
Cherry Blossom
[Narrador: Hyungwon.]
La soledad abraza mi cuerpo. Las cajas siguen vacías en el pasillo de mi nueva casa. No sé qué hacer o a quién llamar. No conozco a nadie, soy nuevo en la ciudad. ¿Debería pedir comida? Al menos si me muero, que no sea de hambre. Cojo el móvil y llamo a una de las empresas de comida rápida a domicilio más cercana. Pido una ensalada ranchera y una pizza de gambas. Una Coca-Cola. Y helado de caramelo.
El repartidor no tarda en llegar. Son las diez y media de la noche. Saco de mi billetera los 17,90 euros que ha costado toda la comida. Joder, no me voy a acostumbrar nunca a Alemania. El dinero, la gente. Todo tan distinto. Tan nuevo y necesario.
Me siento en el suelo y empiezo a comer mientras veo una serie de Netflix, así puedo entenderlo en mi idioma. A las doce termino de comer y me voy a la cama. Ya recogeré por la mañana. Aviso a mi madre de que sigo vivo. Ella se alegra e insiste en que salga a conocer personas nuevas. Le preocupa que esté solo. Madres.
Me meto en algunos fotos de Internet, es verdad que necesito compañía, amigos. Alguien. No recordarle a él. En la pantalla aparecen locales de fiesta, fincas para estar frente a la hogar con los familiares o amigos. ¿Qué me apetece? No lo sé. Solo llevo cuatro días en Alemania. Abro el enlace de una discoteca nueva que han hecho. 20 euros la entrada, 5 euros por consumición. No está mal. Voy bien de dinero. Compro una entrada para este viernes, tendría que llegar mañana. Cierro los ojos y recuerdo mi antiguo hogar, a Mark. No hubo despedida, solo el recuerdo de la noche anterior. Esa discusión. Pero joder, yo tenía la razón. Me sentía solo, todo era la misma rutina. Siete años de pareja. El mismo sexo aburrido. Los mismos besos sin afecto. El mismo apodo cariñoso que salía de mis labios por inercia y no por sentirlo de verdad. Me agobiaba, me aburría hasta mi trabajo, no había planes de futuro. ¿Ese era mi destino? Sinceramente, no.
Los rayos de sol se cuelan por la ventana. Mierda, no bajé las persianas. Cojo el móvil. Las doce de la mañana. Salgo de la cama y voy al baño para ducharme. Vuelvo a sentirme solo, no hay nadie que me lave el pelo o me empotre contra la mampara de la ducha. Se siente bien. Después de mucho tiempo, me siento libre. Salgo de la ducha y me pongo unos jeans ajustados y una sudadera. Desayuno. Agarro el móvil, la cartera y las llaves. Miro mi nueva casa. Salgo. El viento frío me acaricia la cara. «Joder. Hace cuánto no respiraba».
No hay mucha gente por las calles, hace frío y en mi zona solo hay gente mayor. Que pena. Voy directo a la parada de bus y miro el mapa para ubicarme y por los horarios. Le digo al conductor que me bajo en la tercera parada. Pago y me siento justo detrás del conductor. «Los auriculares». Me doy una bofetada mental por ser tan olvidadizo.
ㅡ Próxima parada. Unter den Linden. ㅡ la mía.
Sonrío al conductor y bajo del autobús. Por aquí hay más jóvenes. Algunas parejas que pasean juntas. No pienso en él. Entro en un bar para tomar la primera cerveza del día. Caerán más.
La camarera es muy simpática. Le agradezco a mis padres que me enseñaran a hablar alemán. Tal vez este sí que era mi destino. Darme cuenta de la vida de mierda que estaba llevando para acabar aquí. Doy un trago a la cerveza. Y otro. Y otro más. El sonido de un mensaje llega a mis odios y me sorprendo. No es Mark, es una vieja amiga con la que no hablo desde que terminé la etapa de la secundaria.
«Hola Hyungwon. No sé si mis ojos me engañan pero creo que te he visto. Aquí en Berlín. Es una locura porque no hablamos desde hace años pero contestame si eres tú.» ¿Qué respondo? Sí, soy yo. Tu amigo de la adolescencia. El que vive solo en Alemania. «Hola ChanMi. Sí, es posible que sea yo. Hace unos días me mude aquí.». Dejo el móvil en la barra y me acabo la cerveza. Me hago pis. Pregunto dónde está el baño y voy hacia allí. Para mi gran sorpresa, hay una pareja liándose. No creo que sea un baño mixto pero no entro en discusiones. Ellos me miran. La chica pelirroja se coloca la mini falda y se mira en el espejo para retocarse el pintalabios. Él, se sube la cremallera y tose incómodo.
—Hola. - me dice la chica mirándome por el espejo. Yo término de mear y voy al lavabo para limpiarme las manos.
— Hola - sonrió un poco. ¿Por qué me habla? Les he interrumpido. Cierto. - no quería molestar es que...
— Si no hubieras sido tú, habría sido otro - dice el chico. - ¿Eres nuevo? No tienes acento.
¿Tanto se me nota? Supongo que sí, no he practicado mucho.
—Me mude hace unos días - me apoyo en el mármol y les miro. Si no son pareja, lo parecen. Él alto, moreno y ojos verdes. Ella, bajita, larga melena y un cuerpo de escándalo.
— ¿Vives solo?
— Si - se lo cuento - lo dejé con mi ex y la vida me trajo hasta aquí - los tres reímos. Son agradables.
— Puedes salir con nosotros. Tampoco es que seamos muy sociales con las personas pero tú pareces ser la excepción - el chico la mira. Él no piensa lo mismo. - claro que no te estoy obligando.
— Iba a quedar con una vieja amiga pero sí, porqué no. Así le puedo contar a mi madre que ya no me secuestrarán por verme pasear solo.
La pelirroja se ríe y él sonríe. Seguimos en el baño.
— Soy Valery y este es Johnny.
— Hyungwon
Los tres salimos del baño y en la barra la veo. Tan rubia y linda como siempre. Una camisa a cuadros y unos vaqueros rotos en las rodillas. Sin maquillar. Espero que tampoco haya cambiado su carácter. Por mensaje no parecía.
— ¡Hyungwon! - Se acerca a mi y me abraza - estás más alto y más guapo ¿cómo lo haces? Que suerte que estés aquí - da unos saltitos de alegría. Después mira a las dos personas que están a mi lado y para. - ¿quiénes sois?
— Valery
— Johnny. Nos hemos juntado en el baño
— Sí. Les he pillado fo...
Cierro la boca inmediatamente. Aun no hay confianza. Ni somos amigos. Quién me manda hablar así.
— No importa - dice la pelirroja sonriendo forzadamente. - ¿otra?
Los cuatro nos sentamos en una mesa y pedimos una ronda de cervezas con patatas fritas. Mi segunda cerveza en otra ciudad y con quienes pueden ser mis amigos. Empezamos a hablar de nosotros. En qué trabajamos, si tenemos pareja, nuestros hobbies. Pasamos dos horas juntos, hemos congeniado muy bien. Me alegra.
— Nosotros nos vamos, se nos ha hecho tarde - se levantan. - Espera, tomar. Así mantenemos el contacto.
Los dos escriben sus números de teléfono en un papel y me lo dan. Se despiden con la mano y les veo marchar. Vaya, ya me siento menos solo. ChanMi sigue a mi lado, me toca el hombro y la miro.
— ¿Qué pasó con Mark?
— Entré en un círculo de monotonía. Todos los días eran igual. Él prometía y prometía pero después no cumplía nada. Ni contar en el sexo. El se corría y yo me dormía. Siempre fingiendo y hasta hace cinco días no se lo solté todo.
— Menudo estúpido.
— Supongo - me quedo callado unos segundos - el problema lo tenía yo. No disfrutaba ni un minuto. Esas cuatro paredes me asfixiaban. En mi trabajo iba a peor.
— Has hecho bien al salir de esa relación - me toma la mano.
Me lo pienso. Parece que podemos retomar la amistad. ¿Por qué no? Recuerdo la fiesta de mañana y decido que sería buena idea ir con ella.
— ¿Quieres ir de fiesta conmigo mañana?
— Dónde y a qué hora - los dos reímos. Sí, ha sido una idea acertada.
Le paso la dirección por WhatsApp y a la hora que es. Si aguantamos, estaríamos en casa un sábado por la mañana. ¿Aguantaré? No lo sé.
Pasamos juntos la tarde hasta que empieza a anochecer y el frío aumenta. Nos despedimos con un abrazo en la parada de bus y cuando me subo, la veo por la ventana. Parece que no se irá hasta que me vaya yo.
Llego a casa a las ocho de la tarde. A mi casa. Debería tirar las cajas y comprar más muebles o alguna planta. Pero de momento, me cojo una ensalada de frutas y me meto en Twitter. Me río con los memes, leo las peleas que tienen algunas personas y de pronto, ahí está. Un video porno. Dos hombres, desnudos. Uno encima de la mesa y el otro entre sus piernas. Yo nunca tuve sexo en una mesa. ¿Por qué? Se besan, se tocan; gimen y se excitan. Con Mark nunca llegué a tal nivel. Considerame un experto en fingir orgasmos. El hombre de la mesa se tumba, dejando que el otro le toque a su entera libertad. Yo empiezo a tener calor, me sobra la sudadera y me aprietan los jeans. «Mierda» Voy a estrenar el sofá.
Me bajo los pantalones y calzoncillos. Play. Los dos hombres siguen tocándose, se besan mucho. ¿Cómo es besar a tu pareja en el sexo? Lo único que me dejaba hacer Mark era una mamada y cuando él estaba deprimido. Me olvido de él, no quiero que esté en mi mente la primera vez que me masturbe solo.
Siento mi piel arder, cierro los ojos y entre-abro los labios. Me concentro más en el audio que en el video. Me toco cuando él vídeo termina, apagó el móvil y sigo yo solo. Me tumbo en el sofá, acaricio mi plano abdomen, pellizco mis pezones y con la otra mano le doy placer a mi polla. Es genial, estar solo, tocarme como me apetezca sin que nadie me diga otra cosa. Y de pronto, suena la puerta. Joder.
— ¿Si? - balbuceo poniéndome la ropa. Supongo que terminaré más tarde.
Voy a la puerta y abro. Un hombre se presenta ante mis ojos. Grande, pelo negro, ojos negros abismales, quizá dos centímetros más bajo que yo pero enorme a mi lado. Sigo débil, caliente y él es una fantasía.
— No quiero interrumpir lo que estés haciendo pero ¿podrías bajar el volumen? No me concentro.
Mi cara debe ser un cuadro. Qué voz, profunda, suave. Se cruza de brazos esperando una respuesta. Yo carraspeó y asiento. «¿Qué coño haces Hyungwon?».
— Perdón, no sabía que las paredes eran de cartón piedra... -sonrió para que el ambiente no esté tan tenso pero él mantiene su enojo. - ¿vives...vives al lado?
— Piso de arriba. - él relaja el ceño - Mira, eres libre de hacer lo que quieras pero mañana tengo un examen muy importante y necesito concentración.
— No volverá a suceder.
Mi vecino asiente con la cabeza y se mete en el ascensor. Me meto en casa y me apoyo en la puerta. ¿Desde cuando un hombre me pone tan nervioso? Cierto. Llevo casi toda mi vida con Mark. No he conocido a otros hombres. Vuelvo al sofá pero esta vez solo cojo el móvil. Se me han ido las ganas de correrme. Cómo no. Me tumbo en la cama y abro el chat de ChanMi.
«Mi vecino está bueno. Y acabo de descubrir que has el mínimo ruido que haga, él lo va a escuchar. Vive en el piso de arriba. Joder, que impacto». Ella no tarda en responderme. «Cómo se llama. Qué estabas haciendo para conocerle» «Nada...nada importante. Aquí vivo. Mañana pásate por mi casa y así vamos juntos a la fiesta» . «¡Sí! Conoceré a tu vecino».
Me río antes de apagar el móvil. Pienso en él. ¿De dónde han salido?. Me quito la ropa y me tapo con las sábanas. Hace frío pero yo sigo caliente. Acabo de dejarlo con mi primera y última pareja de años. ¿Se permite pensar en otros hombres? No estoy muy informado.
Un sueño erótico, me levanto sudando así que decido darme una ducha y cambiar las sabanas antes de que mi amiga rubia aparezca por aquí. Desayuno un café bien cargado y una manzana. Me visto y espero a que llegue ChanMi.
¿Estará haciendo ese examen tan importante? Son casi las once. Seguro que sí pero ni le conozco y seguramente le caiga mal, no puedo ganarme su confianza.
Por fin llega ChanMi. Le abro la puerta y ella me da un beso en la mejilla. Parece entusiasmada. Lleva un vestido rosa con mariposas hasta las rodillas y taconazos. Esta más alta pero sigue sin superarme. La invito a que se siente en el sofá, ya ha desayunado. Me siento a su lado.
— ¿Te estás acostumbrando a la casa?
— No, la veo muy vacía, sin color - los dos miramos a nuestro alrededor y ella asiente haciendo una mueca. - ya tendré tiempo. ¿Alguna novedad?
— Sí - se vuelve a emocionar y se sienta de rodillas en el sofá - me han aceptado en la Universidad. Mis padres se han alegrado tanto que me van a comprar un billete para volver a Corea. Mis amigos se mueren de ganas por verme.
Y ahí está otra vez ese sentimiento. El de la soledad, pensar que cuando se vaya no voy a hablar con nadie, bueno sí, con mi vecino para regañarme cada vez que me masturbe o tenga sexo con desconocidos.
ChanMi nota mi incomodidad y se acerca a mi. Pasa su mano por mi mejilla y hace un puchero. Parece una niña pequeña. Una adorable y tierna. Como la recordaba.
— No pienses que me olvidaré de ti. Corea ya no es mi hogar y te he recuperado. - me da un beso en la mejilla y yo la abrazo. Se siente bien, cálida. - También tienes a Valery y Johnny.
— Me dijeron que no eran muy sociales. Les pillé follando en el baño de ese bar. Puede que solo quisieran agradecerme por no contar nada. Hablamos pero no demasiado.
— Vaya engaño. Pero nada de malas caras ¡Hoy hay fiesta! ¿Qué te vas a poner? - se levanta del sofá y camina hasta mi habitación. Yo la sigo. - Qué... ¿De dónde has sacado estos trapos?
— ¡Oye! - me pongo delante del armario y ella se sienta en la cama. - esta es mi primera opción, la segunda es no ir y quedarme en casa. - ella se ríe.
Saco del armario una camisa color champán, unos vaqueros negros ajustados con un cinturón de cuero. ¿Convincente? .
— Ponte alguna cadena de oro y algún reloj. ¿Tienes brillo de labios? Yo tengo, te lo presto. ¿Perfume? - se acerca a los cajones y saca el que siempre me pongo. Aroma a almendras. Sí, no soy muy hombre para los perfumes, son demasiado fuertes y me agobian. - rízate el pelo. ¡Ah! Pareces un angelito.
Yo me río por su repentina euforia. Hago lo que dice. Se hacen las tres de la tarde. Comemos a domicilio y pasamos la tarde entre Netflix y cervezas para ir asentando el hígado. Esta noche quiero romper Berlín. Vivir. Disfrutar. Hacer ruido.
Doce de la noche. Llegamos a la discoteca. Cherry boom. Bonito nombre. Ya me imagino que clase de personas se encuentran dentro. Le damos las entradas al Guardia de Seguridad, nos da el paso para entrar y de pronto la música nos rompe los tímpanos. El ambiente esta cargado, las personas cantan, bailan, beben y fuman. «No parece lo mismo en la foto» ChanMi me agarra de la mano y yo se la aprieto para no perderla. Llegamos a la barra y pedimos unos Gin Tonics rosas. Pagamos los cinco euros de consumición y mientras nos los tomamos, miramos a la gente. Quiero divertirme al igual que ellos. Veo como una chica mira a mi amiga con diversión en sus ojos. Como si fuera una niña pequeña, me pide si le doy el visto bueno. Yo vuelvo a mirar a la morena, parece una chica normal y corriente, con unas copas de más pero normal. Asiento y mi amiga se va con ella. Me quedo solo. No sé que hacer.
— Otra para mi.
¿Tan rápido se me iban a acercar? Por Dios. Miro a mi lado y me quedo de piedra. Retiro lo dicho. No me lo puedo creer. ¿En serio?
— Hola - me atrevo a decir. Él me mira con su copa en la mano y sonríe de medio lado.
— ¿Qué haces que no sales a bailar? No me digas que vas a pasarte toda la noche aquí.
Mi vecino, joder está tremendo. Alzo los hombros como si no me importase y bebo. Él hace lo mismo pero sin quitarme ojo. El calor invade mi pecho. Un calor inesperadamente nuevo. Será el Gin Tonic. Sí.
— Me llamo Wonho - grita por encima de la música. Demasiado ruido para mi gusto.
— Hyugwon... - me tiemblan las manos. Pido otra copa. - ¿qué tal con ese examen? - está bien preguntar.
— Muy bien, no era tan difícil como nos hicieron creer.
Yo sonrió. Hace mucho que no estudio. No sé cómo seguir ese tema pero parece que él sí. Deja su copa en la barra y se levanta del taburete. Se pone detrás mía y se acerca a mi oído.
— No has gastado 20 euros para sentarte y no hacer nada. Yo te debo una disculpa, vamos. - me levanta del taburete. Está fuerte. Tiemblo.
Yo le sigo hasta el centro de la pista. Veo de lejos a mi amiga, para su suerte, ya ha encontrado a alguien para llevar a la cama. La misma chica que la sedujo con la mirada le está comiendo la boca y ChanMi parece disfrutarlo. Me alegro. ¿Cómo acabaré yo la noche?
Mi vecino, o sea, Wonho se pone detrás mía. Me sujeta las caderas cuando empezamos a bailar. Cierro los ojos, las luces celestes de la discoteca se cuelan por mis párpados, siento las manos de Wonho apretarme con fuerza. Pongo mis manos sobre las suyas y me dejo llevar. Quiero vivir, olvidarme de mi pasado, del error que hasta ahora no sabia que cometí.
Wonho me pega más a su cuerpo, acerca su cara a mi cuello y me huele. El cuello, el pelo, la mejilla. Le doy las gracias a mi rubia por elegir este perfume. Le gusta, lo sé. Noto en mi culo su pene que va creciendo. ¿Le pongo? Ayer no lo parecía.
Me giro y le abrazo por los hombros. Su mirada, esa que vi por primera vez. Oscura, sexy. Me mantengo firme. Seguimos bailando al ritmo de God Is A Woman. Baja sus manos hasta mi culo y me da un ligero apretón. Yo reaccionó. Nuestras miradas se conectan y brillan. Soy débil, él me tienta y yo le deseo. A la mierda Mark. Le he olvidado. Hoy por lo menos.
— Vamos al baño - me susurra en el oído. Yo asiento y le guío hasta el baño pasando por encima de ciento de personas.
Cuando entramos, después de esperar a que salieran dos personas. Cerramos la puerta y ahí comienza mi noche. Me siento sucio, no porque el baño fuera un pozo de enfermedades, sino porque jamás tuve un encuentro sexual como este. Siempre ha sido en la cama, yo abajo y él arriba. Esta vez no.
— Estás precioso, ángel - la segunda vez que me llaman así. Me lo creo.
Me empotra contra el lavamanos y me empieza a besar. Sus labios son carnosos, no tanto como los míos. Suaves y su lengua sabe a ese licor rosa. No dejamos de besarnos, estamos calientes, sudamos. Me muerde el labio y se separa. ¿Qué hace? Me desabrocha los pantalones y se agacha. Lo va a hacer. Lo va a hacer.
— Me gusta tu cuerpo, Hyungwon. - ¿le gusta?
Oímos los golpes en la puerta. La gente se mea y nos da igual. Es nuestro momento. Mi momento. Que esperen.
Wonho besa la cara interna de mis muslos sube hasta mi entrepierna. La mancha de humedad en mis calzoncillos se nota y me da vergüenza. Joder, todo esto es nuevo. Él saca la lengua y lame la punta de mi pene por encima de ellos. Jadeo. Me baja los calzoncillos con la boca y mi pene salta. Me siento desfallecer. Wonho se lo lleva a la boca, esta caliente. Mark nunca lo hizo.
— Wonho...termina rápido antes de...- estampa su mano contra mi nalga y grito. El placer se junta con él dolor. No sé quién ganará. - ...entren.
Me hace caso. Se ayuda con la mano. Yo me apoyó en el mármol del lavamanos y me arqueo. Me voy a correr. Nadie me va a interrumpir. Nadie me lo va a impedir. Wonho se levanta y me besa. Saboreó mi propio sabor, no me desagrada, solo me excita más. Sigue el trabajo con su mano, yo me aferro a sus brazos y grito de placer cuando me corro. Él me abraza, yo le abrazo.
— ¿Qué tal? - sonríe.
— No puedo ni moverme - reímos.
Me sube la ropa y nos lavamos la cara con agua.
— Quisiera llevarte a mi casa pero hay demasiada gente.
— Vamos a la mía.
Wonho sonríe y tomados de la mano salimos del baño. Recibimos las miradas de odio de algunas chicas. Que más da. Mientras ellas apoyan sus culos en retretes meados, yo voy a tirarme al vecino más sexy de la historia. Salimos de la discoteca. Me pido un segundo para escribir a ChanMi, no quiero que se asuste. «Me voy a casa. Disfruta de la noche. Nos vemos mañana» Mañana que ya es hoy.
Tomamos un taxi. Wonho no se detiene. Se sienta a mi lado y acaricia mi muslo. Nos miramos, otra vez ese brillo. Me acaricia la mejilla y el mentón. Quiero besarle.
— Cuándo te sonrojas pareces un bebé - se muerde el labio.
Soy yo quien toma la iniciativa. Le beso. Mi lengua toma el control, él se deja llevar. ¿Cuándo he tenido yo el control en algo? Nunca. Me siento poderoso. Wonho me toma de las mejillas y gime en mi boca. Nos excitamos, olvidamos al conductor que nos mira por el retrovisor.
Me apoyo en su cuerpo, me encanta que sea tan grande, como si me pudiera proteger como un escudo. No. No debería sentirme así. Pero me es inevitable. Wonho se separa y yo me quejo. El conductor nos avisa de que ya hemos llegado. Pago rápido, dejo que se quede con el cambio y nos bajamos. Llegamos rápido a mi casa. El me abraza y entre sonrisas nos besamos hasta que entramos a mi habitación y me empuja para caer los dos a la cama.
— ¿Tienes preservativos? - me pregunta.
Yo intento recuperar la cordura, me separo de él y pienso. Nada. ¿Yo qué iba a saber que tan pronto encontraría a otro hombre? Pensaba que mi reciente ruptura duraría más. Wonho se impacienta, no quiero que se vaya. ¿Qué hago?.
— Lo siento, no creía que... - él me da un beso.
— ¿No te importará hacerlo sin condón?
¿Me importa? Las apariencias engañan. Pero confío en él.
Niego con la cabeza y el sonríe. Volvemos a besarnos para recuperar el deseo. Él se quita la ropa y yo le sigo. Quedamos desnudos, nos miramos de arriba a bajo.
— ¿Terminaste lo que interrumpí ayer? - será estúpido. Se ríe, disfrutando.
— Pues no. No quería molestar a nadie más - y porque se me fueron las ganas. - Wonho...te importaría si cambiamos de postura. No me siento muy cómodo abajo...
Quiero saber cómo es él en la cama primero. Me disgustaría muchísimo si actúa igual que Mark. Que solo goce él. No. También es mi noche. En mi nueva casa. Mi cama. Mis normas.
— Lo que tú quieras, ángel. - se tumba en la cama y yo le miro anonadado. - vamos, ¿es lo que quieres, no? - me acaricia la cintura, mi espalda baja.
Estoy feliz.
Me siento a horcajadas sobre él, me acaricia las piernas, su polla está entre mis nalgas, quiero fricción. Poso mis manos sobre su pecho y comienzo a moverme sobre él. Los dos soltamos quejidos, no tengo lubricante y él parece saberlo.
— Chúpalos - pone tres dedos en mis labios y le obedezco. Los lubrico con mi saliva hasta que él los saca y los acerca a mi entrada. Siento un escalofrío cuando me estimula. - ¿te gusta?.
¿Por qué es tan atento? Tan diferente y tan bueno. Solo va a ser una vez, no se va a repetir. ¿Me da pena? Claro que sí. Asiento a su pregunta y me apoyo en su pecho mientras me dilata con sus dedos. Pronto, necesito más. Wonho saca sus dedos de mi interior y el vacío se hace presente. Con sus manos, separa mis nalgas y me penetra poco a poco con su polla. Yo me siento de golpe.
— Es grande... - logro decir con la garganta seca.
Otra vez recuerdo a Mark, nada que ver. Vuelvo al presente. Wonho me esta mirando, tiene las mejillas rosas y me resulta adorable. Comienzo a moverme, arriba y abajo. Arriba y abajo. Así hasta que él aumenta el ritmo. Se sienta en la cama provocando que se enterrara más en mí si eso es posible. Me besa en el cuello, en el mentón, en las mejillas y hasta en la frente. Yo paso mis brazos por su cuello, siento su aliento en mis labios. Le beso.
— Aun sabes a cereza - susurra. -...dulzura.
— Y tú a alcohol. ¿Acaso estás cuerdo? ¿Te acordarás de esto?
Yo si
— Ah, ¿no es un sueño? - sonríe.
— Que idiota - me río.
Wonho me tumba en la cama sin salir de mi. Se mueve encima de mi y me gusta. Me gusta como el punto más sensible de mi cuerpo es torturado por su pene. Una y otra vez. El calor en mi pecho no desaparece y sé de que es. Unos minutos más tarde, me corro y grito. Mi segundo orgasmo en la noche (o en la mañana, ya no se que hora es). Wonho sale de mi y se masturba. Lo miro, sus expresiones, como se muerde el labio mientras me mira a los ojos. Todo es nuevo para mi. Él se corre manchando nuestros cuerpos. Se tumba a mi lado y me abraza. ¿Qué viene ahora?.
— Hyungwon
— Dime - tengo miedo. Hace seis años que no siento algo como esto. Un orgasmo real, besos, caricias, confianza. El primer año con Mark fue de ensueño pero después fue todo lo mismo. No he fingido con Wonho ni una sola vez. ¿Y él?.
— ¿Estas bien? Te noto...distraído.
— No. Digo sí, estoy bien.
— Creo que puedes contarme cualquier cosa después de lo que hemos hecho. - su mano acaricia mi abdomen con delicadeza.
— Algún día, te lo contaré todo. Si seguimos viéndonos.
Wonho me observa. ¿En qué piensa? En qué pienso yo. Él es genial y vivimos cerca. Por qué no.
— Quiero seguir viéndote.
— ¿Si?
— Yo no tengo sexo con desconocidos solo por una noche de fiesta y alcohol. Me he acercado a ti para una disculpa y porque me gustas.
— Pero si no me conoces
— ¿Y?
Yo aparto la mirada. No quiero cagarla pero tampoco quiero ilusionarme.
— Intentémoslo. Vivimos piso con piso y acabamos de tener sexo. ¿Qué es lo que te frena? - se acerca a mi y me da un beso en el hombro.
— Acabo de salir de una relación basada en la rutina y en la mentira.
Silencio.
— Algún día pasarás página y cuanto antes mejor. O, ¿acaso quieres darle vueltas al asunto y volver con esa persona?.
— Ni harto de vino volvería a sus brazos. -
— Entonces, date una oportunidad. A mi - otro beso - y si no funciona pues quedará en un bonito recuerdo - y otro más.
— Si que podríamos intentarlo...
— Que lindo eres cuando te sonrojas - se inclina y me besa. Adoro la textura de sus labios, como su lengua danza con la mía, sentir sus manos en mi pelo.
— Eso ya me lo has dicho - me río.
Wonho también se ríe y me atrapa entre sus brazos. Puedo acostumbrarme. Quiero que salga bien. Lo nuestro. Él y yo. En Berlín. Le doy un último beso y me estiro hacia la mesilla para coger el móvil. Él se queda dormido sobre mi. ¿Quién es el angelito ahora? Abro los mensajes y hago un grupo con ChanMi, Valery y Johnny. «Necesito consejo. Acabo de tirarme a mi vecino, me ha dicho que le gusto y él a mi también. Pero me da miedo que salga mal. Es tan distinto a Mark.» Johnny es el primero que me contesta. «No sé de relaciones entre hombres pero arriesgate. No pierdes nada. Ya has follado con él.» Valery recalca. «¡Os gustais! Sigue allí? » Yo miro a Wonho, se ha dormido. Escribo con una mano y con la otra le doy un masaje en la cabeza. «Si, se ha dormido. Parece un bebé (❁'◡'❁)».
ChanMi no contesta. Son las ocho de la mañana. Estará durmiendo, espero que después me cuente como ha ido su noche.
«Tío, apuesta por lo vuestro. Tú mismo lo dijiste. La vida te ha traído aquí. El destino. Puedes ser feliz y pasar página.» «A nosotros nos pasó lo mismo y llevamos tres años juntos. ♡».
Sonrió. «Gracias parejita. Os hablo más tarde.»
Apago el móvil y lo dejo en la mesilla de antes. Respiro ondo, me hace falta. Wonho esta abrazado a mi, le dejo descansar, yo también lo necesito. Aun me tiemblan las piernas por el orgasmo. Sonrió sin darme cuenta y termino quedándome dormido masajeando el cabello de Wonho.
Cuando me despierto, el entra en mi habitación con una bandeja llena de comida y zumo. Eso no es mío. Mi nevera sigue pelada.
— Lo he preparado en mi casa. Quería desayunar contigo. En tu nevera solo hay naranjas y agua. La comida a domicilio no es muy sana ¿sabias? - se sienta a mi lado y me da un beso en la punta de la nariz. - ¿has dormido bien?, yo sí - sonríe llevándose un trozo de tostada con mermelada a la boca.
— Pensaba hacer la compra en esta semana, señor fitness.
Él me da un codazo que me hace reír.
Desayunamos juntos. Hablamos de los planes que tenemos. Él tiene que ir a la Universidad para saber la nota de su examen y yo... Bueno, aprovecharé para hacer unas compras y decorar mi hogar. Ahora que voy a tener visitas más a menudo quiero que se vea digna.
— Hyungwon, me gustas mucho - dice de repente.
La vida tenía un propósito para mi. Hizo que me liberase y tomara decisiones que nunca me planteé. Puso ese vídeo en Twitter y me llevó a la discoteca. Conocí a Wonho y él me conoció a mi. Lo demás fue decisión mía. Confío en él. Sé que será distinto. Que no habrá una rutina. Saldrá bien. Lo creo así.
— Y tú a mi.
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