La familia Sawada tiene 3 retoños, el mayor de nombre Akise, es presuntuoso y ególatra, con un enorme complejo de superioridad que harta hasta el más paciente, cree que todo lo merece y que los demás son escorias que deben lamerle las suelas de los zapatos, no teme a demostrar descaradamente su actitud ya que, para él, hasta sus padres son personas que deben idolatrarlo.

Minatsuki es la segunda, gemela menor de Akise por 15 minutos, es una egocéntrica y petulante, finge ser un pan de Dios pero en realidad es un es una persona manipuladora que hace lo que sea para no hacer nada y que a pesar de todo, se vea como un ángel ante personas de mayor poder, como los maestros o su padres, no soporta que alguien que considera inferior tenga mejores cosas que ella, ya sea un objeto o la atención de otra persona aunque sea insignificante.

Por último está Tsunayoshi, es amable, lindo, delicado, no suele juzgar antes de conocer, es bueno en labores de la casa y en la cocina, tiene un cuerpo hermoso y con muchas curvas, por lo regular vive por su cuenta ya que Nana está totalmente al pendiente de sus otros dos hijos.

Tsuna es acosado constantemente por sus hermanos ya que es mejor que ellos, por lo que buscan denigrarlo. Tsuna también tiene ciertos gustos... le gustan las faldas.

Cuando Nana estaba embarazada de Tsuna esperaban a una niña, por lo que solamente tenían esa ropa, al crecer, Tsuna desarrollo cierta costumbre de ser vestido de niña que al final termino gustándole. Desde los 4 años que se valía por sí mismo gracias a que sus hermanos estaban celosos de como su madre se divertía con Tsuna al parecer una muñequita.

Tsuna no soportaba los acosos de sus hermanos que no solo se limitaban a la casa, también en la escuela, todo el salón lo molestaba y lo hacían tropezar para que terminaran llamándolo Dame-Tsuna. Lo que nadie sabia era que algunos niños tiraban a Tsuna apropósito solamente para que se le levantara la falda y le vieran las braguitas, otras veces ni siquiera lo ocultaban y lo arrinconaban para levantarle la falda y tocar un poquito, al parecer les era fascinante ver el pequeño pene de Tsuna siendo cubierto por ropa interior de niña, ¡hasta se comportaba como una! Jamás llegaron a hacer gran cosa, solo unos toques para ver como rebotaba el bultito y algunos tirones en el resorte de las braguitas para asustarlo.

Tsuna creció con cierta paranoia que provocaban los acosos de sus hermanos, así que un día simplemente huyo de casa y Nana ni siquiera lo noto, tendría unos 8 años cuando eso paso.

Comenzó a llover, se escondió en un callejón para llorar, estuvo media hora llorando cuando escucho pasos a su lado. Había un hombre gordo con tatuajes, un Yakuza, que al verlo en esa situación no dudo y lo sujeto con fuerza, puso sus manos arriba de su cabeza y le levanto las piernas para tocar sobre la ropa interior. Cuando se dio cuenta de que era un varón no lo soltó, se éxito más.

Tsuna gritaba a horrores mientras ese sujeto hizo a un lado sus braguitas y comenzó a acariciar su pequeña entrada. Esperaba con miedo el momento en que le metiera un dedo, pero dicha acción nunca sucedió, en su lugar cayó de golpe al piso y vio al sujeto en el piso inconsciente, alguien se paro frente a Tsuna y este cerro los ojos con miedo, esperaba un golpe pero escucho un "Herbívoro" que lo hizo mirar.

Frente a él se encontraba un niño de cabello negro con unas tonfas de madera, se miraron un momento y el chico le tendió la mano. Tsuna se conmovió, mejor un desconocido lo ayudo que su propia familia, sus ojos se cristalizaron otra vez y se lanzo a los brazos del niño llorando. El niño no lo alejo, solo lo dejo desahogarse, para cuando se detuvo dejo de llover.

¿?: Herbívoro, suéltame.

Tsuna: No, por favor... No me dejes tú también... Por favor...

¿?: ... ...

¿?: Tu nombre.

Tsuna: S-Sawada... Tsunayoshi... ¿Y... Tú?

¿?: Hibari Kyoya.

Tsuna: Hibari-san... no me dejes...

Hibari entendía, estaba solo igual que él, Hibari era fuerte por lo que jamás sabría lo que era ser victima de un intento de violación, por lo que no podría entenderlo del todo, no podía juzgarlo por llorar, así que simplemente comenzó a caminar sin soltarse y se dirigieron a algún lado.

Hibari juro que lo cuidaría al costo que fuese.