3.10 Cambio de opinión.
Unos días habían pasado desde ese candente momento, ninguno de los dos se dirigía palabra, o al menos Tartaglia esperaba una respuesta de ella para saber qué eran al final de todo, esa cuestión era lo que lo mortificaba.
Si bien recibió su beso, eso no quita que con dar un beso ya se es pareja de alguien, en lo absoluto, y él lo sabía de antemano, de ahí que tuviera ese cuidado para cualquier cosa que tuviera que decir o hacer, no queriéndose ver encimoso.
Respecto a la chica, tenía sus dudas, estaba enamorada de Tartaglia, no lo dudaba ya que, a diferencia de los hombres, las mujeres tienen más claro qué es lo que de desean, y ella, por muchas cosas que habían sucedido para con sus dos enamorados, su decisión era perfectamente clara.
Sin embargo, siempre habrá pequeños detalles...Xiao era alguien especial que no podía olvidar así como así, no podía, tampoco quería. Restos de ese amor flotaban en su corazón, y para eso no había absolutamente nada que hacer, ese amor le parecía tan querido.
De cualquier manera, no olvidaba los tropiezos sufridos, las lágrimas lloradas, los dolores del corazón que la hizo pasar, de ahí que le tuviera cierto resentimiento, pues Tartaglia, si bien la hizo sufrir en alguna ocasión, de inmediato lo remedió teniendo sus medios a la mano.
Lo planeado por el muchacho era, directamente, declararse a la chica a sabiendas de que tenía competencia, pero no estaba seguro, se repetía que ese beso, más que aclarar las cosas con Lumine, dejaba todo más confuso de lo que ya estaba.
Seguidamente, prefería consultarlo con la almohada, dirían por ahí, pensando y repensando qué sería buena idea o qué no lo sería, pues a sabiendas que ella estaba enamorada de Xiao, ese resquemor le daba inseguridad de su actuar.
-Al carajo todo, solo los valientes escriben la historia, los demás son olvidados. -Se dijo a sí mismo, decidido a ir a preguntarle qué serían...si es que las condiciones se lo permitían, por supuesto.
Curiosamente, Lumine pensaba en que tenía esos dos amores detrás de ella, uno más delante que otro, pero les quería, y para eso poca o ninguna solución quedaba, por lo que prefirió que, directamente, decidirse por quien le pidiera su amor primero.
No podía estar con los dos, pero todo es como una carrera, por supuesto, el que llegara primero a preguntar, sería el ganador. No es que fuera lo más inteligente, pero al final de cuentas, y sabiendo que la indecisión de Xiao la hacía sufrir, hasta que él no tuviera claro lo que quisiera, no le daría el sí, que era en realidad lo importante.
Llegado el momento de la verdad, Tartaglia iba más arreglado de lo normal, con la camisa fajada, que era mucho decir, su corbata bien arreglada y especialmente usaba su mejor desodorante en aerosol, de ahí que el olor que desprendiera fuera especialmente agradable.
No llevaba rosas para evitarse preguntas de Teucer...de ahí que lamentara de tener que ir con su hermano de forma obligatoria por primera vez en todo lo que llevaban de escuela, que era para ya pensarse de por sí.
Lumine ese día iba como si fuera cualquier otro, sin saber que tendría que tomar una decisión que podría cambiarle por completo su vida preparatoriana, y en realidad poco o nada más, pero tampoco es que eso fuera menos importante, si hay que añadir.
No lo haría apenas la viera, necesitaba esperar el momento adecuado para que eso sucediera, pero el detalle radicaba ¿y cuándo? Podría aplazarlo eternamente, pero no quería apresurar un poco las cosas.
Lo ideal, para allanar el terreno, se trataba de saludar, hablar un poco e ir sazonando la conversación conforme lo demandara la misma, de ahí que no se preocupara mucho por eso.
Así que, al final de cuentas, los dos se vieron, y por primera vez desde lo del beso, Tartaglia supo que no debía echarse para atrás, así que saludó como era costumbre, como si nada hubiera pasado, pero a la vez daría pequeñas indirectas para que la cosa no quedara como si nada.
-¿Y qué te has hecho? No hemos hablado desde ese día.
-Sí...he estado pensando algunas cosas, me preguntaba un poco por qué no querías hablarme. -Inventó ella, quería descubrir la verdad, pues Tartaglia sería muchas cosas, pero no tenía la cualidad de ser especialmente mentiroso.
-No sé, simplemente pensé que no querías hablarme, y supongo que entre las cosas que has pensando está lo que sucedió...no sé qué es lo tú sientas, ni es necesario que me lo digas ahora, no quiero presionarte ni nada pero...al menos, a mí, de verdad me gustas, Lumine. -Sonrió él de forma boba y tímida.
-Lo sé, lo sé. Me has dejado eso bien en claro. -Rió la chica. -Me alegra que seas así...tengo mucho en qué pensar, siéndote honesta. Da lo mismo, caminemos un poco en lo que da la hora de clase.
Ambos fueron caminado por los pasillos, como lo propuso ella, poniéndose al tanto de su día a día, lo que pasó en los días que no se hablaron, resultando que poco o nada de interés o relevancia llegaba, especialmente del lado de la chica.
Xiao ahora estaba más alejado de ella que antes, lo que le dolía, pero no quería rogarle a él, no cuando tanto daño le había hecho a su corazón inexperto en los temas románticos, pues eso sería un insulto a sí misma.
Del lado del chico, su trabajo en el almacén era el mismo, no cambiaba, solo los juguetes que entraban y salían, el hecho de que no podría recibir peluches o juguetes en un tiempo porque ya tenía los necesarios para sus hermanos, de ahí que recibir más sería algo contraproducente.
-Podrías darme uno a mí. Me gustó mucho el que me diste...me parece lindo. Tienes buen gusto, no te lo negaré, pero te falta un poco de intuición, es cosa de ir afinándola, por supuesto.
-Quizá me sea difícil, pero todo es cosa de ir aprendiendo, además. Ciertamente un dinosaurio de peluche no es precisamente lo típico, por eso es más especial. De cualquier forma, intentaré algo, no lo dudes.
-Me gusta que seas determinado en lo que quieres...no como otros. -Lo último fue un susurro, que no fue audible por el alto chico de cabellos naranjas.
-¿Dijiste algo?
-Nada, nada. No tiene importancia. -Sonrió ella.
El día transcurrió como normalmente sería, al ver a Xiao corrigiendo pequeños detalles del guion, se le vino a la mente una idea que podría destrabar su situación con él.
Al haber sido ambos protagonistas en la primera obra de teatro, el amor había surgido de forma maravillosa, no fue que la cosa se fue enfriando cuando, poco a poco, se separaron para ser ella antagonista y él estar fuera de la obra, de hecho.
Daba la sensación de que estar unidos en el escenario los unía en la vida real, razón por la cual ese detalle le hacía cuestionarse si era lo necesario para que las cosas volvieran a cómo eran antes.
Todo quedaba al azar, de ello no había duda.
Uno de los profesores no había llegado ese día, por lo que los muchachos debían quedarse en el salón de todos modos. Teniendo el juicio un tanto nublado, y pensando que si no era en ese momento no sería en otro, debido a que receso no le parecía un buen momento, y mucho menos la salida al no tener idea de si ella tenía planes, Tartaglia se las ingenió para idear un plan, si bien no común, tampoco era raro. Era algo lindo, de verdad.
Ella llegó y le ayudó con algunas sugerencias rápidas, lo que ya era raro de por sí. De no separase nunca, ahora eran como Europa y América: jamás se les veía unidos, un mar los separaba, y ese mar, el lector, ha de saber a la perfección cómo se llama.
Pasado el momento, todo terminó como si nada, si bien la pequeña charla no puso celoso a Tartaglia ni de lejos al ser algo casi obligatorio, le hizo repensarse las cosas. Pero no, no tenía por qué alarmarse al ser algo así, era el problema de tener esos nervios disparados hasta el cielo. La misma Lumine ya se lo había dicho, le gustaba que fuera determinado en lo que quisiera hacer, y no dudaba que todo saldría perfectamente bien.
Él le escribió en una nota de libreta una pregunta con lapicero azul "¿Te puedo molestar con una pregunta importante?" Lumine, extrañada, simplemente lo vio con cara de extrañeza, pero le siguió el juego respondiéndole que sí...pero lo observó especialmente nervioso, ¿qué se traía entre manos?
Lo que siguió de la afirmación fue, en realidad, la cosa más certera, sin más dilación o pretexto "Lumine, sabes de sobra que estoy enamorado de ti, y quisiera que nuestros besos no fueran solo algo que surge de forma espontánea o que no lleve a nada...por eso pregunto, ¿me permitirías ser tu novio?"
