CAPITULO 5 Solo mía
Los personajes de Rumiko Takahashi no me pertenecen, son solo usados para historias locas y retorcidas
La siguiente historia trata de temas extremadamente fuertes, se recomienda discreción.
Basada en narraciones japonesas reales de la era Edo.
Las comillas "" significa pensamientos.
Los fanart pertenecen a sus respectivas autoras, ninguna es de mi propiedad.
Lemon en este capitulo.
Nota al final
CAPITULO 5 Solo mía
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Lentamente llevo la mano hasta el cinturón de Kagome retirándolo en el proceso.
— Espera Bankotsu ¿Qué haces?
— La mano del moreno viajo por el inicio del kimono abriendo lentamente este, dejando ver esos hermosos y redondos pechos, los cuales se miraba como un par de melocotones — ¿nunca pensaste que podría ser así entre nosotros?
— Por... supuesto que no... deja...! ahh!... me — el cuerpo de Kagome comenzó a temblar ante el contacto de la mano de su compañero en su piel.
— ¿Intentas empujarme?... esto es sucio... ¿verdad?
— Esto... esto no... ¿no sabes lo que ocurriría si nosotros hacemos algo como esto? — los ojos y el sonrojo se hacían notar.
— ¿y qué? — una sonrisa acompañaba el rostro de Bankotsu, al igual que una mirada llena de deseo, su mano seguía acariciando entre los senos de la contraria — caer en las profundidades de infierno juntos, no es tan malo ¿cierto?
— NO — Kagome comenzó a forcejear, colocando los brazos en el yukata del contrario lo estiraba tratando de liberarse. — Bankotsu ¡ahh!
La de ojos azules cerraba los ojos fuertemente ante lo que en esos momentos su cuerpo estaba manifestando, sentía lentamente sus mejillas arder, sintiéndose cada vez más extraña, un ligero estremecimiento surgió cuando las cálidas manos del moreno estrujaban su pezón sin pudor, moviendo en círculos para después pellizcarlo, ocasionando que el pequeño botón rosa se hinchara cada vez más.
— ¿entonces te gusta eso? — hablaba de manera seductora Bankotsu, relamiéndose los labios en el proceso.
— No — el sonrojo de la chica se iba intensificando sintiendo cada vez más escalofríos. — para... — un calambre se dirigió desde su espina dorsal hasta detrás de la nuca cuando el contrario bajo la mano hasta su intimidad.
Con calma llevo tres de sus dedos a su monte de venus, bajándolos lentamente tocando los labios vaginales de la joven, comenzando con suaves toques, sintiendo aquel liquido transparente emanar desde las profundidades de aquella virgen entrada, Bankotsu se comenzó a calentar al darse cuenta de los gemidos que salían de los labios rosas de Kagome.
En un acto reflejo comenzó a mover la mano con habilidad, escuchando y sintiendo como las mieles de la chica se iban intensificando cada vez más.
Estaba igual de excitada que él.
— Considerando lo que está pasando aquí debajo, deberías de darte cuenta que esto te está gustando Kagome.
Una sonrisa surco la faz del moreno, sin poder detenerse en ese momento acerco su boca hasta el pecho de la contraria mordiéndolo en el proceso, jalando solo un poco, provocando gemidos marcados y sensaciones extrañas en la de cabellos negros.
Los besos y caricias se fueron intensificando en aquellos redondos senos que Bankotsu comenzaba a querer aún más, uniéndose cada vez en la suavidad de aquel par de melocotones.
Kagome por su parte no sabía qué hacer, estaba sintiendo todo aquello tan profundamente que sin darse cuenta un sentimiento de culpa la invadió, pero ¿por qué?, A pesar de la posición en la que se encontraban ambos, no podía dejar de querer hacer todo aquello con Bankotsu, su cuerpo temblaba cada vez más, su corazón se aceleraba ante cada caricia dada por el contrario, no sabía a qué punto fuera a aguantar todo aquello.
Bankotsu seguía moviendo sus dedos por encima de la intimida de su amiga, lentamente se detenía para ir introduciendo uno de sus dedos.
— No — Kagome se hacía hacia atrás, llevando su mano hasta su kimono para bajarlo. — ¡te dije que pararas pervertido! ¿Qué demonios estás haciendo?
— Bueno entonces en que te convierte en ponerte así — el joven enseñaba a la contraria la mano llena de sus jugos vaginales.
En un rápido movimiento se posicionaba a un lado de ella, introduciendo nuevamente su mano por debajo de sus ropas, comenzando nuevamente con lo que había dejado pendiente minutos antes, su mano se movía con una habilidad increíble provocándole sensaciones nuevas y desconocidas a la de ojos azules.
— Bankotsu... para por favor — el sonrojo seguía creciendo en ambas mejillas así como el calor del momento — "¿Por qué... es esto?" los ojos de Kagome se cruzaron con los contrarios, comenzaba a verlo un poco borroso — quizás... ¿es por qué Bankotsu sabe lo que está haciendo?"
Nuevamente esas miradas hacían contacto, Kagome al pensar en las habilidades que poseía el contrario sintió un dolor en el pecho, sus ojos se comenzaron a inundar de lágrimas, pero antes de que pudiera pensar a fondo en todo aquello, las manos del contrario comenzaban a acariciar de manera deliciosa su punto de placer.
Su espalda se comenzó a arquear varias veces, sintió el movimiento de Bankotsu, el cual rotaba sus dedos alrededor del clítoris y seguían poco a poco adentrándose a esa cavidad prohibida, eso fue el detonante para que Kagome llegara al orgasmo.
— NOOOO.... Bankotsu... detente — la voz agitada de la joven se dejaba escuchar.
— ¿Por qué? Al final, vas a hacer esto con un cliente. ¿verdad? — sin previo aviso dos de los dedos del moreno se comenzaban a introducir lentamente en la intimidad contraria.
— ¡Ahhhh!.... no ¡NHG!
— Tan estrecha ¿duele? — los dedos introducidos se comenzaron a mover como tijera, escuchándose el chapoteo al meter y sacar estos.
— ¡Aaaaaaaaaah! — Kagome comenzó a sentir una sacudida cada vez que el moreno metía y sacaba los dígitos, su cuerpo se estaba debilitando y con ello calentarse cada vez más, estaba cayendo.
— Si incluso esto es tan difícil para ti, será aún más difícil para ti el tomar clientes — una semblante de preocupación se formó en la cara de Bankotsu, al pensar en las expresiones que su niña hiciera con alguien que no fuera el — aunque los clientes podrían disfrutar de esto.
Un nuevo digito fue insertado, sintiendo la suavidad de la cavidad de Kagome y cómo es que los dedos se deslizaban cada vez más adentro, como los apretaba deliciosamente, para ese punto Bankotsu no podía echarse para atrás, y menos el ver como el cuerpo de Kagome se contraía en cada caricia, cada acto, cada acción, realmente estaba excitado, no tenía que fingir como con las clientas que tenía que complacer.
Retiro lentamente la mano mirando como unas gotas se deslizaban por los muslos internos, levantándole un poco las piernas se posiciono entre estas, acariciando en el proceso, sintiendo la suavidad aterciopelada de la piel de la de cabellos negros. Guiando su miembro hasta tocar sutilmente la entrada de la contraria, los latidos de ambos comenzaban a acompasar aquel acto.
Kagome comenzaba a relajarse cuando sin previo aviso Bankotsu la penetraba de una única y potente estocada, ocasionando que la espalda de la joven se arqueara, y con ella las lágrimas se derramaran por ambas mejillas, la sensación jamás la imagino, y menos el momento, su cuerpo tembló como una hoja, su agitación se aceleró al punto de temblar. Fuertes y marcados gemidos salían de su boca.
Bankotsu la tomo de las piernas penetrándola una, dos, tres veces siguiendo así hasta que Kagome comenzó a perder la cuenta, sus manos se aferraban fuertemente a las sabanas que cubrían el tatami. Sin querer cerraba los ojos fuertemente.
— Kagome... abre los ojos — ordenaba el moreno aun moviéndose en el interior de la joven.
— ¡hmmm! — hizo caso omiso solo volteando la cara hacia un lado.
— ¡SOLO ABRELOS!
— Sin poder resistirse Kagome abrió los ojos observando el semblante de Bankotsu, en esos momentos, uno lleno de culpabilidad, lujuria, tristeza, pasión, ¡era extraño! — ¡hmm!
— Pon tus brazos alrededor de mi cuello.
— No bromes.
— ¡HAZLO!
La cara de sorpresa por parte de la joven no se hizo esperar, la voz de su amigo era realimenté diferente en ese momento, mordiéndose un poco el labio lo observo fijamente.
— Bankotsu...
— Será más fácil. De todas formas no tengo ninguna intención de detenerme Kagome. — su hermoso rostro perfilado lucia de manera preocupada en ese momento.
Las manos de Kagome temblaron, lentamente las llevo hasta tocar los hombros del moreno, rodeándolo lentamente por el cuello hasta aferrarse a él.
Bankotsu miro fijamente el rostro de la contraria, era realmente hermosa, aquella piel aperlada en sudor, esos ojos azules inundados en lágrimas y esas mejillas sonrojadas, era un ángel ante los ojos del moreno.
Su cuerpo comenzó a sentir esa necesidad de ser uno con la mujer que amaba, comenzó a moverse de manera tranquila pero su paciencia se acabó antes de que se diera cuenta, comenzando a moverse de manera apasionada, brutal, salvaje, sintiendo las paredes internas cerrarse, apretando deliciosamente su miembro, provocando esa necesidad de llenarla con su semilla, aun no podía.
El sonrojo por parte de Kagome y la mirada llena de deseo por parte de Bankotsu fue algo más que solo un simple deseo carnal.
El moreno se fue acercando, las respiraciones chocaban, los labios se tocaron solo un poco, el azabache la miro a los ojos, hasta atrapar los labios contrarios en un beso hambriento y lleno de amor por parte de ambos.
Un detonante más para que la lujuria de los dos despertara aún más, esas sensaciones dormidas que tenían prohibido sacar en aquel lugar de perdición, en donde estaban destinados a vivir hasta que pagaran su deuda.
Las embestidas nuevamente no se hicieron esperar, las piernas de Kagome lentamente rodearon la afilada cadera del contrario, intensificando las penetraciones aun grado tal que eran cada vez más placenteras.
Nuevamente la boca de Kagome era devorada por la del contrario, experimentando esa emoción de estar unidos en cuerpo y en alma, Bankotsu no pudo contenerse más, sabia las consecuencias de todo aquello, pero en ese momento le importo poco, unos cuantos movimientos y su semilla fue vaciada en el interior de la de ojos azules.
Kagome por su parte no sabía cómo es que todo aquello en lugar de llenarla de culpa la llenaba de una sensación de bienestar en su interior, sintiendo su cuerpo extraño, antes las penetraciones del contrario no podía saber que era lo que seguiría después, pero su propio cuerpo le dio las herramientas para sentir nuevamente aquel placer inundar lo más recóndito de su ser, un nuevo orgasmo la inundaba justo al mismo tiempo que Bankotsu se corría dentro de ella.
Apretando su intimidad ante ello, ocasionando que el moreno sintiera una corriente eléctrica atravesar toda su espina dorsal.
Realmente estar con ella era delicioso, único.
La amaba.
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La noche había caído, con ello el viento entraba favorablemente por la ventana, Miroku se encontraba caminando por los pasillos, ya era tarde, lo más curioso para él era el hecho de no poder encontrar ni a Bankotsu ni a Kagome por ningún lado, solo faltaba un lugar por registrar.
Con paso firme camino escaleras arriba, entrando en la bodega de sabanas, para su sorpresa y asombro, miro como el cuerpo de Kagome yacía sobre las piernas del moreno, sus ropajes desordenados, su cabello suelto y desarreglado, sus piernas un poco amoratadas, pero lo que más le sorprendió al administrador fueron unas manchas rojas esparcidas por las sábanas blancas.
Bankotsu tocaba cálidamente el cabello de Kagome, sentado, tranquilo, fumando con una larga pipa.
— ¿pero qué...? — Miroku lo miro con horror.
Bankotsu solo sonreía amargamente por lo que acababa de suceder.
Sabía que las consecuencias serían catastróficas.
Después de pasado un rato cuando a la de ojos azules la llevaron a su dormitorio ya que comenzó con fiebre y dolor abdominal el moreno fue llamado por el administrador , esperándolo en la sala común, su seriedad lo precedía, también el hecho de que era demasiado estricto con las reglas y las normas que se dictaban.
— Te dije que si algo pasaba no te ibas a salir con la tuya — miro con aquellos ojos profundos al recién llegado.
— Estoy preparado para irme — comento serio — envíame a kashimise o donde sea.
— Está bien entonces. Pero no eres tú el que se va de aquí, es Kagome.
— ¿Qué? — el azabache se acercó al contrario sorprendido por lo que había dicho. — ¿Por qué? NO ES SU CULPA, ¡FUI YO QUIEN EMPEZO ESTO!
— Miroku suspiro mirando al chico a los ojos — bastante simple, ella no es tan valiosa para nosotros como lo eres tú, Kagome ciertamente es hermosa, pero no es todo lo que determina el precio de una cortesana, modales, el tacto con los clientes, sean hombres o mujeres y por supuesto la cama...
— ¡NO TE LO PERMITIRE! — Bankotsu comenzaba a temblar tomando a Miroku por el yukata estrujándolo— mientras me envíes a mí a aquel lugar, puedes hacer lo que te plazca, pero si envías a Kagome... yo huiré y me la llevare conmigo.
— ¡que tonto!... sabes que no llegaras muy lejos.
— Quizás no. Sin embargo entre un romance entre cortesano y cortesana, y esta última perdiendo la virginidad con su propio compañero y luego se fugan, lo entiendes... si se supiera este lugar sufrirá una perdida muy grande, incluso tu estarías acabado. Es de esperarse. — la voz firme del moreno y esa mirada de pantera pusieron a temblar un poco al administrador. — nadie más lo sabe, solo tú, yo y Kagome.
— Bankotsu...
— ¿verdad?
— ¿quieres que pretenda que no ha pasado nada? — la voz de Miroku sonaba molesta — ¿solo dejarlo así?
— Si tú no dices nada sobre eso no volverá a pasar, hare lo que me digas.
— El administrador cerro los ojos suspirando resignado ante las suplicas del moreno — kamisama, me encargaré de que el mizuage de Kagome sea lo más pronto posible.
— La mirada triste de Bankotsu se hizo presente — por favor Miroku, encuéntrale un buen cliente, si es posible una persona amable.
— Eso lo decidiré yo, pero no te preocupes, el nieto de Totosai será el que este con Kagome en su iniciación.
— El tal Inuyasha — apretó el puño, afilando la mirada en el proceso.
— ¿crees que tienes derechos de hacer peticiones tan egoístas en esta situación?
— Supongo que tienes razón — una sonrisa amarga se dejaba apreciar en aquel rostro, dándose la vuelta salía de aquel cuarto.
— Una cosa más Bankotsu. A partir de hoy, no te vuelvas a acercar a Kagome por ningún motivo, Jamás.
Bankotsu escuchó esto, cada palabra era como un fragmento afilado que se iba incrustando en su corazón.
No podían amarse ni estar juntos.
Nunca.
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Kagome se comenzaba a remover debajo de las cobijas, abriendo poco a poco los ojos, miro una figura borrosa que poco a poco se fue aclarando, Bankotsu estaba ahí, lentamente este llevo su mano hasta tocar la mejilla de la joven acariciándola sutilmente, la de ojos azules coloco su mano encima de la contraria, sintiendo la calidez de Bankotsu llegar hasta lo más profundo de su corazón.
Era realmente cálido.
— Bankotsu — susurraba mirando aquel rostro serio y un poco triste — " de alguna manera, tengo el presentimiento que si suelto su mano ahora no seré capaz de sostener esta mano otra vez"
El pensamiento de Kagome quedo solo en un sutil sueño y una añoranza por algo que sabía que no estaba permitido, desde esa noche que se miraron Bankotsu no volvió a visitarla ni hablarle, por ningún motivo.
Inclusive después de la situación no fue a disculparse, simplemente quedo en el olvido, como el viento.
Después de recuperarse y volver a sus actividades, ambos se miraban como desconocidos la actitud de Bankotsu cambió radicalmente a una de seriedad absoluta y más cuando estaba cerca de Kagome.
Era una situación tan tensa que la de ojos azules no podía simplemente ignorar aquello, pero no podía simplemente empezar una conversación, cruzaban miradas por largos segundos, para después ignorar al moreno de manera olímpica y así evitarlo.
Sabía que tenía algo y que lo que paso entre ellos hizo que se quebrara algo más que el lazo de amistad, Bankotsu ya no iba detrás de ella, ya no la esperaba para comer, ya no visitaba su lugar secreto.
Todo había terminado.
Ocultándose de todos, en un lugar oscuro del patio lloro amargamente, pensando que todo había sido su culpa, algo había hecho mal.
Tal vez lo que le dijo no fue nada amable y al haber evitado esa situación serian amigos todavía.
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Miroku se encontraba con los maestros que hacían las telas para los vestuarios como los kimonos y los yukatas de las cortesanas, en ese instante unas telas habían llegado, unas realmente hermosas con detallen en blanco y rosa, donde reflejaban un hermoso árbol de cerezos.
El administrador tocaba y observaba, en verdad era una tela muy fina.
— Entonces ¿el mizuage de Kagome fue decidió? — el moreno se recargaba en la puerta mirando los rollos de tela.
— Si, se pidió que se dejara la decisión de su atuendo a mí, parece que le falta fuerza de voluntad para elegirlo ella misma. — miraba otra tela.
— Bankotsu se sentaba a un lado de Miroku, tomando el primer rollo que este había dejado —este es bueno...
— ¿he?
— Le prometí a Kagome que lo decidiría por ella, este hermoso color le vendría bien — aquellos ojos azul eléctrico se perdían entre la tela, un recuerdo y un amor que no podía ser.
— Bankotsu — el de cabellos negros miraba al chico sorprendido por las acciones de este.
Sin que se dieran cuenta el día del mizuage llego, Kagome se veía realmente hermosa, portando un kimono de un blanco puro con unas flores de sakura en la parte de abajo, su cabello estaba ligeramente recogido, decorado con una peineta de grulla de color amatista, algunos mechones caían delicadamente por su cuello y hombros.
Un labial de color rosa era mezclado con unos tintes rojos, sus ojos eran decorados con tinta de un verde muy sutil y sus mejillas con un rubor delicado, realmente parecia una princesa.
Su mirada iba clavada en el piso, caminando lentamente por el pasillo, pasando por los cuartos de los recién llegados y de las cortesanas que tenían tiempo ahí.
Las miradas no se hicieron esperar, Bankotsu no pudo evitar ignorarla, realmente se veía como una diosa, esa piel y eso enormes ojos de muñeca lo hicieron estremecer, al punto de que no supo en qué momento se ponía de pie, dio tres pasos para detenerse, sorprendiéndose de como su cuerpo actuaba por sí solo.
