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Escuchar las palabras de Hasgard expresando su contento humor ante las mejoras de su alumno terminaban alegrando también a Shion. Aunque tanto el como el Toro en sus posiciones de liber y maestro estaban seguro que Teneo tenía la capacidad de volverse un majestuoso Santo en poco tiempo, Shion también se sentía un poco culpable al recordar el problema con las armaduras.

El solo restaurar las doradas le representó una fuerte debilidad por la sangre que tuvo que bonar, aún no estaba en condiciones para reparar las otras docenas usadas en esa batalla, aún con la ayuda de  Hasgard, Dohko, Manigoldo y Regulus (Claramente Albafica nunca aceptaría correr el riesgo de usar su sangre para reparar cualquier objeto) Aún así Shion tardaría varias semanas en tener hasta la última brillante y resistente otra vez.

En cierto punto eso no era malo. Porque le daba mucho más tiempo para preparar a Teneo, más que este mismo se adapte a la idea sin presiones de una guerra como antes. Teneo había reaccionado con bastante madurez en la situación, ahora un respiro de aire puro en su juventud, le daba cierta satisfacción imaginar que tendrán un mejor tiempo para prepararse antes de portar una armaduras, aunque pensándolo teniendo de buen amigo a Regulus, un prodigio entre ellos, ese tiempo podría verse reducido por la dedicación que el protegido de Hasgard demostraba.

Teneo de Orión, ese se supone que era su destino grabado en las estrellas pero también encontraba la de Tauro en él. Shion ya tenía una muy clara idea del porque eso.

Le agradaba. Cuando menos lo espero la figura del Santo de Piscis se hizo presente en su sala, presentándose ante él. Llamando la atención de Shion lo mareado qué se notaba Albafica, su rostro parecía confundido como si no hubiera dormido bien.

- ¿Dormiste bien? Te noto diferente a como sueles verte. - Albafica no respondió. El también estaba consciente del estado en el que sus pensamientos lo tenían, siendo conocido por ser serio, centrado y hasta cierto punto apático ante la compañía (Más por obligación que por gusto) Se notaba cuando algo estaba mal con Piscis.

- Solo estoy un poco perdido tras barme cuenta de algo. - Aunque Shion sea patriarca Albafica estaba muy inseguro con respecto a qué tan enterado este de su posición a la hora de tomar un alumno por la forma que se volvió patriarca y el poco tiempo que llevaba, siendo que, ni Kardia que fue pareja o Manigoldo que fue buen amigo estaban al tanto de lo implicaba ese tema. Y bueno, Albafica tampoco era de conversar mucho o divulgar información de su vida y la de otros.

Esto en específico para Albafica era un tema muy personal de él que no sabría cómo comentarle a sus compañeros, de momento deseaba resolver primero sus propias inquietudes, aunque coronando la cereza del pastel estaba que Minos alimentaba una de ellas. 

- Ya veo. Si quieres ayuda puedes hablar conmigo. - Devolviendole una sonrisa Albafica acepto.

- Lo haré. De momento, ¿Ya Dohko está despierto no? ¿Minos dónde está? - Su voz era muy ronca al mencionar a Minos, fácil barse cuenta las emociones tras saber el paradero del espectro.

- En efecto, Dohko ya está despierto pero perdí su rastro. Minos por su parte está con Manigoldo. - Solo imaginar a esos 2 juntos era todo lo que Albafica necesitaba saber. Más no para su tranquilidad, prefería dejarlos solos pues era niñera ni mucho menos responsable de ninguno de los 2.

- Bien. Necesito hablar con Minos de algo que me dijo, si sé termina peleando con Manigoldo, dile que lo espero en mi templo. ¿Necesita algo de mi parte mientras tanto?

- Lo haré. Y de momento no tanto, puedes ir al pueblo si lo deseas. Te vendría bien dejar la soledad.

- Como usted diga. - Dicho esto. Bando medio vuelta hizo una última reverencia antes de dejar solo al Muviano. Albafica no mentia si decía que la sugerencia de salir del Santuario la tomaría muy en cuenta  pero lastimosamente para ese momento no. Shion también era un hombre que se preocupaba mucho por él, desde el momento de conocerse quiso acercarse, sabía que podía barle confianza de ser necesario.

