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27. Estado de shock

— Buen día mi bello durmiente — Saludé al rubio que estaba recién despertando sobre mi pecho.

Un suspiro de satisfacción salió de sus labios, mientras se acomodan mejor sobre mi, adoro que haga eso aunque no vaya a seguir durmiendo, que sólo se acomode para verme mejor

— ¿Por qué conmigo te vuelves madrugador? — Preguntó restregando su cara en mi costado, provocando que se impregnara más con mi aroma. Se ve tan lindo teniendo comportamientos típicos de omegas sin darse cuenta.

— Tú te vuelves un perezoso conmigo, no tienes excusa, anoche nos dormimos temprano

— Es culpa de tus feromonas, me hacen sentir una terribles ganas de continuar durmiendo a tu lado.

— Si es así, echame toda la culpa que quieras, que de estar a tu lado no me arrepiento. — Conteste mientras le hacía mimos en el cabello.

— Señor, el desayuno está listo.

— ¿Quieres el desayuno en la cama?

— Sería maravilloso— respondió sentándose en la cama para que yo pudiera bajar por el desayuno.

Cuando llegué a la cocina habían dos platos de comida con el típico desayuno americano y ya no habían rastros de la señora de la limpieza, así que tomé la bandeja tranquilamente y subí con ella al dormitorio. Steve estaba en el baño,  de modo que lo espere sentado en la cama, yo había hecho mis necesidades y cepillado mis dientes hacia un rato mientras el rubio dormía.

Steve salió del baño sólo con un boxer y una camisa, que casi no llegaba a cubrir su paquete, era una tentación andante  y más con ese aroma tan deseable.

— ¿Estás bien? — Pregunté cuando se sentó en la orilla de la cama. Pero el no entendió mi pregunta — Pregunto si te duele, ya sabes... Por la actividad de anoche.— Dije y a Steve se le subieron los colores al rostro con mi pregunta.

— Mmm, no... no duele — Respondió con un bajo susurro.

— Me llena de honor saber eso, no siempre pasa, significa que lo hice lo más gentilmente posible para que no tuvieras incomodidad al día siguiente y creo que otra cosa que te ayuda es el suero para... Esta claro que debo callarme, al parecer no es un tema del que quieras hablar — Manifesté al ver que Steve cada vez se iba poniendo de un tono más rojo, tanto así que no sólo su rostro estaba rojo, su cuello y orejas también lo estaban. — No hagas eso — Pedí mientras hacía un puchero con mis labios cuando terminamos el desayuno.

— Hacer ¿Qué?

— Quedarte en silencio, me haces pensar que estas molesto conmigo.

— Las cosas que imaginas — Dijo acercándose más a mí con una sonrisa y cuando quedó frente a mi llevo su mano a mi cabello para tocarlo suavemente.

Tomé su mano y tiré de ella para acercarlo más a mí, de esa manera terminó sentado sobre mi regazo con sus piernas a los lados de mi cintura, acorté la distancia de nuestros rostros con un delicado beso. Eran como suaves caricias, sin prisa, mientras con nuestras manos nos acariciabamos, yo repasaba sus muslos con suaves caricias y el masajeaba suavemente mis hombros. Cuando nos separamos Steve dejo reposar su cabeza sobre mi hombro, dejando su cuello muy cerca de mi nariz, lo que provocaba que pudiera disfrutar mejor de la concentración de su aroma.

—Siento que eres mi alma gemela, pero se que eso ya no existe. — Dije pasando mi nariz por la impecable piel de su cuello.

—¿No crees en ellos? — Preguntó despegandose de mi para verme a los ojos.

—No, son puros cuentos, igual que los predestinados.

—Es una lástima, me hubiese gustado que fueras mi alma gemela.

—Yo creo que no, mi mente es un torbellino de pensamientos, dudas, miedos y problemas, no te gustaría estar un minuto ahí.

—No me importaría si es tu mente.

Mi corazón dio un brinco de alegría, con sus dulces palabras, mi alfa estaba contento por recibir tales halagos de su omega. La emoción de sentirme querido estaba latente en mí, es la primera vez que siento esta sensación con tanta intensidad, he sentido amor, pero nunca tan, fuerte como ahora, me sentía completo, había encontrado lo que no sabía que buscaba.

— Deberíamos volver antes de que Natasha y Pepper lleguen a la Torre.

— Llegaremos a tiempo si nos vamos en mis trajes.

— ¿Estas seguro?

— Claro, nos podemos ir en un par de horas y ahorraremos varias horas.

— Tus trajes no me quedan.

— Lo harán, se adaptan al cuerpo.

Nuestra charla se dio por terminada y nuevamente nos mantuvimos abrazados, estando en sus brazos me sentía desconectado, mi cerebro dejaba de funcionar y me sentía en paz.

— Busque tantas veces el amor, en lugares incorrectos y ahora me doy cuenta que tu eres mi sitio seguro, no necesitaste ser mi destinado para entregarme la tranquilidad que buscaba. —Expresó apretujandome con sus brazos. —Hubo una persona en mi pasado, que creí que era la correcta, pero me rechazó en más de una ocasión, creí que era por ser un omega, ya que en ese tiempo no habían muchos omegas macho y la gente los veía como raros, pero tu me has llenado de amor, me has aceptado como soy, es algo por lo que estoy muy agradecido, contigo a mi lado no siento los estragos que la guerra deja en los soldados. Nunca te vayas de mi lado.

— No me pienso ir del mejor lugar que he encontrado y si me voy, será por razones de peso, pero siempre te llevaré conmigo, en donde sea que esté.

— No oscurezcas la plática.

— Es la realidad Steve, estamos expuestos a la muerte, lo sabemos desde el momento que aceptamos dedicarnos a proteger a las personas y si mi muerte es la única forma de salvarte, estoy dispuesto a hacerlo.

— No quiero que mueras protegiendome, quiero que vivas para cuidarme.

— Tu eres mi prioridad, te amo más que a mí mismo— Respondí levantándome con el en brazos para dar por concluida la conversación.

— Me gusta que me cargues, me calma, siento que estando así nada malo me puede pasar, además de que si me agachó un poco puedo escuchar tu corazón, así me siento más cerca de ti.

— Que romántico se levantó hoy capitán.

— Si, pero se arruinó con lo último que dijiste.

— ¿Diciendo Capitán? Para mí suena sexi. Puedo decirte Capitán mientras lo hacemos y estoy seguro de que te va a calentar.

— ¡Tony! — Chilló el rubio ruborizandose — Siempre terminas diciendo cosas sexuales.

— Lo siento, es que eres tan provocativo—Respondí sentándole al lado del lavabo para poner a llenar la tina. — Tranquilizate, no vamos a hacer nada en la bañera— Dije al percibir el aroma a nevios a su alrededor. — A no se que tu quieras — Agregué metiéndome en su piernas para besarlo mientras el seguía sentado frente al espejo.

— Tony, no vamos a hacer nada indebido — Expresó poniendo sus manos en mi pecho para alejarme, pues el beso había subido de intensidad, nos habíamos perdido tanto en nuestra burbuja que Jarvis había cerrado las llaves de la bañera.

— No es indebido si tú lo quieres — Respondí coqueto.

— Lo será si nos hace llegar tarde, recuerda que tenemos que llegar temprano a la Torre.

Rápidamente me quité la camisa y la ropa interior para meterme al agua sin vergüenza alguna. Steve se bajó de un salto del mueble y se quedó parado frente a la tina.

— ¿No me acompañas mi amor? — Pregunté coqueto y Steve se sonrojo, luego procedió a quitarse la camisa y quedó a mi vista su escultural cuerpo, sólo cubierto por su ropa interior. Me puse de pie al ver su duda y lo tome de la cintura para acercarlo lo más posible al borde de la bañera y tome el elástico de su ropa interior con mis pulgares para bajarlo por sus caderas hasta que cayó por si solo en el piso y el dió un paso para quedar libre de ellos. — Entra de espalda a mí — Dije ofreciéndole mi mano para entrar al agua y cuando el estuvo sentado en la porcelana yo también tomé haciendo detrás de él.

— Que bien se siente el agua. — Dijo arrecostandose en mi y cerrando sus ojos.

Tome un poco de agua entre mis manos y la deje caer en su cabello para luego dar un suave masaje en su cabellera, un sonido de satisfacción salió de sus labios con esa acción, así que tomé la ducha de mano y mojé su cabello, tome un poco de shampoo e hice espuma en mis manos y lo aplique en su cuero cabelludo en suaves masajes circulares.

— Eres un greñudo — Bromeé pues había jugado con su cabello dejándolo hacía varias direcciones con ayuda de la espuma. Lo que hizo reír al rubio y abrió los ojos.

— ¿Manzanilla? — Ironizó tomando el bote de shampoo que estaba en la orilla.

— Es para mantener mi cabello castaño. — Rezongé quitando la espuma de su cabello con agua.

— Le diré a Jarvis que pida el mismo para mi — Dijo leyendo las instrucciones del bote.

— Tú tono rubio está perfecto y ya nadie lee las instrucciones — Me burlé quitándole el bote para poner un poco en mis manos y comenzar a entregar mi cabeza sin la delicadeza con la que había masajeado el cabello de Steve.

— Yo lo haré — Afirmó el omega arrodillarse entre mis piernas para lavar mi cabello.

Masajeaba con tanta ternura mi cráneo que sentía que me podía dormir con la leve fricción de las yemas de los dedos. La exquisitez con la que hacía esa simple acción me demostró el amor que me tenía, ese pequeño acto me hizo pensar en la fuerza que el tenía, pero no la estaba aplicando, ese gran e imponente soldado se estaba comportando como un omega con su alfa. Hacia flaquear a cualquiera al aparentar ser un alfa, pero en este momento se estaba comportando como si sus manos fueran de algodón, tocandome con esmero y meticulocidad como si yo fuera un delicado pétalo. Las caricias de las manos de mi omega eran como los toques de una seda en mi piel. Gracias a su naturaleza omega o al suero en su sangre no habían callos en sus manos, lo que lograba un roce grato.

— Tienes manos mágicas, en otras palabras, manos de omega. — Aprobé tomandolas cuando terminó y dejando un beso cerca de sus nudillos en ambas manos. — Ahora déjame consentirte — Agregué poniendo jabón líquido en una esponja para masajear su cuerpo.

Acaricié todo su cuerpo con la esponja, pero me entretuve más en su cintura, me encantaba que se viera más pequeña, el contraste perfecto con su bonita cadera y sus gruesos muslos.

— Puedo hacerlo yo — Ordenó ruborizado el rubio para detener el toqueteo de mis manos que estaban por llegar a su entrada.

Me hubiera gustado llevar mis dedos a esa zona, aunque sabía que no había semen ahí de la noche anterior. El morboso pensamiento de ver salir de su orificio mi semilla me llegó a la mente y tuve que desviar la mirada de su cuerpo para que la excitación no llegara a mi cuerpo. De modo que me concentré en enjabonar mi cuerpo rápidamente. 

Steve se levantó de la bañera dandome una vista espectacular, el agua chorreando de su cuerpo, en otra ocasión me gustaría secar su cuerpo con mi lengua. Mis pensamientos fueron interrumpidos por una mano que me sujetó de la muñeca y como acto reflejo tire hasta liberarme, mi respiración se apresuró por lo que acababa de pasar, imágenes de cuando Steve me tomó por la fuerza en su celo se adueñaron de mi mente hasta que escuché su voz.

— Tony, ¿Qué te pasa? — Preguntó con un tono de voz angustioso, en un segundo se arrodilló frente a mi y nuestros ojos conectaron, cuando no vi nada más que preocupación en sus ojos respiré con tranquilidad.

— Nada, actué por impulso.

— ¿Estás seguro?— Cuestionó poniéndose de pie al mismo tiempo que yo.

— Claro, beloved. — Respondí dejando un rápido beso en sus labios y dando un paso para salir de la bañera.

Nos vestimos y nos enfundamos en los trajes, sería un buen momento para dormir, siempre que volaba era mi momento de siesta y está vez no fue la excepción. No tenía idea de lo que hizo Steve en el viaje, pero yo logré entrar antes a la Torre, pues el traje que escogí no se desensamblaba, sólo se abría, en cambio el que uso el rubio se desarmaba en una plataforma con la ayuda de Jarvis.

— Por eso no me esperaste — Señaló Steve al entrar la cocina y encontrarme comiendo golosinas.

— Hace varias horas no consumía nada, tenía hambre.

— Te pondrás gordo si continuas con tan mala dieta.

— ¿Ya no me amaras si estoy gordo? — Pregunté deteniendo mi mano dentro de la bolsa.

— Claro que lo haré, Tony.

— Entonces no me preocuparé— Afirme sacando más dulces — Y hago ejercicio, así que no me pondré gordo.

Steve se sirvió un vaso de agua y yo continúe sentado comiendo los dulces del paquete. Hasta que escuchamos unas risas acercándose a la cocina.

— Tony, volviste.—Dijo Pepper apresurandose a abrazarme. — Te extrañamos.

—¿Te recuperaste?— Preguntó Natasha cerca de mi oído cuando me abrazo. Y yo le di una mirada confusa — No me dijiste de qué,  yo sólo se que tenías que hacerlo.

— Si, estoy bien... supongo —Dije eso último en un susurro.

— Y... ¿Cómo la pasaron?

— Tony — Chilló Pepper.

— Exuberante— Respondió Natasha.

— ¿Y los detalles?

— Eso no se cuenta Tony — Sentenció la viuda giñandome un ojo con una sonrisa coqueta.

Natasha metió la mano en mi bolsita de dulces y tomo varios, le dio algunos a Pepper y ellas se hecho de golpe en su boca los que sobraron. Iba a seguir comiendo mis dulces cuando escuchamos un grito, el grito de Bruce. Así que todos salimos corriendo a su habitación. En dónde encontramos a un Clint sin camisa y a un pelinegro en la cama.

— ¿Qué pasó? — Preguntó Steve sorprendido

—Yo sólo era un omega en celo en la habitación equivocada— Dijo Bruce viendo a la nada sentado en la cama — Esto es violación y no hay nada peor que eso, pero espera, si la hay, una mordida.

Todos nos mantuvimos en silencio, sin saber que decir, sin movernos del lugar, sintiendo la nube de feromonas que había en la habitación, el olor mezclado del celo de un omega y un alfa le provocaba náuseas a un alfa, por lo que apenas llegamos Natasha y yo sentimos las repulsivos feromonas y retrocedimos con ganas de vomitar, aunque la pelirroja se veía más controlada.

— Jarvis, limpia el ambiente.

— Yo creo que los dejaremos un momento para que lo hablen — Informó Pepper, sacandonos a todos del shock que acabábamos de tener.

— Que poco les importo, ¿Me dejaran sólo con esta injusticia? — Preguntó dolido y ninguno de nosotros se atrevió a contestar, no sabíamos como reaccionar, yo nunca había estado en una situación parecida. — Es claro que sólo me ven con una perra que necesita alivio y que necesita un dueño que la amarre, tienen los mismos prejuicios que todo el mundo.

— Brucie, no es así, yo me voy a quedar contigo, Clint sal y todos también.

— No te dejaré sólo con mi omega — Gruñó molesto el rubio.

— No me interesa un omega enlazado — Dije como si nada, hasta que escuché el jadeo triste del omega. — Brucie no me mal entiendas, eres muy guapo, cualquier alfa estaría encantado contigo, pero no yo, bueno yo también, pero no es te quiera como pareja y que quiera acostarme contigo, digo no me importaría hacerlo, eres muy sensual pero le soy fiel a alguien y creo que es mejor que me calle antes de que tu alfa me corte la yugular — Aclaré luego de escuchar los múltiples gruñidos del rubio alfa.

— Puede salir todos, necesito cambiarme.— Dijo apenado el peligro, pues sólo era cubierto de la cintura para abajo con una sábana.

— Stark no te dejaré sólo con él.

— Clint deja de razonar como alfa hormonal, piensalo bien, Bruce y yo hemos trabajado juntos durante todo este tiempo en la Torre y no he intentado nada, si lo quisiera ya habría actuado.

— Tony tiene razón Clint, y Bruce tiene más confianza con él que con todo nosotros, déjalo desahogarse con este idiota y sabes que este alfa no es de compromisos, digo, siempre fue un playboy, no se va a interesar ahora en un omega, casi los repele.

Clint se fue sin decir nada, un momento después se fueron Natasha y Pepper, dejándonos sólo a Steve y a mi.

— Creo que yo dejaré que hablen.

— No olvides que te quiero — Le dije dándole un corto beso.

El omega sonrió y se fue hacía su habitación mientras yo esperaba en la puesta a Bruce, ¿Por qué siempre termino intentando consolar a los del equipo? Mi alfa me dijo que eran mi manada, pero yo ignoré ese pensamiento, sólo estábamos juntos por trabajo, Fury dijo claramente que era bueno que estuviéramos juntos por si el mundo tenía otra emergencia.

— Vamos a un otra habitación, no quiero sentarme sobre sus fluidos — Dije intentando bromear y luego me golpeé mentalmente por mi pésimo humor. — ¿Puedes caminar bien? No me molestaría cargarse si te duelen los músculos, luego de un celo los músculos se sienten contracturados.

— Estoy bien. — Dijo el omega saliendo del cuarto y arreglandose los lentes.

— No, no lo estás, por eso no te dejaré solo— Susurré apresurandome para abrir la puerta de la nueva habitación.

Apenas cerré la puerta el omega me abrazó y la acción fue seguida por un incontrolable llanto, feromonas amargas llenaron la habitación, no intente aplacarlo con las mías, pues sabía que el necesitaba liberar ese dolor y si yo soltaba mis feromonas tranquilizantes lo privaría de desahogarse a su gusto.

Cuando el omega se calmo terminamos durmiendonos juntos, en la misma cama, comprobando una vez más que un alfa y un omega pueden dormir juntos sin la necesidad de sentir algo sexual.

2 de Octubre 2020

Suban todo el brillo de su teléfono para ver el multimedia 😏😉

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