Capítulo 5.
Silencio.
Chanyeol y Kyungsoo se miraron a los ojos y pareció eterno lo que duró sólo un par de mili-segundos para que reaccionara. Las olas se oían claras y limpias en el fondo. Rió y miró abajo, sentía que sus mejillas se tornaban rosadas pero esperaba que no se notara demasiado.
—¿Cómo que ando con ese a escondidas, huh? Ni si quiera somos amigos.
—¿Para qué mientes, Soo?— Odiaba que lo llamaran "Soo". —Si el otro día los vimos abrazados detrás de esa colina, la que queda cerca de las rocas.
—¿Qué?!
Kyungsoo pudo divisar a Jongin por la avenida yendo en dirección a la playa, rogó para que se detuviese, que viera la desesperación en sus ojos y diera la vuelta, pero no lo hizo. Se quedó parado viendo qué hacían, preguntándose si debía seguir o devolverse, pero en eso Chanyeol lo vio.
—Mira, ahí está Jongin, mejor le preguntamos a él. —le hizo señas con una mano para que se acercara, y lo hizo.
Sin rodeos le preguntó lo mismo y él le dio una mirada a su novio como diciendo "y qué hacemos ahora", "no lo sé" le respondía Kyungsoo de la misma forma. Atinó a decir tonterías como que aquel día Kyungsoo estaba triste y por eso estaban así, había sido todo una coincidencia, sí, eso había sido, él sólo iba a ese lugar a dormir, dormía en la playa y no tenía idea qué iba a hacer "ese otro".
—¿Para qué se ponen tan nerviosos? Dios, ¿qué acaso ustedes dos son pareja? -Chanyeol lo decía como broma, pero ambos estaban bastante serios.
Se habían salvado de esa, por ahora.
Chanyeol había mentido.
Él no había visto nada, ni si quiera había ido a la colina, eran sus amigos los que habían llegado con el rumor y no de que se estaban abrazando, sino de que se estaban besando. No había creído mucho de la historia, pero sí se había dado cuenta de que Jongin nunca solía estar en casa en las tardes y siempre lo veía ir cerro abajo, lo mismo con Kyungsoo. Ambos salían a horas parecidas y volvían a casa igual. Era bastante extraño.
Decidió recurrir a la fuente primaria: Kyungsoo. Le hubiese gustado preguntarle a Jongin pero éste era mucho más rudo, podía mandarlo a la mierda y hasta darle unos golpes por ser un metiche, o por lo menos esa era la impresión que daba; en cambio, Kyungsoo era más pacífico, suave y, aunque no muy amigable, respondía las preguntas.
El nerviosismo de ambos al a penas decir "abrazo" lo confirmó. La historia era cierta. Todo indicaba que sí, desde las mejillas coloradas de Kyungsoo hasta las palabras de Jongin. Ahora se preguntaba de qué iba esa relación, ¿serían novios? ¿habría sido sólo algo de una ocasión y nada más? ¿debería decirle a los otros chicos?
Si lo contaba, arruinaría la reputación de Jongin de chico popular, y no quería hacerlo porque le simpatizaba, en realidad a todos le simpatizaba y sentía que no era así, quizás estaba confundido. No estaba seguro de Kyungsoo porque siempre había sido extraño, tal vez él obligó a Jongin.
No, Jongin es muy fuerte como para eso, nadie lo obligaría a nada, Kyungsoo debe ser, pero ¿cómo lo habrá hecho? debe ser un rarito total. Qué asco, y pensar que lo invitaba a mi casa, me he cambiado de ropa frente a él, dios ¿qué hago? hay que detener a Kyungsoo, no puede seguir molestando a Jongin, influenciándolo a irse al infierno, porque la gente así se va al infierno ¿no? Entonces yo también me iré al infierno por quedarme callado y ser cómplice. Tengo que contarlo, pero con cuidado, Jongin no tiene la culpa.
Chanyeol iba hecho una lluvia de pensamientos mientras volvía a casa. Decidió contarle sólo a un amigo, pero dejando a Jongin como víctima de Kyungsoo porque según él, así era.
***
En la escuela, como habían con suerte diez o menos alumnos por clase, todos los de secundaria hacían la clase de deportes juntos, separados hombres de mujeres. Mientras las niñas practicaban un baile, ellos jugaban a lanzar balones al aro de baloncesto o se quedaban sentados, no hacían mucho la verdad. Entre los sentados estaba Kyungsoo en una banca, leyendo una novela de misterio por cuarta vez.
Le agradaba leer mientras los otros sudaban, siempre lo hacía y nunca nadie lo molestaba, menos ahora que estaba en el último año, los menores parecían tenerle respeto. De vez en cuando desviaba la vista del libro para ver en qué andaba Jongin, y casi siempre estaba en movimiento tirando la pelota, corriendo, saltando, riendo, era bonito verle.
¡Bom! Kyungsoo sintió un pelotazo directo en la nuca. Nadie excepto él parecía haberlo notado, todo seguía normal. Un par de chicos vinieron en busca del balón mientras él se tocaba la cabeza, probablemente se formaría un bollo. Notó que eran un año menor que él, ni si quiera se disculparon, pero no le dio importancia.
Retomando la historia de su libro, le llegaron dos balones más. Dios, esto ya parece adrede, pensó, y lo pensó aún más cuando sintió a algunos chicos reírse de él. Creyó que alucinaba cuando uno de ellos fue a recoger las pelotas y bufó por lo bajo "aléjate de Jongin".
Jongin observaba la escena desde el otro lado del patio.
Como no había sudado ni una sola gota, Kyungsoo sólo se limitó a tomar su libro e irse al salón mientras los otros chicos se metían a las duchas. Comenzó a temblar sin querer cuando vio la palabra "maricón" escrita en medio de su mesa, inmediatamente fue a la de su novio, pero no había nada extraño en ella. Procuró borrarlo bien antes que llegase alguien más. Se sentó a escribir garabatos, intranquilo, ¿los habían descubierto?
Lo que Kyungsoo no sabía era que los habían seguido la semana pasada.
La Feria de la Primavera estaba en su apogeo esos días, la música estaba más fuerte y la gente más alegre, incluso terminaba más tarde. En medio del gentío estaba metido Kyungsoo que entre broma y broma había bebido un par —o quizás más— de cervezas con otros chicos del pueblo que no eran exactamente sus amigos, pero qué más daba, se sentía despechado: había vuelto a pelear aquella tarde con Jongin por el tema de Sehun. De verdad sentía que sólo lo estaba usando para quitárselo de la cabeza y eso lo tenía de lo más mal.
Iba rumbo a casa con el camino despejado, toda la gente se concentraba en el centro del pueblo, pateando piedras, canturreando canciones y tambaleándose un poco cuando una mano lo tomó del brazo y lo guió. Era Jongin, que lo conducía en dirección contraria a la casa y lo hacía bajar a la playa pidiendo perdón.
—T-tú no me hables. Estoy bien sin ti.
—No tienes nada de resistencia al alcohol, y lo sabes.
—¿Qué sabes tú?
Kyungsoo era el ebrio más lindo que Jongin jamás hubiera visto. Tenía las mejillas coloradas, fingía enojo pero a veces reía de la nada y tiraba manotones, muchos manotones que él reprimía con abrazos.
Sus besos sabían demasiado a alcohol esa noche, y a Jongin no le agradaba mucho así que se alejó de él un poco, pero Kyungsoo estaba ya demasiado animado —entre caliente y borracho— y quería más.
—Jongin, te quiero aho-ahora, vennnnnn. Pero Jongin lo apartaba con suavidad.
—Ven, te llevo a casa, debes estar un tanto mareado.
Forcejearon así por un rato hasta que Kyungsoo pescó a Jongin por las mejillas y le plantó un beso en los labios. Él le correspondió, pero se apartó lo antes posible, detestaba el sabor del alcohol.
Pareciera casi como si Jongin estuviese huyendo de Kyungsoo, y así lo interpretaron los amigos de Chanyeol mientras los espiaban. Los venían observando desde hace un rato, pero no podían escuchar con claridad qué cosas hablaban; aún así, habían entendido bastante.
***
La vida en la escuela cada vez se le iba haciendo más difícil a Kyungsoo. Habían pequeños detalles que siempre arruinaban su día. Continuaron escribiendo cosas en su pupitre, sustrayendo artículos de su bolso para luego encontrarlos tirados en algún lugar dentro de la escuela o fuera de ella, tirándole pelotazos cada vez que podían, empujándolo en la fila y susurrando cosas a sus espaldas. Era bastante molesto, pero evitaba comentarle a Jongin de aquello, no quería preocuparle, y al parecer a él no le hacían nada, así que Kyungsoo asumía que era algo externo, que no habían descubierto su relación, quizás simplemente no le caía bien a sus compañeros y ellos estaban aburridos, querían matar el tiempo molestándolo.
No fue sino hasta un viernes en la mañana que Jongin se enteró.
Iba pasando por el frente de la casa de Kyungsoo, rumbo a la escuela, cuando se fijó en algo peculiar: la puerta estaba entreabierta, lo que significaba que aún él no salía de casa. Su madre, antes de ir al trabajo, siempre dejaba la puerta entreabierta para él, no había razón aparente, era un hábito que existía en la casa de Kyungsoo. Era bastante tarde como para que no hubiese salido aún, de hecho, Jongin iba atrasado a la primera clase, y su novio era de los chicos puntuales.
Entró haciendo el menor ruido posible porque se había imaginado un montón de teorías, quizás algún ladrón de otra cuidad había entrado —porque estaba claro que en ese pueblo inocente no habían ladrones— y ahora tenía atado a Kyungsoo en el cuarto de atrás, o quizás estaba enfermo, o quizás le dio una parálisis momentánea.
Todas las estupideces que tenía en mente se esfumaron cuando lo encontró en su cama, acostado junto al gato vistiendo su uniforme escolar. No podía descifrar si estaba durmiendo o no, así que golpeó suavemente un muro y susurró su nombre.
Kyungsoo le anunció que no iría a la escuela, engañando a su madre, por eso tenía puesto el uniforme. Al preguntar por qué, él sólo dijo que simplemente no quería ir, estaba aburrido.
—Entonces me quedaré contigo, no iré tampoco.
Al escuchar aquello, Kyungsoo se puso rígido.
—No, no, no, tienes que ir, no podemos faltar los dos, tienes que ir a clases.
—¿Qué te pasa? ¿ocurre algo? —Jongin lo abrazó y se acercó más. —Vamos, quién se va a dar cuenta... —Y lo besó en el cuello, sabía que no podía decirle que no así, pero lo apartó.
—De verdad, por favor ve, Jongin. —Su mirada tenía una pizca de miedo, pero Jongin no se dio cuenta o no quiso darse, y cuando comenzó a deslizar la mano entre su ropa, encontrando la piel helada de su espalda y caderas, todo el cuerpo de Kyungsoo se tensó, haciendo un mohín de dolor con la boca casi imperceptible. Esta vez sí lo notó.
Pudo distinguir marcas en la espalda de Kyungsoo por el bode de su camisa. La levantó aunque él forcejeaba: tenía moretones por toda su piel que se estaban volviendo de rojizos a azulados, no eran demasiados, pero habían algunos cerca de su cintura que eran bastante grandes.
—Jongin, no—
—¿Quién te hizo eso? —Preguntó consternado. Sentía una mezcla entre ira y pena.
Kyungsoo sentía sus ojos deshacer mientras le contaba a Jongin lo sucedido, pero se tragó las lágrimas, no quería agravar más la situación. El día anterior Chanyeol lo había persuadido a que se fueran juntos, pero antes tuvo que esperarlo a que fuese a buscar unas cosas que había olvidado en las duchas. A él le parecía extraño, pero ya había dicho que sí. Cuando estuvo de vuelta, sólo quedaba el conserje y un par de profesores en la escuela. Estaba tranquilo, demasiado tranquilo.
Kyungsoo no se había dado cuenta del momento en el cual estaba tendido en el suelo, respirando pesado y haciendo esfuerzos para volver a ponerse de pie, pero es algo complicado cuando es una pelea cuatro contra uno. En un principio, cuando lo acorralaron a la salida de su salón y Chanyeol había desaparecido como la rata que era, él había luchado también, y estaba seguro de haber logrado darle unos cuantos puñetazos a un par de ellos, pero no podía con todos. Habían tenido el reparo en sólo darle patadas y puños en lugares que cubriera su ropa, nada en el rostro, sólo en su espalda, estómago y piernas, así nadie se daría cuenta.
Ahora entendía por qué lo habían estado molestando tanto: sabían lo de él y Jongin, pero le tenían repudio especial a él por supuestamente obligar a Jongin. ¿Qué demonios? pensaba Kyungsoo y a ratos los maldecía en voz alta por ser tan estúpidos. Cuando lo dejaron en paz se dieron cuenta que el conserje pasaría limpiando las salas de ese bloque, no podían dejarlo tirado en medio del pasillo a punto de llorar, aunque él en su mente se decía no llores, no puedes llorar ahora en frente de ellos; sería un gran problema que lo encontraran así, por tanto, lo tomaron con la mayor brusquedad y lo obligaron a irse con ellos y a sonreír como si todo estuviese bien y fueran de lo más amigos. Kyungsoo lo hizo porque tenía miedo y también porque lo amenazaron con ir y romperle los dientes si hablaba.
Lo soltaron de un empujón en la esquina de la escuela y se fueron riendo en dirección contraria. Tenía el cuerpo adolorido y le retumbaba la cabeza, además aún tenía unas ganas inmensas de llorar y no pudo contenerse. Decidió entonces irse corriendo por el camino de atrás, un camino no pavimentado lleno de maleza y greda que recorría el cerro hasta llegar directo al bosque de pinos, era agradable para ir de excursión o hacer actividad al aire libre y sentir la naturaleza, pero Kyungsoo tardaba casi el doble en llegar a su casa dándole la vuelta completa a la colina y entrar por el patio. Supuso que estaría bien, así nadie lo vería llorar, nadie le preguntaría qué le había pasado. Estaría bien.
Su madre ni se enteró. Se había revisado entero y no había marca alguna en su cara ni cuello, tampoco en sus brazos. Actuó de lo más normal con ella aunque tenía problemas hasta para acomodarse en la silla para cenar, le dolía demasiado, aún así se tragó las muecas de dolor y pasó desapercibido. Pensó que podía pasar así con todos, pero no pensó en Jongin.
Maldecía a medio mundo en las cuatro paredes de la habitación de Kyungsoo, ¿por qué no le habían pegado a él mejor? Kyungsoo no se merecía nada de eso. Se calmó un poco y le pidió que le mostrara todas las contusiones. Pensaba que su espalda estaba mal pero cuando vio sus piernas se espantó: a penas se podía distinguir su piel pálida y suave que a él tanto le gustaba, estaba lleno de moretones, algunos demasiado enrojecidos aún, como si hubiesen pasado por encima de él.
—Jongin, no te enojes así, no está tan mal...
—¡Está mal! Está muy mal, Kyungsoo! Mírate. —Jongin quería llorar también. Se sentía peor al saber que no le había querido decir nada y había mantenido en secreto todas las cosas que le habían estado pasando en la escuela últimamente, y él ni si quiera se había dado cuenta. Por otro lado, le entristecía y embrutecía el hecho de que Kyungsoo sintiera que tenían derecho a pegarle y a tratarlo mal, como si hubiese hecho algo malo.
Entonces él decidió ir a la escuela, aunque llegase al segundo período, debía presentarse por Kyungsoo. No quería que le hicieran más daño, y si ambos faltaban el mismo día justo después de que le hubiesen dado una paliza daría para hablar.
Nadie lo miraba extraño o le tiraba indirectas de su novio ahora ni nunca, nadie lo había hecho. Y eso le daba más rabia porque culpaban a Kyungsoo de todo. Cuando vio a los cuatro chicos sintió ganas de ir y aplastarles la cabeza, pero él no era buen luchador, de hecho nunca se había metido en peleas, era más bien del tipo tranquilo. Evitó hacer contacto visual, tal y como Kyungsoo le había indicado, así no levantaría sospechas y no los provocaría.
Aquellos cuatro chicos no habían nacido en el pueblo, Kyungsoo lo sabía. Entre ellos había un par de hermanos que habían arribado hace cerca de dos años, otro había llegado hace un año aproximadamente y el último estaba en el lugar tan sólo unos meses antes de que Jongin y su familia llegaran. No eran como la gente típica del pueblo, pacífica y amable —aunque chismosa y a veces bastante molesta y aburrida—, tenían un modo diferente, su familia y ellos eran más duros, fríos, intolerantes. Cursaban un año antes que Kyungsoo, y estaba seguro de que no eran menores que él, quizás un tanto mayores, pero la cabeza no les daba para salir de la escuela al parecer y siempre eran los chicos problema, aunque dentro del salón trataban de comportarse.
Al salir de clase, Jongin se fue lo más rápido posible a la casa de Kyungsoo, lo cuidó y trató de hacerlo reír, además lo alegró prometiéndole que el sábado pasarían todo el día juntos: su madre había comenzado a trabajar los fines de semana también, y Jongin se escabulliría de casa, ya inventaría algo. Kyungsoo se alegraba de sólo saber que mañana podría estar un tiempo más con su Jongin, tranquilos.
Antes de que se oscureciera, pasó donde el cartero a dejarle una carta. Era para Sehun. Desde que terminaron la relación por teléfono se habían comenzado a enviar cartas, no con motivos amorosos, más bien de amistad. Sehun solía hablarle de sus problemas y Jongin de los suyos, sentía que era alguien como él a quien no tenía que ocultarle partes de su historia. Le hablaba en todas las cartas de Kyungsoo, y Sehun también le hablaba a veces de otro chico que estaba tratando de conquistar sin que su padre se diera cuenta.
Esta vez Jongin escribió con pesadumbre relatando lo que le había ocurrido a su novio, y no se dio cuenta cuando llenó casi tres planas desahogándose. Necesitaba consejos y apoyo porque también tenía miedo, pero no se lo quería contagiar a Kyungsoo, él ya tenía demasiados problemas y debía estar ahí para él aconsejándolo, haciéndolo reír y amándolo mucho, sólo eso.
Dejó la carta esperando algún consuelo o algún consejo, pero un par de días después, al leerla, Sehun sólo tenía dos cosas en la mente: una gran pena y una idea.
———
N/A: Perdón por haber tardado tanto en actualizar, de verdad:( he estado un tanto ocupada estudiando, además estaba bloqueada con la historia. Quizás le falta cohesión porque escribí este capítulo por partes y muchas veces, pero ojalá les haya gustado <3 Nos leemos! Como siempre gracias por leer!
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