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Como era de esperarse entre provocación y provocación el Santo de Cáncer y Espectro de Grifo terminaron cediendo a la rivalidad que en poco tiempo estaban forjando.

Sin armaduras, sin limitaciones, ni tampoco miedo a las consecuencias, ambos se pararon en medio de uno de los muchos coliseos que se solían usar en entrenamiento. Seguramente, si conocían bien las rutinas que estaba tomando Hasgard, en ese momento debería estar entrenando a Teneo, por lo tanto buscaron no interrumpir y combatir en un espacio dónde solo estarían ellos con el terreno a su uso y su favor.

- Que rapidez para estar sin una pierna. - Minos de burló, fueron primero a los golpes sin cosmos de por medio. Hasta el momento Manigoldo le había impactado 7 golpes, siendo 3 de esos dirigidos directamente a la cara. - Tienes suerte de que no esté buscando matar. - Explayando una sonrisa cínica, digna de un asesino que a cualquier inocente podría nervioso, paso su mano por su labio tras de un salto apartarse del peli azúl.

- Veo mucha amenaza y poca acción, ¿No te parece? - Se burló, chocando sus puños sin apartar su vista de su contrincante.

Hasta el momento Minos notaba que un fuerte de Manigoldo al pelear eran sus piernas, sabía moverlas de forma rápida tanto para atacar como para dirigirse de un lugar a otro en poco tiempo. Apenas estaban calentando, y con una prótesis Manigoldo sea capaz de mantener esa habilidad le decía mucho de su capacidad física.

Ocurriendosele una idea rápido. Sacando los hilos de su mano atrapó los puños del cangrejo que aún estaban juntos, jalando de él con mucha rapidez, golpeando su rostro con suma fuerza que lo dejo de golpe contra el piso.

- Lamento de ante mano si esa cicatriz en tu frente se agranda.

- Ya vamos fuerte ¿eh? - Sin tomarse el tiempo a perder, Minos tuvo que retroceder por la explocion de fuego que Manigoldo con solo un chasqueo los dedos provocó. Logrado salir con la ropa intacta, no obstante, ofreciéndole al cangrejo una buena oportunidad para atacar.

Tomando de ese mismo modo un impulso con las manos para saltar al espectro, Minos pensó que se iba a cobrar el golpe pero se equivocó. Lo siguiente que supo es que Manigoldo lo logro derribar usando sus piernas, seguidamente, se paró sobre una de sus manos y con sus piernas lo rodeo antes de caer, lanzandolo contra la pared sonríendo triunfante en su logro.

- Debí suponer que tendrías una técnica que involucre tus piernas. - Se quejo. Cuando estaba por levantarse noto como una buena cantidad de esferas de color azul lo rodeaban. Parecían minas ocultas esperando que su oponente las toque.

- Maldito perro. - Fue lo que expreso el italiano tras que Minos enredará sus hilos en ambas piernas usándolo para desacherse de varias  de las llamás que conformaban su trampa al obligarlo a caer a su lado.

- ¿Perro? ¿Yo? - Se bufó en famsa indignación. Pero sintiéndose triunfante por el hecho que a diferencia de Manigoldo, el sin tenía su ropa limpia y en su mayoría intacta.

- ¿Quien más está aquí? Veo que no te importa jugar sucio. - Sin mayores quejas se levantó. Limpiando la mugre en su traje con las manos.

- ¿Alguna vez se ha peleado limpio entre los conflictos de guerra? No que yo recuerde.  - Manigoldo solo pudo reír ante el jacteo del peli blanco. - Por cierto. Me va curiosidad, ¿Esa prótesis está fundida en tu piel?  Te jale de ambas pero no parece que alguna sea falsa.

- Ahhh... Eso es un tema curioso. Según Shion y Hakurei está cosa ya es parte de mi. De hecho, la siento normal.

- Los Muvianos son interesantes entonces. Lograr crear una extremidad falsa que reacciona como una real.

- Ni que lo digas. Mi maestro siempre fue... Curioso. Había cosas que muchas veces no me decía, pero en fin. Cosas de viejos bañados en experiencia. Te sugiero ir con Shion, yo me iré a cambiar. - Y dicho esto dejo solo al espectro en medio del terreno sin barle tiempo de siquiera pedir revancha.

En ese momento, se notaba como la tierra se había visto afectada por el despliegue de sus cosmos aunque haya sido mínimo.

Minos no tuvo más opción que obedecer a su nuevo rival. Poniendo sus manos sobre sus bolsillos y yéndose al destinó eue le asignaron.

- Minos, ¿Y Manigoldo? - Fue lo primero en notar.

- Tuvimos un pequeño enfrentamiento. Espero no le moleste. - Bueno, si algo iba a agradecer Shion es que ellos mismos de lo dijeron. - Manigoldo está cambiándose tras quedar bastante sucio, seguramente luego buscará al leoncito aquel. - Haciéndose el desentendido movió la mano.

- Entiendo. La próxima espero que me avisen. Albafica me pidió que te dijera que desea preguntarte algo, te espera en su templo.

- ¿Y ese milagro? - En un susurro tuvo que decir, aunque tampoco se quejaría de a mucho. Retomando la postura para ir a complacerlo.

Sentía que sería un buen avance en sus deseos de mejorar su relación. Aunque tampoco podía tapar la realidad al sorprenderse por cómo lo llamo, cuestionando que tendrá en mente, a juzgar por sus últimos conversaciones una ligera idea tenía, el único problema que encontraba una razón genuina del porque. Tenía que escucharlo para estar seguro y no se iba a hacer esperar.

- Oi que me llamastes. - El Santo de Piscis se encontraba sentado con un libro en mano. Su expresión de mantenía nuetral, dejando el libro al lado mientras esperada a que el albino se sentará frente a él.

- Desgraciadamente.

Siempre tan cortante. Pensaba Minos.

- No diré que es una desgracia, más bien, ¿A que el honor de que necesites de mi presencia?

- Iré a lo rápido. ¿Que te lleva a querer dejar el Inframundo y quedarte aquí?

- No entiendo la pregunta. ¿Cuál sería lo malo?

- Me estoy cuestionando tu lealtad. Básicamente. - Arqueando las cejas Minos no sé encontró muy conforme con esas palabras, pidiendo que se explaye en sus razones. - La guerra Santa terminó. ¿Cierto? ¿Porque en vez de volver a atender tu trabajo con Hades, deseás tanto probar tanto que te puedes quedar aquí?

- Ya entendí. Pero reitero mi pregunta, ¿Cuál es lo malo?

- ¿¡Enserio lo preguntas!? Me refiero a que, dices ser leal a tu dios, a su ideología pero termina una guerra y prefieres olvidarte de eso. Cualquiera pensaría que solo buscas tu conveniencia a base de falsa lealtad.

- A, eso. Dime una cosa, ¿Si fueras a quedarte aquí encerrado toda la vida, sin amigos o cercanos por tu sangre, enserio lo harías por lealtad a tu diosa?

- Claro que lo haría...

- Dices eso pero dudas. No sé bien bajo que condiciones tienes esa extraña sangre, pero no pareces el tipo de persona que ame la soledad.

- No hables como si me conocieras.

- No lo hago, si no que digo lo que pienso. - Reitero. - No considero que la idolatría en extremo sea buena, por lo tanto, no ocultare que incluso he llegado a cuestionar de mi señor Hades. ¿Que tiene de malo ser un poco egoísta? En todas estás circunstancias creo que lo correcto es decir que mi prioridad soy yo. - Albafica no imitó mayor palabra, su vista se engrosó mientras analizaba todo lo que Minos le soltó.

Haber, aunque lo odiara admitir un mínimo de razón podía tener, porque él se encontraba en la misma situación. Lealtad, contra sus deseos personales. Estaba dispuesto a tomar un sucesor, pero, como estaba seguro que muchos antes que él, también deseaba vivir sin estar recluido a la gente. Minos no parecía, no. Era un hecho que no tenía reparos en ponerse así mismo y a sus deseos seán o no retorcidos como un objetivo.

- Dime, ¿Tu que deseas hacer ahora que no se necesita un guerrero de la constelacion de Piscis?

- No tengo respuesta para eso.

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Se siente más tensión de la que esperaba. Y eso que se supone que este capítulo es el inicio a su relación.

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