11
Como dijo hace unas horas, mientras caminada por los pasillos notaba como mucho estaba sin los mayores cambios a pesar de los siglos. Aunque en este momento no estaba presente, el poder que irradiada la estatua de Athena junto con Nike lograda mantener el Santuario congelado en el tiempo. Interesante ya que suponía que desde que Athena se volvió humana su poder se vería disminuido. Aunque esas ya no eran sus responsabilidades para Minos no estaba de más lograr percatarse de esos detalles que rodeaban a la sobrina incorregible de su señor ahora que estaba rodeado de sus dominios.
Teniendo algunos recuerdos de varios de sus antecesores durante las veces que sus sangrientas y largas batallas se trasladaron sobre los demonios de Athena, aunque si bien bajo su propia percepción rayaban en ser bastante vagos, (Pues en primer momento eran un mecanismo para heredar el controlar del cosmos y habilidades) aun con eso tenía el suficiente conocimiento del terreno para permitirse vagar por el santuario sin levantar sospecha alguna, aunque su interés en que alguien como Shion lo vieran o no pueda parecer nulo. Ya que solo estaba queriendo salir de ese cuarto ante su nula capacidad para conciliar el sueño. Llevando bastante tiempo sin necesitarlo en parte.
Total no estaba haciendo la gran. Al salir del templo del patriarca sus ojos se iluminaron al ver el manto de la noche, estirándose tranquilamente en un bostezo tras detallar todo el lugar por un largo rato. Athena le generada cierta curiosidad por las decisiones cuestionables y raras en sí, que tomada y aun así lograr superar a su señor.
Lastima que ya estaba muerta otra vez. Le generada curiosidad como reaccionaria con la situación que su presencia le estaba presentando a sus Santos. Ignorando todo eso, de un momento a otro termino llegándole un dulce aroma que seguramente correspondía a las rosas de Albafica. Interesante como la humedad de la noche era capaz de esparcir su aroma por todo el santuario. Sabía que su cantidad de flores no era poca.
De un salto se tomo el atrevimiento de acercarse al templo de Piscis. Escabulléndose por el templo para llegar directamente a esas rosas. Las que no eran venenosas eran un bello deleite, como su dueño.
- ¿Ahh? - Confuso parpadeo cuando una rosa salió disparada al estilo de una vaga que estuvo muy cerca de rozarle el rostro como advertencia. - No esperada verte despierto. - Recobrando su actitud orgullosa con una sonrisa en el rostro se giro sobre sus talones hacia el Santo de Piscis.
- Esa pregunta te lo debería de hacer yo. - Se defendió. Suspirando con pesadez. Para bien o para mal se esperaban algo así. - Dohko y yo nos quedamos despiertos para vigilar el Santuario y en esta ocasión también vigilarte a ti. Es parte normal de nuestras obligaciones. - Respondió sin apartar su mirada del espectro que se acercaba a él, desinteresado al ataque que acaba de residir.
- Para tu fortuna solo no puedo dormir, el olor de tus rosas me atrajo. Fuera de eso no pensada hacer mucho. - Aunque por la forma de que se vieron sus palabras tenían cierta valides, Albafica se mantuvo en la su suficiente defensiva.
- Deberías ir a dormir. Asumo que no querrás levantar sospechas para irte rápido.
- Que lindo eres preocupándote, pero no lo necesito. - Albafica gruño. - Me gusta que me vas ganando confianza.
- No malentiendas, una conversación donde sorprendentemente la pase bien no significa que una batalla sanguinaria en todo el contexto donde estamos se borrara. - Regaño.
- Como digas. La verdad tienes unas flores hermosas cuando no las usas como un arma para envenenar. Se ve el esfuerzo en ellas. - Volteándose señalo a donde estaban sus rosales, abriéndose en la noche antes de volver su vista al Santo de oro. Logrando percatarse detrás de él de lo que bajo la poca luz que disponían parecía un lindo arreglo hecho con las rosas de Piscis. - Noto que se te van bien las manualidades con ellas. - Señalo.
El peli celeste frunció el entre ceño sin atreverse a responder nada, teniendo sus intenciones de pasarle Minos
- Solo es uno de mis muchos pasatiempos. Nada raro. - Cruzado de brazos le respondió a lo enarcando las cejas Minos volvió a atacar con sus palabras. El mismo lo dijo "Es 1"
- ¿Solo uno? Eso significa que tienes más.
- Tengo varios, no es nada raro en sí. - Se encogió de hombros, ya era solo su simple costumbre.. - Al terminar de arreglar las flores suelo regalárselas a las doncellas que suelen habitar en el santuario o la propia Athena. - Le hizo una señal para que los viera. No eran solo rosas si no otro tipo de flores.
- Interesante pero adecuado este talento en botánica de tu parte. Aunque, ahora que lo pienso no debe ser tan raro tomando en cuenta tú... - Buscando una palabra que no llegue a molestar al contrario por su sangre, sujeto el tallo de una flora usándola de batuta por un segundo. - Posición.
- Supongo. - Quitándole la flor de la mano Albafica empezó a acomodar en su respectivo orden varias de las herramientas que usaban pasando de largo del espectro. - Si bien lo hago hace bastante en esta ocasión solo hacía esto para pasar la noche. Ahora, te pido que regreses al cuarto que te asignaron.
- Que pesado. - Se quejo en una muy fingida indignación. - Me dejes saber un poquito más de ti y me apartas, que malo. - Rio.
- No entiendo que necesitas saber de mí en este momento. - Manteniendo una expresión neutral rodo los ojos sutilmente.
- No tanto en parte. Pero me va curiosidad saber que harás ahora. Por lo que me cuentas a pesar de tus limitaciones compañía no te ha faltado, pero sigues limitado por tu sangre. ¿Te molesta si te pregunto qué planeas ahora que no hay guerras?
Albafica no respondió, para su males esa pregunta lo tomo por sorpresa. Nunca pensó, o mejor dicho, siempre quiso ignorar esa posibilidad, concentrándose en el presente antes de pensar en el futuro desde que su maestro lo dejo. El destino de un Santo de Piscis era siempre la soledad y la muerte, aunque tuviera la fortuna que su papel en la orden le trajo la oportunidad de haber tenido a sus compañeros rompiendo la soledad que durante sus primeros años pensó que tendría. Estuvo la compañía primero de Degel, luego de Manigoldo y Shion, luego Hasgard, Sísifo, Kardia y El Cid, para probar cosas buenas que hasta ahora seguida haciendo, ya con la guerra terminada, su destino era morir como lo hizo su maestro, heredando las técnicas de sangre junto con el auto exilio privando a su sucesor de una vida común y corriente.
Esa era la vida de un Santo dorado de Piscis; Estar encerrado por cadenas de soledad de generación en generación.
- La verdad aun no lo sé. Supongo que solo tengo destino que seguir. - Minos ya estaba empezando a inquietar por el silencio que Albafica mantuvo, mirando la rosa en su mano casi pareciendo perdido de la realidad. Acto, que tanto inquieto como que levanto sospechas en Minos.
- ¿Pasa algo? - Tomando el atrevimiento se acerco a Alba poniendo su mano sobre su hombro, haciendo que en su defecto se terminaran viendo directo a los ojos por su cercanía.
- Estoy bien. - Rápidamente aparto la mano del espectro de su hombro. - Por favor regresa a tu cuarto.
- Como quieras, supongo que mañana iremos de nuevo al pueblo. ¿Nos acompañaras?
- Supongo. Debo asegurarme que tus acciones concuerdan con tus palabras.
- Prometo no decepcionarte. - Y dicho esto se fue. Al estar de nuevo solo Albafica dejo liberar un suspiro. Pesado y melancólico. Organizando todo para irse a dormir.
---
Bostoneando perezoso el Santo de Leo despertó, notando como su cuerpo caía exhausto muy cerca de estar sobre el cuerpo de Manigoldo. Acerándose lo suficiente para rodear con su brazo el pecho de su pareja, levantando la mirada notando su serena expresión aun dormido, volviendo a bostezar para cerrar los ojos, acomodándose sobre el pecho del cangrejo permitiéndose mantener la pose que tenían. Fue la mano de cáncer sobre su cabeza acariciando sus cabellos sin la mayor prisa lo que le dejo volver a abrir los ojos.
- ¿Hace cuando no teníamos una noche así? - Estirando su cuerpo para terminar de despertar, su mano que estaba sobre la cabeza de Regulus se movió para bajar y sostenerlo de la cintura, acariciando su sien con su mentón de forma inconsciente.
- Creo que desde antes de tu pelea no hacíamos nada juntos. - Respondió a su pregunta. Manigoldo frunció ligeramente el ceño recordando perfectamente esos momentos.
- ¿Cómo te sientes con eso?
- ¿Uhhmm...? Creo que bien. Ya todas las heridas está sanando.
-Duramos un largo rato. ¿No te duele nada?
- No es lo peor que hemos hecho, ya estoy acostumbrado. - Rio. Moviéndose para terminar incorporándose sobre la cama, suerte que la ropa los cubría perfectamente porque Manigoldo no pudo evitar sonreír al notar las marcas que dejo sobre el cuello, glúteos y piernas del castaño.
- Como digas. La verdad extrañe el rico rebote de tu culito contra mí. - Sin vergüenza ni arrepentimientos le dejo saber, pasando su mano por sus piernas sonriendo ladino, devolviéndole Regulus este último gesto.
- Se nota. - Ironizo, señalando a donde la prominente erección del Santo de cáncer levantada la sabana que aun lo cubría. - ¿Quieres que te ayude? - Coquetamente se acerco lo suficiente para incentivar al peli azul, aceptando sin muchos problemas dejarse meter entre los brazos de su pareja.
Manigoldo se volteo para quedar acostado de lado, haciendo más cómodo para Regulus rodearlo por la espalda, acariciando los músculos de su pecho y estomago hasta tocar su miembro viril, rodeándolo dentro de una de sus manos, masturbándolo lentamente.
- Pequeño rey. - Gimió complacido, su suave tacto moviendo manejando su sexo de arriba abajo era deleitable. Seguro que Regulus era capaz de detallar como los movimientos de su mano aceleraran sus latidos de forma rápida, sintiendo un fuerte espasmo cuando a eso se sumaron sus labios sobre su hombro y cerca de su espalda. - Sabes bien cómo tocarme. Uff... Hazme venir. - No tuvo que decirlo 2 veces para que Regulus le cumpliera, sumando su otra mano a sus caricias, intensificando el calor en el cuerpo de Manigoldo hasta que este se reunió en la punta de su miembro liberando un tibio chorro de semen tras otro que mancho las manos de Regulus. Soltándolo a los pocos segundos después de residir su orgasmo.
- Me iré a bañar. - Antes de separarse susurro cerca de su oreja. A lo que, Manigoldo se levanto rápidamente, poniendo su mano sobre su hombro para aprisionarlo contra su pecho y aun desnudos darle un beso fuerte en los labios.
- Buenos días. - Regulus solo pudo reír como reacción al caer en cuenta de eso.
- Buenos días. Asumo que... ¿Te vas a bañar conmigo?
- No, ve tu primero que Shion nos espera. Pero no te iba a dejar ir sin eso. - Ahora le beso la frente. Pasando su rostro para susurrar en su oreja. - Pero en la noche quiero repetir lo de hoy.
- Adelante.
Qué buena forma de empezar la mañana.
--------------
Dato curioso irrelevante, las tuberías de agua potable existen desde la antigua Grecia.
No me creo que llevemos 11 capítulos ya. Ufff no me imagino lo que falta para que al menos Minos le robe un beso a Alba, peor porque quiero poner escenas de Minos conviviendo con el resto del Santuario y ando pensando en que momento y como empezar a hablar de quien fue el primer amante de nuestro querido y solitario pececito. (Aunque creo que ya esta medio implícito)
Manigoldo y Regulus son la definición de pareja sana y sexo puerco x2
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro