Capítulo 30
Elisa se rio.
—¿Qué estás diciendo? Deja de bromear y dime que es lo que vas a hacer... —con toda su alma rogó a Dios que aquello no fuera cierto.
—Estoy hablando en serio —el tono de su voz se volvió más grave.
—Estás loco...
—Dijiste qué harías lo que te pidiera.
—Y lo hice, vine contigo a la fiesta.
—Todavía me debes dinero...
Se llevó una mano a la cabeza y comenzó a caminar por el baño. Se detuvo y lo miró.
—No voy a casarme contigo.
—¿Es porque quieres ser monja?
—¿Qué? No... —volvió a caminar de aquí para allá con una mano en la cabeza y otra en la cintura—. ¿Sabes qué? me voy...
—¡Ayúdame! por favor....
Elisa se detuvo. Los papeles se habían invertido. Ahora era él quien le pedía ayuda.
—Mi madre quiere casarme a fuerzas con otra mujer...
—Pues no difieres mucho de ella, déjame decirte —cruzó los brazos.
—Escúchame Elisa. Por favor, escúchame...
*******
—Seguramente ya no tarda en venir... —les dijo Estela a los padres de Ashley y se alejó rumbo al baño para ver qué es lo que pasaba.
—Ya sabes a lo que te atienes... —dijo por lo bajo la madre de Ashley.
—Claro que no madre —le respondió con frialdad—. El trato solo dice que me casaré con él, no que viviremos juntos.
—Pues tendrás que disimular los primeros meses...
—Seguro. Para lo demás, existen los criados... —se miraron y rieron cómplices.
*******
—No tiene que ser un matrimonio real. Si me ayudas, tu deuda queda saldada.
—¿Tienes idea de lo que estás diciendo? Me estás proponiendo incurrir en un delito.
—¿Entonces, quieres hacerlo de verdad?
—¡No!
—La asociación está formada en su mayoría por machistas sin escrúpulos. Solo necesito tomar el mando y una vez ahí, voy a cambiar esa estúpida cláusula, alegando que como hombres, no debemos estar atados a una sola mujer. Luego nos divorciaremos.
—¿Y cómo estás tan seguro de que lo lograrás?
—Quieres decir que lo estás considerando...
—Claro que no.
—Sé que lo haré, Los conozco bien y lo que los mueve es el dinero, no la moral. Les haré ver que no es necesario estar casados para proyectar madurez, liderazgo, estabilidad...
—No estoy de acuerdo contigo. El matrimonio es algo que Dios instituyó como sagrado y base de esta sociedad.
<<Entonces no nos divorciemos>> pensó.
—Sí, sí, lo que tu digas. Pero si no les hago pensar eso, entonces no nos podremos divorciar.
—Pues da lo mismo que te cases con quien sea. Al fin y al cabo...
—No. No es lo mismo. Tú ya me conoces y yo te conozco. Como sea hay más confianza entre nosotros... —relamió sus labios—. Ashley es una rata interesada como todos ellos, que apunta no solo a las acciones de la sociedad, sino a todo lo demás que poseo. No aceptará divorciarse de mí sin pelearme la mitad de cada centavo.
La cabeza de Elisa era todo un caos. Entendía perfectamente el punto de Aarón, pero ella no se involucraría en un matrimonio de esa manera. Tenía su proyecto personal de vida, anhelaba casarse, pero con el hombre a quien ella amara.
—Perdóname, Aarón. Pero no puedo ayudarte.
Estela tocó la puerta.
—¿Está todo bien?
—Sí. Ya vamos... —respondió Elisa.
—Muy bien. Mi madre no ha dejado de preguntar por Aarón.
—Sí, señora. Ya estamos terminando...
Aarón guardó silencio. Por lo menos lo había intentado.
Regresaron a la mesa justo cuando la abuela de Aarón estaba de pie dando unas palabras.
—Muchas gracias por estar aquí —sonrió—. Como todos los años, les agradezco que se tomaran unas horas de su tiempo para venir y juntos celebrar un año más que el creador me permite vivir.
Todos aplaudieron.
—A demás, tengo sentimientos encontrados... —continuó la anciana—. Por un lado, he perdido a uno de los mejores yernos que pude haber tenido... —sus ojos se llenaron de lágrimas—, pero por otro, mi corazón reboza de felicidad al ver que su retoño está aquí presente... —apuntó a Aarón con ambas manos.
Elisa advirtió que una lagrima corrió por la mejilla de Aarón y discretamente le pasó un pañuelo para que se limpiara, pero él no lo aceptó.
—Esta fiesta no solo es para celebrar mi aniversario de vida. Sino que también, para anunciarles que mi amado nieto, Aarón, se prometerá en matrimonio.
Absolutamente todos clavaron su mirada en el nombrado.
—¡Ay, mamá! ¡por favor! —dijo un hombre alto que estaba sentado cerca de la anciana—. No seas ridícula. Estás viendo que no puede ni ir al baño solo y ya lo estás casando... —escupió con entera arrogancia.
La anciana se quedó en shock por un instante. Carraspeó.
—Por favor, Leonel, compórtate. Tenemos visitas... —le advirtió por lo bajo.
—Leonel, no le arruines el cumpleaños a mamá ¿sí? —dijo otra mujer muy parecida a la señora Estela.
Elisa observaba todo incrédula, no imagino que hasta en la alta sociedad existiera gente tan mal educada. No cabe duda que la educación no tiene nada que ver con el dinero.
—No dije nada que no fuera verdad —se defendió el mencionado.
La pelirroja miró a Aarón imaginando la vergüenza que estaba sintiendo.
—Pues para taparte la boca, mi hijo sí está comprometido... —saltó Estela.
—¿Con quién? ¿Con la mujercita esa que lo acompaña? —sonrió con desfachatez.
Todos los ojos se clavaron como dagas en Elisa.
—¡No voy a permitir que te expreses así! —Aarón levantó la voz enfurecido—. Ella tiene su nombre y es mi...
—¡Prometida! —dijo Elisa mirando enardecida a Leonel—. Soy su prometida —acentuó sus palabras ante los gemidos de asombro.
Ashley y sus padres se pusieron de pie indignados y abandonaron el lugar. Estela estaba congelada y la abuela de Aarón sonreía complacida desde su lugar.
Aarón también estaba impresionado por la respuesta de Elisa. Después de lo que habían hablado en el baño le había quedado claro que no estaba dispuesta a hacerlo. Por más que quiso evitarlo, una sonrisa se dibujó en sus labios.
—¡Qué bonita es mi futura nieta! —dijo la abuela cortando el ambiente áspero que se había formado—. Elegiste muy bien, Aarón. Estoy segura de que serán muy felices... —miró a su hija—. ¿No es así, Estela?
—Sí mamá... Estoy segura de que lo serán —atravesó a Elisa con la mirada.
Brianna también sonrió al ver la cara de su madre. Su hermano seguía rompiendo las reglas.
Dos personas se acercaron a la abuela.
—¡Grazziela! ¡Paolo! —se puso de pie.
Elisa abrió los ojos al mirar a los padres de Mateo. Trató de esconder su rostro para que no la reconocieran.
—Es un honor que eligieran nuestro restaurante para su celebración —dijo Grazziela.
—Sabes que la comida italiana es mi preferida y ninguna se iguala a la de aquí.
—Molte Grazie —dijo Paolo.
—Que la sigan pasando bien —Grazziela dio un ligero vistazo a todos.
Ya se iban cuando la abuela los detuvo.
—Pero no se vayan. Quiero compartir una maravillosa noticia con ustedes —unió sus manos emocionada—. ¡Mi amado Aarón, se nos casa!
Entonces Elisa se puso de pie y salió corriendo al baño.
—¡Oh! miren, esa que va allá es la afortunada. Quien sabe, tal vez ya venga mi bisnieto en camino... —rió feliz.
—Iré a ver qué le pasa... —Estela se puso de pie y fue tras ella.
—Nos da gusto —sonrió Grazziela—. Qué sean muy felices.
*******
Le faltaba el aire, se pasó un papel húmedo por su frente y cuello. ¿Estaba loca? ¿por qué había dicho eso frente a todos? Pero es que no soportó que lo humillaran, no toleró que lo despreciaran y creyeran incapaz de ser feliz solo por su condición. Entonces le hirvió la sangre y no pudo contenerse.
Ahora se casaría con él y luego de que Aarón arreglara la famosa cláusula, se divorciaría. No tenía idea de cómo afrontaría a su madre, ni a la señora Estela, ni a sus pastores, ni a ella misma.
Retocó su maquillaje, salió del baño y se encontró con Estela.
—¿Puedes explicarme qué es lo que está pasando? —le reclamó—. Porque no me trago el cuento de la pareja feliz... ¿Cuánto te ofreció mi hijo para qué hicieras semejante teatrito?
Estaba en shock. No supo que responder.
—¡Habla! Porque se me agota la paciencia.
—Señora... —dijo a penas en un hilo de voz.
—Déjala en paz.
La voz de Aarón fue un alivio para su corazón.
Estela se volvió y miró que Bianca estaba detrás de él.
—¿Cómo vez, Bianca? Ahora resulta que estos dos se van a casar. ¡Dime sino te parece absurdo! —dijo exasperada.
Bianca que acababa de llegar a la celebración, estaba igual o más sorprendida.
—Elisa, ven aquí —le ordenó Aarón.
—No —Estela la tomó del brazo—. ¡Admite ahora mismo la farsa que montaron!
—¡Déjala! —gritó el pelinegro aún más enojado.
Estela la soltó y miró a su hijo
—¿Por qué Aarón? ¿¡Por qué!?
—¡Por que la amo! —dijo con sinceridad—, ¿es tan difícil que lo entiendas? La-Amo.
Elisa sintió que aquellas palabras le atravesaron el alma. Lo dijo tan seguro que, por un instante, creyó que Aarón no mentía.
—No te creo. Es solo tu obstinada renuencia tratando de competir contra mi autoridad.
—Piensa lo que quieras... Elisa, vámonos.
La joven caminó hacia él y lentamente comenzó a conducir la silla lejos de ahí.
—¿Te das cuenta, Bianca? Hasta dónde puede llegar su rebeldía, su...
—Señora, tiene que tranquilizarse... —se acercó.
—No puedo creer que Aarón me traicionara de esta manera... —puso una mano en su frente a punto de llorar—. Me ha hecho pasar una de las peores vergüenzas en mi vida. ¿Qué le voy a decir a los Montalbán? —miró a la anciana—. La vergüenza no solo fue para mí, sino también para ellos.
*******
—¿Por qué tienen que irse tan rápido? Ni siquiera hemos brindado.
—Abuela, es lo mejor. A demás mi prometida no se siente muy bien.
—¿De verdad? —miró a la joven—. ¿Será que estás embarazada, hija?
Elisa la miró espantada.
—Eso no puede ser... —se apuró a decir Aarón—. Aunque quisiera que así fuera, he decidido respetarla hasta la noche de bodas —buscó la mano de Elisa y la besó con ternura.
Sintió como un escalofrío le recorrió cada célula del cuerpo. Aarón estaba siendo demasiado convincente.
—Así debe ser, querido —suspiró la anciana—. Tu abuelo hizo lo mismo conmigo. Siempre fue un caballero. Yo creo que por eso te amo tanto... Te pareces mucho a él... —sonrió. Se acercó y besó a ambos—. Que estas manos siempre estén así... —puso su mano sobre las de ellos—, unidas por el amor...
—Gracias, abuela.
Era tan dulce y llena de buenos deseos para con su nieto que, la pelirroja se sintió tan mal de tener que mentirle.
—Bueno, vayan con cuidado. Y no olviden visitarme un día de estos. Los estaré esperando para hablar de la boda. Mi único nieto se casa y tengo que estar detrás de todo.
Nelson los recogió y condujo primero hacia la casa de Elisa. Ambos jóvenes permanecieron en silencio por un buen tiempo del trayecto, hasta que Elisa viendo que faltaba poco para llegar a su casa, se animó a hablar.
—¿Qué es lo que va a pasar? —preguntó angustiada.
Aarón buscó su mano y la acarició con delicadeza.
—No tienes por qué preocuparte. Ahora eres mi prometida...
Nelson frenó el carro de golpe.
Notita: Me derrito...
Gracias por tanto cariño mostrado a estas letras.
Me encanta leer sus comentarios, así que no se abstengan de reaccionar. Por ahí alguien me dijo que no fuera a pensar mal por tantos comentarios que dejaba xD ¡Claro que no! Al contrario... me deleito leyendo TODOS y CADA UNO de ellos.
Así que, nos seguimos leyendo en el próximo cap :)
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