4. 14 Sin más por hacer.
Mona terminaba una sesión de fotos, se arreglaba para regresar a su casa, ya un tanto cansada, aunque con la suficiente lucidez en su rostro para tener una sesión perfecta en todo el sentido de la palabra.
Ya habían pasado tres días desde el beso que se dio con Albedo, y siempre que pensaba en él se ponía un poco triste, pues no quería decirle lo que, en realidad, era más que necesario que le dijera. Todo a su tiempo, pues primero tenía que tratar de arreglar aquello que le impedía amar de forma plena a su enamorado.
En sí, lo extrañaba mucho, quería verlo, abrazarlo, quizá besarlo, aunque no estaba segura de que eso fuera buena idea. Como fuera, dejarse llevar un poco, y sabiendo que sería algo "inocente" le parecía bien, en realidad.
Tres días sin que él hubiera ido a la escuela, sin saber si estaba bien o mal, pues no había tenido la suerte de encontrarse con Klee, así que no había de otra. Se comenzaba a preocupar bastante.
Sin embargo, para ese momento tenía algo muy particular en la mente, y claro, quería preguntárselo a su jefe de forma abierta, pues era algo que quizá él podría ayudarle. Éste se dio cuenta que incluso ella estaba distraída, por lo que simplemente enchinó la mirada.
-¿Qué te preocupa Mona? Parece que no me prestas atención.
-Sí, realmente hay una cosa que me tiene muy desconcentrada, es algo respecto al contrato.
-Duración de dos años, no lo olvides. De todos modos, si hay alguna cuestión que quieras discutir, podemos hacerlo sin problemas.
-Vaya, parece que me leíste la mente. Sonrió ella. -Sí, ¿hay artículos que se puedan modificar o cambiar?
-Eso depende...¿hay algo con lo que no te sientas cómoda?
-Sí, solo es una cosa. El contrato dice que no puedo tener novio mientras lo tenga firmado...¿no podrá haber una manera de...?
-¿Lo dices por algo en especial? -Su jefe se puso serio. -¿Ya tienes novio o algo por el estilo? -La muchacha se comenzaba a poner nerviosa.
-N-no, no es eso. Hay un chico...yo le gusto, es Albedo, el que suele venir a visitarme. Y él...me gusta. Por eso quería que...
-Sé a dónde vas, Mona. -Suspiró él. -No puedo ayudarte en esta situación, de verdad lo siento. Eso ya ni siquiera depende de mí, sino de la empresa. Quisiera decirte que lo hagas y que me haré de la vista gorda, pero si se enteran, que es probable, ambos nos quedaremos sin trabajo. Sé que no debería decirte esto, eres una niña todavía y sería bueno que puedas disfrutar del amor en esta etapa que es muy linda en esos aspectos.
Ella se quedó pensativa, mirando al suelo. Pensaba en algún argumento que pudiera mencionar, quizá algún amor en secreto, en lo más privado de la vida, solo que quedaba esa parte, ¿de verdad esa sería la forma en que quería relacionarse con Albedo?
-¿Y cuando tenga 18 años? ¿Podrá cambiar algo?
-Quizá...¿faltan 6 meses? No sé, si de verdad te gusta ese chico, no creo que en 6 meses cambies de opinión, ¿o sí? Bueno, esos no son asuntos míos, lo que puedo decirte, y me gustaría poder decirte otra cosa es que...lo siento, no hay nada que se pueda hacer en estos casos, todo es cosa de esperar.
Como ya había terminado, y regresando a su casa, la muchacha se mantuvo estoica lo más que pudo, pero claro, se le notaba lo perdida, como si no estuviera presente y a la vez sí. Se había dado cuenta, bastante a la mala que para ella no habría un pedazo de cielo en la tierra, pues todo estaría al vaivén de esos 6 meses, en los que podían pasar muchas cosas.
¿Podría seguir amándolo? Seguramente sí, aunque como toda llama, habría que avivarla para que ese amor no se quemara, ¿el problema? Que bien podría hacer lo contrario y tener la esperanza de que el amor que tenía por Albedo se esfumara. Estaba confundida, ambas opciones eran posibles, solo que capto rápido que ella no sería la afectada, sino él.
Amarla desde secundaria, un amor que llevaba ya cociéndose varios años, ¿cómo reaccionaría él? Seguramente el resultado sería catastrófico. No quería lastimarlo, le dolería verlo sufrir, llorar, hace tiempo le hubiera dado exactamente igual, aunque ahora las cosas cambiaban mucho.
Al recostarse en su habitación, como ya era su costumbre, se soltó a llorar de forma silenciosa, no teniendo ni idea de qué hacer. ¿Un amor secreto sería lo suficiente? No podrían ir tomados de la mano, ni darse besos en público, y para que no hubieran rumores, seguramente sus salidas deberían ser grupales, la única privacidad que tendrían sería la casa de alguno de los dos, y eso a medias, considerando a Klee y a los padres de ambos.
La cosa se complicaba mucho, jamás pensó que pudiera llegar a enamorarse de alguno de sus muchos enamorados, y menos de Albedo. Pero nada qué hacer ya, pues lo hecho, hecho está, como no se rompa en mil pedazos se puede cambiar algo.
Aquí, muy a diferencia de otras ocasiones, tenía poco que ganar, en cambio, un mundo entero que perder.
Y llegado el cuarto día, uno más que Jesús, el muchacho se levantó de la cama, con bastante mejoría de sus pulmones. Vaya que aquella llovizna le había afectado mucho más de lo que pensó, aun así, el estar postrado no le era agradable, así que poco podía hacer, en realidad.
Klee se sentía bastante alegre de que su hermano pudiera ponerse de pie una vez más, pues extrañaba su compañía así fuera solo durante el auto de camino a la escuela. Esa mañana la ayudaba a peinarse como era costumbre, cosa sin ser rara, de hecho, lo que sí es que todavía tenía algunos leves tosidos de vez en cuando.
-¿Estarás mejor, hermanito? -Le preguntó ella.
-Yo espero que mañana esta tos tan molesta haya desaparecido. Por eso, tú debes ser una niña obediente y no mojarte como tu hermano, ¿de acuerdo?
-Sí, Klee lo hará. -Sonrió ella, Albedo le dio un beso en la cabeza y siguió apresurándose para ir ese día a la escuela.
Es innecesario que se sentía de lo más nervioso, ¿pues qué le diría Mona? ¿Al menos le hablaría o la volvería a ignorar? Esa última opción no es como que le fuera del todo agradable, de hecho. De cualquier manera, prefería tomar al toro por los cuernos.
Ambos pensaban el uno en el otro mientras iban de camino a la escuela, cada uno pensaba su parte del asunto y en el cómo iban a reaccionar. El muchacho prefería tener mucha cautela ya que, según él, su relación con Mona estaba ya prácticamente del otro lado de la moneda, el detalle recaía en, ¿cómo asegurarse la victoria?
Era necesario platicar, y eso era lo que querían hacer cada uno por su propias razones, pues aquel día les había resultado tan confuso en muchas cosas.
Al verse, no se negaron un saludo, lo que fue Mona, temas amorosos aparte, fue y abrazó a Albedo, notoriamente preocupada.
-¿Qué había sido de ti? No tenía ni idea de dónde estabas, me preocupé mucho.
-La lluvia del lunes me agudizó el mal asma que de por sí tenía.
-Me siento tan arrepentida. Te iba a decir que mejor te quedaras en mi casa para que no te mojaras, pero no te encontré. -La muchacha comenzó a tener una pequeña humedad en sus ojos. -Debí buscarte, gritarte, no lo sé. Pero que no te mojaras era lo ideal.
-No eres la responsable, Mona. -Sonrió él, dándole un beso en la cabeza para tranquilizarla. -No estuve muy grave, solo que los ataques de tos eran muy molestos, y bueno, venir así a clase hubiera resultado incómodo para todos.
