
43. Un buen lugar para empezar de nuevo
Durante todo el camino, hice mi mayor esfuerzo por contenerme, pero mi entusiasmo aumenta de nivel cuando miro a mi mamá salir a recibirnos. Y al final, acabo lanzándome del auto —aún en movimiento—, para después, correr a abrazarla con todas mis fuerzas.
—Por Dios, Eithan, no hagas eso. Me vas a matar de un susto —me regaña, pero no sin antes, apretarme fuerte entre sus brazos—. Te extrañé muchísimo, Eithan.
—Yo también te extrañé, mamá.
—¡Ándale! ¡Vuelve a hacer eso y ya verás como, a la próxima, no me hago responsable si te atropello con el auto! —grita mi tía, bajando del asiento del conductor y dedicándome la misma mirada que le da a Benjamin, cada vez que quiere liquidarlo. Menos mal que mi mamá está aquí, sino, bien podría darme por muerto— Oigan, ¿y yo qué? ¿A mí no me van a abrazar?
Ambos reímos y, sin dudar, le hacemos un espacio para que se úna al abrazo familiar. ¿Qué puedo decir? Mi mamá tiene la madurez que le tocaba a ambas, ya que mi tía parece más una niña en ciertas ocasiones. Aún así, me agrada esa cualidad de ella y creo que es lo que la hace ser más... ¿Original? No sé, pero me cae bien y es lo único que importa.
Tras varios segundos de permanecer en la misma posición, nos toca separarnos al sentir como los brazos se nos empiezan a entumecer. Justo a tiempo, pues cuando me alejo unos centímetros de ellas, logro percibir como algunas pequeñas e insignificantes gotas de lluvia, van cayendo en mi rostro con mucha lentitud. Ni siquiera podría llamarle a esto "llovizna", ya que la lluvia es mínima, no obstante, esas nubes oscuras en el cielo, no me dan buena espina. Tal parece que aquí, la temporada de lluvias está lejos de terminar.
—Será mejor que entremos. Ya empezó a llover y se pueden resfriar. Vamos —nos anima mi mamá y sin dudar, mi tía y yo le hacemos caso, abriéndonos paso por aquella casa de la que me fui hace cuatro meses y a la cual, también he extrañado, aunque no supe darme cuenta de inmediato.
No puedo evitar tomarme mi tiempo para admirar el lugar. Todo está igual que el día en que me fui y aunque sí, sé que fueron unos pocos meses, para mí, fue toda una vida. Pasaron tantas cosas y hubieron tantos cambios en mí, desde el día de mi partida. Gracias a eso, hoy puedo volver con la satisfacción de que, ahora, todo va a estar bien. No tengo que pensarlo mucho para darme cuenta de que, el Eithan que regresó, en definitiva, no es el mismo que se fue. ¿Y para qué lo voy a negar? Eso me alegra... y mucho.
—Llegaron justo a tiempo, ¡el almuerzo está listo!
Uff... era lo único que faltaba para que éste reencuentro, fuera perfecto.
Tras mucho insistirle a mi tía, logramos convencerla de que se quede a almorzar. Sólo ahí, nos sentamos todos a la mesa y mientras disfrutamos la sazón de mi mamá, hablamos de varios temas, contamos algunas anécdotas e incluso, bromeamos de vez en cuando. Es una lástima que mis primos no hayan podido venir, porque sé que se habrían divertido mucho. No recuerdo cuándo fue la última vez que disfruté tanto un almuerzo. Seguro que, para esa ocasión, mi papá seguía con vida, ya que luego de su muerte, las comidas se volvieron más... monótonas, hasta el día de hoy, pues al fin, luego de tres años, vuelvo a sentir algo de alegría a la hora de comer.
No sé en qué momento comenzó a llover más fuerte, pero cuando nos damos cuenta, ya es imposible distinguir algo más que simples gotas. Lo último que quiero, es que mi tía sufra un accidente por el clima de este lugar, así que, con ayuda de mi mamá, logramos hacerla entender la situación y acepta esperar un poco, sólo mientras la fuerza de la lluvia, disminuye.
—¿Saben qué combinaría muy bien con éste clima? —pregunta mi tía, antes de que mamá y yo, neguemos en silencio— Una taza de chocolate caliente, ¿les parece si voy a la cocina a preparar un poco?
La idea me agrada, así que ambos la aceptamos. Y aunque me ofrezco a ayudarla, ella se niega, diciendo que no nos preocupemos y que ya regresa. La verdad, eso no me da mucha confianza. Es decir, sí, ella nos cuidó a los chicos y a mí durante mucho tiempo, pero aquí está en un ambiente diferente y lo último que quiero, es que termine matándose en el intento. ¿Suena muy exagerado?
La respuesta la obtengo un segundo después, cuando un estruendo me hace saltar. Bien, será mejor que me despida de esa olla roja que tanto me gustaba...
—¡Ahora te ayudo! —le grita mi mamá, sin dejar de reír por lo bajo, contagiándome casi al instante— Por cierto, Eithan, tu amiga no ha dejado de preguntar por ti.
La sonrisa se me borra casi al instante.
—¿De qué amiga hablas? —pregunto, con cautela, fingiendo que juego con la comida imaginaria que quedó en mi plato.
—Es la chica con la que te atraparon en mi trabajo, ¿te acuerdas? El día del robo —indica, en un tono más bajo de lo normal, como si las paredes o alguien más, nos pudieran oír— La misma que tiene una hermana gemela.
Madi...
Claro, debí suponer que se trataba de ella.
—¿En serio? ¿Vino a la casa o algo así? —pregunto, tratando de sonar indiferente.
—Varias veces, de hecho. Siempre preguntaba por ti y si estabas bien.
La confusión me invade al no entender su extraña actitud. Es decir, ¿por qué querría saber de mí? Se supone que ella era quien estaba más feliz con mi partida, entonces ¿de dónde surgió ese cambio? ¿Será curiosidad? ¿Querrá saber si el karma me está castigando de forma cruel por lo que le hice? Podría ser. Lo único cierto es que, esta nueva revelación, me ha tomado con la guardia baja.
—Deberías ir a saludarla. Es una buena chica, ¿no crees? —pregunta, con una media sonrisa—. Y así, aprovechas para contarle que volverás a vivir aquí.
—Sí... quizás debería hacerlo...
Gracias al cielo, mi vaga respuesta es suficiente para que no insista. No es como si en realidad, planeara ir a ver a Madi. Siendo honesto, ni siquiera he terminado de procesar lo que me contó mi mamá. Por lo tanto, no puedo pararme frente a ella, hasta que sepa bien qué hacer o qué le voy a decir.
Antes de poder opinar otra cosa, el sonido de los pasos de mi tía, me obliga a callar. Y su figura, no tarda mucho en aparecer por la puerta de la cocina, pero no es eso lo que llama mi atención, sino la rara mueca dibujada en su rostro.
—¿Pasó algo? —pregunta mi mamá, intentando no sonreír.
—¿Acaso tú nunca vas de compras?
—¿Por qué lo dices?
—Bueno, ¿cómo es que no tienes chocolate para preparar, en pleno invierno?
Ah, era eso. Esperaba algo más serio, la verdad; aunque, viniendo de mi tía, cualquier cosa puede volverse un problema de fuerza mayor.
Los tres no quejamos por lo bajo al entender. Y tiene toda la razón en estar frustrada. Quiero decir, es invierno, hace frío, está lloviendo... y nosotros sin poder tomar ni una taza de chocolate caliente. Destino, ¿tanto me odias? ¿Y ahora decidiste pelearte con ellas también?
«Creo que ya no le bastaba con jodernos a nosotros»
Esa voz... esa voz me deja en shock por unos segundos, sólo que ahora, ya no pienso interrogarla más. Hay misterios que, tal vez, no deberían ser resueltos y el origen de esa voz, será uno de ellos.
—Bien, entonces, ¿cuál es el plan B? ¿Qué haremos si no hay chocolate?
Me tomo un momento para escuchar las ideas de cada una, pero resulta ser en vano. Lo mejor que se les ha ocurrido, es reemplazar el chocolate por café o té; ¿el problema? Mi tía no suele tomar café, ya que la cafeína le afecta en gran medida, así que al final, quedamos en el mismo punto donde empezamos.
—¿Y si voy a la tienda con mi tía y compramos más?
Para cuando me doy cuenta, ya he abierto la boca y ambas señoras, me miran como si me hubiera crecido una segunda cabeza. Algo me dice que ya es tarde para retractarme.
—Me gusta la idea, ¿qué dices tú, Lore?
—Si a ti te parece, yo estoy bien con ello.
Cuando ambas concuerdan con mi idea, mi mamá vuelve a la cocina para buscar los demás ingredientes —agua caliente, por ejemplo—, mientras nosotros nos preparamos para salir. Una vez listos, tomo dos paraguas y le tiendo uno a mi tía, quien lo acepta encantada, para después, colocarnos nuestros abrigos y casi saltar hacia la lluvia, la cual, no tarda mucho en golpear los paraguas sin piedad. Sólo espero que resistan la tormenta y no nos hagan quedar en ridículo, sobre todo si hay personas cerca.
—Bien, tú me guías, ¿a dónde vamos?
Dejo que se sujete de mi brazo y entonces, nos ponemos en marcha hacia la tienda más cercana. Gracias a Dios que ahí venden de todo. Sería horrible tener que caminar hasta el supermercado con esta lluvia.
Tras unos minutos, al fin llegamos a nuestro destino, solo que mi tía no me permite entrar junto a ella —con la excusa de que empaparemos el suelo y eso—, así que me toca esperarla afuera y mientras ella hace las compras, yo me concentro en admirar el paisaje que me rodea.
Una sonrisa tonta se me escapa por accidente. Vaya que extrañaba ver todo esto. Aún con el clima, los árboles siguen siendo una imagen digna de admirar. Y si los sumamos al diseño de las casas a nuestro alrededor, dan la combinación perfecta para una fotografía. Eso, sin mencionar el delicioso aroma a tierra mojada que ya me hacía falta.
Fue buena idea volver, después de todo.
Mi concentración se ve interrumpida cuando veo la silueta de una persona, sin embargo, no logro distinguir bien su identidad. Ni siquiera alcanzo a ver si es hombre o mujer. Lo único seguro, es que lleva una capa amarilla que apenas lo protege de la lluvia, mientras corre a toda velocidad para cruzar la calle. Claro, teniendo cuidado de no resbalar.
Por un segundo, gira su rostro en mi dirección y sólo así, lo reconozco.
Es Jeff. No me cabe la menor duda.
Sonrío por inercia, pero casi de inmediato, agacho la cabeza y termino escondiéndome debajo del paraguas, de modo que éste oculte mi identidad de cualquiera que me vea. Y al parecer, funciona bien, pues Jeff sólo mira a su alrededor, sin prestarme demasiada atención, para después, pararse bajo el balcón de una casa, mientras revisa algo en su celular.
¿Será que habla con Madi?
Ni tiempo me queda para considerar la idea, pues en menos de dos segundos, vuelve a guardar su teléfono y empieza a caminar, sólo que esta vez, calle arriba. Lleva prisa, sí, pero ya no va corriendo como antes, sino que ha optado por tomarse más tiempo para... ¡yo qué se! ¿Admirar el paisaje? Bueno, puede ser, aunque lo dudo. Al parecer, el único dramático que hace eso, soy yo.
—¿Quién es él? —pregunta mi tía, ya a mis espaldas. Ni siquiera noté en qué momento salió de la tienda.
—Es... un chico que también vive aquí. Su nombre es Jeff.
—Uy, qué bien, ¿es tu amigo?
Ésta señora se parece cada día más a mi mamá.
—Sí... algo así.
Por suerte, no hace más preguntas. Y tras asegurarnos de que llevamos todo lo necesario, nos ponemos en marcha, esta vez, en dirección a la que, ahora, volverá a ser mi casa.
Mi tía Serena es una gran compañía, tanto así, que el camino de regreso ni se siente. Hablamos de varias cosas, entre las cuales, destacan el cómo me siento al estar de regreso. Claro que me emociona y aunque no lo demuestre, puedo jurar que hasta la voz en mi cabeza, está feliz de esto.
«¡Hombre! ¡Hasta que al fin dices algo cierto sobre mí!»
¡Ja! Lo sabía.
«¿Seguro que te sientes bien?»
Olviden cualquier cosa que haya dicho antes.
—Cuéntame, Eithan, ¿este es un buen lugar para vivir?
—Antes que nada, dame tu definición de "buen lugar" —le pido, en son de broma.
—¿Es seguro?
—Mucho. De hecho, los vecinos cuentan que acá, nunca se escucha nada sobre asaltos, ¿puedes creerlo?
—¿Tanto así? —¿Lo ven? Hasta ella se sorprende— ¿Qué hay de los residentes? ¿Son soportables o unos amargados?
—Todo lo contrario. Es imposible no hacerte amigo de uno... o de todos.
—¿Y la escuela? ¿Queda cerca? O mejor dicho, ¿hay más niños que vivan por aquí?
—Sé honesta, tía, ¿a dónde quieres llegar? —la interrogo, en medio de una leve risa. Su cara pasa a demostrar sorpresa al darse cuenta de que la atrapé, pero no se compara al asombro que me invade cuando caigo en cuenta de otra cosa— ¿Están pensando en mudarse otra vez?
—Bueno... a ti, no puedo mentirte, Eithan. Tú sabes bien nuestra historia y todo lo que hemos tenido que pasar, luego del divorcio. No ha sido una experiencia fácil ni para mí ni para tus primos y por eso, necesito darles toda la tranquilidad que pueda. Ellos necesitan ser felices, vivir bien y no creo que puedan hacerlo mientras sigan cerca de... bueno, de todos los problemas. ¿Crees que éste sea un buen lugar para... empezar de nuevo?
Uff, buena pregunta. A mí, me tocó entenderlo a las malas, pero ahora que estoy aquí, me he dado cuenta de que sí, no hay mejor sitio para empezar de nuevo que este bonito y agradable vecindario. Sin embargo, no consigo dar esa respuesta, pues otra duda logra detenerme.
—Antes de darte mi opinión... ¿Les has comentado esto a los chicos?
—Sí, lo hice. De hecho, lo hice desde antes de que tú te mudaras con nosotros —cuenta, con una sonrisa—. Ellos están de acuerdo y casi gritaron de alegría cuando les mencioné tu pueblo. Creo que fue su parte favorita, saber que había posibilidades de vivir cerca de "el primo Eithan".
No puedo evitar reír ante eso. Sería mentira si dijera que no me encariñé mucho con ellos también. Es más, creo que ya hasta los extraño y eso que los vi ésta misma mañana, antes de que mi tía y yo, dejáramos la casa.
—Si me preguntas a mí, creo que es una excelente idea —afirmo, con total honestidad—. El vecindario es seguro, los vecinos son muy agradables, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte con lo que necesites y lo mejor de todo... es que, éste lugar, es perfecto para empezar de nuevo. ¡Mírame a mí! —la animo—. Sin mencionar que siempre hay casas en renta y el alquiler suele ser muy, muy, muy económico y accesible. Es una gran oferta, ¿no crees?
Mi tía sólo ríe ante mis palabras, pero lo que dije, es verdad. Estoy muy seguro de que mudarme aquí, influyó mucho en el proceso de mi recuperación. Aún estoy lejos de superarlo por completo y sé que quizás, habrán días en los que, de nuevo, sólo querré ver al mundo arder, sin embargo, de algo sí estoy seguro y es que jamás hubiera mejorado tanto, si mi mamá no me hubiese traido a este lugar.
—Piénsalo con calma, no te precipites. De cualquier manera, aún hay tiempo, ¿no?
Y así, sin decir nada más, ambos continuamos con nuestro camino. De reojo, logro ver lo maravillada que está con los alrededores. Se los dije, éste paisaje, no se encuentra en cualquier lugar.
Tras varios minutos, al fin, logro visualizar mi casa, sin embargo, no es ésta la que llama mi atención, sino la que está un poco más lejos. Esa casa amarilla que no había visto en cuatro meses y de la cual, sale una persona que, aunque no quisiera, podría reconocer en cualquier parte del planeta.
Es Madi... Es... Madi...
Más por instinto que por verdadero temor, vuelvo a cubrirme el rostro con el paraguas, justo como lo hice cuando vi a Jeff. De esa forma, puedo evitar que ella me mire y se dé cuenta de quién soy. Si eso pasa, lo más probable es que termine asesinándome aquí mismo y no quiero eso, lo juro. ¡Ahora sí quiero vivir!
No pasa mucho, antes de que mi cabeza empiece a reclamarme por ser tan cobarde, así que respiro profundo y levanto el paraguas sólo un poco, lo suficiente para ver como Madi cierra la puerta de su casa, para después, echarse a correr en dirección a...
Un momento, ¿por qué va hacia mi casa?
—¿Quién es ella? —pregunta mi tía, observando lo mismo que yo.
Nadie importante, sólo la chica a la que insulté por error y por la cual, decidí mudarme... aunque sólo haya sido una excusa, pero en fin, detalles más, detalles menos.
—Es Madi, una de nuestras vecinas.
—Es bonita, ¿es amiga tuya?
Sí, en definitiva, esta señora es hermana de mi mamá. ¡Hasta en eso se parecen!
—Digamos que sí.
Con cautela, nos vamos acercando poco a poco, tomándonos un momento para analizar sus movimientos. Una vez en mi jardín, Madi corre a la puerta y, sin dudar, toca el timbre un par de veces, mientras espera en la entrada. Menos mal que no me encontraba en casa, porque si a mí me hubiera tocado abrir la puerta, le habría dado a Madi la oportunidad perfecta de liquidarme.
—Pobrecita, se está mojando, ¡vamos a abrirle! —Es mi tía quien, con su gran entusiasmo, empieza a caminar más rápido hacia nuestro destino final.
No obstante, no hace falta hacerlo, ya que de inmediato, la puerta se abre y aparece mi mamá, quien no tarda en ver a la chica frente a ella con asombro y mucha confusión.
—¡Estás empapada! —Es lo único que alcanzo a escuchar, aunque presiento que dijeron algo más, pues los labios de ambas se movieron casi al mismo tiempo— ¡Entra o te vas a resfriar!
—Muchas gracias, pero... no es necesario. Tengo algo de prisa —se disculpa, con gran pesar, el cual se refleja en su mirada—. Yo... disculpe, pero... yo... sólo quería saber si ha hablado con... con Eithan.
Bueno, lo admito, esto ya se puso raro.
Gracias a la rapidez de mi tía, ahora, nosotros estamos parados en la entrada al jardín. Y justo a tiempo, pues cuando mi mamá abre la boca para, seguro, contarle sobre mi regreso al pueblo, le hago una seña desde lejos y después, me llevó un dedo a la boca, pidiéndole que guarde silencio y que, por favor, no me delate todavía. Aún quiero unos pocos segundos de vida, gracias.
Por suerte, mi mamá logra captar la indirecta; en ese instante, cierra su boca y permanece así unos segundos, como si pensara en una respuesta que darle.
—Así es. De hecho, hablé con él esta misma semana... —comenta, mirándome de reojo.
—Ya veo. Y pues... él... ¿Ha estado bien? Es que, quería saber si le ha ido bien, pero a mí ni siquiera me contesta las llamadas...
—¿Acaso no te lo dije? —pregunta mi mamá, sorprendida y alarmada al mismo tiempo.
Esta vez, no disimula tanto y me dedica una severa mirada por encima del hombro de Madi, quien se ha quedado algo cabizbaja de repente. Aún no sé qué hace aquí o qué es lo que quiere, pero mientras no lo sepa, tengo que asegurarme de sobrevivir a mi mamá. Por esa misma razón, asiento con desgano, dándole permiso de revelar un poco de información.
—Discúlpame, fue mi error. Olvidé decirte que su celular se averió —confiesa. Esta vez, quien habla con pesar, es ella—. Por eso no he hablado tan seguido con él. Apenas me llama de vez en cuando, por el celular de su tía. Si no fuera por ella, habríamos perdido contacto nosotros también.
—¿De verdad? —pregunta Madi. Por alguna razón, luce aliviada, aunque sigo sin entender el porqué. Un suspiro sale de su boca y sonríe, antes de continuar—: Vaya... yo... no sé, pensé que tal vez, no quería hablar conmigo.
—¿Qué? ¿Por qué no querría hacerlo?
Un corto, pero asimismo, incómodo silencio, se instala en el lugar. Uy, mamá, si yo te contara...
—Disculpe, pero... ¿Podría darle un mensaje de mi parte, por favor?
—Claro, dime.
—Bueno... dígale que y-yo... que todos, que todos lo extrañamos mucho. Y que este lugar no es lo mismo sin él —murmura. Sus palabras, por algún motivo que desconozco, logran llenarme de una inmensa calma que no sabía que necesitaba, pero que, sin duda, me hace sentir más... ligero, tanto así, que una sonrisa medio idiota, termina apareciendo en mi cara—. Y... dígale que lamento haber sido tan dura con él... no era mi intención hacerlo, sólo... no lo pensé y en serio, lo siento mucho.
Tan perdido estoy en lo que dijo Madi, que no me doy cuenta de que mi mamá me observa con detenimiento. Sólo consigo reaccionar cuando la veo sonreír y regresa su vista a Madi.
—Creo que no será necesario. Quizás, puedas decírselo tú misma.
Al inicio, Madi parece no entender lo que dice mi mamá. Y su silencio, lo confirma. Es entonces cuando se me ocurre una gran idea o quizás, debería decir "ideota" —nótese el verdadero sentido de la palabra—, porque si esto falla, bien podré darme por muerto.
—Disculpe, señorita, ¿buscaba a alguien?
Mi voz termina saliendo mucho más grave de lo normal, dándole a mis palabras un toque extra de "seriedad" que me sorprende. Y por lo visto, no solo a mí, pues —aunque no puedo verle bien el rostro, ya que se encuentra dándome la espalda— podría jurar que Madi se ha quedado con la boca abierta, sin saber ni siquiera cómo reaccionar. Es entonces cuando se gira con mucha lentitud, convirtiendo unos pocos segundos, en eternos minutos que parecen no terminar jamás.
Al fin, después de cuatro largos meses, nuestras miradas se vuelven a encontrar y por fin, puedo volver a apreciar esos ojos color avellana que tanto había extrañado.
Sonrío por inercia al confirmar la identidad de la persona que no despega su mirada de mi rostro. Esa es Madi, no me cabe la menor duda. Lleva el cabello suelto, dejando que varias gotas de lluvia se deslicen por las puntas, ya que su capa rosa parece haber sido hecha a la medida, quizás con demasiada exactitud, pues apenas le ayuda a cubrirse de la lluvia, no obstante, a ella parece no importarle; continúa ahí, paralizada, sin decir ni hacer nada y sin reaccionar de ninguna manera a mi repentina presencia en el lugar.
¿Alguna vez han sentido que el tiempo se detiene de repente? Yo nunca lo había experimentado, hasta el día de hoy. El sonido de la lluvia ha disminuido en gran medida, al punto de casi no escucharlo, mientras que, las gotas que golpeaban el paraguas, parecen haber desaparecido de golpe. Es una sensación extraña, sin embargo, se pone aún más extraño cuando caigo en cuenta de que no me puedo mover de mi lugar. Ni siquiera soy capaz de hablar o hacer algún gesto. Para mí, es como si me hubiera quedado petrificado, atrapado en una burbuja del tiempo que permanece parada en este preciso momento.
Y para qué lo voy a negar, me gusta estar así.
—¡¡¡Eithan!!!
Su fuerte grito, me hace reír por dentro, pero no tanto como cuando la veo correr en mi dirección, para después, lanzarse hacia mí y abrazarme, con mucha... ¿Alegría? Un momento, ¿en serio está pasando esto?
Con gran dificultad, logro sujetar a Madi de la cintura, en un intento por evitar que se caiga o algo así, aunque dudo que eso suceda, sobre todo cuando caigo en cuenta de que sigue aferrada a mi cuello con tanta fuerza, que sería imposible quitarla de ahí, al menos, no sin utilizar maquinaria pesada.
La parte lógica de mi cerebro, me dice que sólo puedo estar soñando; que Madi jamás actuaría así y menos, después de todo lo que le dije aquel día. En el fondo, creo que mi cabeza sólo espera el momento en que saque un arma y me liquide... aunque eso sería demasiado fácil. Más bien, la imagino torturándome sin piedad durante muchos días o quizás semanas, hasta que mi cuerpo ya no soporte el dolor y termine muriendo... en fin, como sea, eso es lo que merezco. Sin embargo, una minúscula parte de mi ser, quiere creer que no es así; que Madi sería incapaz de hacerme eso y que en realidad, sólo está feliz de volver a verme, justo como a mí me alegra volver a ver esos ojos avellanados que tanto me gustaban.
Para bien o para mal, elijo creer en la segunda opción, así que, con cautela y teniendo cuidado de no soltarla a ella o al paraguas, me acerco a su oído lo suficiente para que pueda escuchar lo que le quiero decir.
—También te extrañé, mi linda detective.
Awww, voy a llorar. 🥹
Nah, no es cierto. 🤣
Pero venga, ¿a poco soy la única que aún esperaba con ansias el reencuentro de este par?
No sé ustedes, pero yo sí llegué a dudar de que fueran a verse otra vez. 🤧
Menos mal que Eithan no es tan pendejo como para no regresar nunca, ¿verdad? 🤭
Como sea, jaja, lo bueno es que volvió.
¿Y ustedes qué opinan? ¿Qué creen que vaya a pasar luego de esto?
Sólo espero... que Madi asesine a Eithan, osiosi. Se lo merece por wey, jajajaj. :v 🤣🤣
Hasta aquí mi reporte. Nos vemos luego en una próxima actualización.
Los quiero. 💖
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro