Ositos en familia.
Y con los nervios a mil por hora, con las manos sudadas y con los sobacos sudando también. Se puso delante de la casa de Max. A sabiendas que el padre de su novio estaba en frente suyo. En el piso de arriba más precisamente, con un balde de agua fría listo para regarlo encima de la cabeza del pobre Liam.
Este suspiro obviamente con los nervios a punto de darle un paro cardiaco. Pero ese día se llevaría a Max de su casa, ese día se iban a desposar la mano.
Y lo iba lograr. Aunque terminara con los calcetines cubiertos de agua en el registro civil.
El pequeño Max tenía una maleta en la mano y con la otra sostenía la perilla de la puerta de su casa, sin abrirla del todo exactamente. Porque en el momento que lo hiciera sabía que le venía un diluvio en la cabeza. Con un pesar en la garganta Liam hablo en alto.
— ¡Usted también puede venir a la boda señor! Va a ver perritos calientes de aperitivo— Se intentó defender Liam mientras el padre de su novio se negaba a dejar ir a su hijo. — Además necesitamos los testigos…
Le declaro en alto. Pero el padre de su novio no se veía para nada en su rostro que quisiera hacerlo.
— ¡No tienen idea de lo que significa el matrimonio! ¡Ustedes son niños todavía! ¡A penas han comenzado a trabajar! ¡Y por supuesto que no te dejare que le hagas ninguna de tus cochinadas a mi hijo!
— ¡Papá! — Le grito Max desde abajo, su rostro se cubrió en un sonrojo desde sus mejillas con pecas hasta sus lindas orejas. Y no importaba cuantos años tuviera, aún sigue tan adorable desde el primer día que lo vio. Liam estaba muy nervioso claro, pero ver a su novio sonrojado desde la ventana le dio más valor para sacarlo de su casa.
La madre de Max limpiaba el jardín con una sonrisa. Porque decir que se estaba muriendo de la risa era poco. — ¡Mamá no te rías! — Le grito desde su casa el pobre Max quien se moría de la vergüenza.
— ¡No me estoy riendo! ¡Estoy estornudando! ¡Mira achu! — Se excusó la madre de Max mientras seguía riendo.
— ¡Señor! ¡Aunque termine cubierto en agua de calzón voy a sacar a su hijo de blanco hoy! — Y en ese instante la madre de Max se partió de risa en el jardín. El agua de calzón, era una especie de creencia sobre un hechizo de amor, un hechizo con el cual puedes tener a tu amado comiendo de tu mano, todo atolondrado y loco de amor por ti. Sumerge el calzón de tu amado, dáselo de tomar y ¡BUM! Insta amor.
Los vecinos miraban la escena entretenidos. ¿De verdad lo iba a lograr? ¿De verdad sacaría al chico de su casa para casarse?
.
.
Liam firmaba el acta de matrimonio con Max al lado. Quien tenía lágrimas en sus ojos y una risa como ninguna mientras todas las personas alrededor no descuidaban a los guapos novios, pero sobre todo a Liam, quien estaba cubierto de agua hasta los zapatos.
Mientras le ponía el anillo en su mano.
Con las gotas de agua cayendo por su largo cabello y manchando la camisa blanca de su novio. Mientras una mujer les arrojaba arroz, arroz que termino pegándose a la piel de Liam y tenía por seguro le costaría quitar.
Pero por su parte el obstinado Liam cree que puede cocinar arroz con eso que le dieron.
En el cuello de Max estaba la corbata de su abuelo, que en paz descansaba. Tomando algo viejo para usar en su boda. En el pecho del saco de Max estaba el pañuelo de su hermano, dándole algo prestado. Entre sus dedos descansaba el anillo nuevo del otro. Para un nuevo futuro juntos. Y una liga azul para la pierna. ¿Quién creen que la tenía puesta en la pierna cuando se casó? ¡Exacto Liam!
Y aprovecharon las bodas colectivas para tener derecho a que les regalaran un pastel. Como no asistió una pareja les tocaron dos. Y cuando anunciaron las pedidas de matrimonio. Liam empezó a recitar de corrido todo lo que tenía que decir. Y el hermano de Max firmo como testigo del matrimonio.
— ¡Yo prometo tomarte a ti como mi esposo! ¡Y que seas el dueño absoluto de mis quincenas! ¡Con el que pelee el control remoto de la TV! ¡Y el que te baje la ropa el día de lluvia! — Si, ese día podían darse el lujo de decir cuántas estupideces se les ocurra.
Max no se quedó atrás. Hablo alto por el micrófono recitando el juramento improvisado. Max que siempre pareciera desmayarse de los nervios. Y con los ojos rojos de llorar, se veía más que feliz, porque siempre vengan tiempos de abundancia entre los dos tortolitos.
— ¡Yo prometo tomarte como mi esposo! ¡A quien mandare al sillón cuando este enojado porque si! ¡A quien le voy a dar de coscorrones cuando se lo merezca! Y… a quien amo con todo mi corazón…
Y terminando el juramento tomo del rostro a Max para robarle beso.
— ¡Señor! ¡Todavía no llegamos a la parte del beso!
Y todas las parejas arrojaron los ramos, hombres y mujeres. Para dar por terminada las bodas, bodas que para Liam parecieran resplandecer como la plata. Y el calor del sol en su rostro era tan cálido y bonito como aquel verano.
En sus manos entrelazadas, estaban descansando los anillos blancos. Con los cuales se juraron amor, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. En la abundancia y en la tempestad. Hasta que la muerte los separe...
¡Y con los calcetines cubiertos de agua Liam se casó con Max!
Un fotógrafo a su lado les saco una foto para el recuerdo.
— ¡A ver digan agua de calzón!
Max comenzó a reír tan fuerte que su pequeña nariz comenzó a emitir el chillido idéntico al de un cerdito por la risa.
— 1…2...¡3! — Les grito el camarógrafo mientras ellos dos se acercaban para la foto. Y Liam se agacho para cargar entre sus brazos al pequeño Max.
Quien abrazaba del cuello a su esposo y al mismo tiempo los dos gritaron.
— ¡Agua de calzón!
.
.
Y mientras acomodaban las cajas de la mudanza. Los días pasaron en el abrir y cerrar de ojos. Al fin lograron comprar una casa para los dos. Y no tener que seguir rentando departamento. Estaban endrogados entre los pagos que tenían y que obviamente seguirían pagando, pero les encantaba la casa, además valía la pena.
Y cuando comenzaron a desempacar Max saco la fotografía de su boda. Para después con una enorme vergüenza guardarle nuevamente. Esa foto iba para su mesa de noche. Y desde otra habitación, Liam se arremango las mangas de su camisa, para después con todas sus fuerzas empujar la base de la cama hasta su nueva habitación. Si se pudiera, ya se le habría desinflado un pulmón mientras empujaba la cama. Pero lo logro, no quería que su esposo tuviera que volver a cargar la cama solo. La última vez que se mudaron el colchón de la cama le cayó encima a su pequeño Max. Se lastimo el brazo y tuvieron que ir al hospital.
Y aunque para Max no sea un mal recuerdo, solo por el hecho de un pequeño golpe. A Liam le aterro ver como Max estuvo vendado durante tantos meses. Y se juró que no volvería a dejar que su esposo se lastimara otra vez. Así que si alguien tiene que romperse un brazo, una pierna o… ¡Todos los huesos del cuerpo! Ese sería Liam, no su lindo muchacho de cabello rizado. Y cuando Max desempaco otra caja sonrió mientras veía al pequeño peluche que no se creía volver a tener.
— ¡Cariño! ¡Mira lo que me encontré! — Le llamo desde la sala donde tenían amontonadas un montón de cajas. El mayor se acercó rápidamente, pensando que tal vez se encontró con algo pesado y que no pudiera cargar.
Hubiera preferido que fuera eso. Lo que encontró fue mil veces peor.
Ese oso infernal salido de las mismísimas llamas del infierno. Pero Max se veía emocionado por tenerlo otra vez.
“Creía a verme desecho de ti… maldito peluche del mal” Declaro en su mente Liam.
— ¡Mira a quien encontré! ¡Al señor oso! ¿Te acuerdas de él? —
“Como olvidarlo amor, como olvidarlo…” Para sus adentros Liam ya estaba aún más molesto, incluso lo recordaba todavía y le sonríe mucho al peluche. “Cálmate, ahora es tu esposo. No es como si pudiera robartelo… ¿Verdad?”
Y el menor miro como estaba un poco sucio. — ¡Oh vaya! Esta roto de un brazo…
Liam sonrió maléficamente en ese momento, viendo la oportunidad perfecta de deshacerse del condenado y diabólico oso. Podrías ver cuernos saliendo de su cabeza cuando lo dijo.
— ¡Que mal! Bueno, supongo que no queda de otra que tirarlo a la basura… ¡Yo lo tiro! — Pero cuando se acercó a tirarlo Max lo abrazo protectoramente para alejarlo de él.
— ¡No hace falta! Yo puedo coserlo. Y lo lavo y todo.
De mala gana tuvo que aguantar como toda la atención de lo que resto del día Max se la dedico otra vez al condenado oso. Viendo como con cuidado lo lavaba, y lo ponía a secar al sol. En el jardín. Y después de un rato de que se secó, con calma le empezó a coser todas las partes. Y nuestro buen esposo celoso estaba que quería empujar al peluche. Y como si no fuera suficiente lo que estaba viviendo en su interior. ¡Lo puso en su cama!
¡En su cama! En la cama de los dos, lo puso en medio de sus dos almohadas. Donde duermen.
.
.
— Iré a comprar algo de cenar y la merienda. ¿Quieres algo en específico? — Le pregunto Max, mientras Liam maquineaba como volver a guardar al oso en la caja sin que su esposo se diera cuenta.
— ¡Lo que tú quieras! — Y el chico se fue tomando su cartera y yendo a comprar la comida. En ese momento, en el instante que se fue, Liam volteo a mirar al oso en cuestión. Ahora estaba acostado donde también estaban el resto de varios peluches que también tenía Max. Y pasaba lista de todos sus rivales caídos, Lola la jirafa de aquel puesto en la playa. Oscar la ballena del acuario. Michi el tigre del zoológico y sobre todo el señor oso, de aquella feria.
Tantos rivales y no tenía idea de cómo liberarse de ellos. Pero eso no importaba ya, saco su mano y les enseño sus dedos, resaltando el dedo anular donde descansa su anillo de matrimonio. Y momentos después le saco la lengua a todos sus rivales.
— Él me quiere más a mí…— Presumió mientras tomaba el cesto de ropa sucia para meterla a la lavadora.
.
.
Y cuando terminaron de cenar, ambos fueron a su habitación para ver una maratón de una serie que tenían pendiente. Y que por trabajo no habían terminado. Después de que llegara a la una de la mañana vieron que se estaban tardando mucho en ir a dormir. Pero es que la serie estaba buena y los tenía enganchados.
Cuando una serie les gustaba podían pasar horas viendo los miles de significados y teorías locas que pudiera tener.
— Creo que ya tenemos que ir a dormir. — Le comento Liam mientras el pequeño a su lado le negaba la cabeza.
— ¡Un capítulo más y nos vamos a dormir! ¡Andaaa! Mañana igual no tienes que ir al trabajo porfis… ¿Si mi amor?— Y con esa vocecita fácilmente logro convencerlo.
Aunque… tal pareciera que quería otra cosa más.
Momentos después Max se acurruco en su pecho, mirándolo a los ojos unos momentos. Para después darle un beso corto en una de sus mejillas. Y después darle otro en los labios, con aquellos ojitos brillosos y pispiretos preciosos.
Y le dio otro beso un poco más largo y duradero. Y lentamente Max abrazo a Liam por su cuello. Este cada vez más fuerte y musculoso que la última vez, Liam había crecido más de lo podrían rodear los brazos de su esposo, y pasar esas nuevas horas en el gimnasio vaya que comenzaba a dar frutos. Podía sentirse seguro entre sus brazos, entre sus caricias mientras le revuelve el pelo. Con aquellos besitos en los labios, con su amor y su cariño.
Ese día la sonrisa de Max pareciera ser más picara, venga como si trajera algo diabólico entre manos.
— Liam… cariño… Me gustaría que viéramos algo juntos esta noche — Le comento el pequeño mientras Liam se preguntaba que quisiera ver su esposo. ¿Quería una película de terror? ¿Una de comedia?
— Bueno, te dejo que veas lo que quieras, a la siguiente escojo yo. ¿Qué deseas ver? — Le pregunto mientras tomaba una bebida que tenía a su lado.
— ¡Quisiera que viéramos una película porno! — Le dijo con una sonrisa.
En ese momento Liam escupió todo lo que bebía.
“Creo que me serví cerveza por error…” Miro la bebida, pensando si tenía mucho alcohol. Y no, solo era un refresco común. ¿Oyó bien? ¿Una peli porno? Pero cuando vio a Max burlarse de su reacción por vergüenza se enojó. “¡Venga Liam! ¡No es nada del otro mundo! ¡Es solo una porno! Además luego podríamos…”
— ¿Entonces qué dices? — Le pregunto con esa “inocente” sonrisa suya, que resalta sus bonitas pecas.
— ¡Cla..claro cariño! ¡Lo que tú quieras! — Le dijo Liam con sus orejas rojas. — ¡A…Ahora vuelvo no me tardo! — Y rápidamente Liam se levantó de su lugar y salió del cuarto. Momentos después Max busco vinculando con su wifi una película en la pantalla de su cuarto.
En el instante que Liam dejo la sala, Max rápidamente se levantó de su asiento y comenzó a buscar una camisa más suelta de sus brazos, y decidió ponerse unos shorts más cortos. Era normal intentar verse un poco más lindo para su esposo, tomo un peine de su cuarto y se peinó un poco el cabello para que no se viera tan desordenado. Y con los nervios a tope se fijó que la habitación estaba con las luces encendidas. Decidió apagarlas para un poco más de intimidad entre los dos, todo lo hacía sonrojado y nervioso. Bajo las cortinas de la ventana de su cuarto, y del ropero cercano a su cama saco unas velas que había guardado desde la mañana.
Ya llegados a ese punto las encendió y las comenzó a acomodar por todo el cuarto, teniendo cuidado de que no les estorbaran. Quería formar una atmosfera romántica, las velas aromatizadas funcionaban. Y de su closet saco un frasco y comenzó a perfumarse entero para su esposo.
Liam por su parte, se fue corriendo unos momentos yendo por algo de beber a la cocina. Era obvio que eso se tenía que ver con algo fuerte. Sirvió dos tragos para ellos. Solo algo con lo que pudieran ver la película. Luego se dio cuenta que no se había lavado los dientes después de la comida. Soltó aliento en su boca para oler su aroma, se fue rápidamente corriendo para el baño, y se lavó rápidamente los dientes.
— ¡Liam! ¡Ya va a empezar! ¿Qué estás haciendo? — Le grito Max desde su habitación.
— ¡Ya voy! ¡No tardo bebé! — Y termino de limpiarse para después verse en el espejo que tenia de paso del baño, y vio que llevaba una camisa un poco simple, decidió quitársela para que dejara al descubierto su camisa de tirantes, la que resaltaba aún más su piel blanca y acentuaba sus músculos. Se vio otra vez en el espejo y se miró unos momentos.
“Hola guapo…” Se saludó en el espejo para después lanzarle a su reflejo un beso y una palmadita, suspira nervioso y un poco avergonzado. Sin importar como se diera, siempre se pone nervioso cuando empezaba sus intentos de seduccion, no importara cuantos años han pasado, aun siempre decide arreglarse. Incluso hasta Max tenía esa manía.
Y cuando ambos por separado estuvieran listos para esa noche.
Empezó la película.
Liam entro por la habitación, más matador que nunca, con sus músculos poniendo nervioso al pequeño Max, quien siempre se avergonzaba cuando su esposo le tiraba los perros. Las luces apagadas, las velas en el cuarto le parecieron a Liam un detalle bonito para los dos. Más aun por el aroma del perfume de Max en el aire.
Y ver en la cama a su lindo marido con tan poca y coqueta ropa logro su efecto deseado.
— ¿Pusiste velas? — Le pregunto, aunque fuera obvio. A él le parecía la cosa más bonita del mundo. La atmosfera podía darte la idea de que aquí iba a surgir el amor.
— Pe… pensé que se verían bonitas… — Max lentamente comenzó a pasar un ataque cardiaco al sentirse idiota por poner las estúpidas velas. — Pe…perdón… creo que fue tonto…
— ¡Están preciosas! ¡Gracias! — Le dijo con una sonrisa, esa sonrisa blanca que hacía a Max suspirar. Y después se acomodó a su lado en la cama — Te… ten. Te traje algo de tomar — Y le entrego su bebida. Max le dio unos sorbos y le asombro el dulce sabor de la piña
— ¡Oye esta suave! ¿Qué es?
— Solo un poquito de piña colada. Ya sabes para ver la peli…
Y después Max puso la película, los dos estaban un poco nerviosos de verla juntos. Era algo un tanto nuevo para los dos.
— Y… ¿Cómo se llama la peli? — Le pregunto Liam.
— Jóvenes calientes 2. Amateur Parte 1 — Le dijo Max. Liam ahogo una risa profunda al escuchar el nombre. Pero intentaría no reírse, ya que estaba haciendo el esfuerzo de no reventarse a carcajadas.
“Yo se varias mejores…” Se declaraba para sí mismo Liam mientras el símbolo en grande de Brazzers se mostraba en la pantalla.
Todo en la película iba de lo normal.
Dos muchachos en la pantalla hablaban normalmente como si nada.
Después de que uno de ellos en la pantalla se fuera, de repente apareció un matón de la escuela que empujo al muchacho protagonista.
Max ahogo un suspiro cuando vio eso.
— Oye que idiota es ese tipo. — Le dijo Max a Liam. Quien por su parte escuchaba el dialogo con atención. El matón amenazaba al muchacho de que si gritaba le diría a su otro amigo que se fue que estaba enamorado de él.
Porque había visto su correo electrónico en clase de informática.
Liam saco su bebida y siguió tomando, mientras Max se comenzó a morder las uñas al escuchar lo que le dijo el matón al chico.
—“Vas a hacer lo que te diga sino quieres que todos en la escuela lo sepan en especial John” — Y después comenzó a besarlo.
— Hijo de puta lo está chantajeando…— Y obviamente comenzó la parte donde iban a tener sexo. Pero tal pareciera que Liam se le había olvidado que intentaba seducir a Max. Y a su esposo igual se le olvido.
.
.
—“Estoy enamorado de ti…” — Le dijo el personaje Moriar al chico que le gustaba John.
Max ahogo un grito cuando vio eso, ya tenían avanzada hasta la parte 3 de la película, y ya habían visto la parte uno de Jovenes calientes 1 esa misma noche. Mientras Liam intentaba buscar los spin- off de los otros personajes en su teléfono al ver que no encontraban la siguiente parte.
— ¡No jodas se lo dijo! — Y agito el brazo de Liam.
— ¡Pero John lo engaño! ¡Le dijo que estaba con el matón Dylan! — Le contesto Liam mientras veía uno de los spin-off de la película.
— “Moriar, estas borracho. Déjame llevarte a casa…” — Le contesto John, quien lo encontró en una fiesta.
En ese momento Liam le arrojo un calcetín a la pantalla al ver como la confesión de Moriar fallo.
— ¡Lo sabía! ¡John lo sabía! ¡Ya sabía que lo amaba! — Le dijo Liam mientras Max sacaba la bolsa de papas que Liam tiempo después de comenzar a ver la película trajo. Ya que la trama se puso buena. Si, se habían enganchado a una trama de una película porno.
En ese momento en el celular del personaje John sonó que le llego un mensaje. Y contenía imágenes de Moriar desnudo con Dylan.
Max pego un grito al cielo en ese instante y Liam se cabreo.
—“¿Qué significa esto Moriar? — le exigió respuesta al protagonista.
Liam vio las imágenes de cerca y le grito a la pantalla.
— ¡John imbécil! ¡Es obvio que están trucadas! ¡Se le nota el photoshop de lejos! — Le grito a la pantalla mientras Max sacaba la aplicación de photoshop.
— ¡Liam mira! ¡Así no se ve photoshop! ¡Creo que uso otro programa! ¡Dylan jamás le saco fotos a Moriar! ¡Seguro fue el tipo de la fiesta con quien se acostó! — Le mostro rápidamente una imagen editada y en efecto parece otro programa usado.
— ¡Dylan cabrón!! ¿Por qué le hace la vida miserable a Moriar? — Le grito Liam mientras veía en su teléfono una de las escenas aparte donde se veía con alguien más.
— ¿Pero entonces quien le saco las fotos a Moriar desnudo sino fue Dylan? — Y después en la pantalla se vio como por atrás aparecía Scott. Otro de los personajes.
— ¡No es posible que fuera Scott! ¡Él se fue a estudiar a la academia militar! ¡Lo vimos en el especial “Una noche en el cuartel con mi general. Amateur 3”! — Se explicó Liam ya bien metido en la trama como Max.
.
.
— “Yo mande las fotos de Moriar. Lo hice por ti” — Dijo el hermano del protagonista en la última parte de la película mientras las bolsas debajo de los ojos tanto de Liam como Max ya eran notorias, muestra de que no habían dormido. Era William, el hermano de Moriar y exnovio de John.
— ¡Lo sabía! ¡Te lo dije! ¡Págame! — le dijo Max a su esposo y Liam enojado le dio los catorce dólares.
— ¡No es justo! ¡Se supone que William seguía enamorado de Dylan cuando los encontró juntos en la casa de Hidalgo! — Le explico Liam mientras este sacaba otro trago rápido de piña colada para los dos mientras ya estaban en la parte final de la película.
En eso la película cambio a un plano donde estaban Moriar y Dylan y este le decía.
— “¡¿Por qué no entiendes que te amo?!” —
Max mando a volar los peluches de su cama brincando de nervios, cuando vio como Dylan fingía llorar en frente de Moriar.
— ¡No le hagas caso Mori! — Ya para ese punto Max ya había desarrollado un lazo con el protagonista entendiendo su miedo a ser rechazado. De hecho no le ponían atención a las partes porno de la película en ese punto. Incluso Max le apodo al personaje Moriar “Mori” de cariño — ¡Te está engañando! ¡Te está usando para darle celos a Scott!
Le grito Max a la pantalla mientras. Después de cuarenta minutos de trama y tres horas de sexo a lo bruto, llegaron al final de la película.
En ese punto tanto Liam como Max tenían un lio en su cama. Tenían restos de bolsas de dulces, papas, palomitas, una que otra bebida regada en las sabanas, uno que otro papel donde apuntaban el número de los personajes donde se leía el teléfono y sabían quién llamaría en la pantalla por teléfono.
En eso vieron el teléfono de uno de los protagonistas sonando y rápidamente Max saco la libreta donde anoto los números de los personajes.
— ¡Liam! ¿Quién está llamando a Mori? —Le pregunto mientras buscaba en su libreta.
— ¡Lo está llamando Gideon! ¡LO ESTA LLAMANDO GIDEON! — Liam se mordía las uñas abrazando al Señor oso. El cual hace rato habían recogido del piso y lo volvían a arrojar cuando vio que en efecto era Gideon. Liam para ese punto se memorizo los números para saber quién llamaba.
— ¡Eso no es posible! ¡Se supone que estaba en Texas teniendo sexo con latinos! ¡¿Cuándo salió de la cárcel?! — Le pregunto Max mientras buscaba en su teléfono si había una Wiki sobre los personajes de la saga de Jóvenes calientes.
— ¡Acuérdate que mientras esto ocurría Gideon estaba en la cárcel teniendo de amante al recluso más grande de la prisión! ¡Y en el spin-off se escaparon de la cárcel! — Le explico Liam mientras el sol ya hubiera comenzado a salir por la ventana levemente.
— ¡¿En qué punto supo su teléfono si se supone que se conocieron en la cárcel?! — Le pregunto Max exigiendo una respuesta mientras el personaje Gideon le proponía una cita a Moriar para despejarse un rato.
— ¡En “La cárcel del amor (gay)” se supone que su amante el teniente le dio trabajo como su ayudante! —
Su tiempo libre romántico termino usándose para pasarla centrándose en una trama demasiado cliché pero demasiado dramática de tan mal actuada que era. Y Max se revolvía en las sabanas. Mientras ya estaban en la recta final de la película porno.
—“Yo no puedo decirle lo que siento” — Dijo John mientras era consolado por Hidalgo en la cama.
— ¡Eres un imbécil John! ¡Dile a Moriar lo que sientes! ¡Lo vas a perder! — Le grito Liam cabreado mientras Max abrazaba por el brazo a Liam.
Y terminaron la película con el final más abierto que el ano de un actor porno.
Ambos se quedaron platicando. Las velas que hubiera encendido Max hace horas se apagaron. Y ellos cayeron a dormir a las siete de la mañana mientras comenzaban a roncar.
.
.
A la siguiente tarde salieron a hacer las compras de despensa. Mientras Max empujaba el carrito de compras.
Liam estaba dentro del carrito, en la parte donde se sientan los niños pequeños. Dios sabrá como lo logró. Si, incluso siendo más alto y fortachón que Max se daba el lujo de viajar como niño en carrito.
Una señora que mundanamente también hacia sus compras a su lado no paraba de mirar como Liam le estaba armando una escena a Max.
— ¡Quiero la caja de galletas de mantequilla! — Le dijo Liam mientras saltaba levemente en el carrito.
— ¡Por millonésima no! ¡El doctor dijo que no puedes comer dulces! ¡Para la próxima no vuelvas a comer porquerías a las tres de la mañana! ¡Así no tendrías agruras! — Le dijo Max mientras le daba un golpe con una caja de cereal que después hecho en el carrito.
— ¡Era de noche y no había comida en la nevera! — Le excuso Liam molesto mientras tomaba la caja de cereal y la dejaba en el estante otra vez.
— ¿Quién te manda a comer a las tres de la mañana chucherías? ¡Por eso te enfermas! — Y después volvió a poner el cereal en el carrito y Liam agarro y metió las galletas de mantequilla.
— ¿Quién quería ver una peli porno? ¡Me dio hambre! ¡No pude evitarlo! — Y después hizo un puchero. Echándole la culpa al otro. La gente alrededor no tardo en escuchar la conversación.
— ¡Oh! ¡Ya vas a empezar con eso! — Max siguió moviendo el carrito mientras tercamente el otro se negaba a dejarse vencer. — ¡Es oficial hoy duermes en el sofá!
.
.
Liam refunfuñaba acostado en el sillón, mientras en uno de sus brazos el señor oso le hacía compañía. Esa tonta escena que armo en el supermercado le valió que Max se enojara con él. Así que tenía que soportar una noche sin la compañía de su querido. Pero ambos eran tan tercos que ninguno quería admitir el error de ninguno.
“¡Agg! ¡Soy un idiota!”
Se regañó mentalmente Liam, no podía dormir. No sin su amado Max. Volteo a mirar al peluche y suspiro.
— Supongo que solo somos tú y yo por hoy…— Le comento Liam.
Se levantó del sillón para ir por un vaso de agua. Cargando al peluche en una de sus manos solo porque si, hacia frio esa noche. Después de ir por el agua y darle unos sorbos, no pudo evitar ir al cuarto donde estaba Max. Y asomarse a verlo dormir, su sorpresa se hizo notar cuando escucho los pequeños sollozos de Max en la soledad del cuarto.
En ese instante Liam entró sin impórtale que el otro siguiera enojado con él.
— Maxi… ¿Por qué lloras? — Y se acomodó en la cama con él, mientras el otro se acercaba a abrazarlo rápidamente. Mientras seguía llorando. — No llores… Lo siento fue mi culpa… tú tienes razón, solo intentas cuidarme cuando estoy lastimado…— Le tomo por el rostro y le dio besitos en las mejillas — Vamos, ya, ya no llores, lo siento…—
— ¡Eres un tonto…!— Le dijo Max mientras lo abrazaba y se acurrucaba en su pecho.
— Pero soy tu tonto…— le dijo Liam, mientras lo abrazaba. Y en silencio los dos se miraban.
— ¿Sabes…? No creía que me podría enojar por las estupideces más insignificantes… ni tampoco que eso podría hacernos pelear… Estar casado… es más complicado de lo que esperaba— Le confesó el pequeño Max.
— Todos los matrimonios pelean, el punto es intentar arreglarlo. Y no seguir peleando a lo tonto… — Liam sabia calmar a su esposo cuando era necesario.
— Perdón por gritarte en el mercado, no lo volveré hacer…— Le dijo Max.
— ¡Oh! ¡Nos pelearemos de todos modos! — Le dijo Liam rodando en la cama con Max en brazos, jugando un rato. Hubo un punto en que se les acabo la cama y rodaron por el piso.
Mientras se metían tremendo golpe en el suelo.
Y comenzaban a reír en el suelo.
Adoloridos por el golpe que se dieron con el buró del mueble de la mesa de noche.
.
.
Max regreso al día siguiente del trabajo agotado a más no poder. Liam le recibió con un beso en sus labios y un abrazo.
— ¿Cómo te fue? ¿Muy pesado?
Max no pudo siquiera contestarle cuando se acercó para abrazarlo y dejarse rendir en sus brazos.
— ¿Ma…Maxi…?— Le llamo, pero su esposo. Momentos después comenzó a roncar profundamente en sus brazos. Ya se había dormido en cuanto cayó en sus brazos.
Con una sonrisa en sus labios, Liam cargo a Max a su cuarto. Mientras acomodaba su abrigo en la percha, ponía su maletín en su mesa de noche.
Le quito la ropa de su trabajo, y también sus zapatos y calcetines para después ponerle su pijama. Y momentos después recostarlo a dormir en la cama y darle un beso en la frente.
— Dulces sueños mi amor… En un rato vengo a dormir también…— Cerca de su oído mientras le acariciaba las mejillas con cariño.
— No te tardes… tendré frio sin ti… — Murmuro Max mientras Liam soltaba una risita con sus mejillas arreboladas. Y se ocultaba entre sus manos el rostro caliente.
.
.
Mientras Liam martillaba la pared, poniendo unos clavos para poner una foto en grande de su boda, Max pasaba al lado suyo mientras cargaba unos libros que pensaban poner en un estante. Al pasar al lado de su esposo le miro unos momentos.
Viendo las caderas musculosas, ahora cada vez más torneadas, más fuertes y sus bíceps más notorios. Max se sonrojaba solo con verlo unos momentos. Pero se detenía en específico a ver las posaderas de su esposo.
Pensando que sería una buena broma.
Se acercó en silencio lentamente… mientras libraba una mano y le pegaba una palmada a los cachetes de Liam, no precisamente los de la cara.
Liam le volteo a gritar.
— ¡Oye! — Le llamo, mientras momentos después dejaba el martillo y el clavo unos momentos para después quitarse el cinturón donde traía el martillo — Así mejor, me quedan marcas después de unas horas…¡Dale duro! — Y pícaramente le sonrió mientras Max tomaba vuelo y le pegaba otra palmada a Liam.
Pero esta última hizo flaquear la escalera donde estaba Liam y lo mando directo al piso. Asustando a Max quien enseguida comenzó a llorar.
Y momentos después la escalera y el marco le caían directo a la cara de Liam.
— ¡HIJO DE—!
.
.
— ¡PUTAAA! — Grito furioso, mientras el yeso le picaba por milésima vez. Intento aguantarse mientras Max terminaba de bañarle, pero vaya que ere maldito yeso le hacia la vida miserable. Y se la pasaba refunfuñando en el baño, mientras Max se reía ante el enojo de su esposo.
— Ya casi termino, no me tardo — Le dijo el joven mientras se acercaba a su rostro y le robaba un beso en los labios. Al instante Liam dejo de estar enojado, esperando pacientemente que Max le diera más cariño. Pero como se estaba tardando en darle el otro le jalo del brazo desnudo.
— Dame otro beso… — Pidió el mayor.
Mientras Max se sentaba en su regazo y le daba besitos en la frente.
— Yo seré tu enfermero mientras te recuperas— Le dio otro beso en su mejilla.
— ¿Te vestirás con falda para mí? — Liam le dio un beso en el cuello.
Mientras el pequeño Max reía. En aquellos suaves belfos, con su brazo disponible lo sujeto de la cadera y le abrazaba por la espalda.
— ¡Claro que sí! ¡Pero solo si te vistes de sirvienta conmigo! —
.
.
— ¡Max! ¡La tanga me aprieta! — Le grito Liam en la cama mientras Max llegaba a su lado vestido de enfermero.
— ¡Jajaja! — Su esposo estaba muerto de la risa mientras su casa estaba llena de su familia, habían hecho una pequeña fiesta de disfraces. Incluso habían vestido al señor oso con un mini disfraz de vaquita.
— ¡Oye no te rías! —
Cuando bajaron para platicar con su familia, era obvio que la molestia que sentía Liam entre sus piernas no lo dejaba tranquilo, así que subiéndose la falda de su disfraz de sirvienta se acomodaba la ropa interior en frente de todos. Max le pego un manotazo a su única mano disponible.
— ¡No te andes acomodando eso en frente de todos! ¡Cochino! ¡Pareciera que te picara la cola! — Los padres de Max no tardaron en reírse y menos los consuegros. Quienes pasaban las mejores risas viendo el matrimonio de los dos.
— ¡No es mi culpa que la braga se me metiera entre las nalgas! — Y momentos después los suegros no tardaron en intentar contener sus comentarios. No sabían si sentirse indignados o reírse a secas.
— ¡Ese es el chiste tonto! —
Y cuando hubieran visto por la ventana, el otoño llegó.
.
.
Las hojas caían por las calles de la ciudad. Mientras los dos cargaban las luces de la navidad pasada que guardaron en el otro departamento que tenían. Pensando en la cena que harían con su familia al final del año.
— ¿En qué piensas? ¿Deberíamos hacer pavo o pierna? —Le pregunto Max, Liam, sin el yeso que recientemente le habían quitado.
— Pienso que debiste traer un suéter. Hace mucho frio el día de hoy. —
Obviamente Liam se enojaba al saber que eso podía enfermarlo.
— ¡No seas ridículo! ¡No me voy a enfermar solo por un día sin usar suéter! — Le reprendió Max molesto.
.
.
— ¡AACHUU! — Estornudo por decima vez el pobre Max. Mientras Liam le quitaba el termómetro que tenia en su brazo. Mostrando los 39° que no quería ver. El señor oso estaba vestido de santa. Con un regalito de navidad al lado suyo.
— Ay mi amor… te dije que te ibas a enfermar… —
Y después le quito el termómetro y lo acomodo en la cama, era navidad cuando ellos recibieran a su familia. El hermano de Max lo fastidiaba aun estando enfermo.
Pero habían venido a verlo aun a riesgo de enfermarse con el catarro de Max.
Y cuando Liam acomodo las sillas para cenar. El árbol de navidad, ante los relatos decembrinos. Liam ayudaba y alentaba a Max para no sentirse mal por no levantarse a cenar con su familia.
.
.
El brindis de fin de año se dio. Max ya mejorado de su catarro podía darse el lujo de tomar por lo menos una sola copa para brindar. El señor oso estaba adornado con un gorrito de año nuevo y una botellita de vodka al lado de los demás peluches. Todos decorados con ropa de fin de año.
Un manto blanco daba paso al año nuevo. Mientras los fuegos artificiales resaltan en el cielo.
Liam había salido a fumar un cigarro por unos momentos. No quería fumar en frente de Max y menos de su familia.
Pero, estaba feliz de que Max se haya recuperado de su fiebre. Y cuando se distrajo viendo los fuegos artificiales.
La puerta de su casa, se abrió y salió su esposo. Con una bufanda puesta, sus mejillas rojas le hacían ver tan lindo y tierno. Sus pecas y con un gran abrigo que le cuidaba del frio, le hacían ver más adorable.
— ¡Ven adentro! ¡Mi madre trajo tarta de chocolate y de vainilla! —
Rápidamente apago el cigarro y se apuro a volver adentro, conociendo a su pequeño esposo, lo esperaría hasta que entrara, incluso si tenia que esperar en el frío de afuera.
— ¡Ya voy! ¡Dame dos rebanadas de cada uno! — Y tomando por los hombros al menor entraron en la casa nuevamente. Las luces del interior brillaban mientras el siguiente año fue marcado por el reloj.
.
.
Liam llegó cargando un costal enorme de comida para perro. Max le abrió la puerta mientras repentinamente entraba un perrito por la puerta. Un cachorro pequeño de raza pitbull ladro debajo de los pies del mayor de los dos. Su pequeña colita se menea tiernamente. Mientras olfatea por doquier y con sus bonitos ojos avellana miraba tiernamente a Max.
— ¿Liam…? ¿Qué hace un perrito en la puerta? — Max se agacho para tomar al perrito entre sus brazos. Su esposo dejaba la comida para cachorro a un lado.
— Lo siento… me comenzó a seguir. Y… ¡Esta muy lindo! — Tomo al perrito y lo puso frente a Max. — ¿Puedo quedarme? ¡Me porto bien! — Fingió ser la voz del perrito frente a Max, mientras este sonreía.
— Claro pequeño, puedes quedarte. ¡Después de todo Liam levantara tu popo! —
— Tú me odias. ¿Verdad? — Pero el perrito simplemente miraba a los dos humanos que hablan. Max tomo al pequeño cachorro. Y este perrito lamio la nariz de Liam.
.
.
A salvajes lengüetazos el enorme perro atacaba a Liam, quien llegaba del trabajo como de costumbre. Y lo sometía contra el piso. Mientras el joven Max sonreía y veía como el perrito tiernamente recibía a su dueño.
Liam cargaba al perro entre sus brazos mientras entraba en la casa.
— ¡Hoy es jueves! ¡Le toca baño! — Le recordó el joven de pecas.
Max tomo jabón y un balde de agua.
Los años se pasan volando, el joven Max ahora ya le llegaba a los hombros a su esposo. El guapo Liam, ahora comenzaba a tener una barba creciendo lentamente en su rostro. Y el alguna vez pequeño cachorro ahora era un tierno, grande y regordete perrito grande.
— Max… ¿Crees que deba afeitarme la barba? — Le pregunto mientras enjabonaba al perrito, quien menea sus patitas, feliz y juguetón.
— No hace falta, te ves como un guapo vikingo. — Liam le robo un beso en la mejilla a su esposo.
— Maxi cariño… ¿Recuerdas de lo que te platique hace tiempo? ¿Sobre… aquel orfanato?—
— Si… todavía no nos permiten adoptar. Cuando logremos tener todos los papeles seremos más bien los abuelitos del niño. ¿Por qué? —
Después saco una toalla para empezar a secar al perrito recién bañado.
— Nos dieron la cita…
En ese momento Max dejo de moverse. Quedando totalmente inmóvil mirando a su esposo. Sus ojos lentamente comenzaron a llorar. ¿En verdad oyó bien?
— ¡¿De…?! ¡¿De verdad?! ¡Liam! ¡Mi amor! — Max dejo libre al perro mientras se lanzaba a los brazos del hombre a su lado. Dejando al perrito correr directamente a la tierra del jardín. — ¡Liam! ¡¿Sabes lo que eso significa?! ¡VAMOS A SER PAPÁS! — Y el perrito llego corriendo rápidamente para unirse al abrazo de los tres. Manchando a la pareja con el lodo de la tierra.
— ¡Coco! ¡Perrito malo! ¡Te acabo de bañar!
Le regaño Liam mientras rodaban en el suelo. El perrito simplemente les lamia la cara a sus dos dueños.
.
.
Los rayos de la mañana fueron anunciados cálidamente sobre las cortinas blancas. Mientras una mujer regaba las plantas del jardín.
La calma del momento terminó cuando se escucho el sonido de una flauta mal tocada rompía los tímpanos por toda la calle.
Un pequeño chico tocaba torpemente la flauta en la ventana desde primera hora en la mañana. Y desde la misma habitación sonó el cantar de otro niño a su lado.
Desafinando a niveles tan estridentemente agudos que parecieran a punto de invocar a un demonio.
Liam se revolvía en la cama mientras se tapaba los oídos. Mientras Max a su lado pareciera no ser consiente del tremendo caos temprano en la mañana que sucedía en su casa.
El perrito llamado Coco ya recorría la casa mientras ladraba estridentemente. Las ojeras de Liam parecieran ser infinitas cuando intentaba dormir.
— Son apenas las 7…
Dijo Liam mientras intentaba dormir.
— Hey… los nenes solo están cantando y dejando salir su talento… — Le explico Max mientras lo abrazaba.
Sus hijos eran simplemente los niños revoltosos de toda la calle.
— Estos mocosos me van a sacar canas verdes…— Dijo Liam mientras tomaba a su esposo entre su manos. Le dio un beso en la frente y después le dio otro en los labios. Y cuando quiso tomarlo por la cadera, oyó un estruendo en el piso de arriba.
Y se escuchó el sonido de la flauta destrozada.
— ¡PAPÁ! ¡TOHT ME QUITO LA FLAUTA! — Grito uno de los niños, mientras Max comenzaba a reír, emitiendo sonidos de cerdito con su nariz.
— ¡NO ES CIERTO! ¡EL PERRO SE LLEVO LA FLAUTA! — Grito en respuesta el otro hermanito. Mientras el perrito corría por toda la casa correteando al gato de la vecina. El gato que siempre se metía a la casa cuando se descuidaban.
— ¡PAPÁAAAA! ¡NICO NO QUIERE DEVOLVERME AL SEÑOR OSO! — Grito el otro hermano mientras ambos comenzaban a pelear por que se les devolvieran sus pertenencias.
Max suspiro resignado mientras se levantaba de la cama.
— Yo voy, tú descansa.
.
.
Liam preparaba el desayuno de los cuatro, ya que no tardaban en llevar a los niños a la escuela y ellos ir al trabajo. Toht siempre entre sus brazos cargaba al señor oso. Lo llevaba a todas partes, incluso lo llevaba a la escuela también.
— Nico recibí una nota de tu maestra sobre lo que hiciste en clase de física. — Le comentó Max, mientras se sentaba en la mesa junto a los niños.
— Papá, yo no fui el que empezó. ¡Ese niño quería quitarme mi almuerzo! ¡No es mi culpa que ese tarado este muerto de hambre! ¡Y tampoco es mi culpa saber dar puñetazos! — El pequeño Nico era un niño revoltoso, altanero, orgulloso, chismoso y bastante enojón.
— Nico, voy a quitarte todos tus juguetes y tienes prohibido jugar en la computadora. — Liam le sirvió el desayuno y el pequeño Nico refunfuño molesto.
— ¡JA! — Se burló el segundo hermano, más pequeño y de ojitos tiernamente azules. De cabellitos castaños, en algunas líneas pareciendo rubio. Toht el hermanito menor recibió un golpe en el hombro de su hermano mayor. — ¡Ahh! ¡Eso duele tonto!
Max miro severamente a Nico mientras pasaba a voltear la cabeza haciendo un puchero.
En ese momento Nico sabía que se había pasado. Esa cara que puso el obstinado Max era el significado de que le iba a dar le peor castigo de todos.
— Muy bien, dado que no pueden llevarse bien voy a separar sus cuartos. — Dijo Max y en ese instante el orgullo del terco Nico termino.
— ¡No! ¡Quiero dormir con Toht! ¡Papá no es justo! —
Y momentos después Nico comenzó a llorar mientras abrazaba a su hermanito menor. Y Toht aunque tuviera golpes en sus hombros, no quería separarse de su hermano.
— ¡No volveré a pelear! ¡Me voy a portar bien! ¡Por favor Papá! — le pidió Nico mientras Liam simplemente dejaba que Max arreglara en simples palabras el conflicto de los niños.
— ¡Papá Liam! — Le pidió ayuda Toht sin querer soltarse de su hermano mayor.
— ¡A mí no me veas! ¡Con Max yo no me meto!
.
.
Estando en la dirección de la escuela Liam suspiraba intranquilo. Mientras llegaba Max a su lado. Ambos citados por la maestra.
— Voy a sacar a mis hijos de esta escuela. No voy a dejar que los sigan hostigando…— Se impuso Liam, mientras la consejera simplemente suspiraba.
— Miren señores. No soy tonta, yo se perfectamente lo que hace Nico en la escuela. Yo les pido disculpas a ustedes para que no vuelva a pasar. Su hijo… Toht, no lo supimos hasta ahora que los conocimos… Los demás niños se burlaban de Toht por tener dos padres y… bueno. Es obvio que un hermano siempre será tu hermano. No importa si son de la misma madre o no. — La consejera intentaba excusarse. — No teníamos idea del acoso que sufría su hijo…
.
.
Cuando iban de regreso en el auto Liam intentaba mantenerse sereno, tallándose las cienes. No creyó que llegaría el día en que tuviera que lidiar con esos problemas. Max abrazaba a los niños atrás en los asientos.
Explicándoles o intentando explicarles su situación. Toht traía en brazos al oso de peluche, roto de un brazo y cubierto de tierra y polvo por rodar en el piso.
— Papá… ¿Por qué no tenemos una mamá? — Preguntó Toht.
— Hay muchas familias que no tienen una mamá. Como nosotros y no por eso dejamos de ser una familia. Lo que te dijo ese niño. De que esta mal que no tengas una mamá es una mentira. ¡Liam y yo somos tus papás! Y no vamos a dejar te quererte por eso… —
— ¿Entonces la cigüeña trae bebés a los papás también? — Preguntó Toht.
Y antes de que pudiera contestar Nico habló.
— ¡No seas tonto Toht! ¡Los niños nacen por la vagina de una mujer! — En cuanto dijo eso Liam casi sufre un infarto.
— ¡Nico! ¡Tu hermano no lo sabe todavía! — Le regaño Max mientras el hermanito menor intentaba entender.
Momentos después Max tomo una toalla y siguió limpiando los nudillos del mayor de los hermanitos, quien había golpeado a todos los niños que molestaran a su hermanito.
.
.
Cuando el menor de los hermanos cumplió años. Liam le compro otro peluche al tierno Toht. Quien ya entrando en la secundaria aun amaba los peluches.
— ¡Papá! — Le llamó Toht a Max, con las cartas en sus manos mientras les enseñaba el correo que le llegó. — ¡Recibí la beca por cantar en el coro de la escuela!
Les mostro la carta a sus padres.
Mientras Nico permanecía refunfuñando con su desayuno en la boca.
— Grandioso, yo aprendí a tocar cinco instrumentos a los diez años y tú por cantar en un corito obtuviste una beca. Perfecto… — Le reprendió Nico molesto mientras Liam se reía.
— Nico eres un cretino. Tú literalmente ya puedes entrar en la universidad—
Lo cierto era que Nico era un niño prodigio. Sarcástico y burlón, el muchacho ya tenía un futuro brillante por delante, mientras Toht mostraba que en sus habilidades de canto no se quedaba atrás de él. Pero pareciera que Nico apropósito se quedaba con su hermano en la misma escuela. Por visto, Nico no ha dejado de proteger a su hermanito menor.
.
.
Liam ya tenía canas cuando sus dos hijos se graduaron, mientras pareciera que Max era un traga años. Mientras sus niños ya habían crecido tanto que ya dentro de poco se mudarían a vivir por su cuenta.
Al final, ambos muy a pesar de sus problemas y prejuicios. Han logrado salir juntos de sus problemas. Todos en la facultad de Toht sabían que en su dormitorio tenía un osito de peluche, al cual curiosamente también le pusieron la toga de graduación. Fue la broma personal de la facultad de sus hijos.
Momentos después de que el discurso de ceremonia terminara Max se soltó a llorar. Mientras Liam intentaba no flaquear junto con él.
— Oye… dijimos sin lágrimas…, no llores mi amor — Liam le beso la frente mientras le abrazaba por la cintura.
— Pe…perdón… es que… siento como si solo ayer… hubiésemos estado aquí antes. ¿Sabes dónde estamos?
Liam confundido miro alrededor. En efecto, el lugar le parecía familiar, se rasco la barba intentando recordar. Hasta que lo reconoció.
— ¡Maxi! ¿Aquí estaba…?
Y cuando Liam lo supo también se limpió las lágrimas. Hace años habían estado en ese lugar, en una pequeña feria, donde se divirtieron jugando y bromeando como niños. Donde ambos habían comprado al señor oso que también se graduaba de la universidad con sus hijos, cuando arrojaron los birretes al aire, al igual que mandaban el osito por los aires.
.
.
Y cuando limpiaban la casa Max tomo la foto donde mostraba le día de su boda, ahora un recuerdo distante mientras ambos se sentaban en la sala de su casa.
— ¿Ya viste lo guapo que estaba aquí? Ah ira estoy lleno de arrugas... — Le pregunto Liam mientras Max le daba un beso en los labios.
— Para mí siempre estas guapo — Max era meloso no importara cuanto tiempo pasara.
— ¿Así mi amor? —
— Claro cariño… tú siempre me vuelves a enamorar con solo verte. — Max abrazo por el cuello a su esposo.
Le dio otro besito en los labios mientras veían como al lado de la chimenea estaba el señor oso. El cual siempre vestían para casi cada ocasión.
— Liam…
Le llamo suavemente Max.
— ¿Si mi amor? — Y en ese momento, entre sus brazos fuertes, tomándolo de la barbilla, mirando esos ojos, que hubiese visto durante tantos años.
Durante cada mañana, de cada día y disfrutando de cada noche a su lado. Y nunca se cansaría de amarlo.
— Te amo…
Le dijo en un suave susurro. Mientras Liam le daba un beso en la frente.
— Y yo te amare siempre…
Fin
Hecho con cariño y cafeína uwu.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro