4 - Camino Secreto Revelado
Notas del cap:
¡Sorpresa! Traigo buenas noticias. No solo hay nuevo capítulo. Sino que por fin ¡Por fin tengo acabada esta historia! Ahora, lo único que me hace falta es corregir errores de ortografía y publicar ¬u¬ ho si, por fin, luego de años, por fin traigo un cierre a esta historia
No se preocupen, son un total de 6 capítulos para este fic, así que, falta este y otros dos caps mas para el final, de mientras
¡A leer! ¡Hurra!
4 - Camino Secreto Revelado
Han transcurrido ya meses desde mi último episodio psicótico donde, creyendo que mi padre, Nazi, tenía intenciones de atacar a México, acabe en un hospital, entre la muerte y la vida, tras haber sido salvado por México aquella noche —otra vez—
A lo largo de lo que representaron casi cinco meses, me vi obligado tanto por ONU como por la amabilidad del mexicano a tomar tratamiento con un psicólogo que, sesión tras sesión, intentando desenmarañar qué diablos era lo que había en mi interior, acaba bajo una conclusión por demás, sin sentido
"No había nada en mi cabeza" ¿Qué más podía ser si no era alguna clase de problema en mi cabeza? Me pregunte sin fin de ocasiones, viéndose hacia la nada, escuchando distante la discusión que tenían madre e hijo, yo solo me encontraba ahí, a su lado, en la cocina, bebiendo sin mucho interés un vaso de Jamaica mientras trataba de pensar en lo que habían dicho no hace mucho todos los exámenes hacia mi mente... estaba limpio, no habían monstruos, no habían razones para pensar que había algo malo en mi, todo era correcto, todo estaba bien. Hasta donde los estudios habían podido describir, estaba saludable como cualquier otro ser humano, pero entonces ¿Qué era ese monstruo de Nazi dentro de mi cabeza?
Algo que debía admitir es que, desde que me encontraba en los territorios de México, a su cuidado; las veces que me había visto atrapado por Nazi, habían casi desaparecido. A antes de estar aquí, tan lejos de mis tierras, Nazi solía asediar mi cabeza días enteros incluso, habiendo solo pocos días que me permitieran el poder tener un descanso correcto, no había momento, aun dormido, que no escuchara la voz de Nazi hablando en mi oído, susurrando palabras llenas de veneno, como si fuera alguna clase de esquizofrénico paranoide, tratando de convencerme de acabar con la vida del primer pobre diablo que pasaba a mi lado o siquiera frente de mi, intentar acabar con la vida, comenzar una guerra y acabar con lo que él no había acabado
Estaba arto, estaba cansado, estaba llegando a mis últimas consecuencias para no escucharlo y no obedecerlo. Que cuando creía que había conseguido deshacerme de él y llevarlo de vuelta al infierno —así debiera de ir yo también arrastrado— me encontré a mi mismo abriendo los ojos, confundido de ver a México aquella vez, abriendo bruscamente la puerta del baño y llevándome a una enfermería
Justo cuando estaba entrando en un punto donde prefería la muerte a seguir soportando a Nazi, donde podía ver claramente que la muerte seria lo único que me alejaría de ese monstruo y que, así mismo, evitaría que Nazi saliera para crear caos y destrucción de nuevo en el mundo. Aparece ese mexicano, salvando mi vida contra mi voluntad
Ahora, mientras lo observo, a mi lado, hablando seriamente con su madre, me hago la pregunta ¿Por qué me salvo aquel día? ¿Por qué insistió tanto, después de eso? Aquí sigue, a casi un año o más, desde aquel acontecimiento, resguardándome del mundo allá afuera, protegiéndome de mis pesadillas, quedándose a mi lado pese a mis eternas luchas por alejarlo, suspirando con fastidio tras no conseguir lo que busca, pero al verme, sonreírme con amabilidad, con un tipo de fortaleza que tal vez yo no poseo y no puedo comprender en su persona
... ... ...
