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4.12 Cuando lo necesario y lo imposible son una misma cosa.

Albedo ya se daba como ganador, como el gran cazador de la zorra, dirían los del club de Marxismo, y se sentía ya con un paso del otro lado, es decir, que ya la tenía ganada. Sin embargo, el plan del día siguiente de la fiesta de disfraces, se fue completamente al carajo.

Quería pasar la mañana con Mona, caerle de sorpresa al trabajo llevándole una carta donde le contaba lo bien que se la había pasado ayer, así como unos chocolates rellenos de jarabe de cereza, pues hasta caer en la tentación de vez en cuando es bueno, lo único malo era que ella lo evitó.

Cuando saludó a su amada, ella pasó de largo, lo que a él le extraño, solo que pensó que fue por las prisas o simplemente no lo vio. Cuando fue a hablar con ella, le dio largas y se fue con sus amigas porque tenía "cosas por hacer". Al llegar a su trabajo, uno de los trabajadores del estudio fotográfico le dijo que no estaba, lo que a él le extrañó mucho pues estaba casi convencido de que ella le mencionó que ese día trabajaría.

Y sí, Mona se encontraba en el estudio de fotografía, quería mirar por la ventana, para verlo, imaginarlo con su uniforme de casaca roja, suspirar por él. Sin embargo, su jefe la regresó al mundo real.

-Y ese chico, ¿quién es? No me vayas a decir que es un pretendiente.

-Cómo crees. Es solo un compañero de escuela. Le gusto, como a todos los babosos de mi clase, cosa no rara.

-Ya sabes cuál es el contrato, Mona. Como sea, no nos distraigamos del trabajo.

-Sí, me acuerdo perfectamente. Tch, solo es uno más del montón. –Mencionó ella, enojada.

Sin embargo, ese decía, lo que pensaba en realidad era aquello que justamente la hacía llorar en las noches, lamentándose de romper su promesa hecha a sí misma. De cualquier manera, lo importante no era la promesa, eso ya quedaba atrás. Ahora a lo que debía darle preferencia era al trabajo y nada más.

Justamente, esa misma noche y en la casi misma posición, Albedo reflexionaba mucho, pues de sentirse victorioso, ahora no sabía ni en qué parte del tablero se encontraba. Una cosa sí era segura, se sentía completamente perdido.

Al día siguiente, poco más de lo mismo, quiso invitarla a salir, ella se negó rotundamente poniendo de pretexto una tarea que ya se había entregado, y así hasta por una semana que pasó.

Mona quería no solo matar, sino desmembrar y enterrar lo que sentía por Albedo, que jamás pudiera volver a concebirse, pero la mente le traicionaba. Fantaseaba con él de forma involuntaria, lo soñaba, sabía que con él quería algo que ni siquiera tuvo con Aether, y lo peor es que el porqué del porqué no se podía responder. Pasear por el parque, ir a comer helado, jugar con Klee, dormir abrazado a él, esas cosas que no con cualquiera se desean, con él sí que lo deseaba, y el sentimiento era mutuo en todo aspecto posible.

Él también la soñaba, y por lo regular eso se interpreta de una forma simple: si se sueña a alguien es que se le piensa y se le extraña mucho. Y así era, ninguno de los dos era ajeno a extrañar esas tardes de juego y de risas, así como las pláticas que disminuían la presión del trabajo, las charlas a un lado de los cipreses de la escuela, caminar por la avenida central, entre varias cosas más.

Para la mañana siguiente, Albedo ya ni siquiera intentó saludarla, simplemente se vieron como si fueran desconocidos, marchándose cada uno por su lado. Él tenía ganas de voltear y preguntarle directamente por qué ya no le hablaba. Ella quería abrazarlo y pedirle perdón por ignorarlo, es que solo eran causas de fuerza mayor que prefería no decir.

Razor y Bennett hablaban de ese tema con él.

-¿Le dijiste algo que pudo hacerla enojar?

-¿Le mirabas mucho el escote?

-¿Por quién me tomas, Bennett? Si le dije algo que pudiera herirla o molestarla, no tengo ni la menor idea de qué pudo ser, por eso es que ya no sé qué hacer. Pensé que iba bien.

-Mujeres. Un día te quieren y al otro te mandan al carajo por cualquier estupidez. Por lo regular son cosas muy triviales, así que mejor dile adiós. No te veas como un perro desesperado por un hueso, eso es patético para cualquiera, no solo para ella.

-Pero yo...a mí ella me gusta mucho, desde que la conozco, y eso tiene más años de los que cualquiera pensaría en un primer momento.

-Albedo, mejor háblale directo, ¿qué pasó? ¿Cómo lo puedes remediar? Te martirizas demasiado. Y si no así entiende, entonces adiós. El amor va y viene, por eso mejor no llorarle a nadie. –Razor suspiró, cansado. El muchacho solo se quedó pensando, ¿y si aun con esas Mona lo ignoraba? El mejor camino es el que se hace andando por donde no hay caminos, donde antes solo había espinas. No es necesario mencionar que el lugar en el que caminaba el muchacho no solo había espinas, sino un montón de neblina, zonas con probabilidad de derrumbarse, etc.

Sus esfuerzos para conocer alguna razón del por qué Mona lo ignoraba lo llevó a aplicar una vieja conocida, y esa era de hablar con sus amigas, y respecto a ese tema en concreto, nadie pudo responder su pregunta.

-Es personal, ni siquiera nos ha dicho algo, claro que nos dimos cuenta que ahora ya no te topa.

La respuesta era ambigua y no le respondía un carajo, fue incluso con algunas amigas cercanas y el resultado fue igual, si no es que un poquito más explícito. Ese pequeño aporte fue:

-Me lo dijo, pero no es algo que pueda compartirte. No lo hace por querer lastimarte, de hecho, es para que no salgas lastimado, y es mejor que dejes ese tema por la paz.

-Me parece complicado...

Al menos ya sabía que no era porque Mona lo odiara o algo parecido, de que no quisiera saber de él. Aun así, daba la impresión de que las preguntas todavía estaban en el aire, ¿por qué era por su bien el que se separara de él?

Sin embargo, nunca encontró el momento, ese día, de pura casualidad, es que saldrían temprano, sinónimo de que Albedo y Klee se irían juntos, de hecho. Llegada la hora, los dos se miraron en las cercanías de la entrada, y el primero en ceder fue él, que se retiró sin más. Podía haber momentos para el amor, ese no era uno de ellos, pues ponía a su pequeña hermana por delante de cualquier otra cuestión.

Mona se quedó un poco platicando con sus amigas, ella no tenía prisa alguna por salir, así que prefirió no seguir, pues así no tendría que ver al muchacho.

La salida de los pequeños se había retrasado cosa de cinco minutos, y apenas salió Klee, que era lo bueno, él la recibió, la pequeña lo abrazó con fuerza.

-¿Hermanita Mona vendrá a jugar hoy? –Sonrió ella, haciendo ojitos de perrito.

-No lo sé...le iba a preguntar, pero parece que ya se fue.

-Ay. –La pequeña hizo un puchero. Daba más casualidad de que había un accidente de tráfico en la ruta que por lo regular la madre de ambos tomaba para recoger a la pequeña, así que iba atrasada.

Saliendo Mona, pensando que ya no tenía más que preocuparse de un encuentro incomodo con Albedo, apenas fue vista por Klee, ella corrió hacía ella.

-¡Mona! –Le gritó mientras extendía la mano, ella se sorprendió, pero no pudo negarse a agacharse a su altura para darle un buen abrazo.

-Klee, ¿qué haces aquí?

-Oh, es que mi mamá no ha llegado todavía. ¿Por qué no has venido a jugar? Klee te extraña mucho, mi hermanito dijo que has estado muy ocupada. –Justamente, la muchacha alzó la vista al mencionado, que solo miraba para otro lado.

-Sí, he estado ocupada.

-¿Podrías venir a jugar hoy con Klee? ¡En la escuela me enseñaron un nuevo juego! –Sonrió ella. Simplemente no había forma de negarse ante aquel cachito de sol de la mañana que alegraba hasta la más gris existencia.

-Bueno, hoy tengo libre. –Vio a Albedo una vez más, eso le causaba pesar en su alma, así que haría el sacrificio de estar a su lado. –Podré ir hoy.

-¡Yei! –La pequeña hizo su baile característico, que le sacó una buena risa a Mona, quien solo la abrazó con cariño de hermana mayor. Era hasta curioso, pues la muchacha se sentía la hermana mayor de Klee...pero estaba enamorada de Albedo. Ya no había nada qué hacer, solo era cuestión de aceptar ir no más de 3 horas y media, ¿qué es lo peor qué podría suceder? 

Apenas llegó la madre de ambos, lo que hicieron fue ir a la casa. El pretexto de la estancia de Mona era sencillo: tarea por hacer, así que era una cosa más bien creíble.

Como habían salido temprano, tuvieron la enorme suerte de que Mona podría quedarse un poco más de tiempo, que podría ser bien aprovechado para jugar, y así para comer.

La comida no era la gran cosa, lo más gracioso de todo es que apenas Klee se lavó los dientes presionada por Albedo, se fue a acostar, pues no le molestaría dormir un poco. A Mona le gustó la idea, y como el sillón donde Albedo tomaba su sesión de oxigeno se había movido al cuarto de Klee de forma temporal.

La muchacha se acostó abrazando a la pequeña por la espalda, dormirían el tiempo que fuera necesario, mientras Albedo leía el periódico, aunque por el cansancio general de aquel día tan agotador mentalmente, igual se quedó dormido en el sillón.

Los tres roncaban, lo que resultaba muy gracioso, y fue solo cuando al muchacho le dio por un ronquido bastante fuerte, que Mona se despertó, extrañada, lo veía sentado en el sillón, con el periódico tirado en el suelo y una de sus manos colgando, miraba al techo, con la boca un poco abierta.

Ella simplemente rió, miró la hora y habían pasado 40 minutos, por lo que despertó a Klee, de ahí era hora de ayudarle a la pequeña a hacer su tarea. Era sencillo, por lo mismo es que eso fue rápido. Ahora solo quedaba el hecho más importante: el encuentro entre Mona y Albedo.

Las mujeres jugaban con las muñecas de la pequeña, de ahí que el muchacho solo preparaba los postres, que era helado, por supuesto, así que apenas llegaron los mismos, él prefirió dejarlas en lo suyo.

-Hum helado de vainilla. –Sonrió Klee. –¿Por qué no habías venido? Klee te extrañaba mucho.

-Cosas del trabajo, la verdad es que yo también te extrañaba mucho. Oye, ¿tú hermano te ha mencionado algo al respecto?

-No, Klee lo ha visto un poco triste, así que supongo que también te extraña. Aunque él tiene mucha suerte de que vaya en la misma clase con Mona.

-Sí...hablamos mucho. –Sonrió ella de manera falsa, de por sí ya lo sabía que quizá Albedo se sentiría mal por su ausencia, ya era más que claro.

Él estuvo muy aparte de la situación, aunque llegado el momento, decidió que lo mejor era hablar las cosas claro, y que así se supiera qué era lo que pasaba con su enamorada, si había dicho o hecho algo que no debía. Así que, teniendo una idea concreta, supo qué hacer.

Entró al cuarto, las niñas jugaban en la cama, la mayor cargaba a la más pequeña, mientras las dos reían. Apenas lo vieron, Klee siguió sonriendo, Mona se serenó bastante.

-Klee, tengo que hablar con Mona respecto a la tarea, ¿te parece si vas a comer más helado?

-Oh, claro que sí. –Ella se levantó de la cama y corrió a la cocina, donde estaba el helado en la mesa. Él cerró la puerta.

-¿Pasó algo? –Sonrió ella, apenada.

-Lo mismo pregunto yo. –Él se sentó a su lado, ella no lo miraba a la cara, prefería el suelo. -¿Qué pasó el día de la fiesta? Desde entonces, no me has hablado. ¿Dije algo que no debí? ¿Hice algo que te molestara? De ser así...me disculpo, no quise herir tus sentimientos o hacerte enojar.

<<Aunque no quisiste herirme, ya lo hiciste...lo peor es que ni siquiera fue tu culpa>> -Pensó ella, apretando los puños.

-No, no hiciste nada malo. Es solo que...quería desconectarme un poco de todo, si me ves con mis amigas, no es porque quiera, es para que ningún tarado se me acerque. Albedo, me agradas mucho, te aprecio, es solo que, por ahora mi cabeza está concentrada en otras cosas.

-Bueno, al menos puedo estar tranquilo. Pensé que estabas enojada conmigo. –Él se acostó en la cama, tumbándose en la misma. –Fui a buscarte al trabajo y no estabas, quería invitarte a comer una ensalada.

-Qué lindo de tu parte. –Sonrió Mona, tumbándose en la cama también. Él tomó mucha valentía y unió sus meñiques. -¿Albedo?

-Nada, a veces hago esto con Klee. –No era mentira después de todo. –Me alegra tenerte de regreso. ¿Mañana tienes tiempo? Quisiera que fuéramos a comer algo, o beber algo frío, con este maldito calor, se antoja mucho.

-Un poco. –La situación era un poco incomoda.

Para tratar de romper el hielo, Albedo se acercó a Mona para darle un beso en la mejilla, el que fue más bien tímido, por lo mismo es que, seguidamente, ella lo volteó a ver. El muchacho tenía los ojos cerrados, y no se dio cuenta de eso, así que pensando en darle otro beso en la mejilla, se lo dio en los labios.

Apenas se percató de que la textura de lo que besaba no era lo mismo que una mejilla, abrió los ojos, sonrojándose, pues los labios de ambos estaban unidos, ambos se separaron de inmediato, al muchacho le comenzó a darle un pequeño ataque de asma, mientras que Mona también tosía de forma complicada.

-¡Pe-perdón, no fue mi intensión!

-¡N-no te preocupes, fue accidental, no pasó nada!

-¡Ay, fui un torpe, no debí haberlo hecho!

-¡¿Klee estará ya lista para jugar otra vez?!

-¡Iré a buscarla!

Apenas el chico salió del cuarto, casi tropezándose, Mona se quedó sola, llevándose los dedos a los labios. Cerró los ojos, había sido algo tan fugaz que no había tenido ni tiempo de saborearlo. Por simple curiosidad, se lamió un poco los labios, y naturalmente el sabor de los labios del muchacho era el de la pomada que usaba para los mismos: manzana verde. 

Él regresó a los pocos segundos, así que por lo mismo ambas jugaron de nuevo con el pretexto de que Albedo haría tarea, y si bien es cierto que él no estaba presente en el cuarto, sí que lo estaba en la mente de Mona. Ese beso, aunque fuera un pequeño y corto, lo fue, era el primer beso que se daban, cosa que ninguno de los dos pensó que de hecho pasaría, y ya era una realidad.

Apenas llegó la hora de que Mona se fuera, Klee se despidió de ella, claro, pues ahora lo que tendría que hacer era bañarse, Albedo acompañaría a su contraria a la puerta, pero solo a la puerta, pues sin que tuvieran que discutirlo con palabras, ambos sabían que lo mejor era así.

-Bueno...me alegra que hayas venido. Y respecto a lo que pasó...hagamos de cuenta que no pasó, ¿de acuerdo?

-Sí, está bien. Perdón si no te hablé estos días...es-espero regresar pronto. –Sonrió ella, marchándose inmediatamente. El muchacho cerró la puerta de su casa, recargándose en la misma, seguía recordando lo que había pasado y no se lo creía, una sonrisa le salió de forma involuntaria. Sin duda alguna, era el chico más feliz del mundo, pues uno de sus sueños ya se había cumplido: darle un beso a la mujer que más amaba en su vida.

Mientras la chica caminaba, se aguantaba las ganas de llorar, no lográndolo, así que simplemente se sentó detrás de un árbol a llorar, abrazando sus piernas, buscando algún consuelo que sabía no lograría tener. O quizá sí, era cosa de saberlo, aunque prefería no aferrarse a tal esperanza.

Quería enamorarse de Albedo, amarlo con plenitud, pasear por el parque tomándole de su mano, solo que el mayor obstáculo era uno que no podía flanquear, no había manera de que sucediera. Simplemente se tranquilizó, respirando pesadamente para posteriormente secarse las lágrimas, hacía mucho que no lloraba por un chico, y era por el que menos se esperó que lo haría.

Mientras Mona lloraba, Sacarosa y Richy caminaban tomados del brazo, ella con una rosas en las manos, el muchacho sonreía, pues acababan de salir del cine. Él le dio un beso en la mejilla que sonrojó a su contraria, lo que le causó gusto.

-¿Qué te pareció? Fue buena, ¿no es así?

-Sí, fue interesante. No soy crítica de cine, pero podríamos publicar nuestra opinión en la Gaceta Renana.

-Sí, es una buena idea. ¿Publicamos en coautoría?

-Jum, eso depende de si nuestra crítica es más o menos igual. Oh, eso me recuerda cuando entré como oyente en el club de marxismo, ¿sabías que la esposa de Marx le llamaba "mi pequeño jabalí"? –Sacarosa solo rió ante lo dicho.

-¿Sí? ¿Por qué? Suena a algo más bien peyorativo.

-Pues cuando él y Engels criticaban a algún filósofo, lo arrollaban como si fueran jabalíes furiosos. Aparte, Marx era de complexión ancha, y Jenny era de la nobleza así que podemos decir que era un poco incivilizado en comparación de él, por eso lo llamaba así. En todo caso. –Él se colocó frente a la muchacha. –Tú serías mi pequeño girasol. –Richy dio una pequeña sonrisa.

-O-oh...que lindo de tu parte, Richy. En-entonces tú serías mi pequeño...mi pequeño...ay, no se me viene nada a la mente. –Sacarosa comenzó a echar humo de la cabeza. Richy solo la tomó de la mano, reanudando su marcha.

-No hace falta que me llames de forma alguna. Aparte, solo se me acaba de ocurrir, si no te gusta que lo haga, no lo haré. Pero sí, eres un girasol en todo el sentido de la palabra.

-Gracias... -Ella se levantó de puntillas y le dio un beso en la mejilla. Como no era raro, la muchacha se sonrojó bastante más que el propio chico, lo que a él le resultó gracioso, solo que no demostró su risa, pues estaba más que feliz de recibir un beso en la mejilla, un gesto tan torpe, pero que le fue como estar un segundo en el cielo.

Los dos siguieron caminando mientras hablaban de la película, ya se habían decidido a escribir esa crítica juntos.

Mona seguía pensando mucho en lo del beso, ahora sabía que quería darle uno de verdad a su enamorado, estando abrazados, o quizá tomados de la mano acostados en la cama como hacía un rato, todo dependía mucho de la situación.

De cualquier forma, sabía de sobra que ese destino no era para ella, y lo último que quería hacer era romperle el corazón a Albedo, pues lo sabía como un chico de enorme valía, noble y con un corazón enorme. El detalle recaía en que tal vez lo haría una vez más, y ahora sí sería su responsabilidad de forma completa.

Quizá le diría, se lo pensaba un poco, de cualquier forma, quería seguir disfrutando de ese hombre tan especial. Suspiró pesado, haría lo que tenía en mente, y después la verdad saldría a flote, lo que no sabía es si tendría el valor de decirle.

Todos ocultan secretos, claro. Y por amor se pueden hacer grandes locuras, como saltar al vacío sin saber si la caída será mortal o no. La mayoría de las veces suele ser la primera opción. 

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Ok, una vez más disculpen por el retraso, en general la semana pasada estuve muy flojo respecto a producción, espero que solo sea esa semana y no se alargue. Por ahora, los comentarios al capítulo uwu

Como ya sabrán desde que inició la historia...yo solo quiero ver arder el mundo >:3 y hago lo que nadie quiere que pase, aunque bueno, este arco no era tan complicado como los anteriores, aquí las razones son más prácticas, de hecho ya di la respuesta al secreto, solo es cosa de saber leer bien :v

Para el siguiente cap, adelanto, pasarán cosas un poco sad, aunque bueno, después de esos momentos sad, vendrán cosas buenas uwu o eso espero :v

Nos vemos el viernes :D

Siempre tuyo:

-Arturo.

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