Tartaglia le pasó el papelito, la mano le temblaba y un evidente sudor le pasaba por la frente, lo que se le hizo raro...hasta que leyó la pequeña nota.
Ella platicaba con Keqing, y al ver que se puso roja de las mejillas y que, además, su respiración se agitaba mucho, como si le faltara el aire.
-¿Lumine? ¿Te sientes bien?
La chica no respondió, simplemente anotó lo primero que le pasó por la mente en ese instante: "Déjame pensarlo..."
Al regresarle la nota, los dos se veían simple y llanamente hermosos: sonrojados, agitados, nerviosos, como los dos adolescentes enamorados que eran, al final de todo. "No te preocupes, no te sientas presionada, y tómate el tiempo que creas necesario...te esperaré"
Lumine y Keqing se las arreglaron para salir del salón, y una vez fuera, la primera de ellas se recargó contra una pared, respirando con fuerza. -¡¿Te sientes bien?! ¡Pareces al borde de un ataque!
-¡Mira por ti misma y dime si no estarías como yo! -Farfulló ella, nerviosa y sin saber qué hacer.
Al leer la nota, Keqing se sorprendió, pero sonriendo al final de todo porque le daba gusto que eso sucediera.
-¿Qué sientes por él? ¿Le dirás que sí?
-Y-yo estoy enamorada de él...ayer en la noche me dije que le daría el sí al primero que se me declarara de Tartaglia y Xiao, ¡pero no estaba mentalmente preparada todavía!
-Si necesitas un consejo...vete por Tartaglia. -Sentenció Keqing. -¿Sabes qué tiene él que no tiene Xiao? Decisión, él sabe lo que quiere, y esto es la mayor prueba de ello, chica. No se anda con juegos, no te hace llorar, ¡debes decirle que sí porque no se anda con rodeos!
-¡Keqing, yo sigo enamorada de Xiao también! No puedo olvidarlo, me cuesta trabajo...debo pensarlo, me dijo que no me presionara en tomar una decisión...
-Yo no me lo pensaría si fuera tú.
-Oh sorpresa, ¡no eres yo!...debo relajarme, no tengo que tomar una decisión equivocada.
-No te tomes a mal lo que te diré...pero has lo que quieras. Lo que elijas, te dejará insatisfecha a futuro, y te arrepentirás hagas lo que hagas, Lumine. Pero solo toma en cuenta quién te ha hecho más feliz y quién te ha lastimado menos...eso será lo que importe, pues quien ya te lastimó una vez...lo hará otra ocasión.
Estando a nada del toque para salir ya de la escuela, Lumine se acercó a Xiao una vez más para seguir hablando acerca de la obra y despejarse de la situación que había pasado hacía nada, le daría la propuesta para que los dos estuvieran cerca otra vez, si es que eso era lo que había apagado la situación por la que llegaron a pasar no hacía mucho, y si es que eso no funcionaba, le daría el sí a Tartaglia.
Saliendo de clases, los dos muchachos caminaban juntos, charlaban cosas respecto de la clase y la tarea que ahora era un pendiente más en su lista de cosas por hacer. Ese era de los días que salían temprano. Los dos tenían planes ajenos el uno del otro.
-Xiao, quería pedirte algo que estoy segura pensarás que es impropio de mí. -Mencionó Lumine, con una pequeña sonrisita.
-Dime. -Respondió él, extrañado.
-No quiero ser la villana esta vez... -Al escuchar esas palabras, el muchacho sí que se sintió sorprendido. -Aunque no lo digas, sé que la última vez hiciste a la villana pensada para mí, aunque no quisiera representar algo que para ti es doloroso. Quisiera ser el personaje que ayuda al protagonista en vez de interpretar al que lo tire al pozo, ¿de acuerdo?
La sonrisita que ella dio fue de lo más auténtica, esa sonrisita que aparentemente era como la que usualmente uno da al pedir un favor era, en realidad, una llena de afecto.
-Po-por supuesto...
-¡Bien! -Lumine le iba a dar un abrazo a modo de agradecimiento, siendo interrumpida por alguien muy en específico.
-¡Xiao! -Ese grito a media voz sorprendió a ambos, causando que se les abrieran los ojos a la par. -¡Date prisa, ya casi es hora, tenemos que irnos ya!
Ayaka llegaba apresuradamente a tomar la mano del mencionado, sonriéndole con alegría indescriptible. Lumine dio dos pasos para atrás, llevándose un puño cerrado al pecho, a la altura del corazón.
Vio que estaban sujetos de la mano, y lo más sorpresivo a pesar de que ya lo sabía, es que el muchacho apretó su agarre también.
-¿Us-ustedes son...no-no-novios?
-¿Eh? Bueno, ciertamente hemos sido un poco discretos para evitarnos problemas, sobre todo con el profesor Diluc que ya tiene fichado a Xiao.
Xiao miró a Lumine a sus gemelos, viendo cómo éstos parecían incrédulos ante lo que veía y escuchaba, solamente faltaba el remate.
-Lo somos desde hace unas semanas. No te lo dije antes porque creí que era innecesario.
-En-entiendo. Sí, era innecesario, al final de todo, no es como que sea muy normal que llegues con alguien y le digas "hola, ¿hiciste la tarea? Por cierto, ya tengo novia" rayaría en lo incomodo, si me lo preguntas. Bien, creo que tienen prisa, prefiero no retrasarlos más, también haré algo con mis amigas.
Lumine sonrió de forma pública, aunque las dos personas que tenía frente a ella se dieron cuenta que no era una sonrisa de despedida, sino una que trataba de ocultar cierta tristeza e incomodidad.
Retirándose, simplemente fue hasta el baño, donde se miró a los ojos...y vio que los mismos querían llorar nuevamente...al final de todo, Keqing había tenido razón. Una vez Xiao lastimó su corazón, las cosas parecían no querer mejorar con él.
Keqing y Ganyu llegaron de forma casual, y al verla al borde de las lágrimas, ambas fueron corriendo hacia ella, sorprendiéndose a mal. ¿Qué había pasado?
-¿Tartaglia te hizo algo? -Preguntó Keqing, pues fue lo primero que se le ocurrió.
-No...tenías razón. Xiao volvió a lastimarme...Ayaka ya es su novia desde hace semanas.
-Lumine... -Ganyu se llevó una mano a la boca.
-Me siento como una estúpida, ¡yo queriendo darle una oportunidad, deseaba que las cosas volvieran a ser como antes, pero él solo me miente, no me deja nada claro, y oculta las cosas que de verdad son importantes! Me dijo que no estaba enamorado de Ayaka...se le pregunté, lo negó, pero no sirvió de nada. -Ella se puso a llorar de golpe. -¡Solo es un mentiroso, no debí ayudarlo nunca, se dice un chico bueno, pero solo es y será siempre un miserable y un animal salvaje!...¿le costaba tanto decirme la verdad?
-No digas esas cosas de él, seguramente será que... -Ganyu tomó del hombro a Lumine, pero Keqing la retiró de inmediato.
-¿No ves la realidad? Tu primito solo jugó con nuestra amiga...no sé qué es lo quería de ella, seguramente no lo obtuvo y se fue con una chica más fácil. Algo me dice que solo quiere aprovecharse de Ayaka.
-Ya no lo amo...oh no...ojalá no tuviera que verlo en mi vida porque... ¡porque yo lo detesto! -Sentenció Lumine, apretando los dientes y golpeando el lavabo del mismo, tratando de relajarse lo más posible.
Había cambiado de inmediato su opinión respecto al muchacho, y recordando que alguien más había demostrado sí quererla e incluso que le sería honesto y fiel bajo cualquier circunstancia, Lumine emprendió rumbo a la salida, limpiándose los ojos, siendo perseguida claramente por sus dos amigas, pero con una sola mirada fulminante bastó para quitarles la idea de la cabeza de que estaban haciendo bien.
Tartaglia, un poco desmoralizado, pensó que lo mejor era irse al pensar que Lumine tendría sus propios asuntos, y que era mejor retirarse de forma digna que quedarse esperando inútilmente a un amorío que nunca llegaría.
-Al menos lo intenté...creo que eso importa más. -Suspiró, caminando a la parada de autobús.
Apenas lo vio la muchacha, de inmediato fue caminando hacia él, gritándole aun con esa voz rota que tenía por haber llorado. Él, asustado, volteó de inmediato por pensar que ella estaría en peligro, pero no tenía mucho que ver con la realidad.
Lumine lo agarró de detrás de la cabeza, poniéndose sobre sus puntillas para alcanzar sus labios y bajar su cabeza para darle un beso al muchacho. Los roles se habían invertido: ella tenía sus gemelos cerrados mientras que él, incrédulo de su victoria, los tenía abiertos a más no poder...
Separándose del mismo, el roto corazón de Lumine comenzaba a sanar, así fuera un poco, pero ese dolor ya no era tan golpeante como hacía unos segundos.
-Sí...quiero que seas mi novio, Tartaglia. Solo mío, de ninguna otra chica más; pero de verdad prométeme que nunca me vas a herir el corazón. -Ella contenías las lágrimas de nuevo. -Po-por favor...prométemelo, que no lo harás.
-Señorita...claro que no lo haré. -Él le regresó un beso, si bien rápido y pequeño, estaba lleno de dulzor. -Y si lo hago, ten por seguro que obraré de una forma que pueda expiar mis culpas para contigo, pero no soy de la idea de tener que llegar a hacerlo...pues siempre me recordaré a mí mismo que nunca debo herir tu corazón.
-Gracias, Tartaglia. -Ella lo abrazó fuerte, rompiéndose finalmente a llorar. Con esas lágrimas expulsaba el amor que sentía por Xiao...o eso era lo que pensaba e incluso deseaba que pasara.
-No hay de qué, Lumine...yo estoy enamorado de ti y te quiero, nunca lo dudes, y juro por esos mismos sentimientos que no te lastimaré y que siempre te voy a ser fiel pase lo que pase.
Adelantemos el reloj meses después, regresando una vez más a la discusión que tenían Xiao y Lumine después de darse su primer beso. Él simplemente se quedó sin palabras, no sabiendo qué decir o hacer al respecto, puesto que no esperaba haberla hecho sufrir tanto de una manera que pensó no sería capaz de hacer nunca.
Ella se limpiaba las lágrimas después de contar todo, de vaciar ese enorme coraje que tenía guardado con mucha razón y significado. Fischl había intervenido cuando Lumine, estando enrabietada, deseaba golpear a Xiao, que solamente podía pensar en una sola cosa...y esa era que se sentía estúpido, indigno del amor de su enamorada.
Y es que sí, cuando un chico como Xiao se entera que hizo llorar a una mujer a la que tenía en alta estima, no puede sentirse menos que mal, como si hubiera cometido un crimen terrible. No podía pedir perdón al saberse que no lo merecía, no podía exigir el amor de la chica al haberlo despreciado en su momento, si bien no dándose cuenta de ello, lo hizo y dejando muy lastimado a ese corazón que no merecía nada de lo que pasó.
-N-no me puedo creer que eso sucediera, Lumine. Y-yo nunca tuve intensión de lastimarte o herirte, es solo que...cuando más te necesitaba, no estuviste, y Ayaka sí lo estuvo.
-Eso no es excusa, Xiao. Por eso mismo ya no siento nada por ti, por todo lo que me hiciste pasar, ¡y siento que esas cicatrices todavía no cierran! Si Ayaka estuvo...ve con ella, al final a quien amas es a ella, no pienses más en mí porque yo no te quiero más y nunca debí hacerlo. -Lumine volvió a llorar, pero no por enojo o tristeza, sino por la frustración que le daba que no se sentía convencida de sus propias palabras que deseaba decir. Sus labios hablaban, pero su corazón decía otra cosa que solo ella escuchaba y trataba de ignorar, pero sonaba muy fuerte para poder lograrlo...
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Y así fue como Lumine y el Tartaglia se hicieron novios :v
Espero que la confesión haya sido de su agrado, como dije, no les debe de caer de raro porque ya es algo que se mencionaba desde el arco de Xiao, pero que aquí se profundiza mucho más, y ya se tiene una razón de verdad por la cual Lumine prefirió al tortas. O bueno, no tanto que lo prefiriera, sino que lo aceptó.
Vaya...10 jodidos capítulos para explicar recuerdos, al final de cuentas valió la pena porque había mucho, muuuuucho qué contar.
Como ya hubo mucho protagonismo de Tartaglia, el próximo capítulo se adelanta varios meses después de esa discusión, y Xiao tomará protagonismo otra vez, sin robarle el suyo a Lumine, pues ella seguirá siendo la personaje principal de su arco, obvio xd
Hasta el viernes :D
Siempre tuyo:
-Arturo.
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