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Decimotercera Ronda: Parte 4

       (Flashback, Camelot, siglo V d.c.)

Camelot siempre se ha caracterizado por ser una ciudad muy próspera, donde aquel que tenía la suerte de nacer allí, por muy pobre que sea, nunca le faltará un plato de comida al día, todo esto gracias a un linaje real que ha sufrido por evitar la corrupción y el hambre en su pueblo.

En el castillo donde reside aquella familia tan poderosa y querida también se congregan un grupo muy reducido de caballeros conocidos como *Los caballeros de la mesa redonda*, famosos por ser los guerreros no sólo más habilidosos, sino también en los que el rey tiene más confianza.

En este mismo momento, el Leodegrance se encontraba caminando hacia la sala de la mesa redonda, donde se encontraría con sus fieles caballeros de confianza, al lado del rey se encontraba un hombre de apariencia muy mayor, con una gran barba blanca, sin apenas pelo en la cabeza y llevando una gran bolsa donde guarda todos sus conocimientos escritos en varios libros de gran magnitud. Aquel anciano es Merlín, consejero real desde hace varias generaciones, además de un conocido brujo al servicio de la iglesia, razón por la cual sus conocimientos sobrenaturales están bien vistos por la sociedad, pues el anciano cuenta frecuentemente que un ángel lo fue a visitar cuando era un joven y le dijo que le otorgaría capacidades mágicas pues su destino es llevar el reino a la paz y la gloria.

"Últimamente estás muy paranoico Merlín, ¿Qué te perturba?" Preguntó el rey a su consejero de confianza, el cual contestó con preocupación.

"Majestad, he tenido varias premoniciones sobre que será traicionado por alguien y eso llevará a su prematura muerte, debería tener mucho cuidado con sus compañías y desconfiar más de los caballeros de la mesa redonda" Informó Merlín con preocupación, pues el consejo de caballeros de la mesa redonda ya no es lo que solía ser en su día, ahora está llena de hijos de nobles que buscan influenciar a la familia real para aumentar los impuestos, y así poseer más riquezas.

"Confío en ti con mi vida Merlín, pero creo que estás exagerando, puede que tus premoniciones se equivoquen, además, los caballeros de la mesa redonda son tan leales a mí como tú" Explicó el rey, haciendo que Merlín suspire derrotado, pues su señor no lo estaba escuchando.

La caminata cesó en cuanto estuvieron delante de la puerta que conduce a la sala de la mesa redonda, el rey con confianza ordenó a los guardias que los acompañaban que abran las puertas y esperen afuera, pues únicamente el rey y su consejero pueden estar presentes en la misma sala que los caballeros de la mesa redonda.

Los guardias obedecieron y el rey entró tranquilamente en la sala acompañado por un inquieto Merlín, el cual estaba alerta, pues sus visiones eran cada vez más frecuentes conforme pasaban los días, sin duda, era hoy mismo el día en el que ocurriría su premonición, pero no podía hacer mucho si el rey no lo escuchaba.

"¡Saludos, Majestad!" Saludaron todos los caballeros de la mesa redonda al unísono mientras se levantaban de sus asientos y llevaban su brazo izquierdo a su pecho en señal de respeto.

El rey se sentó en el asiento principal mientras le hacía una señal a los caballeros para que también se sienten mientras Merlín continuaba de pie al lado de Leodegrance.

Merlín era muy perceptivo, y observó como el caballero Sir Bors le daba breve mirada viciosa a la espada que portaba el rey en la vaina de su cintura, la legendaria Excalibur, creada el mismísimo ángel San Rafael para Leodegrance en recompensa por el reinado tan próspero que estaba teniendo, siendo ejemplar en todo el mundo, era más que obvio que muchas personas envidian el poder que irradia esa espada, pero el brujo Merlín se percató que esa envidia llegaba incluso a miembros de la mesa redonda. De todos modos se quedó callado, no podía hacer nada únicamente por esa mirada extraña.

"¿Por qué ha reunido a los caballeros nuevamente, Majestad?" Preguntó Sir Perceval, el único caballero adulto que quedaba en el consejo, famoso por muchas hazañas en favor de la familia real.

"Os he reunido nuevamente porque estamos teniendo problemas respecto a los pueblos galos, éstos afirman que uno de los nuestros ha asesinado a la hija de su líder, y que debemos darle su cabeza o estaremos en guerra abierta contra ellos" El gran rey Leodegrance anunció el motivo sin rodeos, totalmente decidido a encontrar a aquel caballero traidor que ha actuado en contra de los ideales de sus superiores y puede haber provocado un conflicto internacional que afecte a la tranquilidad y paz que sus ancestros tanto se esforzaron por conseguir, y necesitará la ayuda de sus fieles caballeros de confianza para encontrarlo.

"¿Quiere que le ayudemos a encontrar al asesino de la hija del pueblo galo?" Preguntó Lancelot con incredulidad, incapaz de creer lo que su líder les estaba diciendo.

"¡Pero lo más correcto sería usar la Excalibur para cerrarles la boca a esos bárbaros!" Gritó Sir Bors sin ningún tipo de respeto hacia su rey, totalmente indignado y enojado por querer asesinar a un inglés en vez de tranquilizar la tensión con una demostración de fuerza de la Excalibur.

"El miedo no es la solución, Sir Bors, eso solo generaría conflictos irremediables no sólo con los galos sino con todos los pueblos adyacentes al vernos como un pueblo agresivo que pueda suponer una grave amenaza" Explicó el rey con firmeza en sus palabras, haciendo que Sir Bors gruña de rabia y guarde silencio el resto de la reunión, donde finalmente se acordó emprender una búsqueda dentro de la órden de caballeros para encontrar al culpable. Aunque todo parecía haberse resuelto, Merlín se encontraba cada vez más inquieto.

El Sol comenzaba a ponerse y la noche se acercaba, Merlín vivía en el propio castillo, por lo que podía estar todo el tiempo posible con su señor.

"Pero Majestad, mis visiones..." Intentó advertir Merlín, pero Leodegrance mandó a callar a su consejero mientras le dedicaba una sonrisa tranquilizadora.

"Merlín, te estás esforzando demasiado, deberías descansar y tranquilizarte, estaré bien" Habló el rey, intentando tranquilizar a su consejero, Merlín, una vez más suspiró, pero ésta vez por confusión. ¿Acaso era tan viejo que sus predicciones estaban fallando?

"Está bien, lamento haberlo molestado Majestad, buenas noches" Se despidió Merlín mientras comenzaba a caminar hacia su dormitorio, el cual, aunque vivían en el mismo edificio, estaba al otro lado del castillo, por lo que era un buen paseo de ida y vuelta.

Mientras caminaba, comenzó a darle vueltas a todo el asunto, incapaz de admitir que sus predicciones realmente estaban fallando, fue entonces que comenzó a fijarse en los guardias que supervisan el castillo, todos ellos con un uniforme blanco y una mirada que representa justicia, normal en jóvenes caballeros o guardias novatos.

En ese momento su capacidad de memoria y percepción le hizo recordar el guardia personal que acompañaba al rey cuando éste se marchó, ese guardia... la mirada de ese guardia...

"¡Majestad!" De repente el grito de un guardia resonó en todo el castillo, Merlín comenzó a correr sin parar, tratando de volver hacia la habitación del rey, maldiciendo no tener ningún tipo de magia para ir más rápido.

Cuando llegó, observó a un montón de caballeros y guardias reunidos en el dormitorio, Merlín entró desesperadamente, observando el cadáver de su rey en el suelo con un espada clavada en el pecho, a su lado había otro cadáver, pero éste era de un hombre con armadura de guardia, además, Sir Bros estaba allí relatando todo.

"Iba a discutir un tema con su Majestad, pero lo que encontré fue a ese espía galo con armadura inglesa apuñalándolo, y aunque lo maté en justicia, ya era demasiado tarde" Habló Bors mientras parecía llorar, y nadie dudó de su versión de los hechos pues era uno de los prestigiosos caballeros de la mesa redonda.

"¡Además! Por suerte su Majestad me dijo algo antes de morir, me dijo que yo herede el trono de Camelot, ¡Y eso haré! ¡Asesinaré a todos los galos por venganza como nuevo rey!" Habló Sir Bors mientras gritaba y todos los presentes gritaban con él a excepción de Merlín, el cual seguía afectado por lo que había sucedido, pero su capacidad perceptiva le hizo darse cuenta de que la Excalibur ya no estaba, haciéndolo levantar una ceja.

Durante los siguientes días, la noticia de la muerte del rey y el nombramiento de Sir Bors como su heredero se hizo eco por todo el reino, además de la guerra inminente contra los galos, todos parecieron jurarle lealtad al nuevo rey ante la ausencia de hijos por parte del rey.

En este momento, Merlín se encontraba en la sala del trono, delante de Sir Bors, el cual estaba sentado triunfalmente. "Merlín, no es necesario que sigas siendo mi consejero, estás demasiado viejo para continuar con esa labor, pero te recompenso con un trabajo como cuidador y educador de mis futuros hijos con la antigua esposa de Leodegrance que ahora es mía" Habló con ego mientras reía, haciendo que Merlín apriete sus puños con furia mientras le contestaba.

"Yo nunca serviré a alguien como tú, que estás mancillando el buen nombre de Leodegrance, además, ¿¡Dónde está la Excalibur!?" Gritó Merlín, provocando molestias en Sir Bors, que simplemente contestó con molestia.

"La Excalibur desapareció cuando murió el rey, y si no quieres servirme te castigaría con la prisión o ejecución por insubordinación y traición, pero como eres una figura tan importante para el reino, simplemente te echaré del castillo para siempre. ¡Guardias!" Llamó el nuevo rey y varios caballeros agarraron a Merlín por los brazos, llevándolo hasta el exterior del castillo, donde lo dejaron con educación.

"Lo lamentamos mucho, Merlín, espero que tengas una buena vida" Habló uno de los guardias a modo de disculpa mientras Merlín comenzaba a marchar hacia fuera, todavía llorando la muerte del rey, que había sido como un pupilo, al igual que su padre, todo parecía volverse oscuro para el futuro de Camelot.

Pero antes de marcharse a un bosque en las afuera de Camelot con la intención de aislarse de todo conflicto, la voz de un hombre que lo llamaba lo hizo detenerse y voltearse, se trataba de Sir Perceval, el cual estaba montado en su fiel corcel mientras parecía sostener algo en su otro brazo.

"Lamento mucho que todo esto esté sucediendo, Merlín, todo el mundo amaba a su Majestad, pero no he venido a darte mi pésame por la muerte del rey, sino para pedirte un último favor antes de que te vayas" Dijo el caballero, llamando la atención del brujo, el cual estuvo a punto de rechazar cualquier oferta que le dijera el hombre hasta que escuchó el llanto de un bebé provenir de uno de los brazos del caballero, efectivamente, había un pequeño bebé con apenas unos pocos días de vida.

"Ese bebé... ¿No me digas qué...?" Merlín dedujo de inmediato de quién se podría tratar aquel bebé, y sus sospechas fueron confirmadas cuando Sir Perceval asintió con la cabeza mientras asentía.

"Nuestra reina me ha pedido que deje al hijo de su difunto esposo a tu cuidado, espero que puedas hacerte cargo de él" Dijo Sir Perceval con algo de tristeza mientras bajaba de su caballo y le ofrecía al bebé para que Merlín lo cargue.

Merlín dudó por unos segundos donde pensó la razón de criar a un bebé si él nunca tuvo hijos, ni esposa ni nadie de quién cuidar fuera de los reyes a los que aconsejaba. Pero, al instante, una mirada determinada se reflejó en su rostro, tomaría la responsabilidad como si se tratase de una penitencia por haberle fallado al rey, cuidaría a su hijo y le convertiría en alguien de admirar.

Sir Perceval sonrió con gratitud cuando observó que Merlín acabó tomando al bebé en brazos. "Nuestra reina dijo que le gustaba el nombre *Arturo*, espero que cuides bien de él, buena suerte" Habló el caballero mientras volvía a montar en su caballo y comenzaba a volver hacia el castillo antes de levantar sospechas.

"Arturo" Repitió Merlín mientras escuchaba el llanto del bebé cesar en cuanto el sueño sustituyó la molestia.

Merlín sonrió de oreja a oreja mientras marchaba nuevamente al bosque para aislarse de la sociedad, y ahora con aún más motivos, pues tenía que criar a Arturo y evitar que tenga contacto con cualquier persona que pueda incriminarlo con Sir Bors. Y con esa idea en mente, desapareció y no volvió a ser visto.

