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Unos cristales esmeraldas se estaban perdiendo entre las personas; tropezaban contra la arena de Palestina, brillaban de emoción al ver la Mezquita azul.
Y cuando esos cristales me vieron; me hicieron temblar, mis cimientos comenzaron a resbalarse por lo que aquellas piedras transmitían.
No puedo creer, que unos ojos tan bellos y tan profundos como los tuyos, sean míos.
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