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Directa o indirectamente siempre dejo claro sus intenciones o sentimientos hacia Albafica. Un hombre hermoso, fuerte, fascinante pero estancando en la soledad, un alma única que no había visto por lo menos en esta vida, su primer instinto fue destruirla para conservarla en la vida para así una vez en el inframundo tenerla en sus manos para poder adorarla por el resto de su estancia como juez. Estaba acostumbrado a ver todo tipo de Almas desde las inocentes, las que estaban más llenas de pecados y las que simplemente tenían una que otra impureza. Como juez que reencarnada con Hades, tenia recuerdo de miles de esas almas que llegaban con él. La de Albafica fue algo que rara vez noto, algo que le llamo la atención desde que ojos la vieron por primera vez. Necesitaba conocerla, por sus ligeros intercambios de palabras con Piscis pudiera tener una idea más o menos claro de todos los secesos que dejaron su alma en ese estado. La lealtad, y se podría decir que el amor hacia su maestro, contra el deseo personal de ser libre de cadenas.
Si bien la que pudo ser su primera opción era en este momento imposible por los factores que le llevaron a su situación, aun podía adorarla en vida. Pero iba a contarle mucho tiempo, Albafica era un hombre denso, en todos los sentidos. Bien dicen que lo bueno se cocina a fuego lento, así que la paciencia iba a ser lo que necesitaba tener. Si es que tenia oportunidad. No le agrada estar entre la espada y la pared en cada movimiento que pudiera hacer.
Pero bueno, tampoco que fuera un hombre con el gusto de reprimirse. Aun lo quedaba bastante tiempo para probar su maestría. Poniendo las manos en los bolsillos, el albino extendió sus labios en una sonrisa para seguirlos.
- Dime, rosa exótica. ¿Tienes un plan para hoy? Creo que, de todos eres el único quien no me ha acompañado al pueblo. ¿Existe algo que te interesaría mostrarme? - El santo de Piscis afilo la mirada directamente al ex espectro. Como si con esa simple mirada, con la cual le hacia competencia fácilmente a Cid, le quisiera decir directamente lo que pensada de la dichosa propuesta.
- No entiendo porque quieres eso si ya me has tenido encima por bastante tiempo. - Se cruzo de brazos. Quien seguidamente chasqueo la lengua que Minos, pasando una mano por su cabello cambiando su postura pero manteniendo calmado.
- No me estas entendiendo. He pasado tiempo con tus compañeros, y aunque no es la gran cosa, me has mostrado cosas del pueblo y sus habitantes, ¿Tu tienes algo así que te gustaría mostrarme? - Pensativo, Albafica no supo, o mejor dicho no quiso responderle a la pregunta. Minos no era estúpido como para no caer en cuenta de lo obvio con lo que le dijo hace apenas unos minutos, pero su expresión le daba más una espina de que algo tramada. Al ver el silencio que se formo, Minos prosiguió. - Adivinare, pocas veces has estado en el pueblo de forma casual más haya de patrullas donde apenas hablas con alguien. ¿Cambiamos eso y me acompañas? O. ¿No deseas salir de tu soledad? Porque, no seria mal inicio con lo que me acabas de decir.
- Uhm... Está bien. Solo te pido, que te mantengas controlado. - Refiriéndose específicamente a sus acciones hacia él. Minos asintió. - Voy a cambiarme primero. Espérame.
- Como gustes, exótica rosa. - Sonriendo ladino Minos se dio por complacido. Quedando parado en esperada del santo, tardando solo uno minutos en volver con su uniforme negro que solía reservar para sus misiones o salidas informales del Santuario. Se veía precioso. Ahora que lo podía ver de esta forma, sin la armadura de espaldas, parado de forma más informal y un tanto más relajado pero manteniéndose serio.
Ambos bajaron por las escaleras de los 12 templos, al encontrarse con libra, Albafica le informo que bajaría al templo con Minos. Alegando que deseada hablar una ultima vez con él fuera del Santuario, Dohko no puso queja alguna, se daba una idea del porque Piscis lo pedía por lo que objeción no le quiso dar.