(Pasaron 16 años desde entonces, Merlín crió a Arturo sin decirle nada sobre su origen relacionado a la realeza, simplemente lo entrenó mentalmente y le hizo ser un auténtico muchacho hecho y derecho con los modales y vocabulario típicos de un noble adinerado, pero el joven Arturo cada vez ansiaba saber más sobre su pasado, y un día todos sus secretos serían revelados...)

"¡Maestro! ¡Voy a cortar leña para la chimenea!" Gritó de forma entusiasta el joven Arturo, el cual hacía poco que acababa de cumplir 16 años, Merlín, el cual parecía no envejecer nunca, le pidió que fuera con cuidado y huyera de cualquier cosa que vea peligrosa, pero el joven no pareció escucharlo, pues se marchó sin pararse a escuchar la respuesta.

"Lo prefería cuando era un niño asustadizo" Habló Merlín mientras suspiraba, pero ahora mismo no podía hacer nada.

Aprovechando que Arturo no se encontraba presente, Merlín agarró una esfera de cristal e imágenes comenzaron a formarse en ella, revelando imágenes de cómo iba la guerra entre su Camelot y los pueblos galos, mostrando una lucha encarnizada que lleva más de 15 años vigente y que no parecía cesar nunca, donde los galos masacran aldeas y los caballeros de Camelot responden con aún más violencia, formando así un círculo vicioso, ellos estaban a salvo por el momento pues el bosque, aún con lo frondoso que es, se encuentra muy en el interior del reino como para recibir alguna visita de un ejército galo, lo verdaderamente preocupante es que Arturo finalmente sea capturado e incluso ejecutado si el nuevo rey corrupto deduce que el joven tiene la sangre de aquel que antes fue su superior.

Mientras tanto, Arturo estaba cortando unos troncos con la intención de usarlos como leña para la chimenea, pues el frío de la noche puede enfermarlos, e incluso cuando su maestro Merlín puede encender la madera con su magia, prefiere que sea él, el que lo haga, todo para fortalecerlo según dice él.

El joven, de repente, fue distraído por un resplandor proveniente de un lago cercano, acercándose instintivamente para averiguar de qué se trataba, encontrando una especie de ser divino con alas frente a él.

"No te asustes, joven Arturo, soy San Rafael, y vengo a hablarte de cosas de vital importancia" Se presentó el ángel mientras Arturo casi caía al suelo.

"¿¡Cómo sabes mi nombre!?" Preguntó Arturo mientras temblaba de miedo por el aspecto divino de aquella figura.

"Sé todo de ti, de igual manera sé más de lo que tú sabes sobre tu pasado" Habló el ángel, llamando la atención del joven.

"Pero por el momento solo te diré que debes venir a Camelot dentro de dos días, cumplirás el destino por el que mis amos ponen tanta confianza en ti" Explicó San Rafael, y aunque Arturo no llegó a entender nada, no pudo continuar la conversación ya que el ángel desapareció de un momento a otro.

"Mi destino..." Habló Arturo mientras continuaba procesando todo lo que había sucedido en un lapso tan corto de tiempo.

En cuanto volvió con Merlín y le contó todo lo sucedido, observó cómo el hombre que lo había criado quedaba totalmente impactado por las cosas dichas por su pupilo.

"Esto no puede ser cierto, ¿Realmente era tu destino? No, no voy a dejar que vayas, podrían matarte" Fue en ese momento que Merlín actuó en contra de sus propias creencias y le dio la espalda de lo divino para preocuparse por aquel niño que había criado y visto crecer durante 16 años.

Esa respuesta provocó una discusión que acabó con Arturo encerrándose en su habitación durante toda la noche, dejando al brujo totalmente indeciso sobre lo que debería hacer.

A la mañana siguiente, cuando Merlín quiso arreglar las cosas con Arturo, se encontró con que él no estaba y que había una nota informando sobre su partida hacia Camelot para cumplir su destino.

"Espero que el destino no tenga escrito tu muerte también, Arturo, sabía que no podía detenerte, pero de todas formas lo intenté" Dijo Merlín hacia sí mismo mientras derramaba unas cuantas lágrimas, esperando que su pupilo esté bien en Camelot mientras él le seguía el rastro con una noche entera de desventaja.

Aunque el bosque estaba relativamente cerca de Camelot, el total desconocimiento del joven sobre orientarse fuera de aquel sitio lo hicieron tardar los dos días justos en llegar a la ciudad, estando Merlín a unas pocas horas de diferencia.

