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Capitulo seis: Escape sigiloso nocturno

Norberto, con su espíritu curioso, se zambullía y nadaba en las aguas del manglar, disfrutando de la sensación refrescante y la libertad momentánea que esto le proporcionaba. Sus movimientos eran ágiles y gráciles, salpicando agua y riendo mientras exploraba los alrededores acuáticos. Parecía encontrar alegría en este breve respiro de la constante tensión y peligro que habían estado enfrentando.

Samantha, por otro lado, estaba tumbada en una rama alta, observando el cielo teñirse de un profundo azul oscuro mientras las primeras estrellas comenzaban a brillar. No podía relajarse como Norberto. Su mente estaba ocupada, planeando su siguiente movimiento. Sabía que la tenacidad de Wake no tenía límites, y que él volvería tan pronto como pudiera. No había descanso para ella mientras el peligro acechara.

Luego, los que habían robado estos últimos días en los mercados de ciudad pastoría estaban descansando en la copa del manglar, hasta en la cima de cierto frondoso árbol. Desde allí, podían contemplar el horizonte y el mar en la distancia mientras tenían sus placidos cuerpos sobre las firmes ramas. El sol iniciando con su salida de escena porque este par ya no lo verían en un buen rato, pintaba el cielo con tonos anaranjados y rosados que anunciaba la llegaba de un firmamento lleno de estrellas; Esa corta tranquilidad contrastaba con las frenéticas horas anteriores y también lo harán en las posteriores.

—No puedo creer que logramos escapar de Super Wake —Dijo Samantha, con la mirada perdida a la distancia.

—Sí, fue una locura —Respondió Norberto, aun sintiendo la adrenalina en su cuerpo. Recordaba con claridad cómo habían corrido por el pantano, esquivando los ataques de Wake y sus Pokémon—. Estuvo bien cercas, me sorprende que sigamos con vida.

—El Basculegion era fuerte... demasiado —Añadió, sorprendida debido a que en respectiva era inaudito su victoria—. Si no fuera por la distracción que causamos, Wake nunca lo habría capturado. —Su mente por ser tipo psíquico no podía evitar sacar conjeturas o prejuicios casi de manera inconsciente— La pelea en el bosque y ahora en el pantano... ¿Será acaso que este no es un simple Riolu? —No dejaba de revolotearle estas ideas en su cabeza, repitiéndose esa pregunta en reiteradas ocasiones mientras se le quedaba observando.

Norberto asintió. Habían sido testigos de cómo la feroz Bestia había sido sometido por Super Wake, una vista que ambos encontraron tanto impresionante como aterradora. La captura había permitido su huida, pero también les había recordado la fuerza y determinación de su perseguidor.

—Me pregunto cuánto tiempo pasará antes de que nos encuentre de nuevo —Murmuró Norberto, más para sí mismo que para la Espeon.

—No mucho, si no somos cuidadosos —Dijo ella, mirandolo con una seriedad que rara vez mostraba. Samantha siempre había sido la más audaz de los dos, pero incluso ella sabía cuándo la situación requería prudencia.

La conversación se apagó mientras ambos miraban el mar, disfrutando de unos momentos de paz. La brisa marina acariciaba sus rostros, llevándoles un poco de consuelo después de un día tan agotador.

De repente, un ruido en la distancia rompió la calma. Era un crujido, seguido de un susurro de hojas moviéndose cercas de allí.

—¿Oíste eso? —Preguntó Norberto, poniéndose tenso.

Una bandera roja a todas luces, ocasionando que las orejas de Espeon giraran hacia el sonido. Ambos se quedaron inmóviles, escuchando con atención. El ruido se hizo más fuerte, y pronto pudieron distinguir pasos acercándose. Sus corazones comenzaron a latir más rápido.

—Tenemos que movernos —Sentenció Samantha, sus ojos brillando con determinación.

—Pero, ¿a dónde? —Preguntó, tratando de mantener la calma.

—Cualquier lugar menos aquí —Respondió ella, comenzando a moverse con elegancia entre las ramas del árbol.

Norberto la siguió a su manera tosca, pero práctica. Su mente llena de pensamientos sobre lo que vendría después ¿Podrían en verdad mantenerse un paso adelante de sus perseguidores? Mientras descendían del árbol y se adentraban manglar adentro, una cosa era segura: la noche estaba lejos de ser tranquila.

El astro rey había quedado en el pasado resistiendo solo los remanentes de sus últimos rayos de seguridad, esa última iluminación atravesaba las densas copas de los árboles; creando patrones de sombras que danzaban gradual sobre la superficie del agua. A medida que los minutos pasaban, el ambiente cálido del atardecer daba paso a una fresca brisa nocturna, y los sonidos del manglar comenzaban a cambiar. Los cantos de los Staravias diurnos fueron reemplazados por los ruidos de criaturas nocturnas, creando una sinfonía natural que llenaba el aire.

A medida que el sol se escondía, el manglar se volvía cada vez más tétrico. Las sombras se alargaban y oscurecían, y una niebla ligera comenzó a levantarse desde el suelo, envolviendo todo en un manto etéreo y fantasmagórico: Los ruidos nocturnos se intensificaban. Con croares de Croagunk y chirridos de los tipo bicho llenando el aire; Cada crujido de una rama o chapoteo en el agua parecía amplificarse, creando una atmósfera inquietante.

El Riolu, aún con energía, se aventuraba más lejos, pero siempre manteniendo a su acompañante a la vista. Su risa era un eco reconfortante en la oscuridad creciente, un contraste con el silencio tenso de su compañera. Samantha, con los ojos entrecerrados y la mente enfocada, repasaba los posibles planes de escape y las estrategias para enfrentar a Wake si fuera necesario. Sabía que no podían quedarse en el manglar para siempre, y cada minuto que pasaba sin un plan concreto aumentaba su inquietud.

Más tarde, con la noche completado su instalación y el manglar sumido en una penumbra total. La luna divisándose en cuarto menguante yacía sobre las copas de los árboles, proyectando una luz pálida y fría sobre ellos. Samantha, sintiendo la proximidad del peligro, se hecho al agua para emprender su fuga inminente.

