Capítulo 4 día del mizuage.
Los personajes de Rumiko Takahashi no me pertenecen, son solo usados para historias locas y retorcidas
La siguiente historia trata de temas extremadamente fuertes, se recomienda discreción.
Basada en narraciones japonesas reales de la era Edo.
Las comillas "" significa pensamientos.
Los fanart pertenecen a sus respectivas autoras, ninguna es de mi propiedad.
Capítulo 4 días del mizuage.
Habían pasado ya 3 años en el prostíbulo, Bankotsu estaba por cumplir 18 años en cuanto a Kagome contaba con 17 años, solo unos meses más y alcanzaría a su compañero y amigo. Después de que el 50ta festiva de muñecas terminara en HANAFARION el tiempo para el mizuage del azabache finalmente llegaba.
Ese día en particular era elogiado por la mayoría de las y los ayudantes del burdel, las chicas se amontonaban para felicitarlo, y es que en esos años aquel moreno se había desarrollado de la mejor manera, un cuerpo alto y atlético, su mandíbula era aun mas perfilada, su rostro a pesar de ser atractivo no perdía esa esencia de infancia.
Kagome por su parte había crecido un poco, mas no llegaba a la altura de su amigo, a diferencia de su cuerpo el cual si se había desarrollado aun mas que el de las otras chicas que estaban con ella, sus caderas eran redondas al igual que su trasero, sus pechos eran voluptuosos sin exagerar en las proporciones, esa cara de niña no había desaparecido del todo, aun contaba con unas mejillas sonrosadas y esos enormes ojos azules.
Para ese tiempo sabia que el que Bankotsu estuviera tan relajado con respecto a cambiar de categoría de ayudante a cortesana le molestaba, y mas al verlo parlotear y reír con todos los que se encontraban a su alrededor.
En ese momento la de cabellos negros recogía las muñecas y las colocaba en un cajas especiales para ser colocadas el siguiente año, volteo a mirar al moreno, este le correspondió la mirada, aderezándola con una sonrisa arrogante, fue la gota que derramo el vaso de la paciencia de la de cabellos negros, volteo a lo que estaba haciendo para ignorarlo olímpicamente.
— Tomo un nuevo pañuelo, envolviendo a la muñeca con cuidado — probablemente un hombre o una mujer rica ofrecerán dinero para el mizuage de Bankotsu. — se mordía el labio sintiendo un dolor extraño en el pecho.
— Bankotsu la miraba ala distancia, poniéndose de pie, se despidió de manera cortes de los anfitriones y de sus mismos compañeros y compañeras de casa — ¿celosa? — sonrío colocando la mano en el hombro de la de cabellos negros.
— Kagome se sorprendía por el contacto, relajándose poco a poco ante lo que escuchaba de la boca del moreno — no realmente... parecía que lo estuvieras disfrutando — continuo con la muñeca sin atreverse a ver al chico a los ojos.
— Bueno se supone que tienes que ser agradable con los clientes ¿cierto? — sonreía el moreno.
— Creo que tienes razón.
— Vamos Kagome, tú también trata de sonreír, siempre estas con una cara de melancolía y preocupación.
La de ojos azules medito lo que su amigo le decía, y era verdad por que siempre estaba enojada o con cara de tristeza todo el tiempo, dejo salir un suspiro para mirarlo a los ojos, sonriendo de la manera mas natural posible, sus rasgos eran realmente hermosos, sus pestañas largas y negras se dejaban ver, esa inocencia era pura para quien la mirase.
Bankotsu se sorprendió al verla, definiendo cada rasgo, tenia unas ganas tremendas de abrazarla y darle un apasionado beso, pero sabía que eso no se podía, no por ahora.
— ¿y qué te parece?
— ¿vez? Eres realmente linda cuando sonríes. — bromeaba el moreno — eres igual a Ohina-sama
— ¿Qué? ¿Cómo la muñeca?... Ohina- sama no sonríe. — reclamaba la chica.
— ¿sabes?, si no guardas esa muñeca cuando termine el festival no te casaras. — Bankotsu acomodaba su cabello dentro de una pañoleta blanca para comenzar a limpiar.
— No sabía eso.
— Me pregunto si en nuestro caso, significa no obtener un buen cliente para nuestro mizuage, así que mejor seguimos limpiando.
— ¡A quien le importa tener el mejor cliente! — la de ojos azules no aguanto más gritando le al moreno — "de todos maneras el mizuage... es una tonta tradición".
