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Final de la Duodécima Ronda

Sun Tzu todavía estaba procesando lo que acababa de suceder, en un abrir y cerrar de ojos le habían arrancado el brazo de un mordisco, estando el alma de su rival en el cuerpo de su criatura quimera, pero lo peor era que su pincel había quedado a mucha distancia, tendría de hacer un buen plan para poder recuperarlo.

La reacción del escritor chino petrificó a todos los presentes, no estaba llorando ni lamentando la pérdida de su brazo, cuando estaba sangrando sin cesar, simplemente se quedó totalmente paralizado.

"No debiste subestimar mis capacidades, el poder que me han otorgado, confiando que haría un buen uso de éste es el que estoy desatando sobre ti, Zao Shen vencerá y llenará de orgullo a quiénes confían en alguien como yo, ¡Por la cocina, por China!" Gritó Zao Shen desde el cuerpo de la quimera, esas palabras emocionaron al panteón chino, los cuáles gritaron con furor, siendo Tiandi el que más mostraba su felicidad y su confianza en el humano que eligió.

"¡Zao Shen! Quien ahora está ocupando el cuerpo de su propia creación ha dejado la ronda prácticamente sentenciada, ¿Podrá darnos la victoria finalmente a nosotros los dioses?"

Todos los dioses animaron con furor a su representante, mientras que los humanos no emitían ningún sonido, estaban con las cabezas mirando hacia abajo, para ellos, la persona que admiraban resultó ser un psicópata obsesionado y que no le llega a la altura a la fama que ganó con su obra y sus supuestos logros, es más, unos comenzaron a pensar que Zao Shen de comportaba de forma más humana que el propio Sun Tzu.

Pero, entre todos los espectadores humanos destacaba aquella antigua mujer de Zao Shen cuando todavía se llamaba Zhang Lang, la cual no reprimió sus sentimientos y animó al dios chino con alegría, dejando a las personas de alrededor totalmente estupefactas, quizá haya formado otra familia, pero sigue amando a su antiguo esposo con locura.

"¿Ese era tu antiguo esposo? Parece que le fue bien, y no te equivocabas con que era alguien puro" Habló un hombre que resulta ser aquel que enamoró nuevamente a aquella mujer y con quien tuvo hijos, su esposo actual por así decirlo.

La mujer agradeció el apoyo de su actual esposo y volvieron a fijarse en la arena, pendientes de cómo terminaría todo.

Sun Tzu no parecía tomarse mal el hecho de que nadie lo estuviera animando, al contrario, comenzó a reír incluso cuando tenía una gran cascada de sangre saliendo de lo que antes era su brazo.

"¡La guerra es maravillosa! ¡El simple hecho de estar peleando aquí y ahora simboliza que la guerra va más allá de la humanidad! ¡Ésta se puede considerar la guerra definitiva entre la humanidad y las divinidades! Por mucho que queráis defender la paz, al final la guerra siempre gana aunque yo esté por morir" Habló Sun Tzu, de forma un poco lenta pues sangre salía de su boca, Zao Shen simplemente negó con la cabeza mientras, usando su nuevo cuerpo se abalanzaba contra Sun Tzu, quedando arriba de éste.

"Te equivocas, Sun Tzu, la paz es posible, y lo demostraré ganándote aquí y ahora y enorgulleciendo a aquellos que dieron todo por mí, tanto humanos como dioses" Habló Zao Shen algo nostálgico, esa nostalgia fue el momento decisivo para Sun Tzu, quien mordió ferozmente una de las patas delanteras de la quimera, aprovechándose de que está hecha de (literalmente), carne cocinada de tigre y aligátor. Ésto provocó que la quimera pierda una pata de tigre y caiga al suelo desequilibrado mientras Sun Tzu escupe la pata.

"¡Ésto todavía no parece haberse acabado, pues Sun Tzu ha aprovechado un momento de debilidad para arrancar una pata de la quimera de un mordisco!"

Los dioses comenzaron a preocuparse por la seguridad de Zao Shen, pero mantuvieron su confianza en él.

Sun Tzu comenzaba a notar como la pérdida de sangre lo comenzaba a desorientar, sería cuestión de tiempo que acabe inconsciente por la pérdida de sangre y posteriormente muera, debía de actuar rápido, por lo que se levantó con algo de dificultad y comenzó a buscar su pincel, que seguramente estaría no muy lejos de donde se encuentran, mientras tanto, Zao Shen trataba de correr hacia Sun Tzu, pero perder una de sus patas delanteras le perjudicó y le hizo caer de nuevo con torpeza.

"¡No debo dejar que gane!" Gritó Zao Shen mientras invocaba unas criaturas que parecían esqueletos de vacas y toros cocinados con anterioridad, mientras que invoca carne de tigre para reconstruir su pata, tardaría unos pocos segundos que los esqueletos de las vacas y toros actuarían como distracción.

Sun Tzu observó como su pincel se encontraba en la zona de la casa que todavía estaba en pie, corrió como un demente hacia allí mientras era perseguido por los esqueletos de vacas y toros, los cuales se movían con lentitud debido a que su movimiento (similar a los guerreros de Hela) se efectúa con magia, pero esta vez magia de cocina, pero lo que no ganan en velocidad lo ganan en número, al escritor le sería imposible dar media vuelta sin encontrarse de frente con ellos.

El escritor, débil y casi siendo alcanzado por los esqueletos logró llegar a donde se encuentra su pincel, cayendo al suelo por el cansancio de haber estado corriendo antes aún cuando no paraba de perder sangre, los esqueletos estaban a muy poca distancia de él hasta que Sun Tzu logró agarrar su arma y comenzar a usarla.

"¡La guerra nunca acabará, y aquellos ineptos que creen que merece la pena que acabe deben de ser quemados por herejes!" Gritó mientras pintaba la pared de ese lado del hogar, provocando que comience a quemarse y a caerse el techo de lo que quedaba de la arena encima de los esqueletos y del propio Sun Tzu, el cual se puso en una posición en la que protege tu cabeza de los escombros, la casa acabó cayendo por completo y aplastando los esqueletos de los toros y las vacas entre los escombros en llamas, haciendo que esos frágiles huesos medio cocinados de derrumben con extrema facilidad.

"Sun Tzu logra deshacerse de los esqueletos mandados por Zao Shen, ¿Pero el propio humano habrá sido sepultado por su propia estrategia?"

Sun Tzu se encontraba vivo entre los escombros, eso debía ser cosas de la guerra, la guerra lo había salvado, estaba vivo pero medio desfallecido con su pincel en mano todavía, de todos modos, había perdido, se acabaría desangrando en cuestión de unos pocos minutos o incluso menos, pero su esperanza se iluminó cuando observó que la quimera comenzaba a apartar los escombros con la gran fuerza que posee, notando también que había recuperado la pata perdida, ese acto confundió a Sun Tzu.

"Necesito asegurarme que verdaderamente vas a morir, al fin y al cabo has sido un oponente formidable que me ha hecho transferir mi alma al de una de mis creaciones" Habló Zao Shen a través de la quimera, Sun Tzu trató de alzar su único brazo para tratar de pintar algo con su pincel, pero no le respondía el cuerpo, había dado todo de sí.

"Aunque haya perdido, la guerra siempre triunfará, la omnipotencia de la guerra me hace adorarla tanto y le da sentido a mi vida, tú no eres nadie para llevarle la contraria a la guerra" Hablaba Sun Tzu con sus últimas fuerzas, Zao Shen contestó con compasión.

"Tú amas la guerra porque crees en su poder para destruir las vidas de los demás y convertir a los humanos en sus fieles servidores, pues lo han perdido todo, pero te digo que la guerra no es más que un engaño" Habló Zao Shen firmemente, Sun Tzu no tenía fuerzas para contestar, por lo que continuó escuchando.

"La guerra es para aquellos que pierden la esperanza y recurren al vicio de la violencia, yo también perdí esa esperanza, pero al contrario que tú, preferí descansar en paz, y gracias a eso logré encontrar el mayor regalo que pude imaginar, una segunda oportunidad para enmendar mis errores, la guerra te quiere atar a sus vicios y su muerte, pero tú debes liberarte y encontrar tu nueva vida después de esa prisión, yo encontré la mía y, espero que tú encuentres la tuya" Habló Zao Shen mientras procedía a moroder con fuerza la cabeza de Sun Tzu con la mandíbula de un aligátor, logrando separarla de su cuerpo.

Todo el mundo, tanto humanos como divinidades estaban emocionados por el discurso de Zao Shen, incluso su antigua mujer comenzó a derramar lágrimas por ello.

"¡Aquí termina todo! El noble Zao Shen logra que los dioses logremos una remontada que parecía imposible y nos quedemos a sólo una victoria más de ganar el torneo!"

Zao Shen observó cómo el cuerpo de Sun Tzu comenzaba a cristalizarse, pero para sorpresa de todo el mundo que se dió cuenta, al lado del escritor chino, la figura de un guerrero apareció también, separándose ambos finalmente y mostrándose sus espectros durante unas milésimas antes de desaparecer.

Zao Shen observó como el guerrero estaba rabioso mientras que Sun Tzu parecía estar sonriendo con gratitud hacia Zao Shen, pareciendo darle las gracias y teniendo en cuenta su consejo sobre la guerra, todo eso con unas miradas del espectro, para acto seguido romperse el cristal y desaparecer los fragmentos de éstos por el cosmos, Zao Shen derramó unas cuantas lágrimas desde el cuerpo de la quimera mientras bajaba la cabeza en señal de respeto hacia su rival para acto seguido observar (ahora que toda la casa está derrumbada) que Tiandi le estaba aplaudiendo, emocionado pues estuvo a la altura del poder que se le confió, pero lo que realmente hizo llorar a Zao Shen fue escuchar la voz de una mujer que le estaba llamando por su nombre antiguo, aquella mujer estaba realmente feliz aunque su especie vaya a una derrota de la extinción, ese cariño genuino hacia él lo hizo derramar lágrimas, los ángeles enfermeros comenzaron a llevarse a Zao Shen mientras éste agradece haber conocido gente tan leal, tanto en vida mortal como en vida inmortal.

Por esto, antes de que desapareciera de la arena, dio un grito fuerte. "¡Muchas gracias a todos, incluida la humanidad! ¡Trataré de demostrar mi punto y conseguiré que ambos bandos sobrevivan!" Gritó con determinación, sorprendiendo a todos en el acto.

Duración de la ronda: 20 min y 50 según.

Ataque decisivo: mordisco

Ganador: Zao Shen 5-6.

En el balcón de las valkirias, todas las hermanas fueron sorprendidas cuando Hlokk golpeó con fuerza la pared, nadie la había visto con esa rabia antes. "¡Maldita sea! ¡No vuelvo a tomar el mando en la vida!" Gritó Hlokk con rabia, decepcionada consigo misma por haber elegido a Sun Tzu en vez de meditar más todo.

"A Goll no le gustará escuchar esto" Habló Hlokk con una mezcla de enojo y tristeza Alvitr trató de intentar calmarla con algo de timidez, pero la escena fue interrumpida cuando alguien entró en el balcón.

"Así que, la humanidad está a solo una derrota de ser exterminada, qué pena, ¿No crees?" Habló una voz burlona mientras luchaba por reprimir una risa, enojando a Hlokk la cual estaba a punto de encarar a quien sea que apareció para molestar, hasta que se dió cuenta de que ese alguien le lleva más de dos metros de altura.

Todas las valkirias se asustaron por igual, era una criatura con la piel negra, muy alto y delgado, llegando a un punto casi esquelético, con un rostro afilado pareciendo casi un duende por sus orejas puntiagudas, todo eso terminado en un traje que portaban los nobles de Europa en el siglo XIX y un saco gigante que sujeta con uno de sus brazos, apoyándose en su hombro.

"¿¡Qu-Quién eres tú y qué quieres!? ¿Acaso buscas pelea?" Preguntó Hlokk, tratando de sonar amenazando pero fallando en el acto, estaba temblando por todo su cuerpo, el ser de gran altura rió mientras procedía a presentarse.

"Soy Mammón, demonio que representa la avaricia, y me han envíado aquí para silenciarlas permanentemente mientras os robo vuestros recuerdos y emociones, ¿Os parece bien?" Habló el demonio mientras reía, Hlokk continuaba temblando, pero miró a sus hermanas, todavía en peor estado emotivo que ella, si fuera la Hlokk de hace unos años no haría nada, pero ahora era distinto, tomaría el valor necesario para ayudar a su hermanita y defender a los suyos, si Goll pudo, ella también.


"¡Deja a mis hermanas en paz! ¡No retrocederé ante un duende saltarín como tú!" Hlokk se armó de valor y le dijo eso al demonio, acción que se arrepintió al instante pues Mammón no pareció tomarlo muy bien y se comenzó a preparar para acabar con ellas.

Hlokk cerró los ojos mientras alzaba los brazos en señal de protección hacia sus hermanas, esperando un golpe o algo, pero nada sucedió, cuando abrió los ojos se encontró con el demonio volteado hacia la otra dirección mientras gritaba.

"¡Maldita ser inferior! ¿¡Quién te has creído que eres!?" Gritó Mammón con furia, el causante de el enojo de aquel demonio es Nut, la cual portaba su armadura, señal de haber hecho volunt con Goll.

"Soy la misma que mató a Satanás, y no permitiré que les pongas un dedo encima" Habló Nut mientras sacaba un celular (seguramente el de Goll), y marcaba rápidamente un mensaje a un contacto, comunicando que la invasión de los demonios parece haber comenzado ya.

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Hasta aquí la duodécima ronda, quedando Zao Shen como el vencedor, causando la remontada de los dioses, pero también comenzando la invasión de los demonios ¿Cómo os ha parecido este capítulo y la ronda en general? Me gustaría leer opiniones, lo agradecería mucho. 

Ahora, sin nada más que decir, adiós.  

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