impactantes, mientras que Javier lideraba la sección de multimedia, ampliando el alcance del periódico mediante de videos y podcasts subidos a internet.

—Es un placer conocerlos. Soy Carla, la mente detrás del diseño gráfico del periódico —Se presentó, con una sonrisa que invitaba a la colaboración. —Elizabeth me comentó sobre tu interés en la ecología, Armando. Podríamos crear una infografía impresionante con tus ideas.

Armando, sorprendido por la inesperada oportunidad de combinar su pasión por la naturaleza con el diseño gráfico, asintió entusiasmado. —Eso suena increíble. Tengo muchas ideas que podrían funcionar muy bien visualmente. Aunque no sabía que hablaban de mi por estos lares.

—¿Y cómo no hacerlo? Si tu proyecto arácnido. —Le gruñó el ojo— Te hizo descartar sobre muchos otros insípidos compañeros.

—Mi proyecto... —Se quedó pensando hasta que recordó y que pasmado— vaya aquí están bien informados... demasiado. —Más intrigado no podía estar.

Por otro lado, Javier se acercó a Norberto, extendiendo su mano en señal de bienvenida. —Y yo soy Javier, encargado de la sección multimedia, aunque prefiero llamarle de página web, queda mejor. Escuché que tienes un interés especial en la astronomía. Imagina los podcasts que podríamos hacer explorando los misterios del universo.

Reservado por la idea de saltarse clases y su preocupación por interactuar con los demás, encontró la propuesta de Javier sorpresiva y emocionante. La idea de poder compartir su pasión por el cosmos de una manera tan creativa lo hizo reconsiderar su nerviosismo inicial.

—Suena como una gran oportunidad para alcanzar a más personas con temas fascinantes —Respondió, una nueva chispa de interés brillando en sus ojos.

—Excelente, espero que no tengas inconveniente tratando con computadoras. —Agregó con una sonrisa.

—Al contrario, ese es mi fuerte —Fue su corta contestación.

Elizabeth observaba con satisfacción cómo sus amigos comenzaban a integrarse y a ver el potencial de su participación en el club. Sabía que el grupo se beneficiaría de la inclusión de Norberto y Armando, no solo por sus conocimientos y pasiones únicas sino también por la energía y perspectivas que aportarían.

—¿Qué les parece si les mostramos más de cerca cómo trabajamos? —propuso Elizabeth, animando a todos a participar. —Creo que todos podemos aprender algo nuevo el uno del otro y juntos hacer crecer nuestro periódico. —La líder caminó hacia el grupo con una sonrisa entusiasta. —Bien, ahora que la mayoria estamos aquí, quería discutir las próximas actividades del club y cómo podemos mejorar nuestro periódico escolar.

Armando la miró con interés. —¿Qué tipo de actividades tenías en mente?

Javier, animado, gesticuló con las manos. —Estaba pensando que podríamos hacer entrevistas a los profesores sobre sus experiencias docentes. Podría ser una excelente manera de conectar con la comunidad escolar.

Carla, con entusiasmo, asintió. —Y podríamos tener una sección para artículos escritos por los estudiantes sobre eventos escolares, deportes y arte. ¡Sería genial!

La puerta se abrió, ingresando al recinto Lucas y Sofía quienes cargaban unas columnas de libros, entraron en la sala con una expresión de curiosidad y sorpresa en sus rostros.

Lucas miró a su alrededor con curiosidad, levantando una ceja. —¿Qué está pasando aquí? Se siente como si hubiéramos llegado a un consejo de guerra.

Sofía rio con suavidad mientras se acercaba al grupo. —¿Qué están planeando?

La que se había puesto en medio de todos señaló a Armando con una sonrisa amplia. —Estamos discutiendo ideas para mejorar nuestro periódico escolar. Me complace anunciar que Armando se unirá a nosotros como escritor.

Armando, con una mirada determinada, asintió. —Estoy emocionado por ser parte de esto. Siempre me ha interesado el periodismo. —Lo siguiente lo pensó en su cabeza: — Ahora que he descubierto una maraña de jugosos secretos por revelar. —Se rio en su mente.

Lucas, con una expresión juguetona, cruzó los brazos. —Entonces, ¿esto significa que finalmente podremos leer artículos interesantes en nuestro periódico?

Elizabeth hecho la carcajada más fuerte que pudo mientras movía la cabeza. —¡Eso espero! Pero necesitamos la ayuda de todos para hacerlo realidad.

Sofía, mirando al grupo con determinación, aseguró: —Puedes contar con nosotros. Estamos aquí para apoyar y contribuir.

Javier, con un brillo de orgullo en sus ojos, asintió. —¡Esto suena prometedor! Estoy emocionado por ver hacia dónde nos llevará este nuevo capítulo del club de periodismo.

La sala se llenó de una sensación palpable de entusiasmo y camaradería mientras todos asentían con emoción, esperando los nuevos y emocionantes cambios que vendrían con la incorporación de nuevos miembros al equipo.

El sonido estridente del timbre llenó el aire, resonando a través de los pasillos y aulas del bachillerato. La repentina alarma del timbre provocó un sobresalto colectivo entre los estudiantes, pero ninguno reaccionó con tanta intensidad como Norberto.

—¡Oh no, oh no! ¡Vamos a perder la clase! —exclamó Norberto, mirando ansiosamente su reloj y comenzando a jadear con nerviosismo.

Elizabeth, tratando de calmarlo, colocó una mano en el hombro de Norberto y le sonrió tranquilamente.

—Norberto, tranquilo. Recuerda que tenemos permitido saltarnos clases sin dar explicaciones. Soy la hija de la directora, ¿recuerdas? —Dijo con tono calmado.

Armando, con una sonrisa comprensiva, añadió:

—Exacto, Norberto, no te preocupes tanto. La profesora es bastante comprensiva. Además, esta es una experiencia única para todos nosotros.

Javier intervino, intentando infundir un poco de humor en la situación.

—Tal vez podamos hacer una "noticia urgente" sobre nuestra aventura en el club de periodismo. Sería emocionante, ¿no crees?

Carla y Armando asintieron en acuerdo, tratando de tranquilizar a Norberto con palabras amables y gestos reconfortantes. Lucas se unió al esfuerzo colectivo, ofreciendo palabras de aliento y apoyo.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del grupo por calmarlo, Norberto seguía mostrando signos de ansiedad, moviéndose inquieto de un lado a otro.

—No sé, chicos... Me siento tan culpable por faltar a clase —Murmuró Norberto, su voz temblorosa reflejando su preocupación.

Sofía, quien había estado observando la situación en silencio, decidió intervenir.

—Norberto, a veces es bueno permitirse un poco de flexibilidad. No todas las oportunidades vienen en horarios perfectos. Tal vez esta sea una señal de que necesitas equilibrar tu vida académica con nuevas experiencias —Dijo Sofía con una sonrisa reconfortante. —Ademas no va a ser la única vez que vas a saltar clases —Agregó de golpe.

—¿Enserio? —Lo siguiente lo pensó: — ¡¿Esto en definitiva pondrá mi rendimiento escolar en juego?!

El resto del día escolar de Norberto fue una montaña rusa de emociones y pensamientos. Aunque intentó concentrarse en sus clases, su mente se desviaba con constancia hacia la experiencia en el club de periodismo. Se imaginaba participando, investigando historias intrigantes y contribuyendo con su propia creatividad.

Mientras se sentaba en las aulas, luchaba por mantener su enfoque en los temas académicos. Sin embargo, no pudo evitar planear estrategias mentales sobre cómo equilibrar su compromiso con el club y mantener un rendimiento destacado en sus estudios. Quería ser el mejor en ambas áreas y se preguntaba cómo podría lograrlo sin sacrificar una por la otra.

A medida que avanzaba el día, Norberto se encontró lleno de determinación y motivación. Se dio cuenta de que tendría que organizarse cuidadosamente, establecer prioridades y quizás buscar el apoyo de sus amigos para mantenerse al día con sus responsabilidades académicas mientras se sumergía en las actividades del club.

Al final del día, aunque estaba cansado, se sentía inspirado y emocionado por las oportunidades que se presentaban ante él. Estaba listo para enfrentar el desafío y demostrar que podía sobresalir tanto en el club de periodismo como en sus estudios académicos. Pero, ahora que ya se va a dormir ¿Qué nuevas aventuras le esperan en el mundo pokémon?

Esta historia continuará...

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