Cerrando los ojos solo dejo que aquella chica siguiera su destino.
Kagome entro a la habitación, mirando a un chico de cabellos negros y ojos cafés, estos la observaban embelesado, era la primera vez que se veían, pero parecía que se conocían desde hace mucho, esto tranquilizo un poco a la chica.
— Siéntate — sonrió el chico extendiendo su mano.
— Gracias — una sonrisa tenue se dibujó en la cara de la de ojos azules para tomar la mano del contrario.
Se sentó a su lado, haciendo los pasos correspondientes, sabía lo que se esperaba a continuación, sonriendo melancólicamente cuando al servir el sake se acordó de aquel momento, de Bankotsu, de su promesa, una tristeza la invadió, esa sonrisa que tanto le gustaba ver en aquel moreno problemático se había ido.
Unas lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas sin que lo notara, cada recuerdo vivido con aquel chico que amaba llegaba a su mente.
¿Por qué no pudieron conocerse en otras circunstancias?
Se mordió el labio, acto que el chico a su lado noto, sin poder evitarlo se acercó a la chica abrazándola protectoramente. Kagome se aferró a sus ropas ocultando la cara en su hombro.
Estaba devastada.
— Gracias por presentarte para el mizuage Inuyasha — Miroku lo miraba haciendo una ligera reverencia.
— No fue nada, en verdad es una chica hermosa, en cuanto la mire ya hace años me enamore de ella.
— Tu abuelo ya lo sabía ¿cierto?
— El chico se rascaba la nariz sonriendo — sí, el me dio la idea.
— Miroku sonrió tenuemente — ya veo.
— Espero poderla ver pronto y dentro de poco liberarla de este lugar, y hacerla mi esposa.
— Inuyasha... tu... ¿arias eso?
— Porque no... ella me gusta y mucho.
Una presencia escuchaba todo esto desde atrás de uno de los cuartos, apretando los dientes se fue de aquel lugar, alguien más había tocado a su princesa, estaba enfurecido por todo aquello, por las circunstancias y no podía hacer nada para cambiarlo.
El tiempo paso en el aquel lugar, y con ello el distanciamiento entre Bankotsu y Kagome por mucho, al grado de evitarse en su totalidad.
Ese día nuevas niñas y niños llegaban al lugar, entre ellos Miroku presentaba a una huérfana por la guerra que era vendida a aquel lugar.
— Me presento — la niña de 10 años hacia reverencia — mi nombre es Rin... por favor cuide de mí.
— Un placer conocerte pequeña — Bankotsu se acercaba para mirarla mejor, en verdad le daba parecido a Kagome por alguna razón, acordándose de ella, de cómo la conoció.
Lentamente se acercaba a la pequeña sonriéndole de manera amistosa, sacando unas cuerdas tomaba su cabello haciendo el mismo peinado que años antes le había hecho a la de ojos azules.
— ¿señor Bankotsu?
— "si justamente así" — sonrió con nostalgia el moreno.
— Tener un encargado así de rápido realmente es una rareza — intervenía Miroku, que aún estaba sentado.
— ¿Estás hablando de Kagome? — la mirad afilada de Bankotsu se hacía notar.
— Dios, es un dolor de cabeza, no le gusta ese cliente, no le apetece ese cliente y ni siquiera vale la pena mencionar lo difícil que es hacerla trabajar.
— Bankotsu sonreía de medio lado — eso es tan típico de una princesa Miroku.
— Esto no es un asunto para que estés de altanero Bankotsu, con las cosas como están sería mucho mejor aceptar su liberación.
— ¿LIBERACION? — el azabache se sorprendía ante las palabras del administrador — ¿estas realmente considerándolo? ¿incluso cuando acaba de tener su mizuage?
— Si, parece que Inuyasha está más que enamorado de Kagome, y en cuanto fue su iniciación él dijo claramente que quería que Kagome fuera su esposa, me comento que se irían de Japón, al extranjero para poder casarse y evitar las habladurías aquí, siendo sinceró esto no le convendría al burdel, pero si ella sigue actuando tan tercamente entonces incluso si la liberación es rechazada... ella tarde o temprano...