— Volteo a verla dejando salir un suspiro ante el repentino cambio de voz de la chica — ¿Porque estas tan enojada? — regreso sobre sus pies para tocar sutilmente la cabeza de la joven — ¿Qué tal un caramelo para hacerte sentir mejor?
— no... no quiero de seguro te la dio alguna clienta.
— Puede haberlo obtenido de una clienta, pero ahora soy yo quien se lo esta dando a la niña mas linda. — sonrío de medio lado. — ¿verdad?
— Ban... kotsu — un sonrojo nuevamente aparecía en aquellas mejillas — "la niña más linda".
— Vamos... ¡toma! Y di ¡aaaaaamh! — Bankotsu tomaba el caramelo en forma de esfera colocándoselo a la contraria en los labios de manera delicada tocando sutilmente estos.
— Dios, tu si que sabes cómo engatusar— comenzó a degustar el dulce sin querer voltear a mirarlo —realmente serás un buen cortesano.
— ¿tu crees?... gracias.
Una ligera charla y nuevamente se pusieron a recoger lo que faltaba, el moreno ayudo acomodando las muñecas en las cajas para después meterlas en la bodega detrás del jardín, al ir saliendo se encontró en el pasillo a Miroku, sin inmutarse paso por un lado de este.
— Bankotsu.
— El moreno se detuvo unos pasos más adelante — ¿sí?
— Pienso que debería dejártelo claro...
— Lo se
— Entre tú y Kagome no puede haber nada, sabes que si algo mas pasa no solo obtendrás un simple regaño ¿verdad?, uno de ustedes será transferido a Kashimise...
— Bankotsu apretó las cajas — ¡LO SE! — su mirada se afilaba tal cual pantera, se miraba peligroso, frio y hasta podría decirse que ruin — las relaciones entre cortesanos y cortesanas esta estrictamente prohibido. ¿entendido?... entiendo...pero ¿estas diciendo esto para recordarme?
Cambio su mirada, sonriendo de lado para irse por aquel solitario pasillo, el administrador solo observo en silencio, su tranquilidad lo precedía, solo esperando que nada mas fuera a pasar entre Kagome y Bankotsu.
Esa misma tarde, todo estaba listo para la celebración del moreno, en la entrada del pasillo había varias mujeres de muy buen aspecto, solo una de ellas seria la elegida para el propósito del mizuage del azabache.
Kagome se detuvo en la puerta, y al final entro, observando como Miroku y Kanna ayudaban a su amigo a acomodar su yukata, era realmente elegante aquella tela, entre azul y blanco, resaltando aun mas sus electrizantes ojos azules, la de cabellos negros observo esto, sintiendo unas palpitaciones realmente extrañas, y es que realmente su amigo y confidente se veía realmente bien, podría decirse que realmente atractivo, su largo cabello estaba sujeto en una coleta alta.
— ¿y bien como me veo — sonrío de medio lado.
— Se quedo boquiabierta un momento para sonreír tenuemente, acercándose a su amigo. — bien pero creo que... — colocando su mano en el decorado de la cabeza del chico deshizo la coleta, dejándolo con el cabello suelto para después colocarse detrás de él, trenzando su cabello. — así esta mejor.... La ropa realmente hace al hombre.
— Cuando llegue tu turno me asegurare que tengas el kimono mas hermoso de todos— sonreía el moreno.
Miroku le hacia señas con la cabeza, de que pronto seria la hora, Kagome solo se quedo mirando un punto fijo, sintiendo una especia de nostalgia nada gratificante, algo que noto enseguida el azabache menor, acercándose a ella para abrazarla sutilmente.
— ¿Qué pasa? ¿aun estas enojada por lo del mizuage? O será que... ¿estas celosa de quien será mi clienta?
— Una furia aparecía desde el interior del estómago de la chica, intensificándose en su rostro — ¿Quién podría estar celosa de tu clienta?... como sea — empujaba al moreno tratando de salir de la habitación.
— Oh, ¿de verdad? — la menor se acercaba a la puerta siendo detenida por la mano de Bankotsu.
— ¡SUELTAME!— comenzaba a forcejear
— Es solo trabajo. Igual que la contabilidad o la construcción — acercándose aun mas la atrapaba entre sus brazos, apretándola más contra el —es nuestro trabajo, no se puede evitar... así que lo que sea que hagamos con los clientes... no es algo por lo cual estar celosa.
— Por un momento Kagome se sintió relajada en esos brazos, aun que duro poco ante lo que en ese momento pasaba y lo que fuera a suceder — ¡NO ESTOY CELOSA!
— Pero... aun así no te gusta verdad — abrazaba aun más Bankotsu a Kagome.
— Al final lograba soltarse del abrazo en un arranque de furia, coraje, tristeza — ¿Qué ahí de ti?.. ¡tú eres el que ha sido vendido al mejor postor! ¿estás bien con eso?
— El semblante de Bankotsu cambiaba poco a poco, su cara tranquila cambiaba a una mirada afilada y una sonrisa retorcida — ¿Qué? Si dijera que no lo estoy... ¿huirías conmigo?
— Kagome se le quedo mirado fijamente, sus ojos se iluminaron, tomando a su compañero de la yukata lo miro fijamente — yo
— Estaba bromeando — su rostro nuevamente se relajaba.
— ¡SI LO HARIA! — la de cabellos negros se acercaba más al contrario.
— Una mirada de sorpresa aparecía en el rostro de Bankotsu — ¿he?
— ¡huiría contigo!, dejemos este lugar y vivamos en algún lado solo nosotros dos, incluso si somos pobres, mientras encontremos trabajo y trabajemos arduamente podremos estar bien. — su voz sonó firme.
— Kagome... no seas infantil, seguramente nos atraparan. Aun estamos en periodo de entrenamiento y no ahí manera de que nos dejen ir antes de que trabajemos para pagar nuestra deuda. Entiendes todo eso ¿verdad?
— Pero aun...— la de ojos azules quería una esperanza, una simple palabra que le diera esa luz.
— Pero aun así estoy feliz de recibir tal linda propuesta.
— Los ojos se le comenzaron a cristalizar — aunque, lo digo en serio.
Bankotsu coloco sus manos en la cintura de la de ojos azules, mirando como estos estaban inundados en lagrimas unas cuantas caían por las mejillas de Kagome, la miro fijamente no podía hacer nada más, él también quería huir con ella lejos de todo aquello, pero ¿Cómo? Ambos estaban solos en el mundo.
— Princesa ¿Qué? ¿no ibas a decir que no fue una propuesta?
— Las lágrimas una vez inundaron el campo de visión de la joven ,abrazando a Bankotsu se aferró a él como si su vida dependiera de ello — yo
— Dios — correspondió al abrazo — exaltarse tanto por un mizuage.
— Lo sé pero... — su nariz comenzó a ponerse roja debido al llanto — "¿Por qué el pensar en tu mizuagey me molesta más que el mío?... serás tocado por otras manos, abrazado por otros brazos y besado por otros labios" —sus pensamientos fueron el detonante para llorar aún más desesperadamente, hundiendo su rostro en la yukata del moreno, no quería estar ahí, en verdad odiaba todo eso.
— Kagome — solo una abrazo fuerte, una caricia a aquellos cabellos negros acompañado de un sutil beso y así la alejo de su cuerpo, su rostro volvió a tener esa expresión de pocos amigos, esa sonrisa de medio lado que lo hacia único, alguien diferente, e ignorando a Kagome salió de aquella habitación.
— Esta todo listo — Miroku apenas iba llegando cuando el azabache salía con aquel semblante neutro.
— Bien — fue su única respuesta, pasando con determinación por el pasillo. — solo espera y veras, esas mujeres no sabrán que las golpeó, les voy a gustar tanto que dejaran su dinero aquí junto con sus bolsos, seré el mejor cortesano en un abrir y cerrar de ojos.
— No... Bankotsu — Kagome salía queriendo detenerlo, pero Miroku ya la tenia sujeta por los hombros — "no quiero dejarlo ir, si dejo que se valla ahora, el Bankotsu que conozco será apartado de mi lado".
— Kagome ya vasta — el administrador ejercía un poco de fuerza, colocando su cabeza contra el suelo.
— No... por favor — las mejillas estaban realmente rojas, cada bocanada de aire provocaban que las lágrimas salieran con más fuerza.
— Enciérrenla en el sótano o algo así — fue lo ultimo en decir el moreno, sin mirar a la de cabellos negros entro en aquella habitación.
Kagome no podía creer lo que acaba de presenciar, nunca había llorado así antes, ni cuando su vida había acabado antes de comenzar, solo pudo ver como su amigo desaparecía tras esa puerta, fue llevada hasta el sótano y arrojada a un cuarto oscuro, comenzó a gritar apretando los barrotes de la entrada pero no fue escuchada, se sentía enojada por todo aquello ¿aquel destino era también el suyo? No podía hacer nada más, no había nada mas que aceptar que otros hombres tocaran su cuerpo.
Después de aquella noche Kagome no pudo dormir meditando todo lo que en ese momento se le venia a la cabeza. Una de las asistentes venia por ella después de pasada la tarde para liberarla.
Sin muchos ánimos camino por el pasillo, ya había caído la noche, antes de entrar a la sala principal escuchó la voz del moreno, divirtiéndose con los demás.
— Bankot... — antes de contestarle Kanna llegaba, colocándose enfrente de la de cabellos negros.
— Kagome... Naraku me pidió que practicaras.
— ¿Qué?... ahora...
— Estuviste encerrada todo este tiempo y necesita que estés lista para sus clientes.
— No tengo ánimos de hacerlo Kanna, no quiero cantar. — dando la media vuelta entro a donde se encontraba el moreno y compañía.
— Kagome — el azabache se puso de pie mirando el semblante cansado de su amiga — pensé que no saldrías hasta mañana.
— Lo miro, acercándose a el para inspeccionarlo de tal manera que se le hacía raro que actuara como si nada, lo tomo del brazo acercándose a el Para oler su perfume, nada raro — "él está igual que como siempre".
— Puedes dejar de hacer eso — una sonrisa aparecía en el rostro de Bankotsu cuando Kagome lo volteaba a mirar. — soy el mismo... te lo dije nada iba a pasar.
— Yo... me preocupe, es todo — dejaba de tocarlo, pasándole de largo, sintiendo como la mano del contrario se entrelazaba con la suya.
— ¿estás bien? — la cara de preocupación nuevamente aparecía en aquel rostro.
— No Bankotsu, tengo que ir a practicar... y no quiero, me alegra que estés bien.
— Kagome — una vez mas la voz del chico la hizo detener sus pasos — hoy en nuestro lugar secreto.
— Claro — sonrío sin ánimos, yendo al cuarto donde Miroku la esperaba.
Una largas horas donde la melodía no salía, al final el administrador opto por dejarla ir, no solo era un cansancio físico también era mental sumándole el echo de no probar bocado en todo ese día por cómo se había comportado.
Subió las escaleras hasta el cuarto donde todos los tatamis y cobijas estaban en reserva, observando a Bankotsu mirando por la ventana, sonrío solo un poco, cerrando la puerta de tras de sí, se acomodó entre las cobijas, lo mismo hacia el moreno, acomodándose de tal manera que quedaban uno enfrente del otro, los ojos hicieron contacto.
— Bankotsu colocaba su brazo debajo de su cabeza. — ¿Por qué es que haz estado tan seria conmigo?
— No lo estoy.
— Parece que no es que estés molesta, solo pensativa.
— Si lo estoy... yo quería preguntarte como es el mizuage.
— Bankotsu parpadeo un momento, levantándose se sentó — ¿quieres intentarlo?
— Unos ojos iluminados aparecieron en el rostro serio de la joven — ¿se puede?
Una tenue sonrisa apareció en los labios del azabache el cual se levanto yendo a un cajón del ultimo gabinete del cuarto para traer consigo dos botellas de sake, así como un pequeño recipiente para poder verterlo, la de ojos azules parpadeo al ver como es que de una manera fácil el chico sacaba todo aquello.
— ¿Así que también contrabandeas alcohol?
— Si, no es la gran cosa — se sentó a un lado de la chica pasándole el pequeño recipiente — tienes que beberlo todo en el tercer sorbo. ¿quieres intentarlo?
— Si — tomando con ambas manos aquel recipiente, tomo como le indicaba Bankotsu, sintiendo lo amargo del líquido, no hizo ninguna mueca a pesar de que su sabor era pesado — déjame hacerlo también para ti — se paso un mechón de cabello por detrás de la oreja, tomando la botella con una mano el cuello y con la otra el cuerpo para verter el líquido.
— Bankotsu miro esto tomando el liquido al final en 3 tiempos — gracias.
— Esto es algo fuera de lo común, es como si actuáramos para una ceremonia de bodas — un ligero sonrojo aparecía en aquel rostro algo pálido.
— Bueno, el mizuage es como una noche de bodas — Bankotsu tomaba un poco mas de alcohol.
— Tendré que hacer esto también ¿cierto?
— ¿asustada?
— No.... Es mi destino después de todo... ¿cierto?
— Kagome... vamos...
— "Pero si trabajo lo suficientemente duro, luego cuando la deuda de Bankotsu y la mía terminen podremos irnos juntos de aquí". — se acurrucaba lentamente en el hombro de su compañero cerrando los ojos en el proceso — al final solo nos queda esforzarnos.
— Bankotsu abrazo a la menor acurrucándola en su pecho, sintiendo el calor corporal de su cuerpo emanar, acompasando el sonido de su corazón con las respiraciones, miro un punto fijo — "el siguiente año será tu iniciación Kagome" — apretó los dientes, hiriéndose el labio.
Después de eso, todo cambio lentamente en el burdel, Bankotsu cumplió su cometido se hizo tan popular como dijo que sería, hombres y mujeres llegaban a pedir sus servicios, y en solo seis meses era el cortesano más exitoso del HANAFURIROU.
— Kagome hacia reverencia al llegar a una de las habitaciones, con uno de los clientes de otra cortesana llamada Kagura. — soy Kagome, su encargada de esta tarde.
— Pero esto si que es una sorpresa, no pensé que una encargada como tu viniera a servirme, realmente eres una belleza — la mano de aquel hombre se adentraba por el cuello del kimono
— Respirando sutilmente alcanzo la mano del cliente para darle un sutil pellizco — perdonara usted señor pero no se les pone un dedo encima a los encargados — sonrío de manera dulce — discúlpeme solo un momento iré al baño, siéntase como en su casa.
Tocándose solo un poco la frente se dirigió al baño pero no entro, solo se quedo mirando la noche, al igual que la luna, era algo difícil de manejar pero no imposible, cuantos iban ya que querían propasarse con ella, sabía que después de que se iniciara como cortesana no habría vuelta atrás y tendría que someterse a lo que el cliente le pidiera.
Unos silbidos y unas risas la sacaron de sus pensamientos.
— Bankotsu — camino por el pasillo hasta la habitación la cual tenía las puertas entre abiertas. — esa voz... no es acaso la voz de Kikyo, su compañera del mizuage — apretó el puño solo siguiendo el camino pero le carcomía aun mas el que estaría pasando en aquella habitación.
Lentamente se fue acercando hasta mirar como una pelinegra de ojos color café se recargaba en el abdomen desnudo de un sonriente Bankotsu, la joven apretó aun mas los puños mirando la interacción entre aquellos dos , en como aquella mujer repartía suaves beso en el cuello del moreno, y este tocaba sutilmente sus delgadas y largas piernas.
— Bankotsu, eres tan tentador, eres igual a mi primer amor.
— ¿enserio? — una sonrisa seductora aparecía en aquel rostro.
— Kagome observaba todo desde las sombras — "Bankotsu... esto".
— La mujer de ojos cafés se acurrucaba mas a aquel hombre, acercándose a su oído, ocasionó que una sutil sonrisa y una expresión dudosa apareciera en la faz de Bankotsu — por supuesto que no Kikyo... te amo esa es la verdad — tocaba su cabello.
— Bankotsu me haces tan feliz — sonreía la mujer apoyándose en el hombro del contrario.
Kagome no pudo más, con aquella escena tan empalagosa y llena de sentimientos aparentemente reales, no pudo con sus celos, pasando por el pasillo, olvidándose del cliente, solo quedaba ese rostro y esas palabras "te amo" lo que hacia eco en su cabeza, llego en su habitación tomando lo primero que encontró, arrojando todo lo que hubiera a su paso, desde el espejo hasta unas muñecas de porcelana que estaban en su mesa de noche.
— ¡ESTUPIDO BANKOTSU!
— Kikyo que se abrazaba al chico escuchó todo el ruido que venia de la parte de arriba — ¿Qué es todo ese ruido?
— ¡Hmmm!.... discúlpame por un momento si — sonrío sutilmente yendo al centro del problema.
— ¡SUELTAME! — Kagome comenzó a forcejear, siendo detenida por uno de los clientes de Naraku el cual estaba llegando a la habitación.
— ¡KAGOME!... ME PUEDES EXLICAR ¿QUÉ ESTAS HACIENDO? —la voz del de ojos escarlata sonó fuerte.
— Nada — fue lo único que pudo articular.
— Kagome... — Bankotsu llegaba a la habitación, mirando la escena, todo tirado, las sabana echas jirones, los artículos quebrados — ¿Qué estás haciendo?
— Sintió el contacto de las manos del chico cerca suyo, sin pensarlo dos veces le dio un manotazo — TU NO ME TOQUES.... NO TE ATREVAS A TOCARME NUNCA MAS EN TU VIDA.
— Espera... ¿algo anda mal? ¿Qué paso?... cálmate.
— Simplemente le dio la espalda, a todo el mundo en el lugar, los clientes y las demás cortesanas salían de las habitaciones.— no me importa
— ¡HEY!... espera un segundo.
La joven llego hasta el cuarto de los tatamis, entrando para cerrar la puerta tras de sí, estaba demasiado furiosa, y aun cuando destruyo varias cosas su coraje no disminuía.
— Bankotsu entraba sigilosamente recargándose en la puerta — ¿Qué paso? Puedes decírmelo nadie nos molestara.
— Se mordió el labio, y sin darle la cara solo se abrazo a si misma — eres un... MENTIROSO.
— ¿Qué se supone que significa eso?... no entiendo lo que me dices — la cara de Bankotsu fue una de duda total.
— Kagome solo cerraba los ojos recordando las escenas de aquella mujer con Bankotsu, las palabras de amor eterno llenándola aún más de frustración, sintiendo nuevamente el contacto y calor del contrario — no me toques — se daba la vuelta encarándolo al final — no me toques con tus sucias manos, no soporto a la gente como tu .
— ¿Qué ocurre Kagome?... ¿Qué fue lo que hice? — Bankotsu no sabia que mas decirle, estaba realmente confundido.
— Tu... lasci...
— ¿huh? ¿Qué demonios? ¿sabes lo que estás diciendo?
— ¡lo sé! te acabo de ver con esa clienta dijiste que solo era trabajo, pero realmente te gusta hacer esto.
— Kagome — el moreno se frotaba la frente tratando de entender los arranques de compañera — ¿de que estás hablando?
— ¿te gusta verdad? Dormir con las clientas.
— Bueno, particularmente no me disgusta — se cruzaba de brazos — ¿y que con eso?
— Los ojos de la menor se abrieron demostrando mil sensaciones es ese momento, cubriéndose con el brazo evitando que las lagrimas salieran sin control — pervertido, MANIATICICO SEXUAL.... ¡TE ODIO! Ya no me importa, haz lo que quieras, solo no vuelvas a tocarme con esas sucias manos.
Un suspiro por parte del moreno, hizo que la joven lo mirara fijamente, el semblante era algo que sabia perfectamente lo que había hecho, Bankotsu estaba demasiado molesto, su mandíbula se contraía, su mirada se afilaba. Toda una pantera.
Kagome no quería estar ahí, queriendo pasar a un lado de él, este metía el pie ocasionando que cayera al suelo, golpeándose la espalda, quiso reaccionar, fue demasiado lenta cuando se dio cuenta, el cuerpo de Bankotsu ya estaba arriba de ella, le fue fácil tomar ambas manos de la joven, colocándolos a ambos lados, sus rostros estaban a escasos milímetros de distancia, la respiración agitada y enojada se podía aun percibir.
— No me importa si me odias, para tu mizuage solo faltan unos pocos meses, y cuando ese día llegue tu cuerpo será tocado por otro hombre. — Bankotsu sonrío de manera sínica.
acercando aun mas sus labios a la contraria, hasta hacer contacto con ellos , sintiendo la humedad, la de ojos azules apretó la boca, sintiendo como el aire hacia falta en sus pulmones, al final lo liberaba, oportunidad que tomo Bankotsu para introducir la lengua, degustando todo el interior de la contraria, sintiendo como con aquel roce tocaba el cielo, deslizo aun mas en su interior uniendo sus bocas aun mas intensamente, lentamente se separaba de su presa, mirando como aquella mirada matizaba con el sonrojo de aquellas mejillas.
Lentamente llevo la mano hasta el cinturón de Kagome retirándolo en el proceso.
— Espera Bankotsu ¿Qué haces?
— La mano del moreno viajo por el inicio del kimono abriendo lentamente este, dejando ver esos hermosos y redondos pechos sobresalir como un par de melocotones — ¿nunca pensaste que podría ser así entre nosotros?
— Por... supuesto que no... deja...! ahh!... me — el cuerpo de Kagome comenzó a temblar ante el contacto de la mano de su compañero en su piel.
— ¿Intentas empujarme?... esto es sucio ¿verdad?
— Esto... esto no... ¿no sabes lo que ocurriría si nosotros hacemos algo como esto? — los ojos y el sonrojo se hacían notar.
— ¿y qué? — una sonrisa acompañaba el rostro de Bankotsu, al igual que una mirada llena de deseo, su mano seguía acariciando entre los senos de la contraria — caer en las profundidades de infierno juntos, no es tan malo ¿cierto?
Continuara....
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