~11~
-Un gusto Rocio- Nos saludamos con un beso en la mejilla.
-El gusto es mio, Gustavo-
-Che, pero... Ella no se parece en nada a ti Zeta- Mis amigos rieron.
-Es su tío, no su padre- Me reprochó Richard.
-Bueeeno, es que, por ejemplo, mis sobrinos son igual de perfectos que yo- Coloqué una mano en mi pecho.
-Seee, claaaro- Escuché a lo lejos.
-Que agradezcan que no son tacaños como tú- Agregó Zeta.
Hubo banda en vivo, cenamos y luego bailamos un rato. Con Rocio pegamos muy buena onda. Ella podría decirse que es una melómana auténtica, chicas así ya no se encuentran. Hablamos de muchas bandas de los 60's, 70's y 80's. Escucha mucho a los Beatles, aun que su banda favorita es Queen. Ella es la chica perfecta con la que puedo reemplazar a Chloé.
Pedí su número, no debería llevarla a mi casa ¿O si?. No, es muy apresurado. Mejor vamos lento.
–Ahora una rola vieja– Dijo el cantante de la banda –Encontrarte en algún lugar, aun que sea muy tarde, tantos odios para curar, tanto amor descartable...–.
Vi como Rocío cantaba. Ella se movía al compas de la canción y hacía gestos de felicidad. Noté, entonces, que a ella le gusta la música Argentina. Hasta el momento habíamos hablado de bandas extranjeras. Mi curiosidad por esa morocha cada vez era más grande.
Al rato, cerca de las tres, aparecieron varios fotógrafos. En ese momento estaba bailando junto a Rocío. Las fotos eran graciosas, ya que hacíamos poses divertidas mientras nos las tomaban.
Más tarde, Charly, pasado un poco de copas, bailaba desacatadamente. Los temas variaban en ritmos, pero él bailaba igual. Adrián (Taverna) lo grabó en varias ocasiones y esos vídeos fueron subidos de inmediato a internet.
Ya eran las cuatro de la mañana. Hora de volver a casa. Me despedí de los pocos amigos que quedaban en la mesa. Zeta y Rocío eran uno de ellos.
–¡Nos vemos chicos!– Salude en general. Me acerqué hasta la sobrina de Zeta –Hasta pronto, Rocío– besé su mano.
Salí tranquilamente del bar. Caminé unos metros hasta donde dejé el auto. Tomé las llaves de mi bolsillo trasero, las coloqué en el agujero para destrabar la puerta y entré al vehículo.
Di unas vueltas por el centro, aun que sentía que me dormía no me dieron ganas de volver al departamento. La ciudad estaba poblada de gente a pesar de la hora. Anduve un rato más entre las calles sin rumbo.
Mirando la hora en el tablero del auto, me dirigí hacia el bar en donde estuve una hora antes. Creyendo que aun estaban algunos de mis amigos en el lugar.
Al llegar, pasé por la entrada y divisé que el local ya había cerrado. Seguí andando en el auto unos metros más. Estampé la mirada justo en una esquina, mientras observaba movimientos raros: tres chicos de unos 20 años rodeaban a alguien que parecía ser una joven. Mientras más me acercaba a la esquina, di con la sorpresa de que la joven a la que estaban maltratando era Rocío.
Paré el auto de inmediato. Bajé corriendo y le pegué con la mano cerrada en la nuca al chico ubicado en frente de ella. Él se desmayó y cayó al suelo. El segundo y el tercero enseguida dieron la vuelta para atacarme con unos bisturies que llevaban en mano. Esquivé algunos ataques y otros me cortaron un poco en los brazos. uno me tomó por los brazos desde atrás, mientras que otro comenzó a pegarme con los puños en el estomago. Comencé a largar sangre por mi boca.
No podía dejar de mirar a Rocío tirada en el suelo junto al poste de luz. A su lado se estaba levantando el primer tipo al que había golpeado minutos atrás. Él levantó su cabeza y le susurró algo al oído. Traté de escuchar, pero estaban golpeando mi cabeza muy fuerte.
–Ya, dejenlo. A este paso van a matar a ese viejo– Se me nublo un poco la vista y el chico que me tenía agarrado, me soltó.
–Ro... Ro...– Estiré la mano y agarré la punta del pantalón del uno de los chicos.
Él se agachó en frente mío, me miró y rió –Que boludo, esa chica te va a garcar como a mi– Se levantó y junto a los otros dos salieron corriendo.
Seguí tirado unos minutos. Tomé fuerzas, me levanté y caminé tambaleando hacia Rocío. Miré su cara, estaba sangrando su ojo derecho y su boca. Estaba un poco lastimada en los brazos y sus piernas.
No se como lo hice, la levanté y la llevé al auto. Debía llevarla a que vieran si ella no estaba malherida. Subí adelante y a ella la recoste atrás.
Sábado 8 a.m. (Horas después de lo sucedido)
La dejaron en revisión por unas horas ya que tiene una herida profunda en el abdomen. Una enfermera curó las pocas heridas que me habían hecho.
Estaba sentado en frente de la camilla de Rocío. Todavía no despertaba. Estuvo inconsciente toda la noche. Luego de unos minutos, veo que ella se mueve un poco y abre los ojos.
–Buen día ¿Cómo te sientes?– Dije levantandome de la silla.
Ella me mira sorprendida –¿Gus... Gustavo?– Se acomoda para sentarse y yo la trato de ayudar –¿Q... Que haces aquí?–
–¿Recuerdas lo que sucedió anoche cuando te fuiste del bar?– Puse una almohada para que se apoyara –¿Esos chicos te conocen?–
–Ehh...– Noté su nerviosismo en sus gestos. Entrelazo sus dedos –Gustavo, yo te cuento, pero, por favor no le digas mi tío–
–¡Rocío! ¿Estas bien?– Justo en ese momento entra Zeta. En ese momento dirige su mirada a mi –¿Vos que haces acá?–
¿Qué es esto? ¿Yo publicando? ¡¡¡Se viene el apocalipsis!!! Okno
He vuelto mis querid@s amig@s....
Ahora un poco más inspirada que antes.
Rocío va a hacer que Gustavo abra una nueva etapa en su vida. Así que atentoooos.
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