- ¿Tienes algún plan de donde ir? - Minos se acerco a el mientras caminaban, prácticamente sin rundo fijo. - ¿Qué quieres hacer?
- La verdad no sé. Creo que, irónicamente ya conoces más del pueblo que yo.
- Que aburrido. Enserio tienes que cambiar tus habilidades sociales. Aunque veo que solo te limita tu sangre ya que tampoco pareces de alguien que se le ve mal si pongo de ejemplos a tus compañeros. Te quieren. - El Santo de Piscis sonrió entre ciertos sentimiento por eso. Si, aunque porte el titulo del más solitario, tampoco se podría decir que Albafica ha estado tanto tiempo solo. Por más limitaciones, amigos ha tenido.
- Me sorprende verte tan compresivo y "amable" de hecho. - Ironizo.
- Vamos, no seas tan cruel conmigo. Ya sabes mucho de mi, y yo ya sé lo suficiente de ti, ¿Por qué no bajamos la guardia un poco? - Moviéndose en la calle se paro frente de Albafica, extendiéndole la mano pero sin llegar a tenerla extendida y por ende rozarlo.
- Uhm... De acuerdo. - Aún con todo. Lentamente extendió su mano hasta sujetar la de Minos, sus intenciones eran retomar la caminata y usar eso como un gesto de confianza, pero Minos aprovecho que dejó su mano sobre él por el tiempo suficiente para que rápidamente la acercara a sus labios para presionar un beso en su dorso, acariciando su mano con su pulgar.
- Ya que tarde o temprano me tendré que ir, prometo no decepcionarte. - Soltando su mano de forma suave, como si sujetará porcelana fina.
Albafica nuevamente no dijo nada, pasando sus dedos sobre el área que Minos beso, le dejo un sentimiento muy extraño esa rápida acción. Apenas pudo procesar para hacer un intento de apartarse.
- Joven Albafica. - Como era de esperarse, al ser junto a posiblemente Asmita de los pocos Santos que rara vez pisan la cuidas y el respeto que muchos le tenían a la orden, varios, sobre todo jóvenes mujeres admiradoras de la belleza de Piscis, se acercaron al verlo casi solo, entre ellas, la joven Agasha, feliz de volverlo a ver sana y salvo, aún conservando la rosa que el le regalo.
Apenas ellas se acercaron, Minos les dio su espacio a Piscis, más divertido por la curiosidad sobre el cómo actuaria Albafica que por otra cosa. Porque si no, ya las habría alejado.
- Un gusto conocerlas. - Amable les sonrió, aunque bando un paso atrás de ellas. - Agradecería mantener algo de distancia, mi sangre puede ser venenosa.
- ¿Es verdad eso? ¿Por eso a diferencia de sus compañeros rara vez habla con alguien? - Con "Compañeros" Ya Albafica se daba una idea de quiénes hablada.
- Si. Cómo la guerra Santa terminó, tome cierta decisión acerca de eso. Solo pido un poco de distancia. - Las jóvenes a su lado aceptaron su petición.
- Le deseamos suerte. Señor Albafica. ¿Quién es él? - Agasha señalo a Minos. - Lo hemos visto acompañado de ustedes, por lo que, entenderá los rumores acerca de el. ¿Es un buen hombre no?
- Es un... Simple aliado. Está haciendo un trato con el santuario por lo que ha estado conversando con nosotros. - Dicho esto, un ligero intercambio de palabras más y más jóvenes se despidieron. Nuevamente, manteniendo una sonrisa ladina, el espectro se acercó a Piscis.
- Veo que se te va bien conversar con más chicas cuando te vas la oportunidad. - Bufó. - Eres todo un encanto andante. - Torciendo ligeramente el seño el santo de piscis solo acepto el alago. Haciéndole una señal al espectro para que lo siguiera.
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