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45. No más mellizos

Dejé que el agua corriera por mi cuerpo para intentar relajarme, ya casi era de noche. Hacía varias horas habíamos llegado a la casa de la infancia de Clint, en Iowa. Steve y yo no teníamos idea de la vida privada del arquero, nos tomó por sorpresa encontrar a su madre viva, Edith, una beta sin ningún tipo de inclinación, la mujer nos abrazo de forma tan maternal que deje que me rodeara por un poco más de tiempo del que ella esperaba.

La pareja nos contó que aquí habían pasado aquí sus vacaciones en el tiempo que se ausentaron de la Torre. La mamá de Clint amaba al doctor y se notaba en los ojos de Bruce el afecto que tenía por ella.

La señora nos acogió en su hogar con los brazos abiertos y después del almuerzo tardío y unas horas de plática dividió las habitaciones ya que yo quería tomar un baño, pues aún no lo había tomado debido al ajetreado día que habíamos tenido. Un detalle que me extraño fue la sonrisa pícara que me dio al decir que Steve y yo compartiríamos la cama, y luego mencionó  que nos había visto en televisión hacía unas horas. Lo que la señora podía pensar no era una gran preocupación comparada al hecho de haber huido de la Torre por miedo a ser controlados por nuestros miedos y por una chica loca. Mi nueva línea de pensamientos fue cortada al momento que la cortina del baño se abrió. Me sorprendió que Steve tomara tal iniciativa de unirse, estaba desnudo frente a mí, pero me compuse rápidamente para tomarle de la mano e invitarle a unirse a la suave brisa del la ducha.

— El lazo se siente tenso. — Expresó parandose frente a mí y cerrando el agua de la ducha.

— Mi cabeza está llena de pensamientos, más de lo normal. — Confesé buscando con la mirada una toalla para irme antes de que Steve quisiera hacerme hablar.

— Te puedo ayudar a olvidar. — Susurró rodeando mi cuello con sus brazos.

Segunda sorpresa del día, Steve insinuandose. Ante mi estupefacción unió sus labios con los míos y tiró de mi para que quedaremos a la altura perfecta. En segundos se volvió un beso demandante, Steve abrazo con una de sus piernas mi cintura en clara señal de que lo cargará, pero no lo hice. Yo era el que quería cogerselo en todos lados, pero no podía ser aquí, corríamos el riesgo de ser descubiertos o peor aún, podíamos traumar a un Johnny pequeño.

Terminé sediendo un poco a los encantos de Steve, lo haría correrse y ya luego yo vería como hacer bajar mi erección. El omega me estaba dando un buen acceso a su entrada, así que llevé un dedo a su entrada y lo fui introduciendo poco a poco, cuando estuvo totalmente dentro agregué otro, gocé al sentir que se retorció de placer con sólo dos de mis dedos. Bajé su pierna para empujarlo un poco hacia las baldosas y un suave jadeo salió de su boca cuando su espalda chocó contra el frío material.

Maniobré mis dedos en su ano y con mi otra mano tomé su pene, sabía los puntos exactos que debía tocar para hacerlo correrse en menos de dos minutos. Acerqué mi boca a su pezón y apreté ligeramente con mis dientes, los suspiros que salían de su apetitosa boca eran como una melodía para mi alfa, estaba contento de tener a mi omega derritiendose por mis atenciones.

Cuando percibí que mi rubio estaba cerca de correrse despegué mi boca de suave pezón para unir nuestros labios. Con mis dedos sentí el momento exacto cuando llegó a la cúspide, su entrada se apretó y moví más rápido mis dedos para prolongar su placer. Su semen cayó en mi abdomen, pero no me importó, ya luego me lo quitaría con la ducha. Saqué mis dedos de su interior, pero Steve tomó mi mano antes de que abriera nuevamente el agua.

— Tu aún no terminas. — Manifestó pegándose a mi pecho.

— No quiero incumplir mi promesa de anoche. — Contesté abriendo el agua.

Steve cerró la válvula y me dejó claras sus intenciones al besar mi cuello. El omega sabía perfectamente que el me volvía débil y parecía estar dispuesto a usarlo a su favor. Mandé al diablo toda la consideración que tenía por la casa ajena y lo tomé del culo para que enrollara sus piernas a mi alrededor. Lo empuje bruscamente a la cerámica y lo besé apasionadamente. Busqué ubicarlo sobre mi pene y me empuje en su interior. Se quejó un poco ante la brusca penetración, pero se mantuvo en la misma posición, al no recibir protesta verbal espere unos segundos en su ardiente interior hasta que se acostumbrara a mi tamaño, supe que estaba listo cuando apoyo su frente sobre mi hombro, con la primera embestida sentí como su cuerpo tembló ante las sensaciones y ahí olvidé la delicadeza, quería correrme en su dulce entrada, aceleré lo más que podía mis movimientos y el apretó sus piernas en mi cadera, podía sentí como sus talones me presionaban la espalda baja para soportar mis duras penetraciones.

Nuestras respiraciones agitadas eran lo único que se podía escuchar, Steve tenía que tragarse todos los gemidos que normalmente articulada en la intimidad de mi habitación, aquí no tendría esa libertad pues todos lo escucharían en el piso de abajo.

Volví más lenta la velocidad de mis embestidas cuando un jadeo salió de los labios del rubio, llevaba varios segundos golpeando su zona favorita y si continuaba así lo haría correrse antes de tiempo, yo quería disfrutar un poco más, deje que apoyara más su espalda en la pared para tomarlo de su pequeña y sensual cintura. Comencé nuevamente mis salvajes embestidas y enseguida sentí la presión de la entrada de Steve apretando mi pene. Me oprimido con sus cálidas paredes y yo pensé en dejarme caer en el orgasmo, pero no pude, nada salió, seguí moviendome con fuerza en su interior, pero no pude completarlo, ¿Qué estaba pasando? Había esperado semanas para terminar en el interior de mi omega, pero justo ahora qué podía hacerlo, nada pasaba, con frustración seguí, golpeando el punto p del rubio, sin embargo mi clímax ya se había ido o estaba muy mejor de llegar.

— ¿Ya vas a terminar? — Preguntó apenas por su reciente orgasmo y mis acelerados movimientos. —¿Podemos cambiar de posición? — Agregó aflojado el agarre de sus piernas a mi cuerpo. — Me está comenzando a doler la espalda.— Se quejó y yo salí suavemente de él, para dejarlo ir.

Lo dejé sobre sus pies y dedicó una rápida mirada a mi pene que estaba erguido como si no hubiera follado sin piedad a mi pareja. Tercera sorpresa, Steve se giró para quedar de frente a la pared y abrió sus piernas para que yo pudiera terminar, cosa que no esperaba, creí que ya se había cansado, pero no, el es mi supersoldado.

Mi falo se abrió pasó en su interior una vez más y está vez esperaba poder correrme viendo su marcada espalda y sus respingadas nalgas, apreté una de ellas y ame la sensación de su maleable piel entre mis manos. Movió un poco su cadera para dejarla más levantada y darme mejor acceso. Echó su cabeza hacia atrás cuando toque su punto dulce y logré ver que su pene estaba semierecto, dentro de poco estaría corriendose nuevamente con mi verga.

El abrió más sus piernas y yo me dediqué a ver como mi miembro se perdía en sus dos voluptuosa montañas, delineé con uno de mis dedos su abierta entrada y a Steve lo recorrió un escalofrío haciendo que liberara más feromonas en la habitación.

El chapoteo de mi polla en su esfínter me revelaba que Steve estaba produciendo una gran cantidad de lubricante, lleve una mano a sus testículos y goteaban debido a el líquido que se escurría de su entrada.

Besé su hombro y deposité un camino de besos hasta mi marca, sin dejar de resbalarme en su interior. Sus uñas estaban blancas por lo fuertemente que estaban apoyadas en la pared. Sólo bastaron un poco más de las feromonas de mi rubio llenado el cubículo para que esta vez pudiera alcanzar un espléndido orgasmo. Sentí que me había vaciado más de lo común en su interior, pero no salí de su recto, esperaría a que el nudo se formara.

— Como había extrañado esto.— Expresé mientras sentía que mi nudo se estaba formando en el interior de Steve.

Steve estaba soportando los estragos de un tercer orgasmos como para tomar sentido de que mi nudo se estaba hinchado en su interior y cuando fue consciente de ello ya era demasiado tarde. Pasé mi brazo por su vientre para evitar que su cuerpo se desvaneciera y dejó ir su cabeza hacia atrás para apoyarla en mi pecho.

— Sabes que no me gusta el nudo. — Reprochó intentando mantenerse de puntillas para que el nudo no le hiciera daño y yo baje un poco mi cuerpo para que el estuviera cómodo.

— El nudo es como un segundo orgasmo cuando se está hinchando. — Reconocí. Unos segundos después pasé mis colmillos por su cuello para hacerlo olvidar el tema. — ¿Qué crees que piensan que hacemos?— Cuestioné luego de un rato de silencio.

— Clint y Bruce fueron al pueblo. Natasha, Johnny y Edith fueron a ver un riachuelo cercano,  y yo les dije que esperaría a que te bañaras para tomar uno también.

— Nos hemos vuelto unos buenos mentirosos. — Declaré separándome un poco de Steve para comprobar si podía salir de el.

— Espera. — pidió cuando tiré un poco. — No puedes, aún duele. — Agregó y yo me quedé quieto.

Rocé mi barba por su hombro y vi como sus pelillos rubios que eran casi invisibles se levantaban y le dejaban la piel de gallina.

— Te amo. — Dije sobre su cuello y rodeé fuertemente su cuerpo con mis brazos, mi mentón quedó sobre su hombro y Steve giró su rostro para depositar un tierno beso en mi mejilla.

— Yo también. — Respondió posicionando sus manos sobre las mías. — Ya puedes sacarlo. — Informó cuando mi nudo ya estaba casi de un tamaño normal. Seguidamente de sacar mi pene, comenzó a escurrirse una gran cantidad de semen blanquecino de su entrada.

— La prueba de que te soy fiel. — Bromeé y Steve rodo los ojos, un gesto muy típico de mí. — Se te están pegando mis mañas. — Alardeé y Steve abrió el grifo y yo di un pequeño respingo por el agua fría chocando contra mi cálido cuerpo. Nos habíamos acabado el agua caliente.

Cuándo nos duchamos otra vez me sequé deprisa me pusé ropa interior y me acosté en la cama para ver el espectáculo que me ofrecería Steve. Se secaba despacio, como si no ese diera cuenta que mi mirada estaba sobre él. Yo era como un depredador feroz y él mi inocente presa. Se colocaba crema en sus blancas piernas con delicadeza, de sólo ver sus movimientos tan sutiles un problema estaba creciendo en mi anatomía. Me levanté de mi lugar de descanso y lo acorralé contra la pared, había desconcierto en su rostro hasta que pegue mi entrepierna a él.

— Ya lo hicimos.

— Pero yo aún te deseo. — Reconocí y conecté mis labios con los suyos, el enseguida siguió el movimiento desesperado de mis labios, nos deslicé por la pared hasta que ambos quedamos sentados de una forma rara e incómoda en el suelo, pero no nos importó. Puse mis manos en culo para acercarlo más a mí, era adicto a sentir su piel desnuda contra mí.

Hice que Steve se acostara en el suelo de madera para quitarle la ropa interior, que era lo único que vestía al igual que yo.

— ¿Aquí? — Preguntó cuando me situé sobre él.

— Esa cama no me inspira confianza, no quiero quebrar la cama de Edith. — Contesté analizando con la mirada la cama y luego pensé en el dolor de espalda que se llevaría Steve al recibir mis embestidas estando tendido sobre la dura superficie. — Ponte de rodillas. — Mandé sabiendo que ahora Steve había perdido parte de su pudor y aceptaba estar en diferentes posiciones sólo por placer.

Hizo lo que le pedí mientras me quitaba la ropa interior  con desesperación. Después de voltearse gateó un poco hacia atrás para pegarse a mi rigidez. Un suspiro de gozo salió de mí boca cuando mi pene quedó entre sus nalgas. Sujeté mi falo para adentrarme en el y tomar posesión de su cuerpo nuevamente. Mi glande se deslizó en su canal, estaba tan resbaladizo y suave debido a su lubricante natural junto con mi semen de hacía un rato, haciendo el deslizamiento más fácil, la preparación ya no era necesaria, estaba lo suficientemente abierto por haber recibido mi nudo hacia unos minutos.

— Un poco más. — Dije cuando sentí un poco de resistencia de su parte y Steve gruñó cuando lo tomé de la cintura para dejarlo en el punto que yo quería.

Apreté mi mandíbula cuando él contrajo su entrada cuando me tuvo completamente dentro. Steve apoyo su frente en el suelo aún con su cadera en alto. Podía escuchar claramente su respiración, estaba más sensible por haber experimentado ya varios orgasmos, mi longitud podía sentirlo, sus terminaciones nerviosas chocando con las mías, era hasta abrumador  y era más para él al sentir sus emociones mezcladas con las mías.

Sus músculos habían dejado de estar tensos, alentandome a moverme y el gimió ante mi primer movimiento, no lo penetraba suavemente, lo necesitaba, por eso me movía con desesperación. Hice que cerrará sus piernas para tener un mejor movimiento mientras yo las tenía a los lados de las suyas.

Steve sollozó ante el placer y el dolor mezclados, pero rogaba por mas, se retorcía y se entremecía el recibir lo que pedía y yo me maravillaba al verlo tan descolocado. Sus palmas abiertas contra el piso en esa posición tan sumisa me hizo golpear con más fuerza su punto dulce.

Recorría sus omoplatos con las manos y luego me agaché para morder los puntos que había masajeando. El omega jadeaba más alto por el masaje de la punta de mi pene en su próstata, la excitación estaba llegando a su punto máximo y gruñí cuando percibí que Steve había llegado a su clímax, pero antes de que pudiera gozar completamente de su orgasmo lo volteé para que quedara de frente a mi.

— Abre las piernas para tu alfa. — Pedí y el así lo hizo.

Un gemido salió de su boca cuando me adentré nuevamente en él de una estocada y arqueó su espalda ante el sorpresivo movimiento. Enterró fuertemente sus uñas en mi espalda y aferró sus piernas a mi cadera. Quería alargar lo más que podía la llegada de mi segundo orgasmo, pero continué con mis potentes embestidas ahora viendo su rostro.

— Metertela es lo mejor del mundo. — Dije entre la bruma de placer que nos rodeaba, la plenitud me había alcanzado, estaba a punto de perder la cordura.

Al final Steve no me dejó ir cuando pensaba salir de su orificio para eyacular en su vientre y dejar que mi nudo se hinchara fuera de él.

***

—¿Qué tal les fue en la cama? — Cuestionó Bruce tranquilamente luego de que saludamos a todos los que estaban en el comedor.

Steve casi ahoga con el café que acababa de tomar y comenzó a toser, así que fui a darle palmadas en la espalda después de arrastrar la silla en que me iba a sentar, está había emitido un horrible chirrido que hizo que Johnny se tapara las orejas.

— No creí que fueras a dormir tan bien. — Expresó Natasha hacia mi. Y yo me volteé hacía ella con cara de confusión. — Estas acostumbrado a dormir en seda fina y ayer que Edith subió a llamarlos para la cena dijo que ambos estaban dormidos.

— Creo que estaba cansado de dormir con ya saben quién. — informé dando una rápida mirada en dirección a Johnny. — Aproveché que estuviera contigo.

— Johnny no se despertó ni una vez anoche. — Lo defendió Natasha. — Algo le haces tú para que se despierte llorando y nos desvele a todos.

Lo abandono en su habitación para meterme entre las piernas de su tio pensé, pero me lo reservé para mi.

— ¿Alguien más ha notado lo dulce que huele Bruce últimamente? — Dije para cambiar de tema y me acerqué para olfatearlo, ganándome un gruñidos de Clint por acercarme a su omega y yo retrocedí levantando mis manos en señal de paz.

— Mi celo está cerca. — Respondió el omega tomando su jugo y restandole importancia.

Poco a poco todos fueron saliendo del comedor y Steve que estaba parado frente a la ventana tomando su café, tomó un plato y se sentó frente a mí.

— ¿Sólo eso vas a comer? — Cuestioné al ver que tenía una ración normal de comida. Steve siempre estaba con hambre y comía más que cualquiera de la manada por su super metabolismo. — Cumplí parte de mi promesa. — Mencioné divertido por la expresión que hizo cuando se sentó. — Sabes que puedo comprar el supermercado más cercano si quieres.

— Intentemos vernos normales. — Dijo cuando Edith pasó frente a la ventana por el patio.

— No tienes que pasar hambre. — Repliqué y el guardó silencio así que no insistí.

El pacífico desayuno quedó atrás cuando vi por la ventana a dos personas aparecer entre la vegetación, una pelirroja y un peliplata. ¿Esos niños no se cansaban? Caminé mostrando tranquilidad hacía la entrada, pues sabía que Bruce estaba afuera y no quería que la loca le controlará mentalmente, si sacaba a Hulk, sabía que estábamos perdidos.

— Me halaga que me busquen tanto, pero no estoy interesado. — Expresé caminando por el patio para posicionarse disimuladamente entre Bruce y su línea de visión.

—Me causan repulsión esas personas que van por la vida sonriendo por todo, como si nada fuese tan grave, como si hubiera una solución para todo, como si este asqueroso mundo fuese perfecto. — Expresó la alfa acercándose a pasos lentos.— Tus bromas no van a hacer feliz a nadie, sólo te hacen quedar como un tonto.— Dijo con odio. — Pero, tengo algo que te quitará la sonrisa del rostro. — Agregó y sus ojos se comenzaron a poner rojos.

Pude divisar que sus poderes se dirigirían a Bruce, pero de un momento a otro los rostros que estaban frente a mí comenzaron a verse más jóvenes, hasta que la alfa desapareció entre la ropa y el omega quedó como un preadolescente confundido.

— ¿Cómo lo hiciste otra vez? — Preguntó  sorprendido Clint que había llegado en algún momento.

— Yo... No lo sé... mi alfa me dijo que debía proteger al omega y su futuro cachorro.

— ¿Qué?— Exclamó un coro de voces a mi espalda y el silencio por la  reciente conmoción fue interrumpido con el llanto de un bebé al lado de un niño.

17 de Enero 2021

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