— Bankotsu se quedó pensando — "una liberación" y dime Miroku ¿qué dijo Kagome?
— Quien sabe, aún está nerviosa por todo lo que le está pasando.
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En esos semanas nada había sido fácil para Kagome y menos en tratar a los clientes, era algo que no podía soportar, el hecho de ser tocada y besada por otros labios era simplemente cruel, mas nada podía hacer, solo sacar lo que le quedaba de su antigua vida y usarla en beneficio de aquellos clientes que quisieran poseer su cuerpo, no les sería tan sencillo, siendo caprichosa con los hombres que se le asignaban, para fortuna de ella, funcionaba.
Caminaba por el pasillo rumbo a su habitación, escuchando un ruido en su habitación, mirando a la recién llegada.
Rin limpiaba la mesa sin importarle lo que hubiera encima, sin darse cuenta una peineta cayó al suelo, al pisarla con el pie la quebró en dos.
Kagome observo esto, mirando algo particular en ella.
— Señorita, perdóneme no lo mire. — la niña tomaba el objeto.
— Kagome suspiro acercándose a Rin — no te preocupes, solo se más cuidadosa la siguiente vez, si esto hubiera sido algo valioso para mi créeme que te hubiera reprendido — sonrió.
— ¿enserio? — la castaña se asustaba ante las palabras de la de ojos azules.
— Claro que no, pero aquí tienes que ser cuidadosa, ya que muchas cortesanas tienen una manera fuerte de decir las cosas.
Bankotsu caminaba por el pasillo escuchando la plática de ambas, acercándose un poco asomo la cabeza mirando a Kagome muy tranquila platicando con la pequeña, esta al verlo lo volteo a ver yendo a abrazarlo.
El moreno le correspondió de manera paternal revolviéndole un poco el cabello, Kagome se le quedo mirando, regresando a su postura donde la seriedad de su cara reinaba.
— ¿De que estaban hablando? — sonreía el azabache.
— Pues...
— De nada — Kagome interrumpía a Rin para pasar por un lado de Bankotsu — vete de aquí, ya estas advertida niña.
— Rin no entendía el cambio de actitud de la joven, pero intuyo que tenía que ser por el recién llegado. — sí, perdón.
— La pequeña se retiraba, dejando a Bankotsu algo confundido — ¿Por qué eres así con ella?
— Eso no te incumbe, te recuerdo que tú y yo somos dos desconocidos.
Kagome se daba la vuelta al igual que la pequeña para irse de ahí, la presencia de Bankotsu más que darle tranquilidad le causaba mucha ansiedad, debido a todo lo que había pasado con ellos, se sentía enojada y podría decirse que celosa al ver como otras personas se acercaban a Bankotsu como si nada, mientras ella no podía hacerlo.
A la mañana siguiente no podía evitar sentirse nerviosa por las demandas de trabajo y el hecho de estar con nuevos clientes, sin poder evitarlo se lavaba el rostro sintiendo las náuseas por lo que estaba viviendo.
Se enjuago la boca varias veces, recordando el servicio que había dado con aquel cliente.
— "no puedo creer que algo como eso sea trabajo" — la sensación de tener aquel miembro en la boca era algo que no le gustaba realizar.
— Unos pasos se escuchaban detrás de ella, recargándose un poco, una melena negra tapaba un poco su rostro — buenos días, ¿nauseas matutinas?
— "Bankotsu" — miro aquellos ojos, sorprendiéndose. — por supuesto que no.
— Quizás es mi bebe o algo... — bromeaba el moreno.
— ¿Qué? Claro que no... eres un idiota. — el sonrojo en sus mejillas se intensificaba poco a poco.
— Pareces estar bien. — su sonrisa de medio lado y la mirada confidente hacia estremecer el corazón y el cuerpo de Kagome.
— Kagome llevo su mano al pecho apretando un poco sus ropas — "podría ser que él estaba preocupado", no puede ser, me pregunto ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que hablamos así?"— se ponía de pie, dándole la espalda al contrario — no tiene sentido ¿verdad?
— Supongo — sonreía el azabache.
— La de ojos azules lo miro, sintiendo esa calidez que hace tiempo no había sentido, ¿hace cuánto tiempo que no miraba esa expresión en la cara de su amigo y confidente? — ¡hmm! —los ojos comenzaron a ponerse un poco llorosos.
— He oído que ahí conversaciones acerca de tu liberación — Bankotsu soltaba las palabras sin más.
— Como siempre tienes oídos muy agudos.
— ¿Qué vas a hacer?
— ¿Qué quieres decir?... aún no he decidido, parece ser que el nieto de Totosai está enamorado de mí, y aun no sé por qué. Me comento que quería casarse conmigo.
— Bankotsu ocultaba su frustración y más que nada su enojo — "ya veo, Kagome está titubeando, sería más fácil de esta forma, no tendría que tomar clientes nunca más". — se acercaba lentamente a la contraria — ya veo.
— Bankotsu — una punzada de dolor atravesaba en su pecho — " lejos de ti... yo no quiero eso ".
— ¿así que estas escapando de nuestra apuesta?
— ¿apuesta?
— ¿no dijiste que serias mucho más popular que yo?
— Kagome recordaba lo que habían dicho tiempo atrás sobre ser mejor que el moreno — yo...
— Bien, de todas formas no tienes ninguna posibilidad de ganar — Bankotsu sonreía de medio lado — "sabiendo cuanto odias perder Kagome, diciendo algo como esto solo te provocare, soy asqueroso" — que un hombre tenga más clientes que una mujer debe ser horrible para ti.
— ¿QUIEN DIJO QUE ESTOY ESCAPANDO? — el carácter de Kagome salía ante las palabras que estaba comentando el contrario.
— "como lo pensé "— una sonrisa maliciosa se dibujaba en los labios del azabache — ¿Qué estas asustada Kagome?
— Claro que no, y será mejor que recuerdes esto, puedes comerte tus palabras al mismo tiempo que tragas mi polvo, seré mejor que tú ya lo veras. — la de cabellos negros ingresaba por la puerta, para dirigirse con su nuevo cliente.
— No puedo esperar para verlo — Bankotsu se le quedaba mirando fijamente — " estoy haciendo una cosa horrible, competir por la mejor posición de este lugar, significa dar tu cuerpo a otros hombres, Kagome podría ser feliz si aceptara la liberación, la entiendo pero... no quiero estar separado de ella, no la dejare ir"
El rostro de preocupación de Bankotsu se dibujaba mirando la espalda de la de ojos azules, sintiéndose miserable por lo que había causado.
Después de eso Bankotsu y Kagome se convirtieron en el perro y el gato por la posición del mejor vendido, para el tiempo en que ambos eran admirados como las dos joyas del HANAFARION solo había pasado un año
Continuara....
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Tarde pero sin sueño, perdón por haber tardado milenios en actualizar tenía que releer y releer el capítulo para poder dejarlo lo mejor posible, sabiendo de antemano que escribo pal perro, y sé que en varias palabras fallo, en puntos y comas y en un poco de coherencia, aun así mil gracias por apoyarme créanme que valoro tanto sus comentarios, sus votos, que les guste lo que escribo, sé que mis historias no son nada románticas, siempre es drama y angustia pero les aseguro finales felices llenos de amor y sobre todo de aquella magia que me gusta transmitirles.
Espero que este capítulo sea de su agrado y nos vemos pronto, espero poder publicar lo antes posible.
Muchas gracias por leer estas locas historias.
Cha- matta- ne
Y perdón por los horrores ortográficos. Mi beta no me está respaldando TwT
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