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Final de la Décima Ronda

Artemisa se sintió muy satisfecha cuando observó a su oponente darse cuenta de que no era más que una figura política, sin nadie que realmente lo ame o se preocupe por él, así son las personas como Julio César según la perspectiva de la diosa, es por eso que se sorprendió cuando escuchó esas palabras de aquel hombre que ella odiaba, pero decidió que no era momento de pensar y se centró en el combate.

"Esto acaba ahora" Dijo la diosa de la caza mientras sacaba otra flecha y tensaba su arco, lista para acabar con su enemigo, aprovechando que su movilidad era casi nula.

El emperador lanzó su espada bumerán en una dirección lateral, golpeando todos los troncos de todos los árboles cercanos, pero sin darle a Artemisa, quien rió ante esa acción estúpida.

Pero cuando estaba a punto de lanzar la flecha, sintió un dolor insoportable que le impidió continuar. La diosa rápidamente se quitó la tela que había envuelto su herida y observó que el corte era mucho más grave que antes, saliendo mucha sangre, pero, por encima de todo, la herida se había infectado, comenzando a salir pus.

"¿¡Qué!?" Artemisa no daba crédito, al parecer, envolver su herida solo había logrado infectarla, pero tuvo que reaccionar rápido cuando observó que todos los árboles de la zona comenzaban a caer sobre ella.

"Caerás ante tu propia ventaja" Dijo Julio César mientras recuperaba la espada y volvía a lanzar su espada, pero esta vez en dirección hacia donde se estaba poniendo a salvo Artemisa.

La diosa de la caza esquivó ágilmente aún con aquella grave herida en su abdomen, pero, efectivamente, la espada fue en dirección hacia donde ella se encontraba. Artemisa sacó rápidamente su arco y trató de usarlo como escudo para evitar que alguna parte de su cuerpo quede cortada, pero la espada de Julio César era capaz de cortar cualquier material como si no fuera nada, el robusto arco de Artemisa acabó partido por la mitad y la diosa solo pudo observar como el arma seguía y casi la decapitaba, pero pudo ponerse a salvo tirándose al suelo gracias a lo poco que resistió su arco.

Todo el mundo estaba mudo ante esto.

"¡Julio César, aún con todo en contra logra partir el arma de su rival en dos! ¿¡Qué ocurrirá ahora?!"

En el balcón griego, Apolo se levantó de su asiento con sorpresa mientras miraba con preocupación la arena, no soportaría ver morir a su hermana.

Mientras que en las gradas, todos los romanos abrieron la boca con asombro.

"Impresionante, tengo que admitirlo" Dijo Marco Antonio con los ojos abiertos de sorpresa, Césarion sonreía con esperanza, pero Cleopatra todavía miraba todo con preocupación.

"Por desgracia para Julio César, no creo que eso vaya a ser suficiente, no aguantará mucho con esa flecha en el estómago" Habló el emperador Augusto mientras cruzaba sus brazos y miraba con detenimiento las pantallas.

En el balcón de las valkirias, Goll miraba las pantallas con seriedad inusual en ella, debían de ganar o los dioses habrán empatado el marcador, y eso sería un golpe muy bajo para la humanidad.

Volviendo a aquella arena boscosa, Julio César sonrió al observar que Artemisa todavía estaba tirada en el suelo sin decir nada, mirando su arco partido por la mitad, ahora ella sería incapaz de confrontarlo en la distancia.

"Acabemos con esto" Habló el emperador mientras, para sorpresa de todos, tiraba su espada al suelo y se dirigía pacientemente hacia un árbol caído.

Artemisa por su parte tenía ganas de derramar algunas lágrimas por su preciado arco, pero no debía de continuar flanqueando, por lo que se levantó, y en cuanto lo hizo sintió como su cuerpo suplicaba que se detuviera, no daba más de sí y estaba sumida en el dolor de su herida infectada.

Finalmente fijó su mirada en Julio César para verlo agarrando dos ramas de un árbol y frotarlas repetidamente. "¡¿Qué estás haciendo?!" Gritó la diosa de la caza, pero era demasiado tarde, el emperador había prendido fuego a aquellas ramas.

"¡Julio César hace fuego con dos ramas! ¿Qué planea?"

"Si tengo que recurrir a esto, que así sea, por Roma y sus ciudadanos" Habló débilmente Julio César, que luchaba por mantenerse consciente después de tanto dolor que sentía, y agacharse para agarrar las ramas, hacer el fuego solo empeoró sus heridas, incluso la flecha del estómago todavía seguía incrustada allí.

"¡Por Roma!" Gritó una vez más para acto seguido lanzar ambas ramas con fuego a lados diferentes de la vegetación del bosque, al ser una recreación, estas plantas no están lo suficientemente hidratadas, por lo que el fuego se extenderá fácilmente entre toda la vegetación del bosque.

"¡Imbécil! ¡¿Qué estás haciendo?!" Gritó Artemisa mientras observaba al fuego ser expandido por el bosque poco a poco pero sin detenerse.

"Me aseguraré de que tú tampoco salgas de aquí con vida, arderás junto a tu preciado bosque" Habló Julio César mientras volvía a agarrar su espada y comenzaba a caminar lejos del fuego a la velocidad que le permitían sus heridas.

"¡¿Qué!? ¡Julio César le ha prendido fuego a la arena!"

Todo el mundo estaba atónito, tanto dioses como humanos, fue entonces que Cleopatra desde las gradas, con un par de lágrimas saliendo de sus ojos, dejó atrás sus modales y comenzó a gritar el nombre del peleador a pleno pulmón.

"¡Acaba con ella! ¡Gran Julio César!" Gritó la última reina de Egipto, provocando unas miradas sorprendidas de todo el mundo a excepción de Césarion quien sonrió de oreja a oreja.

Marco Antonio suspiró y acto seguido se levantó de su asiento, girándose para hablarle a todos los romanos de la historia del imperio. "¡Romanos unámonos para glorificar el valor de nuestro representante!" Gritó el hombre, provocando que muchos de ellos comencen a gritar también por Julio César.

"¡Todos! ¡Por Julio César!" Gritó Augusto, tragándose su orgullo (ya que él se cree superior a Julio César) y haciendo que, desde hace mucho tiempo, todos los romanos se unan sin conflicto, pero no solo del imperio, sino de toda la historia de Roma.

Los gritos de los romanos fueron tantos y tan fuertes que comenzaban a ser molesto para los dioses espectadores, aunque el resto de la humanidad se animó también y comenzó a animar a su representante.

En la arena, Julio César escuchaba aquellos gritos de ánimo pero también de admiración por el verdadero valor que estaba mostrando. El emperador quiso reír pero un río de sangre salió de su boca, no le quedaban muchos minutos.

Julio César quiso gritar al pueblo romano un montón de palabras de agradecimiento por su apoyo final, pero sabía que ese no era el momento.

El emperador notaba como el incendio que había provocado cada vez se extendía más rápido, debía de ir al otro extremo de la arena pero fue sorprendido cuando giró su cabeza y Artemisa se abalanzó sobre él, rodando por el suelo del bosque, perdiendo su espada en el proceso y chocando su espalda con un tronco que todavía no estaba en llamas.

"¡Artemisa parece que no va a tirar la toalla tampoco! ¡¿Quién resistirá más en esa arena en llamas?!"

"¡No has acabado conmigo!" Gritó Artemisa mientras comenzaba a forcejear con Julio César en el suelo del bosque, aunque la diosa de la caza era la que llevaba la delantera, golpeando varios puñetazos en la cara a su rival mientras éste luchaba por evitarlos, pero su herida del hombro le dificulta la tarea.

Artemisa, entre los gritos de los romanos, logró distinguir la voz de su hermano pero él la estaba animando a ella, como hermanos que eran, eso hizo reflexionar un poco a Artemisa sobre su comportamiento con su hermano, claro que ella seguía odiando a los hombres, pero siempre quiso que Apolo fuera la excepción a la regla. Esos ánimos le dieron suficiente adrenalina para continuar.

Julio César notaba como los dientes se le caían por los golpes que estaba recibiendo, pero seguía vivo y eso era lo que importaba, sobre todo ahora que comenzaba a notar el humo del incendio extenderse por donde ellos estaban, las llamas estarían allí pronto.

"¡Te odio!" Gritó Artemisa mientras le daba el puñetazo final que Julio Césat trató de bloquear con su brazo sin herida, pero fue recibido por un golpe del otro brazo de la diosa, aturdiendo al emperador en el proceso.

"¡Parece que Artemisa ha logrado marcar la diferencia! ¿¡Será ella la ganadora?!"

Ningún romano vaciló ante eso y continuaron animando a su emperador, y así lo harían hasta que se declarase un ganador.

En el balcón griego, Apolo suspiró mientras continuaba mirando la arena con preocupación, Ares parecía confundido.

"Pero... ¿Realmente ese fuego le afecta a Artemisa? No es un arma divina al fin y al cabo" Habló el dios de la guerra, haciendo que Hermes de una contestación al notar que Apolo estaba indispuesto y el resto de dioses griegos estaban demasiados atentos a la pelea como para prestarle atención a Ares.

"Hermano, el fuego lo consume todo, prueba a prender algo en llamas y tocarlo, los elementos tales como el agua y el fuego no tienen ningún tipo de discriminación, tantos mortales como inmortales somos afectados por ellos a excepción de que ese sea uno de tus atributo, cosa que no ocurre aquí" Explicó Hermes, haciendo que Ares comience a preocuparse por perder la ronda.

En la arena en llamas, Artemisa se levantó con las pocas fuerzas que le quedaban además de comenzar a sentir como su cuerpo estaba por desmayarse en unos pocos segundos, debía de ponerse en un lugar alejado del incendio hasta que muera primero su adversario.

"H-He ganado" Dijo la diosa con pocas fuerzas mientras caminaba lentamente hacia un lugar alejado de las llamas que cada vez se acercaban más a donde se encontraban, comenzó a avanzar lentamente, sabiendo que Julio César no tendría la misma fuerza que ella para levantarse, pero fue sorprendida cuando sorpresivamente, el emperador, aún tirado en el suelo y aturdido por la paliza recibida en su cara, agarró con sus dos brazos (aún con esa herida en su hombro) una pierna de Artemisa, haciéndola caer al suelo.

"¡Artemisa quería ponerse a salvo pero Julio César la ha hecho caer nuevamente al suelo!"

Apolo gritó el nombre de su hermana al ver lo que acababa de suceder, derramando unas pocas lágrimas que trató de ocultar.

"¡Suéltame!" Gritó Artemisa mientras intentaba patear la cara de Julio César para que soltase su pierna, pero no tenía las fuerzas para hacerlo, caer al suelo nuevamente la había dejado sin fuerzas en su cuerpo mientras comenzaba a toser repetidas veces por el humo, el incendio estaba a unos metros de ellos y llegaría en unos escasos minutos o incluso segundos.

"No soy capaz de moverme" Susurró Artemisa mientras observaba que Julio César comenzaba a toser también por el humo, pero no aflojaba su agarre.

"Yo tampoco, pero te arrastraré a la muerte conmigo" Dijo Julio César, habiendo escuchado el susurro de su contrincante.

"Todo por Roma y la verdadera gloria que obtendré" Dijo el emperador mientras comenzaba a tirar de la pierna de la diosa, llamando la atención de ésta.

Julio César quería usar sus últimas fuerzas para arrastrar a la diosa enfrente de él y así arder antes y, por ende, darle la victoria a la humanidad, pero Artemisa se dio cuenta y, usando también sus últimas fuerzas logró patear el rostro del humano para que la suelte, cosa que funcionó, dejando a Julio César inconsciente mientras se desangraba, pero todavía vivo.

Aún así, Julio César había logrado la hazaña de arrastrar a la diosa al mismo sitio que él.

"Debo de arrastrarme y huir" Dijo la diosa, pero su cuerpo no le respondía, no tenía más energía en su cuerpo y la infección le seguía perjudicando.

Miró brevemente cómo las llamas comenzaban a acercarse a unos pocos centímetros de ambos, la diosa sonrió mientras aceptaba su destino.

"Calisto, ahora nos vemos" Dijo la diosa antes de quedarse inconsciente ella también.

Todos, tanto dioses como humanos, observaban como ambos peleadores eran envueltos por las llamas mientras el incendio se seguía expandiendo.

"¡Las llamas del incendio han alcanzado a ambos a la vez! ¡Pero necesitamos asegurarnos de quién murió antes!"

Unos minutos después, unos ángeles cargando agua y tierra comenzaron a apagar el incendio para ver los cuerpos.

Todos, aunque tristes e incluso algunos llorando por sus representantes, mantuvieron la paciencia para ver si su bando había logrado aguantar más que el otro.

Cuando el incendio se apagó, Heimdall se acercó desde su silla voladora para observar detenidamente los cuerpos calcinados.

Ambos estaban en el mismo sitio, ninguno estaba un centímetro más adelante o atrás que el otro, ambos habían muerto al mismo tiempo por las llamas.

Heimdall se estremeció ante la noticia de que, en toda la historia de ambos Ragnarok, había ocurrido un empate, pero mantuvo la compostura profesional y comenzó a hablar.

"He estado midiendo y no hay duda alguna, ambos han muerto al mismo tiempo. ¡El resultado de la décima ronda es un empate!"

Anunció Heimdall, provocando desconcierto en todo el mundo, tanto dioses como humanos.

La familia de Julio César bajó la cabeza mientras se lamentaban, pero se mantuvieron firmes, ese emperador había sacrificado su vida por Roma, y eso siempre se tiene en cuenta en el imperio, será recordado por siempre como el hombre más honorable y digno de toda la historia de Roma.

Mientras tanto Apolo comenzó a llorar mientras Perséfone suspiraba con pesadez, la humanidad seguía por delante en el marcador.

Duración: 19 min y 30 segun.

Golpe Final: Consumido por llamas.

Ganador: Empate 4-5.

En el balcón de las valkirias, Goll se lamentaba mientras mantenía el pensamiento de que, por lo menos, seguían manteniendo su ventaja en el marcador, eso seguro que dolería a los dioses en su autoestima, por lo que debían de continuar sin detenerse a llorar inútilmente, la joven valkiria mantuvo su expresión seria pero triste mientras observaba la arena con detenimiento, pensando en quién debería ser el próximo en pelear.

(En un pasillo)

Gandhi miró con una sonrisa a Astaroth, aún con el zarpazo recibido en la cara y con ello la pérdida de sus lentes, el salvador de la India se mantenía con su misma actitud.

Repentinamente, usó su poco control de la iluminación para crear un resplandor dorado que cegó a Astaroth.

"¿De verdad crees que eso te servirá?" Habló Astaroth mientras creaba una gran cantidad de ilusiones de sí mismo.

Gandhi observó a todos los demonios ilusiones parados al frente, deseando ver como su adversario se equivoca, pero el humano no le dio a ninguno de ellos, sino que se giró y, efectivamente, el verdadero estaba nuevamente en su espalda, sorprendiéndolo y atándolo con su lazo divino.

"Sigues siendo predecible" Habló Gandhi para comenzar a apretar el cuerpo de Astaroth con su lazo, cortándolo por la mitad debido a la fuerza de aquella arma divina.

Pero Gandhi ya sabía de su truco, por lo que se mantuvo apartado, viendo que ambas partes de Astaroth comenzaron a moverse por sí solas, uniéndose como si nada hubiera pasado.

"¡Soy invencible! ¡Nunca serás capaz de hacerme nada!" Habló el demonio mientras comenzaba a crecer nuevamente, volviéndose su aspecto mucho más atroz y monstruoso, pareciéndose mucho más a un murciélago mutante.

El salvador de la India se mantuvo alerta, pero no notó que unas figuras se acercaban por detrás, recibiendo golpes potentes de las supuestas ilusiones, las cuales mandaron a Gandhi al suelo.

"Las ilusiones pueden atacar físicamente si lo ordeno" Habló Astaroth mientras se acercaba a Gandhi, quien pareció recuperarse del potente golpe con algo de dificultad, pero sin flaquear.

"¡Acabaré contigo!" Gritó el demonio mientras preparaba otro ataque y Gandhi se preparaba para responder.

"¡Toma esto!" La pelea fue interrumpida cuando alguien golpeó a Astaroth por la espalda, atravesándola con suma facilidad.

"¿¡Quién ha hecho eso!?" Se quejó Astaroth para observar a un dios de piel rojiza con cabeza de un animal desconocido.

"¡Seth! ¡Apártate!" Gritó otra voz al fondo, siendo la de un dios de piel verde y lleno de vendajes, el dios Osiris.

El mencionado obedeció y retrocedió rápidamente.

El demonio observó que tenía delante en ese pasillo a casi todos los dioses vivos del panteón egipcio, incluso Gandhi sintió sorpresa ante eso.

"¿¡Qué estáis haciendo!?" Gritó Astaroth mientras el agujero que le hizo Seth desaparecía, quién respondió fue Osiris, el cual estaba junto a su esposa y hermana Isis.

"Nosotros los egipcios hemos meditado y reflexionado mucho desde que nos retiramos del torneo, hemos perdido nuestro orgullo y dignidad. ¡Pero la recuperaremos empezando contigo, vil demonio! Tu anterior líder trató de matar a una de los nuestros. ¡Por Nut!"

Astaroth parecía conmocionado mientras Gandhi observaba todo con curiosidad.

De repente, el dios Horus fue el siguiente en moverse, corriendo a una velocidad comparable a la de Ra para acto seguido comenzar a lanzar las plumas de su cabeza sobre Astaroth.

El demonio contestó con el ataque de Beelzebub. "Sorat Tau" Recitó y un montón de moscas aparecieron sobre todos, haciendo que Horus se aparte y vuelva con los demás.

"¡Cúpula de alas protectoras!" Dijo Isis para, acto seguido, crear un campo de fuerzas con sus alas que protegió a todo el panteón.

Astaroth se preparaba para continuar atacando pero, de repente, las plumas que Horus lanzó sobre él comenzaron a explotar.

"Son mis plumas explosivas" Dijo Horus orgullosamente, notando que las explosiones creaban agujeros gigantescos en la piel del demonio, el cual estaba frustrado, no contaba con la aparición de todo un panteón contra él.

"¡Suficiente! ¡Esto no acabará así, os lo garantizo!" Gritó para acto seguido desaparecer en un portal, provocando un suspiro de los dioses al ver que habían espantado a Astaroth.

"¿Está bien?" Preguntó el dios Toth a Gandhi mientras lo examinaba.

"No es nada, ¿Por qué me habéis ayudado?" Preguntó Gandhi con genuina curiosa, los dioses egipcios miraron hacia abajo mientras Osiris respondía.

"Hemos sido horribles con Nut, alguien de nuestro propio panteón, es por eso que hemos vuelto después de reflexionar, la única forma de recuperar el honor perdido es ayudar al bando que apoya Nut, seguro que Ra también habría estado feliz con eso"

"No nos importa morir" Terminó Neftis mientras el resto del panteón asentía, ganando una mirada de asombro pero alegría procedente de Gandhi.

"En fin, llevemos a este humano a la enfermería... ¿Isis?" Osiris miró hacia todos lados al ver que había desaparecido.

"Hace unos segundos estaba aquí, oh no, no me digas que..." Habló Seth mientras Osiris terminaba la frase.

"Ha ido a disculparse con su madre"

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Aquí termina la décima ronda con un empate, espero que os haya gustado, pueden comentar su opinión si lo desean. 

Ahora sin nada más que decir, adiós.  

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