—México —se escucho a la distancia, la suave voz de Alemania captando la atención tanto del tricolor como de la mujer que ahí estaban, interrumpiendo de paso, su propia conversación—. Debo de ir dentro de poco a mis territorios de vuelta —se explica—, ya he estado demasiado tiempo fuera y el trabajo debió de haberse acumulado más de lo debido —se explica suavemente, observando la mirada sorprendida del tricolor y como la baja un segundo
—No vas a ir tu solo —se expreso con velocidad Mexica del mismo modo serio, captando la atención de los otros dos countrys que giran a verla con ligera sorpresa
—En eso tiene razón jefa —apoya el tricolor, volviendo la vista a Alemania quien solo los observa fijamente con sorpresa y duda—, aun sigues bajo mis cuidados Ale —sonríe de medio lado el latino, inflando el pecho y señalándose con su pulgar—, así que iré contigo y te seguiré cuidando el tiempo que haga falta
—No es necesario —trata de hablar, siendo si bien, escuchada su petición, ignorada a fin de cuentas mientras Mexica también apoya al tricolor a su idea. Alemania siente incómoda la sensación de invitar a algún country —mas allá del trabajo— a su hogar, en especial, debido a todos los recuerdos y experiencias habidas en el pasado tras las dos grandes guerras mundiales. No podía siquiera imaginarse la idea de tener a alguien en sus tierras por demasiado tiempo luego de todo lo que habían hecho sus ancestros o sabiendo en especial, de lo que él era capaz
México por su parte se encontraba pensando que hacer con el huraño del alemán. Es verdad que el doctor había hecho investigación de todo a todo, de todo lo que a ambos se les había ocurrido, de todo lo que podría suceder, incluso de enfermedades raras de la mente. Pero no. Alemania era completamente sano en su mente. Exceptuando tal vez por el único inconveniente de que parecía tener alguna clase de enfermedad crónica del estrés debido al estrés en el que el mismo solía someterse, realmente no había algo dañino en Alemania. Aun cuando México quiso tal vez asociar la idea del estrés crónico con sus alucinaciones, el médico le explico que no tendrían absolutamente nada que ver
Y aun cuando trataron a Alemania bajo la premisa de que tal vez tuviera cierto tipo de esquizofrenia alucinantica, el medicamento no sirvió de nada. México volvió a suspirar con fastidio ¿Qué hacia entonces? ¿Cómo enfrentaba junto a Alemania a algo que ni siquiera estaba en su cabeza? ¿Qué era entonces, lo que tanto asechaba a Alemania?
No era un demonio, no era un fantasma, no era una maldición, no era karma, no era su cabeza... ¿Qué más le estaba faltando buscar? Se pregunto varias veces, incluso insistió con su madre y sus conocimientos antiguos. Pero nada, no había nada que pudiera ayudar. Mexica no era de más ayuda que el mexicano llegados a este punto. Ambos podían calmar a Alemania de tener una crisis de estrés pero nada más, no había algo que pudieran hacer además de mantenerlo calmado y ayudarlo a volver a la realidad. Lo único que podían hacer, era tratar de guiarlo pero, era claro que no sería suficiente. No era suficiente ayuda para Alemania quien, ambos sabían, la estaba pasando peor de todos los presentes
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Las semanas habían corrido, Alemania se encontraba terminando de empacar lo último que le hacía falta, descubriendo a México en la habitación de al lado, un tanto mas alejado de su propia habitación, sentado en el centro de un pequeño estudio, delante de varios documentos regados sin demasiado orden, terminando de hablar por teléfono con su propia gente, dejando encargadas las situaciones, enviando direcciones y terminando de dar órdenes a antes de notar al alemán viéndolo con una ligera sorpresa que hace al rostro del latino cambiar a un gesto amable
—Ya casi acabo —le promete a Alemania quien, entra lentamente, cerrando detrás suyo, sin que el mexicano le de demasiada importancia debido a que continua hablando seriamente con su gente al otro lado del teléfono, reclamando algo que no termina de comprender seguido de órdenes que aunque se escuchan molestas, terminan por afirmar del otro lado. México suspira cansado cuando puede colgar el teléfono quedando en un tranquilo silencio. Pega un brinco cuando descubre un suave tacto sobre su hombro, descubriendo a Alemania caminando tranquilo, posicionándose detrás de su espalda para, acto seguido, con sus dos manos, comenzar a acariciar suavemente los hombros del mexicano—. Ale, me diste un susto cabron —susurra nervioso, de notar al alemán dando un suave masaje a sus hombros que le hace tener un escalofrío que perturba mas allá de lo extraño en su alma
