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Pesadilla N°3: Bajo Escombros

La luz del día entraba por su ventana, mostrándole cómo los objetos a su alrededor empezaban a temblar antes de caerse. Dejó su libro entreabierto en una mesa, para continuarlo mas tarde. Al salir de su apartamento, el paisaje no fue tan alentador.

Todas las personas corrían por la salida principal del primer piso, que justo era donde vivía. Pequeñas grietas se formaban en las paredes y en el suelo. Al intentar huir también, un fuerte estruendo la empujó a caer sobre el suelo del pasillo. Todo se empezaba a derrumbar, y ella se encontraba aturdida. Todo estaba en silencio de repente.

Una grieta abarcaba toda la salida principal. Tenía la mirada perdida, mientras veía como el suelo empezaba a inclinarse hacia arriba, y como del techo, caían escombros gigantes.

Uno de ellos logró darle en la cabeza, dejándola inconsciente al instante.

Al abrir los ojos, no podía ver nada, todo estaba oscuro. Tampoco podía levantarse, la mitad de su cuerpo estaba atrapado por una pared derrumbada, que no logro mover. El dolor demoraba en llegar, y, aun así, no lograba sentir las piernas.

Una luz parpadeante le interrumpió esos momentos de desesperación. Era su teléfono, que con una advertencia de batería baja, le brindaba un poco de iluminación. Estaba bajo escombros. Rodeada de paredes y columnas derrumbadas. Un de ellas, posada a unos centímetros encima de ella. El inmenso muro le devolvía su aliento agitado sobre su rostro.

La pantalla estaba rota, pero aun funcionaba. Llamó a emergencias lo más rápido posible, antes de la siguiente advertencia de poca batería. Rápidamente una voz le contesto, y al igual que ella, estaba alterada. Yendo directo al asunto, le preguntó su nombre y su ubicación, cosa que ella respondió con la mayor claridad que sus nervios le permitían.

Hubo un corto silencio al terminar de decirle la ubicación. Luego, pudo escuchar un leve suspiro de resignación en aquella voz, antes de que esta respondiese.

—No se preocupe, enviaremos un grupo de rescate a su ubicación. Le sugerimos que no intente moverse, es por su bien.

La batería del teléfono se acabó y el teléfono se apagó. A pesar de saber que iba a ser rescatada, la oscuridad y la incertidumbre la hundían en el miedo. La respiración se le hacía más dificultosa.

Logró escuchar el grito de auxilio de otra mujer a lo lejos. No lograba entender sus palabras correctamente debido a la situación, pero no quiso evitar responderle.

—Estoy aquí! No puedo moverme, estoy atrapada. ¡Todo está oscuro! —Dijo aquella voz desesperada.

—Yo también lo estoy, pero ya hablé con un grupo de emergencias. Muy pronto vendrán a rescatarnos. Estaremos bien—Intentando consolarla.

—En serio? ¡Gracias a dios! En serio me alegra escuchar eso. —Respondió alegremente, recuperando un poco la esperanza.

Antes de que pudiese responderle, el suelo nuevamente empezaba a temblar. No fue necesaria tanta intensidad para que los escombros perdieran la estabilidad y empezasen a caer otra vez. Fuertes estruendo se producían en su alrededor, afuera de los escombros que la rodeaban y que hundían en la oscuridad. La pared encima de ella le aplasto aún más, Subiendo por su abdomen y enterrándole un fierro oxidado en la pierna.

Fueron varios minutos los que paso así. Cuando al fin todo se detuvo. Intentó comunicarse con la mujer que antes había estado hablando, pero no consiguió respuesta alguna. Su respiración se le dificultaba aún más.

Desesperada por el dolor, intentó encender el teléfono con las pocas fuerzas que aún tenía. Una gran sonrisa se formó en su rostro, cuando vio que aun tenia un poco de batería. Tal vez aún podría escapar de ahí. El teléfono empezó a timbrar, debido a la llamada de emergencias.

—Jade? ¿Estás ahí? —Preguntó la voz preocupada.

Ella le respondió con una débil voz al teléfono. Esperando que esta la entendiese. Ya habían llegado al lugar, y le pidieron que para que puedan dar con su punto, gritase con todas las fuerzas que tenga.

La respiración le dificultaba, pero, aun así, grito con todas sus fuerzas. Pero cuando se detuvo empezó a sentir como el suelo empezaba a temblar otra vez.

—Excelente! ¡Ya le encontramos, no te preocupes! ¡Por ahí muchachos! Jade no corte la llamada.

Casi estaba por desmallarse, pero aun así se sentía aliviada, sabia que dentro de poco terminaría esa pesadilla. El teléfono cayo de sus manos, que ya no tenían fuerza. El terremoto sacudía toda la tierra.

—No...Dios. —No pudo pronunciar mas que esa palabras— Hay una mujer aquí. Está muerta. — Tratando de no perder la compostura. —El teléfono. Jade, tu voz provenía de un teléfono.

Ella aun con la mirada perdida, escuchaba aquellas palabras, sin poder responder. Las grietas de las paredes crecían a su alrededor.

—No quería contarle, pero ahora debo hacerlo. Este edificio colapsó hace varios días atrás. La situación no ha mejorado y los temblores aún continúan, como ahora. —Tomó un poco de aire. — Cuando ocurrió todo esto, una gran grieta se abrió en la tierra, justo en este edificio, quedando algunos escombros sobre la superficie. Y los otros, hundidos en la grieta.

"Lo siento, Jade" El teléfono se había apagado, pero aun así logro escuchar esa última frase, proviniendo del mismo lugar de donde provenía la voz de aquella mujer.

Todo se empezaba a derrumbar: la pared se hundía en su abdomen y aplastaba sus piernas, el aire se le había acabado y el dolor no se detenía.

De aquella pared frente a sus ojos, caían hilos de tierra en su rostro. Sus ojos veían como aquella grieta crecía, sabiendo que, en cualquier momento, todo se caería a pedazos. No podía hacer nada para detenerlo.

Resignada, cerró los ojos lentamente, justo antes de sentir como los escombros caían sobre ella.

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