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Capítulo 7 Sentimientos apresados

Los personajes de Rumiko Takahashi no me pertenecen, son solo usados para historias locas y retorcidas

La siguiente historia trata de temas extremadamente fuertes, se recomienda discreción.

Basada en narraciones japonesas reales de la era Edo.

Las comillas "" significa pensamientos.

Los fanart pertenecen a sus respectivas autoras, ninguna es de mi propiedad.

Capítulo 7

Sentimientos apresados

Ante aquel beso, y las sensaciones a galopándose como una fuerte ventisca en el interior de ambos, ocasionaba una emoción autentica, una que no querían que terminara en ningún momento, el acto era tan cálido, que el sentirse reconfortados daba un poco de miedo, Bankotsu mantuvo a Kagome abrazada contra su cuerpo, su mirada azul eléctrico era triste, sintiéndose culpable por aquella acción, tenía que alejarse de ella, pero no podía, no quería hacerlo.

La de cabellos negros estaba sumamente sonrojada, sintiendo esa necesidad de estar con el azabache, poder expresar todo lo que su interior le imploraba, lo que su cuerpo quería decir, eran tantas emociones que no podía ni hablar, por todo lo que le estaba pasando a su alrededor, el moreno la miraba fijamente.

— Aunque estoy muy feliz, esto aún duele un poco — una tenue risa se dejó escapar de su boca.

— Sus ojos azules se abrieron desmesuradamente, reaccionando de manera rápida, se alejaba del contrario, limpiándose la boca con la manga del kimono — tu... ¿Qué es lo que estás haciendo?

— ¿Cuál es el problema?... ¿no lo haces todos los días con tus clientes? — esa mirada que asemejaba una peligrosa pantera se fijaba fervientemente en aquellos ojos inocentes.

— Ese no es el punto Bankotsu... — una molestia se dejaba oír en su tono de voz.

— Entonces considéralo como la recompensa a esta herida — el moreno adquiría esa pose tan despreocupada que solía hacer siempre que se metía en problemas, cerrando su ojo izquierdo.

— Kagome lo miro enojada, apretando los labios, en un intento por no soltar palabras ofensivas hacia el contrario. — .... — suspiro dándose la vuelta.

Esta vez no hubo oraciones expresadas por ninguna de las partes, aquella situación se había transformado en una escena que no se podía manejar para ninguno de los dos, aquel ambiente se había trasformado en una densa niebla, Bankotsu lo sabía, miro la espalda de su compañera, esos ojos reflejaban tristeza, y anhelo a algo que no podía ser.

Nunca.

— Unos hermosos zapatos de tacón en color negro se dejaron ver en la oscuridad — ¡vi todo!... — el cabello largo negro se mecía con elegancia — gatito... ¿Qué fue eso?

— Una risa salía de los labios del azabache, sintiendo una punzada en su corazón — ¿de qué hablas Kikyo?

— ¡No me salgas con esa risa!, además, soy una clienta ¿sabes? — la pálida se cruzaba de brazos — muestra un poco de modestia.

— Tienes razón, siento desilusionarte, cuando se entere Miroku, probablemente me regañe de nuevo — suspiro pesadamente.

— Obviamente — la de ojos café se le quedo mirando.

— ¿Qué?

— Es solo que... aunque siempre tienes una sonrisa en tu rostro, justo ahora te pareces más a él.

— ¿quieres decir a tu primer amor?... señorita, eso sería un honor. — Bankotsu recuperaba su estabilidad emocional.

— Ahora más importante ¿Qué le paso a tu brazo?

— .... Bueno pasaron muchas cosas... como sea entremos al burdel... por lo que veo quieres que te complazca toda la noche ¿no?

— Una sonrojada Kikyo lo tomaba por el brazo — sí, ¿Cómo lo supiste?

Ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

— Pues varias gentes los miraron — una aprendiz de cabellos castaños comenzaba a parlotear con otra que estaba a su derecha. — escuché que se estaban abrazando y besando.

— ¿de verdad? — una chica de cabellara rubia se sorprendía. — ¡imposible!

Las habladurías de aquel encuentro nocturno con Bankotsu le habían generado demasiados problemas esa mañana, aquellas aprendices solo miraban la espalda de Kagome. La cual, era peinada por Shippo, quien no decía nada, solo escuchaba todo lo que decían las demás chicas.

La de cabellos negros a pesar de escuchar la conversación perfectamente no decía nada, el enojo estaba fluyendo, pero se disipaba al recordar los sucesos en su cabeza.

— Una clienta que estaba llegando también los miro.

— ¿no es verdad? ¿Quién hizo el primer movimiento?

La calma que Kagome había tratado de mantener toda esa mañana se fue, volteo a ver a las tres adolescentes, con el ceño fruncido, provocando que de inmediato se quedaran calladas.

— ¡Ya dejen eso!, han estado hablando de eso todo el día — cuestiono — "aunque... ¿Por qué hizo tal cosa"

— Una voz ajena intervenía en el recinto de la de ojos azules — pero ellos ni son enemigos mortales, ¿quieren saber por qué?... antes hace mucho...

— Un golpe fuerte se escuchó, la mano de Kagome había golpeado la mesa — ya basta Jakotsu ... ¿no es la gran cosa? ¿o sí?

— ¡Tranquilos!, hacemos eso todos los días con nuestros clientes — Kagome gritaba, enervándose ante la situación

— ¿entonces es verdad que se besaron? — la rubia, nuevamente hacia el comentario.

— Pudiste decir otra cosa, como que no lo recordabas princesa — el moreno aparecía, con un yukata en negro con mariposas blancas, recargándose en el marco de la puerta.

— ¡Bankotsu! — la de ojos azules lo miraba con sorpresa, cerrando los ojos al final.

— Todas las aprendices se acercaban al moreno, tomándolo de las prendas, cada una estaba realmente emocionada — ¿realmente lo hicieron?

— ¿es una mentira verdad? — la rubia volvía a preguntar.

La cortesana, se fijó en el semblante del azabache, este parecía aun un poco pálido, a pesar de haber salido del hospital hace un par de días, físicamente no estaba para nada bien, internamente se alegraba de que estuviera de pie, aun que aquella sonrisa que lo caracterizaba simplemente se apreciaba forzada.

A pesar de todo se sintió aliviada de que estuviera vivo.

— ¡Solo era una competencia! — Bankotsu decía con aquella sonrisa — para ver quién de los dos es mejor — su expresión de superioridad aparecía en su rostro.

— ¡oh!, ¿Quién gano? — una de las aprendices se emocionaba ante lo que el mayor contaba.

— ¿Cómo podría ser derrotado por la princesa? — la arrogancia se dejaba ver en todo su esplendor.

— ¿Qué dijiste? — la de cabellos negros lo miraba con coraje.

— ¿quieres una revancha enfrente de todos entonces? — una mirada seductora, una voz profunda y un toque sutil en las mejillas de Kagome fueron el detonante para ponerla sumamente nerviosa y avergonzada.

Los presentes se quedaron mirando fijamente aquella escena, era tan hipnotizaste como morbosa, las adolescentes no parpadearon en ningún momento.

Bankotsu guio su mano hasta el rostro de la contraria, pasando sus dedos ligeramente por la barbilla, hasta rosar los labios de su compañera, tocándolos de manera sutil, pasando el pulgar, definiendo delicadamente el contorno de aquella rosada boca, acerco su rostro lentamente, Kagome percibió su aliento, sin poder evitarlo entrecerró los ojos, sintiendo sus mejillas arder, ese sentimiento volvía a surgir, antes de que algo más sucediera, levanto la mano con la única intención de darle una bofetada.

Bankotsu percibió esto, con agilidad y buenos reflejos aun a pesar de su estado, detenía la mano de la contraria en el aire, sonriéndole de manera altiva.

— Son tan fáciles de leer... tus movimientos, princesa.

— Eres un...

— Sabía que ibas a lanzarme un golpe.

— ¡SUFICIENTE...! ¡TODOS USTEDES LARGO DE MI HABITACIÓN! — sentencio enojada por todo aquello — ¡LARGO...! — de un tirón escapo de la sujeción del moreno.

— ¡Kagome sama! — Shippo se mantenía en una esquina presenciando todo.

— Menos tu Shippo — hablo ya harta la de cabellos negros.

Ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Kagome se mantenía recostada, su cuerpo solo era cubierto por una fina bata de seda, sus pechos sobresalían de aquella prenda, una mano tocaba sutilmente su vientre, la boca de aquel chico de cabellos blancos succionaba con delicadeza su cuello.

Después de varios días de asueto, no se podía dar el lujo de rechazar un cliente más, en ese momento no tenía humor para esa clase de actos, sentía como la lengua del contrario le recorría sin pudor alguno todo el hombro.

Sabía que Bankotsu estaba descansando, y que nadie aparte de él podía competir por el primer puesto, en ese momento Kagome no tenía competencia alguna por acostarse con más cliente.

Cerro los ojos, tratando de guardar en su corazón aquella escena, sus besos, su calor, pero sobre todo el sentimiento que Bankotsu le transmitía con sus miradas, sus actos de amor, no quería que desaparecieran nunca.

Sin darse cuenta se estremeció, su cuerpo estaba ahí pero no su mente.

— ¿no estás de humor? — Inuyasha la miraba con aquello ojos suplicantes.

— ¡Lo lamento! — mencionaba sin muchos ánimos, tocando ligeramente la mejilla del contario.

— ¿quizás era cierto que no te sentías bien? — una sonrisa y un acto gentil por parte del chico, tranquilizaron a Kagome.

— Es... es verdad — una risa apenada se dibujaba en sus labios — "me creyó la mentira de que estoy enferma"

— Kagome... dime... ¿estás enamorada?

— Los ojos azules se abrieron de la sorpresa — ¿Cómo podría ser posible eso?... que cosas dices Inuyasha. — llevo su mano a la boca, estaba apenada.

— ¿enserio? — el de cabellos blancos se colocó encima del cuerpo de la contraria, tocando sutilmente su rostro — aunque hoy, tu expresión es muy sombría. — si estuvieras así por mí, estaría muy feliz... pero, ahí un rumor ¿sabes? — las manos recorrieron lentamente sus hebras negras enredándolas en sus dedos — de que estas teniendo una aventura con Bankotsu.

— ¿huh? — los ojos azules se fijaron en la mirada profunda del chico —"incluso Inuyasha lo sabe"

— ¿pero ese tipo de aventura existe? — su expresión dejo de ser dulces, colocando esa mirada frívola. — quiero decir, relación entre una cortesana y un cortesano, ¿en un burdel?

— ¡Por supuesto que no! — dejo de mirarlo, no podía con tantas acusaciones a su persona. — tener una relación así, obviamente esta estrictamente prohibido.

— Pero... ¿eso significa que esos sentimientos si existen?

— Mordió su labio internamente, queriendo mantener la calma — ¡quién sabe!, como sea no importa, no estoy en ninguna relación.

— Hace mucho tiempo venía a Yoshiwara con mi abuelo, siempre los veía a ustedes dos juntos — una sonrisa se apreciaba nuevamente en los labios del chico.

La de cabellos negros se le quedo mirando, recordando aquella época donde había sido a pesar de las circunstancias, muy feliz al lado de Bankotsu, recordando cómo es que algunos clientes llevaban a sus nietos al burdel.

— ¡Ya veo!

— Ustedes dos aún eran unos niños, jugando como un par de gatos finos, tan increíblemente lindos, en ese tiempo... en verdad quería ser parte de esa amistad.

— ¡Inuyasha!

— ¿Me pregunto cundo empezó a cambiar esto?, hasta convertirse en una relación de perros y gatos.

— ¿Quién sabe? — decía con melancolía en la voz. — Recordando una vez más en cómo es que todos los días sin importar el trabajo siempre estaban juntos, el tiempo libre era solo para ellos dos.

— ¿entonces los rumores son verdaderos?

— ¡Desde luego que no!

— ¿no tienes una relación con Bankotsu?... Kagome.

— ¡No la tengo! — con su mano izquierda acomodaba ligeramente la bata que en ese momento dejaba al descubierto su hombro.

— Si eso es verdad, entonces se mía — Inuyasha colocaba la mano encima de la de la contraria, mirándola fijamente.

— ¿he? — un rostro de sorpresa aparecía.

— Quiero pagar tu liberación.

— ¿liberación?

— ¡Cuidare bien de ti! — el de cabelleras blancas se acercaba abrazando a la cortesana por la cintura — no es una mala propuesta ¿cierto?

— Pero... — no sabía que decir, ¿o que hacer?, era claro que no estaba para nada feliz con dicha propuesta — eso... pero... es un desperdicio de oferta.

— ¿me odias?

— No... yo.

— Es por Bankotsu ¿verdad?... no puedo pensar en ninguna otra persona.

— La mirada azul se dirigió al suelo, fijándola en un punto en particular — esto no tiene nada que ver con eso ... ¿me pregunto el por qué a mí?, Inuyasha aun eres un estudiante, que está a punto de liberarme, no creo que tu familia lo permita.

— Ya obtuve el permiso de mi familia.

— ¿Qué? — una mirada sorprendida se dirigía a un decidido hombre.

— A cambio de obtener tu liberación, prometí jamás tener otra amante por el resto de mi vida. Ya que mi abuelo tiene un montón de hijos, las cosas no han sido fáciles, pero con una cortesana no tengo por qué preocuparme.

— .... ¿a qué te refieres?

— Sé que en el futuro mis padres querrán arreglar un matrimonio de interés para mí. Toma esto como una condición que debe cumplirse.

— No hagas esto, Inuyasha tu...

— Es imposible ser un heredero y no casarse, pero ten por seguro que serás a la única que amare por el resto de mi vida. ¡Lo juro!

— Una ligera sonrisa aparecía en aquellos labios rosados — Inuyasha, tienes que pensarlo muy bien.

— De hecho... — sutilmente una mano descansaba en la mejilla de la contraria, sintiendo la suavidad de esta — si no hubiera tenido el permiso de mi familia, no me hubiese importado dejarlo todo y huir contigo.

— Tanto así... — una mirada sorprendida no dejaba de verlo.

— ¡Te amo!

Una declaración sincera se dejaba expresar, acompañada de unos ojos enamorados, Kagome sabia la respuesta a tan hermosos sentimientos, pero ella no poseía tal cosa, menos por Inuyasha, había sido cortesana por mucho tiempo, encontrarse con un amor tan puro como el que le profesaba aquel chico era sumamente halagador, pero no era lo que ella quería.

Inuyasha prometía hablar de la liberación con el burdel, la cortesana sabía que, desde su iniciación, y después de comenzar a trabajar para Hanafarion, muchos clientes habían tratado de liberarla, sabía que aquel chico era realmente rico, pero lo más importante de todo aquello, la trataba de una manera tan tierna, que era casi irreal.

Aun a pesar de aquella propuesta no se sentía nada feliz, ni emocionada, sabía que la vida en su condición no era muy larga, su belleza y Juventud se irían de la noche a la mañana y sabría que al final no haría nada, no tendría su preciada libertad y no podría abandonar aquel lugar.

Era lo único que conocía, su mundo era el distrito rojo, no había más, sabía que con ayuda de Inuyasha se olvidaría de todos esos momentos que la llenaban de tristeza y melancolía ¿no? ¿En que estaba pensando?, no había sido una vida triste, al contrario, había experimentado una felicidad que pensó no tener nunca.

Se fijó en aquel techo de la vieja casona, recordando la promesa que había hecho con Bankotsu cuando niños, cruzar aquella puerta tomados de la mano, vivir libres, juntos, amándose.

Kagome llevo su mano al pecho, sentía que dolía cada vez que recordaba todo aquello, quería creer en esas palabras, quería tener una esperanza que no la defraudara, a pesar de la realidad que estaba viviendo, sabía que todo lo dicho y prometido era solo una ilusión.

Una falsa promesa.

Se quedó mirando largamente en las sombras, apreciando el cielo nocturno, escuchando a la distancia unos murmullos, fijando sus ojos azules, observo como un chico salía de un establecimiento de comida, fijándose mejor distinguió a Bankotsu.

— "veo que ya está mejor" —sonrió al verlo, había recuperado la energía, su fuerza física y sobre todo su manera se ser, pero lentamente su sonrisa desapareció al ínstate que se dejó ver una figura contorneada un cabello negro, lacio y largo, así como unas largas piernas. — "Kikyo."

Un malestar invadió su cuerpo, recordando aquella escena, los sucesos que aquellos dos habían tenido y la relación que llevaban, sin nada que hacer, cerró los ojos tratando de no llamar la atención, la pareja camino por aquellas calles iluminadas por los adornos de los puestos de comida y los edificios rústicos de la zona roja, justo a la puerta de salida.

— Hasta aquí está bien Bankotsu, por cierto ¿nos veremos después?

— ¡Claro!

— Perdón por traerte hasta la puerta

— Ya te dije que no es nada, cuídate. — el moreno sonrió.

Kagome miro la escena, en como Kikyo lo despedía con un tierno beso en la mejilla, pareciera como si fueran algo más que un cortesano y su clienta, recordando lo que siempre mencionaba Miroku a Bankotsu, sobre dejar de tratar a los clientes como amigos o amantes.

La de ojos cafés miro atentamente aquella figura que estaba en las sombras, cerca del pilar principal donde delimitaba la zona de la ciudad.

— ¿Qué haces aquí? — hablo con un tono neutral.

— Nada.

— ¡Princesa!, hace mucho que no te veía — sonreía la pálida — ¡pensé que ya te habían liberado!

— No, ese no es el caso, sigo aquí, trabajando.

— Me alegra, mirándote de cerca es cierto lo que dicen de ti, eres realmente hermosa, es impresionante como los hombres te desean y una que otra mujer.

— Eso es un poco grosero de su parte.

— No he dicho nada malo, princesa — Kikyo esbozaba una sonrisa ladina.

Kagome levantaba una ceja, abriendo un poco la boca, las palabras dichas por la pálida la habían cabreado, no era solo el desprecio en cada oración, era un tono de burla que no estaba dispuesta a aguantar, antes de que la de cabellos negros dijera algo, las manos de Bankotsu se hicieron con las mejillas de Kikyo, la cual solo cerro los ojos ante el dolor que le provocaba aquel acto hacia su persona.

— ¡ya basta!, estas siendo muy grosera, con solo escuchar el sonido de tu voz.

— ¿En serio?, — la de ojos cafés se daba masajes en la zona dañada — aun soy una clienta importante ¿sabes?

— De todos modos, hablas como si no tuvieras una pizca de modales.

La de ojos azules observaba estas pequeñas peleas a modo de broma entre aquellos dos, descubriendo grandes cosas que Miroku alguna vez le había dicho, el que, aunque fueran cortesanos, trabajaran en el burdel, había grandes diferencias entre ellos, la manera de Bankotsu de tratar a sus clientes, con aquella calidez que el moreno podía otorgar, algo así como, relaciones, cosa que ella no podía ofrecer, no para el burdel, y tal vez, no para el mundo.

— Bueno, no te enojes, ¿está bien?, me tengo que ir, Bankotsu fue una noche estupenda y pasarla contigo es cada vez mejor — la mujer de figura alta se despedía entre la oscuridad de la noche.

— Tenemos que irnos también nosotros — el cortezano miraba a Kagome con una sonrisa en los labios.

— Claro... por lo que veo ya estás listo para tener clientas ¿verdad?

— El moreno emitió una carcajada — no te preocupes no pasó nada entre ella y yo, le dije lo del brazo, y mi incapacidad por no poder atenderla, pero, dijo que no le importaba, que la acompañara a beber.

— Típico de ti.

— Ella lo hizo todo por mí.

— Eres un fácil.

— Y tú eres una Ochiki (prostituta sin clientes)

— Ya te dije que te equivocas — los ojos azules reflejaban coraje ante lo vivido con Kikyo y lo dicho por el joven cortesano.

— ¡Vamos princesa!, estoy seguro que no tienes ninguna reservación con ningún cliente para hoy en la noche y tal vez mañana tampoco, si sigues así creme que Miroku te va a castigar.

— ¡Déjame en paz!

— Eres bastante quisquillosa para elegir a los clientes. — nuevamente esa sonrisa arrogante se formaba en aquellos labios.

— Observándolo, cerró los ojos, girando su cabeza para mirar a otro lado — ¿Por qué mejor no te preocupas de tus propios asuntos?, ya que este mes seré la numero uno.

— Bankotsu se llevaba la mano a la barbilla, elevando una ceja — ¿y cómo es eso?, si has estado evitando trabajar en todo este tiempo.

— Basta.

Una nueva mirada de reto se hizo presente entre ambos, Kagome comenzó a caminar, sintiéndose encajonada, era verdad todo lo que el moreno le decía, no había trabajado en ese tiempo, ¿Cómo haría para poder superarlo en cifras ese mes?, tenía mucho por hacer, y no sería la última en remunerar para Hanafarion.

Después de caminar por unos minutos llegaba al burdel, entrando por el pasillo principal, paso por un lado de Miroku, el cual la miro algo extrañado, ya que, para esas horas, Kagome siempre se encontraba encerrada en su habitación.

— Kagome ¿estás bien?

— Si, podrías pasarme al siguiente cliente que venga.

— ¿Qué?

— Lo que oíste, estoy disponible así que lo espero en mis aposentos.

Esa noche tenía que actuar de maneras que no quería, pero si era la única manera de poder lograr ganarle a Bankotsu, estaría dispuesta a burlarse en su cara, no era que quisiera, pero en ese momento era su trabajo.

La mañana había llegado, estaba exhausta, realmente el poder entablar pláticas con los clientes, así como la intimidad era demasiado pesado, se había recargado en la mesa de una de las salas de la casa, escuchando a lo lejos un estruendo, solo observaba a las demás cortesanas pasar, al igual que las aprendices, levantándose un poco, tallaba sus ojos, tratando de quitarse el sueño de encima.

— pero ¿qué está pasando?

Camino por los pasillos de madera, hasta llegar a las habitaciones que se encontraban en la parte más alejada de la casona, las chicas y los chicos se comenzaron a aglomerar, escuchándose solo el bullicio, cuando se dio cuenta, se percató de algo que había pasado por alto, era la habitación del moreno, abriendo desmesuradamente los ojos, se acercó a toda prisa, mirando a Miroku con una cara de miedo y preocupación.

Sin poder evitarlo escuchaba aquella platica que lentamente se estaba convirtiendo en pánico, una que desencadenaba en aquella habitación y se estaba expandiendo por cada persona que miraba.

— Llama a un doctor.

— "doctor" — la de cabellos negros había tomado el marco de la puerta, asomándose por fin, las manchas de sangre estaban por el piso, el cuerpo de una mujer estaba tirada en el suelo, su vientre estaba abierto. — ¿Qué está pasando? .... no .... — sus ojos azules buscaron con desesperación a Bankotsu, encontrándolo en el otro extremo, con el brazo lesionado y con el pecho lleno de aquella sustancia carmesí — no... un... ¿doble suicidio forzado?

Las lágrimas comenzaron a inundar aquellos zafiros azules, acercándose rápidamente al cuerpo inmóvil del azabache, lo tomo entre sus manos.

Solo gritaba su nombre a todo pulmón, el miedo la invadía.

Continuara....


Oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Después de 84 años aparezco, perdón de verdad mis demás historias me tienen absorbida en que voy a escribir, pero dije, no me pondré las pilas para terminar esta historia, muchas gracias por los que la siguen leyendo, belth_bestal, nena, gracias por el comic, que no sé cómo descargar, pero espero y pueda hacerlo para dejarlo plasmado en este fic, de verdad mil gracias por el detalle, tus dibujos son hermosos. Y pues aquí está la continuación, lo prometido es deuda, ya tengo más capítulos escritos no se preocupen, habrá actualización cada semana por el siguiente mes.

Las amo espero y lo disfruten

Cha matta ne 😊 

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