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1.1 Sed de venganza.

Al día siguiente Xiao llegó a la cocina con una enorme sonrisa, jamás lo habían visto tan feliz y radiante, lo que extrañó a sus tíos y tías, pues la costumbre era verlo infeliz y sin expresión alguna en su rostro.

-¿Qué te sucede a ti que te ves demasiado contento?

-No es por nada en especial. Hoy es navidad, todos somos felices en este día. -Sonrió el muchacho, sin decir más.

Él notó que una de sus primas, Ganyu, también estaba muy feliz, algo que no era raro, a diferencia suya, pero la notaba más que feliz, ¿Por qué? Tardaría años en saberlo.

-Falta una ración de tofú de almendras. -Declaró su tío, Xiao se puso blanco como un muerto.

-Me lo comí yo, jeje. -Ganyu rió tímidamente. -Perdón por no avisar.

-Ay, Ganyu. Tu debilidad son los postres. -Dijo su padre con una risa.

Aquel rayo de luz en la vida de Xiao sería más bien efímero, pues al acabar la navidad regresarían sus días de miseria, en los cuales cada día de la semana él era sojuzgado con la violencia de siempre, pero conforme el niño se hacía muchacho, los golpes debían ser más duros.

En una ocasión un golpe fue tal que le partió el labio, dejándoselo inflamado. Xiao ya tendría por aquel entonces 12 años, a duras penas recordaba cómo era su padre y el uniforme escolar era heredado de sus primos, por lo que le quedaba grande.

Su padre no lo había olvidado, pues daba dinero para sus necesidades tales como lo sería un uniforme, ¿pero qué mejor que comprar uniformes nuevos a los que no son descendientes de un pobretón?

Las tías de Xiao gastaban el dinero de su padre para consentir a sus hijos, él se quedaba con las sobras, y eso lo entendió rápido ya cuando la razón le daba para tal.

Aún conservaba el oso de peluche que le había dado "santa" esa navidad. La verdad es que siempre se preguntó quién se había apiadado de su alma, y quien se apiadaba de vez en cuando, ya que siempre que se hacía algún postre, una pequeña porción aparecía envuelta en una tela de cocina afuera de su puerta.

Esa noche eran galletas de almendras, de sus favoritas, él las comía mientras hacía la tarea a la luz de la vela: su cuarto no tenía luz.

No tenía celular, tampoco tenía amigos ya que su lúgubre apariencia ahuyentaba a todos los que se le acercaban: ojeras, manos moreteadas, el labio partido, una ceja cortada y una apariencia general desaliñada debido al uniforme grande y roto que tenía puesto.

Un día de aquellos, casi por azares del destino, Xiao leyó en el periódico (Que era su único medio para entretenerse de veces, además de los libros viejos que estaban aventados en el cuarto), vio la reseña de una película que trataba de un asesino en serie.

Se citaba una frase en especial: "en la vida he estado rodeado de personas que me han atormentado, así que tengo todo el derecho de atormentar a mis abusadores".

Esa frase le prendió algo en la cabeza, una sonrisa rápida apareció en su rostro, dejando el periódico para tomar algunos libros entre sus manos, dándose cuenta que en casi todos éstos, el villano cometía tales atrocidades por venganza.

<<El deseo de venganza ha de ser natural en los humanos.>> Se llegó a decir al haberse leído esos libros.

Aquella idea, la de vengarse de su familia, le era atractiva, muy atractiva, en realidad. Cada que le golpeaban o lo reñían, no hacía sino más que crecer como espuma el deseo de Xiao por vengarse.

Primero pensó en robarse las joyas de la familia, escapar de casa y vivir de ese dinero, debido a que éstas, o algunas de ellas, databan de hacía más de 100 años por ser herencia familiar, aquella a la que su madre renunció.

Pero no, no era suficiente, sus tías podían localizar las joyas si es que buscaban de joyería en joyería. La venganza debía ser algo que no se pudiera borrar, una cicatriz que quedara de por vida, así como las tantas que él tenía en las piernas o en los brazos, así como esa ceja izquierda partida con la que cargaría para toda su vida.

Dentro de su corazón había una efervescencia, la venganza le hacía sentir vivo, o eso es lo que creía, él había permitido que su alma se contaminara con tanto odio, tanta guerra a la que había sido sometido desde el momento en que nació.

<<¡Quiero que sientan todo el dolor y miseria que me han hecho sentir a mí! ¡Ya no solo me culparán por la muerte de mi madre, así quiero que sea! ¡Quiero que me consideren más miserable que mi padre, mucho más miserable de lo que ellos lo consideran!>>

Esa misma noche, mientras cenaba, las manos le temblaban, tenía tanto odio, tanto coraje dentro de sí que le estaba comenzando a hacer daño, ya que había dejado de dormir bien.

-Oye, Xiao, aprende tu prima, ella es la mejor de su generación, ¿sabes por qué? Porque es hija de nuestra familia, a diferencia tuya, ella sí es de estatus.

-¿Y eso que tiene que ver? -Respondió él, con un tono de furia anormal en su voz.

-Un salvaje como tú o tu padre no podrían ni hacer la mitad de lo que nosotros sí, y Ganyu es prueba de ello.

-Mamá, no me gusta que me compares. -Dijo ella, angustiada.

-Tienes razón, ¿Qué se puede comparar contigo un miserable como Xiao?

Fue ahí cuando al joven, que pocos deseos tenía de venganza, supo qué era lo que tenía que hacer para lograr su meta.

Ganyu era el orgullo de la familia, y siempre había estado a su sombra. Era la única mujercita en la casa, sus demás primos eran hombres, así que decidió golpear donde más dolería: en Ganyu.

Acabando la cena, y ya en su choza, a Xiao le temblaban las manos, él creía que era por su emoción de finalmente cobrarse doce años de maltratos, de abandono y de odio, pero la realidad es que tenía miedo; se sentía totalmente aterrado.

Su plan era simple: robaría las joyas de la familia y las vendería, pero el lector debe recordar ese detalle, lo que había añadido, y que sería esa cicatriz imborrable que quería dejar en su familia para toda la vida, era la de desquitarse con Ganyu, el orgullo de la familia.

Su cuarto quedaba igual de aislado que el suyo, solamente que adentro de la casa, así que tendría que haber mucho ruido para que alguien se diera cuenta que en ese cuarto sucedía algo.

La respiración era cortada, el corazón le quería estallar de solo pensarlo.

<<Lo haré, ¡Ganyu es tan culpable como ellos, todos son culpables, mi madre, mi miserable padre, mis tías, mis tíos, mis primos, Ganyu! ¡Todos deben pagar por lo que me han hecho!>>

Se vistió con trepidantes manos poniéndose una chamarra a la que le había cosido bolsillos extra para que no quedara ni una sola joya sin robar.

Cada paso que daba era más lento, el corazón y su respiración era una locura, le temblaban las piernas que las sentía más frágiles que nunca.

<<¡No me puedo arrepentir, ellos no se arrepienten de cada humillación, de cada golpe, de cada insulto que me han arrojado, los haré sentirse tan desgraciados como yo!>>

Entró al cuarto donde estaban las joyas, abrió la puerta sin dificultad, allanado hasta el último cajón donde hubiera algo de valor para robar. En cosa de cinco minutos, sus bolsillos quedaban llenos y los cajones vacíos. Era hora de ultrajar a la familia para siempre.

Llegó frente al cuarto, el corazón se le quería salir del pecho, la mano le temblaba erráticamente, por lo que incluso tuvo que tomarla con su otra mano para ponerla en el picaporte.

Al tratar de mover éste, se dio cuenta que era imposible. El picaporte no terminaba de dar la vuelta para que la puerta se abriera.

-No sabía que Ganyu le ponía seguro a su puerta. -Pensó Xiao, suspirando.

La realidad es que la puerta no tenía seguro, él no tenía fuerza para abrir esa puerta a pesar de que el picaporte era tan sencillo de abrir como el del cuarto donde quedaban guardadas las joyas.

Esa falta de fuerza para abrir la puerta era porque, de forma inconsciente, Xiao no quería abrirla, no porque no pudiera.

-¿Xiao? -Escuchó que alguien preguntaba detrás de si, él se fue contra la pared, tan asustado como si hubiera visto un muerto. Era Ganyu, de hecho. -¿Buscabas algo?

-S-sí... -Su voz era un hilo apenas, se notaba nerviosísima, sus piernas temblaban como gelatina al igual que sus manos. -Te-tengo mucho frío...necesitaba una manta.

Aquella mentira era impresionantemente creíble, con tal temblor en todo el cuerpo, tal dificultad para hablar y el uso de su chamarra harían imposible pensar que no decía la verdad.

-Xiao... -Ganyu se llevó las manos a la boca, pareció por un momento que sus ojos se abrían cristalizado. -Mi madre te trata peor que a un animal salvaje... -Lo vio de pies a cabeza. -¿Usas tu ropa para dormir?

-Sí...¿por qué preguntas? -Ahora quien vio de pies a cabeza a su contrario fue Xiao, se dio cuenta que Ganyu tenía ropa diferente a que tenía en la cena. -¿Te cambias de ropa para dormir?

-Sí...eso es lo normal.

-¿Normal? Toda mi vida he dormido con la misma ropa que uso durante el día...oh, ya veo, es normal para las personas de prestigio como tu familia.

-Ay, Xiao. Hablaremos de eso después. -Ganyu se talló los ojos rápidamente. -Vamos, te daré una manta.

Ella abrió la puerta de su cuarto como si nada, lo que sorprendió al muchacho, él creía que ésta tenía seguro, mas Ganyu la abrió como si nada, sin usar llave.

Él cerró la puerta, viendo que la ventana que daba a la calle estaba abierta. Al ser el último en pasar, pues Ganyu fue corriendo a buscar una manta en su closet, Xiao cerró la puerta con seguro, tronándose los dedos con mucha dificultad, ya que éstos le volvieron a temblar muchísimo.

La sangre le hervía, sus ojos estaban cegados por la rabia, ¿de verdad su familia lo odiaba tanto para negarle ropa diferente para dormir? ¿Le odiaban tanto para negarle una manta cuando de verdad la necesitaba?

<<Ganyu, tú pagarás por todo lo que me han hecho.>> Pensó, acercándose a ella por la espalda.

-¿Puedes prender la luz? No veo nada. -Sin esperárselo, Ganyu sintió que una mano apretaba la boca hasta el punto de lastimarla, además de que otra mano la tomaba de la cadera.

¿Era Xiao? No era posible, aquel joven de estatura media y de cuerpo delgado no podía tener esa fuerza que parecía ser sobre humana.

Ella, por el susto, intentó gritar, pero a duras penas podía escuchar sus ahogados gritos, pataleó, pero sentía que era levantada del suelo y arrojada contra una de las paredes, dándose un golpe en la cabeza con la misma.

Cuando se recuperó de ese golpe, intentó gritar al tomar aliento, pero esa poderosa mano le volvió a apretar la boca.

Ganyu no veía frente a sí a su primo Xiao: veía a lo más parecido que sería ver a un demonio frente a ella, con ojos inyectados en ira, una expresión de odio que la atemorizó ya que jamás había visto una expresión tan inhumana.

Cuando Xiao se comenzó a quitar la chamarra para dejarla cuidadosamente en la cama, Ganyu abrió los ojos de sorpresa, le intentaba arañar la cara, apretarle los ojos, pero nada detenía a ese sentimiento de odio y rencor hecho humano.

Ella comenzó a llorar, ¿qué es lo que tenía planeado su propio primo? ¿Por qué Xiao hacía lo que hacía? ¿Por qué a ella?

Recordó la cena, la comparativa que hizo su madre entre los dos y la evidente molestia de su primo cuando sucedió eso.

La pobre muchacha intentó morderle la mano, lográndolo, el joven ahogó un grito de dolor, alzando su mano, formando un severo puño y amenazó con darle el que sería un golpe fulminante.

Sin embargo, cuando él vio los ojos suplicantes y llenos de lágrimas de su prima, casi como si éstos le pidieran que se detuvieran, él golpeó la pared, sacándole un grito a Ganyu que ahogó con su mano, eso la terminó por hacer llorar.

Xiao soltó a Ganyu, ella cayó al suelo todavía llorando, él tenía las manos temblorosas, simplemente tomó con precaución su abrigo.

-T-tú no te atrevas a decir nada. -Amenazó, Ganyu lo miró con preocupación, tratando de ahogar su llanto.

-¿Q-qué querías...?

-¡Cállate! -Masculló. -¡So-solo cállate y no digas nada! -Debido a su enojo y frustración, Xiao se puso de golpe el abrigo así que los bolsillos, mal cosidos, se desgarraron por completo, dejando caer las joyas. -¡No!

Xiao se puso como loco a recoger las joyas, no podía agarrarlas, las manos le temblaban violentamente, Ganyu abrió los ojos de la sorpresa.

Él, desesperado, comenzó a llorar de forma ahogada, todo su plan de venganza se venía abajo, ya no podía llevarse ni la mitad de las joyas, no había logrado dejar esa cicatriz imborrable en su familia. En una palabra, no pudo vengarse como deseaba hacerlo.

Secándose las lágrimas, intentó escapar, pero por la propia obscuridad del cuarto, resbaló con las mismas joyas que yacían en el piso, cayendo al suelo.

Ganyu, mientras escuchaba cómo lloraba y cómo maldecía a su suerte a la vez que intentaba levantarse en vano, se acercó a su primo, tomándolo del hombro.

-¡Suéltame! -Exclamó, quitando su hombro.

-Xiao...¿Qué querías hacer?

-¡Vengarme! ¡Tu familia me ha desgraciado la vida, no he sido nunca feliz, siempre me han odiado, desde que tengo memoria no he dejado de escuchar que es culpa mía el que mi madre haya muerto, que soy la culpa de todo lo malo en esta casa, y a diferencia de ti, mi padre me odia, todos me odian, tú también me odias, Ganyu! -Él se remangó el pantalón, exhibiendo que sus piernas estaban llenas de cicatrices y de marcas de cortaduras. -¡¿Las ves?! ¡Quería destrozarte a golpes, estas marcas jamás se me quitarán del cuerpo, y tú dejarías de ser el orgullo de la familia si te dejaba la cara llena de cicatrices!

El joven se soltó a llorar de forma patética, apretándose los cabellos con toda la ira que tenía en su cuerpo, en su mente.

Trató de huir, pero la joven muchacha se lo volvió a impedir.

-Yo no te odio, Xiao. No me gusta cómo te trata nuestra familia, detesto el que te hagan sentir miserable.

-¡Lo dices para que no te reviente la cara a golpes!

-¿Dices que nunca has sido feliz? ¿No fuiste feliz esa navidad que santa te regaló un abrigo, un oso de peluche y un plato de tofú de almendras?

Era imposible que alguien lo supiera, durante esos 4 años él jamás había dicho algo relacionado con ese tema. Jamás dejó ver el abrigo que le regalaron, siempre ocultó el oso de peluche y tenía la carta de santa escondida en un libro. Xiao abrió los ojos y sintió que el aire se le escapó.

-¿Co-cómo lo sabes?...nunca se lo he dicho a nadie, no puede ser posible que lo sepas.

-Yo fui quien te los dio... -Ganyu se soltó a llorar nuevamente, llevándose las manos a la boca. -Tu papá te trajo esos regalos, pero mi mamá los escondió ya que no quería que los tuvieras, me los dio a mí, pero yo sabía que eran tuyos. Le pedí a una maestra que hiciera esa carta, ¿de verdad no fuiste feliz esa noche?

-Ganyu... -Los dos primos se soltaron a llorar, él se llevó las manos a los ojos, enterrándose las uñas en el cuero cabelludo. -Sí fui feliz...es el único momento de felicidad que he tenido en mi vida. No merezco que perdones lo que quise hacerte, soy un monstruo, soy un miserable, tú sí eres una buena persona, no como yo.

-No, Xiao. No eres un miserable ni un monstruo...te hicieron creer que lo eras, y te convenciste de ello. ¿Querías lastimarme para vengarte de la familia? No te hubieras vengado, les hubieras dado la razón de que eres un monstruo y un miserable, que merecías ese trato que te daban. Si quieres vengarte de verdad, demuéstrales que están equivocados, que no eres lo que te acusan.

El joven se descubrió los ojos, los que tenía rojos e hinchados por el llanto. Ganyu se acercó para abrazarlo, cosa que él no respondió.

Era el primer abrazo que recibía, literalmente, en años, más no fue el primero, pero de ese ya ni se acordaba por tanto tiempo transcurrido.

Le habían quitado la humanidad hasta el punto de qué no conocía los abrazos o las mínimas muestras de afecto que para el lector son tan comunes, pero para alguien tan miserable como Xiao, no.

Los dos primos se apresuraron a recoger las joyas, devolviéndolas a sus cajones, los dos se sonrieron al acabar tal labor, Ganyu decidió acompañar a Xiao hasta su habitación, dándose cuenta en la forma en que vivía.

Ella no lloraba ya que no tenía más lágrimas, pero le desgarraba el corazón ver dónde es que dormía su primo, el colchón tan horrible dónde dormía y lo poquísimo que tenía como muebles.

Para cubrirse solo tenía una sábana rota, por lo que la cobija que tenía pretensión de prestarle, ahora se había transformado en un deseo de obsequiársela.

-Por los dioses...vives como un animal, ¿cómo es que mi familia puede ser así de cruel contigo? Siempre me lo habían escondido, me dijeron que el cuarto donde dormías era igual que el mío, vaya que me mintieron.

-Supongo que el odio y los deseos de venganza nos hacen cometer estupideces. -Respondió él, avergonzado ya que él no era la persona más indicada para decirlo. -Ganyu...te prometo que seré una buena persona, no volveré a tratar de hacerte daño.

-Xiao, no te preocupes. -Ella lo abrazó. -No eras tú, te dejaste llevar por lo que creíste era natural en las personas. Tanto odio al que te han expuesto, solo lo ibas a saber responder con más odio.

-No merezco que me perdones tan fácilmente...

-Solamente te perdonaré cuando seas esa buena persona que deseas ser, ¿de acuerdo? Demuéstrales a todos que no eres un miserable, que eres mejor que ellos.

-Lo haré... -El joven muchacho soportó el llanto, separándose del abrazo para aferrarse a la manta nueva que tenía.

Ganyu vio el oso de peluche sobre el colchón viejo donde su primo se acostó, sonrió ya que, tras varios años de no verlo, lo encontró nuevamente, y de vaya manera.

Ella durmió tranquila esa noche, a pesar de todo lo que había pasado ni siquiera una hora antes, sabía que Xiao no volvería a intentar golpearla.

Estaba en lo cierto.

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Revisando la historia, me doy cuenta que Xiao tuvo una enorme evolución conforme avanzan los capítulos y se nota mucho cómo va cambiando su forma de ser y sus reacciones :0 me siento orgulloso de mi trabajo :v

Por cierto, ¿pensaron que Xiao iba a violar a Ganyu? xd Más de uno quizá lo pensó y la situación daba para pensarlo, ciertamente. En el primer borrador de este capítulo, Xiao sí iba a intentar violarla pero me dije "pero al tiro weon, eso no se perdona así sin más" por lo que mejor lo cambié para que no fuera tan ilógico 

Los siguientes dos capítulos son relativamente cortitos, de ahí son capítulos ya un poco más largos, espero les vaya gustando la historia, por ahora se intentará cimentar bien al personaje, profundizar un poco en su lore, en sus formas de actuar, cosas así, por lo que en contenido, la historia estará un poco zosa por la siguiente semana, de ahí se introducirá un personaje (muchos ya han de sospechar quién), que no solamente hará avanzar a la historia, sino que incluso será la causa de que Xiao vaya evolucionando. 

Sin más, nos vemos después, ojalá les guste, voten ya saben uwu

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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