— Tenemos que movernos pronto —Dijo Samantha en voz baja, rompiendo el silencio con su tono firme. —No podemos quedarnos aquí. Wake no tardará en encontrarnos.

Entendiendo la gravedad de la situación, aunque había disfrutado del breve momento de diversión, sabía que la evolución de Eevee tenía razón. Era hora de planear su siguiente paso y asegurarse de que estuvieran listos para lo que fuera que el futuro les deparara. Juntos, en la oscuridad del manglar, comenzaron a trazar su próxima jugada, conscientes de que su supervivencia dependía de cada decisión que tomaran.

— ¡Tenemos que seguir el río hacia el mar! —Insistió Norberto, su voz reflejando frustración mientras gesticulaba hacia el agua. — Será un escape más rápido y fácil. No podemos seguir arriesgándonos en el pantano.

Lo miró con los ojos entrecerrados, su expresión decidida y tensa. Contemplando su alrededor cuestionando cualquier método de escape factible, llego a una única conclusión factible según ella.

—No podemos simplemente seguir el río —Respondió Samantha con firmeza, su tono cargado de exasperación. — Si volvemos a la ciudad y cruzamos el gran pantano, podremos despistarlos, en definitiva. Tengo un plan arriesgado, pero será más efectivo a largo plazo.

Norberto frunció el ceño, dando un paso adelante para enfatizar sus palabras.

— ¡Es demasiado peligroso! —Exclamó sin intensiones de ceder tan fácil— El pantano está lleno de amenazas y ya hemos tenido suficiente de eso. Seguir el río nos llevará al mar, donde tendremos más opciones para escapar.

La Espeon sacudió la cabeza, su cola moviéndose nerviosa.

— No entiendes —Replicó, su voz baja pero cargada de intensidad. — Wake y los otros líderes de gimnasio no se rinden fácilmente. No estamos lidiando con oponentes comunes. Tienen recursos y el terreno de su lado. Si nos enfrentamos a ellos en su elemento dominante, estamos perdidos.

Norberto apretó los puños, sintiendo una mezcla de impotencia y frustración. No quería volver a la ciénaga, pero la determinación de su compañera era inquebrantable.

—Entonces, ¿cuál es tu plan arriesgado? —Preguntó, tratando de mantener la calma mientras buscaba entender su perspectiva.

Samantha se acercó a Norberto, mirándolo a los ojos con decisión firme y sin escrúpulos.

—Si cruzamos el gran pantano, podremos llegar a una zona donde Wake no tendrá tanto control. Es arriesgado, sí, pero si nos movemos rápido y con cuidado, podemos lograrlo. Además, tengo contactos en la ciudad que podrían ayudarnos a desaparecer.

Tomó aire, sus pensamientos chocando entre el temor de volver a embarrase con criaturas poderosas y la lógica del plan imposible. Su instinto le decía una cosa y su razonamiento otra, ese choque de fuerza le daba mucha jaqueca por lo que tenía que decidirse y rápido por una opción, reconociendo su valentía y a su poder aural; su amiga no había perdido los estribos además de verse tan seria y centrada así que tenía un punto válido.

— Está bien —Dijo con resignación— Lo haremos a tu manera. Pero no me gusta.

Colocó una pata sobre el hombro de Norberto, agradeciendo su confianza con una pequeña sonrisa.

—Sé que es difícil, pero confía en mí. Juntos podemos hacerlo.

El Riolu se tranquilizó, preparándose para lo que estaba por venir. Mientras se dirigían hacia la entrada a la ciénaga, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago, consciente de que estaban a punto de enfrentar un desafío aún mayor. ¡Algo lo sorprendió de golpe! Se quedó pasmado ante la idea que su detención aural le provocó una confianza de haber bajado la guardia de esa manera; Tal imprudencia le proporciono un puñetazo en toda la cara, cuando se dio cuenta de lo sucedido ya tenía un ojo morado en su rostro.

Samantha, viendo la ferocidad con la que Poliwrath amedrento a su socio, decidió actuar sin compasión. Con un destello de energía, levantó un Reflejo alrededor de ella y su colega, creando una barrera que reduciría el impacto de las agresiones del rival.

— ¡Resiste, Norberto! —Gritó concentrándose en mantener el Reflejo mientras lanzaba un Brillo Mágico hacia su agresor.

A pesar de estar en desventaja numérica, Poliwrath no se dejaba vencer en demasía. Con una fuerza impresionante, atacaba al tipo psíquico con movimientos precisos y potentes, obligándola a retroceder. Norberto, por su parte, apenas lograba reaccionar, utilizando al toque Palmeo para desviar algunos de los ataques y Copión para imitar los movimientos de su camarada.

La batalla se tornó más intensa con cada segundo. El tipo agua-lucha lanzó un poderoso Puño Dinámico que impactó en Samantha, haciéndola tambalearse. Norberto, desesperado por proteger a su aliada, se lanzó hacia su contrincante con un Copión del mismo ataque, tratando de desestabilizar al pokémon de Wake.

En un momento crítico, Poliwrath y Norberto lograron conectar golpes críticos al mismo tiempo. El impacto fue demoledor, enviando a ambos volando en direcciones opuestas. El pokémon emanación chocó contra las duras ramas de los mangles, sintiendo el dolor recorrer su cuerpo. Poliwrath, por su parte, también se estrelló contra las ramas, aturdido por la fuerza del impacto.

Aprovechando el momento de debilidad de su enemigo, la Espeon, con los ojos brillando de determinación, cargó un último ataque. Con un destello de energía, lanzó un poderosa Psicocarga hacia su víctima, agrediéndolo con precisión.

Intentó resistir, pero el ataque fue fulminante. El pokémon de Wake flaqueo, hundiéndose debilitado en el agua. Samantha, jadeando y visible su agotamiento, miró a Norberto, quien se estaba recuperando del brutal impacto.

— Lo... lo logramos —dijo, su voz entrecortada por el esfuerzo.

Norberto asintió, levantándose con dificultad. — Sí, pero no podemos quedarnos aquí. Debemos seguir adelante antes de que lleguen más de ellos.

Ambos, aunque exhaustos, sabían que tenían que continuar. La victoria sobre Poliwrath les había dado un respiro, pero Wake y sus pokémon seguro no se darían por vencidos nunca. Con renovada determinación, Ambos se adentraron más alejándose así de la zona de mangles, listos para enfrentar lo que viniera a continuación.

Norberto y Samantha se movían rápido entre lo oscuro y sinuoso río. La tensión en el aire era palpable mientras nadaban con cuidado, sus cuerpos sumergidos hasta el punto de apenas romper la superficie. Las estrellas brillaban débiles en el cielo, proporcionando una tenue luz que apenas iluminaba su camino.

Norberto, con sus sentidos agudizados por el aura, fue el primero en detectar la presencia de Gyarados y Basculegion patrullando las aguas más adelante. Se detuvo abrupto con taquicardia y con un toque indicándole luego con una mirada seria a su amiga, que había peligro.

— Tenemos compañía —Murmuró, su voz apenas un susurro.

Samantha asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Sabían que el más mínimo ruido podría alertar a los poderosos pokémon de Wake. No podían permitirse ser descubiertos.

Con extrema cautela, comenzaron a avanzar en modo sigilo. El agua a su alrededor parecía mantener un silencio ominoso, como si el río mismo comprendiera la necesidad de discreción. Se movían lento, cada movimiento calculado para evitar hacer olas o ruidos innecesarios.

El corazón de Norberto latía con fuerza cuando vio la silueta imponente de Gyarados moviéndose con determinación bajo la superficie del agua. El gran serpentino se deslizaba con una gracia letal, sus ojos escaneando el entorno en busca de intrusos. No muy lejos, Basculegion flotaba, su cuerpo espectral añadiendo una atmósfera aún más inquietante a la escena.

— Mantente cerca y sigue mis movimientos —Susurró Norberto, con su vista por el momento clausurada por la sombría noche, dejo su supervivencia a su sentido aural.

Samantha no podía hacer mucho, así que se dejó guiar con algo de disgusto consigo mismo por no poderse valer por sí mismo. Se movieron casi sincronizados, pasando con sigilo por encima de los poderosos pokémon. Cada segundo se sentía eterno, la tensión en sus músculos creciendo a medida que avanzaban centímetro a centímetro.

En un especial momento decisivo, Norberto notó que Gyarados había girado hacia su posición actual, su mirada dirigida hacia ellos. Contuvo el aliento, rezando para que su presencia pasara desapercibida, siendo la oscuridad su aliada. A su lado, Samantha también se había quedado inmóvil, sus ojos fijos en la gigante silueta aproximándose hacia ellos... hasta que se dio la vuelta justo en la recta final.

Más tarde, tras lo que parecieron horas, pero en realidad solo fueron minutos, lograron pasar el área patrullada. Sus rigidos cuerpos comenzaron a relajarse, pero sabían que aún no estaban fuera de peligro.

—Casi lo logramos —Comentó Samantha, con una mezcla de alivio y precaución.

Norberto no volvería a cometer el mismo error, sus sentidos aún en alerta máxima. — Sí, pero debemos seguir siendo cuidadosos. Wake podría tener más sorpresas esperándonos.

Continuaron su camino, nadando con el mismo sigilo y precaución, sus corazones aun palpitando con la adrenalina del peligro que acababan de superar. Sabían que cada momento contaba y que solo unidos podrían encontrar una salida segura de aquella peligrosa situación.

Los dos siguieron nadando al unísono, el estrés grabado en cada movimiento tenso de sus figuras. El manto de la noche era casi absoluto, ese negro absorbente envolviéndolos como una capa pesada que dificultaba aún más su avance. Sus ojos apenas podían distinguir formas y sombras, obligándolos a confiar en sus otros sentidos para navegar por el traicionero río.

El agua estaba fría y densa, con corrientes que amenazaban con arrastrarlos fuera de su curso. Las siluetas monstruosas de Gyarados y Basculegion se desvanecían en la distancia, pero el alivio de dejarlos atrás se mezclaba con una creciente ansiedad al acercarse a la entrada del pantano.

Norberto mantenía su aura alerta, escaneando constante su entorno en busca de cualquier señal de peligro. Samantha nadaba a su lado, sus ojos brillando con una mezcla de determinación y cautela. Sabían que un solo error podría costarles caro.

El sonido del agua contra su constitución era apenas un susurro, pero en la quietud de la noche parecía ensordecedor. Cada chapoteo les recordaba que aún no estaban fuera de peligro. La Espeon, que su normalidad era mantener su compostura fría, sentía cómo la presión aumentaba a medida que avanzaban hacia el oscuro y denso pantano.

— Mantente cerca —Aconsejó Norberto, su voz apenas un susurro. Sabía que la ciénaga sería un desafío diferente, lleno de peligros ocultos y caminos inadecuados.

La transición del río abierto al pantano fue gradual. El agua se volvió más turbia y espesa, y la vegetación comenzó a cerrar filas a su alrededor. Las raíces de los árboles sobresalían del agua, creando una red de obstáculos que debían esquivar con mucho cuidado. Los sonidos de la noche cambiaron, pasando del suave murmullo del río a la viscosidad del fango y el susurro de hojas movidas por criaturas invisibles.

La oscuridad era aún menos opresiva aquí, sin las copas de los árboles bloqueando la poca luz de las estrellas por estar a cielo abierto. El ambiente se sentía sofocante, como si el mismo aire estuviera cargado de misterio y peligro.

Se movían con una cautela extrema, tratando de no hacer ruido mientras avanzaban. Cada paso y cada movimiento eran calculados. La tensión en sus músculos no disminuía, y la adrenalina les daba la energía necesaria para seguir adelante, aunque sus cuerpos estuvieran al borde del agotamiento.

— ¿Cuánto más hasta que estemos a salvo? —Susurró Samantha, sus palabras apenas audibles.

— No lo sé —Respondió Norberto, su voz firme a pesar de la incertidumbre—. Solo debemos seguir adelante y mantenernos alerta. No podemos permitirnos ningún error.

Samantha asintió, su mirada fija en la oscuridad frente a ellos. Sabía que la verdadera prueba aún estaba por venir. El pantano era un laberinto sin garantía, y cualquier paso en falso podría llevarlos a su perdición.

A medida que se adentraban más, el agua se volvía más profunda y las sombras más densas. Pero seguían adelante, impulsados por la determinación de encontrar una salida y escapar del constante peligro que los acechaba.

El Riolu, avanzaba con cautela, confiando en su habilidad para sentir el aura y guiarse a través de la opresiva oscuridad. El pantano era un laberinto de obstáculos y plantas sumergidas, con cada paso que daba sintiendo el lodo espeso cediendo bajo sus pies, el barro pegándose entre su pelaje y haciendo cada movimiento más difícil. La humedad y el barro formaban una capa pegajosa que le recordaba sin compasión el entorno hostil en el que se encontraban.

A través de la cortina de oscuridad, sus sentidos aumentados por el aura le permitían ver formas y movimientos que serían invisibles para un ojo no entrenado. Sentía la vibración de cada criatura que se movía cerca, cada rama que se doblaba bajo el peso de algo, cada burbujeo en el agua turbia del pantano. Samantha, en su forma de Espeon, lo seguía de cerca, su pelaje empapado y embarrado, pero sus ojos brillando con determinación.

— Tenemos que seguir adelante —Murmuró Norberto, su voz apenas audible, como un susurro en la oscuridad.

Cada paso era un esfuerzo, con el barro succionando sus patas y haciéndole luchar por mantener el equilibrio. El aire estaba cargado de humedad, el croar y los ruidos de otras criaturas del pantano creaban una sinfonía a su alrededor. Norberto se detenía de vez en cuando, cerrando los ojos y dejando que el aura le mostrara el camino. Era una sensación extraña, como ver sin ver, percibir el mundo a través de una red de energía y movimiento.

De repente, sintió algo más, una presencia desconocida que se movía en su dirección. Dos auras diferentes, acercándose con rapidez y sigilo. Su corazón latió más rápido, y giró la cabeza hacia su aliada, su rostro transmitiendo la advertencia.

—Nos están siguiendo —Dijo en voz baja, su tono tenso.

Samantha sabía que se trataba de una emboscada, su mente ya calculando las posibilidades. Miró a su alrededor, sus orejas moviéndose para todos lados mientras analizaba el entorno.

—Estamos en desventaja —Respondió, su voz calma pero urgente—. Aquí, en el pantano, no tenemos mucho margen para maniobrar. Necesitamos encontrar un lugar más seguro.

Avanzaron con mayor cautela, cada sonido amplificado en sus oídos, cada sombra pareciendo un posible enemigo. Norberto se concentró en las auras que sentía, tratando de evaluar su intención y distancia. Samantha, con su mente aguda, evaluaba las opciones disponibles, buscando cualquier ventaja que pudieran tener en este entorno hostil.

A medida que se movían, el barro y el agua de la ciénaga se sentían como una resistencia constante, pero la determinación de escapar y sobrevivir les daba la fuerza para seguir adelante. Sabían que cada momento contaba y que cualquier error podría ser fatal en esta lucha silenciosa en medio del pantano.

Seguían avanzando con dificultad por el lugar, sus sentidos en alerta total. Las auras que había detectado con anterioridad se acercaban rápido. No pasó mucho tiempo antes de que las siluetas de Gastrodon y Quagsire emergieran de la oscuridad, sus miradas fijas en ellos. La tensión en el aire era palpable.

—¡Nos encontraron! —Exclamó Norberto, sus ojos azules brillando con frustración.

Gastrodon, con su cuerpo viscoso y su movimiento sinuoso, se lanzó hacia Samantha con un ataque de Agua Lodosa, mientras Quagsire avanzaba con firmeza, sus ojos serenos pero peligrosos. Norberto apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el ataque de Gastrodon impactara, salpicando barro y agua por todas partes.

—¡Reflejo! —Gritó Samantha, creando una barrera brillante que absorbió parte del impacto, pero aun así fue empujada hacia atrás por la fuerza del golpe.

El Riolu se lanzó hacia Quagsire, utilizando Palmeo para intentar detener su avance. Logró golpearlo en el costado, pero este apenas pareció inmutarse. Con un movimiento rápido, su enemigo contraatacó con una Cola Veneno, obligándolo a retroceder.

—¡Esto no es bueno! —Se quejó Norberto, sintiendo el dolor en su costado. Tenían que pensar rápido.

Gastrodon continuaba presionando a Samantha, su cuerpo deslizándose por el barro con facilidad. La evolución de Eevee lanzó un Brillo Mágico, iluminando el área a su alrededor y cegando por poco tiempo a su adversario. Aprovechando la oportunidad, Norberto utilizó Copión para imitar el ataque y lanzar un Brillo Mágico propio, ganando un respiro.

Quagsire, sin embargo, no se detuvo. Con un rugido bajo, desató un poderoso Terremoto, haciendo que el suelo temblara con mucha violencia. Norberto y Samantha apenas lograron mantener el equilibrio, el lodo y el agua salpicando a su alrededor.

—¡Norberto, necesitamos una estrategia! —Gritó la Espeon, su voz llena de urgencia.

Norberto, con su mente trabajando a toda velocidad. Sabía que tenían que dividir a sus enemigos para tener una oportunidad. Con un rápido movimiento, se lanzó hacia Quagsire, utilizando Contrataque para devolver el daño recibido, golpeándolo con una fuerza inesperada.

El pez agua se tambaleó, sorprendido por la fuerza del golpe. El protagonista aprovechó la oportunidad para seguir atacando, mientras su amiga enfocaba sus ataques en Gastrodon. Con un último esfuerzo, lanzó una Psicocarga, golpeando a la babosa marina con una ola de energía mental.

El ataque dejó a la babosa marina aturdido, dándoles una ventana para escapar. Norberto y Samantha intercambiaron una mirada, sabiendo que era su única oportunidad.

—¡Corre! —gritó Norberto, y ambos comenzaron a correr a través del pantano, sus cuerpos cansados pero impulsados por la necesidad de sobrevivir.

Mientras corrían, podían oír a los tipo agua-tierra recuperándose y comenzando a perseguirlos de nuevo. Pero con el barro y el agua dificultando sus movimientos, Norberto y Samantha lograron ganar algo de distancia. A medida que avanzaban, el paisaje del pantano se volvía cada vez más familiar, indicando que estaban cerca de salir de la zona peligrosa.

La adrenalina les daba fuerzas, y con cada paso, la determinación de escapar y encontrar un lugar seguro los impulsaba. Aunque el peligro aún no había pasado, sabían que habían ganado una pequeña batalla en su lucha por la libertad.

Corrieron lo más rápido que pudieron por el barro, pero pronto se dieron cuenta de que ya no podían escapar. Los sonidos de los tipos pokémon de wake persiguiéndolos se hicieron más cercanos y amenazantes. Se detuvieron en una pequeña elevación del terreno, rodeados de lodo y agua estancada. El aire estaba cargado de humedad y tensión.

—No tenemos otra opción, Samantha. Tenemos que enfrentarlos aquí y ahora —Dijo el Riolu, parado sobre la isla con su típica pose de pelea.

—Lo sé, Norberto. Demos lo mejor de nosotros —Respondió Samantha, su cuerpo temblando pero con una mirada de resolución.

Gastrodon apareció primero, su cuerpo viscoso y pesado moviéndose con rapidez sorprendente. Sin pensarlo, lanzó un ataque de Agua Lodosa, cubriendo a sus enemigos en barro y agua sucia. Samantha se apresuró a levantar una barrera con Reflejo, atenuando parte del daño, pero aun así ambos sintieron la fuerza del ataque.

Quagsire, por su parte, parecía haberse quedado atrás, con una expresión embobada mientras se recuperaba poco a poco de los golpes anteriores.

—¡Ahora es nuestra oportunidad! —Gritó Norberto, lanzándose hacia la babosa marina con un rápido Palmeo.

El ataque impactó en Gastrodon, haciéndolo retroceder unos pasos. La Espeon aprovechó el momento para lanzar una Psicocarga, enviando una onda de energía mental directo hacia el enemigo. Este se retorció de dolor, pero no cedió.

Con un rugido, La babosa marina comenzó a atacar frenético como errático, lanzando sucesivos ataques de Lodo y Agua Lodosa. Ambos prófugos de la justicia esquivaban como podían, pero el terreno fangoso hacía difícil moverse con agilidad.

—¡Tenemos que centrarnos en uno a la vez! —Gritó Samantha, lanzando un Brillo Mágico que iluminó el área y cegó otra vez a la babosa marina.

Norberto continuo utilizó Copión para imitar el ataque, lanzando su propio Brillo Mágico hacia el mismo objetivo. La luz cegadora hizo que Gastrodon se tambaleara, pero en su furia, continuó atacando a ciegas, golpeando el barro y salpicando agua por todas partes.

—¡Cuida de Quagsire! Yo mantendré a Gastrodon ocupado —Dijo Samantha, concentrando toda su energía en mantener a raya su enemigo.

Norberto se giró y se dirigió hacia Quagsire, que parecía haberse recuperado porcompleto y ahora los miraba con una sonrisa tonta. Con un rápido movimiento, Norberto utilizó Contrataque, devolviendo el daño recibido y golpeando a pez agua con fuerza.

Quagsire se tambaleó, pero veloz lanzó un poderoso Terremoto, haciendo que el suelo temblara con brutalidad. Norberto apenas logró mantener el equilibrio, sus pies hundiéndose en el barro.

—¡No puedes vencernos tan fácilmente! —Gritó Norberto, utilizando Palmeo para golpear a su contrincante de nuevo.

Mientras tanto, en la otra batalla que estaba pasando en simultaneo, lanzando ataques consecutivos de Psicocarga y Brillo Mágico. Gastrodon, aunque poderoso, comenzaba a mostrar signos de fatiga.

—¡Vamos, Norberto! ¡Un último esfuerzo! —Sentenció Samantha, su voz llena de determinación.

Con un último esfuerzo utilizó Copión una vez más, lanzando un último ataque de Terremoto a su mismo agresor. El impacto fue devastador, haciendo que Quagsire se tambaleara y cayera con pesadez al suelo, debilitado.

La babosa marina, viendo caer a su compañero, lanzó un último ataque desesperado de Agua Lodosa, pero su adversaria estaba preparada. Con un rápido movimiento, lanzó una Psicocarga final, golpeando a un oponente con una ola de energía mental.

El ataque fue suficiente para debilitar a Gastrodon, que cayó al suelo junto a Quagsire. Norberto y Samantha, jadeando y cubiertos de barro, se miraron con alivio.

—Lo logramos, Samantha. Lo hicimos —Dijo Norberto, su voz llena de agotamiento, pero también de orgullo.

—Sí, Norberto. Pero debemos seguir moviéndonos. No sabemos cuántos más pueden venir —Respondió Samantha, mirando a su alrededor con cautela.

Ambos sabían que la amenaza no había terminado, pero por ahora, habían ganado una pequeña victoria en su lucha por la libertad.

Los fugitivos, aun jadeando por la reciente victoria doble, sabían que no podían permitirse descansar. La noche era profunda y el pantano se tornaba cada vez más oscuro y peligroso. El barro pegajoso dificultaba el caminar, haciendo que cada avance fuera una lucha en sí misma. La tenue iluminación de la luna apenas penetraba la densa vegetación, dejando solo sombras inquietantes alrededor.

—Tenemos que seguir adelante, Norberto. La ciudad no puede estar muy lejos —Dijo la tipo psíquico, tratando de mantener la esperanza viva.

—Lo sé, Samantha. Pero debemos ser cuidadosos. No podemos permitirnos otro enfrentamiento en este estado —Contestó Norberto, usando el aura para guiar sus pasos y detectar cualquier amenaza potencial en el entorno.

Avanzaron poco a poco, cada uno atento a cualquier ruido o movimiento sospechoso. La ciénaga estaba lleno de criaturas nocturnas, y los sonidos de sus movimientos se mezclaban con el chapoteo de sus propios pasos. A lo lejos, por fin pudieron ver las luces parpadeantes de la ciudad, una señal de que su destino estaba cerca.

—Mira, Samantha. ¡Ahí está! —Exclamó Norberto, señalando las luces con renovada energía.

—Sí, ya casi llegamos. Solo un poco más, Norberto —Respondió Samantha, apretando el paso a pesar del cansancio.

Sin embargo, cuando miraron hacia atrás, notaron algo alarmante. Entre los cuerpos debilitados de los tipo agua-tierra, una nueva figura emergió. La luz menguante de la luna reveló la silueta de un cocodrilo caminando en dos patas. Su piel escamosa brillaba con un matiz oscuro y sus ojos reflejaban una inteligencia peligrosa.

—¡¿Feraligatr?! —Murmuró Samantha con asombro y temor.

El imponente inicial de jotho había llegado. Sus ojos se fijaron en ellos con una mirada depredadora, y con un rugido ensordecedor, comenzó a avanzar hacia ellos con pasos firmes y decididos.

—¡Corre, Norberto! ¡No podemos enfrentarlo ahora! —Gritó Samantha, tomando la delantera.

El Riolu no necesitaba más instrucciones. Ambos se giraron y corrieron con todas sus fuerzas hacia las luces de la ciudad. El pantano parecía alargarse interminable bajo sus pies, pero la visión de las luces les daba la fuerza necesaria para continuar.

A medida que avanzaban, podían oír los pasos pesados y el rugido del pokémon en forma de cocodrilo acercándose. El miedo y la adrenalina los impulsaban a seguir adelante, esquivando raíces y saltando sobre charcos profundos. Cada respiración era un esfuerzo, cada paso una lucha, pero no podían detenerse.

Más tarde, llegaron al borde del pantano. Delante de ellos, la ciudad se extendía como una promesa de refugio y seguridad. Con un último esfuerzo, cruzaron la línea entre el oscuro pantano y la luz tenue de las calles de la ciudad.

—¡Lo logramos, Samantha! —Jadeó Norberto, sus piernas temblando de agotamiento.

—Sí, pero no podemos bajar la guardia. Feraligatr no tardará en seguirnos. Debemos encontrar un lugar seguro —Dijo Samantha, su mirada aún alerta.

Con la ciudad a sus pies, sabían que su lucha no había terminado, pero al menos, por ahora, habían escapado del oscuro y peligroso de la ciénaga.

Los ladrones irrumpieron en las calles de Ciudad Pastoría, sus patas resonando contra el pavimento mientras corrían con desespero. Las luces de la ciudad los cegaban después de haber estado tanto tiempo en la oscuridad del pantano. A su alrededor, los edificios altos y las tiendas iluminadas formaban un laberinto de calles y callejones.

—¡Por aquí, Norberto! —Gritó Samantha, girando abrupta hacia un callejón estrecho.

—¡Samantha, no sé cuánto más puedo correr! —Respondió Norberto, jadeando y sintiendo el ardor en sus músculos.

Detrás de ellos, el sonido inconfundible de un Pokémon veloz y poderoso los perseguía. Floatzel, con su agilidad inigualable, se deslizaba por las calles como un torpedo, acercándose cada vez más. Sus ojos brillaban con determinación, sabiendo que su objetivo estaba a la vista.

—¡No te detengas! ¡Estamos casi allí! —Exclamó Samantha, su voz llena de urgencia.

Corrieron a por el camino y cruces, esquivando obstáculos y pasando por mercado que aún tenían algunos comerciantes y transeúntes. Las personas los miraban con curiosidad y sorpresa, pero no se detenían a preguntar.

Floatzel, implacable, saltó sobre una pila de cajas y se deslizó por una esquina, acortando la distancia. Samantha y Norberto sabían que tenían que actuar rápido. Necesitaban un plan para perder a su perseguidor.

—¡Vamos a la plaza central! —Dijo Espeon, reconociendo la posibilidad de mezclarse con la multitud y utilizar los múltiples caminos para despistar a Floatzel.

—¡Entendido! —rRspondió Norberto, esforzándose por mantener el ritmo.

Al llegar a la plaza central, la multitud de personas y Pokémon les dio una pequeña esperanza. Se sumergieron en la masa de cuerpos, tratando de desaparecer entre ellos. Floatzel, aunque ágil, tuvo que reducir la velocidad para maniobrar entre las personas, lo que les dio una pequeña ventaja.

—¡Rápido, al otro lado! —Indicó Samantha, señalando una salida que conducía a una zona menos transitada.

Corrieron por la plaza, esquivando a los vendedores y sus puestos. La gente los observaba con extrañeza, pero ellos no podían detenerse a explicar. Floatzel estaba a punto de alcanzarlos de nuevo cuando al final lograron salir de la muchedumbre y entrar en una calle menos concurrida.

—¡Lo logramos! —Dijo Norberto con alivio, aunque sabía que no podían relajarse por completo.

—Solo por ahora. Debemos encontrar un lugar seguro para escondernos y recuperar el aliento —Agregó, sus ojos escaneando el área en busca de refugio.

Siguieron corriendo por las calles oscuras y serpenteantes de Ciudad Pastoria, sabiendo que la persecución no había terminado, pero al menos habían ganado algo de tiempo para planear su próximo movimiento.

Samantha y Norberto, con el corazón acelerado y el cuerpo al límite, lograron perder a Floatzel en la confusión de la plaza central. La multitud les ofreció la cobertura perfecta para escabullirse entre los puestos y los transeúntes. Floatzel, a pesar de su agilidad, no pudo mantener el ritmo en medio de tanta gente, lo que les permitió tomar un respiro momentáneo.

—¡Por aquí! —Susurró Samantha, guiando al Riolu hacia una calle lateral menos iluminada.

Avanzaron con cautela, evitando cualquier sonido que pudiera delatar su presencia. Llegaron al mercado principal, un área que durante el día era bulliciosa con comerciantes y compradores, pero ahora estaba desierta y cerrada por la noche. Las sombras de los puestos vacíos y las tiendas cerradas creaban un ambiente inquietante, pero también les brindaban el refugio que necesitaban.

—Tenemos que entrar, no hay otra opción —Dijo Samantha, señalando una puerta trasera ligeramente entreabierta.

—Espero que no haya nadie adentro —Respondió el pokémon emanación, sintiendo una mezcla de nerviosismo y voluntad.

Se deslizaron por la puerta con sigilo, adentrándose en el oscuro mercado. La luz de la ciudad se filtraba por las ventanas, proyectando sombras largas y creando una atmósfera de misterio. Pasaron por puestos llenos de mercancías cubiertas con lonas, moviéndose veloz hacia la zona de desembarque.

—El camión debería estar por aquí —Murmuró Samantha, sus ojos buscando cualquier señal de movimiento.

A continuación, encontraron el camión estacionado en la zona de carga. Era un vehículo grande, listo para partir en cualquier momento. Se escondieron detrás de algunas cajas, observando y esperando una oportunidad para abordarlo sin ser vistos.

—Tenemos que subirnos antes de que arranque —Dijo Norberto, su voz apenas un susurro.

—Sí, pero debemos hacerlo con cuidado. No sabemos quién podría estar vigilando —Reveló, manteniendo sus sentidos alerta.

Esperaron en silencio, sus respiraciones controladas y sus cuerpos tensos. De repente, vieron al conductor acercarse al camión, preparándose para partir. Aprovechando el momento, se deslizaron agiles hacia la parte trasera y se metieron entre las cajas y la mercancía.

—Aquí estamos a salvo... por ahora —Dijo Samantha, acomodándose en un rincón.

—Espero que esto nos saque de la ciudad sin problemas —añadió Norberto, sintiendo un leve alivio pero sin bajar la guardia.

El motor del camión rugió al encenderse, y poco a poco comenzó a moverse. Ambos, ocultos entre las sombras y la mercancía, sabían que el peligro aún no había pasado, pero al menos estaban un paso más cerca de su objetivo. La noche continuaba, y con ella, su lucha por la libertad y la supervivencia en un mundo lleno de peligros.

Mientras el camión comenzaba a moverse, un ruido fuerte y repentino los sacudió. Antes de que pudieran reaccionar, Floatzel emergió de las sombras, lanzándose sobre ellos con una velocidad increíble. Con un movimiento rápido y preciso, arrancó a sus víctimas del camión, arrojándolos de vuelta a la zona de desembarque y luego de unos ataques de vuelta adentro mercado principal.

—¡No puede ser! —Gritó Norberto, levantándose con dificultad del suelo— Estamos bien débiles para aguantar.

Floatzel no les dio tiempo para recuperarse. Con una mirada feroz, cargó contra ellos, empujándolos hacia los comercios vacíos y oscuros del mercado. El RIolu intentó contraatacar con un Palmeo, pero Floatzel lo esquivó con facilidad, golpeándolo con un potente Hidropulso que lo envió volando hacia un puesto de frutas, desparramando manzanas y naranjas por todas partes.

—¡Norberto! —exclamó Samantha, sus ojos brillando con determinación a pesar del miedo.

Floatzel se volvió hacia ella, lanzando un rápido Colmillo hielo. La evolución de Eevee apenas tuvo tiempo de reaccionar, levantando un Reflejo para mitigar el daño. Sin embargo, el impacto fue lo suficiente de fuerte como para hacerla retroceder varios pasos, tambaleándose.

—¡Esto no se ve bien! —Pensó la Espeon, jadeando mientras intentaba recuperar el aliento.

Norberto se levantó con dificultad, sacudiéndose los restos de frutas y escombros de su pelaje. Usando Copión, imitó el Colmillo hielo de Floatzel y lo lanzó de vuelta. Pero Floatzel, con su agilidad característica, esquivó el ataque y se lanzó directo hacia Nsu objetivo, golpeándolo con un Acua Jet devastador que lo dejó debilitado en el suelo.

—¡Giratina! No Puedo... rendirme... —Se lamentó Norberto, tratando de ponerse de pie una vez más.

Samantha, viendo a su amigo en peligro, reunió todas sus fuerzas. Lanzó un Brillo Mágico, intentando cegar a Floatzel y ganar tiempo. El destello de luz fue intenso, pero el pokémon de Wake, con su experiencia en batalla, cerró los ojos justo a tiempo y evitó la ceguera. Sin embargo, el ataque le dio a su oponente un breve respiro.

—¡Debo protegerlo! —Pensó Samantha, corriendo hacia su colega para ayudarlo a levantarse.

Floatzel, con una sonrisa malévola, se preparó para lanzar otro ataque. Esta vez, un poderoso Viento cortante comenzó a formarse alrededor de él. El viento azotó los puestos de mercado, levantando escombros y polvo. Samantha, agotada, apenas podía mantenerse en pie.

—¡Norberto, tenemos que hacer algo! —Dijo la Espeon, desesperada.

El pokémon emanación, con la vista borrosa y el cuerpo dolorido, asintió débil. Con su última energía, lanzó un Contrataque dirigido a su enemigo. El ataque golpeó a Floatzel justo cuando este estaba a punto de lanzar su Viento cortante, interrumpiéndolo al toque.

—¡Ahora, Samantha! —Gritó Norberto, usando todo su poder para mantener a su contrincante en su lugar.

La evolución de Eevee, aprovechando la distracción, lanzó una poderosa Psicocarga. La energía psíquica envolvió a Floatzel, quien luchó por liberarse, pero termino sucumbiendo al ataque, cayendo al suelo debilitado.

La victoria, sin embargo, fue agridulce. Norberto colapsó por el agotamiento, mientras su amiga, grave por sus heridas, apenas podía mantenerse consciente. Se acercó a su compañero y lo abrazó con sus últimas fuerzas.

—Lo logramos, Norberto... —Susurró Samantha, antes de caer inconsciente a su lado.

El mercado, ahora en silencio, parecía un testigo de la feroz batalla que había tenido lugar. A pesar de su condición, habían superado un obstáculo más en su lucha por la libertad, pero sabían que aún quedaba un largo camino por recorrer.

La tipo psíquico recobró la conciencia, sus ojos entreabriéndose con dificultad mientras trataba de entender lo que estaba sucediendo a su alrededor. Sentía su cuerpo adolorido y apenas podía moverse. A su lado, Norberto yacía inconsciente, todavía respirando pesado por la intensa batalla que acababan de enfrentar.

De repente, un sonido de aplausos resonó en el mercado vacío. Samantha giró la cabeza con esfuerzo y vio una figura pequeña y azul, aplaudiendo con entusiasmo. Un Totodile, con una amplia sonrisa, se acercaba a ellos.

—¡Bravo, bravo! ¡Qué impresionante espectáculo acaban de dar! —Dijo el pokémon Fauces, sus ojos brillando con admiración.

Samantha, todavía confundida y tratando de recuperar sus fuerzas, miró a el inicial de jotho con incredulidad.

—¿Quién eres tú? —Preguntó la Espeon, intentando levantarse, pero cayendo de nuevo al suelo por el dolor.

—¡Ah, disculpa mis modales! Soy Edgar, el Totodile. Venía en busca de una batalla épica contra ese Riolu, Norberto, ¿verdad? —Respondió Edgar, señalando a Norberto con un gesto despreocupado.

La espeon frunció el ceño, todavía tratando de procesar la información.

—¿Viniste a pelear contra Norberto? —Repitió Samantha, incrédula—. Pero, ¿por qué?

—Bueno, he oído historias sobre su fuerza y habilidades. Quería ponerme a prueba contra él —Explicó Edgar, encogiéndose de hombros—. Pero veo que ahora no es el mejor momento. Está demasiado herido para que tengamos una batalla justa.

Con mezcla de alivio y frustración. Aunque agradecía que no se produjera otra pelea en ese momento, le molestaba la ligereza con la que Edgar trataba la situación.

—¿Te das cuenta de que acabamos de pasar por una batalla brutal? —Dijo la tipo psíquico con dureza—. Estamos agotados y heridos. No es el momento para más combates.

Edgar asintió con una sonrisa comprensiva.

—Lo entiendo perfectamente, Espeon. No tengo intención de aprovecharme de la situación. Me retiraré por ahora, pero prometo que volveré cuando ambos estén en mejor estado. Quiero que nuestra batalla sea legendaria —Dijo, dando un paso atrás y haciendo una reverencia exagerada.

Antes de que pudiera responder, Edgar se giró y se alejó, tarareando una melodía alegre. Samantha lo observó con una mezcla de incredulidad y alivio.

—Qué personaje tan peculiar —Murmuró para sí misma.

Volvió a centrar su atención en Norberto, quien aún seguía inconsciente. Debían encontrar un lugar seguro para recuperarse y sanar sus heridas antes de enfrentar cualquier otro desafío. La aparición de Edgar le recordaba que el camino que tenían por delante estaría lleno de encuentros inesperados y pruebas difíciles. Con un suspiro profundo, se preparó para lo que vendría, decidida a proteger a su amigo y encontrar la fuerza para seguir adelante.

La tipo psquico, con sus últimas fuerzas, cargó a Norberto sobre su lomo, asegurándose de que su cuerpo no sufriera más daños. Sus patas temblaban con cada paso, pero la determinación brillaba en sus ojos mientras avanzaba hacia el contenedor del camión que se encontraba en la zona de desembarque del mercado.

La puerta del contenedor estaba medio abierta, y la Espeon empujó con su cabeza para abrirla lo suficiente como para pasar. En el interior, la oscuridad era casi total, pero sus ojos se adaptaron por costumbre. Observó las sombras de las cajas de bayas apiladas, creando un laberinto de escondites potenciales.

Con cuidado, Samantha maniobró entre las cajas hasta encontrar un rincón relativamente seguro. Deslizó a Norberto con suavidad sobre el suelo y luego, con un esfuerzo considerable, comenzó a mover algunas cajas para ocultarlo. Las bayas se derramaron, esparciendo su aroma dulce en el aire cargado del contenedor.

Mientras ajustaba las últimas cajas para asegurar el escondite, un sonido suave de pasos se acercó. Samantha se giró, en guardia, y de las sombras emergió una figura conocida: Penumbra, la Absol.

—¿Penumbra? —Susurró Samantha, sorprendida y aliviada al mismo tiempo.

Penumbra asintió, sus ojos rojos brillando en la oscuridad.

—Te encontré, Samantha. Sabía que podrías necesitar ayuda. Axel te está buscando, eso observe cuando le surtimos víveres en la gran mansión —Respondió Penumbra con su voz baja y calmada.

La Espeon se sorprendió, sintiendo un peso levantarse de sus hombros. La presencia de Penumbra significaba que no estaban solos en su lucha, además que su entrenador no se había olvidado de ella, aunque hubiera pensado lo contrario.

—Norberto está muy herido. Necesitamos mantenernos ocultos hasta que podamos movernos de nuevo —Dijo Samantha, señalando a su amigo oculto entre las cajas.

Penumbra se acercó, examinando a Norberto con cuidado.

—Lo esconderé mejor y me aseguraré de que nadie lo encuentre. Tú descansa, Samantha. Necesitas recuperar tus fuerzas también —Dijo Penumbra, su tono autoritario pero amable.

La evolución de Eevee, confiando en las habilidades de Penumbra, se recostó junto a Norberto, sintiendo el calor y el confort de su presencia. Mientras Penumbra ajustaba las cajas para mejorar el escondite, Espeon cerró los ojos, dejando que el agotamiento la envolviera.

El sonido de la actividad exterior, las voces lejanas y los ruidos del mercado que se apagaban, se convirtieron en un murmullo distante mientras la tranquilidad del contenedor los envolvía. Sabía que, con Penumbra vigilando, al menos por un momento, estaban a salvo.

Esta historia continuará...

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