Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16

Tenía que actuar rápido, sacó el celular de su bolso y llamó a emergencias.

El joven ya sin fuerzas intentaba volver a vomitar.

—Tranquilo... —lo ayudó a ladearse hacia su lado izquierdo para que pudiera seguir vomitando — eso es, eso es... —palmeó su espalda—, todo está bien, ya viene el médico, tranquilo...

Los minutos pasaban y a Elisa le parecía una eternidad. Ni la ambulancia ni Bianca aparecían y Aarón se estaba poniendo cada vez peor, su cara estaba hinchándose y temía que pudiera estar entrando en una anafilaxia. Le pasó una servilleta por la boca y se dio cuenta de que los labios se le estaban poniendo morados. Una dosis de adrenalina se le disparó por todo el cuerpo, tenía que hacer algo, pero ya.

Se envolvió los dedos índice y medio en un pañuelo de tela y abriéndole la boca se los metió para hacer espacio en sus vías respiratorias, tomó aire profundamente y uniendo sus labios a los de él comenzó a darle respiración boca a boca, pero no funcionó...

—¡Señor, ayúdame! —suplicó desesperada.

Se puso de pie y se acercó a la mesita para revisar la comida que antes le había dado, sus ojos se abrieron de par en par.

«¡Ay no!»

Claramente Bianca le había dicho que Aarón era alérgico al maní. Por descuidada les había puesto la mantequilla equivocada a los panes tostados.

Corrió hacia la gaveta y abrió los cajones buscando las inyecciones de epinefrina que estaba segura había guardado. Removió todo, pero no las encontró. Abrió las puertas de abajo, sacó los guantes, las vendas, el líquido desinfectante... dio un vistazo al joven y se dio cuenta de que ya no podía respirar...

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, estaba desesperada y entonces recordó... metió de nuevo las manos al primer cajón y sacó el contenedor de las ampolletas, lo abrió y ahí estaban. Tomó una de las inyecciones, le quitó el tapón de seguridad, se acercó a él y se la clavó en el muslo.

Poco a poco el joven fue recuperando el color y a respirar con normalidad. Suspiró aliviada...

Puso una almohada bajo la cabeza de Aarón. Fue a la mesita donde estaba la comida, tomó la charola y la depositó en el bote de basura cerrando la bolsa. Sabía que con tan solo oler o tocar el maní es que la alegría podía desencadenarse y no quería seguir arriesgándolo.


El doctor atendió a Aarón y constató que estaba fuera de peligro, ahora solo necesitaba mantenerse hidratado y desde luego asearse.

—La felicito enfermera —el médico estrechó su mano—, de no haber actuado con el profesionalismo y audacia con que lo hizo, estaríamos lamentándonos... —le entregó una tarjeta de presentación—. Sería un gusto tenerla en mi equipo. Cuando termine su trabajo aquí no dude en llamarme.

Elisa se sintió muy alagada por las palabras del doctor, tomó la tarjeta y la guardó en el bolso de su uniforme.

Luego de darle las últimas indicaciones, el médico se retiró.

La pelirroja fue hacia la cama donde estaba el joven y le quitó la sábana de encima para comenzar a asearlo.

—¿Qué haces...? —retobó quedamente, todavía estaba muy débil.

—Voy a quitarte la ropa para limpiarte...

—¿Estás loca?, dile a Bianca que venga...

—Bianca no está... —comenzó a cortarle la camiseta con unas tijeras.

El joven intentó resistirse, pero su debilidad era tanta que no tuvo otro remedio que ceder. Cuando Elisa le quitó los pantalones sintió su orgullo caer hasta el suelo, para cuando ella terminó de asearlo, ya estaba enterrado.

—¿No se supone que te ibas...?

El momento había llegado, tenía que disculparse.

—Aarón..., la verdad es que...

—¿Tú religiosa conciencia te hizo entrar en razón?

—¿Qué? —frunció el ceño.

—Ahora finges demencia —rió a penas—. Típico de las mujerzuelas como tú...

Entreabrió la boca indignada. Sintió ganas de abofetearlo, pero se contuvo.

—Dime, monja ¿cuánto te pagaron por asesinarme?

Y Elisa cayó en cuenta, Aarón creía que ella lo había intoxicado a propósito.

Y todavía más allá, creía que la sociedad de inversionistas la había contratado para hacerlo, después de todo, fue uno de ellos quien la recomendó para conseguir el trabajo, Paolo Bianchi.

Bianca entró corriendo a la habitación.

—Elisa, Aarón... —se detuvo jadeando—, ¿Qué fue lo que pasó? —miró a ambos pero ninguno respondió.

Elisa sentía que se desmoronaba, tenía unas ansias inmensas de salir corriendo, pero no lo hizo, había decidido ya no huir, enfrentaría la realidad con valentía y honestidad, aunque eso significara perderlo todo.

—¿Pueden decirme que está pasando?

—Bianca, yo... —comenzó insegura, tragó saliva y continuó —: cometí un grave error.

Bianca la miró expectante.

—Cuando preparé la comida... —su voz se quebró—, no me di cuenta y... —bajó el rostro—, usé mantequilla de maní...

—Mentirosa...

La voz de Aarón fue como un látigo lacerante para su alma y corazón.

—Llama a la policía, Bianca. Esta mujer es una criminal.

—No seas absurdo, Aarón—dijo la anciana.

—¿Absurdo?, estuve a punto de morir y ¿me llamas absurdo?

—Acaba de decir que no se dio cuenta...

—Y tú le acabas de creer porque no sabes la versión completa.

—¿Y cuál es esa versión? —miró a Elisa esperando a que dijera algo.

Pero la joven estaba envuelta en llanto incapaz de decir una palabra.

—La verdad es que ni siquiera probé el pan... —dijo él—. pero noté que estaba actuando muy rara.

Elisa lo miró con culpabilidad, él tenía razón, pero no era porque quería asesinarlo.

—Luego discutimos y dijo que se iba. Supongo que para huir tranquilamente... Después comencé a sentirme mal, al principio dude de mis malos pensamientos pero me acerqué y olí la charola, entonces me di cuenta de que había maní... Sabía que empeoraría y quise buscar mi celular para pedir ayuda pero ya no pude llegar. Entonces comprendí todo... Esta —dijo apretando los dientes—, quiso asesinarme...

La anciana miró a Elisa con decepción. Esperaba que se defendiera, pero no lo hizo.

—Luego volvió... —continuó Aarón—, no sé, tal vez se arrepintió —rió con sarcasmo— y quiso salvarme para apagar su conciencia...

—Aarón, lo que estás diciendo es muy grave...

—Tan grave como que es verdad.

Entonces la anciana volvió a mirar a la joven, le daría una última oportunidad para que dijera algo o llamaría a la policía.

Sorbió la nariz y tragó con dificultad; la garganta le dolía, pero más su corazón. Ahora estaba siendo juzgada con la misma medida que ella lo había hecho antes, pero no era una asesina, no lo era.

—Tiene razón...

Bianca abrió los ojos y Aarón tensó la mandíbula.

—Pero no en todo... —sollozó—. Es verdad que discutimos y que yo no estaba del mejor humor, pero jamás pensé en hacerle daño... —volvió a sollozar—. Sí me fui, pero fue un arranque de enojo... —sorbió la nariz—. Y no habría vuelto sino fuera sido porque... porque Rubén me ayudó a darme cuenta de mi error.

—¿Qué error?, ¿matarme?

—Aarón, basta... —lo cayó Bianca.

—¡NO! Saca inmediatamente a esta mujer de aquí y llama a la policía. ¿No te das cuenta, Bianca? Los estúpidos inversionista lo planearon todo para sacarme de la jugada. Sino dime ¿quién fue el que te llamó y te pidió encarecidamente que le dieras una oportunidad a esta mujer de trabajar aquí? Paolo, Bianca. Paolo Bianchi.

La pelirroja se sorprendió al escuchar el nombre del padre de Mateo. ¿Qué tenía que ver?, ¿por qué pensaba que él lo quería matar? ¡y peor aún! que la había contratado a ella para hacerlo. Su cabeza era un mar de líos, no entendía nada. Sintió mucho miedo, el corazón comenzó a latirle con demasiada fuerza, no alcanzaba el aire y todo le daba vueltas, luego todo se puso negro.

—¡ELISA! —gritó Bianca al ver como la muchacha se desvanecía hasta el suelo.


Notita: ¡¡¡OH, CIELOS!!!

¿Alguna vez te has visto envuelto en algún mal entendido? Que horrible se siente ¿verdad? Pero ten por seguro que, al final las cosas caen por su propio peso.

Porque no hay nada oculto, que no salga a la luz :)  - Lucas 8:17

¡VOTA! ¡COMENTA! ¡COMPARTE! 💞

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro