Capitulo nueve: Conflicto entre lacayos
La plaza central de Ciudad Guzmán estaba desierta, el silencio solo roto por el viento que soplaba con suavidad y el distante rugido del volcán de Colima con sus imponentes fumarolas de un humo tan negro que no auguraban nada bueno. Ambos contendientes se pararon frente a frente sobre la plataforma de concreto solido que pisaban bajo sus pies, sus cuerpos tensos como listos para el combate que estaban destinados a enfrentar.
Edgar fue el primero en acortar distancia, sus ojos destellando con una luz feroz mientras utilizaba Danza Dragón, aumentando su velocidad y poder de ataque. Su cuerpo comenzó a brillar con una energía intimidante al igual de poderosa; este sabía que su contrincante no era cualquiera, más bien su contraparte que le podía hacer competencia cualquier día de la semana.
Norberto observó con atención, sus ojos fijos en cada movimiento de su adversario. Comprendía que no podía permitirse subestimar a su oponente. Por lo que corto ni perezosos, concluyó que no valía la pena posponer lo inevitable, terminando de perder el tiempo. Palmeo fue su elección inicial, avanzando con velocidad hacia su oponente y golpeándolo con una serie de palmas veloces y precisas.
El impacto resonó en la plaza, pero Edgar apenas se inmutó. Con una rapidez sobrehumana, lanzó su movimiento favorito. Las garras cubiertas de energía dracónica rasgaron el aire y golpearon a su contrario con una fuerza devastadora, lanzándolo hacia atrás ocasionando así que se azotara al suelo para morder el polvo.
Norberto se levantó, sacudiéndose la tierra que tenía encima. Para luego sentir un dolor punzante en sus costillas, en efecto: no es un oponente común. No podía darse por vencido por lo que recurrió a su Copión, imitando el último ataque de su contrincante. Sus propias garras se llenaron de esa agresividad característica del tipo dragón, luego atacó a Edgar con la misma intensidad, y logrando desconcertándolo devolver parte del daño con su misma agresión.
Edgar gruñó, notando la destreza de su adversario. Decidido a tomar la ventaja, cargó contra su oponente utilizando Cascada, envolviéndose en una masa de agua furiosa. El ataque golpeó a su contrincante como una ola imparable, empujándolo contra una fuente que se desmoronó por uno delos costados por el impacto.
Norberto jadeó, luchando por mantenerse de pie debido a que ese había sido unos de las acometidas más violentas que hubiera sentido su cuerpo de Riolu. Sus sentidos se agudizaron mientras planeaba su siguiente asalto mientras sentía el agua alrededor de su figura al igual que se quedaba viendo el chorro de agua brotar de lo alto de la fuente que había sido en parte destruido por su colisión, esa sensación de estar relajado en ese sitio; un goce tan placentero más momentánea lo hizo reformularse un poco para rectificar sobre su situación actual.
Enseguida el Totodile empezó a realidad otro Danza dragón, temeroso porque sabía que debía terminar con el combate rápido si quería una mínima posibilidad por ganar, en eso se acercó para acertar un duro Mordisco. De repente su adversario lo enfrento con Contraataque, absorbiendo parte del impacto para luego devolverle el daño con una fuerza redoblada. Fue por ese brutal puñetazo lanzado hacia atrás, chocando contra una farola que se dobló por la crudeza del impacto.
La batalla se intensificó, ambos Pokémon intercambiando golpes brutales. Cada ataque devastador causaba estragos en la plaza, destruyendo bancas, farolas y árboles. El suelo estaba marcado por las huellas de sus poderosos movimientos, a veces tan solo con la potencia de sus colisiones ocasionaban que el cemente bajo ellos empezara a agrietarse.
Edgar rugió, su cuerpo cargado con la energía de otra Danza Dragón, sus movimientos eran casi imposibles de seguir. Garra Dragón y Cascada se sucedieron en rápida sucesión, forzando a su oponente a esquivar y contraatacar con desesperación.
Norberto, había conseguido copiar ese último Danza dragón para mejorar sus estadísticas de combate. A pesar de estar agotado, se mantuvo firme, cada vez que caía, se levantaba con más determinación. Sabía que tenía que aguantar, que no podía rendirse; Utilizó Palmeo con una precisión renovada, aprovechando los momentos en que su contrincante bajaba la guardia.
Más tarde, en un siguiente enfrentamiento brutal, Edgar cargó con Cascada mientras Norberto utilizaba Contraataque una vez más. Los dos ataques chocaron con una fuerza titánica, creando una onda de choque que daño parte de los edificios cercanos tan solo con la onda de choque y que además levantó una nube de polvo.
Cuando las partículas se asentaron, ambos Pokémon estaban de pie, respirando con dificultad, pero sin rendirse. La plaza estaba devastada, pero su resolución era inquebrantable. Sabían que esta batalla era solo el comienzo de una lucha aún mayor.
La plaza central de Ciudad Guzmán, una vez serena y tranquila, ahora era un campo de batalla. Los árboles estaban destrozados, las bancas de metal retorcidas y la fuente central destruida con el agua esparciéndose por todos lados. Cada ataque de los contendientes resonaba en el aire, sacudiendo los cimientos de los edificios cercanos.
Edgar, con su cuerpo cubierto de arañazos y magulladuras, mantenía su mirada fija en Norberto. —No puedes ganarme, Riolu. Soy el lacayo de Palkia, y su poder correr por mis venas—. Con un rugido, lanzó otro Garra Dragón, sus garras brillando con energía draconica mientras rasgaba el aire en dirección hacia su contrincante.
Norberto apenas logró esquivar, sintiendo el filo de las garras pasar tan peligrosa como cercana de su rostro, con el latir de su corazón y su respiración a todo pulmón, grito:
—¡No me subestimes, Edgar, Lucharé hasta el final! —. Con un salto ágil, usó Palmeo, golpeando a su adversario con una ráfaga de golpes rápidos y precisos.
Cada golpe sacudía el cuerpo de Edgar, pero él se mantenía firme. —Eres tenaz, lo admito—. gruñó, retrocediendo un paso. Sin embargo, de inmediato se lanzó hacia adelante con Cascada, su cuerpo envuelto en un torrente de agua que chocó contra Norberto, enviándolo volando contra una pared de ladrillo que se derrumbó al impacto.
Norberto se levantó con dificultad, el polvo y los escombros cayendo a su alrededor. Sus músculos estaban doloridos y sus pulmones ardían con cada respiración. —No me rendiré—. Murmuró, sus ojos brillando con determinación. Utilizó Copión, imitando el Cascada de su oponente y devolviéndole el ataque con la misma furia.
Edgar quedo todo mojado, habían sido empujándolo hacia atrás y haciéndolo rodar por el suelo. —¡Bien hecho, Riolu! Pero esto no ha terminado—. Se levantó con esfuerzo, su cuerpo cubierto de heridas. Con una mirada feroz, lanzó otro Garra Dragón, apuntando a su adversario con precisión letal.
Norberto intentó bloquear con Contraataque, absorbiendo el golpe y devolviéndolo con toda su fuerza. Los dos ataques chocaron en el aire, creando una explosión que sacudió toda la plaza y levantó una nube de polvo y escombros.
—¡Es impresionante cómo sigues luchando! —Gritó Edgar, jadeando— Pero Palkia me ha otorgado un poder que tú no puedes igualar—. Realizó otra Danza Dragón, su cuerpo brillando con un aura imponente, aumentando aún más su velocidad y fuerza. Aunque su contrincante también hizo lo propio; ahora sí que cada golpe conectado seria doloroso.
Norberto sintió el suelo temblar bajo sus pies, y vio cómo los edificios alrededor de la plaza se agrietaban por la intensidad de su batalla. —¡No me importa el poder de Palkia, pelearé con todo lo que tengo! —. Con un último esfuerzo, cargó hacia su oponente con Palmeo, cada golpe resonando con un eco ensordecedor.
Edgar contraatacó con Mordisco, sus mandíbulas cerrándose alrededor del brazo de Norberto, quien gritó de dolor, pero no retrocedió. Utilizó Contraataque de nuevo, golpeando a su oponente con una fuerza redoblada que lo lanzó contra otra farola, doblándola por el impacto.
Ambos Pokémon estaban exhaustos, sus cuerpos temblando de fatiga y cubiertos de heridas. La plaza estaba bien destruida, el suelo marcado por cráteres y escombros esparcidos por todas partes. Sin embargo, ni Norberto ni Edgar estaban dispuestos a rendirse.
—Esto no ha terminado —jadeó Edgar, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y admiración. — Pero por ahora, hemos demostrado nuestra fuerza.
Norberto, respirando con dificultad, asintió. —Sí, pero la próxima vez, no será solo fuerza. Será la determinación la que decida el vencedor.
Los dos se miraron a los ojos, sabiendo que esta batalla era solo el preludio de un conflicto mucho mayor que se avecinaba.
La plaza central de Ciudad Guzmán, que ya estaba devastada, se convirtió en un campo de batalla aún más infernal mientras ambos contrincantes continuaban su feroz enfrentamiento. Ambos Pokémon estaban al borde de sus límites, sus cuerpos temblando y cubiertos de sudor y heridas. Cada movimiento que hacían era una mezcla de dolor y determinación pura.
—Esto... esto se está volviendo agotador —Dijo Norberto, jadeando, mientras intentaba mantener su postura de combate. Sus brazos y piernas parecían pesados como el plomo, y cada respiración era un esfuerzo.
—No te creas que eres el único cansado —Respondió Edgar, con una sonrisa torcida mientras una gota de sudor caía por su frente. Sus ojos brillaban con una intensidad feroz—. Pero aún no he mostrado todo lo que puedo hacer —Empezó a forjar una enorme sonrisa en su rostro— Esta claro que te subestime, ya no seguiré cometiendo ese error.
Norberto observó con atención, sus músculos tensándose mientras esperaba el siguiente movimiento de Edgar. Sin embargo, en lugar de atacar, este comenzó a concentrarse, sus ojos cerrándose mientras una extraña aura azulada comenzaba a envolverlo.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Norberto, su tono mezclado entre la curiosidad y la preocupación.
—Estoy usando el poder que Palkia me otorgó —Sentenció Edgar, abriendo los ojos de repente. Con un rugido, desapareció de su posición y reapareció al toque detrás de Norberto, lanzando un Garra Dragón que el tipo lucha apenas logró esquivar gracias a su percepción del aura.
Norberto tropezó, sorprendido por la repentina aparición de su oponente detrás de él. —¡¿Cómo hiciste eso?! —Gritó, su mente trabajando a toda velocidad para comprender lo que había sucedido, pero su cuerpo se movió casi por instinto.
—Control del espacio, Riolu —Respondió Edgar con una sonrisa confiada—. Puedo moverme más rápido de lo que puedes reaccionar. Pero aún estoy perfeccionándolo... lo suficiente para vencerte.
Norberto apretó los dientes, sabiendo que ahora enfrentaba un desafío aún mayor. Su mente, aunque cansada, comenzó a buscar una estrategia. —No me daré por vencido... —Murmuró para sí mismo, preparando su Copión para el próximo ataque.
Edgar se lanzó de nuevo, esta vez desapareciendo y reapareciendo en diferentes puntos alrededor de su contrincante, lanzando rápidos Garra Dragón desde ángulos inesperados. Norberto apenas lograba defenderse, usando Palmeo y Contraataque para repeler los ataques mientras trataba de predecir el siguiente movimiento de su oponente.
—¡Eres rápido, lo admito! —Gritó Norberto, bloqueando otro golpe con dificultad—. Pero no podrás mantener esto por siempre.
—No necesito mantenerlo por siempre, solo el tiempo suficiente para derrotarte —Replicó Edgar, desapareciendo de nuevo y reapareciendo a unos metros de distancia. Con una sonrisa confiada, lanzó otro Cascada, esta vez golpeando a su oponente con una fuerza abrumadora que lo envió volando hacia una de los portales enfrente de los locales, destruyéndose esa columna de concreto al instante.
Norberto chocó contra ese pilar de hormigón, sintiendo como el dolor se extendía por su cuerpo. Se levantó con esfuerzo, jadeando con pesadez. —Tengo que... pensar en algo... —Murmuró, sus ojos buscando en desespero una solución.
Edgar, ahora estar visible su cansancio por el uso constante de su habilidad espacial, aprovechó para recuperarse un poco. —Vamos, Riolu, ¿es todo lo que tienes? —Provocó, tratando de ocultar su propio agotamiento.
Norberto cerró los ojos por un momento, concentrándose. Cuando los abrió, su mirada era firme. —Voy a terminar esto, Edgar.
Con una última explosión de energía, Norberto lanzó Copión, imitando los movimientos de Edgar y lanzándose hacia él con una velocidad sorprendente. Edgar intentó usar su control del espacio para esquivar, pero esta vez Norberto estaba preparado, anticipando su movimiento prediciendo a qué lado de él aparecería. En el último segundo, Norberto cambió de dirección como lo tenía previsto, golpeando a Edgar con un Contraataque devastador.
El impacto fue tremendo, enviando a Edgar volando hacia atrás para luego termina chocando con el quiosco central, se escuchó un fuerte estruendo. La plaza tembló, y por un momento, todo quedó en silencio.
—¡Esto... aún no ha terminado! —Gritó Edgar, tratando de levantarse, pero sus fuerzas lo traicionaron y cayó de nuevo al suelo— Maldita sea, ningún hijo de Dialga me derrotara...
Norberto, tambaleándose por el agotamiento, se acercó a él. —Admite tu derrota, Edgar. No hay necesidad de seguir luchando— Con un ojo entrecerrado, con una palma sujetando su brazo adolorido y con varias heridas en su rostro las cuales goteaban sangre— No puedes seguir luchando por siempre.
Edgar, respirando con dificultad, miró a Norberto con una mezcla de frustración y respeto. —Eres fuerte, Riolu. Pero no olvides que esto es solo el comienzo— Se levantó con la ayuda de su dominio sobre el espacio—. Es mi deber sagrado el derrotarte.
Enseguida Norberto le volvió a Copiar el movimiento de Danza dragón a su necio adversario que ya estaba a su máxima capacidad, eso no auguraba nada bueno, se puso en posición de ataque para esperar la última fase de esta feroz contienda:
♪Time goes by so slowly♪
El sol empezaba a ocultarse sobre la plaza central de Ciudad Guzmán, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y púrpuras. La plaza estaba desierta, salvo por las dos figuras exhaustas que se enfrentaban en el centro del kiosco. Norberto, ahora un Riolu, respiraba con dificultad, su cuerpo marcado por múltiples heridas y su pelaje sucio de polvo y sangre. Frente a él, Edgar, el Totodile, mostraba signos de cansancio extremo, pero aún tenía esa chispa feroz en sus ojos.
♪So slowly, so slowly, so slowly...♪
—Esto... termina... ahora— jadeó Norberto, su voz cargada de determinación.
Edgar no respondió con palabras. En su lugar, lanzó un rugido y se abalanzó hacia su adversario con una velocidad sorprendente, sus garras resplandecientes listas para desatar un Garra Dragón. Norberto se preparó, su cuerpo adoptando una postura defensiva, listo para contraatacar en el momento justo.
♪El tiempo pasa muy lentamente♪
—¡Garra Dragón! —Gritó Edgar, sus garras cortando el aire con un brillo esmeralda.
Norberto esperó hasta el último segundo, luego utilizó su movimiento Copión para imitar la técnica de su oponente, sus propias garras resplandeciendo en un reflejo perfecto del ataque del Totodile. Las garras de ambos Pokémon chocaron en el aire, creando un estallido de energía que resonó en toda la plaza. Ambos retrocedieron por el impacto, pero Norberto aprovechó el momento para lanzarse hacia adelante con un Palmeo directo al rostro de su adversario.
El Totodile apenas tuvo tiempo de reaccionar. Recibió el golpe de lleno, tambaleándose hacia atrás mientras intentaba mantenerse en pie. La mirada de Edgar era de puro desafío mientras intentaba un ataque final, lanzándose hacia Norberto con un potente Mordisco.
♪Tan lentamente, tan lentamente, tan lentamente, tan lentamente, tan...♪
—¡Contraataque! —Gritó Norberto, utilizando la energía del ataque de su oponente en su favor. El impacto fue brutal. El Mordisco de Edgar conectó, pero el Contraataque de Norberto fue devastador, utilizando la fuerza del ataque del tipo agua para amplificar su propio poder.
El choque de fuerzas dejó a ambos Pokémon al borde del colapso. Edgar, con los ojos entrecerrados, se tambaleó antes de caer de rodillas. Norberto también cayó, pero utilizó sus últimas fuerzas para levantarse una vez más.
—No... puedo... rendirme...—Murmuró Norberto, su voz apenas un susurro.
♪No sé que hacer♪
Norberto yacía en el suelo del kiosco, cada fibra de su cuerpo clamando por descanso. Sin embargo, en lo profundo de su ser, sentía una energía diferente, una fuerza latente que no había conocido antes. De repente, el mundo a su alrededor comenzó a cambiar. Todo se movía lentamente, como si el tiempo mismo se estuviera desacelerando. Podía escuchar cada latido de su corazón, resonando con un ritmo constante y preciso. Un sonido de tic-tac, como el de un reloj, llenó el aire.
♪Time goes by so slowly♪
—¿Qué... está pasando?—, murmuró Norberto, su voz resonando en el aire inmóvil.
Miró a su alrededor y vio a Edgar, todavía de rodillas, moviéndose despacio demasiado... La percepción de Norberto estaba bien alterada. Podía ver cada gota de sudor cayendo del rostro de su contrincante, cada músculo tenso y en movimiento lento. Con una nueva claridad, Norberto se levantó, su cuerpo respondiendo con una ligereza sorprendente.
Con un paso, el Riolu se movió a una velocidad asombrosa, dejando un rastro apenas perceptible detrás de él. Desde la perspectiva de Edgar, su contraparte se movía a la velocidad del sonido, casi invisible a simple vista.
Edgar intentó reaccionar, lanzando un Garra Dragón en un movimiento desesperado. Pero para Norberto, el ataque parecía moverse a cámara lenta. Con un movimiento fluido, esquivó el ataque con facilidad, sus movimientos elegantes y precisos.
♪So slowly, so slowly, so slowly...♪
—Esto es increíble...—Pensó Norberto, sintiendo el control absoluto que tenía sobre el tiempo.
Decidió probar su nueva habilidad. Con un salto, se lanzó hacia Edgar, su palma abierta lista para un golpe. Aunque su adversario intentó defenderse, sus movimientos eran demasiado lentos. Norberto conectó un Palmeo directo en el costado del Totodile, el impacto resonando en el aire.
Edgar gruñó de dolor, tratando de contraatacar con un Mordisco. Norberto lo vio venir y, con una rapidez casi sobrenatural, se movió a un lado, dejando que el ataque fallara por completo. Cada intento de su oponente de atacar era inútil, sus movimientos demasiado lentos y predecibles.
Norberto aprovechó la ventaja, usando su velocidad para golpear a Edgar en reiteradas ocasiones, cada golpe calculado y preciso. Edgar intentaba defenderse, pero no podía seguir el ritmo. Por fin, con un último golpe contundente, Norberto lanzó a su oponente contra el suelo, dejándolo incapaz de continuar.
♪I don't know what to do♪
El tic-tac del reloj comenzó a desvanecerse, y el tiempo volvió a su ritmo normal. Norberto, respirando con dificultad, miró a Edgar, quien yacía inmóvil en el suelo.
—Lo... lo hice...—Dijo Norberto, apenas creyendo en su victoria.
Edgar, aún consciente pero completamente derrotado, levantó la mirada hacia Norberto. En sus ojos había una mezcla de sorpresa y respeto.
—Controlas... el tiempo...—Dijo Edgar con voz entrecortada. —No puedo... competir... con eso...
—No sabía que tenía oculto este poder.
Edgar lo miró, su respiración entrecortada. Sabía que estaba derrotado, pero en su mirada había una mezcla de respeto y aceptación.
—Ganaste...—Dijo Edgar con una voz ronca. —Pero esto... no ha terminado...
Con esas palabras, Edgar cayó inconsciente. Norberto agotado pero victorioso, tambaleándose se dejó caer de rodillas, miró al cielo un momento antes de desplomarse también, había descubierto un poder nuevo y formidable dentro de sí mismo: la batalla al fin había terminado. Ambos Pokémon yacían en el suelo del kiosco, exhaustos y heridos, pero con una nueva comprensión y respeto mutuo grabado en sus corazones.
De repente, un destello cegador apareció en medio de la plaza devastada. Norberto, aun recuperándose de la intensa batalla, apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando una figura imponente emergió del resplandor. Era Edgar, pero no el Totodile que había conocido. Frente a él se alzaba un imponente Feraligatr, su armadura escamosa brillando con una intensidad feroz bajo la luz pálida de la luna.
—¿Edgar...? —Preguntó Norberto, perplejo y agotado.
—Soy Edgar, pero de un futuro no tan lejano —Respondió el Feraligatr con una voz grave y resonante—. He venido a llevarte a un lugar donde podremos terminar esto de una vez por todas. —Le dio un Revivir y unas bayas para que se recuperara— ven conmigo si quieres seguir en el juego.
Antes de que el Riolu pudiera protestar, Edgar lo tomó con una fuerza abrumadora y, en un abrir y cerrar de ojos, ambos desaparecieron del sitio. Cuando Norberto abrió los ojos, se encontró en un paisaje completamente diferente.
El Parque Nacional Nevado de Colima se extendía ante ellos, majestuoso y temible. Los picos nevados se alzaban hacia el cielo, cubiertos de un manto blanco que relucía bajo la luz del amanecer. Los árboles, desnudos y cubiertos de hielo, parecían guardianes antiguos que observaban su llegada con indiferencia. El aire era gélido, cortando la piel con cada ráfaga y haciendo que cada respiración fuera un esfuerzo doloroso. La altitud añadía una dificultad extra para respirar, con el aire delgado y escaso de oxígeno.
Norberto miró a su alrededor, maravillado y aterrorizado al mismo tiempo. —¿Por qué aquí, Edgar? —Preguntó con un tono que reflejaba tanto su asombro como su desconfianza.
—Este lugar es perfecto para nuestra batalla final —Respondió Edgar, su voz resonando como un eco entre las montañas—. Aquí, donde la naturaleza muestra su verdadera fuerza, podremos medir la nuestra sin restricciones.
Norberto sintió un escalofrío, no solo por el frío sino también por la perspectiva de otra batalla. Se abrazó a sí mismo, tratando de conservar el calor mientras observaba a Edgar, que parecía indiferente al clima extremo. —¿Y qué hay de la dificultad para respirar? Apenas puedo tomar aire.
Edgar sonrió, mostrando sus colmillos afilados. —Ese es parte del desafío, Riolu. Debes adaptarte si quieres sobrevivir—. O eso es lo que normalmente diría, en fin, sé que este no es el sitio ni el momento indicado para esto.
Los alrededores del parque eran impresionantes. El suelo estaba cubierto de nieve espesa, crujiente bajo sus pies. A lo lejos, el volcán de Colima se erguía imponente, una columna de humo negro elevándose desde su cráter, recordando a todos... la potencia dormida en su interior. Los arroyos congelados serpenteaban entre las rocas, y los pocos animales que se aventuraban en este terreno hostil eran sombras fugaces en el borde de su visión.
Norberto inhaló profundo, sintiendo el frío quemar sus pulmones. Sabía que necesitaba mantener la calma y concentrarse si quería superar este nuevo desafío. Se preparó su mente, sabiendo que la batalla que se avecinaba no solo pondría a prueba su fuerza, sino también su capacidad para adaptarse y sobrevivir en un entorno tan extremo.
Norberto se mantuvo en guardia, sus ojos vigilando cada movimiento del imponente Feraligatr frente a él. El aire frío mordía su piel, pero la determinación ardía en su interior.
—¿Por qué aquí, Edgar? —Repitió Norberto, sus palabras cortando el aire helado—. ¿Qué es lo que realmente buscas?
El Feraligatr del futuro se mantuvo sereno, su postura imponente y segura. —Estoy aquí por una buena razón, Riolu. No puedo revelarte todos los detalles, pero créeme, es necesario.
Norberto frunció el ceño, sintiendo la frustración crecer. —¿Una buena razón? ¿Qué podría justificar arrastrarnos hasta este lugar? ¡Nos estás poniendo en un peligro innecesario!
Edgar soltó un suspiro pesado, su aliento formando nubes de vapor en el aire frío. —Lo que está en juego es mucho más grande de lo que puedes imaginar. Pronto, un objeto conocido como la Calmasfera aparecerá en esta zona.
—¿Calmasfera? —Norberto inclinó la cabeza, confuso—. ¿Qué es eso?
—La Calmasfera es un artefacto de poder incalculable —Explicó Edgar, su tono serio y grave—. Tiene la capacidad de atraer a los legendarios de tipo fuego, quienes vendrán en busca de su energía. Será una convergencia de fuerzas como nunca antes se ha visto.
Norberto se quedó en silencio, procesando la información. —¿Y qué tiene que ver eso con nosotros? ¿Por qué nos arrastras a esta batalla?
Edgar miró hacia el volcán, su expresión ensombrecida. —Porque, Norberto, alguien debe proteger la Calmasfera. Si cae en las manos equivocadas, las consecuencias serían devastadoras. Estamos aquí para asegurarnos de que eso no ocurra.
Norberto respiró hondo, sintiendo la presión del frío y la gravedad de la situación. —¿Y cómo sabes todo esto, por qué tú?
—El tiempo y el espacio son más frágiles de lo que parecen —Respondió Edgar con un destello de tristeza en sus ojos—. He visto lo que puede suceder si no intervenimos. Pero no puedo darte todos los detalles. Algunas cosas deben permanecer ocultas por ahora.
Norberto asintió, comprendiendo que Edgar no cedería más información. —Entonces, ¿qué hacemos ahora?
—Nos preparamos —Dijo Edgar, su voz firme—. La Calmasfera aparecerá pronto, y cuando lo haga, debemos estar listos para protegerla. No podemos permitirnos fallar.
Norberto miró a su alrededor, el paisaje nevado y el volcán imponente recordándole la magnitud de su misión. Sabía que el desafío sería enorme, pero también sabía que no estaba solo. Con una última mirada a Edgar, Norberto se preparó para lo que estaba por venir, decidido a enfrentar cualquier obstáculo para proteger el artefacto y evitar el caos que su pérdida podría desencadenar.
Norberto y Edgar emprendieron la caminata hacia el volcán de Colima, cada paso en la nieve crujía bajo sus pies, el frío mordía su piel y la sensación de estrés se apoderaba de ellos con cada metro avanzado. La respiración de Norberto se volvía dificultosa en el aire enrarecido, sintiendo cómo el oxígeno escaseaba a medida que ascendían.
—Si te lo preguntar, no podemos usar los poderes de los legendarios para llegar allá —Explicó Edgar, su voz grave resonando en el aire helado—. Alterar el continuo espacio-tiempo aquí podría tener consecuencias impredecibles.
Norberto se quedó pensativo, su mente luchando por procesar la información mientras sus ojos se mantenían enfocados en el terreno accidentado. A su alrededor, el paisaje del Nevado de Colima se extendía como un lienzo blanco, interrumpido solo por las sombras de los árboles cubiertos de nieve. La vista era impresionante, con el volcán de Colima imponente en la distancia, su cima a menudo oculta por nubes y vapor.
El suelo bajo sus pies cambiaba constante entre nieve compacta y traicioneros parches de hielo. El viento soplaba fuerte, levantando remolinos de nieve y haciendo que la temperatura descendiera aún más. La belleza del lugar contrastaba fuerte con la tensión palpable entre los dos Pokémon.
—Este lugar es hermoso, pero también muy peligroso —Comentó Norberto, su voz apenas un susurro en el viento.
—Sí, lo es —Respondió Edgar—. Pero debemos mantenernos enfocados. Cada paso nos acerca más a nuestro objetivo.
—¿Debería saber que fuiste enviado por mi versión futura? —Intuyo el Riolu.
—Así es, pero no es el momento de hablar de eso —Respondió tajante.
—¡¿Y cuándo sera?! —Solo obtuvo silencio como respuesta.
Norberto observó el entorno, notando cómo el volcán de Colima dominaba el horizonte. Sus laderas se alzaban majestuosas, cubiertas de nieve en algunas partes, mientras que otras estaban marcadas por flujos de lava endurecida de erupciones pasadas. La combinación de nieve blanca y roca oscura daba al volcán un aspecto imponente y algo amenazante.
A medida que avanzaban, el terreno se volvía más escarpado. Las inclinaciones pronunciadas y las rocas sueltas dificultaban el ascenso. Edgar se movía con confianza, guiando a Norberto por los mejores caminos disponibles. A pesar de la fatiga, Norberto se obligaba a seguir adelante, su determinación impulsada por la misión que tenían por delante.
—Edgar —llamó Norberto, su voz teñida de curiosidad y preocupación— ¿realmente crees que podemos proteger la Calmasfera?
Edgar se detuvo un momento, mirando al joven Riolu con seriedad. —No tenemos otra opción. Debemos hacerlo. El destino de muchas vidas depende de ello.
Norberto asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Continuaron su ascenso, cada vez más cerca del volcán. La cima del Nevado de Colima ofrecía una vista impresionante del volcán de Colima, su cumbre parcialmente envuelta en una mezcla de nubes y vapor. Era un recordatorio constante de la fuerza de la naturaleza y del desafío que les aguardaba.
Más tarde, alcanzaron un punto desde donde podían ver claro su destino. El volcán de Colima se erguía majestuoso ante ellos, su presencia imponente y poderosa. Norberto sintió una mezcla de miedo y determinación, sabiendo que la verdadera prueba estaba por comenzar.
—Estamos cerca —Dijo Edgar, su voz firme—. Mantente alerta. Lo peor aún está por venir.
Con esas palabras, los dos Pokémon continuaron su marcha, enfrentando el frío y la fatiga, decididos a cumplir su misión y proteger la Calmasfera, conscientes de que el futuro de muchos dependía de su éxito.
Norberto volvió a cuestionar a Edgar mientras avanzaban por la escarpada ladera del volcán.
—¿Por qué me estás ayudando, Edgar? —Preguntó con desconfianza, sus ojos buscando respuestas en la fría mirada del Totodile convertido en Feraligatr.
Edgar permaneció en silencio, su expresión imperturbable. Norberto se sintió frustrado por la falta de respuesta. Antes de que Edgar pudiera responder, un destello de luz se materializó frente a ellos.
—¡Hola, chicos! —dijo una voz alegre.
Natalia, el Xatu y lacaya de Mew, apareció ante ellos, sus alas extendidas en una pose majestuosa. Su apariencia era tan inesperada como inquietante.
Norberto se tensó, adoptando una postura defensiva. —¡¿Qué haces aquí?! —Preguntó con suspicacia.
Natalia sonrió, ignorando la hostilidad en la voz de Norberto. —Solo vine a saludar y a asegurarme de que todo va bien. Parece que ustedes dos están en medio de algo importante.
—¡¿Y por qué deberíamos confiar en ti?! —insistió Norberto, sus ojos entrecerrados mientras evaluaba a la recién llegada.
—Oh, no tienes que confiar en mí —Respondió Natalia con una sonrisa enigmática—. Solo vine a observar y ofrecer mi ayuda si la necesitan. Mew siempre dice que es mejor trabajar juntos en tiempos de crisis.
Edgar, después de todo, rompió su silencio. —Natalia, este no es el momento para tus juegos. Estamos en una misión seria.
—Lo sé, lo sé —Respondió Natalia, levantando las alas en señal de paz—. Pero no pude resistir la tentación de ver qué estaban haciendo. Desde luego de reconocer aun viajero del tiempo. Además, siempre es bueno tener aliados, ¿no crees, Norberto?
El Riolu miró a Edgar y luego a Natalia, sintiendo una mezcla de confusión y desconfianza. La situación se volvía más complicada con cada minuto que pasaba.
—¿Qué quieres realmente, Natalia? —Acuso el tipo lucha, con su voz firme.
—Lo que necesita todo el mundo, quiero ver el desenlace de esta historia —Respondió Natalia con una sonrisa—. Y quizás asegurarme de que la Calmasfera no caiga en las manos equivocadas. Después de todo, el destino de muchos depende de ello. O en sus garras...— Esto último lo pensó.
Norberto suspiró, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. No tenía otra opción que seguir adelante, consciente de que las verdaderas intenciones de sus acompañantes aún eran un misterio.
—Está bien —dijo al final—. Pero mantendré un ojo en ti, Natalia.
—Como quieras —Respondió Natalia con un guiño—. Ahora, sigamos adelante. Tenemos un volcán que conquistar, ¿no?
Con esa nota, el grupo reanudó su marcha hacia el volcán de Colima, conscientes de que cada paso los acercaba más a la verdadera prueba que les aguardaba. Volvieron a ingresar en una zona boscosa más cercas del mencionado volcán.
Norberto se volvió hacia Natalia, el Xatu, con una expresión de ira en su rostro, no pódia ocultar de ninguna manera sus emociones encontradas.
—¡Me abandonaste en medio del incendio forestal! —Le gritó, su voz resonando en el aire frío del Nevado de Colima.
Natalia mantuvo la calma, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y determinación. —No fue mi intención, Norberto. Tenía órdenes que seguir, pero nunca quise que te lastimaras.
—¿Órdenes? ¡Eso no justifica nada! —Replicó Norberto, su voz temblando de rabia.
Antes de que Natalia pudiera responder, una voz calmada pero imponente interrumpió su discusión.
—¿Quién es mi amigo y quién es tu enemigo? —Preguntó el nuevo intruso, Slakoth, el lacayo de Regigigas. Su voz era tranquila, pero había una fuerza subyacente en ella que hacía que todos se quedaran indecisos.
El silencio duró solo un momento antes de que Slakoth se lanzara al ataque, su fuerza descomunal desatada de repente. Natalia y Norberto se vieron obligados a defenderse, mientras Edgar observaba la escena, sin saber cómo intervenir.
La batalla se volvió caótica en extremo rápida. Natalia usaba su agilidad y habilidades psíquicas para esquivar los poderosos golpes de Slakoth, mientras Norberto intentaba mantenerse en pie y contraatacar. Los golpes resonaban en el aire frío, y el suelo temblaba con la furia de la batalla.
—¡No te acerques más! —Gritó Natalia, lanzando un Rayo Psíquico hacia Slakoth, quien lo esquivó por poco.
—¡No tenemos que pelear! —Intentó decir Norberto, pero sus palabras se perdieron en el clamor del combate.
Slakoth, con su fuerza imparable, atacaba sin cesar, su cuerpo moviéndose con sorprendente agilidad para su apariencia perezosa. Con un golpe de sus garras, derribó a Natalia, quien cayó al suelo, pero se levantó rápidamente, sus ojos brillando con determinación.
—¡Basta! —Gritó Norberto, lanzándose hacia el tipo normal con toda su fuerza, intentando detener el combate.
En medio de la confusión, Edgar permanecía inmóvil, observando la pelea con una mezcla de miedo e incertidumbre. Su mirada se desvió hacia las sombras, donde vislumbró otra figura: un Rowlet, el lacayo de Necrozma, que observaba la escena desde lejos.
La presencia del nuevo observador solo añadía más tensión a la ya caótica situación. Norberto, Natalia y Slakoth seguían intercambiando ataques, cada uno luchando con todo lo que tenían. La batalla se volvía cada vez más intensa, el suelo del Nevado de Colima resonando con el eco de sus combates.
—¿Quién eres? —Preguntó Norberto, su voz cargada de agotamiento y determinación, dirigiéndose al Rowlet que observaba desde las sombras.
El Rowlet no respondió, sus ojos brillando con una luz enigmática mientras observaba el desenlace de la batalla. La presencia del lacayo de Necrozma añadía una capa de incertidumbre, y Norberto sabía que el verdadero desafío aún estaba por venir.
Con cada golpe intercambiado, el destino de todos parecía pender de un hilo. La batalla entre los tres lacayos continuaba, cada uno luchando no solo por sí mismo, sino por el futuro que representaban.
La batalla seguía, una maraña de movimientos y ataques que sacudían el suelo del Nevado de Colima. Norberto, al comprender la frialdad y la aparente indiferencia en los ojos de Natalia, decidió atacarla con toda su fuerza.
—¡No puedes seguir ignorando lo que hiciste! —Gritó Norberto mientras lanzaba un golpe de Palma a Natalia.
Natalia se defendió con agilidad, esquivando el ataque de Norberto y contrarrestando con un Rayo Confuso que apenas pudo evitar.
—No tienes idea de lo que he pasado —Replicó Natalia, su voz firme y llena de convicción mientras lanzaba un Psíquico hacia Norberto.
Mientras tanto, el intruso, Slakoth, aprovechó la oportunidad para atacar a Norberto por la espalda con una fuerza descomunal. Norberto, sorprendido por el golpe, cayó al suelo, pero veloz se levantó, su determinación intacta.
—¡No voy a dejarme vencer! —Gritó Norberto, lanzándose contra el tipo normal con un Palmeo bien dirigido.
El golpe resonó, pero Slakoth, con su resistencia sobrehumana, apenas se inmutó. En cambio, contraatacó con un puñetazo, golpeando a Norberto y lanzándolo varios metros hacia atrás.
Natalia, viendo la oportunidad, atacó a Slakoth con un Psíquico devastador, logrando derribarlo momentáneamente. La Xatu se movía con gracia y precisión, sus ojos siempre enfocados en sus adversarios.
—¡Esto no tiene que ser así! —Gritó Norberto mientras se levantaba, su cuerpo dolorido pero su espíritu indomable.
—A veces, no hay otra opción —Respondió Natalia, sus ojos llenos de una tristeza resignada mientras se preparaba para otro ataque.
El combate se volvió aún más frenético. Norberto atacaba a la Xatu con toda su fuerza, utilizando cada movimiento y habilidad que tenía a su disposición. Natalia, a su vez, respondía con sus poderosos ataques psíquicos, intentando mantener a raya tanto a Norberto como a Slakoth.
Slakoth, viendo que los dos estaban distraídos, aprovechó para atacar a ambos con un golpe de Terremoto, haciendo que el suelo temblara y desestabilizara a sus oponentes. Norberto y Natalia cayeron, pero rápidamente se levantaron, sus cuerpos cansados pero su determinación intacta.
—¡No te rindas, Norberto! —Gritó Edgar desde un lado, aun observando la batalla, incapaz de intervenir por no querer alterar el futuro, pero animando a su amigo.
—¡Nunca! —Respondió Norberto, lanzándose de nuevo al ataque.
Los tres combatientes seguían intercambiando golpes, cada uno luchando no solo por sí mismo, sino por sus propias razones y objetivos. La frialdad de Natalia, la fuerza descomunal de Slakoth y la determinación indomable de Norberto se mezclaban en una batalla épica, cada movimiento resonando en el aire frío del Nevado de Colima.
El combate seguía, y la intensidad de la lucha solo aumentaba. Con cada golpe, cada ataque y cada defensa, el destino de los tres parecía entrelazarse de una manera que ninguno de ellos podía prever. La batalla continuaba, y el desenlace aún estaba por decidirse.
La lucha entre Norberto, Natalia y Slakoth se volvió aún más intensa cuando sus ataques comenzaron a derribar los pinos circundantes. Cada golpe, cada movimiento desencadenaba una reacción en cadena, con los árboles cayendo y las ramas crujientes llenando el aire de sonidos de destrucción.
Norberto, decidido a no rendirse, utilizó su habilidad de Copión para imitar un movimiento de Natalia, lanzando un Psíquico contra Slakoth. El ataque impactó con fuerza, haciendo que el tipo normal retrocediera varios pasos y chocara contra un árbol, derribándolo en el proceso.
—¡Tenemos que detenernos, vamos a destruir todo el bosque! —Gritó Norberto, pero sus palabras se perdieron en el caos de la batalla.
Natalia, mostrando una agilidad impresionante, se movía entre los árboles, utilizando las sombras para confundir a sus oponentes. Lanzaba Psíquicos y movimientos voladores, golpeando con precisión y desorientando tanto a Norberto como a Slakoth.
—No hay tiempo para detenerse, Norberto. Debemos seguir adelante —Dijo Natalia con frialdad mientras lanzaba otro ataque.
Slakoth, con su fuerza bruta, arrancó un pino de raíz y lo lanzó hacia Norberto. El Riolu apenas tuvo tiempo de esquivarlo, rodando por el suelo mientras el árbol caía con pesadez al suelo, levantando una nube de polvo y hojas.
—¡Esto se está saliendo de control! —Pensó Norberto mientras se levantaba, sus músculos ardiendo por el esfuerzo.
En ese momento, Rowlet, el lacayo de Necrozma, observaba desde las sombras, analizando la situación con ojos calculadores. Sus plumas oscuras se confundían con el ambiente, y su mirada seguía cada movimiento de los combatientes, evaluando sus habilidades y debilidades.
Edgar, quien había estado observando la batalla desde un lado, comenzó a sentir una extraña sensación de urgencia. El aire alrededor se volvía más denso, y una presencia poderosa se hacía cada vez más cercana.
—El tiempo se acaba. Los legendarios están cerca —Murmuró Edgar, su voz apenas audible entre el ruido de la batalla.
Natalia lanzó otro ataque, un Psíquico que cortó a través de los árboles como una cuchilla invisible, golpeando a Slakoth y haciéndolo caer de rodillas. Norberto, aprovechando la oportunidad, corrió hacia Natalia, lanzando un Palma con toda su fuerza. El golpe conectó, haciendo que Natalia retrocediera, pero ella se recuperó rápido, contraatacando con un Rayo Psíquico.
Los pinos caían uno tras otro, el suelo se llenaba de ramas rotas y hojas esparcidas. La destrucción del bosque era inevitable, y la lucha entre los tres lacayos continuaba sin tregua. Cada uno de ellos estaba empujado al límite, luchando no solo por sobrevivir, sino también por sus propios ideales y objetivos.
Mientras tanto, Edgar observaba con creciente preocupación. Sabía que no quedaba mucho tiempo antes de que los legendarios llegaran, y el caos solo aumentaba. El destino de todos estaba en juego, y la batalla aún no había llegado a su clímax.
a batalla en el nevado de Colima alcanzaba un frenesí absoluto. Norberto, Natalia y Slakoth seguían lanzándose ataques entre sí, sus movimientos tan poderosos que destrozaban el bosque. Los pinos altos y robustos caían como si fueran simples ramitas, creando un paisaje de destrucción a su alrededor.
—¡Psíquico! —Gritó Natalia, lanzando un poderoso ataque mental que atravesó el aire y golpeó a Slakoth, enviándolo rodando por el suelo.
Norberto, aprovechando el momento, cargó hacia Slakoth con Palma, conectando un golpe directo en su pecho. Slakoth gruñó de dolor, pero contraatacó con un Arañazo que rasgó el aire, obligando a Norberto a retroceder rápidamente.
El caos continuaba cuando, de repente, un destello en la oscuridad reveló la presencia de Rowlet. El Pokémon, que había estado observando en silencio, se vio atrapado en la destrucción y, sin querer, fue empujado a la pelea.
—¡Ala bis! —Gritó Rowlet, lanzándose hacia Natalia con sus alas extendidas. El golpe fue certero, derribando a Natalia por un momento antes de que se recuperara y contraatacara con un Psíquico.
Ahora, la batalla se había transformado en un verdadero: Battle royal. Cuatro Pokémon luchaban sin tregua, cada uno contra todos los demás. No había aliados, solo enemigos por doquier.
—¡Cascada! —Rugió Slakoth, invocando una poderosa ola de agua que se abalanzó hacia Norberto. El Riolu saltó hacia un lado, pero el agua arrasó con varios árboles a su paso, creando un torrente de destrucción.
—¡Palmeo! —gritó Norberto, lanzándose hacia Rowlet y golpeándolo con fuerza. Rowlet retrocedió, pero respondió con una Sombra vil que hizo estragos en Norberto, dejándolo aturdido por un momento.
El suelo se estremecía bajo los pies de los combatientes. Los árboles caídos creaban obstáculos, pero también oportunidades de cobertura. Natalia se movía ágilmente entre los escombros, lanzando ataques psíquicos que mantenían a raya a sus oponentes.
—¡No podemos seguir así! —Pensó Norberto, sintiendo cómo sus fuerzas comenzaban a flaquear. Cada ataque era más difícil de esquivar, y sus propios golpes perdían fuerza.
—¡Maldición! —Rugió Slakoth, sus movimientos volviéndose más lentos pero poderosos. Con un salto impresionante, se lanzó hacia Natalia, golpeándola con un Imagen que la derribó al suelo.
Rowlet, aprovechando el caos, lanzó un Torbellino de Hojas hacia el tipo normal, cortando el aire con hojas afiladas. Slakoth gruñó, retrocediendo y utilizando Relajo para intentar curarse, mientras Natalia se levantaba, su mirada decidida.
Norberto, jadeando, se dio cuenta de que tenían que encontrar una manera de detener esta locura. Pero antes de que pudiera formular un plan, Rowlet se lanzó hacia él con un Ala bis. Norberto apenas tuvo tiempo de levantar sus brazos para defenderse, recibiendo el golpe de lleno.
La plaza central del nevado de Colima se había transformado en un campo de batalla. Los árboles caídos, el suelo destrozado y el aire lleno de polvo y hojas eran testigos de una lucha sin cuartel. Los cuatro Pokémon estaban al límite de sus fuerzas, pero ninguno estaba dispuesto a ceder.
—¡Esto tiene que terminar! —gritó Norberto, lanzando un último Palma hacia Slakoth, mientras Natalia y Rowlet se enfrentaban con ataques psíquicos y físicos en una lucha desesperada.
Cada golpe resonaba en el aire, cada movimiento era una apuesta por la victoria o la derrota. La batalla cuádruple continuaba, cada segundo más feroz, cada instante más crucial. La tensión era palpable, y el desenlace aún incierto.
La batalla continuaba, cada uno de los Pokémon peleando con todo lo que tenían. Norberto, Natalia, Slakoth y Rowlet se enfrentaban sin tregua, sus ataques chocando y destruyendo todo a su alrededor.
—¡Ala bis! —Gritó Rowlet, lanzándose hacia Norberto una vez más. Norberto esquivó con dificultad, lanzando un Contrataque que golpeó al tipo planta en el pecho, enviándolo tambaleándose hacia atrás.
—¡Imagen! —Rugió Slakoth, saltando hacia Natalia. La Xatu intentó defenderse con Psíquico, pero el ataque de Slakoth fue demasiado rápido, derribándola al suelo.
Norberto, jadeando y sintiendo cómo sus fuerzas disminuían, observó a sus adversarios. Estaban todos al límite, cada golpe era más débil que el anterior, pero ninguno de ellos estaba dispuesto a rendirse.
De repente, un temblor sacudió el suelo bajo ellos. Los Pokémon se detuvieron por un instante, mirando alrededor con confusión. El temblor se intensificó, y el aire se llenó de un sonido ensordecedor.
—¿Qué está pasando? —Gritó Norberto, tratando de mantener el equilibrio mientras el suelo se movía bajo sus pies.
Una luz brillante iluminó el cielo, seguida por una columna de humo y ceniza que se elevó desde el Volcán de Colima. La erupción había comenzado, y su poder era aterrador.
Los cuatro Pokémon quedaron paralizados por un momento, contemplando el espectáculo natural con terror. La erupción volcánica lanzaba rocas y ceniza al aire, y el cielo se oscureció veloz mientras la lava comenzaba a descender por las laderas del volcán.
—¡Tenemos que salir de aquí! —Gritó Natalia, sus ojos llenos de pánico. —¡Es una erupción volcánica!
Norberto, aún aturdido por la pelea y el cambio repentino de eventos, asintió. El peligro era claro, y quedarse significaba la muerte. Pero en medio de la destrucción, algo más les preocupaba: el calor creciente y la lluvia de cenizas amenazaban con cubrir todo a su paso.
—¡Vamos! —Gritó Slakoth, moviéndose como pocas veces lo habai hecho en la vida hacia el bosque, sus habilidades de combate dejadas de lado mientras buscaba escapar del peligro inminente.
Norberto y Natalia lo siguieron, sus movimientos torpes por el cansancio. Rowlet, aunque aun analizando la situación, no tenía otra opción que unirse a la huida. La batalla había sido interrumpida, pero el peligro era ahora mucho mayor.
El suelo temblaba bajo ellos mientras corrían, y la ceniza comenzaba a caer como una lluvia oscura. El calor se volvía insoportable, y el aire estaba cargado de humo y polvo. La naturaleza había reclamado su dominio, y los cuatro Pokémon luchaban ahora por sus vidas.
—¿Cómo escapamos de esto? —Preguntó Norberto, su voz llena de desesperación.
—Tenemos que alejarnos del volcán, buscar un lugar seguro —Respondió Natalia, sus ojos fijos en el horizonte mientras corrían.
La erupción volcánica continuaba, y el paisaje alrededor de ellos se transformaba en un infierno de fuego y ceniza. La batalla por sobrevivir apenas comenzaba, y la tensión en el aire era palpable. Cada paso era una lucha contra el entorno, y el peligro estaba en todas partes.
Esta historia continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro