Capítulo 23
—Me refiero a algún pasatiempo. ¿Qué solías hacer antes de...
Aarón carraspeó incómodo.
—Antes de pasar todo el día en tu habitación.
No obtuvo respuesta.
—A mí me gusta mucho leer...
—¿Te estás burlando?
—¿Qué? ¡No! Solo...
—Películas... —respondió—, me gustaba ver películas.
—Oh...
—De ciencia ficción...
Definitivamente no era lo que esperaba oír. Obviamente no podría complacerlo con eso.
—Que interesante... —sonrió— Y ¿qué más te...
—¿A qué viene todo esto?
—Eh... solo curiosidad. A todos nos gusta hacer algo, así que, me preguntaba qué es lo que te gusta a ti...
<<¿Está interesada en lo que me gusta hacer?>> <<¿Por qué?>>
Un incómodo silencio se hizo presente.
—¿Empezamos con la terapia? —dijo ella.
<<Así que películas...>> suspiró mirándose en el espejo de su tocador <<¿Cómo rayos voy a lograr eso?>> <<Muy buena idea, Melissa, pero aquí no aplica>> <<Y si... >> pensó en invitarlo a ver una película, después de todo sordo no estaba.
—No. No sería lo mismo, se perdería el hilo de la historia por no ver lo que pasa en las escenas—se mordió la uña de su dedo—. Piensa, Elisa, piensa...
Su celular comenzó a sonar.
—¿Bueno?
—Hola, Elisa. Estoy afuera.
—Ah ok. Ya voy... —se dio un último retoque mientras sonreía como tonta.
Ya sabía que no era correcto pensar en Mateo de aquella forma, pero no podía evitar todo lo que sentía y su estómago se estaba encargando de recordárselo. Seguía siendo tan atento, tan insistente, tan guapo... ¡Ay! solo esperaba ser lo suficientemente fuerte para resistir.
Y ahí estaba de pie, con su sonrisa perfecta y ese perfume que la embriagaba. Tomó aire conteniéndolo unos segundos y lo fue soltando poco a poco.
—Adelante... —Él le abrió la puerta.
Subió rápidamente y se abrochó el cinturón con ímpetu, como si este fuera a salvarla de aquella bomba de emociones.
Mateo sonrió al ver su actitud. Era un hecho que la ponía nerviosa y eso le encantaba.
—Clínica del Norte, ¿verdad? —le preguntó poniendo en marcha el auto.
Elisa asintió sin mirarlo.
Al llegar Mateo se bajó para abrirle la puerta, pero ella se apresuró a bajar primero y caminó hacia el hospital dejándolo atrás, como si así pudiera huir de lo que sentía.
Él sonrió negando con la cabeza y la siguió.
—Mamá. Él es Mateo.
—Un placer, señora —extendió la mano.
Fátima la estrechó y se limitó apenas a sonreír.
La pelirroja comenzó a toser al ver la tensión de su madre y la miró a los ojos. La conocía, no estaba muy feliz de que él estuviera ahí.
—Mamá, deberías irte a casa...
Después de enfrentarlo con la mirada unos segundos más, Fátima se volvió a su hija.
—Sí, princesa —besó su frente—. Volveré lo más pronto que pueda.
—No, no te apures. Descansa lo que tengas que descansar.
La mujer lanzó un corto suspiro y luego de darle un último vistazo a Mateo se fue.
Elisa estaba extremadamente avergonzada. No pensó que su madre fuera capaz de actuar de aquella manera.
—No le agrado ¿verdad?
—¿Eh? —fingió no haber escuchado.
—A tu madre... No le agrado.
—¿Por qué lo dices? —claro que lo sabía.
—¡Hermana! —exclamó el pequeño al ver entrar a Elisa.
Se acercó y besó su mejilla.
—Oye, Issac, hoy viene conmigo alguien que quiere conocerte...
El pequeño parpadeo expectante. Mateo asomó la cabeza.
—¡Hola! —saludó agitando la mano, se acercó—. Me llamo Mateo. Mucho gusto.
Issac lo miró atónito.
—¿Issac? —le dijo Elisa.
—¿Eres el novio de mi hermana?
Los jóvenes intercambiaron miradas
—No, Issac. Él solo es mi amigo.
—Pero podría serlo... —soltó Mateo—. ¿Te gustaría que fuera tu cuñado?
—Mateo... —ella lo miró saltando los ojos.
—Bueno, eso depende... —contestó el vivaracho niñito.
—¿De qué? —preguntó de inmediato él.
—¡Ey! Deténganse... —los miró molesta.
Mateo e Issac comenzaron a reír.
Pasaron un buen tiempo juntos. Issac definitivamente había formado un lazo con el castaño.
Una enfermera entró en la habitación para avisar que Fátima ya había llegado.
—Gracias por visitarme, Mateo —le dijo Issac sonriendo.
—Me encantó conocerte.
—¿Cuándo nos volveremos a ver?
Mateo miró a Elisa, luego al pequeño.
—Muy pronto.
—¿Y me enseñarás a tocar el piano?
El castaño asintió sonriendo. Elisa se acercó y besó a su hermano para despedirse.
Ya estaban a punto de irse cuando...
—¡Mateo! —gritó Issac.
Él se volvió.
—Ven, quiero decirte algo...
Se acercó y el pequeño le susurró algo en el oído.
Caminaron por el extenso pasillo pasando frente a cada una de las habitaciones del área infantil.
—¿Qué te dijo? —le preguntó curiosa, sabía que su hermano era muy ocurrente.
—Es un secreto de caballeros.
—¿Un secreto de caballeros? ¡Bah! —se cruzó de brazos—. No me digas entonces.
—No lo haré... —sonrió mirando como levantaba la comisura de sus labios.
De pronto escucharon un grito estremecedor que los hizo detenerse. Cruzaron miradas y se acercaron con cautela para ver lo que pasaba.
La puerta estaba abierta y vieron a un niño que gritaba y pataleaba sobre su camilla, pero no parecía grave, su madre estaba junto a él.
La señora se dio cuenta de la presencia de los muchachos.
—Disculpen... —sonrió apenada—. Es que está viendo su película favorita, siempre se pone así cuando...
Volvieron a mirar al niño, ahora estaba inmóvil, con la mirada fija en el cielo de la habitación y una mueca en sus labios. Buscaron el televisor o algún dispositivo, pero no encontraron nada. ¿Cómo es que estaba viendo una película?
La pelirroja pensó en que tal vez el niño sufría de sus facultades mentales y la madre... también. Mateo pensó algo similar.
Ante la cara de confusión de ellos, la mujer se apuró a decir:
—Es Audesc —y al ver que ninguno dio señas de haber entendido, les explicó—: Está usando un sistema de cine para ciegos.
¡Ah! Ahora todo tenía sentido. ¡Esperen! ¿Un sistema de cine para ciegos? Elisa había escuchado de audiolibros, pero nunca de... ¿audio películas?
—Disculpe —se animó a preguntar la joven—. ¿Cómo funciona ese sistema?
La madre le dio un vistazo a su hijo y sonrió.
—No es nada del otro mundo. Mira, mi Ryan está usando auriculares...
Era cierto, no se habían fijado que tenía puestos unos auriculares.
—El sistema reproduce audios. Algo así como las novelas que antes pasaban en la radio. ¿Recuerdan?
Elisa y Mateo se miraron fugazmente.
—No creo, ustedes son muy jóvenes... —chasqueó la lengua—. En las grabaciones hay una voz en off que narra las escenas aprovechando los silencios entre los diálogos. Les dice los gestos, como está el clima, las intenciones y pensamientos de los personajes... Hay una gran variedad de películas que ya han sido digamos, traducidas a esta modalidad.
—¡Wow! —exclamó asombrada—. Una pregunta más.
—¿Sí?
—¿Dónde puedo conseguirlo?
—Parecías muy interesada por el audi... el sistema que usaba el niño.
—Audesc, Mateo.
—Sí, eso...
—La verdad no tenía idea de que algo así existiera. Es genial ¿no crees? De esta manera se rompe otra barrera de inclusión. ¡Oye! —tuvo una idea.
—¿Qué...? —frunció el ceño y la miró.
—¿Por qué no presentamos Audesc en los talleres de la OMD?
—Mmmm, no sé...
—El rector pidió que cada facultad organizara algo interesante. Ándale, hay que platicarlo con el jefe de academia...
—Ok —aparcó frente a la mansión.
—Gracias por todo, Mateo —le sonrió.
Él la contempló como quien escudriña una pieza de arte, admirando cada detalle.
Ella se removió incomoda y se quitó el cinturón para bajarse.
—Eres única...
Por favor no, no estaba lista para que eso.
—Nunca conocí a una chica que tuviera tantos anteojos.
—¿Eh? —lo miró.
—Uno de cada color... —sonrió.
—Ah, es que...
—Te extrañé demasiado... Casi me vuelvo loco estos días sin verte... —intento tomar su mano pero ella la quitó.
—Ya es tarde, nos vemos mañana —se bajó sin mirar atrás.
¡Uf! casi que no la libra... Llegó a su habitación todavía temblando.
Notita: Audesc. ¿Habían escuchado hablar de él? ¡Es real!
Gracias por leer :) Nos vemos en el próximo capítulo ---->. ¡COMENTA! ¡VOTA! ¡COMPARTE!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro