3.1 Un nuevo pretendiente.
Aquella tarde, a Lumine se le hacía tarde, la pobre muchacha corría de un lado para otro en su casa, especialmente cuando se trataba solo imaginar que el transporte no pasaría a tiempo, por la misma razón, solamente se estresaba más de lo que ya estaba.
Al salir de su casa, ella no detuvo su carrera, pues necesitaba tomar el transporte o se retrasaría cinco minutos, los justos para que no pudiera llegar a su escuela. Por suerte, logró pasar a tiempo.
El trafico era una cosa normal, el detalle recaía en que el chofer no manejaba demasiado rápido al tener ya sus años, de ahí que Lumine tuviera un pie moviéndose de forma alborotada arriba y abajo.
Ella iba de pie, y un chico que tenía el mismo uniforme de su escuela se subió, pero no podía verle el rostro.
-¡Vamos, Teucer, se nos hará tarde!
-¡Ah, ya voy!
Parecía ser que otro chico iba entrando en el autobús, uno muy pequeño, y ese sí lo podía ver. Se trataba de un niño, por supuesto, debido a la voz tan característica se notó de forma inmediata.
Mientras eso pasaba, ambos chicos se iban abriendo paso en el transporte, lo que era algo complicado, pero no imposible. El más chiquillo iba avanzando más sencillamente por corta estatura.
-Teucer, ¿dónde te metiste? –Preguntó el que parecía ser su hermano mayor. No lo alcanzaba a ver.
-Por aquí. –Rió el chico, el transporte pasó un tope, haciendo que perdiera el equilibrio. Lumine, que era la más cercana, reaccionó.
-¡Teucer! –Ambos jóvenes de la edad, aunque de estaturas para nada parecidas, se dieron de bruces. Ella le había dado un golpe en el mentón con su cabeza, el muchacho se había agachado para tomar el brazo a su hermano.
-¡Ouch! –Dijeron al tiempo.
-¡Hermanito! –Farfulló el pequeño llamado Teucer.
-Ay...una disculpa. –Pidió Lumine, mirando para arriba, pues le llegaba al pecho al alto muchacho que se encontraba a su lado.
-No, no. La culpa fue...mía –Expresó el alto muchacho, distinguiéndose especialmente la forma en que se fascinaba, siendo notorio en su rostro. –Veo que somos de la misma escuela...creo que te he visto antes.
-Sí...ahora que lo mencionas, yo también te he visto antes.
Ambos se examinaron, siendo interrumpidos por el pequeño, que se interpuso entre uno y otro.
-¿Estás bien, hermano?
-No preguntes por mí, pregúntale a la señorita, Teucer. Demonios, parece que no te he educado lo suficiente.
-¡Wha, lo siento! –El muchacho hizo ojos de perrito. –Por favor, una disculpa.
-No te preocupes. –Lumine le acarició la cabeza. –Solo ten más cuidado, y sujétate bien de donde puedas.
Llegando finalmente a la escuela, los tres alumnos fueron corriendo a las puertas, logrando entrar por apenas nada, así que ya podían respirar tranquilos.
-No te lo pregunté en su momento, ¿Cuál es tu nombre? –Curioseó el alto muchacho de mechones naranjas.
-Soy Lumine...sigo pensando que te he visto antes, ¿de dónde será?
-No recuerdo que seamos del mismo salón, ¿quizá del club de teatro?
-Sí, puede ser...
-Ahora da lo mismo, debo llevar a mi hermano a su salón. Supongo que nos veremos después.
Sonriendo de forma especial, el joven se retiró junto con el chiquillo, por lo que la distancia entre los dos se fue haciendo cada vez más grande. Finalmente, ella reaccionó tras quedarse perdida en sus pensamientos.
-¿Cómo te llamas tú? –Le gritó a un volumen adecuado para que pudiera escucharla.
-Soy Ajax...pero dime Tartaglia. –Sonrió él de nuevo, caminando al lado de su hermano.
Eso le pareció especialmente curioso a la chica. Sería su hermano mayor por seguramente unos siete años, sino incluso más, pero daba un aura tan paternalista que no era fácil de procesar.
Aquel chico estuvo un rato en sus pensamientos, vaya forma tan curiosa de empezar a hablarse con alguien de su club. No tenía ni idea de quiénes la rodeaban como no fuera Xiao, se había centrado mucho en él, no siendo eso algo precisamente malo, el único detalle es que se cerraba a otras personas.
