Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

09. Internet Siempre Tiene la Respuesta a Todo

Aún cuando intento persuadirla de hacer esto, parece que ella ni siquiera me escucha, pues continúa su marcha sin detenerse a descansar, arrastrándome a mí junto a ella. Nada me costaría dejarla aquí tirada, pero la idea de que estaría siguiendo a esos tipos ella sola, me descompone un poco.

Digo, tampoco es como que yo sea de mucha ayuda, pero quizás, al ver que no está sola, lo piensen dos veces antes de hacer algo.

La loca de mi vecina se esconde durante un segundo detrás de un árbol, momento que yo aprovecho para tomar un poco de aire. Hemos caminado tanto que ya ni siquiera sé si seguimos en el pueblo o no; lo que sí sé, es que ya fuimos bastante lejos.

Me asomo un poco fuera del árbol para ver qué pasa y suelto un bajo gruñido al ver que, al grupo de tres, se suman otros dos que sabrá Dios de dónde diablos aparecieron. Eso dejaría el marcador cinco a dos, ¿les suena justo? Porque a mí no.

—¿Estás segura de esto? —le pregunto, susurrando para que no nos oigan.

La chica ni siquiera me presta atención, hasta que, por accidente, mi brazo choca con su hombro, haciendo que se sobresalte, pero por suerte para nosotros, no grita ni hace algo peor.

—¿Qué traes contra ellos? —vuelvo a preguntar, mientras la chica sigue mirando al frente.

—No es que traiga “algo” contra ellos, Eithan —responde, con un ligero tono de cansancio en su voz—, sólo siento que son algo… extraños.

—Extraños sí que son, pero ¿en qué sentido?

—No me dan buena espina, siento que traman algo…

—¿Algo? ¿Cómo qué?

—No lo sé, Eithan… no lo sé… —Suspira con pesadez y mucha inquietud, antes de girarse a verme— Pero, créeme, lo voy a averiguar.

Nos quedamos así, viéndonos el uno al otro, durante unos cuantos segundos más. Sus ojos brillan con un extraño destello que me atrae, pero al mismo tiempo, me asusta. Es como una mezcla entre temor y emoción, por querer entender a la loca amiga que tengo ahora.

Para cuando ambos reaccionamos y regresamos la vista al frente, el grupo de hombres ha desaparecido.

—Ay no, no, no, no, no —se queja ella, corriendo fuera de su escondite hasta llegar a mitad de la calle.

Por inercia la imito y, cuando ambos estamos en el centro del lugar, sólo confirmamos lo que ya sabíamos: se fueron sin dejar rastro alguno.

La chica comienza a correr, tomando el mismo rumbo por el que ellos iban y yo la sigo de cerca, pero quedamos igual que al principio; ni siquiera parece que alguien haya caminado por aquí hace varias horas, lo cual me desconcierta, ¿a dónde se fueron? ¿Y cómo le hicieron para desaparecer sin dejar rastro? No pudieron volar o hacerse invisibles, ¿entonces? ¿En dónde rayos se metieron?

La chica a mi lado suelta un fuerte gruñido de frustración, antes de revolver su cabello con brusquedad. Claro está que el fastidio la consume, pero lo que en realidad me inquieta es no entender la causa de éste, ¿será porque perdimos a esos tipos? ¿O será por no saber qué es lo que traman?

Al fin, luego de tanto silencio, ella decide hablar.

—Bueno… tal vez sólo estoy exagerando de más —balbucea, como si hablara consigo misma.

Ni siquiera sé qué decirle, así que me limito a encogerme de hombros.

—Discúlpame, Eithan. —Ésta vez, se dirige a mí— No debí arrastrarte conmigo sin tu consentimiento, debí preguntar si estabas de acuerdo.

—No pasa nada, así que no tienes de qué preocuparte. —Le dedico una sonrisa, al ver el pesar con el que habla.

—¿Y si nos hubieran descubierto? ¿Y si hubieran estado armados? ¿Y si la situación se hubiera vuelto peligrosa? —pregunta, sintiéndose culpable—. No debí precipitarme. Creo que fue muy irresponsable de mi parte.

—Por suerte, no pasó nada grave —la consuelo e intento desviar un poco el tema—. Lo único que me preocupa, es cómo regresaremos a nuestras casas.

—No estamos muy lejos —indica, entendiendo mi preocupación—, lo que pasa, es que tomamos el camino largo, pero en realidad, estamos cerca del supermercado. La casa de Jeff está a unos cinco minutos de aquí.

Y yo pensando que ya nos habíamos perdido…

«Siempre he dicho que la inteligencia no es lo tuyo, pero el drama sí»

Sí, la voz en mi cabeza es un “excelente” apoyo.

«No fue nada, para eso estamos, amigo»

Un día acabará volviéndome loco…

«¿Más de lo que ya estás? Imposible»

«Bueno, ya, ¿no? Ni siquiera te estoy hablando a ti, así que deja de meterte donde no te llaman»

«Ese es mi trabajo, querido Eithan»

¡Yo renuncio!

—¿Te parece si seguimos con el recorrido?

La voz de la chica a mi lado se encarga de terminar con la patética discusión que acabo de tener con… conmigo mismo.

Reacciono a su pregunta y comienzo a meditar en ella. No estaría mal retomar las cosas donde las dejamos, pero pensar que, lo que acaba de pasar, podría volver a repetirse, me hace desconfiar de su propuesta.

—Aunque… entenderé si no te sientes “seguro” estando conmigo.

No se vale, eso es manipulación psicológica.

—De acuerdo, sigamos.

Mi loca vecina me regala una amplia sonrisa y, aunque lo intento, no puedo evitar devolvérsela. Y ahí está de nuevo, esa extraña sensación que ella me da; como si algo en ella me atrajera, pero al mismo tiempo, me inquieta y eso ya me hace dudar bastante de la persona que está a mi lado en éste instante.

No pueden culparme. Después de todo, alguien con una personalidad tan “cambiante” puede asustar a cualquiera.

—Bueno… podemos seguir por aquí —opina, mirando hacia el frente, antes de girarse y verme a mí—. Anda, sígueme. No pienso secuestrarte.

Lo admito, eso dolió.

Sin decir nada, decido seguirla y comenzamos a caminar sobre toda la orilla de lo que parece ser una carretera. Hubiéramos seguido en ese rumbo, de no ser porque una rara barandilla metálica, capta mi atención.

—¿Qué hay por allá? —le pregunto, decidido a no quedarme con la duda.

—¿Allá? —Su mirada pasa a ver el lugar que señalo y entonces, sonríe—. Ah, por allá. Bueno, ese es el parque y, de hecho, es uno de mis sitios favoritos —comenta, sin dejar de sonreír— ¿Por qué? ¿Quieres entrar?

—¿Crees que sea mala idea?

La chica niega y, sin dudarlo, se adentra en el lugar. Por inercia, la sigo y casi de inmediato, me doy cuenta de que el sitio es mucho más grande de lo que aparenta y está dividido en tres secciones: La primera, es un campo de fútbol; la segunda, parece ser un campo de básquetbol y la tercera, es un área específica para niños, ya que se pueden apreciar varios columpios, toboganes y demás juegos que a ellos les suelen divertir.

Seguimos caminando hasta llegar a los columpios y, sin pensarlo mucho, la chica junto a mí se sienta en uno de ellos, por lo que decido imitarla y hago lo mismo. Aprovecho el momento para apreciar el dulce aroma a bosque que se puede sentir, sin mencionar el clima tan agradable que hay. Respiro profundo un par de veces y ahí entiendo por qué ella dijo que éste era su sitio preferido, sin embargo, prefiero estar seguro, así que le pregunto.

—Bueno… hay varias razones —responde—. Es tranquilo… lleno de paz… perfecto para pasar un buen rato o, cuando sólo quieres estar a solas y pensar —indica, con una sonrisa dibujada en el rostro—. Además, me encantan los animales que a veces se ven por aquí. Suelen escapar del bosque y así, yo puedo cuidarlos y regresarlos a su hogar.

«Bueno… no es tanto que me gusten. Quiero decir… son muy lindos, sí, pero ni siquiera sé cómo cuidarlos. Creo que eso no es lo mío…»

Las palabras que ella misma dijo esta mañana, regresan a mi memoria de golpe.

Frunzo un poco el ceño ante la confusión que me invade. Antes, pensaba que era un poco extraña por su forma de vestir tan “variada”, ya que a veces, la veía usar ropa desgastada y después, se vestía como si fuera a asistir a un evento de gala. Intenté ignorarlo y fingir que quizás, era algo “normal” en ella, pero el verla contradecir sus propias palabras, me resulta demasiado raro como para no inquietarme.

El sonido de su celular me despierta del trance en el que estaba. La canción Drag me Down vuelve a sonar como señal de una llamada entrante y el recuerdo del día que nos conocimos, regresa a mi memoria. Ahora, cada vez que escuche esa canción, seguro me acordaré de ella.

La chica responde y mientras balbucea algunas palabras como «sí», «no» o «más tarde», yo aprovecho para observarla con disimulo. Como dije, el cambio tan drástico en su ropa, ya es de extrañar, pero el hecho de que haya dicho una cosa y después, otra muy diferente, me aterra, pues quiere decir que su personalidad es demasiado cambiante.

Como si fueran dos personas diferentes…

—Lo siento, Eithan, ya debo irme —anuncia, levantándose del columpio—. ¿Crees que podrás regresar?

Sonrío al oírla preguntar eso. Digo, sé que soy el nuevo del vecindario, pero tampoco soy tan despistado como para no recordar el camino que tomamos, así que, sin dudarlo mucho, asiento.

—Bien, entonces te veo luego —se despide con una sonrisa y sin darme tiempo a responder, se va corriendo en dirección contraria a la que veníamos.

Hasta luego, mi querida y extraña vecina.

*****

Por más que lo he intentado, no logro sacarme de la cabeza a “Madi”, la loca chica con la que estuve hoy; la misma que me arrastró con ella para seguir a esos motoristas que sabrá Dios de dónde salieron o a dónde fueron; la misma que parece no tenerle miedo a nada y, por supuesto, la misma que me ha mantenido con las ideas revueltas durante todo el día.

Continúo mi rutina de dar vueltas en la silla de oficina que está en mi cuarto, frente a mi computadora, pero no importa cuántas veces lo haga, esto no funciona; sigo igual de confundido que cuando regresé a casa.

Doy una última vuelta y me detengo a pensar en la chica rara. Ya dije que intenté ignorar el asunto de su forma de vestir, pero lo de hoy, ya fue sobrepasar el límite. Es la primera vez que escucho a una persona contradecirse tanto a sí misma y lo que más me inquieta, son los cambios en su actitud. Primero, aparenta ser una chica tímida y callada —aunque muy agradable—, pero después, se convierte en una persona muy animada, social y para nada cohibida. De cierta forma, es como si hubiera hablado con dos personas distintas; una, muy diferente de la otra.

Y la pregunta aparece en mi mente de la nada:

¿Eso será normal?

Miro frente a mí y se me ocurre una idea, así que, de inmediato, enciendo mi computadora y una vez que ésta ha terminado de cargar, lo primero que hago, es ingresar al buscador. Ahí, escribo lo primero que me viene a la cabeza:

Personas con dos personalidades

Por suerte, internet siempre tiene la respuesta a todo.

La página que aparece al darle clic en buscar, me deja tan desconcertado que no puedo evitar abrir la boca ante la sorpresa.

—¿Trastorno de Identidad Disociativo?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro