"La mejor noche de mi vida"
Dorian.
Estando en mi habitación imaginaba el escenario de la cita que yo mismo había conseguido y que ahora me arrepentía. Sentía coraje e impotencia de estar solamente ahí, sin hacer nada mirando el techo de madera y contar cada línea que se acortejaba. Esperaba el sueño pero no aparecía, ¿no valía como contar ovejas contar madera? creo que no.
Eran cerca de la una de la mañana, lo revisé en mi teléfono antes de salir de mi cuarto por un vaso de agua. Las escaleras hacían ruido e intentaba bajar despacio para que dejara de sonar un poco, pero a la madera le valía madre y sonaba más fuerte. Llegué al refrigerador, saqué una jarra con agua helada por el infierno de clima en el que estábamos, lo serví en un vaso de plástico y casi lo escupo al ver a Harry entrar.
Se acercó hasta la mesa y tomó el agua que quedó en el vaso, parecía más serio de lo que podíamos verlo de día.
— ¿Dónde estabas? — parecía una novia tóxica pero quería saber.
— ¿Qué te importa? — me dijo con agresividad, demasiado bueno para ser verdad.
— Vete a la mierda entonces — pasé por su lado para subir e ir a las escaleras de nuevo.
— ¿Y mi hermano? — preguntó. Me tense.
No podía decirle que había salido con Dereck por que pensaría lo peor, se enojaría, los buscaría y les metería la putiza de sus vidas. Un amigo no traiciona así, ¿no?
— ¿No me escuchaste? — preguntó.
— Si, pero no me interesa responderte — seguí caminando pero no por mucho.
Sentí como ponía su mano en mi pecho y me pegaba hasta el barandal de las escaleras, su antebrazo sobre mi cuello evitaba que el oxígeno llegará correctamente. Sus ojos me miraban con coraje, o era así la única manera de definirla.
— ¿Por qué me molestas? — preguntó pero no siquiera podía responder.
Me miró durante segundos que fueron una eternidad para mí, ví como su mirada me atemorizaba y después paro de hacerlo, su mirada se suaviso, por un momento creí que no quería matarme.
Se alejó de mí y pude respirar, incluso casi vómito.
— ¡¿Qué te pasa?! — le dije.
No me miró, solo se quedó dándome la espalda como si no hubiera pasado nada, o como si simplemente lo hubiera evitado.
— Yo... — estaba por hablar pero no lo hizo.
— Dorian, que bueno que te veo — Brais había entrado a la cabaña.
— Hey — le dije intentado parecer normal.
Harry se fué sin vernos, me sorprendió que no hiciera ningún comentario estúpido como normalmente lo hace, solo nos dió la espalda y se marchó, a Brais no le importó.
— ¿Cómo te fue? — pregunté sin realmente querer saberlo.
— Fue la mejor noche de mi vida — me dijo.
Sonreí. Pero no quería hacerlo, bueno si quería hacerlo pero no sentía felicidad.
Sentía envidia.
— Me alegra que te hayas divertido pero es muy tarde ya — rasque mi cabeza.
Estiré mi cuerpo fingiendo cansancio, en realidad solo quería terminar la conversación.
Subí las escaleras y me siguió.
— Le pedí a Dereck que durmiera hoy en mi habitación — dijo.
Estaba cansado de fingir felicidad, no estaba bien, sé que no está bien por que si él solo fuera mi amigo no me sentiría así, ¿compartirían habitación? ¿y si pasaba algo más? no quería ni siquiera pensar en sus labios sobre los de Dereck, sentía que ellos querían arrebatarme lo que era mío, ¿por qué no me dí cuenta antes?
— ¿Dorian? — preguntó.
— ¿Si? — le dije.
— Te pregunté algo.
— No escuché, perdón — dije y entre a mi habitación.
— Pregunté si puedo quedarme contigo.
— ¿Conmigo? — pregunté confundido.
— Le pedí a Dereck que se quedará allá para hablar sobre la cita — me dijo.
— Ah, está bien.
Tenerlo cerca también era un peligro, sabía que en cualquier momento iba querer terminar lo que él comenzó.
Entró a la habitación y se acostó en el suelo, dónde duerme Dereck, solo me quedé acostado viendo la madera una vez más, pensando en que estaba siendo la peor versión de mi.
Me giré para ver si Brais ya dormía y era así, sus ojos estaban cerrados y con la poca luz veía su nariz, sus labios, sus mejillas, podía verlo, y recordar lo bien que se sentía tenerlo cerca, y sentir como deseaba que volviera a suceder, y esta vez no alejarme, arrebatarle un beso que tal vez haría que no saliera con Dereck y se quedará conmigo, solo conmigo.
Se dió la vuelta dándome la espalda, tal vez sintió mi mirada, así que con miedo a que estuviera despierto me di la vuelta dándole la espalda también. Pasaron minutos, el sueño estaba muy cerca pero se interrumpió el silencio en la habitación.
— Es incómodo — dijo. Me dolió el estómago, tenía miedo de que esto se arruinara, que esa incomodidad la causara yo.
— ¿Qué es incómodo? — pregunté sin querer la respuesta una vez más.
— El suelo — me dijo, solté un suspiro silencioso.
Dudé en decir lo que quería decir, mi corazón decía que si, pero mi mente pensaba que era peor tenerlo tan cerca.
— ¿Quieres subir a la cama? — pregunté.
Ni siquiera lo dudo, se metió en la sabana y me dió la espalda.
— Gracias — dijo.
Sería difícil pero no imposible.
**
Desperté cuando sentí la cama vacía, estiré mi cuerpo por toda la cama disfrutando un poco del espacio que tenía. Me levanté con pude de la cama, llegué al baño y oriné, entre a la regadera y me bañé un poco lento, el agua fresca me daba un respiro del calor que hacía afuera.
Olvidé meter la ropa al baño así que salí típicamente con la toalla envuelta en la cintura, solo que si los cuadros marcados en mi abdomen, a veces me deprime mi cuerpo.
Buscaba mi ropa cuando alguien entró a mi habitación, me alteré un poco al pensar que era mi madre o mi hermana pero era Dereck.
— ¡Hola! Hasta que te veo — dijo.
Me dí la espalda siguiendo con la ropa.
— ¿Por qué no dormiste acá? — le pregunté.
— Brais quería dormir aquí, dijo que iba a contarte todo sobre la cita — dijo.
Puta madre, ahora sentía que había hecho sentir mal a Brais al no escucharlo.
— Oh si, pero no pudimos hablar mucho — respondí.
— ¿Por qué? — preguntó.
— Estaba muy cansado.
Entré al baño por que no iba a cambiarme frente a él, estando ahí Dereck siguió hablando.
— Entonces te cuento yo — dijo.
Maldecí por no poder hacer nada para evitar escuchar lo que no quería escuchar.
— Está bien — le respondí y comencé a vestirme.
— Pues, fué genial, fuimos a cenar a un lugar cerca del pueblo pero había muy poca gente, sentí como si solo estuviéramos él y yo — sonaba animado.
Apreté los puños a mis lados, no quería escuchar más, no podría, ni siquiera con William y su heterosexualidad me había hecho sentir tan mierda, tan basura.
— Es increíble — mentí.
— Lo sé — suspiró. Podría afirmar que estaba sonriendo.
Una vez más mi cabeza me hacía mentir, y mi corazón quería preguntar, no quería quedarse así, pero mi mente decía que era peor saber.
— ¿Se besaron? — solté.
Al parecer preguntar sin querer saber la respuesta era lo que mejor me iba.
— No — contestó, sentí que podía volver a respirar.
— ¿Por qué? — pregunté volviendo a vestirme, solo faltaba la camisa.
— Vamos lento, no por mí, yo lo intenté pero él decidió que era mejor así, y me pareció muy lindo — dijo.
Involuntariamente hice eso con los ojos que hago cuando mamá me manda a la tienda.
— Me parece bien — dije saliendo del baño.
— Bueno, ya que estás listo tu padre me dijo que bajaramos a desayunar.
Ambos bajamos y nos sentamos en las únicas sillas desocupadas. Al parecer solo había cereal para desayunar, supongo que es mejor que la comida de mi hermana.
— Y ¿qué harán hoy chicos? — preguntó papá animado.
— Yo estaré fuera toda la tarde, diviértanse — Harry ni siquiera espero respuesta alguna, solo se levantó de la mesa y no lo ví más.
No quería quedarme aquí solo con ellos, no puedo.
— Quería ir al pueblo y ver si podía hablar con Sidney o Willian — dije esperando una respuesta buena.
— Sabes por qué vinimos aquí, ¿cierto? — respondió.
— Solo una llamada papá, muy corta — supliqué.
— No.
Maldita sea.
— Entonces estaré en mi habitación toda la maldita tarde — subí rápido al cuarto y me encerré en él.
No sabía en qué momento me había vuelto tan dependiente del celular, era una sensación horrible simplemente pensar en que no podía hablar con ellos, cada día había algo nuevo que contarme y ahora tal vez solo estén olvidándose de mi.
Dormí todo lo que no pude dormir en la noche por estar pensando, incluso esta vez sentí mis ojos muy cansados de tanto dormir ¿es posible cansarse de dormir?
Abrí las ventanas de mi cuarto para poder ver el atardecer, al menos la vista era muy buena desde mi habitación, después de dormir el coraje desapareció un poco.
Bajé y al parecer no había nadie en la cabaña, todos los adultos solían salir a cenar por las noches creyendo que pensábamos que iban a comprar algunas cosas, aún creen que pueden engañarnos. Salí a buscar a algunos de los chicos pero no había nadie.
Caminé hasta la alberca y estaban solo Brais y Dereck, sin darme cuenta me escondí detrás de la madera que dividía la terraza y podía verlos, aunque no escucharlos, Brais reía y eso me hacía sentir mal.
Por alguna razón quise quedarme ahí viendo desde lejos todo aquello que me lastimaba, ¿ahora soy masoquista? puta madre, ni yo me reconozco.
Ví el rostro de Brais cambiar, no sonreía pero no estaba enojado, era esa mirada, era la mirada en la que no podía dejar de pensar, mi corazón empezó a latir fuerte advirtiendo lo que yo mismo sabía que pasaría, aún así me quedé ahí, viendo como sus labios, suaves y de un sabía único se acercaba hasta él, dándole lo que yo negué y después deseé.
Quise ir ahí, separarlos y decirle a Brais lo que sentía pero no quería, no podía hacerles eso, sus manos viajaban por todo su rostro, Dereck estaba haciendo lo que yo no pude. Decidí irme de ahí, salí por la puerta de la cocina hasta donde había un puente bastante dañado.
Sentí que en cualquier momento podía llorar del coraje, tomé mi cabeza con desesperación, jamás me había sentido así, ¿qué mierda estaba pasandome?
Me senté en la orilla del puente, ya había anochecido, probablemente tendría que volver a la cabaña pronto.
— Un marica, siendo marica — escuché.
Claro, la puta vida de Dorian no es lo suficientemente miserable, hay que enviarle un homofóbico de mierda, guapísimo.
— Un pendejo, siendo pendejo — respondí.
— ¿Por qué crees que eres igual que yo? — preguntó jalandome del brazo para ponerme de pie.
— ¿Qué te pasa? — dije adolorido. — No creo que soy igual que tú, soy igual.
— Claro que no — respondió.
— Tienes razón, soy mejor.
Como la noche anterior, me empujó hasta que mi espalda chocó con una pared y me vió fijamente.
— ¿Qué? — pregunté con dificultad. — ¿Otra vez correrás?
Se alejó de mí.
— ¿Por qué? ¿Por qué crees que la forma de amar es lo importante? ¿Qué te hace pensar que tus amenazas me harán dejar de preferir los penes que vaginas?
— ¿Por qué no te callas?
— ¿Vas a golpearme? — pregunté.
— Lo haría si tú padre no estuviera aquí — respondió.
— Ahora resulta que tienes educación — solté.
— La tengo.
— ¿La tienes? ¿Te parece educado molestarme por mi preferencias sexual? ¿Te parece educado molestarme por mi complexión física? Lo que a mí me parece es que te encanta ser el centro de atención, te encanta que tengan miedo, te encanta que te obedezcan, por eso me odias, por que no te tengo miedo, por que no te obedezco, por que no te sigo, por que no te idolatro, y ¿sabes por qué no lo hago? Por qué solo un imbécil podría tenerte como centro de atención, solo un imbécil.. — no pide terminar.
Hubiera pensado que era un puñetazo aquello que sentí en mi boca, pero no lo era, sentía tanto coraje que no siquiera supe cómo actuar, estaba besándome.
Yo no estaba siguiendo el beso, jamás le seguiría el beso a un homófobo como él. Intenté safarme y lo hice.
Pase mi mano sobre mis labios intentando quitar su saliva de ellos mientras él sonreía burlón, no era una sonrisa linda, era de alguien que se había salido con la suya.
— ¿Por qué me besaste idiota? — pregunté enojado.
— Pues no te callabas, me fastidiaste.
— Eres un — una vez más no pude terminar de hablar.
— ¿Que mierda fué eso Dorian? — escuché detrás de mí
No.
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❤️
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