3
Me atajaste entre tus brazos, cuando no podía pronunciar una sola palabra del dolor, me miraste a los ojos; me calmaste.
— Me arde — expresé angustiada demoliendo el nudo en mi garganta.
— Tranquila amor — susurrante, mientras sentía como la bala se metía más dentro de mi — tendrían que matarme para alejarme de ti.
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