Ya se ha mencionado antes que el ser amiga de ese negativo muchacho no lo hacía por caridad ni por responsabilidad, realmente esa forma de actuar para con él radicaba en que no le gustaba pensar que alguien cercano a ella estuviera sufriendo de manera constante.
De todos modos, y como la misma Lumine lo afirmaba, no era un intento de ser buena samaritana, así que debía darle un respiro a Xiao de su propia presencia. Aparte, casi siempre que estaba con él, se enojaba. Como última razón, es que el muchacho no era un niño y ella no tenía intención de ejercer alguna tutela con él.
Llegando al salón de clases, ella vio que, justamente, el rey de Roma hablaba con Fischl, más precisamente del género que debía ser la obra que ya se postulaba. Realmente se encontraban con la mente en blanco.
Le agradaba verlo convivir, así fuera de manera un poco obligada, con alguien más que no fuera ella o Ganyu. Sería como un pequeño pajarito: trataría de criarlo, hacerlo fuerte, y después dejarlo volar...o esa era la idea.
Como ella se encontraba en el marco de la puerta, alguien le tocó el hombro dos veces.
-¿Pasarás o tendré que cargarte para que me des paso? –Cuestionó una voz conocida.
-Aj...digo, Tartaglia. –Ambos pasaron. –Perdón, me quedé en blanco.
-Oh no, tú de nuevo no. –Suspiró Fischl. –Déjame adivinar...escogiste teatro porque así serás el centro de atención.
-Corrección, ya lo era...solo me gustaría mejorar un poco mis dotes de actor, será realmente sencillo tratándose de mí, claro.
Lumine los miró a ambos con curiosidad. Xiao se mantenía totalmente indiferente.
-¿Se conocen? -Indagó.
-Más o menos. Fischl y yo íbamos en la misma secundaria, pero en diferentes grupos. –Sonrió Tartaglia. –Parece que tiene muy mala imagen de mí.
-No, tú mismo la demostraste. Maldita sea, siempre te metías en todo tipo de problemas, y llamabas mucho la atención a donde fueras por eso mismo.
-Principalmente porque soy guapo. –Añadió él en un tono aniñado, levantando su dedo índice.
-Supuestamente... -Exhaló ella, de nuevo.
La historia, para que el autor la pueda resumir en una palabra, sería: problemas. Al igual que Xiao, Tartaglia era un joven que solía pelearse a menudo, y no resultaba raro, pero él lo hacía de una forma diferente: usando guantes de boxeo.
Más que pelear por ser un justiciero heroico que defiende a los más débiles, era simple y llanamente para subirse el ego. No es que él fuera boxeador, ni de lejos, simplemente tenía ese talento para los golpes.
En la secundaria, y lo que llevaba de prepa, él era el "campeón" invicto en las peleas que se hacían en las cercanías de la escuela. Casi siempre salía limpio, eso más que nada por su estatura. Lo que sí, a veces los hombros o el cuello los tenía moreteados por ser donde más recibía golpes.
-Escuché que eres bueno peleando, Xiao. Me da curiosidad...habría que hacer por lo menos una pelea de práctica.
-Yo no practico y no me gusta el espectáculo, Tartaglia. Si peleo...es por algo más importante.
-Je, escuché que le haces justicia a los débiles. "Don Xiaorleone, dame justicia" y si no te lo piden de forma amable seguramente dirás "ni si quiera me has llamado padrino"
-Mira, si quieres que pelee contigo debes meterte con alguien más débil...pero como lo hagas, te mataré. –Sentenció él, Lumine le pellizcó un hombro.
-Vamos, Xiao. Ya sabes qué opinamos yo y Ganyu de eso.
-En realidad no me importa, y eso lo saben las dos.
-Tch. Como sea, no ganaría nada molestando a los demás, no es lo mío. En fin, si cambias de opinión... -Tartaglia se paró rápidamente en una pose de boxeo. –Aquí te espero.
Tanto Lumine como Fischl se llevaron una mano a la frente, un poco molestas. No es que fueran pocos miembros en el club, lo curioso es que de entre los que había, ellos dos destacaban más...y no precisamente por la mejor razón.
Se trataba de polos opuestos, al final de todo.
Exactamente después de pensar en eso, la muchacha salía para el receso, hambrienta, un poco cansada y con ganas de dormir. Como esa mañana se la pasó de cerreras, el sueño le ganaba poco a poco al ya sentirse más relajada.
Lo único que más o menos la mantuvo despierta, mientras estaba recostada en su silla, era la risa de cierto niño, la que se le hacía más o menos conocida. Al alzar su mirada, Tartaglia le entregaba el almuerzo a Teucer, quien se encontraba en la zona de los niños de primaria, por lo que se mantenían separados por una pequeña barda que le llegaría al cuello al muchacho más alto.
-Vamos, no vayas a hacer travesuras, ¿de acuerdo?
-Claro que no, hermanito.
-Bien, mamá pasará por ti hoy, nos vemos en la casa.
-¿Y cuando llegues podemos jugar?
-Solo si no tengo mucha tarea. –Sonrió él, acariciándole la cabeza al pequeño.
Algunas chicas cercanas a Lumine hablaban de lo mismo que ella miraba. A muchas les sorprendía enormemente el que Tartaglia fuera un hermano tan amoroso y dedicado. Eso, a su vez, le daba puntos como varón.
<<Hum...realmente es guapo, pero tampoco me parece la gran cosa>> Pensó ella. Mirando a los demás chicos...se daba cuenta que, por su altura, color de cabello y atractivo general, Tartaglia era el que más destacaba, quizá por eso llamaba mucho la atención.
Sin darse cuenta por pensar en eso, él se acercó, sentándose a su lado.
-¿Te molesta?
-No...
-Eso me alegra. –Suspiró él, relajándose. –Realmente es difícil, ¿no? Quizá nuestro club sea de los más demandantes junto con letras y cocina.
-¿Por qué lo dices?
-Piénsalo: pararse frente a toda la escuela en un escenario, ensayar, leer el guion, probarse los vestuarios, competir entre nosotros por un papel. Reclama mucho tiempo que no se tiene... -Explicó él, mirando a Teucer.
-No lo había pensado. Si lo dices así...en realidad tenemos muchos méritos. –Sonrió ella.
-Jum, uno más en mi lista. –Se rió él. –No es como que no pueda mantener el ritmo, así que no me preocupo.
-Parece que tienes mucha energía.
-No lo niego. Siempre estoy enajenado con algo, me parece curioso. ¿Y tú?
-De veces...aunque también me gusta relajarme, hacer cosas con amigas, ya sabes.
-Lo normal. Por cierto, ¿qué piensas de Xiao? Me parece un pobre diablo, siempre se ve de malas, me deprime verlo.
-Oye, no te expreses así de él. –Exclamó Lumine, un poco molesta. –No conozco mucho de él, pero su prima me ha dicho que ha tenido la vida muy difícil, pero en realidad es buena persona aunque no lo aparente.
-Hum, bueno, si no quieres que me exprese mal de él, él tampoco debería expresarse mal de los demás.
-No hablemos de esto, ¿de acuerdo? No quiero tocar el tema...y sí, sé de primera mano que es tosco y grosero, pero ya aprenderá.
Tartaglia pensaba que Lumine cometía un error, pero prefería guardarse esas palabras para él. El que ella quisiera instruirlo le parecía una pérdida de tiempo, especialmente por el hecho de que Xiao no era un niño, y ella tampoco era su madre para mostrarle modales. De todos modos, ciertamente Tartaglia estaba equivocado, y mucho, ya que él no sabía ni por asomo todo lo que él había pasado.
La charla se enfrió, por lo que Lumine se fue, dejando solo a aquel muchacho de alta estatura, quien se quedó realmente pensativo.
Hay que precisar que lo suyo era amor a primera vista, y la audiencia intuirá en dónde y cuándo pasó el momento aquel. De todos modos, lo que es verdad es que el orgullo de Tartaglia era igual de grande que su estatura.
A diferencia de casi cualquiera, él no tenía una venda que le cubriera los ojos, misma que cubriría todos los defectos que se le pudieran ver a la persona de la que se está enamorado. Ya se ha dicho que no era su caso, pues notó de forma inmediata que Lumine se proponía un casi imposible: intentar reformar a Xiao por un simple capricho o lo más parecido a un capricho.
Por supuesto que a él eso no le iba ni le venía, pero sentía que, quizá, podría existir una pequeña intensión de fondo.
-¿Estará enamorado de él y por eso lo defiende tanto? Si es así...estoy jodido. Ni modo, a ver por dónde acaba esto. Quizá solo necesito suerte y por suerte casi siempre la tengo.
Lo que era la muchacha, fue a hablar con sus amigas al respecto de Tartaglia. Fischl fue la que respondió más pronto.
-Es bastante atractivo, es deportista...pero tiene un carácter algo especial.
-¿Por qué lo dices? –Preguntó Lumine.
-Al final de todo, ella es la que más lo conoce, aunque sea de lejos. –Añadió Ganyu.
-Es muy jactancioso por ser bueno en las peleas y ser listo en la escuela, suele coquetearle a muchas chicas ya que sabe que es guapo y lo explota mucho, y bueno...le gusta pelearse, lo hace por subir su ego.
-Más que jactancioso es ególatra...por decirlo de alguna manera.
-Así es, Lumine.
-Hum...pues sí es guapo y todo, y sabrás que te defenderá de cualquiera que te quiera lastimar pero...es muy escandaloso para mí, demasiado vanidoso.
Ahí radicaba el gran problema que Lumine le veía: su ego. En fin, ella no deseaba pensar mucho en eso, prefiriendo hablar un poco de Xiao, buscaría la forma de seguir desarrollando su relación con él, más que nada por el hecho de querer sacarlo de ese pozo donde se hallaba metido.
-Has compaginado bien con él, lo que me sorprende mucho, no lo voy a negar. –Expuso Ganyu. –Sin duda es un gran avance, me alegra que él se abra a más personas, y me gusta imaginar que pronto tendrá más amigos y amigas. Todos sabrán que él no es alguien que deba inspirar miedo, sino alegría y confianza.
La jovencilla no se había percatado de ese pequeño detalle que se había colado imperceptible: que ella ya no tendría el monopolio de la compañía de ese curioso chico una vez se empezar a hablar con otras personas.
Estaba bien después de todo, ¿no? No era correcto el querer su compañía solo para ella, aunque ya se había acostumbrado a ser la única que pasaba tiempo con él. Después de todo, solo eran amigos, ni siquiera estaba enamorado de él o algo parecido, no obstante, eso le causaba sentimientos encontrados.
Exactamente esa noche al salir, iba caminando junto con Xiao, siendo lo común por la pequeña excepción de que Tartaglia la esperaba, formando un gesto de inconformidad al verla junto al que ya se cimentaba como su enemistad más pronunciada.
Todo indicaba que el ambiente se encontraba idóneo para la guerra: una entre aquellas dos hombrías. Eran los mejores peleadores, si bien por razones muy diferentes, tenían curiosidad por igual por saber quién resultaría el vencedor.
Tartaglia no tenía problemas, él pelearía en cualquier situación, pero Xiao no, sería faltar a su código de honor, ya que se llamaba justiciero heroico, no lo hacía por la gloria o por ego.
-Me di cuenta que tomamos el mismo autobús en la tarde y pensé que quizá vivamos por el rumbo. Si bien las calles son seguras, de cualquier manera no es buena idea que una chica vaya sola por la noche.
-Ya te darás cuenta que él y yo no tenemos parentescos ideológicos ni por asomo pero...no niego que tiene razón. –Mencionó Xiao. –Aunque claro, solo si tú quieres...imagino que Tartaglia ya sabe qué le pasa a los que molestan a las chicas frente a mis ojos.
-Vamos, vamos, ¿por qué la desconfianza? –Se burló él. –Lo haría para provocarte, pero no podría. No soy de molestar chicas, y menos si son tan lindas como Lumine.
Ella miraba con disgusto a ambos muchachos. Si bien no se peleaban a golpes, la pelea de hombría y ego sí que se mantenía, malamente para ella.
-Sigh, puedo cuidarme sola. Aparte, ni siquiera estamos seguros de que vivamos por el mismo rumbo.
-Si tomas el mismo transporte que en la tarde, seguramente tendremos que ir juntos.
La ruta era la misma que seguía Aether, así que no quedaba de otra. Xiao se quedaba esperando a su padre, que a veces solía tardarse hasta quince minutos en salir, ya fuera por querer cerrar la escuela él mismo o por el papeleo que quedaba, incluso por un imprevisto.
Sin más, ambos se fueron al momento en que Lumine se despidió de Xiao...y de Tartaglia, simplemente se dedicaron una pequeña seña de la paz, una que quizá no duraría eternamente, pero que por ahora se establecía por simples términos comunes.
El primer tramo del camino fue especialmente silencioso debido a Lumine, no siendo hasta que Tartaglia estrelló suavemente su zapato con el de ella, inclinándose para estar un poco más juntos.
-Vaya día, ¿no?
-Sí...de irnos parados ahora estamos sentados. ¿Cuántos años tiene tu hermano?
-Ocho. Le sacó algunos años todavía, je, je.
-Es cierto, ¿qué edad tienes? No te ves muy de mi edad.
-Tengo 16...me expulsaron de la escuela porque una vez me atraparon peleando y perdí el año. Jum, al final de todo eso solo me sirvió para ser más cauteloso en lo que hago.
-No me lo parece...¿por qué quieres pelear con Xiao?
-Dicen que es muy bueno, incluso que es el mejor, pero yo no acepto que alguien sea mejor que yo. Solo son idioteces mías, no lo odio, me inspira mucha desconfianza, el sentimiento es mutuo, después de todo. Siempre me preguntó por qué tiene esa cara de muerto viviente.
-Te lo dije ya. Ha sufrido mucho, no sé de qué manera, pero si se nota en su cara, es porque la ha pasado muy mal. Por eso no quiero que te burles de él.
-Debe tener algún complejo. Hum, al final de todo ya lo dijiste tú, no lo hago por burlarme, pero no debo meterme donde no me llaman... <<deberías considerarlo tú también>> Pensó en decirle, pero no lo hizo para no llamar a la cólera de la muchacha.
El tema cambió prontamente a lo que harían en la obra, el papel que tomarían. Ya desde entonces Lumine se centraba en querer ser la chica mala, la villana, mientras que Tartaglia, con ser el que más destacara, le era suficiente.
-Supongo que te quedaría bien, te enojas un poco fácil.
Ella le estrechó la mirada, dándole un pequeño pellizco que le causó una risa al joven, al final de todo, solo le daba la razón así.
En una parte del viaje, y aunque iba en contra de todo lo que Tartaglia había dicho anteriormente, el muchacho se estaba quedando dormido mientras charlaban de la obra. Se notaba cansado, con las energías agotadas, algo que la sorprendió.
-Oye, no te duermas. Pensé que siempre llevabas el ritmo.
-Es cansancio mental, eso es todo. Una taza de café o un chocolate me vendrían de perlas, pero no estoy cansado. Solo me pesan los ojos un poco...
Ella le puso su mano en la mejilla, la que estaba fría, despertándolo de golpe, o más bien solo por unos segundos. Ese rostro de cansancio se notaba todavía en su semblante. Una sonrisa extenuada se posó en sus labios.
-¿Por qué tienes las manos tan frías? No hace mucho fresco esta noche.
-Yo me pregunto por qué te ves tan agotado si no hicimos gran cosa el día de hoy.
-Habla por ti...la escuela no es toda mi vida. –Tartaglia se levantó de su asiento. - Bueno, yo bajo aquí. Cuídate, Lumine, espero verte mañana. –Se despidió él, acariciándole la cabeza más que darle un beso en la mejilla o un abrazo. Eso la sorprendió, y por su estatura, era lo más ideal.
Al mirar por la ventana, se dio cuenta que Teucer, su madre y otra de sus hermanas menores esperaban a su compañero en la parada de autobuses, el pequeño se emocionó, abrazando a su hermano mayor, quien lo cargó junto con su hermana, teniendo a uno en brazos y a la otra en su espalda solo para irse corriendo tras de ellos cuando los bajó, cargándolos nuevamente al alcanzarlos.
Mirar eso le hizo cuestionarse qué tanto es que Tartaglia sacrificaba por su hermano. A pesar de estar casi cayéndose de sueño, él no lo decepcionó y le cumplió la promesa de jugar con él, así fuera solo de regreso a casa.
Lumine se sintió un poco preocupada por pensarlo, ahora entendía qué quería decirle cuando mencionó que la escuela no era toda su vida, evidentemente tenía una fuera de ella. Por eso mantenía el ritmo: no porque le fuera fácil, sino porque tenía esa responsabilidad y no podía quedarse con los brazos cruzados, aunque fuera por un simple juego de niños, literalmente.
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Bien, pues aquí se introduce a Tartaglia, tardé mucho en publicar el cap hoy porque tenía cosas que hacer :V
Espero ya los siguientes publicarlos temprano como acostumbro. Por ahora, el siguiente capítulo trata sobre Tartaglia todavía, y después será el del cumpleaños de Lumine, ya que apenas ella y el tortas se conocen, entonces sería raro que él también le diera un regalo.
Nos vemos el viernes, ojala les guste el arco uwu ya luego se irán amarrando los cabos sueltos.
Siempre tuyo:
-Arturo.
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