Es decir, el latino nota la puerta cerrada, su oficina estaba silenciosa, Alemania de por si no era de los que hablaban mucho, se dijo el latino algo incomodo del silencio, mordiendo internamente su labio inferior al descubrir con cierta delicia los dedos de Alemania pasando sobre sus hombros a forma de un agradable masaje que, por algún motivo, más allá de ser realmente agradable, como debía de ser... o de tener alguna pinta subida de tono que bien se imagino apenas lo descubrió sobando sus hombros... la verdad le hacía sentir inseguro y desprotegido, como si tuvieras detrás de tu espalda un lobo hambriento, mostrando sus colmillos y su presa estuviera tan tranquila sin caer en cuenta del peligro que esto acarreaba
—¿Estás bien Ale? —se arma de fuerza para hacer la pregunta que no es respondida. Alemania simplemente se mantiene, continuando con suaves caricias por todos sus hombros, desde los extremos, acercándose lento y peligroso hasta el cuello, sobando suavemente, paseando sus dedos sobre la piel mas allá de la ropa, intentado hacerse de a poco, un hueco para acariciar su piel y no solo las telas. México siente un desagradable escalofrío en su cuerpo cuando un par de dedos han conseguido llegar a su piel sobando la zona; los pulgares de Alemania acarician la zona de atrás de sus hombros y lentamente llegan hasta su cuello, sobando con cuidado y dando una tenue presión que hace a la piel del tricolor erizar—. G-Gracias Ale —trata de no tartamudear— y-ya me siento mejor compa —sonríe nervioso, moviendo tímidamente su cuello para tratar de dar a entender que ya estaba bien y que lo soltara, pero, contrario a ello, las caricias suaves de Alemania continúan
Un escalofrío más grande recorre todo el cuerpo de México cuando descubre la suave respiración de Alemania sobre su cabeza, sus labios dando un suave beso en su cabeza y esos dedos, volviéndose ya la mano completa de Alemania pasando de la ropa para tocar su piel. Un sonrojo incomodo atrapa el rostro del latino, por fin, las manos de México tratan de llegar a las de Alemania y dar suaves palmadas para pedir por que se detenga, pero, todo lo que la muy "oscura" mente del latino había imaginado que pasaría —todo subido de tono— se ve apagado cuando, aquellos dedos que acarician sus hombros llegan a su cuello y una suave voz que ha sonado diferente a la de Alemania, brota entre el silencio y los nervios del latino
—Deseo tu sangre en mis manos —escucho una voz que no supo reconocer, pero que estaba bastante seguro que había llegado de Alemania, en especial, cuando los dedos que acariciaban su piel, se envuelven alrededor de su cuello haciendo una presión lastimera que le priva del aliento. México comienza a removerse incomodo, tratando de llamar a Alemania quien, con suaves besos en su cabeza, solo continua haciendo presión en su cuello con la intención de ahorcarlo—. Deseo destruirte y regocijarme en tu miseria, mexicano~ —escuchó el suave suspirar que casi parecería enamorado. México pego un brinco, tras escuchar a lo lejos un avanzar tranquilo y canturrearte
Su madre estaba cocinando, de eso no había duda alguna y sin importar si llegaba a hacerle algo a él, México siente mas preocupación por saber que su madre —aunque no indefensa— podría ser atacada con la guardia baja por Alemania. Sabiendo aquello y sabiendo que su madre y que el mismo Alemania se podría encontrar en peligro debido a la propia mente del german, el latino estira sus manos hacia el rostro de quien lo tenía atrapado, sujetándolo, hace su cabeza hacia el frente, regresando y empujando su cabeza hacia atrás con todas sus fuerzas y velocidad, consiguiendo golpear a quien lo estaba asfixiando para que cayera de trasero al suelo y así, tener oportunidad de respirar con alivio
El sonido estrepitoso de Alemania cayendo detrás de México es bastante fuerte, el latino se pone en pie con velocidad, sobando su cuello que ahora tiene una marca rojiza en su piel, viendo con seriedad a Alemania quien, con una sonrisa de medio lado, parece limpiar lentamente la sangre de su nariz y observar al mexicano. Los lentes de Alemania que se habían desacomodado por el golpe, ahora son retirados por aquella mirada burlesca que México jamás le había visto a alguien con el porte de Alemania y que le hace tener un escalofrío incomodo cuando se miran entre ambos
—¿Quién vergas eres? —pregunta fieramente el mexicano al que ahora tiene delante suyo, sonriendo burlón y poniéndose de pie— ¿Nazi? —adivina, notando una pequeña risa de parte del alemán
—Felicidades —se burla la otra voz en alemán. México agradece tener consigo su propio traductor para escuchar a Alemania y comprender sus palabras—. No pensé que un imbécil sin cerebro como tu pudiera deducirlo tan rápido —se burla la voz. México gruñe por lo bajo
—Mi turno —sisea el latino molesto— ¿Si sabes que no eres el verdadero Nazi verdad? ¿Que está tres metros bajo tierra y que tu —se detiene un momento en su pregunta, dudando como continuar con su comentario—, estas dentro de la mente de Alemania? —tras observar una sonrisa de medio lado, burlesca de parte de esa cosa dentro de Alemania, México solo suspira por lo bajo—. Así que, mi duda aquí es ¿Qué mierda eres y porque estas dentro de la mente de Alemania jodiendolo? —insiste, observando con sorpresa la risa burlesca y estridente del alemán. Diablos, se dijo, eso solo le daba mala espina y un miedo muy humano que no era momento de exteriorizar
—¿Qué más da lo que yo sea dentro de la mente de Alemania? —pregunto divertido con aquella voz— el jamás podrá liberarse de mi —se rio por lo bajo, aunque con un mirar que México solo podría describir como psicópata
No hay tiempo de hacer más preguntas ni de siquiera defenderse cuando descubre a Alemania saltando hacia el mexicano, tirándolo al suelo, con ambas manos enguantadas apretando con violencia el cuello del latino entre risas burlescas y un mirar por demás desquiciado
—En cuanto te mate —jadea entre risas— en cuanto te mate, hare a Alemania que vea como te saco los huesos y órganos hasta el maldito corazón y como me hare con ellos prendas de vestir —se rio desquiciado, México sintió miedo brotando. Sus manos lucharon por liberarse del agarre en las manos de Alemania pero, debía admitir el latino que el alemán tenía demasiada mas fuerza de la que el mismo llego a calcularle. Maldijo por lo bajo, se estaba ahogando y el peso que sentía de Alemania negándole a que pudiera retener en aire le estaba haciendo difícil el poder escapar—. Tú eres la llave para liberarme de la mente de Alemania —se burlo. México abrió sus ojos temeroso
—¡Vete —se ahogo— a la mierda! —lucho, estirando sus manos para alcanzar el pecho de Alemania, pellizcando con fuerza sus pezones de un modo cruel, haciéndolo soltar un alarido y alejarlo, dándole la oportunidad a México de girar sobre el suelo, consiguiendo dejar a Alemania en el suelo y ser el latino quien ahora estuviera encima del contrario, tratando de sujetar las manos de Alemania contra el suelo, siendo fácilmente doblegado por Alemania y sintiendo un puñetazo con fuerza contra su rostro lastimándolo y tirándolo de vuelta al suelo
—Maldito tercermundista de mierda —gruñe Alemania, México tose un poco de sangre, sintiendo como de nuevo hay manos apretando su cuello con violencia negándole a respirar. México jadea adolorido, observando a Alemania y tratando de llegar a su rostro para alejarlo, sin conseguir demasiado—. Mierdas como tu deberían de morir —ruge, siendo el tricolor quien trata de sonreír de medio lado a antes de conseguir llegar al rostro de Alemania, dando una palmada brusca sobre sus oídos para conseguir aturdirlo y volver a cambiar posiciones
—Adivina que puto Nazi —jadeo México, subiendo encima del pecho de Alemania— Viva México putos... —finalizo antes de dar un golpe en el cuello de Alemania dejándolo inconsciente en el proceso
—¡¿Qué es todo ese pinche escándalo cabrones?! —gruñe Mexica entrando con chancla en mano— Donde me entere que están haciendo cosas indebidas hijos de la chingada voy a —su reclamo se detiene al ver a México lastimado y sangrando, viendo con cansancio a Alemania quien ahora yacía inconsciente. En cuanto madre e hijo se miraron a los ojos, no hizo demasiada falta saber que, lo que en principio Mexica había mas que mal interpretado, en realidad había sido un intento de asesinato de parte de Alemania hacia México
En lo que entre ambos llevaban al inconsciente country de vuelta a su habitación para que reposara —y de paso dejarlo bien amarrado— México termina de contarle todo lo que había ocurrido, desde el momento en que México noto su presencia dentro de su oficina y los intentos que hizo para matarlo. La poca afirmación de que era Nazi eso que estaba dentro de su cabeza y, una vez más, una extraña decisión entre ambos countrys
Obviamente, entre los tantos comentarios y discusiones que habían tenido con el médico que había tratado a Alemania, una de las primeras cosas que trataron de averiguar es si es que había alguna clase de doble personalidad en Alemania, pero no habían podido dar con nada parecido
—El doctor dijo que estaba bien mentalmente halando —susurro Mexica debido a que ambos countrys discutían dentro de la habitación de Alemania para vigilarlo y en partes, dejarle seguir descansando— no encontraron pruebas de ningún tipo de enfermedad mas allá de un estrés crónico —susurra con enfado, acariciando su barbilla con insistencia en una búsqueda por descubrir que había pasado
—No lo sé jefa —susurra el latino sobando su rostro— quiero creer, tal vez —suspira— que es porque nuestros conocimientos como país, sobre las enfermedades mentales no están suficientemente bien desarrolladas —suspira, girando su mirada al aun inconsciente Alemania—. Tal vez, en sus territorios la medicina sea mejor y allá puedan ayudarlo —suspira
Mexica se acerca, dando un dulce abrazo a su hijo y besando su frente, acariciando su mejilla con preocupación y luego volviendo la vista hacia Alemania
—Aun hay algo que no hemos intentado —susurra ella, volviendo la vista hacia el tricolor que la mira curioso
... ... ...
Sus ojos se abrieron pesados, el sonar incesante de su alarma le hizo abrir sus ojos aun cuando no lo deseaba, seguido de creer escuchar algún murmullo y, mágicamente, escuchar su alarma callando. Volvió a cerrar sus ojos entonces, disfrutando de esa paz que había en la habitación. Hasta que su cerebro parece reaccionar, sus ojos vuelven a abrirse con curiosidad y descubre con sorpresa al latino acomodándose de nuevo en el sofá
—¿México? —pregunta Alemania confundido de verlo pegar un brinco y enderezarse con puños en alto —aunque aun sentado en el sofá— viendo a todos lados confundido del mismo modo—. ¿Qué haces aquí? —pregunta Alemania extrañado y dudoso de saberlo en su habitación, en especial, notando que tenia las mismas ropas del día de ayer. Por cierto, cuando gira la mirada hacia la ventana, descubre que ya es de día y, por lo que saborea en su boca, esta mas que seguro que no se lavó los dientes y, por cierto, juraría que tampoco comió anoche... ¿Qué ocurrió anoche?
—¿Alemania? —escucha la suave voz dudosa del latino, obligándolo a captar su atención y asentir curioso— Uff —suspira el latino—, ya me estaba temiendo lo peor —habla mientras da suaves palmadas a su pecho, poniéndose en pie y encaminándose hacia el alemán—. ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien? —pregunta con una gentil sonrisa
—¿Qué te paso en el cuello? —pregunta, notando que hay una venda pequeña en su cuello, el latino niega con una sonrisa tranquila
—Me caí medio dormido de las escaleras y me lastime el cuello, pero nada grave —resta importancia. Alemania juraría que todo ha sido una mentira pero, cuando quiere hacerle la pregunta, el latino se endereza, sacando su propio teléfono de sus ropas y viendo la hora—. Venga hombre, vamos a apurarnos ya o llegaremos tarde al aeropuerto —explica el latino, saliendo de la habitación de Alemania sin dejar absolutamente nada en claro ¿Qué había sido eso? Se pregunto el german confundido y preocupado por sus acciones
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—Buenos días mis niños —saluda Mexica a ambos countrys que van bajando tranquilamente de las escaleras. México saluda alegre, bajando junto con él, sus propias maletas. Alemania saluda a la mujer, observando una última vez la comida que pronto dejaría de comer. México también finge llorar mientras abraza a la mujer dado a que ambos sabían que tardarían esta vez más tiempo en volver. Alemania sigue mirando fijamente el cuello del latino, suspirando y negando suavemente, intentando ignorar la cosquilla incomoda de su pecho al imaginar cosas que no deben ser ciertas
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—Ya nos vamos jefa —se despide el latino desde la puerta de la casa, Alemania ya se encuentra terminando de acomodar sus últimas maletas y observando a la mujer que, acercándose a ambos countrys, se acerca al mexicano, dándole un beso en la frente y dándole "la bendición" besando de nuevo su frente y sus mejillas mientras susurra algo para que solo ellos se escuchen. Alemania deduce que se debe de tratar de ese rezo que siempre hacia para desearle un buen viaje a su hijo. Alemana sonríe suavemente, le parecía un gesto adorable
—Ven aquí Alemania —escucha la voz de la mujer, sonriendo de medio lado mientras se acerca con sus brazos abiertos hacia el— ¿Creíste que se me iba a olvidar darte a ti también la bendición chamaco? —pregunta divertida, teniendo que hacer a Alemania inclinarse debido a la diferencia de altura entre ambos countrys, sintiendo sus mejillas calentarse cuando la mujer se acerca, tocando suavemente dos de sus dedos contra su frente, barbilla y ambas mejillas de Alemania en un rezo suave y gentil que después es combinado con una lluvia de besos amables hacia su rostro y un abrazo por demás maternal—. No tengas miedo, ya verás que te desharás de eso que te acosa y podrás tener una vida tranquila, te lo juro —susurra la mujer en el abrazo, haciendo saltar a Alemania y que, instintivamente se aferre a la mujer susurrando un débil "gracias"
Ambos countrys entran al carro, Mexica los despide desde la entrada al jardín principal de la casa, con mano alzada y deseándoles un buen viaje a ambos, Alemania solo alcanza suavemente a despedirse de la mujer, México, el más escandaloso le va dando besos a la distancia a la mujer jurando que volverían pronto y que ella también se cuidara. Alemania ha tenido que regañar a México porque ya estaban a punto de chocar con un auto estacionado y lo último que alcanza a distinguir Alemania es a Mexica soltando una fuerte risotada antes de entrar de vuelta a la casa del latino para dejarlos ir por fin
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—Aquí estamos —susurra algo incomodo Alemania de tener en su casa al latino que, en cuanto se sabe por fin en casa ajena, solo se dirige a un sofá para sentarse, aliviado de que un viaje de más de 13 horas haya acabado. Lo primero que hace México, es pedir la contraseña del internet a Alemania que, luego de darla, descubre al latino llamando a Mexica para dar aviso de que por fin llegaron a su destino con bien—. No tienes que quedarte aquí si no lo deseas México —habla Alemania tratando de hacerlo entrar en razón y que vuelva a sus territorios, pero, contrario a la idea que desea, de que el mexicano vuelva a sus territorios, solo consigue que el mexicano se ponga en pie y, disculpándose por sus acciones, se dirija a la cocina para preparar para ambos countrys una comida sencilla
Las horas pasan. Alemania ha terminado de acomodar sus cosas cuando escucha una suave melodía venida desde su puerta, alguien tocaba el timbre. Al salir de su habitación, descubre a México saliendo de la habitación para invitados que el también le había entregado y, ambos, bajar hasta la puerta de entrada donde, luego de ser abierta, descubren a Rusia sonriendo
—Lamento llegar sin visar —saluda, mostrando una botella de vodka con un pequeño moño. México lo saluda con alegría, Alemania se siente ligeramente intimidado por la precisión que tenia Rusia para saber donde es que se encontraba México... al menos, suponiendo que el latino no le haya dicho a nadie que ambos habían mudado de nuevo su residencia ahora a la casa del german en sus tierras... si ese era el caso, Rusia de verdad era intimidante. Muy intimidante
La noche los alcanza por fin, para su alivio. Ambos parten a la cama, cada quien por su lado. Alemania tiene miedo de volver a dormir en su habitación sabiendo cuantas veces ha sido presa de Nazi en ese lugar. Traga nervioso hasta que nota a México envuelto en una pesada cobija de tigre que trae arrastrando por la casa, poniéndose en pie frente a la puerta abierta de Alemania
—W-Wey —la voz del latino sale quebrada por el castañear de sus dientes— ¿P-Puedo d-dormir c-contigo e-e-e-esta n-n-n-noche? —pregunta titilando de frio. Alemania lo mira curioso; le hace la pregunta ¿No se suponía que el latino debía de soportar estos fríos? No sería la primera vez que iba a esas tierras frías, en especial, sabiendo que las tierras de Rusia eran aun mas frías que esto, sin embargo su respuesta es por demás... extraña
Rusia lo tenía ya tan consentido y tan bien "medido" que sabía que cuando el mexicano llegaba a territorios rusos que eran eternamente fríos, Rusia ya lo esperaba con bolsas de agua caliente, con chamarras especiales para aguantar el calor y, llegados a extremos mas "delicados" Rusia solía cargar con México como si fuera un pequeño gato congelado. Bueno, no era una mentira, se dijo Alemania. En más de una ocasión habían visto todos a México metido en la chamarra de Rusia, negándose a alejarse de su calefacción del momento... y eso que el german había pensado que el mexicano en realidad era un exagerado
No puede negarle la petición, lo deja entrar a su habitación y acostarse en su cama, compartiendo cobijas aunque el latino traiga además, la suya de tigre que el ya sabía de antemano, era muy gruesa. Por extraño que el parezca a Alemana. Saber que el mexicano estaba ahí, compartiendo su cama con el... no le desagradaba, ni le incomodaba en absoluto... de hecho, mientras observa al latino envuelto como un tamalito, Alemania siente sus parpados pesados y puede dejarse llevar por sueños tranquilos donde recuerda a los perros del latino saltándole encima y como llega luego México a salvarlo; la señora Mexica llegando poco después y ambos entablar una muy enriquecedora conversación sobre culturas e historia que Alemania disfruta demasiado hasta que el mexicano aparece junto a sus perros, sonriendo radiante y alegre, oliendo a lodo y flores debido a sus perros
Para cuando sus ojos se abren perezosos, descubre sorprendido el amanecer de un nuevo día, además de descubrir que el mexicano ya no está más en su cama, eso, seguido de un muy interesante aroma que le parece delicioso y que ha aprendido a reconocer estando en tierras mexicanas. Curioso, se pone en pie, cambiando sus ropas luego de darse un rápido baño y por fin, dirigirse hacia la cocina donde descubre algo parecido a un oso polar que resulta ser el mexicano, envuelto entre tantas chamarras terminando de hacer un desayuno para ambos
—Buenos días —saluda el mexicano en su idioma. Alemania asiente, si bien, es verdad que no pudo aprenderse del todo el idioma español, es verdad que al menos había reconocido los saludos que solía darle ambos countrys. Sus mejillas se tiñen de un suave rosa al observar un desayuno tradicional de la casa mexicana, gentilmente servido para dos personas
—No necesitas prepararme el desayuno —explica mientras se sienta en uno de los lados de la mesa, observando al mexicano sonriendo tranquilo—. Se supone que yo debo de ser quien haga el desayuno —se expresa, intentando ocultar la suave sonrisa de sus labios. México solo ríe suavemente negando con su mano como si ahuyentara a algún mosquito
—No me molesta —anuncia divertido— además, si hago esto no tendrás que pararte más temprano, podrás descansar lo suficiente y concentrarte solo en tu trabajo —le sonríe amable. Alemania desvía la mirada, intentando no demostrar ese suave sonrojo en sus mejillas y como, trata de no corresponder con ese palpitar en su corazón, a las palabras del mexicano— y de todos modos —continua— no me molesta ayudar, después de todo, me toca ser el invitado no deseado, así que es lo menos que puedo hacer —susurra rascando su mejilla con algo de timidez
—Eres deseado —se apresuro a decir el german, descubriendo que para México podría tomarse de otro modo, ambos se muestran nerviosos—. M-Me refiero a que no eres un invitado no deseado –se apresura a corregir sus palabras—. Siempre serás bienvenido —termina por susurrar, descubriendo en el latino, además del rosa, una suave risa avergonzada
—Muchas gracias
Notas finales:
Bueno, disculpen si encuentran muchos errores de ortografía pero seamos honestos, no es mi fuerte. Además, me duele la cabeza... no estoy segura de haber corregido de un buen modo, aunque me esforcé...
Disculparan, pero debido a mi dolor de cabeza no tengo las fuerzas para ponerme a pensar en los datos extra en esta ocacion
Intentare traer los siguientes capítulos pronto... si es que me dejan por supuesto ¬¬ en fin
¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
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