El joven criado en el bosque estaba totalmente confuso y agobiado por el ambiente ajetreado, pero la voz de un hombre y la formación de una multitud llamó su atención.

Mucha gente estaba alrededor de una gran piedra que poseía una espada clavada en su interior.

"¡Hace un día! Un envíado de Dios volvió a crear la legendaria Excalibur, únicamente pudiendo empuñarla los que sean dignos de ser rey, como yo ya lo soy, me esperaré a que todos los valientes intenten algo, ¡Adelante, intentad ganar mi corona!" Anunció el rey Sir Bors mientras reía, sabía que nadie iba a ser capaz de levantar la espada, pero sería un buen espectáculo para subir la moral del pueblo y así evitar revoluciones por los fuertes impuestos y la guerra constante con los pueblos galos en las fronteras del reino.

El joven Arturo, totalmente desconcertado, pensó en cuál sería su destino del que le habló el ángel, y decidió probar suerte con esta espada, sin ningún tipo de expectativa, y entonces ocurrió lo que nadie se esperaba...

(Arturo levantó la Excalibur, demostrando ser digno de ser rey, y aunque Sir Bors intentó matar allí mismo al joven, la legendaria espada provocó que aquel corrupto perdiera, pero igualmente Arturo le perdonó la vida, aquel joven delgado y esbelto acabaría convirtiéndose en un símbolo de la personificación de la justicia para el pueblo, incluso en este mismo momento)

(Fin del Flashback)

Volviendo a la arena, Arturo se centraba en esquivar cualquier golpe o truco que intentase Sun Wukong, el cual era mucho más lento y predecible debido a la inmensa cantidad de sangre que estaba perdiendo ante la Excalibur clavada en su abdomen, aunque eso imposibilite hacerle más daño al simio ante de ausencia de algún arma divina, por lo que tendría que esperar y centrarse en esquivar.

"¡Sun Wukong! ¿¡Es realmente esto lo que quieres!? ¡Obtén de nuevo la razón y recuerda la razón por la que estás aquí ahora mismo!" Trató de razonar el Rey Arturo, pero el rey mono no atendía a razones y se lanzó con una velocidad inesperada hacia el rey, el cual solo pudo girar su cuerpo lo justo para no morir, pues el bastón de Sun Wukong atravesó el hombro del rey, arrancándolo con violencia.

"¡La batalla no está tan decidida como se cree!"

"¡Cállate de una maldita vez! Te mataré y luego de desharé de esta estúpida espada, ¡Para de intentar razonar conmigo!" Gritó Sun Wukong, pero su pelea fue interrumpida por un llamado proveniente de las gradas de la humanidad.

"¡Sun Wukong, es suficiente! ¡Detente, por favor!" Esa voz provocó que el rey mono se pare en seco y se gire con búsqueda hacia dónde proviene esa voz, encontrando a un joven monje que él conocía muy bien, aquel monje que lo salvó de aquella montaña y que acompañó por todo el viaje que emprendió hacia el oeste.

"Monje Tang" Dijo Sun Wukong mientras continuaba paralizado, parece que el rey mono está recordando la razón por la que regresó al reino de los cielos, gracias a la buena compañía y amistad de un joven y amable humano.

(Plaza central)

"¡Por fin soy libre!" Gritó Surt mientras surgía de las mismísimas llamas y mostraba que realmente todo el cuerpo de aquel ser está hecho de fuego y magma infernicos.

El gigante de magma observó que el demonio que tenía delante cuando emergió se había dado a la fuga, provocando unas cuantas risas en él.

"Parece que todo se ha vuelto un desmadre" Habló para sí mismo con una voz distorsionada pero profunda que demostraba la clase de criatura que es mientras comenzaba a crear unas cuantas llamaradas para estirarse y prácticas sus capacidades después de estar sellado durante muchos milenios por Odín, el cual encadenó su libertad a la sangre de su hijo Thor, pudiendo ser libre únicamente cuando el dios del trueno quiera, y parece que fue lo último que hizo antes de morir, pues no estaba presente en la plaza.

"Llegó el momento de provocar el verdadero Ragnarok, el fin del mundo se acerca" Habló Tsuru mientras reía de tal manera que se escuchó en varios pasillos adyacentes, el gigante de fuego tenía intenciones igual de oscuras que los demonios, pero para conseguir sus objetivos, primero tenía que exterminarlos.

(Pasillo Sur)

"¡¿Cómo puedes ser tan fuerte?!" Se quejó Legión mientras observaba que Horus, haciendo equipo con Jack, lo estaban venciendo con extrema facilidad, solo hizo falta paciencia, muchos espejos divinizados por los guantes de Jack, y los poderes de Ra que posee Horus para emitir un rayo exterminador que impida regenerarse a aquel ser deforme.

"Te metiste con el dios equivocado" Habló Horus con firmeza mientras Legión acababa desintegrado completamente ante la intensidad de aquel rayo solar muy parecido a los que crea Ra.

Jack rió mientras, con un resplandor, Hook deshizo el volunt y volvió a estar presente. "Eso estuvo bien" Fue lo único que dijo mientras Horus tomaba aire.

"Usar los poderes de Ra cansa mucho" Dijo el dios con cabeza de Halcón mientras descansaba un poco y tomaba aire.

De repente, dos voces nuevas se hicieron presentes en el pasillo, pero no eran voces enemigas, las valkirias, el humano y el dios reconocieron esas voces, se trataba de los dos dioses hindúes, Shiva y Rudra, los cuales estaban acabando con todos los esbirros menores en busca de ayudar a alguien que lo necesite.

"Habéis llegado un poco tarde" Dijo Horus mientras miraba a los dos dioses hindúes, los cuales se encogieron de hombros mientras señalaban hacia el camino del pasillo.

"Vamos hacia la enfermería, seguro que necesitan ayuda para contener a todos los demonios que quieran dañar a los heridos" Dijo Rudra mientras Shiva también asentía con determinación.

"No es mala idea ir allí" Dijo Horus, aceptando acompañar a los dioses hindúes, haciendo que Jack y las valkirias también se apunten.

Lo que no sabía ninguno de ellos, es que el mismísimo Astaroth se estaba midiendo contra Buda en la entrada de la enfermería en ese mismo momento.

(Pasillo hacia el balcón de las valkirias)

Goll veía con impotencia cómo los apóstoles se medían con los demonios que bloquean el camino mientras Jesucristo no atacaba a Judas Iscariote, sino que únicamente se dedicaba a defender y esquivar, haciendo que la valkiria menor esté desesperada por llegar hacia donde se encontraba Nut.

La escena de pelea fue interrumpida cuando un portal apareció al lado de donde Judas Iscariote intentaba igualar sin éxito a su maestro. De ese portal apareció Asmodeus.

Goll observó como Asmodeus tenía un parche en su ojo derecho mientras un ojo robótico sustituye su ojo izquierdo, además, sus piernas y brazos carecen de algunos dedos, era obvio que había sido torturado por huir cuando Astaroth se enfrentó a Gandhi.

"¡Asmodeus! Usa tus portales para ir al balcón, no he recibido señales de Mammón, quizá aunque haya muerto no haya terminado de matar a su objetivo, asegúrate de lo que sea que estaba matando allí no se mueva" Ordenó Judas Iscariote con firmeza mientras luchaba contra su maestro.

Goll quedó en shock, iban a matar a su amiga, Nut estaba en peligro, o incluso quizá ya estaba muerta, no, debía de impedir que eso suceda.

En cuanto vio que Asmodeus asintió y abrió otro portal, Goll se armó de valor y comenzó a correr desesperadamente con lágrimas cayendo de sus ojos y con gritos constantes por la frustración de no ser lo suficientemente fuerte como para hacer nada por su amiga. Aunque no lo sepa Goll, justamente es lo mismo que sentía Nut.

Jesucristo la vio y sonrió, deseándole buena suerte, sabiendo que no le pasaría nada, mientras el resto sí se sorprendían al ver que Goll entró al portal por el que fue Asmodeus en el último momento.

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Bueno, hasta aquí el capítulo, lamento mucho la ausencia, no tenía tiempo para escribir, espero puedan perdonarme. 

¿Cómo os ha parecido el capítulo? Me gustaría leer comentarios dando vuestra opinión.

Espero que os haya gustado, y, aunque la guerra entre demonios, humanos y dioses todavía no ha terminado, la decimotercera ronda sí está por terminar. 


¿Team Arturo o Team Sun Wukong? 


Solamente me queda agradeceros por apoyar y leer esta historia, sin nada más que decir, adiós. 

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