-Por favor no me vayas a mentir...porque si no...no lo sé, prefiero no pensar que es mentira lo que me estás diciendo. Tienes la mala costumbre de mentir en cosas importantes.
-No, yo tengo la costumbre de mentir cuando es necesario. De ahí en fuera, soy una persona muy honesta, de hecho.
-Jum, igual eso no es justificación. Mentir siempre estará mal, y más si es a las personas que te importan.
Él no digo nada, solo apretó un poco su abrazo, pues quería que las cosas con Mona resultaran bien, al menos en sus últimos meses de vida, pues la cosa se estaba acabando para él. Mona no lo sabía, pero aunque pudieran esperar hasta que ella tuviera 18 y pudiera ganarse cierta autonomía en sus relaciones sociales, quizá ya para ese entonces sería demasiado tarde o bien, cuando los últimos granos de arena en el reloj de arena de Albedo estuvieran por caer.
Sacarosa no se quedó atrás, pues también le cuestionó al muchacho por qué había faltado tantos días, solo se había mencionado que era por enfermedad, aunque no por cuál o si era de gravedad, eso sí.
La respuesta de Albedo fue vaga, pues no quería decirle a ella que tenía "asma".
-¿Por qué no habías venido, Albedo?
-Unos pedillos... (Ok, no :v)
-Estaba enfermo, nada grave, pero no podía salir de casa, eso sí. Tenía una tos que incluso reír me causaba un ataque, y aparte me sentía fatigado, ir de mi habitación a la sala me dejaba exhausto, quería llamarle un taxi para que me llevara a mi cama.
-Eso no suena precisamente suave. ¿Qué sucedió?
-Me mojé cuando iba de camino a casa, ya ves que ese día llovió.
Sacarosa supo que ahí estaba mintiéndole, o que no le decía la historia del todo bien, pues a la salida de la escuela pasaron 3 horas para que lloviera, y él no se hacía 3 horas hasta su casa. No quería indagar en la vida privada del muchacho, aunque sí que sabía que le mentía, ¿pero por qué?
A veces las mentiras se usan para proteger a los demás, ¿quería protegerla a ella? Eso era algo que no podía saber, y si le preguntaba, seguramente le mentiría.
Las cosas se "aclararon" un poco para los demás cuando notaron que el muchacho todavía tenía resabios de tos, en realidad nada para alarmarse, solo que supusieron que de ahí vendría el problema.
En algunas ocasiones, y sin en realidad dar previo aviso, Albedo salía del salón para cuando sus ataques de tos eran más fuertes, aunque eso por pocos segundos. Algunos cuántos más se preocupaban por eso, los que más o menos ya sabían de su enfermedad "menor" se daban una idea de que no estaba del todo sano.
Curiosamente, en ese receso, quienes ocuparon el tiempo del muchacho fueron Bennett y Razor, no Mona, quien bueno, quería decir tanto pero no hallaba la forma de tomar al toro por los cuernos. Simple y llanamente, no sabía cómo reaccionar ante esa situación.
-¿Sigues enfermo? ¿Qué te pasó?
-Supongo que es por tu asma, ¿no? -Preguntó Razor.
-Sí, eso fue. Comí mariscos, fue poco, no creí que me afectaría, tuve incluso que inyectarme para que el ataque no se me saliera de las manos, solo que fui a casa de Mona, luego llovió y todo se fue al demonio.
-Deberías tener más cuidado...y no ser tan simpático. -Se rió Bennett.
-Mira quién lo dice.
-Eso no es lo importante, Bennett. ¿Estuviste en casa de Mona? Eso me llama la atención. Sé que no es momento para tal pero...Aether nunca fue la casa de ella.
-¿De verdad? ¿Un año y nunca fue así?
-Ella iba a casa, de Aether. -Intervino el muchacho de mala suerte. -Incluso conoció a su hermana antes que cualquier otro, solo que esos ya son asuntos que no vienen al caso.
-¿Aether tiene hermana? -Preguntó Albedo, confundido.
-Sí, lo sabrías si no siguieras enojado con él. Vamos, Albedo, ¿qué puede ser más importante que su antigua amistad? Fuiste a casa de Mona, te la pasas todo el día con ella, eso solo indica algo claro y es que ya la tienes ganada, el pleito con Aether ya no tiene validez.
-Tch, ¿crees que es tan fácil? Si Razor te robara a la chica que te gusta, a Fischl, ¿podrías seguir considerándolo tu amigo? Aether es un Judas.
-Vamos, el problema es que te lo tomaste muy a pecho. Chico, fue decisión de Mona, Aether lo habló con nosotros, a ti no te tenía el más mínimo interés en ese entonces, y le dijiste que te gustaba cuando ya era tarde. No hay un solo culpable, o no sé si se puede hablar de culpa, tú por lento, él por no preguntar y ella por no estar interesada en ti. Así lo veo yo.
-Bennett tiene razón. -Agregó Razor. -Sabemos que estás loco por ella, solo hay cosas más importantes en la vida que los amores. Al final de cuentas, carajo, ya casi eres su novio, ¿qué más quieres?
-Haberlo sido más tiempo...debo pensar lo que me dicen, sigo enojado con esa persona.
Los dos amigos se encogieron de hombros al notar que su compañero era realmente necio, prefirieron no continuar. Aun así, lo importante no es lo que habían logrado en ese momento, sino lo que lograrían. Ya habían plantado una pequeña semilla que era realmente importante.
Lo siguiente que harían era regresar al salón, donde el muchacho se encontró una buena nueva de una pequeña nota en su lugar, la misma escrita con tinta violeta. Apenas la tomó, leyó el contenido de la misma: "Vayamos a beber algo, quisiera disculparme porque sigo creyendo que soy responsable de tu ataque de asma: Mona".
Al voltearla a ver, ella solo se acomodó el cabello, mirando hacia abajo, por lo que Albedo sonrió sin que ella lo notara. Verla de esa manera, tímida y un poco sumisa lo enamoró un poco más de ella, pues siempre se había mostrado fría y dominante, ahora los papeles se habían intercambiado, lo que era para sorprenderse.
Ella lo miró, él asentó con la cabeza y se sonrieron posteriormente. No tenían ni la menor idea de qué hablarían, solo que a ambos les gustaría pasar un tiempo juntos después de varios días de no verse. De cualquier manera, el muchacho siempre traía su epinefrina por cualquier cosa que pudiera suceder.
Apenas se tuvo la oportunidad, los dos se miraron de frente, claramente apenados y confundidos por sus varias razones, las que sí, eran variadas, de hecho.
Estando listos, Mona pidió que fueran por una calle menos concurrida, lo que a él le extrañó, y que solo servía para dar más vuelta al lugar donde tenían planeado ir.
-Sigues enfermo, ¿no hay algo que se pueda hacer?
-No, la epinefrina solo es para casos de emergencia, y solo me ayudaría temporalmente, y como solo cargo una dosis, me pondría en apuros no tener reservas.
-Qué mala suerte. Aunque sigo insistiendo en que, no sé...podríamos ir a mi casa, pues hay algo que de verdad me gustaría contarte. Es sobre nosotros, sobre lo que pasó aquel día.
-Me suena bien, aunque me pone nervioso qué es lo que me dirás. -Rió él para no mostrarse nervioso.
-Si te soy honesta, quizá yo esté más nerviosa que tú. No lo sé, podríamos ir de una vez a mi casa...solo tengo que pasar por algo. -Ella se quitó el suéter del uniforme, dejando ver su blusa blanca y su corbata, la que también se quitó para seguir caminando y pasar a una farmacia que se encontraba en la zona, lo curioso de todo el asunto es que ella le pidió que Albedo guardara su distancia, pues iba a comprar "algo para chicas".
Él no se opuso y así fue, después de eso, Mona regresaba con una botella de agua y poco más, pues no cargaba con nada más en sus manos. Se notaba que estaba muy nerviosa, lo que incluso ponía en alerta al muchacho, trataba de preguntarle qué ocurría y ella respondía dando largas.
Una vez entraron por la puerta, los dos dejaron sus cosas en la casa, el muchacho apenas se quitó la mochila, fue abrazado por su contraria de forma sorpresiva, ella recargaba su mentón en el hombro de Albedo, lo sujetaba del pecho con un poco de fuerza.
-¿Mona? -La sorpresa del chico fue más grande cuando escuchó a la muchacha llorar.
-Perdóname, por favor. De verdad lo siento, hay tantas cosas que quisiera decirte y hacer contigo, pero todas ellas son imposibles.
-¿De qué hablas? ¿Sucede algo?
-Albedo, estoy enamorada de ti. Te quiero, jamás pensé que lo diría, pero no me puedo mentir, y tampoco a ti. Sé de sobra que estás enamorado de mí desde hace años, pero solo te haré daño.
Él se volteó a verla, ella lloraba desconsolada, y siendo necio como en varias cuestiones más, tomó sus mejillas y le robó un beso en los labios que duró sus segundos hasta que ella se separó. Albedo insistió un poco más.
-No sigas...
-Mona, no me harás daño, y aunque me golpees con mucha fuerza el corazón, te amaré. Si ambos tenemos un sentimiento mutuo, me parece bien que podamos demostrarlo.
-Ese es el problema. La agencia no me deja tener pareja. Intenté cambiarlo, pero nada. Sabes que necesito el trabajo, y quisiera dejarlo todo para estar contigo, pero de amor no se vive.
-Podemos ser amantes secretos, vernos en mi casa, mantener las apariencias en la calle. -El muchacho también comenzó a llorar. -No me quejaré, por mí está bien.
-Dirás que soy egoísta, y quizá sí, solo que no siento que vivir lo nuestro en secreto sea lo adecuado, sería limitarnos en muchas cosas que me gustaría hacer contigo. También me lamento por esto que pasa, quisiera que hubiera una solución. Me dijeron que cuando tenga 18, en 6 meses, quizá se pueda hacer algo.
-Mona... -Albedo se pensó mucho el decirlo, quedándose mudo varios segundos.
-¿Qué pasa?
-Nada. No sé si podré esperar, si estaré vivo para entonces. No digo esto para presionarte pero esa sensación de que estoy muriendo a cada segundo que pasa sigue presente en mí. -Ella lo volvió a abrazar apenas dijo eso.
-No menciones ese tema. Me gustaría como no sabes el ser tu novia de forma plena, ser amantes nos limitaría en muchas cosas, y siempre habría el peligro que nos descubran. Si me despiden, no sé qué haré. Perdóname, Albedo, yo tengo la culpa.
Él no dijo nada, las lágrimas seguían bajando de sus ojos, ella lo tomó de las mejillas, alzándose sobre las puntas de sus pies para darle un beso, que poco a poco fue escalando en intensidad.
Ambos lo sentían en su corazón, sería el último beso que se darían, y que ese mismo día se tendrían que extinguir a la fuerza todo lo que pudo ser entre ambos. Ella, quizá arriesgándose a mucho, aunque de cualquier forma aquello no le era importante en ese momento, tomó de la mano a Albedo para llevarlo a su cuarto, donde la puerta quedó cerrada.
A las 2 horas de aquello, ambos se encontraban recostados en la cama, tapados por las sábanas, con el cabello desordenado, desnudos. Habían perdido la virginidad, entregándosela de forma voluntaria.
Para Albedo había sido, inicialmente, lo más especial que le había pasado en la vida, había hecho el amor con la chica a la que amaba de tantos años, sin tan siquiera pensar que ese día sucedería. Ahora la privacidad en la farmacia tenía total sentido.
Por parte de Mona, sabiendo que no podría hacer un montón de cosas al lado de Albedo, por lo menos quería disfrutar de tener sexo con alguien a quien seguramente no solo quería, sino que también amaba. Sacrificó toda su relación para poder llegar a esa última base, y sabiendo que todo lo demás ya se iba por la borda, que lo importante al menos pudiera ser salvado.
Ambos se voltearon a ver, abrazándose con mucha fuerza, cerrando los ojos y nuevamente con ganas de llorar.
-Te amo, Mona. Quisiera poder vivir un poco más.
-¿Por qué lo dices?
-Por nada en especial. -Inmediatamente, Mona supo que le estaba mintiendo. Ahora comenzaba a preguntarse si de verdad la enfermedad que Albedo tenía era asma o no. Solo lo abrazó más fuerte, como si la vida se le fuera en ello.
-Albedo, también te amo. Somos de esos amores que simplemente no estamos destinados a estar juntos. Yo quisiera haberme enamorado de ti desde antes, desde que tú te enamoraste de mí.
-He cambiado mucho, así que supongo que no hay nada que lamentar en ese aspecto. Si tan solo hubiera más tiempo.
-Mi madre está por llegar. Hay que cambiarnos. Gracias por cederme tu primera vez, atesoraré este momento para siempre en mi corazón.
-Lo mismo te digo, Mona. Fue un honor ser el chico con el que perdiste lo que uno nunca recupera.
Cuando terminaron de vestirse, ambos se abrazaron nuevamente, abrazándose con todo el corazón mientras lloraban una vez más. Sabían que todo estaba acabado, que no habría aniversario, ni paseo por el parque, o una ida al cine, ni besos en la tarde. Era una lástima, pues el amor tan hermoso que estaban haciendo ellos dos había muerto antes de tan siquiera nacer, y los dos estaban bien conscientes de que, aunque pasara el tiempo, y se puede apostar de que ambos se seguirían amando, si nada se interponía, dos años más. El problema era que Albedo no tenía ese tiempo.
Para la mañana siguiente, el cuerpo les dolía mucho a ambos, apenas y se podían mover de algunas partes, y ni hablar de Mona, que era a quien le había ido peor en ese aspecto. De poco o de nada se arrepentían, lo habían hecho porque les dio la gana y querían al menos llegar al punto máximo del amor si es que ni siquiera podrían disfrutar del mismo después.
Sin embargo, y sin que Albedo se diera cuenta, fue y se encontró con Klee.
-Oye, me gustaría hacerte una pregunta y te daré una galleta a cambio.
-¡Galletas! ¡Sí! -Sonrió ella, saltando un poco para que Mona la pudiera cargar, dándole un beso en la mejilla.
-¿Dónde trabaja tu mamá? Me gustaría hablar de ella sin que tu hermanito se dé cuenta. Digamos que él se ha estado portando un poco mal.
-¿Mal? ¿Qué hizo mi hermanito?
-Creo que me ha dicho mentiras, y la única que puede decirme la verdad es tu mami, ¿así que puedo contar con que no le dirás nada a Albedito?
-Nada, nada. Mi mamá trabaja en...
Ahora con la información en sus manos, era hora de poner en acción el plan.
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Bueno, vean el lado positivo, al menos si mato a Albedo, no morirá virgen :v
Ok, realmente no estaba seguro de que la escena de setzo quedaría de más, pero al final de cuentas es algo que quizá me iba a arrepentir de no meter. Un amigo me dice que "hagas lo que hagas, te vas a arrepentir" Y si puedo experimentar un poco con las cosas que me dan curiosidad, qué mejor, o eso pienso yo, al menos.
Pues bueno, aquí se cierra la que era la columna dorsal del arco, pues se centró bastante en Mona por ser el interés amoroso del protagonista...y ahora qué no lo es, no sé, quizá puedan suceder más cosas 😳
Jsjsjs, nos vemos el próximo viernes, si quieren puedo escribir el lemmon entre Mona y Albedo, wow, analizando las cosas, ambos personajes cambiaron mucho, se desarrollaron bastante y no a base de putazos :v solo con compararlos con sus primeras versiones :0
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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