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La sonrisa socarrona del espectro frente él era algo que Albafica tratada de ignorar, manteniendo una mirada fría e indiferente frente a él cuando se quedaron solos.
- Tienes mucho descaro para coquetearme luego de nuestro último encuentro. - Engroso la voz, desafiando al espectro.
- Vaya, me sorprende que estés consciente de lo que son los coqueteos. Hacías tanto énfasis en el peligro de tu sangre que pensé que ni un beso habías probado. - Moviendo sus dedos índice y medio pequeños hilos sujetaron los brazos de Piscis empujándolo hasta quedar más cerca que antes, acariciando su rostro suavemente. Su piel era lo más suave que había tocado, todo el físico del santo de piscis se le podría considerar perfecto. - Pero veo que estas consiente que solo tu sangre, más no cuerpo es un veneno. - Termino sujetándolo del mentón. - Te seré honesto, me vi tentando en robarte un beso antes de despedirme, eres el hombre más magnifico que he visto.
- No has cambiado nada. - De un empujón Albafica volvió a su puesto, apartándose abruptamente del espectro queriendo mantener su compostura y no recurrir a pincharse el debo para sacar sangre y envenenarlo.
- Solo te estoy alagando. Recuerda lo que dije, ya no estoy interesado en una batalla que no me llevara a nada, solo pelee contigo por órdenes de mi señor, pero él ya no está, me toca adaptarme para vivir.
- Disculpa mi escepticismo. - Ironizo, cruzándose de brazos, afilando la mirada mientras el hombre frente a él no borrada su sonrisa ni despagada sus ojos de él. - No eres el primer hombre que me coquetea. Aunque siempre tengo el miedo a que mi sangre mate a mis cercanos, he logrado tener relaciones cercanas, no solo de amistad.
- Interesante. - Se llevo la mano al mentón analizando toda esa información. - Espero que sepas que no me molestaría hacer borrón y cuenta nueva entre los 2.
- Preferiría que empezaras diciéndome como terminaste aquí. - El espectro rio encogiéndose de hombros, volviéndose a incorporar en la silla para responder.
- El propio Alone me expulso de los templos Malignos, ya no podía controlar el poder de Hades y se volvió loco. Asumo que por agradecimiento por todo lo que hice por él quiso dejarme vivo. - Arrugando sus expresiones, eso fue una respuesta que no dejo del todo satisfecho al Santo de Piscis.
Respondía un par de cosas, pero a su vez había cosas que no comprendía del todo. Minos prosiguió.
- Por eso dije que no estoy interesado en pelear, no tengo como volver al inframundo y mi armadura ya no está conmigo. ¿Qué ganaría? Si ese mocoso me dejo vivo mejor aprovecha eso. Este lugar es perfecto para mí, puedes volver a informarle al patriarca donde estoy sin tener de que preocuparte. Puedes venir a verme cuando quieras.
- ¿Cuál es tu afán de coquetearme? Desde la pelea lo has hecho, ya de por sí, ¡Detesto! Que me digan hermoso como si solo me vieran la cara, que lo haga mi enemigo ya es peor. - Tuvo que decir. Por esa misma razón apenas empezó con eso, pidió a sus compañeros dejarlos solos, tenían una extraña tensión entre los 2 a raíz de esa pelea que hacia incomoda la presencia de más personas, para el santo de piscis.
- Solo me pareces exótico. - Para complacerlo en no decirle hermoso. - Aunque, he de decir que por un momento considere hacerte mi marioneta.
- Más te vale haber dejado esa idea, porque no tengo pesares en matarte. - Minos no respondió solo se limito a encogerse de hombros acomodándose en la silla, provocando una molestia en Albafica como la sonrisa que de su rostro no se borrada.
Si bien, Minos ya dejo en claro sus planes pacificas por más validas que pudieran ser, sentía que debía tomar entre pinzas todo lo que su boca planteara. Buscando no mirar la cara del espectro su ojos se centraron a un puerta donde algunos hombres se asomaban, recordando lo que el hombre hace un rato les dijo. Planeando su siguiente pregunta al hombre de cabellos blancos.
- Bien Grifo. Puedes tener razones validas para no querer pelear, ahora dime, ¿Cómo conseguiste este lugar? Asumo que no fue de forma pacífica para que antes dijeran que eras un ser salido del infierno.
- Ah, eso. No es nada grave, solo busque un lugar que se acomodara a... Mi persona, y lo tomé.
- Lo dices tan casual que es hasta cínico. - Sin medio le dijo, cruzando sus brazos.
- Puede ser, no negare que por un momento me tuvieron miedo debido a mis habilidades fuera de su comprensión. - Incluso llegando considerar tratar de matarlo al dormir, cosa que no hicieron por miedo. - Pero pronto me gane su respeto, debido a mi fama y cualidades. - No todos estaban consientes de la guerra que paso entre Athena y Hades, viendo el lienzo perdido con miedo y paranoia, existiendo solo rumores de ambos ejércitos. - Mejore y agrande bastante este lugar, varios aceptaron respetarme. - Albafica lo mirada con una ceja alzada, había cosas que no le ofrecían un deje de confianza.
- ¿Cualidades?
- Te recuerdo que soy el juez encargado de las almas que van al infierno. Igual, ya tenía experiencia en esas cosas desde antes. - Guiñando su ojo como si le estuviera coqueteando le dejo saber, parándose de la silla. - Pedí una comida cuando supe que estaban, puedes llamar a tus amigos mientras vuelvo. En unas horas abrimos, si quieren pueden quedarse.
Al estar sin la presencia del espectro de por medio el Santo de oro se llevo la mano a la frente tratando de quitarse el dolor de cabeza para analizar su situación a cabeza más fría antes de buscar a sus compañeros.
¿Era factible dejarlo vivo cuando nada le asegurada a sí mismo y al santuario que más allá de la palabra del propio espectro que los intento matar a todos? Aunque el mismo lo dijo, solo se estaba resignando antes de una pelea que a nada llevaría más que solo a su muerte, la confianza a tu enemigo no era algo sencillo de tener.
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- Ese tipo vaya que tiene facilidad para hacer molestar a Alba. Y eso nunca es bueno. - Habiendo salido del lugar por petición del mismo Santo de Piscis, Manigoldo lo primer que hizo fue declarar esas palabras mientras se apoyada en la pared.
- ¿Sera que podemos confiar en él? - Regulus menciono. - Osea, creo que tiene razón. No gana nada con una pelea más que la muerte, aunque me parece agradable que quiera dejar Hades y a Athena en paz, sabiendo que fue enemigo de Albafica, y... Todo los estragos que han hecho, razones existen para dudar de sus palabras.
- Este tipo de lugares pueden ser tanto tranquilos como peligrosos. Dependerá mucho de él. Hasta ahora, lo mejor será solo informarle a Shion.
- ¿Qué habrá pensando Albafica para pedir que los dejemos solos? - Desviando un poco el tema, Regulus se movió para apoyarse junto a su novio, siendo rodeado por los brazos de este de forma rápida. Sin que Regulus se percatara los ojos del Santo de cáncer se movían en el lugar, notando como uno de los hombres los siguió, alerta a sus movimientos.
- Seguramente por el rencor que se llevan a cuestas, Albafica odia que le digan hermoso. - Regulus no estaba consciente de ese detalle, puede que sea por sus escasas y a su vez rápidas interacciones con el Santo de Piscis.
- ¿Enserio? - Manigoldo asintió. Parpadeando confuso Regulus se preguntada: ¿Cómo a alguien le pudiera molestar eso? Manigoldo muchas le decía que era hermoso, incluso lo han llegado a comparar con ángeles. Aunque el propio Regulus no terminada de entender porque, era un simple alago ¿No? Vaya que no supo que responderle. - En ese caso puede ser. Pero no creo que haya sido lo correcto, pudimos haberle ayudado.
- Es verdad. Aunque hasta ahora todo está tranquilo ya que no siento la presencia de un combate. - Con o sin cosmos, con sangre o a puro golpes estaba consciente que Albafica era un peligro en combate. Una pelea entre esos 2 no pasaría desapercibo.
- Tampoco yo. Ya paso un rato, así que espero que la conversación que deben estar teniendo, logren llegar a un acuerdo. - Su misión de vigilar al el espectro prácticamente dependía de eso. Suspiro. Solo podían esperar al llamado de Albafica para que regresen con él. - Por cierto, ¿Qué es una orgia?
- Ah... Eso... - Riendo nervioso se llevo la mano libre a la mejilla queriendo encontrar una forma de salir del tema. Si Sísifo siguiera vivo muy probablemente lo estuviera queriendo matar ahora por lo que iba a hacer. - Pues... Imagina que existen 5 yos, y 3 tus en un cuarto. Ahn... todos estamos sin ropa... Sabiendo a lo que vamos. - Raro ejemplo, pero hubiera sido bien incomodo mencionar a algunos de sus compañeros para ejemplificar.
- ¿Ósea, relaciones entre un grupo de personas? ¿Eso es? - Arqueando las cejas menciono. - ¿Se puede acaso?
- Claro que se puede. - Una voz desconocida apareció entre los 2, siendo uno de los hombres que estaban dentro junto a Minos. - ¿Te gustaría participar en una? Te he estado viendo, y serias un espécimen hermoso para el gusto de muchos dentro. Joven, fuerte, rasgos únicos, el único problema es que eres algo niñato. - Lamiéndose los labios se acerco más de lo debido marcando su voz en un claro tono lascivo hacia el santo de la constelación de Leo. - Tu amigo tampoco está mal.
- Ese "Amigo" es su novio. - "No uses sus poderes contra un civil." - Se advirtió a sí mismo al momento de ponerse en frente de Regulus para encarar a ese hombre, sintiendo una vena saltando por el su cien por el tono obsceno que usada hacia su pequeño rey.
- ¿Por qué tan serio? Puedo compartir.
- Espero estés consiente que te estás metiendo en terreno peligroso.
- ¿Celos? - Detrás de ellos Regulus se molesto, interviniendo, parándose en medio de los 2.
- No estoy interesado en nada. Ya tengo pareja, Manigoldo. Y si alguien me va a tocar, será solo él. - Afilando la mirada sus ojos felinos se clavaron desafiantes en el hombre frente, aunque más que intimidarlo, el hombre frente a él se mostro extasiado.
- Enserio eres hermoso. - Intentando acariciarle el rostro, Regulus de forma rápida aparto la mano que iba hacia él, y de un golpe muy cerca del rostro aparto al hombre de los 2.
- Te dije: Que no estoy interesado en nada de tus juegos perversos. - Sentencio. El golpe que Regulus le dejo fue lo suficientemente fuerte para que se fuera con el orgullo herido. ¿Sera por esto que Albafica odiada que le digan hermoso? Apenas se daba cuanta que un alago no siempre era bien intencionado.
- Pequeño rey... - Hasta ese momento Manigoldo no quise decir mucho. Se quedo impresionado como en un arranque de ira hizo que el tipo se callara.
- ¿Qué? Te recuerdo que derrote a un espectro con este puño. - Alzando su brazo con orgullo le recordó. Volteándose para quedar cara a cara con su novio. - Tampoco me gusto que te hablara así. - Olvidando lo que acaba de pasar, endulzando su mirada pasando sus dedos por el pecho del Santo de cáncer. - ¿Por este tipo de gente no querías que viniera? - Asintió, llevando su mano a su nuca por un segundo. - Por un lado, entiendo tu preocupación, me puso incomodo muy rápido, por el otro, me ofende que creas que no se defenderme. - Extendiendo sus labios rápidamente dejo un beso en los labios del mayor, bando por terminado ese mal momento.
A los pocos minutos otro hombre se acerco a ellos, para llamarlo por petición de Minos. Habiendo comida en el lugar, sin nada que perder los 3 se sentaron. Teniendo a Minos a una distancia prudente, a los santos de Athena solo les toco esperar. Aun no era momento de actual, hacerlo en ese momento seria actuar de forma imprudente.
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